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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Mateo 15

Lo limpio y lo impuro

15 Ciertos fariseos y jefes judíos de Jerusalén fueron a entrevistarse con Jesús.

―¿Por qué tus discípulos desobedecen la tradición antigua? —dijeron—. ¡No están observando el ritual de lavarse las manos antes de comer!

A lo que Jesús respondió:

―¿Y por qué ustedes violan los mandamientos directos de Dios en el afán de guardar las tradiciones? La ley de Dios dice: “Honra a tu padre y a tu madre, y el que maldiga a sus padres, muera irremisiblemente”. Pero ustedes dicen: “Es preferible dejar de ayudar a los padres que estén en necesidad a dejar de ofrendar a Dios”. De esta manera, con un mandamiento humano están anulando el mandamiento divino de honrar y cuidar a los padres. ¡Hipócritas! Bien dijo de ustedes el Profeta Isaías:

»“Este pueblo de labios me honra, pero lejos está de amarme de corazón. La adoración que ustedes me brindan no les sirve de nada, porque enseñan tradiciones humanas como si fueran mandamientos de Dios”».

10 Entonces Jesús llamó a la gente y le dijo:

―Escuchen y traten de entender: 11 Lo que daña el alma no es lo que entra por la boca, sino los pensamientos malos y las palabras con que estos se expresan.

12 Los discípulos se le acercaron y le dijeron:

―Los fariseos se ofendieron por esas palabras.

13 ―Cualquier planta que mi Padre no haya sembrado será arrancada —les respondió Jesús—. 14 Así que no les hagan caso, porque son ciegos que tratan de guiar a otros ciegos y lo único que logran es caer juntos en el hoyo.

15 Pedro le pidió que les explicara aquello de que comer los alimentos que la ley judía prohíbe no es lo que contamina al hombre.

16 ―¿Tampoco ustedes entienden? —le respondió Jesús—. 17 Cualquier cosa que uno come pasa a través del aparato digestivo y se expulsa; 18 pero el mal hablar brota de la suciedad del corazón y corrompe a la persona que así habla. 19 Del corazón salen los malos pensamientos, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones, los robos, las mentiras y los chismes. 20 Esto es lo que de veras corrompe. Pero uno no se corrompe por comer sin lavarse primero las manos.

La fe de la mujer cananea

21 Jesús salió de allí y caminó los ochenta kilómetros que lo separaban de la región de Tiro y Sidón. 22 Una cananea, que vivía por allí, se le acercó suplicante:

―¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija tiene un demonio que la atormenta constantemente.

23 Jesús no le respondió ni una sola palabra. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron:

―Dile que se vaya, que ya nos tiene cansados.

24 Entonces Jesús le dijo a la mujer:

―Me enviaron a ayudar a las ovejas perdidas de Israel, no a los gentiles.

25 Pero ella se acercó más y de rodillas le suplicó de nuevo:

―¡Señor, ayúdame!

26 ―No creo que sea correcto quitarle el pan a los hijos y echárselo a los perros —le replicó Jesús.

27 ―Sí —respondió ella—, pero aun los perrillos comen las migajas que caen de la mesa.

28 ―¡Tu fe es extraordinaria! —le dijo Jesús—. Conviértanse en realidad tus deseos.

Y su hija sanó en aquel mismo instante.

Jesús alimenta a los cuatro mil

29 Jesús regresó al lago de Galilea, subió a una colina y se sentó. 30 Y estuvo sanando a cojos, ciegos, mudos, lisiados y a muchos otros enfermos que la multitud le llevaba. 31 ¡Qué espectáculo! Los que hasta entonces no podían pronunciar ni una palabra hablaban emocionados; los miembros inútiles de los lisiados eran restaurados; los cojos caminaban y saltaban, mientras que los ciegos, maravillados, contemplaban por primera vez el mundo. El gentío, asombrado, alababa al Dios de Israel.

32 ―Me da lástima toda esta gente —dijo Jesús en voz baja a sus discípulos—. Hace tres días que están aquí y ya no tienen nada que comer. No quiero enviarlos a sus casa sin comer, porque se desmayarían en el camino.

33 ―¿Pero en qué lugar de este desierto vamos a conseguir suficiente comida para alimentar a este gentío? —le respondieron.

34 ―¿Qué tienen ahora? —les preguntó Jesús.

―¡Siete panes y unos cuantos pescados!

35 Entonces ordenó a la gente que se sentara en el suelo. 36 Tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y comenzó a partirlos y a entregarlos a los discípulos para que los repartieran a la gente.

37-38 Nadie se quedó sin comer, a pesar de que había cuatro mil personas, sin contar las mujeres y los niños ¡Y sobraron siete cestas repletas de alimentos!

39 Cuando terminaron de comer, Jesús despidió a la gente y él y sus discípulos se fueron en una barca a la región de Magadán.

Marcos 7

Lo puro y lo impuro

Llegaron de Jerusalén varios maestros de la ley y fariseos, y se acercaron a Jesús. Notaron que los discípulos de Jesús comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. (Es que los judíos, sobre todo los fariseos, jamás comen si primero no se lavan las manos como lo requiere la tradición de los ancianos. Cuando regresan del mercado tienen que lavarse de la misma manera, antes de tocar cualquier alimento. Y siguen otras muchas tradiciones, tales como la ceremonia del lavamiento de vasos, jarros y utensilios de metal).

―¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos? ¿Por qué comen sin lavarse conforme al rito? —le preguntaron a Jesús los maestros de la ley y los fariseos.

Jesús les respondió:

―¡Hipócritas! Bien dijo el profeta Isaías acerca de ustedes:

“Este pueblo de labios me honra, pero lejos de mí está su corazón. La adoración que me brindan no les sirve de nada porque enseñan tradiciones humanas como si fueran mandamientos de Dios”.

»Ustedes pasan por alto los mandamientos de Dios y se aferran a la tradición de los hombres. Rechazan las leyes de Dios por guardar la propia tradición de ustedes.

10 »Moisés les dijo: “Honra a tu padre y a tu madre; y el que maldiga a sus padres muera irremisiblemente”. 11 Sin embargo, ustedes enseñan que una persona puede desentenderse de las necesidades de sus padres con la excusa de que ha consagrado a Dios la parte que les iba a dar a ellos. 12 Ustedes afirman que quien dice esto ya no está obligado a ayudar a sus padres. 13 Así, ustedes pisotean la ley de Dios por guardar la tradición humana. Este es sólo un ejemplo de muchos.

14 Pidió entonces Jesús la atención de la multitud y dijo:

―Escúchenme bien y entiendan: 15 Lo que daña a una persona no es lo que viene de afuera. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina. 16 El que tenga oídos, oiga.

17 Una vez en la casa, después de haber dejado a la gente, sus discípulos le preguntaron el significado de lo que acababa de decir.

18 ―¿Así que ustedes tampoco entienden? —les preguntó—. ¿No ven que lo que una persona come no puede contaminarla, 19 porque los alimentos no entran al corazón sino al estómago, y después van a dar a la letrina?

Con esto Jesús quiso decir que todos los alimentos son limpios.

20 Y añadió:

―Lo que sale de la persona es lo que la contamina. 21 En efecto, de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, 22 los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Estas cosas malas salen de adentro y son las que contaminan a la persona.

La fe de una mujer sirofenicia

24 Jesús se fue de allí a la región de Tiro. Entró a una casa y deseaba que nadie supiera su paradero. Pero no lo logró, 25 pues pronto supo de él una mujer, cuya hija estaba endemoniada. Postrada a sus pies, 26 la mujer le suplicó que liberara a su hija del poder de los demonios.

La mujer era griega, pero de nacionalidad sirofenicia.

27 ―Primero se tiene que alimentar a los hijos —le respondió Jesús—. No es correcto que uno le quite el alimento a los hijos y lo eche a los perros.

28 ―Cierto, Señor, pero aun los perrillos comen bajo la mesa las migajas que caen del plato de los hijos —respondió la mujer.

29 Entonces dijo Jesús:

―Por haberme contestado así, vete tranquila; el demonio ya salió de tu hija.

30 Cuando la mujer llegó a la casa, encontró a su hija reposando en la cama. El demonio ya había salido de ella.

Jesús sana a un sordomudo

31 Jesús salió de la región de Tiro y se dirigió, por Sidón, al lago de Galilea, por la región de Decápolis.

32 Le llevaron un hombre que era sordo y tartamudo y le suplicaron que pusiera la mano sobre él. 33 Jesús se lo llevó aparte para estar a solas con él; le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. 34 Luego, mirando al cielo, suspiró y ordenó:

«¡Efatá!»(que quiere decir: ¡Ábrete!)

35 Al instante el hombre pudo oír y hablar perfectamente. 36 Jesús le pidió a la multitud que no contara lo que había visto; pero mientras más lo pedía, más lo divulgaba.

37 La gente estaba sumamente maravillada y decía: «¡Todo lo ha hecho bien! ¡Hasta logra que los sordos oigan y los mudos hablen!».

Nueva Biblia Viva (NBV)

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