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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 9-12

Samuel se encuentra con Saúl

Había un hombre importante llamado Quis, de la tribu de Benjamín. Quis era hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, descendiente de Benjamín. Quis tenía un hijo llamado Saúl, quien era bien parecido y apuesto como ningún otro joven israelita. También era el más alto.

Un día, los asnos de Quis se extraviaron, así que Quis le dijo a Saúl: «Toma a uno de los siervos y ve a buscar los asnos». Y Saúl se fue a buscarlos. Caminó por las colinas de Efraín y por la región de Salisá, pero como Saúl y el siervo no pudieron encontrarlos, se fueron a la región de Salín. Tampoco los encontraron allí, así que pasaron por la tierra de Benjamín, pero tampoco allí encontraron los asnos. Finalmente, cuando llegaron al pueblo de Zuf, Saúl le dijo al siervo:

—Regresemos, pues mi papá empezará a preocuparse por nosotros en vez de por los asnos.

Pero el siervo contestó:

—En el pueblo hay un hombre de Dios[a] a quien la gente respeta. Todo lo que él dice se cumple. Vayamos al pueblo, tal vez ese hombre nos diga a dónde ir.

Saúl le dijo a su siervo:

—Podemos ir, ¿pero qué le daríamos a ese hombre? No tenemos ningún regalo para darle, ni comida en nuestras bolsas. ¿Qué le daríamos?

El siervo le respondió:

—Mira, aquí tengo algo de dinero.[b] Si se lo damos al hombre, nos dirá a dónde ir.

En la antigüedad los israelitas llamaban vidente a los profetas. Así que si querían pedirle algo a Dios, decían: «Vamos a ver al vidente».

10 Saúl le dijo a su siervo:

—¡Buena idea! ¡Vamos!

Y se fueron al pueblo donde estaba el hombre de Dios. 11 Al ir subiendo la colina, Saúl y el siervo se encontraron a unas jóvenes que iban a sacar agua, y les preguntaron a ellas:

—¿Se encuentra por aquí el vidente?

12 Las jóvenes respondieron:

—Sí, aquí está, más adelante. Acaba de llegar hoy. Algunos están con él para celebrar un sacrificio en el lugar de adoración[c]. 13 Así que vayan al pueblo y lo hallarán. Si se dan prisa, lo pueden alcanzar antes de que se vaya a comer. El vidente se encarga dar gracias a Dios por el sacrificio, así que la gente no empezará a comer hasta que él llegue. Dense prisa para que lo alcancen.

14 Saúl y el siervo empezaron a subir la colina y al llegar al pueblo vieron a Samuel dirigiéndose hacia ellos. Iba saliendo del pueblo camino al lugar de adoración. 15 El día anterior, el SEÑOR le había dicho a Samuel: 16 «Mañana a esta hora, te enviaré un hombre de la tribu de Benjamín. Deberás ungirlo y nombrarlo el nuevo líder sobre mi pueblo. Él salvará a Israel de los filisteos. He visto a mi pueblo y he escuchado su llanto».

17 Samuel vio a Saúl y el SEÑOR le dijo a Samuel: «Este es el hombre del que te hablé. Él gobernará a mi pueblo».

18 Saúl se acercó, para pedir información, a un hombre que estaba cerca de la puerta. Ese hombre era Samuel. Saúl le dijo:

—Disculpe, ¿podría decirme dónde está la casa del vidente?

19 Samuel respondió:

—Yo soy el vidente. Sigan hacia el lugar de adoración y enseguida los alcanzo. Tú y tu siervo comerán conmigo y en la mañana los dejaré regresar a su casa. Contestaré todas sus preguntas. 20 Y no se preocupen por los asnos que se extraviaron hace tres días. Los han encontrado, pero todo Israel está buscando algo ¡y es a ti y a tu familia!

21 Saúl respondió:

—Pero yo soy de la tribu de Benjamín, la tribu más pequeña de Israel y mi familia es la más pequeña de la tribu de Benjamín. ¿Por qué dices que Israel me busca?

22 Entonces Samuel llevó a Saúl y a su siervo al comedor. Alrededor de 30 personas habían sido invitadas a comer. Samuel les dio a Saúl y a su siervo el lugar de honor en la mesa, 23 y le dijo al cocinero:

—Trae la carne que te di, la parte que te dije que guardaras.

24 El cocinero sacó un pernil[d] y el gordo de la cola y los puso en la mesa, frente a Saúl. Samuel dijo:

—Come la carne que se te ha servido. Fue separada para ti para este momento en el que convoqué al pueblo.

Así fue como Saúl comió con Samuel ese día. 25 Luego bajaron del lugar de adoración y regresaron al pueblo. Samuel preparó una cama para Saúl en la azotea 26 y Saúl se fue a dormir.[e] Al amanecer, Samuel llamó a Saúl diciendo:

—Levántate, es hora de partir.

Saúl se levantó y salió de la casa con Samuel. 27 Mientras Saúl caminaba con su siervo y con Samuel cerca de los límites del pueblo, Samuel le dijo:

—Dile a tu siervo que se adelante porque tengo que darte un mensaje de parte de Dios.

Samuel consagra a Saúl

10 Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo besó y le dijo:

—El SEÑOR te ha elegido[f] para ser jefe de su pueblo. Tú serás el líder del pueblo de Dios y lo salvarás de los enemigos que están a su alrededor. Aquí está la señal que lo comprobará[g]: Después de que te vayas, encontrarás a dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en Selsa, en el territorio de Benjamín. Ellos te dirán: “Alguien encontró los asnos que buscabas y ahora tu papá está preocupado por ti y se pregunta cómo hacer para encontrarte”.

»De allí seguirás a Tabor, hasta donde está el roble y allí te encontrarás con tres hombres que van camino a Betel para adorar a Dios, llevando sus ofrendas para el santuario. Uno de ellos llevará tres cabritos; otro, tres panes; y otro, una bota de vino. Los tres hombres te saludarán y te ofrecerán dos ofrendas de pan para consagrar,[h] y tú los aceptarás. Luego irás a Guibeá de Dios, donde se encuentra un fortín filisteo. Cuando llegues, saldrá a recibirte un grupo de profetas del lugar de adoración[i]. Vendrán profetizando, tocando arpas, panderetas, flautas y liras. Entonces el Espíritu del SEÑOR vendrá sobre ti con gran poder y ocurrirá un cambio en ti. Serás una persona diferente y empezarás a profetizar como ellos. Después, podrás hacer lo que te parezca mejor porque Dios estará contigo. Ve a Guilgal antes que yo. Allí me reuniré contigo para presentar sacrificios que deben quemarse completamente y ofrendas para festejar. Pero espera allá siete días a que vaya y te diga qué hacer.

Efectivamente, desde el momento que Saúl se dio vuelta para irse, Dios le cambió la vida. Todo sucedió tal como dijo Samuel. 10 Saúl y su siervo se fueron a Guibeá Elojim para reunirse con un grupo de profetas. El Espíritu de Dios se apoderó de Saúl y él profetizó junto a ellos. 11 Algunos que habían conocido a Saúl antes lo vieron profetizar y se preguntaban unos a otros:

—¿Qué le pasó al hijo de Quis? ¿Es uno de los profetas?

12 Un hombre que vivía allí dijo:

—¡Sí! Y parece ser el líder.[j]

Por eso se hizo famoso el dicho: «¿Con que Saúl también entre los profetas?»

13 Después de profetizar, Saúl se fue al lugar de adoración. 14 El tío de Saúl le preguntó a él y al siervo que dónde habían estado. Saúl dijo:

—Estábamos buscando los asnos, pero como no podíamos encontrarlos, fuimos a ver a Samuel.

15 El tío les pidió que le contara lo que Samuel les dijo. 16 Saúl contestó:

—Nos dijo que ya habían encontrado los asnos.

Pero no le contó lo que Samuel había dicho sobre el reino.

17 Samuel convocó a todo el pueblo de Israel para que se reuniera con el SEÑOR en Mizpa. 18 Allí les dijo: «El SEÑOR, Dios de Israel dice: “Yo saqué a Israel de Egipto. Los salvé del control de Egipto y de los otros reinos que trataban de hacerles daño”. 19 Su Dios los salva de todos sus problemas. Sin embargo, ustedes han dicho que quieren a un rey para que los gobierne. Así que ahora preséntense ante el SEÑOR tribu por tribu».

20 Enseguida, Samuel les pidió a las tribus que se acercaran. Primero salió escogida la tribu de Benjamín. 21 De la tribu de Benjamín, eligió a la familia de Matri, y les pidió a los hombres de esa familia que se acercaran. De esa familia eligió a Saúl hijo de Quis. Sin embargo, cuando la gente buscó a Saúl, no pudieron encontrarlo. 22 Entonces le preguntaron al SEÑOR si Saúl no había llegado todavía. El SEÑOR respondió: «Saúl está escondido entre el equipaje». 23 Entonces fueron y lo sacaron de allí. Al ponerlo entre la gente, vieron que era tan alto que apenas le llegaban al hombro. 24 Samuel le dijo al pueblo:

—¡Miren al hombre que el SEÑOR ha elegido! No hay nadie como él en todo el pueblo.

Entonces el pueblo empezó a gritar:

—¡Viva el rey!

25 Samuel le explicó las leyes del reino al pueblo. Las escribió en un libro y lo puso delante del SEÑOR. Luego les dijo que se fueran a casa. 26 También Saúl se fue a su casa en Guibeá. Dios tocó el corazón de algunos hombres valientes que empezaron a seguir a Saúl. 27 Pero algunos alborotadores empezaron a decir: «¿Cómo nos puede salvar este hombre?» Hablaban mal de Saúl y se negaban a llevarle regalos, pero él no decía nada.

Saúl vence a los amonitas

Najás, el rey de los amonitas, había oprimido a los gaditas y a los rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a todos los hombres de esas tribus y no había dejado que nadie los ayudara. Esto causó mucho temor en Israel. Najás le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán, pero 7000 israelitas escaparon de los amonitas y se fueron a Jabés de Galaad.[k]

11 Alrededor de un mes después, Najás el amonita y su ejército rodearon a Jabés de Galaad y todos sus habitantes le dijeron a Najás:

—Si haces un pacto con nosotros, te serviremos.

Pero Najás respondió:

—Haré un pacto con ustedes sólo si me dejan sacarle el ojo derecho a cada uno. ¡Así le causaré desgracia a todo Israel!

Los líderes de Jabés le dijeron a Najás:

—Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel. Si nadie viene a ayudarnos, nosotros mismos iremos a ti y nos rendiremos.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, donde vivía Saúl, y le dieron la noticia al pueblo, todos empezaron a llorar. Al regresar de arrear los toros en el campo, Saúl oyó llorar al pueblo y preguntó: «¿Qué le pasa al pueblo? ¿Por qué lloran?»

Entonces el pueblo le dijo a Saúl lo que habían dicho los mensajeros de Jabés. Al escucharlos, el Espíritu de Dios se apoderó de él con gran poder. Con furia tomó dos toros y los descuartizó. Luego les dio los pedazos a los mensajeros y les ordenó que los llevaran por toda la tierra de Israel y que le diera el siguiente mensaje al pueblo: «¡A todo el que no salga para unirse a Saúl y a Samuel, le pasará lo mismo que a estos toros!»

El temor del SEÑOR se apoderó del pueblo y todos se unieron. Saúl reunió 300 000 soldados[l] de Israel y 30 000[m] de Judá. Saúl y su ejército les dijeron a los mensajeros de Jabés: «Díganle a la gente de Jabés de Galaad que para mañana a mediodía estarán libres». Los mensajeros llevaron el mensaje de Saúl al pueblo de Jabés y todos se alegraron mucho. 10 Entonces los habitantes de Jabés le dijeron a Najás: «Mañana nos rendiremos y podrá hacer lo que quiera con nosotros».

11 Al día siguiente, antes del amanecer, Saúl dividió a sus hombres en tres grupos e invadieron el campamento de los amonitas mientras cambiaban de guardia. Antes del mediodía, habían derrotado a los amonitas. Los soldados amonitas corrían por todos lados, quedando completamente dispersos. 12 Luego el pueblo le dijo a Samuel:

—¿Dónde están los que no querían que Saúl nos gobernara? ¡Tráiganlos para matarlos!

13 Pero Saúl dijo:

—¡No! No maten a nadie hoy que el SEÑOR ha liberado a Israel.

14 Entonces Samuel le dijo al pueblo:

—Vengan. Vayamos a Guilgal para confirmar a Saúl como rey.

15 Todos fueron a Guilgal y, frente al SEÑOR, el pueblo confirmó a Saúl como rey, presentaron ante el SEÑOR ofrendas para festejar, y Saúl y todos los israelitas tuvieron una celebración en grande.

Samuel se despide ante el pueblo

12 Samuel le habló a todo Israel:

—He hecho todo lo que querían que hiciera. Les he nombrado un rey que los guíe. Ya estoy viejo y lleno de canas, pero mis hijos están aquí con ustedes. He sido su líder desde joven, aquí me tienen. Si he hecho algo malo, acúsenme ante el SEÑOR y ante su rey elegido. ¿Le robé a alguien su buey o su asno? ¿Le he hecho daño a alguien? ¿Alguna vez tomé dinero o un par de zapatos para hacer algo malo? Si he hecho alguna de esas cosas, la corregiré.

Los israelitas contestaron:

—¡No! Nunca nos hiciste nada malo; no nos engañaste ni nos robaste.

Samuel les dijo a los israelitas:

—El SEÑOR y su rey elegido son testigos de lo que dijeron. Saben que no encontraron nada malo en mí.

Y el pueblo respondió:

—¡Sí! El SEÑOR es testigo.

Entonces Samuel le dijo al pueblo:

—El SEÑOR ha visto lo que sucedió. Él es quien eligió a Moisés y a Aarón y el que sacó a nuestros antepasados[n] de Egipto. Ahora yo los acuso delante del SEÑOR. Defiéndanse como puedan ante el Señor,[o] que les voy a contar[p] acerca de lo que el SEÑOR hizo para salvarlos a ustedes y a sus antepasados. Jacob fue a Egipto. Después, los egipcios les hicieron la vida imposible a sus descendientes. Así que desesperados le pidieron ayuda al SEÑOR, y el SEÑOR les envió a Moisés y a Aarón. Ellos sacaron a sus antepasados de Egipto y los trajeron aquí para que se establecieran. Pero como sus antepasados se olvidaron del SEÑOR su Dios, el SEÑOR permitió que se convirtieran en esclavos de Sísara, que era el comandante del ejército de Jazor. También permitió que se convirtieran en esclavos de los filisteos y del rey de Moab. Todos ellos pelearon contra sus antepasados. 10 Pero sus antepasados clamaron al SEÑOR: “Somos pecadores. Abandonamos al SEÑOR para servir a los dioses falsos Baal y Astarté. Líbranos ahora de nuestros enemigos y te serviremos a ti”.

11 »Así que el SEÑOR envió a Yerubaal[q], Barac[r], Jefté[s] y Samuel[t], y los libró de sus enemigos y vivieron a salvo. 12 Sin embargo, cuando vieron que Najás, rey de los amonitas, iba a atacarlos, dijeron: “¡Queremos un rey que nos gobierne!”, a pesar de que el SEÑOR su Dios ya era su rey. 13 Ahora aquí tienen al rey que ustedes eligieron, el SEÑOR lo puso sobre ustedes. 14 Deben temer y respetar al SEÑOR, servirle y no desobedecer los mandamientos del SEÑOR. No se vuelvan contra él. Ustedes y el rey que los gobierne obedezcan al SEÑOR su Dios para que él los rescate.[u] 15 Si no obedecen al SEÑOR, les irá mal. Si rechazan lo que el SEÑOR manda, él SEÑOR se volverá contra ustedes. ¡Con mano dura los destruirá a ustedes y a su rey!

16 »Ahora, presten atención y vean con sus propios ojos las grandes obras que el SEÑOR hará. 17 Ahora es el momento de cosechar el trigo.[v] Le pediré al SEÑOR que envíe truenos y lluvia. Entonces sabrán que hicieron mal contra el SEÑOR al pedir un rey.

18 El mismo día que Samuel oró al SEÑOR, el SEÑOR envió truenos y lluvia, y el pueblo tuvo gran temor del SEÑOR y de Samuel. 19 Todos le decían a Samuel:

—Pide al SEÑOR tu Dios por nosotros tus siervos. ¡No nos dejes morir! Hemos pecado mucho y ahora hemos pecado aun más al pedir un rey.

20 Samuel respondió:

—No tengan miedo. Es verdad que hicieron todo ese mal, pero no dejen de seguir al SEÑOR. Sirvan al SEÑOR de todo corazón. 21 ¡Los ídolos son sólo estatuas que no los pueden ayudar en nada! No los adoren, ellos no los pueden ayudar ni salvar. ¡No son nada! 22 Sin embargo, el SEÑOR no abandonará a su pueblo. Al SEÑOR le agradó hacerlos su pueblo. Así que, por amor a su nombre, no los abandonará. 23 Y en cuanto a mí, nunca dejaré de orar por ustedes, porque si dejara de hacerlo, entonces pecaría contra el SEÑOR. Seguiré enseñándoles el camino recto para vivir de la manera que él manda. 24 Pero respeten al SEÑOR y sírvanle de todo corazón. ¡Recuerden todo lo maravilloso que hizo por ustedes! 25 Si siguen tercos en hacer el mal, Dios los echará a ustedes y a su rey, como se echa el polvo al barrer.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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