Chronological
David y Betsabé (1 Cr 20,1)
11 Al año siguiente, en la época en que los reyes salen de campaña, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel para aniquilar a los amonitas y poner cerco a Rabá. David, en cambio, se quedó en Jerusalén.
2 Una tarde, después de levantarse de la siesta y mientras paseaba por la terraza de palacio, David vio desde allí a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa. 3 David mandó a preguntar por ella y le dijeron:
— Se trata de Betsabé, la hija de Elián y esposa de Urías, el hitita.
4 David envió a unos emisarios a que se la trajeran y cuando llegó, se acostó con ella recién purificada de su regla. Luego ella regresó a su casa. 5 La mujer quedó embarazada y mandó a informar a David:
— Estoy embarazada.
6 Entonces David envió recado a Joab:
— Mándame a Urías, el hitita.
Y Joab se lo mandó. 7 Cuando Urías llegó, David le preguntó por Joab, por el ejército y por la guerra. 8 Luego le ordenó:
— Baja a tu casa a lavarte los pies.
Urías salió del palacio real, seguido de un obsequio enviado por el rey. 9 Pero Urías no quiso bajar a su casa y durmió a la entrada del palacio real con los guardias de su señor. 10 Informaron a David que Urías no había ido a su casa y David le dijo:
— Después del viaje que has hecho, ¿por qué no has ido a tu casa?
11 Y Urías le respondió:
— Si el Arca, Israel y Judá viven en tiendas, y si tanto mi jefe, Joab, como sus oficiales acampan al raso, ¿cómo iba a ir yo a mi casa a comer, a beber y a acostarme con mi mujer? ¡Por Dios y por tu vida, que yo no haré tal cosa!
12 David le dijo:
— Quédate aquí también hoy y mañana te dejaré marchar.
Y Urías se quedó en Jerusalén aquel día. Al día siguiente 13 David lo invitó a comer y a beber con él, y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió a acostarse junto a los guardias de su señor y tampoco bajó a su casa. 14 A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. 15 La carta decía: “Poned a Urías en primera línea de combate, en lo más duro de la lucha, y dejadlo solo, para que lo hieran y muera”.
16 Joab, que estaba asediando la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los soldados más aguerridos. 17 Los defensores de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab. Hubo algunos caídos entre el ejército y entre los oficiales de David. También murió Urías, el hitita.
18 Joab mandó a informar a David de todos los particulares de la batalla 19 y dio al mensajero estas instrucciones:
— Cuando hayas terminado de contar al rey todos los particulares de la batalla, 20 si el rey monta en cólera y te dice: “¿Por qué os acercasteis a la ciudad en la lucha? ¿No sabíais que os dispararían desde lo alto de la muralla? 21 ¿Quién mató a Ajimélec, el hijo de Jerubaal? ¿No fue una mujer la que le lanzó desde lo alto de la muralla una piedra de moler que lo mató en Tebes? ¿Por qué os acercasteis a la muralla?”, entonces tú le dirás: “También murió tu siervo Urías, el hitita”. 22 El mensajero partió y, al llegar, comunicó a David todo lo que Joab le había mandado. 23 El mensajero dijo al rey:
— Sus hombres eran más fuertes que nosotros y nos atacaron en campo abierto, pero nosotros los rechazamos hasta la entrada de la ciudad. 24 Entonces los arqueros dispararon sobre nosotros desde lo alto de la muralla y algunos de los oficiales del rey murieron. También murió tu siervo Urías, el hitita.
25 Entonces David dijo al mensajero:
— Dile a Joab que no se disguste por este asunto, pues unas veces caen unos y otras veces otros; y que redoble el ataque contra la ciudad hasta destruirla. Y tú dale ánimos.
26 La mujer de Urías se enteró de que su marido había muerto e hizo duelo por él. 27 Cuando pasó el luto, David mandó a buscarla, la recogió en palacio, la tomó por esposa y ella le dio a luz un hijo. Pero lo que había hecho David desagradó al Señor.
Denuncia de Natán y castigo de David
12 El Señor envió a Natán a ver a David. Cuando llegó, le dijo:
— En una ciudad vivían dos hombres, uno rico y otro pobre. 2 El rico tenía muchos rebaños de ovejas y vacas. 3 Pero el pobre no tenía nada más que una pequeña cordera que había comprado. La había criado y había crecido con él y con sus hijos. Comía de su boca, bebía de su vaso y dormía en su regazo, como una hija. 4 Un día que el rico tuvo una visita, no quiso utilizar ninguna de sus ovejas y vacas para preparárselas a su visitante, sino que tomó la corderilla del pobre y se la preparó al hombre que lo había visitado.
5 David se enfureció contra aquel hombre y le dijo a Natán:
— ¡Por Dios! ¡El hombre que ha hecho eso merece la muerte! 6 ¡Y tendrá que pagar cuatro veces el precio de la corderilla, por haber actuado así, sin mostrar compasión!
7 Entonces Natán dijo a David:
— ¡Ese hombre eres tú! Y esto te dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey de Israel y te libré del poder de Saúl. 8 Yo te entregué la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos; te entregué las tribus de Israel y de Judá y, por si esto fuera poco, pensaba darte aún mucho más”. 9 ¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que le desagrada? Has asesinado a Urías, el hitita, por medio de la espada amonita, y te has apoderado de su mujer. 10 Pues bien, por haberme despreciado, tomando a la mujer de Urías, el hitita, para convertirla en tu esposa, la espada ya nunca abandonará tu casa. 11 Esto dice el Señor: Yo haré que la desgracia te sobrevenga desde tu propia casa. Tomaré tus mujeres en tu propia cara y se las entregaré a tu prójimo, para que se acueste con ellas en tu cara y a la luz de este sol. 12 Lo que tú hiciste a escondidas yo lo haré delante de todo el pueblo y a plena luz.
13 David dijo a Natán:
— ¡He pecado contra el Señor!
Natán le respondió:
— El Señor ha perdonado tu pecado. No morirás. 14 Pero por haber despreciado totalmente al Señor actuando así, el hijo que has tenido morirá.
15 Natán se fue a su casa.
El Señor hirió al hijo que la mujer de Urías había dado a David y cayó enfermo. 16 David suplicó a Dios por el niño, hizo ayuno y pasaba las noches acostado en el suelo. 17 Los ancianos de su casa intentaron levantarlo del suelo, pero él no quiso y tampoco aceptó comer nada con ellos. 18 Al séptimo día murió el niño y los servidores de David temían darle la noticia de su muerte, pues se decían:
— Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo vamos a decirle ahora que ha muerto el niño? ¡Cometerá alguna locura!
19 David se dio cuenta de que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió que el niño había muerto. David preguntó a sus servidores:
— ¿Ha muerto el niño?
Ellos respondieron:
— Sí, ha muerto.
20 Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, se cambió de ropa y fue a la casa del Señor para adorarlo. Luego volvió a su casa, pidió que le prepararan de comer y comió. 21 Sus servidores le preguntaron:
— ¿Por qué actúas así? Mientras el niño estaba vivo, ayunabas y llorabas por él; y ahora que ha muerto, te levantas y te pones a comer.
22 Pero David les contestó:
— Mientras el niño estaba vivo, yo ayunaba y lloraba por él, pensando que el Señor podría apiadarse de mí y dejaría vivir al niño. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué voy a seguir ayunando? ¿Acaso podría recuperarlo? ¡Soy yo el que irá junto a él, pero él no volverá junto a mí!
24 Luego David consoló a su mujer Betsabé, fue a verla y se acostó con ella. Tuvo un hijo y David le puso de nombre Salomón. El Señor lo amó 25 y envió al profeta Natán, que le puso de sobrenombre Jedidías, en honor del Señor.
La conquista de Rabá (1 Cr 20,1-3)
26 Joab atacó Rabá, la capital amonita, y se apoderó de la ciudad real. 27 Entonces envió mensajeros para decirle a David:
— He atacado Rabá y me he apoderado de la ciudadela de las aguas. 28 Moviliza, pues, al resto del ejército y ven a asediar la ciudad para conquistarla. Pues, si la conquisto yo, le pondrán mi nombre.
29 David movilizó a todo el ejército, marchó hacia Rabá, la atacó y la conquistó. 30 Se apoderó de la corona real, la corona que pesaba treinta y tres kilos de oro, y de una piedra preciosa, que David puso sobre su cabeza, y sacó de la ciudad un inmenso botín. 31 Sacó también a la gente que había en la ciudad y la puso a trabajar con sierras, picos y hachas o a fabricar ladrillos. Y lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. Después David regresó con todo el ejército a Jerusalén.
Segunda campaña amonita (2 Sm 11,1; 12,26.30-31)
20 Al año siguiente, en la época en que los reyes salen de campaña, Joab condujo al grueso del ejército para devastar el territorio amonita. Llegó a Rabá y le puso cerco, mientras David se quedaba en Jerusalén. Joab conquistó Rabá y la destruyó. 2 David se apoderó de la corona real que pesaba un talento de oro y tenía una piedra preciosa, que David puso sobre su cabeza. También se llevó de la ciudad un inmenso botín. 3 Sacó luego a la gente que había en la ciudad y la puso a trabajar con sierras, picos y hachas de hierro. Y lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. Después David regresó con todo el ejército a Jerusalén.
Anécdotas de las guerras filisteas (2 Sm 21,18-22)
4 Después de esto, se entabló en Guézer una batalla contra los filisteos y el jusita Sibcay derrotó a Sifay, de la raza de los gigantes. Los filisteos quedaron sometidos. 5 En otra batalla contra los filisteos Eljanán, hijo de Jaír, derrotó a Lajmí, hermano de Goliat, el de Gat, que tenía una lanza con un asta como el madero de un telar. 6 Hubo otra batalla en Gat. Un hombre muy alto con seis dedos en cada mano y en cada pie, veinticuatro en total, que también era de la raza de los gigantes, 7 desafió a Israel; pero Jonatán, hijo de Simá, el hermano de David, lo mató. 8 Todos ellos eran de la raza de los gigantes de Gat y cayeron a manos de David y sus hombres.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España