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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Hechos 1-3

Promesa acerca del Espíritu Santo

En el primer relato[a] escribí, oh Teófilo, acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. A estos también se presentó vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran el cumplimiento de la promesa del Padre, “de la cual me oyeron hablar; porque Juan, a la verdad, bautizó en agua[b], pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo después de no muchos días”.

Jesús asciende al cielo

Por tanto, los que estaban reunidos le preguntaban diciendo:

—Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?

Él les respondió:

—A ustedes no les toca saber ni los tiempos ni las ocasiones que el Padre dispuso por su propia autoridad. Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

Después de decir esto, y mientras ellos le veían, él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos. 10 Y como ellos estaban fijando la vista en el cielo mientras él se iba, he aquí dos varones vestidos de blanco se presentaron junto a ellos, 11 y les dijeron:

—Hombres galileos, ¿por qué se quedan de pie mirando al cielo? Este Jesús, quien fue tomado de ustedes arriba al cielo, vendrá de la misma manera como le han visto ir al cielo.

12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama de los Olivos, el cual está cerca de Jerusalén, camino como de un kilómetro[c]. 13 Y cuando entraron, subieron al aposento alto donde se alojaban Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo y Simón el Zelote, y Judas hijo de Jacobo. 14 Todos estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de él.

Matías es nombrado entre los doce

15 En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos, que reunidos eran como ciento veinte personas, y dijo: 16 “Hermanos, era necesario que se cumplieran las Escrituras[d], en las cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús; 17 porque era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio”. 18 (Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y esto llegó a ser conocido por todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo fue llamado en su lengua Acéldama, que quiere decir Campo de Sangre)[e]. 20 “Porque está escrito en el libro de los Salmos:

Sea hecha desierta su morada,

y no haya quien habite en ella[f].

Y otro ocupe su cargo[g].

21 Por tanto, de estos hombres que han estado junto con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado de nosotros y recibido arriba, es preciso que uno sea con nosotros testigo de su resurrección”.

23 Propusieron a dos: a José que era llamado Barsabás, el cual tenía por sobrenombre, Justo; y a Matías. 24 Entonces orando dijeron: “Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muestra de estos dos cuál has escogido 25 para tomar el lugar de este ministerio y apostolado del cual Judas se extravió para irse a su propio lugar”.

26 Echaron suertes sobre ellos y la suerte cayó sobre Matías, quien fue contado con los once apóstoles.

La venida del Espíritu en Pentecostés

Al llegar el día de Pentecostés[h] estaban todos reunidos en un mismo lugar[i]. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablaran.

En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo. Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. Estaban atónitos y asombrados, y decían:

—Miren, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos? Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios.

12 Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros:

—¿Qué quiere decir esto?

13 Pero otros, burlándose, decían:

—Están llenos de vino nuevo.

Discurso de Pedro en Pentecostés

14 Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz y les declaró:

—Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a ustedes, y presten atención a mis palabras. 15 Porque estos no están embriagados, como piensan, pues es solamente como las nueve de la mañana del día. 16 Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17 Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu

sobre toda carne.

Sus hijos y sus hijas profetizarán,

sus jóvenes verán visiones

y sus ancianos soñarán sueños.

18 De cierto, sobre mis siervos y mis siervas

en aquellos días derramaré de mi Espíritu,

y profetizarán.

19 Daré prodigios en el cielo arriba,

y señales en la tierra abajo:

sangre, fuego y vapor de humo.

20 El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre,

antes que venga el día del Señor, grande y glorioso.

21 Y sucederá que todo aquel

que invoque el nombre del Señor será salvo[j].

22 »Hombres de Israel, oigan estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante ustedes con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre ustedes, como ustedes mismos saben. 23 A este, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, ustedes mataron[k] clavándole en una cruz por manos de inicuos. 24 A él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su dominio. 25 Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi derecha,

para que yo no sea sacudido.

26 Por tanto, se alegró mi corazón,

y se gozó mi lengua;

y aun mi cuerpo

descansará en esperanza.

27 Porque no dejarás mi alma

en el Hades,

ni permitirás que tu Santo

vea corrupción.

28 Me has hecho conocer

los caminos de la vida

y me llenarás de alegría

con tu presencia[l].

29 »Hermanos, les puedo decir confiadamente que nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le había jurado con juramento que se sentaría sobre su trono uno de su descendencia[m], 31 y viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo:

que no fue abandonado en el Hades,

ni su cuerpo vio corrupción[n].

32 ¡A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!

33 »Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34 Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice:

El Señor dijo a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies[o].

36 Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

—Hermanos, ¿qué haremos?

38 Pedro les dijo:

—Arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para[p]perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo:

—¡Sean salvos de esta perversa generación!

41 Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida diaria entre los creyentes

43 Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles. 44 Y todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común. 45 Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad. 46 Ellos perseveraban unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa, participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número[q] los que habían de ser salvos.

Pedro sana a un cojo en el templo

Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, las tres de la tarde. Y era traído cierto hombre que era cojo desde el vientre de su madre. Cada día le ponían a la puerta del templo que se llama Hermosa, para pedir limosna de los que entraban en el templo. Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba para recibir una limosna. Entonces Pedro, juntamente con Juan, se fijó en él y le dijo:

—Míranos.

Él les prestaba atención, porque esperaba recibir algo de ellos. Pero Pedro le dijo:

—No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!

Le tomó de la mano derecha y le levantó. De inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos, y de un salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo le vio caminando y alabando a Dios. 10 Reconocían que él era el mismo que se sentaba para pedir limosna en la puerta Hermosa del templo, y se llenaron de asombro y de admiración por lo que le había acontecido.

Discurso de Pedro en el templo

11 Como él se asió de Pedro y de Juan, toda la gente, atónita, concurrió apresuradamente a ellos en el pórtico llamado de Salomón. 12 Pedro, al ver esto, respondió al pueblo:

—Hombres de Israel, ¿por qué se maravillan de esto? ¿Por qué nos miran a nosotros como si con nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a este hombre? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres[r] ha glorificado a su Siervo Jesús, al cual ustedes entregaron y negaron ante Pilato, a pesar de que él había resuelto soltarlo. 14 Pero ustedes negaron al Santo y Justo; pidieron que se les diera un hombre asesino, 15 y mataron al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos. De esto nosotros somos testigos.

16 »Y el nombre de Jesús hizo fuerte, por la fe en su nombre, a este hombre que ustedes ven y conocen. Y la fe que es despertada por Jesús le ha dado esta completa sanidad en la presencia de todos ustedes. 17 Ahora bien, hermanos, sé que por ignorancia lo hicieron, como también sus gobernantes. 18 Pero Dios cumplió así lo que había anunciado de antemano por boca de todos los profetas, de que su Cristo debía padecer[s].

19 »Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados; de modo que de la presencia del Señor vengan tiempos de refrigerio 20 y que él envíe al Cristo, a Jesús, quien les fue previamente designado. 21 A él, además, el cielo le debía recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las cuales habló Dios por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. 22 Porque ciertamente Moisés dijo: El Señor su Dios les levantará, de entre sus hermanos, un profeta como yo. A él escucharán en todas las cosas que les hable. 23 Y sucederá que cualquier persona que no escuche a aquel profeta será desarraigada del pueblo[t]. 24 Y todos los profetas, de Samuel en adelante, todos los que hablaron, también anunciaron estos días.

25 »Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios concertó con sus padres, diciendo a Abraham: En tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra[u]. 26 Y después de levantar a su Siervo, Dios lo envió primero a ustedes, para bendecirles al convertirse cada uno de su maldad.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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