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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Mateo 27

Judas se ahorca

27 Al amanecer, los principales sacerdotes y funcionarios judíos se reunieron a deliberar sobre la mejor manera de lograr que el gobierno romano condenara a muerte a Jesús. Por fin lo enviaron atado a Pilato, el gobernador romano.

Cuando Judas, el traidor, se dio cuenta de que iban a condenar a muerte a Jesús, arrepentido y adolorido corrió a donde estaban los principales sacerdotes y funcionarios judíos a devolverles las treinta piezas de plata que le habían pagado.

―He pecado entregando a un inocente —declaró.

―Y a nosotros ¿qué nos importa? —le respondieron.

Entonces arrojó en el templo las piezas de plata y corrió a ahorcarse.

Los principales sacerdotes recogieron el dinero.

―No podemos reintegrarlo al dinero de las ofrendas —se dijeron—, porque nuestras leyes prohíben aceptar dinero contaminado con sangre.

Por fin, decidieron comprar cierto terreno de donde los alfareros extraían barro. Aquel terreno lo convertirían en cementerio de los extranjeros que murieran en Jerusalén. Por eso ese cementerio se llama hoy día Campo de Sangre. Así se cumplió la profecía de Jeremías que dice:

«Tomaron las treinta piezas de plata, precio que el pueblo de Israel ofreció por él, 10 y compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».

Jesús ante Pilato

11 Jesús permanecía de pie ante Pilato.

―¿Eres el Rey de los judíos? —le preguntó el gobernador romano.

―Sí —le respondió—. Tú lo has dicho.

12 Pero mientras los principales sacerdotes y los ancianos judíos exponían sus acusaciones, nada respondió.

13 ―¿No oyes lo que están diciendo contra ti? —le dijo Pilato.

14 Para asombro del gobernador, Jesús no le contestó.

15 Precisamente durante la celebración de la Pascua, el gobernador tenía por costumbre soltar al preso que el pueblo quisiera. 16 Aquel año tenían en la cárcel a un famoso delincuente llamado Barrabás. 17 Cuando el gentío se congregó ante la casa de Pilato aquella mañana, le preguntó:

―¿A quién quieren ustedes que suelte?, ¿a Barrabás o a Jesús el Mesías?

18 Sabía muy bien que los dirigentes judíos habían arrestado a Jesús porque estaban celosos de la popularidad que había alcanzado en el pueblo.

19 Mientras Pilato presidía el tribunal, le llegó el siguiente mensaje de su esposa: «No te metas con ese hombre, porque anoche tuve una horrible pesadilla por culpa suya».

20 Pero los principales sacerdotes y ancianos, que no perdían tiempo, persuadieron al gentío para que pidiera que soltaran a Barrabás y mataran a Jesús. 21 Cuando el gobernador volvió a preguntar a cuál de los dos querían ellos que soltara, gritaron:

―¡A Barrabás!

22 ―¿Y qué hago con Jesús el Mesías?

―¡Crucifícalo!

23 ―¿Por qué? —exclamó Pilato asombrado—. ¿Qué delito ha cometido?

Pero la multitud, enardecida, no cesaba de gritar:

―¡Crucifícalo!, ¡crucifícalo!

24 Cuando Pilato se dio cuenta de que no estaba logrando nada y que estaba a punto de formarse un disturbio, pidió que le trajeran una palangana de agua y se lavó las manos en presencia de la multitud. Y dijo:

―Soy inocente de la sangre de este hombre. ¡Allá ustedes!

25 Y la turba le respondió:

―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

26 Pilato soltó a Barrabás. Pero a Jesús lo azotó y lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran.

Los soldados se burlan de Jesús

27 Primero lo llevaron al pretorio. Allí, reunida la soldadesca, 28 lo desnudaron y le pusieron un manto escarlata. 29 A alguien se le ocurrió ponerle una corona de espinas y una vara en la mano derecha a manera de cetro. Burlones, se arrodillaban ante él.

―¡Viva el Rey de los judíos! —gritaban.

30 A veces lo escupían o le quitaban la vara y lo golpeaban con ella en la cabeza.

31 Por fin, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

La crucifixión

32 En el camino hallaron a un hombre de Cirene[a] llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz que Jesús cargaba.

33 Ya en el lugar conocido como Gólgota (Loma de la Calavera), 34 los soldados le dieron a beber vino con hiel.[b] Tras probarlo, se negó a beberlo. 35 Una vez clavado en la cruz, los soldados echaron suertes para repartirse su ropa, 36 y luego se sentaron a contemplarlo. 37 En la cruz, por encima de la cabeza de Jesús, habían puesto un letrero que decía: «este es jesús, el rey de los judíos». 38 Junto a él, uno a cada lado, crucificaron también a dos ladrones. 39 La gente que pasaba por allí se burlaba de él y meneando la cabeza decía:

40 ―¿No afirmabas tú que podías destruir el templo y reedificarlo en tres días? Pues veamos: Si de verdad eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!

41 Los principales sacerdotes, escribas, fariseos y ancianos también se burlaban de él.

42 ―Si a otros salvó, ¿por qué no se salva a sí mismo? ¡Conque tú eres el Rey de los judíos! ¡Bájate de la cruz y creeremos en ti! 43 Si confió en Dios, ¡que lo salve Dios! ¿No decía que era el Hijo de Dios?

44 Y los ladrones le decían lo mismo.

Muerte de Jesús

45 Aquel día, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, la tierra se sumió en oscuridad. 46 Cerca de las tres, Jesús gritó:

―Elí, Elí ¿lama sabactani? (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)

47 Algunos de los que estaban allí no le entendieron y creyeron que estaba llamando a Elías. 48 Uno corrió y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y se la alzó para que la bebiera. 49 Pero los demás dijeron:

―Déjalo. Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.

50 Jesús habló de nuevo con voz muy fuerte, y murió.

51 Al instante, el velo que ocultaba el Lugar Santísimo del templo se rompió en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron, 52 las tumbas se abrieron y muchos creyentes muertos resucitaron. 53 Después de la resurrección de Jesús, esas personas salieron del cementerio y fueron a Jerusalén, donde se aparecieron a muchos.

54 El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron:

―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!

55 Varias de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y le servían estaban no muy lejos de la cruz. 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sepultura de Jesús

57 Al llegar la noche, un hombre rico de Arimatea llamado José, discípulo de Jesús, 58 fue a Pilato y le reclamó el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo colocó en un sepulcro nuevo labrado en la peña. Hacía poco que había hecho ese sepulcro y ordenó que rodaran una piedra grande para cerrar la entrada. José se alejó, 61 pero María Magdalena y la otra María se quedaron sentadas delante del sepulcro.

La guardia ante el sepulcro

62 Al siguiente día, al cabo del primer día de las ceremonias pascuales, los principales sacerdotes y los fariseos fueron a Pilato 63 y le dijeron:

―Señor, aquel impostor dijo una vez que al tercer día resucitaría. 64 Quisiéramos que ordenaras poner guardias ante la tumba hasta el tercer día, para evitar que sus discípulos vayan, se roben el cuerpo y luego se pongan a decir que resucitó. Si eso sucede estaremos peor que antes.

65 ―Bueno, ahí tienen un pelotón de soldados. Vayan y asegúrense de que nada anormal suceda.

66 Entonces fueron, sellaron la roca y dejaron a los soldados de guardia.

Marcos 15

Jesús ante Pilato

15 Muy temprano en la mañana, se reunieron los jefes de los sacerdotes, los ancianos, los maestros de la ley y el pleno del Consejo Supremo y tomaron una decisión. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato.

Pilato le preguntó:

―¿Eres tú el rey de los judíos?

Él respondió:

―Tú mismo lo dices.

Los jefes de los sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.

Pilato le preguntó otra vez:

―¿No me vas a contestar? Mira todas las cosas de las que te acusan.

Pero ni aun así Jesús respondió, de modo que Pilato se quedó asombrado.

Pilato tenía la costumbre de soltar a un preso durante la fiesta, el que la gente pidiera. Un hombre llamado Barrabás estaba preso junto con otros rebeldes por haber cometido un asesinato en una revuelta. La gente llegó y le pidió a Pilato que le concediera lo que acostumbraba.

Pilato respondió:

―¿Quieren que deje libre al rey de los judíos? 10 Les hizo esa pregunta porque se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia.

11 Pero estos incitaron a la gente para que Pilato dejara libre a Barrabás.

12 Pilato volvió a preguntar:

―¿Y qué voy a hacer con el que ustedes llaman el rey de los judíos?

13 Ellos gritaron:

―¡Crucifícalo!

14 Él les decía:

―¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?

Pero ellos gritaron todavía más fuerte:

―¡Crucifícalo!

15 Como Pilato quería tener contenta a la gente, dejó en libertad a Barrabás; después mandó que azotaran a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados se burlan de Jesús

16 Los soldados llevaron a Jesús al interior del palacio, al lugar llamado pretorio, y reunieron a toda la tropa. 17 Le pusieron un manto de color púrpura; también trenzaron una corona de espinas y se la pusieron.

18 Y le gritaban:

―¡Viva el rey de los judíos!

19 Lo golpeaban en la cabeza con una caña y lo escupían, y doblando la rodilla, le hacían reverencias. 20 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto y le pusieron su propia ropa. Por último, lo sacaron para crucificarlo.

La crucifixión

21 A un hombre de Cirene, que pasaba por allí al regresar del campo, lo obligaron a llevar la cruz. El hombre se llamaba Simón, y era padre de Alejandro y de Rufo.

22 Llevaron, pues, a Jesús a un lugar llamado Gólgota (que significa: Lugar de la Calavera). 23 Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero no lo tomó. 24 Entonces lo crucificaron. Repartieron la ropa de Jesús, y lo hicieron echando suertes para ver con qué se quedaba cada uno. 25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.

26 Un letrero tenía escrita la causa de su condena: «el rey de los judíos».

27 Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 28 Con esto se cumplieron las Escrituras que dicen: «Contado fue entre malvados».

29 Los que pasaban por allí meneaban la cabeza y lo insultaban diciendo:

―¡Eh! Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, 30 ¡baja de la cruz y sálvate a ti mismo! 31 También los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se burlaban de él con estas palabras:

―Salvó a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. 32 Que baje ahora de la cruz ese Cristo, rey de Israel, para que veamos y creamos.

Los que estaban crucificados con él, también lo insultaban.

Muerte de Jesús

33 Al llegar el mediodía toda la tierra quedó en oscuridad, hasta la media tarde.

34 A esta hora Jesús gritó con fuerza:

—Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?[a] (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)

35 Cuando algunos de los que estaban allí lo oyeron, dijeron:

―Escuchen, está llamando al profeta Elías.

36 Entonces un hombre corrió, empapó una esponja en vinagre, la puso en el extremo de una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera. Y dijo:

―Déjenlo, vamos a ver si Elías viene a bajarlo.

37 Entonces Jesús, dando un fuerte grito, murió.

38 El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 El centurión que estaba frente a Jesús, al oír el grito y ver que estaba muerto, dijo: —¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!

40 Había también algunas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé. 41 Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo habían atendido cuando estaba en Galilea. Además, había allí muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

Sepultura de Jesús

42 Como era el día de preparación, es decir, la víspera del sábado, ya al atardecer, 43 José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo Superior de los judíos, y quien también esperaba el reino de Dios, se llenó de valor y se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.

44 Pilato se sorprendió de que Jesús ya estuviera muerto. Llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había fallecido. 45 Cuando el centurión le informó, entonces Pilato entregó el cuerpo a José.

46 José compró una sábana, bajó el cuerpo y lo envolvió en ella. Después lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.

47 María Magdalena y María la madre de José vieron dónde pusieron el cuerpo de Jesús.

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