Chronological
Abías, rey de Judá
(2 Cr 13:1-22)
15 Abías comenzó a reinar en Judá cuando Jeroboán hijo de Nabat ya llevaba 18 años reinando en Israel. 2 Abías gobernó en Jerusalén por tres años. Su mamá era Macá, hija de Absalón.
3 Abías cometió todos los pecados que su papá había cometido antes de él. Abías le fue infiel al SEÑOR su Dios, no era como su abuelo David, quien había sido tan fiel. 4 Sin embargo, en honor a David, el SEÑOR su Dios le permitió a Abías reinar en Jerusalén, tener un hijo y dar seguridad a Jerusalén. 5 David siempre hizo lo que el SEÑOR quería, obedeciendo siempre sus mandatos. En lo único que David no obedeció fue en lo relacionado con Urías el hitita.
6 Roboán y Jeroboán siempre se hicieron la guerra.[a] 7 Todo el resto de lo que hizo Abías está escrito en Las crónicas de los reyes de Judá.
Durante todo el reinado de Abías hubo guerra entre él y Jeroboán. 8 Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en su lugar.
Asá, rey de Judá
(2 Cr 14:1-5; 15:16-19)
9 Jeroboán llevaba 20 años reinando en Israel cuando Asá comenzó a reinar en Judá. 10 Asá gobernó en Jerusalén unos 41 años. El nombre de su abuela era Macá, hija de Absalón.
11 Asá hizo lo que el SEÑOR consideraba correcto, tal como lo hizo su antepasado David. 12 Había hombres que representaban otros dioses y cobraban dinero por tener relaciones sexuales con gente que quería tener relaciones sexuales con los dioses. Asá los echó del país. También quitó los ídolos que hicieron sus antepasados. 13 También le quitó el puesto de reina madre a su abuela Macá porque ella había hecho imágenes terribles de la diosa falsa Aserá. Asá derribó esas terribles imágenes y las quemó en el valle de Cedrón. 14 Asá no destruyó los santuarios sobre las colinas, pero él fue fiel al SEÑOR toda su vida. 15 Asá y su papá ofrendaron al SEÑOR oro, plata y otras cosas. Asá depositó todo eso en el templo.
16 Mientras Asá era el rey de Judá siempre hubo guerra contra Basá, rey de Israel. 17 Basá atacó a Judá porque quería aislar el país de Asá, o sea, Judá. Así que fortificó la ciudad de Ramá. 18 Por eso Asá tomó toda la plata y oro de los depósitos del templo del SEÑOR y el palacio del rey, y con sus siervos lo mandó a Ben Adad, rey de Siria, hijo de Tabrimón y nieto de Hezión. Damasco era la capital de Ben Adad. 19 Asá también le mandó este mensaje: «Hagamos un pacto de paz como el que tuvieron mi papá y el tuyo. Te envío regalos de plata y oro. No mantengas más tu pacto con Basá, rey de Israel, para que salga de mi país y nos deje tranquilos».
20 Así que el rey Ben Adad hizo un pacto con Asá y mandó su ejército a luchar contra las aldeas israelitas de Iyón, Dan, Abel Betmacá, las aldeas cerca de lago de Galilea y el área de Neftalí. 21 Cuando Basá oyó esto, dejó de fortificar a Ramá, abandonó la ciudad y se volvió a Tirsá. 22 Entonces el rey Asá le dio la orden a todo el pueblo de Judá, sin excepción, de que ayudaran a quitar todas las piedras y maderas que Basá había estado fortificando a Ramá y fortificó con ellas Gueba del territorio de Benjamín, y también Mizpa.
23 El resto de los hechos de Asá, las grandes obras y las ciudades que construyó están escritos en Las crónicas los reyes de Judá. Desgraciadamente Asá se enfermó de gota[b] en su vejez 24 y murió. Lo sepultaron con sus antepasados en la Ciudad de David. Entonces Josafat, el hijo de Asá, reinó en su lugar.
Abías, rey de Judá
(1 R 15:1-7)
13 Abías comenzó a reinar en Judá en el año 18 del reinado de Jeroboán. 2 Gobernó tres años en Jerusalén. Su mamá era Micaías, hija de Uriel de Guibeá. Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. 3 Abías enfrentó a Jeroboán con una fuerza armada de 400 000 soldados, y Jeroboán desplegó un ejército de 800 000 soldados.
4 Abías se ubicó en el monte Zemarayin, que está en la región montañosa de Efraín, y gritó:
«¡Escúchenme, Jeroboán y todo Israel! 5 ¿No saben ustedes que el SEÑOR Dios de Israel les dio a David y a sus hijos la autoridad para reinar sobre Israel para siempre mediante un pacto de sal[a]? 6 Sin embargo, Jeroboán hijo de Nabat, que era servidor de Salomón hijo de David, se rebeló contra él. 7 Él, junto con otros hombres ociosos y perversos, se impuso contra Roboán hijo de Salomón, quien por ser un joven inexperto no pudo hacerles frente.
8 »Ahora ustedes se han propuesto resistir la autoridad del SEÑOR, la cual está en manos de los descendientes de David. Se han envalentonado por ser muchos y porque tienen los becerros de oro que Jeroboán les puso como dioses. 9 ¿Acaso no expulsaron a los sacerdotes del SEÑOR, a los descendientes de Aarón y a los levitas? ¿Acaso no nombraron a sus propios sacerdotes como hacen los pueblos paganos? ¿No es verdad que consagran como sacerdote de los que no son dioses a cualquiera que tenga para pagar el precio de un becerro y siete carneros?
10 »Pero nosotros, en cambio, no hemos abandonado al SEÑOR, porque él es nuestro Dios. Los sacerdotes que sirven ante el SEÑOR son descendientes de Aarón y los que hacen el trabajo del templo son levitas. 11 Ellos ofrecen al SEÑOR, cada mañana y cada tarde, los sacrificios que deben quemarse completamente y el incienso. Además, cada tarde colocan sobre la mesa limpia las hileras de pan consagrado y encienden las lámparas del candelabro de oro. Es que nosotros mantenemos el culto al SEÑOR nuestro Dios, y en cambio ustedes lo han rechazado. 12 Fíjense que al frente de nosotros están Dios y sus sacerdotes. Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes. Así que, israelitas, ¡No peleen contra el SEÑOR, Dios de sus antepasados, porque no tendrán éxito!»
13 Entre tanto, Jeroboán preparó una emboscada y dio un rodeo con parte de su fuerza para atacarlos tanto de frente como por la retaguardia. 14 Cuando los de Judá vieron hacia atrás, se dieron cuenta de ello, pero era demasiado tarde, estaban rodeados. Entonces clamaron al SEÑOR y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15 Cuando los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios mismo atacó a Jeroboán y a todo Israel delante de Abías y de Judá. 16 Israel se retiró, y Dios le dio la victoria a Judá. 17 Abías contraatacó con su ejército y los derrotó. Les ocasionó muchas bajas a las fuerzas de Israel, pues mató 500 000 soldados selectos de Israel. 18 Así que en esa ocasión los israelitas fueron derrotados, y los de Judá ganaron porque dependieron del SEÑOR, Dios de sus antepasados.
19 Abías persiguió a Jeroboán y le quitó en esa batalla las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín con sus respectivas aldeas. 20 Durante el reinado de Abías, Jeroboán ya no pudo recuperar su poderío y, finalmente, el SEÑOR lo hirió gravemente y murió. 21 Por su parte, Abías se hizo cada vez más fuerte. Él tuvo 14 esposas, 22 hijos y 16 hijas. 22 El resto de la historia de Abías, su vida y sus obras, está escrito en el comentario que hizo el profeta Idó.
Asá, rey de Judá
(1 R 15:8-12)
14 Cuando Abías murió, lo sepultaron en el lugar donde estaban sepultados sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en su lugar y el país disfrutó de paz durante diez años.
2 Asá hizo lo que el SEÑOR su Dios consideraba bueno. 3 Quitó los altares de culto extraño y los santuarios sobre las colinas. Despedazó las piedras sagradas y cortó en pedazos los postes de Aserá. 4 Le ordenó a Judá que siguiera al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que hiciera lo que decían sus leyes y mandamientos. 5 Obligó a todas las ciudades de Judá a quitar los santuarios sobre las colinas y los lugares donde quemaban incienso. Hubo paz durante su reinado. 6 Asá aprovechó que el país estaba en paz y no hubo guerra en aquellos años, porque el SEÑOR le dio descanso y construyó en Judá ciudades fortificadas. 7 Le dijo a Judá: «Fortifiquemos estas ciudades y rodeémoslas de murallas, pongámosles torres, puertas y barras mientras tengamos oportunidad, porque hemos estado siguiendo al SEÑOR nuestro Dios y él nos dio paz en todas nuestras fronteras». Así que emprendieron la obra y la llevaron a feliz término.
8 Asá tuvo un ejército de 300 000 soldados de Judá, armados con escudos y lanzas, y 280 000 soldados de Benjamín, armados con escudos pequeños y arcos. Todos ellos eran soldados valientes.
9 Zera el etíope marchó contra ellos con un ejército de 1 000 000 de hombres y 300 carros, llegando hasta Maresá. 10 Asá le salió al encuentro con su ejército y se dispuso para la batalla en el valle de Sefata en Maresá. 11 Asá le pidió así ayuda al SEÑOR su Dios: «SEÑOR, para ti no importa si somos muchos o somos pocos cuando decides ayudarnos. Por tanto, ayúdanos, SEÑOR, Dios nuestro, porque confiamos en ti y en tu nombre vamos contra este ejército numeroso. Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios, no permitas que ningún ser humano te oponga resistencia».
12 El SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asá y de Judá, y los etíopes huyeron, 13 pero Asá y el ejército los persiguieron hasta Guerar y murieron tantos que no pudieron reorganizar su ejército, el cual quedó totalmente destruido ante el SEÑOR y su ejército. Los de Judá se llevaron un botín grande y valioso, 14 saquearon las ciudades cerca de Guerar. El terror del SEÑOR se apoderó de ellas y los de Judá se llevaron mucho botín de aquellas ciudades. 15 También atacaron los campamentos de los pastores y capturaron muchas ovejas y camellos. Después de eso regresaron a Jerusalén.
Reforma de Asá
(1 R 15:13-15)
15 Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded. 2 Entonces él fue a ver a Asá y le dijo: «¡Escúchame, Asá y todo Judá y Benjamín! El SEÑOR está con ustedes si ustedes siguen estando con él. Si lo buscan, lo encontrarán, pero si lo abandonan, él los abandonará a ustedes. 3 Durante mucho tiempo Israel estuvo sin servir al Dios verdadero, sin sacerdote que enseñara la verdad y sin la ley. 4 Pero cuando han pasado por dificultades, cuando han cambiado de actitud, cuando han regresado al SEÑOR, Dios de Israel, y lo han buscado, él se ha dejado encontrar. 5 En aquellos tiempos no hubo paz ni nadie podía viajar con seguridad porque ocurrieron muchos desastres en todas las naciones. 6 Las naciones y ciudades se destruían unas a otras porque Dios los afligía con toda clase de calamidades. 7 Pero ustedes esfuércense y no bajen la guardia, porque sus trabajos tendrán recompensa».
8 Cuando Asá escuchó la profecía de Oded el profeta, se animó a quitar los ídolos repugnantes de toda la región de Judá, de Benjamín y de las ciudades que había capturado de la región montañosa de Efraín. Reconstruyó también el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico del templo del SEÑOR. 9 Después Asá convocó a toda la tribu de Judá, a la de Benjamín y también a muchos de Efraín y de Manasés y de la tribu de Simeón que de Israel se habían aliado con Judá cuando vieron que el SEÑOR su Dios estaba con ellos.
10 Se reunieron en Jerusalén en el tercer mes del año décimo quinto de su reinado. 11 Celebraron sacrificios ese día con el botín de ganado que habían traído. Sacrificaron 700 becerros y 7000 ovejas. 12 Luego hicieron el pacto de seguir al SEÑOR, Dios de sus antepasados, de todo corazón y con toda el alma. 13 También decidieron que todo aquel que no siguiera al SEÑOR Dios de Israel tendría que morir, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14 Entonces hicieron ese juramento ante el SEÑOR en voz alta y en medio de gritos de alegría y de toques de trompetas y de cuernos de carneros. 15 Todo Judá estuvo muy contento de haber hecho el juramento, porque lo hicieron de todo corazón y porque con toda voluntad buscaron al SEÑOR y él había dejado que ellos lo encontraran y les había dado paz en todas sus fronteras.
16 Además, el rey Asá le quitó el honor de ser reina madre a su abuela Macá porque ella había mandado hacer una horrible imagen de Aserá. Asá derribó esa horrible imagen y la quemó en el valle de Cedrón. 17 Aunque Asá no quitó los santuarios sobre las colinas de Israel, la intención de Asá fue siempre la de mantenerse fiel a Dios, 18 y colocó en el templo de Dios todo el oro, la plata y los utensilios que él y su papá habían consagrado. 19 Y no hubo más guerra en el país hasta el año 35 del reinado de Asá.
Últimos años de Asá
(1 R 15:16-22)
16 En el año 36 del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, atacó a Judá porque quería aislar el país de Asá, o sea, Judá. Así que Basá fortificó la ciudad de Ramá.
2 Entonces Asá sacó la plata y el oro que estaban depositados en las tesorerías del templo del SEÑOR y del palacio y se los mandó a Ben Adad, rey de Siria, que gobernaba en Damasco. Le dijo: 3 «Hagamos un pacto de paz como el que hicieron tu papá y el mío. Te envío plata y oro. No mantengas más tu pacto con Basá, rey de Israel, para que salga de mi país y nos deje tranquilos».
4 Así que el rey Ben Adad hizo un pacto con Asá y mandó su ejército a luchar contra las aldeas israelitas de Iyón, Dan, Abel Mayin y todas las ciudades de almacenaje que había en Neftalí. 5 Cuando Basá se enteró de esto, dejó de fortificar a Ramá y suspendió las obras. 6 Entonces el rey Asá tomó a todo Judá y se llevó las piedras y la madera con que Basá había estado fortificando a Ramá y fortificó con ellas Gueba y Mizpa en Judá.
7 En ese tiempo el vidente Jananí fue a ver a Asá, rey de Judá, y le dijo: «Debido a que depositaste tu confianza en el rey de Siria en lugar de confiar en el SEÑOR tu Dios, el ejército de Siria se te ha escapado de las manos. 8 ¿Acaso los etíopes y libios no tenían un gran ejército con carros y muchísima caballería? Pero como dependiste del SEÑOR, él te dio la victoria sobre ellos. 9 Porque los ojos del SEÑOR recorren el mundo entero para fortalecer a quienes confían en él de todo corazón. Debido a que tú has actuado como un tonto en este asunto, desde este momento en adelante tendrás más guerras en tu contra».
10 Asá se irritó con Jananí y lo metió en la cárcel porque estaba furioso con él. También en ese tiempo Asá oprimió a algunos del pueblo.
11 Si el lector quiere averiguar, los hechos de Asá, de principio a fin, están escritos en Las crónicas de los reyes de Judá y de Israel. 12 En el año 39 de su reinado, Asá contrajo una grave enfermedad de los pies. Sin embargo, no buscó ser sanado por el SEÑOR, sino que buscó ayuda de los médicos. 13 Asá murió y fue sepultado con sus antepasados en el año 41 de su reinado. 14 Él había hecho cavar una tumba nueva en la Ciudad de David y lo enterraron ahí en una camilla llena de perfumes y ungüentos aromáticos hábilmente preparados. Luego hicieron una gran hoguera en su honor.
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