Chronological
Mem:
37 ¿Quién será aquel que diga, que vino algo que el Señor no mandó?
Mem:
38 ¿De la boca del Altísimo no saldrá malo ni bueno?
Mem:
39 ¿Por qué tiene dolor el hombre viviente, el hombre en su pecado?
Nun:
40 Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos al SEÑOR.
Nun:
41 Levantemos nuestros corazones con las manos a Dios en los cielos.
Nun:
42 Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; por tanto tú no perdonaste.
Sámec:
43 Desplegaste la ira, y nos perseguiste; mataste, no perdonaste.
Sámec:
44 Te cubriste de nube, para que no pasara la oración nuestra.
Sámec:
45 Raedura y abominación nos tornaste en medio de los pueblos.
Pe:
46 Todos nuestros enemigos abrieron sobre nosotros su boca.
Pe:
47 Temor y lazo fue para nosotros, asolamiento y quebrantamiento.
Pe:
48 Ríos de aguas echan mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
Ayin:
49 Mis ojos destilan, y no cesan, porque no hay alivio,
Ayin:
50 Hasta que el SEÑOR mire y vea desde los cielos.
Ayin:
51 Mis ojos contristaron mi alma, por todas las hijas de mi ciudad.
Tsade:
52 Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin razón.
Tsade:
53 Ataron mi vida en mazmorra, pusieron piedra sobre mí.
Tsade:
54 Aguas de avenida vinieron sobre mi cabeza; yo dije: muerto soy.
Cof:
55 Invoqué tu nombre, oh SEÑOR, desde la cárcel profunda.
Cof:
56 Oíste mi voz; no escondas tu oído a mi clamor, para mi respiro.
Cof:
57 Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.
Resh:
58 Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.
Resh:
59 Tú has visto, oh SEÑOR, mi sinrazón; pleitea mi causa.
Resh:
60 Tú has visto toda su venganza; todos sus pensamientos contra mí.
Sin:
61 Tú has oído la afrenta de ellos, oh SEÑOR, todas sus maquinaciones contra mí;
Sin:
62 Los dichos de los que se levantaron contra mí, y su designio contra mí todo el día.
Sin:
63 Su sentarse, y su levantarse mira; yo soy su canción.
Tau:
64 Dales el pago, oh SEÑOR, según la obra de sus manos.
Tau:
65 Dales ansia de corazón, tu maldición a ellos.
Tau:
66 Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh SEÑOR.
Alef:
4 ¡Cómo se ha oscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado! Las piedras del Santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.
Bet:
2 Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro. ¡Cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!
Guímel:
3 Aun los dragones sacan la mama, dan de mamar a sus chiquitos. La hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto.
Dálet:
4 La lengua del niño de pecho, de sed se pegó a su paladar; los cachorros pidieron pan, y no hubo quien lo partiere.
He:
5 Los que comían delicadamente, asolados fueron en las calles. Los que se criaron en carmesí, abrazaron los estiércoles.
Vau:
6 Y se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue trastornada en un momento, y no asentaron sobre ella compañías.
Zain:
7 Sus Nazareos fueron blancos más que la nieve, más resplandecientes que la leche; su compostura más encendida que las piedras preciosas cortadas del zafiro;
Chet:
8 Oscura más que la negrura es la forma de ellos; no los conocen por las calles. Su piel está pegada a sus huesos, seco como un palo.
Tet:
9 Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos del hambre. Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.
Yod:
10 : Las manos de las mujeres piadosas cocieron a sus hijos; les fueron comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
Caf:
11 Cumplió el SEÑOR su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió fuego en Sion, que consumió sus fundamentos.
Lámed:
12 Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén.
Mem:
13 Por los pecados de sus profetas, por las iniquidades de sus sacerdotes, que derramaron en medio de ella la sangre de los justos.
Nun:
14 Titubearon ciegos en las calles, fueron contaminados en sangre, que no pudieran tocar sus vestiduras.
Sámec:
15 Les daban voces: Apartaos ¡Inmundicia!, Apartaos, apartaos, no toquéis: porque eran contaminados; y cuando fueron traspasados, dijeron entre los gentiles: Nunca más morarán aquí.
Pe:
16 La ira del SEÑOR los apartó, nunca más los mirará. No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los ancianos.
Ayin:
17 Aun nos han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro. En nuestra esperanza aguardamos gente que no puede salvar.
Tsade:
18 Cazaron nuestros pasos, que no anduviéramos por nuestras calles. Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque nuestro fin vino.
Cof:
19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo; sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada.
Res:
20 El resuello de nuestras narices, el ungido del SEÑOR, fue preso en sus hoyos, de quien habíamos dicho. A su sombra tendremos vida entre los gentiles.
Sin:
21 Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz, aun hasta ti pasará el cáliz; te embriagarás, y vomitarás.
Tau:
22 Cumplido es tu castigo por tu iniquidad, oh hija de Sion: nunca más te hará transportar. Visitará tu iniquidad, oh hija de Edom; descubrirá tus pecados.
5 Acuérdate, oh SEÑOR, de lo que nos ha sucedido. Ve y mira nuestro oprobio.
2 Nuestra heredad se ha vuelto a extraños, nuestras casas a forasteros.
3 Huérfanos somos sin padre; nuestras madres son como viudas.
4 Nuestra agua bebemos por dinero; nuestra leña por precio compramos.
5 Persecución padecemos sobre nuestra cerviz; nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.
6 Al egipcio y al asirio dimos la mano, para saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y son muertos; y nosotros llevamos sus castigos.
8 Esclavos se enseñorearon de nosotros; no hubo quien nos librara de su mano.
9 Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan delante de la espada del desierto.
10 Nuestra piel se ennegreció como un horno a causa del ardor del hambre.
11 Violaron a las mujeres en Sion, a las vírgenes en las ciudades de Judá.
12 A los príncipes colgaron con su mano; no respetaron el rostro de los ancianos.
13 Llevaron los jóvenes a moler, y los niños desfallecieron en la leña.
14 Los ancianos cesaron de la puerta, los jóvenes de sus canciones.
15 Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestro corro se tornó en luto.
16 Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay ahora de nosotros! Porque pecamos.
17 Por esto fue entristecido nuestro corazón, por esto se entenebrecieron nuestro ojos,
18 Por el Monte de Sion que está asolado; zorras andan en él.
19 Mas tú, SEÑOR, permanecerás para siempre; tu trono de generación en generación.
20 ¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, y nos dejarás por largos días?
21 Vuélvenos, oh SEÑOR, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio.
22 Porque repeliendo nos has desechado; te has airado contra nosotros en gran manera.
Biblia del Jubileo 2000 (JUS) © 2000, 2001, 2010, 2014, 2017, 2020 by Ransom Press International