Read the Gospels in 40 Days
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mt 19:1-12)
10 Después Jesús salió de ese lugar y llegó a la región de Judea y al otro lado del río Jordán. Nuevamente se reunió mucha gente junto a Jesús. Él les enseñaba como de costumbre.
2 También llegaron algunos fariseos que querían poner a prueba a Jesús y le preguntaron si está bien que un hombre se divorcie de su mujer.
3 Jesús les contestó:
—¿Qué les ordenó Moisés?
4 Ellos respondieron:
—Moisés permitía que un hombre se divorciara de su mujer escribiéndole un certificado de divorcio.[a]
5 Jesús les dijo:
—Moisés escribió ese mandamiento debido a la terquedad de ustedes, 6 (A)pero en el comienzo de la creación Dios “hizo al hombre y a la mujer”.[b] 7 “Por eso el hombre dejará a su papá y a su mamá para unirse a su esposa 8 (B)y los dos serán un solo ser”.[c] Así que ya no son dos, sino uno solo. 9 Por tanto lo que Dios ha unido, que ningún ser humano lo separe.
10 Cuando ya estaban en la casa, los seguidores le volvieron a preguntar sobre el divorcio. 11 Jesús les contestó:
—El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra su mujer. 12 Y la mujer que se divorcia de su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
Jesús recibe a los niños
(Mt 19:13-15; Lc 18:15-17)
13 Luego le trajeron niños a Jesús para que los bendijera,[d] pero los seguidores de Jesús los regañaron. 14 Cuando Jesús se dio cuenta de eso, se enojó y les dijo:
—Dejen que los niños vengan a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos. 15 Les digo la verdad: el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará jamás en él.
16 Jesús tomó a los niños en sus brazos y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Un rico se niega a seguir a Jesús
(Mt 19:16-30; Lc 18:18-30)
17 Cuando Jesús estaba saliendo, un hombre se acercó corriendo, se arrodilló ante él y le dijo:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?
18 Jesús le contestó:
—¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. 19 (C)Tú sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no engañes, y respeta a tu papá y a tu mamá”.[e]
20 El hombre dijo:
—Maestro, yo he cumplido esos mandamientos desde que era joven.
21 Jesús lo miró y con afecto le dijo:
—Te hace falta una cosa: ve y vende todo lo que tienes. Dales ese dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
22 El hombre quedó muy desilusionado por las palabras de Jesús y se marchó muy triste porque tenía muchos bienes. 23 Jesús miró alrededor y les dijo a sus seguidores:
—¡Qué difícil es para los ricos entrar al reino de Dios!
24 Sus seguidores se asombraron por esas palabras, pero Jesús les dijo:
—Hijos míos, qué difícil es entrar al reino de Dios.[f] 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios.
26 Ellos quedaron aun más asombrados y comentaban entre sí:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
27 Mirándolos, Jesús dijo:
—Eso es imposible para los hombres, pero no para Dios. Para Dios todo es posible.
28 Pedro comenzó a decirle:
—Nosotros dejamos todo por seguirte.
29 Jesús les dijo:
—Les digo la verdad: todo el que dejó casa, hermanos, hermanas, mamá, papá, hijos o tierras por mí o por mi mensaje 30 recibirá cien veces más de lo que dejó. En este mundo tendrá más casas, hermanos, hermanas, mamás, hijos y tierras, aunque con persecuciones. Y también será recompensado con la vida eterna en el mundo que está por venir. 31 Pero muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos de los que ahora son los últimos, serán los primeros.
Jesús habla de nuevo sobre su muerte
(Mt 20:17-19; Lc 18:31-34)
32 Iban por el camino a Jerusalén, y Jesús caminaba adelante de ellos. Sus seguidores estaban asombrados y los que iban detrás de ellos estaban asustados. Jesús tomó aparte otra vez a los doce y empezó a decirles lo que le iba a pasar:
33 —¡Escuchen! Estamos camino a Jerusalén. El Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley y ellos lo condenarán a muerte. Después lo entregarán a los que no son judíos, 34 quienes se burlarán de él, lo azotarán, le escupirán y lo matarán; pero tres días después resucitará.
Santiago y Juan piden un favor
(Mt 20:20-28)
35 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
—Maestro, queremos que hagas lo que te pedimos.
36 Jesús contestó:
—¿Qué quieren que haga?
37 Ellos dijeron:
—Concédenos el derecho de sentarnos contigo en la gloria de tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38 Jesús respondió:
—Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Están dispuestos a beber de la misma copa de sufrimiento que yo voy a beber? ¿O pueden ser bautizados con el bautismo que yo voy a recibir[g]?
39 Ellos contestaron:
—Sí podemos.
Entonces Jesús les dijo:
—Ciertamente van a beber de la copa que yo bebo y van a ser bautizados igual que yo, 40 pero yo no puedo decidir quién se sienta a mi derecha o a mi izquierda. Dios ya tiene listos esos puestos para los que él decidió.
41 Cuando los otros diez escucharon esa petición, se enojaron contra Santiago y Juan. 42 Pero Jesús los llamó y les dijo:
—Ustedes saben que a los que gobiernan entre las naciones les gusta mostrar su poder. A sus principales dirigentes les gusta ejercer su autoridad sobre la gente. 43 Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, el que quiera ser más importante entre ustedes debe hacerse su siervo. 44 El que quiera ser el número uno entre ustedes debe ser el esclavo de todos. 45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino a que le sirvieran, sino a servir a los demás y a dar su vida en rescate por muchos.
Jesús sana a un ciego
(Mt 20:29-34; Lc 18:35-43)
46 Luego llegaron a Jericó. Cuando Jesús y sus seguidores salían de allí acompañados por mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado al lado del camino. 47 Cuando oyó que venía Jesús de Nazaret, comenzó a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
48 Muchos lo regañaron y le decían que se callara, pero el hombre gritaba aun más:
—¡Hijo de David, ten compasión de mí!
49 Entonces, Jesús se detuvo y dijo:
—Llámenlo.
Llamaron al ciego y le dijeron:
—Anímate y levántate, Jesús te está llamando.
50 El ciego se quitó el manto, dio un salto y fue a donde estaba Jesús. 51 Jesús le dijo:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego respondió:
—Maestro, quiero ver de nuevo.
52 Jesús le dijo:
—Puedes irte, tu fe te ha sanado.
Enseguida el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Jesús entra a Jerusalén
(Mt 21:1-11; Lc 19:28-40; Jn 12:12-19)
11 Cuando estaban cerca de Jerusalén, en los pueblos de Betfagué y Betania, cerca del monte de los Olivos, Jesús llamó a dos de sus seguidores 2 y les dijo: «Vayan a la aldea que está enfrente y tan pronto lleguen encontrarán atado un burro que nadie ha montado. Desátenlo y tráiganlo. 3 Y si alguien les pregunta por qué están haciendo eso, díganle que el Señor lo necesita y que pronto lo devolverá».
4 Los dos seguidores se fueron y encontraron el burro atado en la calle cerca de una puerta. Ellos lo desataron y 5 unos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen desatando a ese burro?» 6 Los seguidores respondieron lo que Jesús les había dicho y ellos los dejaron ir. 7 Entonces llevaron el burro a Jesús. Pusieron los mantos de ellos encima y Jesús se sentó. 8 Mucha gente extendió sus mantos en el camino. Otros cortaban ramas de los árboles y las extendían en el camino. 9 (D)Los que iban adelante y los que iban atrás gritaban:
—¡Viva el Salvador![h]
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![i]
10 ¡Bendito el reino que viene,
el reino de nuestro padre David!
¡Viva Dios[j] que está en los cielos!
11 Jesús entró a Jerusalén y fue al templo. Miró por todos lados y como ya era tarde se fue para Betania con los doce.
Jesús demuestra el poder de la fe
(Mt 21:18-19)
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, a Jesús le dio hambre. 13 A lo lejos vio una higuera con hojas. Fue a ver si tenía frutos para comer, pero la higuera no tenía más que hojas porque no era época de cosecha. 14 Jesús le dijo: «¡Que nadie coma de tus frutos nunca más!» Los seguidores escucharon eso.
Jesús va al templo
(Mt 21:12-17; Lc 19:45-48; Jn 2:13-22)
15 Entonces llegaron a Jerusalén y Jesús entró en el área del templo. Empezó a echar a los que estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y los asientos de los que vendían palomas. 16 No permitió que nadie entrara en el área del templo cargando mercancías. 17 (E)(F)Jesús comenzó a enseñarles:
—¿Acaso no está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”[k]? ¡Pero ustedes la han convertido en una “guarida de ladrones”[l]!
18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley escucharon a Jesús y empezaron a buscar la forma de matarlo. Le tenían miedo porque toda la gente estaba asombrada por sus enseñanzas. 19 Esa noche Jesús y sus seguidores se fueron de la ciudad.
Jesús muestra el poder de la fe
(Mt 21:20-22)
20 En la mañana, cuando iban caminando, Jesús y sus seguidores vieron que la higuera se había secado de raíz. 21 Pedro recordó lo que había dicho Jesús antes y dijo:
—¡Mira maestro! Se secó la higuera que maldijiste ayer.
22 Y Jesús contestó:
—Tengan fe en Dios. 23 Les digo la verdad: Cualquiera que le diga a esta montaña: “Levántate y lánzate al mar” y no dude en su interior sino que crea que sucederá lo que dice, así se hará. 24 Por eso les digo que cuando pidan algo en sus oraciones, pídanlo convencidos de que ya lo han recibido y entonces todo lo que pidan será suyo. 25 Y cuando estén orando, perdonen lo que tengan contra alguien para que su Padre que está en el cielo también les perdone sus pecados a ustedes. 26 [m]
Discusión sobre la autoridad de Jesús
(Mt 21:23-27; Lc 20:1-8)
27 Regresaron a Jerusalén. Cuando Jesús caminaba por el área del templo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se le acercaron. 28 Le dijeron a Jesús:
—¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te la dio?
29 Jesús dijo:
—Yo también les haré una pregunta. Respóndanme y les diré con qué autoridad hago estas cosas: 30 ¿El bautismo de Juan era de Dios o de los hombres?, respóndanme.
31 Ellos discutían entre sí y decían: «Si respondemos que venía de Dios, él preguntará: “¿Por qué entonces no le creyeron?” 32 Pero no podemos decir que venía de los hombres». Ellos le tenían miedo al pueblo porque todos creían que Juan era un profeta. 33 Entonces le respondieron a Jesús:
—No sabemos.
Jesús entonces les dijo:
—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago estas cosas.
Historia de los labradores perversos
(Mt 21:33-46; Lc 20:9-19)
12 Entonces Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo y construyó un muro alrededor. Cavó un lugar para hacer el vino y construyó una torre de vigilancia. Después alquiló el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 2 Y a su debido tiempo, el dueño mandó a un siervo a hablar con los labradores para cobrar las ganancias del viñedo. 3 Pero los labradores agarraron al siervo, lo golpearon y lo enviaron a su amo con las manos vacías. 4 Después, el hombre les mandó a otro siervo, pero ellos lo golpearon en la cabeza 5 y lo insultaron. El hombre mandó entonces a otro siervo, y los labradores lo mataron. El hombre siguió mandando a otros siervos pero ellos golpearon a unos y mataron a otros.
6 »Ya el hombre no tenía a quién más enviar, sino a su hijo amado. El hombre lo envió por último y pensó: “A mi hijo sí lo respetarán”. 7 Pero los labradores se dijeron unos a otros: “Este es el heredero, ¡vamos a matarlo para quedarnos con la herencia!” 8 Así que lo agarraron, lo mataron y luego lo tiraron fuera del viñedo. 9 ¿Qué hará después el dueño del viñedo? Irá al viñedo, matará a los labradores y lo dará a otros. 10 Seguramente habrán leído las Escrituras que dicen:
»“La piedra que los constructores rechazaron
se ha convertido en la piedra principal.
11 (G)Esto fue lo que hizo el Señor
y es maravilloso verlo”[n]».
12 Querían arrestarlo porque sabían que la historia que había contado se trataba de ellos. Pero como tenían miedo de la gente, entonces lo dejaron y se alejaron de Jesús.
El pago de impuestos
(Mt 22:15-22; Lc 20:20-26)
13 Después le enviaron a Jesús algunos de los fariseos y algunos herodianos, para atraparlo en algo que él dijera. 14 Ellos fueron y le dijeron:
—Maestro, sabemos que eres un hombre honesto. No te dejas llevar por lo que piensen los demás pues para ti todos son iguales. Enseñas con sinceridad el camino de Dios. Dinos, ¿está bien que paguemos impuestos al emperador? ¿Debemos pagarlos o no?
15 Pero él vio su hipocresía y les dijo:
—¿Por qué tratan de ponerme una trampa? Denme una moneda de plata. Déjenme verla.
16 Ellos le dieron una moneda y Jesús preguntó:
—¿De quién es la imagen que está en la moneda y el nombre que está escrito en ella?
Ellos dijeron:
—Del emperador.
17 Entonces Jesús les dijo:
—Den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios.
Se asombraron de lo que Jesús dijo.
La pregunta sobre la resurrección
(Mt 22:23-33; Lc 20:27-40)
18 Entonces unos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le preguntaron:
19 —Maestro, Moisés nos escribió que si un hombre casado moría sin haber tenido hijos, su hermano debía casarse con la viuda. De esa manera los hijos que tuvieran serían considerados hijos del hermano fallecido.[o] 20 Una vez hubo siete hermanos. El primero murió sin dejar hijos, 21 así que el segundo se casó con la viuda. Pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercer hermano. 22 Todos los siete hermanos se casaron con la viuda y murieron sin que ninguno dejara hijos. Después la mujer también murió. 23 Como todos los siete hermanos se habían casado con ella, el día en que la gente resucite, ¿de quién será esposa la viuda?
24 Jesús les contestó:
—¿Por qué cometen ese error? ¿Acaso no saben lo que dicen las Escrituras ni conocen el poder de Dios? 25 Cuando la gente resucite de la muerte, no se casará, sino que todos serán como los ángeles del cielo. 26 (H)Pero en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés como Dios le habló en el arbusto[p] ardiente y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[q]? 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.
El mandamiento más importante
(Mt 22:34-40; Lc 10:25-28)
28 Se acercó uno de los maestros de la ley que los había oído discutir. Se había fijado en lo bien que Jesús les había contestado, y le preguntó:
—¿Cuál es el mandamiento más importante?
29 Jesús contestó:
—El mandamiento más importante es este: “¡Oye, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 (I)Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.[r] 31 (J)Y el segundo es: “Ama a tu semejante como te amas a ti mismo”.[s] No hay otro mandamiento más importante que estos.
32 Entonces el maestro de la ley contestó:
—Esa fue una buena respuesta, Maestro. Tienes razón, el Señor es el único Dios y no hay otro aparte de él. 33 Uno debe amar a Dios con todo su corazón, con todo su entendimiento y con todas sus fuerzas, y al semejante como a sí mismo. Estos mandamientos son más importantes que todos los sacrificios que se queman completamente y otros sacrificios que ofrecemos a Dios.
34 Al ver Jesús que el hombre había contestado sabiamente, le dijo:
—No estás lejos del reino de Dios.
Después de aquel momento nadie tuvo el valor de hacerle más preguntas.
¿De quién es hijo el Mesías?
(Mt 22:41-46; Lc 20:41-44)
35 Jesús estaba enseñando en el área del templo y preguntó:
—¿Por qué los maestros de la ley dicen que el Mesías es Hijo de David? 36 (K)Inspirado por el Espíritu Santo, David mismo dice:
“El Señor Dios le dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
bajo tu poder[t]”.[u]
37 David mismo llama al Mesías “Señor”, ¿cómo entonces puede él ser su hijo?
Mucha gente oía a Jesús con gusto.
Jesús critica a los maestros de la ley
(Mt 23:1-36; Lc 11:37-54; 20:45-47)
38 Jesús continuó enseñando: «Tengan cuidado de los maestros de la ley. A ellos les gusta pasearse vistiendo ropa que muestre su autoridad y que la gente los salude con respeto en las plazas de mercado. 39 También les gusta mucho sentarse en los lugares de honor de las sinagogas y tener los mejores lugares en los banquetes. 40 Ellos se roban los bienes de las viudas y para disimularlo hacen largas oraciones. Por eso Dios los castigará con más severidad».
Una viuda da todo lo que tiene
(Lc 21:1-4)
41 Jesús estaba sentado cerca de la caja del dinero del templo y veía cómo la gente daba sus ofrendas. Muchos ricos daban bastante dinero. 42 Luego vino una viuda y dio dos pequeñas monedas de cobre que valían muy poco.
43 Jesús llamó a sus seguidores y les dijo:
—Les digo la verdad: esa pobre viuda echó más que todos demás a la caja del tesoro del templo. 44 Porque los demás dieron de lo que les sobraba, pero ella, a pesar de su pobreza, entregó todo lo que tenía para vivir.
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