Read the Gospels in 40 Days
II.— LIBRO DE LA PASIÓN Y DE LA GLORIA (13—20)
Jesús lava los pies a sus discípulos
13 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin. 2 Se habían puesto a cenar y el diablo había metido ya en la cabeza de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. 3 Con plena conciencia de haber venido de Dios y de que ahora volvía a él, y perfecto conocedor de la plena autoridad que el Padre le había dado, 4 Jesús interrumpió la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. 5 Después echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. 6 Cuando le llegó la vez a Simón Pedro, este le dijo:
— Señor, ¿vas a lavarme los pies tú a mí?
7 Jesús le contestó:
— Lo que estoy haciendo, no puedes comprenderlo ahora; llegará el tiempo en que lo entiendas.
8 Pedro insistió:
— Jamás permitiré que me laves los pies.
Jesús le respondió:
— Si no me dejas que te lave, no podrás seguir contándote entre los míos.
9 Le dijo entonces Simón Pedro:
— Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza.
10 Pero Jesús le replicó:
— El que se ha bañado y está completamente limpio, sólo necesita lavarse los pies. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
11 Jesús sabía muy bien quién iba a traicionarlo; por eso añadió: “No todos estáis limpios.”
12 Una vez que terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y les preguntó:
— ¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? 13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. 14 Pues bien, si yo, vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, lo mismo debéis hacer vosotros unos con otros. 15 Os he dado ejemplo para que os portéis como yo me he portado con vosotros. 16 Os aseguro que el siervo no puede ser mayor que su amo; ni el enviado, superior a quien lo envió. 17 Si comprendéis estas cosas y las ponéis en práctica seréis dichosos. 18 No me refiero ahora a todos vosotros; yo sé muy bien a quiénes he elegido. Pero debe cumplirse la Escritura: El que comparte el pan conmigo se ha vuelto contra mí. 19 Os digo estas cosas ahora, antes que sucedan, para que, cuando sucedan, creáis que “yo soy”. 20 Os aseguro que todo el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí mismo, y al recibirme a mí, recibe al que me envió.
Jesús predice la traición de Judas (Mt 26,20-25; Mc 14,17-21; Lc 22,21-23)
21 Después de decir esto, Jesús se sintió profundamente conmovido y declaró
— Os aseguro que uno de vosotros va a traicionarme.
22 Los discípulos se miraban unos a otros preguntándose a quién se referiría. 23 Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús tanto quería, estaba recostado al lado de Jesús. 24 Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. 25 El discípulo, inclinándose hacia Jesús, le preguntó:
— Señor, ¿quién es?
26 Jesús le contestó:
— Aquel para quien yo moje un bocado de pan y se lo dé, ese es.
Lo mojó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. 27 Y, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dijo:
— Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes.
28 Ninguno de los comensales entendió por qué Jesús le dijo esto. 29 Como Judas era el depositario de la bolsa, algunos pensaron que le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres. 30 Judas tomó el bocado de pan y salió inmediatamente. Era de noche.
El mandamiento nuevo
31 Apenas salió Judas, dijo Jesús:
— Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, y Dios va a ser glorificado en él. 32 Y si Dios va a ser glorificado en él, Dios, a su vez, glorificará al Hijo del hombre. Y va a hacerlo muy pronto. 33 Hijos míos, ya no estaré con vosotros por mucho tiempo. Me buscaréis, pero os digo lo mismo que ya dije a los judíos: a donde yo voy vosotros no podéis venir. 34 Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. 35 Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos.
Jesús predice la negación de Pedro
36 Simón Pedro le preguntó:
— Señor, ¿a dónde vas?
Jesús le contestó:
— A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás.
37 Pedro insistió:
— Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti.
38 Jesús le dijo:
— ¿De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí? Te aseguro que antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.
Jesús, camino, verdad y vida
14 No estéis angustiados. Confiad en Dios y confiad también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así, ya os lo habría dicho; ahora voy a prepararos ese lugar. 3 Una vez que me haya ido y os haya preparado el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar donde esté yo. 4 Y ya sabéis el camino para ir a donde yo voy.
5 Tomás replicó:
— Pero, Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?
6 Jesús le dijo:
— Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre si no es por mí. 7 Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre, a quien en realidad ya desde ahora conocéis y habéis visto.
8 Entonces intervino Felipe:
— Señor, muéstranos al Padre; con eso nos conformamos.
9 Jesús le contestó:
— Llevo tanto tiempo viviendo con vosotros, ¿y aún no me conoces, Felipe? El que me ve a mí, ve al Padre. Y si es así, ¿cómo me pides que os muestre al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os he enseñado no ha sido por mi propia cuenta. Es el Padre quien realiza sus obras viviendo en mí. 11 Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Dad crédito, al menos, a las obras que hago. 12 Os aseguro que el que crea en mí hará también lo que yo hago, e incluso cosas mayores. Porque yo me voy al Padre 13 y todo lo que pidáis en mi nombre os lo concederé, para que en el Hijo se manifieste la gloria del Padre. 14 Lo que pidáis en mi nombre, yo os lo concederé.
La promesa del Espíritu
15 Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos; 16 yo, por mi parte, rogaré al Padre para que os envíe otro Abogado que esté siempre con vosotros: 17 el Espíritu de la verdad a quien los que son del mundo no pueden recibir porque no lo ven ni lo conocen; vosotros, en cambio, sí lo conocéis, porque vive en vosotros y está en medio de vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; volveré a estar con vosotros. 19 Los que son del mundo dejarán de verme dentro de poco; pero vosotros seguiréis viéndome, porque la vida que yo tengo la tendréis también vosotros. 20 Cuando llegue aquel día, comprenderéis que yo estoy en mi Padre; vosotros en mí y yo en vosotros. 21 El que acepta mis mandamientos y los cumple, es el que me ama de verdad; y el que me ama será amado por mi Padre, y también yo lo amaré y me manifestaré a él.
22 Judas, no el Iscariote, sino el otro, le preguntó:
— Señor, ¿cuál es la razón de manifestarte sólo a nosotros y no a los que son del mundo?
23 Jesús le contestó:
— El que me ama de verdad se mantendrá fiel a mi mensaje; mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y haremos en él nuestra morada. 24 Por el contrario, el que no me ama no se mantiene fiel a mi mensaje. Y este mensaje que os transmito no es mío; es del Padre que me envió. 25 Os he dicho todo esto durante el tiempo de mi permanencia entre vosotros. 26 Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis cuanto yo os he enseñado y os lo explicará todo.
27 Os dejo la paz, mi paz os doy. Una paz que no es la que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo. 28 Ya habéis oído lo que os he dicho: “Me voy, pero volveré a estar con vosotros”. Si de verdad me amáis, debéis alegraros de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. 29 Os lo he dicho ahora, por adelantado, para que, cuando suceda, no dudéis en creer. 30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque se acerca el que tiraniza a este mundo. Cierto que no tiene ningún poder sobre mí; 31 pero tiene que ser así para demostrar al mundo que yo amo al Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó. Levantaos. Vámonos de aquí.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España