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Historical

Read the books of the Bible as they were written historically, according to the estimated date of their writing.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
2 Samuel 11-13

David y Betsabé

11 En la primavera, que era la época en que los reyes[a] salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.

Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: «Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita». Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia y, cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación,[b] así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David.

Entonces David le envió este mensaje a Joab: «Mándame aquí a Urías el hitita». Y Joab así lo hizo. Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y los soldados, y cómo iba la campaña. Luego le dijo: «Vete a tu casa y acuéstate con tu mujer».[c] Tan pronto como salió del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey, pero, en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real.

10 David se enteró de que Urías no había ido a su casa, así que le preguntó:

―Has hecho un viaje largo; ¿por qué no fuiste a tu casa?

11 ―En este momento —respondió Urías—, tanto el arca como los hombres de Israel y de Judá se guarecen en simples enramadas, y mi señor Joab y sus oficiales acampan al aire libre, ¿y yo voy a entrar en mi casa para darme un banquete y acostarme con mi esposa? ¡Tan cierto como que mi señor el rey vive, que yo no puedo hacer tal cosa!

12 ―Bueno, entonces quédate hoy aquí, y mañana te enviaré de regreso —replicó David.

Urías se quedó ese día en Jerusalén. Pero al día siguiente 13 David lo invitó a un banquete y logró emborracharlo. A pesar de eso, Urías no fue a su casa, sino que volvió a pasar la noche donde dormía la guardia real. 14 A la mañana siguiente, David le escribió una carta a Joab, y se la envió por medio de Urías. 15 La carta decía: «Poned a Urías al frente de la batalla, donde la lucha sea más dura. Luego dejadlo solo, para que lo hieran y lo maten».

16 Por tanto, cuando Joab ya había sitiado la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. 17 Los de la ciudad salieron para enfrentarse a Joab, y entre los oficiales de David que cayeron en batalla también perdió la vida Urías el hitita.

18 Entonces Joab envió a David un informe con todos los detalles del combate, 19 y le dio esta orden al mensajero: «Cuando hayas terminado de contarle al rey todos los pormenores del combate, 20 tal vez se enoje y te pregunte: “¿Por qué os acercasteis tanto a la ciudad para atacarla? ¿Acaso no sabíais que os dispararían desde la muralla? 21 ¿Quién mató a Abimélec hijo de Yerubéset?[d] ¿No fue acaso una mujer la que le arrojó una piedra de molino desde la muralla de Tebes y lo mató? ¿Por qué os acercasteis tanto a la muralla?” Pues, si te hace estas preguntas, respóndele: “También ha muerto tu siervo Urías el hitita”».

22 El mensajero partió, y al llegar le contó a David todo lo que Joab le había mandado decir.

23 ―Los soldados enemigos nos estaban venciendo —dijo el mensajero—, pero cuando nos atacaron a campo abierto pudimos rechazarlos hasta la entrada de la ciudad. 24 Entonces los arqueros dispararon desde la muralla a los soldados de mi señor el rey, de modo que murieron varios de los nuestros. También ha muerto tu siervo Urías el hitita.

25 Entonces David le dijo al mensajero:

―Dile a Joab de mi parte que no se aflija tanto por lo que ha pasado, pues la espada devora sin discriminar. Dile también que reanude el ataque contra la ciudad, hasta destruirla. Y anímalo.

26 Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo duelo por él. 27 Después del luto, David mandó que se la llevaran al palacio y la tomó por esposa. Con el tiempo, ella le dio un hijo. Sin embargo, lo que David había hecho le desagradó al Señor.

Natán reprende a David(A)

12 El Señor envió a Natán para que hablara con David. Cuando se presentó ante David, le dijo:

―Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico, y el otro pobre. El rico tenía muchísimas ovejas y vacas; en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su plato, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija. Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico y, como este no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita.

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán:

―¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte! ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja!

Entonces Natán le dijo a David:

―¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! 10 Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer”.

11 »Pues bien, así dice el Señor: “Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. 12 Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel”».

13 ―¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán.

―El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán—. 14 Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has ofendido al[e]Señor.

15 Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Urías le había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo. 16 David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo. 17 Los ancianos de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía, y aun se negaba a comer con ellos.

18 Siete días después, el niño murió. Los oficiales de David tenían miedo de darle la noticia, pues decían: «Si, cuando el niño estaba vivo, le hablábamos al rey y no nos hacía caso, ¿qué locura no hará ahora si le decimos que el niño ha muerto?» 19 Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y les preguntó:

―¿Ha muerto el niño?

―Sí, ya ha muerto —le respondieron.

20 Entonces David se levantó del suelo y en seguida se bañó y se perfumó; luego se vistió y fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos, y comió.

21 ―¿Qué forma de actuar es esta? —le preguntaron sus oficiales—. Cuando el niño estaba vivo, ayunabas y llorabas; pero, ahora que se ha muerto, ¡te levantas y te pones a comer!

22 David respondió:

―Es verdad que cuando el niño estaba vivo yo ayunaba y lloraba, pues pensaba: “¿Quién sabe? Tal vez el Señor tenga compasión de mí y permita que el niño viva”. 23 Pero, ahora que ha muerto, ¿qué razón tengo para ayunar? ¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí.

24 Luego David fue a consolar a su esposa y se unió a ella. Betsabé le dio un hijo, al que David llamó Salomón. El Señor amó al niño 25 y mandó a decir por medio del profeta Natán que le pusieran por nombre Jedidías,[f] por disposición del Señor.

26 Mientras tanto, Joab había atacado la ciudad amonita de Rabá y capturado la fortaleza[g] real. 27 Entonces envió unos mensajeros a decirle a David: «Acabo de atacar a Rabá y he capturado los depósitos[h] de agua. 28 Ahora, pues, le pido a mi señor el rey que movilice el resto de las tropas para sitiar y capturar la ciudad. Si no, lo haré yo mismo y le pondrán mi nombre».

29 Por tanto, David, movilizando todas las tropas, marchó contra Rabá, la atacó y la capturó. 30 Al rey de los amonitas[i] le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba más de treinta kilos[j] y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. 31 Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, trillos y hachas, y también los forzó a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todos los pueblos amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas.

Amnón y Tamar

13 Pasado algún tiempo, sucedió lo siguiente. Absalón hijo de David tenía una hermana muy bella, que se llamaba Tamar; y Amnón, otro hijo de David, se enamoró de ella. Pero, como Tamar era virgen, Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana. Sin embargo, Amnón tenía un amigo muy astuto, que se llamaba Jonadab, y que era hijo de Simá y sobrino de David. Jonadab le preguntó a Amnón:

―¿Cómo es que tú, todo un príncipe, te ves cada día peor? ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa?

―Es que estoy muy enamorado de mi hermana Tamar —respondió Amnón.

Jonadab le sugirió:

―Acuéstate y finge que estás enfermo. Cuando tu padre vaya a verte, dile: “Por favor, que venga mi hermana Tamar a darme de comer. Quisiera verla preparar la comida aquí mismo, y que ella me la sirva”.

Así que Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Y, cuando el rey fue a verlo, Amnón le dijo:

―Por favor, que venga mi hermana Tamar a prepararme aquí mismo dos tortas, y que me las sirva.

David envió un mensajero a la casa de Tamar, para que le diera este recado: «Ve a casa de tu hermano Amnón, y prepárale la comida». Tamar fue a casa de su hermano Amnón y lo encontró acostado. Tomó harina, la amasó, preparó las tortas allí mismo, y las coció. Luego tomó la sartén para servirle, pero Amnón se negó a comer y ordenó:

―¡Fuera de aquí todos!

Una vez que todos salieron, 10 Amnón le dijo a Tamar:

―Trae la comida a mi habitación, y dame de comer tú misma.

Ella tomó las tortas que había preparado y se las llevó a su hermano Amnón a la habitación, 11 pero, cuando se le acercó para darle de comer, él la agarró por la fuerza y le dijo:

―¡Ven, hermanita; acuéstate conmigo!

12 Pero ella exclamó:

―¡No, hermano mío! No me humilles, que esto no se hace en Israel. ¡No cometas esta infamia! 13 ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? ¿Y qué sería de ti? ¡Serías visto en Israel como un depravado! Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa.

14 Pero Amnón no le hizo caso, sino que, aprovechándose de su fuerza, se acostó con ella y la violó. 15 Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido. Así que le dijo:

―¡Levántate y vete!

16 ―¡No me eches de aquí! —replicó ella—. Después de lo que has hecho conmigo, ¡echarme de aquí sería una maldad aún más terrible!

Pero él no le hizo caso, 17 sino que llamó a su criado y le ordenó:

―¡Echa de aquí a esta mujer y cierra la puerta!

18 Así que el criado la echó de la casa, y luego cerró bien la puerta.

Tamar llevaba puesta una túnica muy elegante,[k] pues así se vestían las princesas vírgenes. 19 Al salir, se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica y, llevándose las manos a la cabeza, se fue por el camino llorando a gritos. 20 Entonces su hermano Absalón le dijo:

―¡Así que tu hermano Amnón ha estado contigo! Pues bien, hermana mía, cálmate y no digas nada. Ten en cuenta que es tu hermano.

Desolada, Tamar se quedó a vivir en casa de su hermano Absalón. 21 El rey David, al enterarse de todo lo que había pasado, se enfureció. 22 Absalón, por su parte, no le dirigía la palabra a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar.

Asesinato de Amnón

23 Pasados dos años, Absalón convidó a todos los hijos del rey a un banquete en Baal Jazor, cerca de la frontera de Efraín, donde sus hombres estaban esquilando ovejas. 24 Además, se presentó ante el rey y le dijo:

―Este tu siervo tiene esquiladores trabajando. Te ruego venir con tu corte.

25 ―No, hijo mío —le respondió el rey—. No debemos ir todos, pues te seríamos una carga.

Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición. 26 Entonces Absalón le dijo:

―Ya que mi señor el rey no viene, ¿por qué no permites que nos acompañe mi hermano Amnón?

―¿Y para qué va a ir contigo? —le preguntó el rey.

27 Pero tanto insistió Absalón que el rey dejó que Amnón y sus otros hijos fueran con Absalón. 28 Este, por su parte, les había dado instrucciones a sus criados: «No perdáis de vista a Amnón. Y, cuando se le haya subido el vino,[l] yo os daré la señal de ataque, y vosotros lo mataréis. No tengáis miedo, pues soy yo quien os da la orden. Ánimo; sed valientes».

29 Los criados hicieron con Amnón tal como Absalón les había ordenado. Entonces los otros hijos del rey se levantaron y, montando cada uno en su mula, salieron huyendo.

30 Todavía estaban en camino cuando llegó este rumor a oídos de David: «¡Absalón ha matado a todos los hijos del rey! ¡Ninguno de ellos ha quedado con vida!»

31 El rey se levantó y, rasgándose las vestiduras en señal de duelo, se arrojó al suelo. También todos los oficiales que estaban con él se rasgaron las vestiduras. 32 Pero Jonadab, el hijo de Simá y sobrino de David, intervino:

―No piense mi señor que todos los príncipes han sido asesinados, sino solo Amnón. Absalón ya lo tenía decidido desde el día en que Amnón violó a su hermana Tamar. 33 Mi señor el rey no debe dejarse llevar por el rumor de que han muerto todos sus hijos, pues el único que ha muerto es Amnón.

34 El centinela de la ciudad alzó la vista y vio que del oeste, por la ladera del monte, venía bajando una gran multitud. Entonces fue a decirle al rey: «Veo venir gente por el camino de Joronayin, por la ladera del monte».[m] Mientras tanto, Absalón había huido. 35 Jonadab le comentó al rey:

―Aquí llegan tus hijos, tal como yo te lo había dicho.

36 Apenas había terminado de hablar cuando entraron los hijos del rey, todos ellos llorando a voz en grito, y también el rey y sus oficiales se pusieron a llorar desconsoladamente.

37-38 Absalón, en su huida, fue a refugiarse con Talmay hijo de Amiud, rey de Guesur, y allí se quedó tres años. David, por su parte, lloraba todos los días por su hijo Amnón 39 y, cuando se consoló por su muerte, comenzó a sentir grandes deseos de ver a Absalón.

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