Chronological
Segundo discurso de Job
6 Respuesta de Job:
2 «¡Quién pesara en balanza mi tristeza y mis congojas! 3 Porque son más pesadas que la arena de mil playas. De ahí nació mi hablar impertinente. 4 Porque el Señor me ha derribado con sus flechas: en lo profundo de mi corazón ha clavado sus dardos venenosos. Todos los terrores de Dios militan contra mí. 5-7 Si el burro montés rebuzna, es que el pasto se le ha agotado; no mugen los bueyes cuando tienen alimento; el hombre se queja cuando su comida está sin sal. Y ¡qué insípida es la clara del huevo cruda! Pierdo el apetito con sólo mirarla; siento náuseas con sólo pensar en comerla.
8-9 »¡Ay, que Dios me diera lo que más deseo: morir bajo su mano, y no sentir más su puño que me aprieta! 10 Esto, al menos, me consuela a pesar de todo mi dolor; que no he negado las palabras del santo Dios.
11 »¡Ay! ¿Por qué me sustenta mi vigor? ¿Cómo tener paciencia hasta morir? 12 ¿Soy acaso insensible como piedra? ¿Tengo la carne hecha de bronce? 13 Porque estoy del todo impotente, sin sombra de esperanza.
14 »Uno debe tener piedad con el amigo desfalleciente, pero tú me has acusado sin el mínimo temor a Dios. 15-18 Hermano mío, resultaste tan vano como un arroyuelo, que hincha su corriente cuando hay nieve o hielo, pero en tiempo de calor se desvanece. Se desvían las caravanas buscando en él refrigerio, pero no hallan qué beber, y perecen. 19-21 Cuando las caravanas de Tema y de Sabá se detienen allí en busca de agua, ven fallidas sus esperanzas. Así han fallado mis esperanzas en ti; tú te apartas de mí aterrado y me niegas tu ayuda. 22 ¿Y por qué? ¿Alguna vez te pedí un mínimo favor? ¿Te he solicitado algún regalo? 23 ¿Alguna vez te pedí ayuda?
24 »Una respuesta razonable es todo lo que pido; después, guardaré silencio. Dime, ¿cuál ha sido mi maldad? 25-26 Cosa admirable es decir la verdad, pero tus críticas no se fundan en los hechos. ¿Vas a condenarme tan sólo porque impulsivamente clamé desesperado? 27 Eso sería como perjudicar a un huérfano indefenso, o traicionar a un amigo.
28 »¡Mírame! ¿Habría yo de mentirte cara a cara? 29 No me presumas culpable, pues soy un hombre recto. No seas tan injusto. 30 ¿No conozco acaso la diferencia entre el bien y el mal? De haber pecado, ¿no lo reconocería?
7 »¡Cuánto ha de batallar la humanidad! Prolongada y penosa es la vida del hombre, como vida de esclavo. 2 ¡Cómo anhela el fin de la jornada! ¡Cómo se esfuerza por llegar al fin de la semana y a su paga! 3 También a mí me han tocado meses desalentadores y largas noches fatigosas. 4 Al acostarme pienso, “¡Cuánto falta para el amanecer!”. Y doy vueltas en la cama hasta el amanecer. 5 Tengo el cuerpo cubierto de gusanos y de costras. La carne se me revienta y brota el pus.
6 »Mis días se van más veloces que una lanzadera, y sin esperanza alguna llegan a su fin. 7 Recuerda, oh Dios, que mi vida es un suspiro; que ya no verán mis ojos la felicidad. 8 Hoy me ves, pero no será por mucho tiempo. Pronto verás mi cadáver. 9 Como la nube se disipa y desaparece, así los que perecen se esfuman para siempre 10 y no volverán jamás a su familia y su hogar: jamás volverán a aparecer.
11 »¡Ay, déjame expresar mi angustia. Que dé rienda suelta a la amargura de mi alma! 12 ¡Oh Dios! ¿Soy acaso un monstruo, que no me das tregua? 13-14 Aun en la noche, cuando en el sueño procuro olvidar mi congoja, me aterrorizas con pesadillas. 15 Mejor que me estrangularan que seguir así. 16 Detesto mi vida. ¡Ay, déjame en paz los pocos días que me restan!
17 »¿Qué es el mísero hombre para que dediques tu tiempo a perseguirle? 18 ¿Has de ser su inquisidor cada mañana, y ponerlo a prueba cada instante del día? 19 ¿Por qué no me dejas en paz, aunque sólo sea por un momento? 20 ¿Te ha perjudicado mi pecado, oh Dios, guarda de la humanidad? ¿Por qué me has tomado como blanco, y hecho que la vida se me torne tan pesada carga? 21 ¿Por qué no perdonas sencillamente mi pecado y lo borras? Pues estoy a punto de echarme en el polvo y morir, y cuando me busques, ya no existiré».
Primer discurso de Bildad
8 Bildad de Súah responde a Job:
2 «¿Hasta cuándo, oh Job, seguirás así, pronunciando palabras que son como viento tempestuoso? 3 ¿Acaso pervierte Dios la justicia? 4 Si tus hijos pecaron contra él y él los castigó, 5 y tú imploraste por ellos al Todopoderoso Dios, 6 si fueras puro y bueno, él escucharía tu oración, te respondería y te bendeciría dándote un hogar feliz. 7 Y habiendo comenzado con poco, al final tendrías mucho.
8 »Analiza la historia y observa, 9 porque apenas ayer nacimos y sabemos muy poco; nuestros días aquí en la tierra son efímeros comqo sombras. 10 Pero la sabiduría del pasado te enseñará. La experiencia de otros te hablará, recordándote que 11-13 quienes se olvidan de Dios carecen de esperanza. Son como papiros sin pantano donde crecer, o como hierba sin agua que la mantenga viva: de pronto comienza a marchitarse, aun antes que la corten. 14 El hombre sin Dios se apoya en una telaraña; todo aquello en que confía caerá por tierra. 15 Si en su hogar cree hallar seguridad, pronto se desengaña. 16 Al amanecer tiene aspecto muy vigoroso y viril; como planta verde, sus ramas se extienden por el jardín. 17 Hunde sus raíces en la corriente, entre las piedras. 18 Pero desaparece, ¡y nadie lo echa de menos! 19 ¡Eso es todo cuanto puede esperar! Y otros vienen a ocupar su puesto.
20 »¡Pero fíjate! Dios no rechaza al hombre bueno ni hace prosperar al malhechor. 21 Aún llenará de risa tu boca y tus labios de gritos jubilosos. 22 Quienes te odian serán vestidos de oprobio, y los impíos serán destruidos».
Tercer discurso de Job
9 Respuesta de Job:
2 «Bien sé todo eso; nada nuevo me cuentas. Pero, ¿cómo puede un hombre ser genuinamente bueno a los ojos de Dios? 3 Si Dios quisiera disputar con él, ¿podría el hombre contestar siquiera una entre mil preguntas? 4 Porque su sabiduría es profunda y vasto su poder. ¿Quién logró jamás vencerlo? 5-6 Súbitamente mueve las montañas y las derriba en su furor. Sacude la tierra hasta sus cimientos. 7 El sol deja de salir y las estrellas de brillar si él lo ordena. 8 Él solo ha desplegado los cielos y medido a largos pasos los mares. 9 Él hizo la Osa Mayor, el Orión, las Pléyades y las constelaciones del Zodiaco meridional. 10 Realiza inauditos e innumerables milagros. 11 Pasa delante de mí y no lo veo; transita, pero no lo veo. 12 Cuando envía la muerte a llevarse a un hombre, ¿quién puede impedírselo? ¿Quién osa preguntarle: “qué estás haciendo”? 13 Y Dios no depone su ira. Ante él se doblega el orgullo del hombre.
14 »Y, ¿quién soy yo para que intente discutir con el Dios Todopoderoso, o siquiera razonar con él? 15 Aunque yo fuera impecable, no diría ni una palabra; me limitaría a pedir clemencia. 16 Y aun si él diera respuesta a mis plegarias, apenas podría creer que hubiera escuchado mi clamor. 17 Pues él es quien destruye, quien multiplica mis heridas sin causa alguna. 18 No me concede respiro, sino me colma de amargos sufrimientos. 19 Sólo él es fuerte y justo. ¿Quién le pedirá cuentas? 20 Y yo, ¿soy acaso justo? Mi propia boca lo niega. Aunque creyera que soy perfecto, Dios me declararía convicto de maldad.
21 »Y aunque fuera del todo inocente, no me atrevería ni a pensarlo. ¡Detesto lo que soy! 22 Inocente o culpable, para él da lo mismo, pues él destruye a uno y a otro. 23 Se ríe cuando la calamidad azota al inocente. 24 La tierra está en manos de los malvados; Dios venda los ojos de los jueces y los deja proceder injustamente. Si no es él, ¿quién es entonces?
25 »Veloz se me va la vida cargada de tragedia. 26 Mis años se esfuman como naves fugaces, como águila que se precipita sobre su presa. 27 Si yo resolviera olvidarme de mis quejas contra Dios, dar fin a mi tristeza y alegrarme, 28 él entonces volcaría aun mayores penas sobre mí. ¡Porque yo sé que no me tienen por inocente, oh Dios, 29 sino que me condenan! Entonces, ¿para qué esforzarme? 30 Aunque me lavara con el agua más pura y enjuagara mis manos con lejía para dejarlas sin mancha alguna, 31 aun así me hundirías en el albañal y el lodo; y hasta mi ropa sería menos inmunda de lo que tú me consideras.
32-33 »Y no puedo defenderme, pues Dios no es simple hombre como yo. Si lo fuera, podríamos discutir esto imparcialmente; pero no hay árbitro entre nosotros, no hay componedor, no hay mediador que nos concilie. 34 ¡Ay! Que deje de azotarme para que ya no tenga yo que vivir bajo el terror de su castigo. 35 Entonces podría hablarle sin temor, y decirle que yo no me considero culpable.
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