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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Mateo 27

Jesús es llevado ante Pilato

27 Al amanecer, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron consejo contra Jesús para entregarle a muerte. Y después de atarlo, lo llevaron y lo entregaron al procurador Pilato.

La muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, al ver que era condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo:

—Yo he pecado entregando sangre inocente.

Pero ellos dijeron:

—¿Qué nos importa a nosotros? ¡Es asunto tuyo!

Entonces él, arrojando las piezas de plata dentro del santuario, se apartó, se fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron:

—No es lícito ponerlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.

Y habiendo tomado acuerdo, compraron con ellas el campo del Alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por eso aquel campo se llama Campo de Sangre hasta el día de hoy. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según el precio fijado por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del Alfarero, como me ordenó el Señor[a].

Pilato interroga a Jesús

11 Jesús estuvo de pie en presencia del procurador, y el procurador le preguntó diciendo:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le dijo:

—Tú lo dices.

12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, no respondió nada. 13 Entonces Pilato le dijo:

—¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

14 Él no le respondió ni una palabra, de manera que el procurador se maravillaba mucho.

15 En la fiesta, el procurador acostumbraba soltar al pueblo un preso, el que quisieran. 16 Tenían en aquel entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás. 17 Estando ellos reunidos, Pilato les dijo:

—¿A cuál quieren que les suelte? ¿A Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

18 Porque sabía que por envidia lo habían entregado. 19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, su esposa le mandó a decir: “No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido muchas cosas en sueños por causa de él”.

20 Entonces los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. 21 Y respondiendo el procurador les dijo:

—¿A cuál de los dos quieren que les suelte?

Ellos dijeron:

—¡A Barrabás!

22 Pilato les dijo:

—¿Qué, pues, haré con Jesús, llamado el Cristo?

Todos dijeron:

—¡Sea crucificado!

23 Y el procurador les dijo:

—Pues, ¿qué mal ha hecho?

Pero ellos gritaban aún más fuerte diciendo:

—¡Sea crucificado!

24 Y cuando Pilato se dio cuenta de que no se lograba nada sino que solo se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud diciendo:

—¡Yo soy inocente de la sangre de este! ¡Será asunto de ustedes!

25 Respondió todo el pueblo y dijo:

—¡Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

26 Entonces les soltó a Barrabás y, después de haber azotado a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús

27 Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al Pretorio y reunieron a toda la compañía alrededor de él. 28 Después de desnudarle, le echaron encima un manto de escarlata. 29 Habiendo entretejido una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha pusieron una caña. Se arrodillaron delante de él y se burlaron de él, diciendo:

—¡Viva, rey de los judíos!

30 Y escupiendo en él, tomaron la caña y le golpeaban la cabeza.

La crucifixión de Jesús

31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus propios vestidos y lo llevaron para crucificarle. 32 Mientras salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón. A este lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. 33 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota, que significa lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vino mezclado con ajenjo; pero cuando lo probó, no lo quiso beber. 35 Después de crucificarlo, repartieron sus vestidos, echando suertes. 36 Y sentados, le guardaban allí.

37 Pusieron sobre su cabeza su acusación escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban lo insultaban, meneando sus cabezas 40 y diciendo:

—Tú que derribas el templo y en tres días lo edificas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y desciende de la cruz!

41 De igual manera, aun los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él, y decían:

42 —A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar. ¿Es rey de Israel? ¡Que descienda ahora de la cruz, y creeremos en él! 43 Ha confiado en Dios. Que lo libre ahora si lo quiere, porque dijo: “Soy Hijo de Dios”.

44 También los ladrones que estaban crucificados con él lo injuriaban de la misma manera.

La muerte de Jesús

45 Desde el medio día descendió oscuridad sobre toda la tierra hasta las tres de la tarde. 46 Como a las tres de la tarde Jesús exclamó a gran voz diciendo:

—¡Elí, Elí! ¿Lama sabactani?, (esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)[b].

47 Cuando algunos de los que estaban allí le oyeron, decían:

—Este hombre llama a Elías.

48 Y de inmediato uno de ellos corrió, tomó una esponja, la llenó de vinagre y, poniéndola en una caña, le daba de beber. 49 Pero otros decían:

—Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.

50 Pero Jesús clamó otra vez a gran voz y entregó el espíritu.

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y las rocas se partieron. 52 Se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto se levantaron; 53 y salidos de los sepulcros después de la resurrección de él, fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.

54 Y cuando el centurión y los que con él guardaban a Jesús vieron el terremoto y las cosas que habían sucedido, temieron en gran manera y dijeron:

—¡Verdaderamente este era Hijo de Dios!

55 Estaban allí muchas mujeres mirando desde lejos. Ellas habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole. 56 Entre ellas se encontraban: María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado

57 Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea llamado José, quien también había sido discípulo de Jesús. 58 Este se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diera. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo puso en su sepulcro nuevo que había labrado en la peña. Luego hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y se fue. 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

La guardia puesta ante el sepulcro

62 Al día siguiente, esto es, después de la Preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato 63 diciendo:

—Señor, nos acordamos de que mientras aún vivía, aquel engañador dijo: “Después de tres días resucitaré”. 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vengan y roben el cadáver, y digan al pueblo: “Ha resucitado de los muertos”. Y el último fraude será peor que el primero.

65 Pilato les dijo:

—Tienen tropas de guardia. Vayan y asegúrenlo como saben hacerlo.

66 Ellos fueron y, habiendo sellado la piedra, aseguraron el sepulcro con la guardia.

Marcos 15

Jesús ante Pilato

15 Y luego, muy de mañana, cuando los principales sacerdotes ya habían consultado con los ancianos, con los escribas y con todo el Sanedrín, después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.

Y Pilato le preguntó:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Y respondiendo le dijo:

—Tú lo dices.

Los principales sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Pero Pilato le preguntaba de nuevo diciendo:

—¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.

Pero Jesús, aun con eso, no respondió nada, de modo que Pilato se maravillaba.

En la fiesta Pilato solía soltarles un preso, el que pidieran. Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con los rebeldes que habían cometido homicidio en la insurrección. La multitud se levantó y comenzó a pedir que les hiciera como acostumbraba.

Entonces Pilato les respondió diciendo:

—¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?

10 Porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes. 11 Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltara más bien a Barrabás. 12 De nuevo intervino Pilato y les decía:

—¿Qué, pues, quieren que haga con el que llaman “el rey de los judíos”?

13 De nuevo gritaron:

—¡Crucifícalo!

14 Entonces Pilato les dijo:

—Pues, ¿qué mal ha hecho?

Pero lanzaron gritos aun más fuertes:

—¡Crucifícalo!

15 Entonces Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús

16 Entonces los soldados lo llevaron dentro del atrio, que es el Pretorio, y convocaron a toda la compañía. 17 Lo vistieron de púrpura y, habiendo entretejido una corona de espinas, se la pusieron 18 y comenzaron a aclamarle:

—¡Viva, rey de los judíos!

19 También le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y puestos de rodillas le rendían homenaje.

20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron su propia ropa. Entonces lo sacaron para crucificarle.

La crucifixión de Jesús

21 Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que cargara la cruz de Jesús. 22 Y lo llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido es lugar de la Calavera. 23 Le dieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. 24 Y lo crucificaron, y repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno. 25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. 26 El título de su acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27 Y con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. 28 [a], 29 Y los que pasaban lo insultaban, meneando sus cabezas y diciendo:

—¡Ah! Tú que derribas el templo y lo edificas en tres días, 30 ¡sálvate a ti mismo y desciende de la cruz!

31 De igual manera, burlándose de él entre ellos mismos, los principales sacerdotes junto con los escribas decían:

—A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar. 32 ¡Que el Cristo, el rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que veamos y creamos!

También los que estaban crucificados con él lo injuriaban.

La muerte de Jesús

33 Cuando llegó el medio día, descendió oscuridad sobre toda la tierra hasta las tres de la tarde. 34 Y a las tres de la tarde Jesús exclamó a gran voz diciendo:

—¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactani? (que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)[b].

35 Al oírle, algunos de los que estaban allí decían:

—He aquí, llama a Elías.

36 Corrió uno y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo:

—Dejen, veamos si viene Elías a bajarle.

37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo.

39 El centurión que estaba de pie delante de él, cuando vio que había muerto de esta manera, dijo:

—¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!

40 También estaban allí algunas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo el Menor y de José, y Salomé. 41 Cuando Jesús estaba en Galilea, estas lo seguían y le servían. También había muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

Jesús es sepultado

42 Cuando ya atardecía, siendo el día de la Preparación; es decir, la víspera del sábado, 43 llegó José de Arimatea, miembro ilustre del concilio, quien también esperaba el reino de Dios, y entró osadamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

44 Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto. Y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto. 45 Una vez informado por el centurión, concedió el cuerpo a José. 46 Comprando una sábana y bajándolo de la cruz, José lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que había sido cavado en una peña. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.

47 María Magdalena y María la madre de José miraban dónde lo ponían.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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