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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Isaías 59-63

Pecado, confesión y redención

59 La mano del Señor
    no se queda corta para salvar,
    ni es sordo su oído para oír.
Son vuestras iniquidades
    las que os separan de vuestro Dios.
Son estos pecados los que lo llevan
    a ocultar su rostro para no escuchar.
Tenéis las manos manchadas de sangre
    y los dedos manchados de iniquidad.
Vuestros labios dicen mentiras;
    vuestra lengua murmura maldades.
Nadie clama por la justicia,
    nadie va a juicio con integridad.
Se confía en argumentos sin sentido,
    y se mienten unos a otros.
Conciben malicia
    y dan a luz perversidad.
Incuban huevos de víboras
    y tejen telarañas.
El que coma de estos huevos morirá;
    si uno de ellos se rompe, saldrá una culebra.
Sus tejidos no sirven para vestido;
    no podrán cubrirse con lo que fabrican.
Sus obras son obras de iniquidad,
    y sus manos generan violencia.
Sus pies corren hacia el mal;
    se apresuran a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos son perversos;
    dejan ruina y destrucción en sus caminos.
No conocen la senda de la paz;
    no hay justicia alguna en su camino.
Abren senderos tortuosos,
    y el que anda por ellos no conoce la paz.

Por eso el derecho está lejos de nosotros,
    y la justicia queda fuera de nuestro alcance.
Esperábamos luz, pero todo es tinieblas;
    claridad, pero andamos en densa oscuridad.
10 Vamos palpando la pared como los ciegos,
    andamos a tientas como los que no tienen ojos.
En pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche;
    teniendo fuerzas, estamos como muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos,
    gemimos como palomas.
Esperábamos la justicia, y no llegó;
    ¡la liberación sigue lejos de nosotros!

12 Tú sabes que son muchas nuestras rebeliones;
    nuestros pecados nos acusan.
Nuestras rebeliones no nos dejan;
    conocemos nuestras iniquidades.
13 Hemos sido rebeldes; hemos negado al Señor.
    ¡Le hemos vuelto la espalda a nuestro Dios!
Fomentamos la opresión y la traición;
    proferimos las mentiras concebidas en nuestro corazón.
14 Así se le vuelve la espalda al derecho,
    y se mantiene alejada la justicia;
a la verdad se le hace tropezar en la plaza,
    y no damos lugar a la honradez.
15 No se ve la verdad por ninguna parte;
    al que se aparta del mal lo despojan de todo.

El Señor lo ha visto, y le ha disgustado
    ver que no hay justicia alguna.
16 Lo ha visto, y le ha asombrado
    ver que no hay nadie que intervenga.
Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos;
    su propia justicia los sostendrá.
17 Se pondrá la justicia como coraza,
    y se cubrirá la cabeza con el casco de la salvación;
se vestirá con ropas de venganza,
    y se envolverá en el manto de sus celos.
18 Les pagará según sus obras;
    a las costas lejanas les dará su merecido:
furor para sus adversarios,
    y retribución para sus enemigos.

19 Desde el occidente temerán el nombre del Señor,
    y desde el oriente respetarán su gloria.
Porque vendrá como un torrente caudaloso,
    impulsado por el soplo del Señor.

20 «El Redentor vendrá a Sión;
    ¡vendrá a todos los de Jacob
    que se arrepientan de su rebeldía!
            —afirma el Señor—.

21 »En cuanto a mí —dice el Señor—,
    este es mi pacto con ellos:
Mi Espíritu que está sobre ti,
    y mis palabras que he puesto en tus labios,
no se apartarán más de ti,
    ni de tus hijos ni de sus descendientes,
    desde ahora y para siempre
            —dice el Señor—.

La gloria de Sión

60 »¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!
    ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra,
    y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
    ¡sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
    y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.

»Alza los ojos, mira a tu alrededor:
    todos se reúnen y acuden a ti.
Tus hijos llegan desde lejos;
    a tus hijas las traen en brazos.
Verás esto y te pondrás radiante de alegría;
    vibrará tu corazón y se henchirá de gozo;
porque te traerán los tesoros del mar,
    y te llegarán las riquezas de las naciones.
Te llenarás con caravanas de camellos,
    con dromedarios de Madián y de Efa.
Vendrán todos los de Sabá,
    cargando oro e incienso
    y proclamando las alabanzas del Señor.
En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar,
    te servirán los carneros de Nebayot;
subirán como ofrendas agradables sobre mi altar,
    y yo embelleceré mi templo glorioso.

»¿Quiénes son los que pasan como nubes,
    y como palomas rumbo a su palomar?
En mí esperarán las costas lejanas;
    a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis
trayendo de lejos a tus hijos,
    y con ellos su oro y su plata,
para la honra del Señor tu Dios,
    el Santo de Israel,
    porque él te ha llenado de gloria.

10 »Los extranjeros reconstruirán tus muros,
    y sus reyes te servirán.
Aunque en mi furor te castigué,
    por mi bondad tendré compasión de ti.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas,
    ni de día ni de noche se cerrarán;
te traerán las riquezas de las naciones;
    ante ti desfilarán sus reyes derrotados.
12 La nación o el reino que no te sirva perecerá;
    quedarán arruinados por completo.

13 »Te llegará la gloria del Líbano,
    con el ciprés, el olmo y el abeto,
para embellecer el lugar de mi santuario.
    Glorificaré el lugar donde reposan mis pies.
14 Ante ti vendrán a inclinarse
    los hijos de tus opresores;
todos los que te desprecian
    se postrarán a tus pies,
y te llamarán “Ciudad del Señor”,
    “Sión del Santo de Israel”.

15 »Aunque fuiste abandonada y aborrecida,
    y nadie transitaba por tus calles,
haré de ti el orgullo eterno
    y la alegría de todas las generaciones.
16 Te alimentarás con la leche de las naciones,
    con la riqueza de los reyes serás amamantada.
Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador;
    que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.
17 En vez de bronce te traeré oro;
    en lugar de hierro, plata.
En vez de madera te traeré bronce,
    y en lugar de piedras, hierro.
Haré que la paz te gobierne,
    y que la justicia te rija.
18 Ya no se oirá de violencia en tu tierra,
    ni de ruina y destrucción en tus fronteras,
sino que llamarás a tus muros “Salvación”,
    y a tus puertas, “Alabanza”.
19 Ya no será el sol tu luz durante el día,
    ni con su resplandor te alumbrará la luna,
porque el Señor será tu luz eterna;
    tu Dios será tu gloria.
20 Tu sol no volverá a ponerse,
    ni menguará tu luna;
será el Señor tu luz eterna,
    y llegarán a su fin tus días de duelo.
21 Entonces todo tu pueblo será justo
    y poseerá la tierra para siempre.
Serán el retoño plantado por mí mismo,
    la obra maestra que me glorificará.
22 El más débil se multiplicará por miles,
    y el menor llegará a ser una nación poderosa.
Yo soy el Señor;
    cuando llegue el momento, actuaré sin demora».

El año del favor del Señor

61 El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
    por cuanto me ha ungido
    para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
    a proclamar liberación a los cautivos
    y libertad a los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
    y el día de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo,
    y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona
    en vez de cenizas,
aceite de alegría
    en vez de luto,
traje de fiesta
    en vez de espíritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia,
    plantío del Señor, para mostrar su gloria.
Reconstruirán las ruinas antiguas,
    y restaurarán los escombros de antaño;
repararán las ciudades en ruinas,
    y los escombros de muchas generaciones.
Gente extraña pastoreará
    vuestros rebaños,
y vuestros campos y viñedos serán labrados
    por un pueblo extranjero.
Pero a vosotros os llamarán «sacerdotes del Señor»;
    os dirán «ministros de nuestro Dios».
Os alimentaréis de las riquezas de las naciones,
    y os jactaréis de los tesoros de ellas.

En vez de vuestra vergüenza,
    mi pueblo recibirá doble porción;
en vez de deshonra,
    se regocijará en su herencia;
y así en su tierra recibirá doble herencia,
    y su alegría será eterna.

«Yo, el Señor, amo la justicia,
    pero odio el robo y la iniquidad.
En mi fidelidad los recompensaré
    y haré con ellos un pacto eterno.
Sus descendientes serán conocidos entre las naciones,
    y sus vástagos, entre los pueblos.
Quienes los vean reconocerán
    que ellos son descendencia bendecida por el Señor».

10 Me deleito mucho en el Señor;
    me regocijo en mi Dios.
Porque él me vistió con ropas de salvación
    y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema,
    o una novia adornada con sus joyas.
11 Porque así como la tierra hace que broten los retoños,
    y el huerto hace que germinen las semillas,
así el Señor omnipotente hará que broten
    la justicia y la alabanza ante todas las naciones.

El nuevo nombre de Sión

62 Por amor a Sión no guardaré silencio,
    por amor a Jerusalén no desmayaré,
hasta que su justicia resplandezca como la aurora,
    y como antorcha encendida su salvación.
Las naciones verán tu justicia,
    y todos los reyes, tu gloria;
recibirás un nombre nuevo,
    que el Señor mismo te dará.
Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa,
    ¡como una diadema real en la palma de tu Dios!
Ya no te llamarán «Abandonada»,
    ni a tu tierra la llamarán «Desolada»,
sino que serás llamada «Mi deleite»;
    tu tierra se llamará «Mi esposa»;
porque el Señor se deleitará en ti,
    y tu tierra tendrá esposo.
Como un joven que se casa con una doncella,
    así el que te edifica se casará contigo;
como un novio que se regocija por su novia,
    así tu Dios se regocijará por ti.

Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas
    que nunca callarán, ni de día ni de noche.
Vosotros, los que invocáis al Señor,
    no os deis descanso;
ni tampoco lo dejéis descansar,
    hasta que establezca a Jerusalén
    y la convierta en la alabanza de la tierra.

Por su mano derecha, por su brazo poderoso,
    ha jurado el Señor:
«Nunca más daré a tus enemigos
    tu grano como alimento,
ni se beberá gente extranjera
    el vino nuevo por el que trabajaste.
Alabando al Señor comerán el grano
    quienes lo hayan cosechado;
en los atrios de mi santuario beberán el vino
    quienes hayan trabajado en la vendimia».

10 ¡Pasad, pasad por las puertas!
    Preparad el camino para el pueblo.
¡Construid la carretera!
    ¡Quitadle todas las piedras!
    ¡Desplegad sobre los pueblos la bandera!

11 He aquí lo que el Señor ha proclamado
    hasta los confines de la tierra:
«Decid a la hija de Sión:
    “¡Ahí viene tu Salvador!
Trae su premio consigo;
    su recompensa lo acompaña”».
12 Serán llamados «Pueblo santo»,
    «Redimidos del Señor»;
y tú serás llamada «Ciudad anhelada»,
    «Ciudad nunca abandonada».

El día de la venganza y la redención de Dios

63 ¿Quién es este que viene de Edom,
    desde Bosra, vestido de púrpura?
¿Quién es este de espléndido ropaje,
    que avanza[a] con fuerza arrolladora?

«Soy yo, el que habla con justicia,
    el que tiene poder para salvar».

¿Por qué están rojos tus vestidos,
    como los del que pisa las uvas en el lagar?

«He pisado el lagar yo solo;
    ninguno de los pueblos estuvo conmigo.
Los he pisoteado en mi enojo;
    los he aplastado en mi ira.
Su sangre salpicó mis vestidos,
    y me manché toda la ropa.
¡Ya tengo planeado el día de la venganza!
    ¡El año de mi redención ha llegado!
Miré, pero no hubo quien me ayudara,
    me asombró que nadie me diera apoyo.
Mi propio brazo me dio la victoria;
    ¡mi propia ira me sostuvo!
En mi enojo pisoteé a los pueblos,
    y los embriagué con la copa de mi ira;
    ¡hice correr su sangre sobre la tierra!»

Alabanza y oración

Recordaré el gran amor del Señor,
    y sus hechos dignos de alabanza,
por todo lo que hizo por nosotros,
    por su compasión y gran amor.
¡Sí, por la multitud de cosas buenas
    que ha hecho por los descendientes de Israel!
Declaró: «Verdaderamente son mi pueblo,
    hijos que no me engañarán».
Así se convirtió en el Salvador
    de todas sus angustias.
Él mismo los salvó;
    no envió un emisario ni un ángel.[b]
En su amor y misericordia los rescató;
    los levantó y los llevó en sus brazos
    como en los tiempos de antaño.
10 Pero ellos se rebelaron
    y afligieron a su santo Espíritu.
Por eso se convirtió en su enemigo,
    y luchó él mismo contra ellos.

11 Su pueblo recordó los tiempos pasados,
    los tiempos de Moisés:
¿Dónde está el que los guio a través del mar,
    como guía el pastor a su rebaño?[c]
¿Dónde está el que puso
    su santo Espíritu entre ellos,
12 el que hizo que su glorioso brazo
    marchara a la derecha de Moisés,
el que separó las aguas a su paso,
    para ganarse renombre eterno?
13 ¿Dónde está el que los guio a través del mar,[d]
    como a caballo en el desierto,
    sin que ellos tropezaran?
14 El Espíritu del Señor les dio descanso,
    como a ganado que pasta en la llanura.
Fue así como guiaste a tu pueblo,
    para hacerte un nombre glorioso.

15 Mira bien desde el cielo;
    observa desde tu morada santa y gloriosa.
¿Dónde están tu celo y tu poder?
    ¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura!
16 Pero tú eres nuestro Padre,
    aunque Abraham no nos conozca
    ni nos reconozca Israel;
tú, Señor, eres nuestro Padre;
    ¡tu nombre ha sido siempre «nuestro Redentor»!
17 ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos,
    y endureces nuestro corazón
    para que no te temamos?
Vuelve por amor a tus siervos,
    por las tribus que son tu herencia.
18 Tu pueblo poseyó por un tiempo tu santuario,
    pero ahora lo han pisoteado nuestros enemigos.
19 Estamos como si nunca nos hubieras gobernado,
    como si nunca hubiéramos llevado tu nombre.

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