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Read the Gospels in 40 Days

Read through the four Gospels--Matthew, Mark, Luke, and John--in 40 days.
Duration: 40 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Juan 5-6

El paralítico de Betesda

Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:

—¿Quieres ser sano?

El enfermo le respondió:

—Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo.

Jesús le dijo:

—Levántate, toma tu camilla y anda.

Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo. Era sábado aquel día.

10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado:

—Es sábado; no te es permitido cargar tu camilla.

11 Él les respondió:

—El que me sanó, él mismo me dijo: “Toma tu camilla y anda.”

12 Entonces le preguntaron:

—¿Quién es el que te dijo: “Toma tu camilla y anda”?

13 Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14 Después lo halló Jesús en el Templo y le dijo:

—Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor.

15 El hombre se fue y contó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado. 16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús e intentaban matarlo, porque hacía estas cosas en sábado. 17 Jesús les respondió:

—Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

18 Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

La autoridad del Hijo

19 Respondió entonces Jesús y les dijo:

—De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente, 20 porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os admiréis. 21 Como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida, 22 porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió.

24 »De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 26 Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27 y, además, le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre. 28 No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Testigos de Cristo

30 »No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió. 31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. 34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; sin embargo, digo esto para que vosotros seáis salvos. 35 Él era antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36 Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan: las obras que el Padre me dio para que cumpliera, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. 37 También el Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38 ni tenéis su palabra morando en vosotros, porque no creéis a quien él envió. 39 Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

41 »Gloria de los hombres no recibo. 42 Pero yo os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ése recibiríais. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre. Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza, es quien os acusa, 46 porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

Alimentación de los cinco mil(A)

Después de esto, Jesús fue al otro lado del Mar de Galilea, el de Tiberias. Y lo seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe:

—¿De dónde compraremos pan para que coman estos?

Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió:

—Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco.

Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

—Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?

10 Entonces Jesús dijo:

—Haced recostar a la gente.

Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en número de cinco mil hombres. 11 Tomó Jesús aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían. 12 Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:

—Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14 Entonces aquellos hombres, al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente éste es el Profeta que había de venir al mundo.»

15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.

Jesús anda sobre el mar(B)

16 Al anochecer descendieron sus discípulos al mar, 17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. 18 El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo:

—Yo soy; no temáis.

21 Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra a donde iban.

La gente busca a Jesús

22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos. 23 Pero otras barcas habían llegado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.

Jesús, el pan de vida

25 Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron:

—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

26 Respondió Jesús y les dijo:

—De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a éste señaló Dios, el Padre.

28 Entonces le preguntaron:

—¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

29 Respondió Jesús y les dijo:

—Ésta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado.

30 Entonces le dijeron:

—¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”

32 Y Jesús les dijo:

—De cierto, de cierto os digo: Moisés no os dio el pan del cielo, pero mi Padre os da el verdadero pan del cielo, 33 porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron:

—Señor, danos siempre este pan.

35 Jesús les respondió:

—Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás. 36 Pero ya os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera. 38 He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final. 40 Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.

41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo», 42 y decían:

—Éste, ¿no es Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice ahora: “Del cielo he descendido”?

43 Jesús respondió y les dijo:

—No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final. 45 Escrito está en los Profetas: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí. 46 No que alguien haya visto al Padre; sólo aquel que viene de Dios, ése ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y aun así murieron. 50 Éste es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de él. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

52 Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo:

—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

53 Jesús les dijo:

—De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final, 55 porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. 58 Éste es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.

59 Estas cosas dijo en Capernaúm, enseñando en una sinagoga.

Palabras de vida eterna

60 Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:

—Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:

—¿Esto os escandaliza? 62 ¿Pues qué, si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba primero? 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen —porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo había de entregar—.

65 Y dijo:

—Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le es dado del Padre.

66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce:

—¿Queréis acaso iros también vosotros?

68 Le respondió Simón Pedro:

—Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

70 Jesús les respondió:

—¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?

71 Hablaba de Judas Iscariote hijo de Simón, porque él era el que lo iba a entregar, y era uno de los doce.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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