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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Cantares 1-8

Cantar de los cantares[a] de Salomón.

Primer Canto

La amada

Ah, si me besaras con los besos de tu boca…[b]
    ¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!
Grata es también de tus perfumes la fragancia;
    tú mismo eres[c] bálsamo fragante.
    ¡Con razón te aman las doncellas!
¡Hazme del todo tuya![d] ¡Date prisa!
    ¡Llévame, oh rey, a tu alcoba!

Los amigos

Regocijémonos y deleitémonos juntos,
    celebraremos tus caricias más que el vino.
    ¡Sobran las razones para amarte!

La amada

Morena soy, pero hermosa,
    hijas de Jerusalén;
morena como las tiendas de Cedar,
    hermosa como los tapices de Salmá.[e]
No os fijéis en mi tez morena,
    ni en que el sol me bronceó la piel.
Mis hermanos se enfadaron contra mí,
    y me obligaron a cuidar las viñas;
    ¡y mi propia viña descuidé!
Cuéntame, amor de mi vida,
    ¿dónde apacientas tus rebaños?,
    ¿dónde a la hora de la siesta[f] los haces reposar?
¿Por qué he de andar vagando[g]
    entre los rebaños de tus amigos?

Los amigos

Si no lo sabes, bella entre las bellas,
    ve tras la huella del rebaño
y apacienta a tus cabritos
    junto a las moradas de los pastores.

El amado

Tú y tus adornos, amada mía,
    me recordáis a las yeguas enjaezadas
    de los carros del faraón.
10 ¡Qué hermosas lucen tus mejillas entre los pendientes!
    ¡Qué hermoso luce tu cuello entre los collares!
11 ¡Haremos para ti pendientes de oro
    con incrustaciones de plata!

La amada

12 Mientras el rey se halla sentado a la mesa,
    mi perfume esparce su fragancia.
13 Mi amado es para mí como el saquito de mirra
    que duerme entre mis pechos.
14 Mi amado es para mí como un ramito de azahar[h]
    de las viñas de Engadi.

El amado

15 ¡Cuán bella eres, amada mía!
    ¡Cuán bella eres!
    ¡Tus ojos son dos palomas!

La amada

16 ¡Cuán hermoso eres, amado mío!
    ¡Eres un encanto!

El amado

Una alfombra de verdor es nuestro lecho,
17     los cedros son las vigas de la casa
    y nos cubre un techo de cipreses.

La amada

Yo soy una rosa de Sarón,
    una azucena de los valles.

El amado

Como azucena entre las espinas
    es mi amada entre las mujeres.

La amada

Cual manzano entre los árboles del bosque
    es mi amado entre los hombres.
Me encanta sentarme a su sombra;
    dulce a mi paladar es su fruto.
Me llevó a la sala del banquete,
    y sobre mí enarboló su bandera de amor.
¡Fortalecedme con pasas,
    sustentadme con manzanas,
    porque desfallezco de amor!
¡Ojalá pudiera mi cabeza
    reposar sobre su izquierda!
    ¡Ojalá su derecha me abrazara!

El amado

Yo os ruego, mujeres de Jerusalén,
    por las gacelas y cervatillas del bosque,
que no desveléis ni molestéis a mi amada
    hasta que ella quiera despertar.

Segundo Canto

La amada

¡La voz de mi amado!
    ¡Miradlo, aquí viene!
Saltando por las colinas,
    brincando por las montañas.
Mi amado es como un venado;
    se parece a un cervatillo.
¡Miradlo, de pie tras nuestro muro,
    espiando por las ventanas,
    atisbando por las celosías!

10 Mi amado me habló y me dijo:
«¡Levántate, amada mía;
    ven conmigo, mujer hermosa!
11 ¡Mira, el invierno se ha ido,
    y con él han cesado y se han ido las lluvias!
12 Ya brotan flores en los campos;
    ¡el tiempo de la canción ha llegado!
Ya se escucha por toda nuestra tierra
    el arrullo de las tórtolas.
13 La higuera ofrece ya sus primeros frutos,
    y las viñas en ciernes esparcen su fragancia.
¡Levántate, amada mía;
    ven conmigo, mujer hermosa!»

El amado

14 Paloma mía, que te escondes
    en las grietas de las rocas,
    en las hendiduras de las montañas,
muéstrame tu rostro,
    déjame oír tu voz;
pues tu voz es placentera
    y hermoso tu semblante.

El amado y la amada

15 Atrapad a las zorras,
    a esas zorras pequeñas
que arruinan nuestros viñedos,
    nuestros viñedos en flor.

La amada

16 Mi amado es mío, y yo soy suya;
    él apacienta su rebaño entre azucenas.
17 Antes de que el día despunte
    y se desvanezcan las sombras,
    regresa a mí, amado mío.
Corre como un venado,
    como un cervatillo
    por colinas escarpadas.[i]

Por las noches, sobre mi lecho,
    busco al amor de mi vida;
    lo busco y no lo hallo.
Me levanto, y voy por la ciudad,
    por sus calles y mercados,
buscando al amor de mi vida.
    ¡Lo busco y no lo hallo!

Me encuentran los centinelas
    mientras rondan la ciudad.
Les pregunto:
    «¿Habéis visto al amor de mi vida?»
Apenas los he dejado,
    cuando encuentro al amor de mi vida.
Lo abrazo y, sin soltarlo,
    lo llevo a la casa de mi madre,
    a la alcoba donde ella me concibió.

El amado

Yo os ruego, mujeres de Jerusalén,
    por las gacelas y cervatillas del bosque,
que no desveléis ni molestéis a mi amada
    hasta que ella quiera despertar.

Tercer Canto

El coro

¿Qué es eso que sube por el desierto
    semejante a una columna de humo,
entre aromas de mirra e incienso,
    entre exóticos perfumes?[j]
¡Mirad!
    ¡Es el carruaje de Salomón!
Viene escoltado por sesenta guerreros,
    escogidos entre los más valientes de Israel.
Todos ellos portan espadas,
    y han sido adiestrados para el combate;
cada uno lleva la espada al cinto
    a causa de los peligros de la noche.
Salomón mismo se hizo el carruaje
    con finas maderas del Líbano.
10 Hizo de plata las columnas,
    y de oro los soportes.
El asiento lo tapizó de púrpura,
    y su interior fue decorado con esmero
    por las hijas de Jerusalén.

11 ¡Salid, mujeres de Sión!
    ¡Contemplad al rey Salomón!
¡Lleva puesta la corona que le ciñó su madre
    el día en que contrajo matrimonio,
    el día en que se alegró su corazón!

El amado

¡Cuán bella eres, amada mía!
    ¡Cuán bella eres!
Tus ojos, tras el velo, son dos palomas.
Tus cabellos son como los rebaños de cabras
    que retozan en los montes de Galaad.
Tus dientes son como ovejas recién trasquiladas,
    que ascienden después de haber sido bañadas.
Cada una de ellas tiene su pareja;
    ninguna de ellas está sola.
Tus labios son cual cinta escarlata;
    tus palabras me tienen hechizado.
Tus mejillas, tras el velo,
    parecen dos mitades de granadas.
Tu cuello se asemeja a la torre de David,
    construida con piedras labradas;
de ella penden mil escudos,
    escudos de guerreros todos ellos.
Tus pechos parecen dos cervatillos,
    dos crías mellizas de gacela
    que pastan entre azucenas.
Antes de que el día despunte
    y se desvanezcan las sombras,
subiré a la montaña de la mirra,
    a la colina del incienso.

Toda tú eres bella, amada mía;
    no hay en ti defecto alguno.
Desciende del Líbano conmigo, novia mía;
    desciende del Líbano conmigo.
Baja de la cumbre del Amaná,
    de la cima del Senir y del Hermón.
Baja de las guaridas de los leones,
    de los montes donde habitan los leopardos.

Cautivaste mi corazón,
    hermana y novia mía,
    con una mirada de tus ojos;
con una vuelta de tu collar
    cautivaste mi corazón.
10 ¡Cuán delicioso es tu amor,
    hermana y novia mía!
¡Más agradable que el vino es tu amor,
    y más que toda especia
    la fragancia de tu perfume!
11 Tus labios, novia mía, destilan miel;
    leche y miel escondes bajo la lengua.
Cual fragancia del Líbano
    es la fragancia de tus vestidos.

12 Jardín cerrado eres tú,
    hermana y novia mía;
    ¡jardín cerrado, sellado manantial!
13 Tus pechos[k] son un huerto de granadas
    con frutos exquisitos,
    con flores de nardo y azahar;
14 con toda clase de árbol resinoso,[l]
    con nardo y azafrán,
    con cálamo y canela,
    con mirra y áloe,
    y con las más finas especias.
15 Eres fuente de los jardines,
    manantial de aguas vivas,
    ¡arroyo que del Líbano desciende!

La amada

16 ¡Viento del norte, despierta!
    ¡Viento del sur, ven acá!
Soplad en mi jardín;
    ¡esparcid vuestra fragancia!
Que venga mi amado a su jardín
    y pruebe sus frutos exquisitos.

El amado

He entrado ya en mi jardín,
    hermana y novia mía,
y en él recojo mirra y bálsamo;
    allí me sacio del panal y de su miel;
    allí bebo mi vino y mi leche.

Los amigos

¡Comed y bebed, amigos,
    y embriagaos de amor!

Cuarto Canto

La amada

Yo dormía, pero mi corazón velaba.
    ¡Y oí una voz!
    ¡Mi amado estaba a la puerta!

«Hermana, amada mía;
    preciosa paloma mía,
    ¡déjame entrar!
Mi cabeza está empapada de rocío;
    la humedad de la noche corre por mi pelo».

Ya me he quitado la ropa;
    ¡cómo volver a vestirme!
Ya me he lavado los pies;
    ¡cómo ensuciarlos de nuevo!

Mi amado pasó la mano
    por la abertura del cerrojo;
    ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!
Me levanté para abrir a mi amado;
    ¡gotas de mirra corrían por mis manos!
¡Se deslizaban entre mis dedos
    y caían sobre la aldaba!

Le abrí a mi amado,
    pero ya no estaba allí.
Se había marchado,
    y tras su voz se fue mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé.
    Lo llamé, y no me respondió.
Me encontraron los centinelas
    mientras rondaban la ciudad;
los que vigilan las murallas
    me hirieron, me golpearon;
    ¡me despojaron de mi manto!

Yo os ruego, mujeres de Jerusalén,
    que, si encontráis a mi amado,
    ¡le digáis que estoy enferma de amor!

El coro

Dinos, bella entre las bellas,
    ¿en qué aventaja tu amado a otros hombres?
¿En qué aventaja tu amado a otros hombres,
    que nos haces tales ruegos?

La amada

10 Mi amado es apuesto y trigueño,
    y entre diez mil hombres se le distingue.
11 Su cabeza es oro puro;
    su cabellera es ondulada
    y negra como un cuervo.
12 Sus ojos parecen palomas
    posadas junto a los arroyos,
bañadas en leche,
    engarzadas como joyas.
13 Sus mejillas son como lechos de bálsamo,
    como cultivos de aromáticas hierbas.
Sus labios son azucenas
    por las que fluye mirra.
14 Sus brazos son barras de oro
    engarzadas sobre topacios.
Su cuerpo es pulido marfil
    incrustado de zafiros.
15 Sus piernas son pilares de mármol
    que descansan sobre bases de oro puro.
Su porte es como el del Líbano,
    esbelto como sus cedros.
16 Su paladar es la dulzura misma;
    ¡todo él es un encanto!

¡Tal es mi amado, tal es mi amigo,
    mujeres de Jerusalén!

El coro

¿A dónde se ha ido tu amado,
    tú, bella entre las bellas?
¿Hacia dónde se ha encaminado?
    ¡Iremos contigo a buscarlo!

La amada

Mi amado ha bajado a su jardín,
    a los lechos de bálsamo,
para retozar en los jardines
    y recoger azucenas.
Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;
    él apacienta su rebaño entre azucenas.

Quinto Canto

El amado

Tú, amada mía, eres bella como Tirsá,
    encantadora como Jerusalén,
    majestuosa como las estrellas del cielo.
Aparta de mí la mirada,
    que tus ojos me tienen fascinado.
Tus cabellos son como los rebaños de cabras
    que retozan en Galaad.
Tus dientes son como rebaños de cabritas
    recién salidas del baño.
Cada una de ellas tiene su pareja,
    ninguna de ellas va sola.
Tus mejillas, tras el velo,
    parecen dos mitades de granadas.
Pueden ser sesenta las reinas,
    ochenta las concubinas
    e innumerables las vírgenes,
pero una sola es mi palomita preciosa,
    la hija consentida de su madre,
    la favorita de quien le dio la vida.
Las mujeres la ven y la bendicen;
    las reinas y las concubinas la alaban.

El coro

10 ¿Quién es esta, admirable como la aurora?
    ¡Es bella como la luna,
    radiante como el sol,
    majestuosa como las estrellas del cielo!

El amado

11 Descendí al huerto de los nogales
    para admirar los nuevos brotes en el valle,
para admirar los retoños de las vides
    y los granados en flor.
12 Sin darme cuenta, mi pasión me puso
    entre las carrozas reales de mi pueblo.[m]

Los amigos

13 Vuelve, Sulamita, vuelve;
    vuélvete a nosotros,
    ¡queremos contemplarte!

El amado

¿Y por qué han de contemplar a la Sulamita,
    como en las danzas de los campamentos?

¡Ah, princesa mía,
    cuán bellos son tus pies en las sandalias!
Las curvas de tus caderas son como alhajas
    labradas por hábil artesano.
Tu ombligo es una copa redonda,
    rebosante de buen vino.
Tu vientre es un monte de trigo
    rodeado de azucenas.
Tus pechos parecen dos cervatillos,
    dos crías mellizas de gacela.
Tu cuello parece torre de marfil.
Tus ojos son los manantiales de Hesbón,
    junto a la entrada de Bat Rabín.
Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano,
    que mira hacia Damasco.
Tu cabeza se yergue como la cumbre del Carmelo.
    Hilos de púrpura son tus cabellos;
    ¡con tus rizos has cautivado al rey!

Cuán bella eres, amor mío,
    ¡cuán encantadora en tus delicias!
Tu talle se asemeja al talle de la palmera,
    y tus pechos a sus racimos.
Me dije: «Treparé a la palmera;
    de sus racimos me adueñaré».
¡Sean tus pechos como racimos de uvas,
    tu aliento cual fragancia de manzanas,
    y como el buen vino tu boca!

La amada

¡Corra el vino hacia mi amado,
    y le resbale por labios y dientes![n]

10 Yo soy de mi amado,
    y él me busca con pasión.
11 Ven, amado mío;
    vayamos a los campos,
    pasemos la noche entre los azahares.
12 Vayamos temprano a los viñedos,
    para ver si han retoñado las vides,
si sus yemas se han abierto,
    y si ya florecen los granados.
    ¡Allí te brindaré mis caricias!

13 Las mandrágoras esparcen su fragancia,
    y hay a nuestras puertas
    toda clase de exquisitos frutos,
lo mismo nuevos que añejos,
    que he guardado para ti, amor mío.

¡Ah, si fueras mi propio hermano,
    criado a los pechos de mi madre!
Al encontrarte en la calle podría besarte,
    y nadie me juzgaría mal.
Tomándote de la mano,
    te llevaría a la casa de mi madre,
    y me enseñarías el arte del amor.
Te daría a beber vino con especias,
    y el néctar de mis granadas.

¡Ojalá pudiera mi cabeza
    reposar sobre su izquierda!
    ¡Ojalá su derecha me abrazara!

El amado

Yo os ruego, mujeres de Jerusalén,
    que no desveléis ni molestéis a mi amada,
    hasta que ella quiera despertar.

Sexto Canto

El coro

¿Quién es esta que sube por el desierto
    apoyada sobre el hombro de su amado?

El amado

Bajo el manzano te desperté;
    allí te concibió tu madre,
    allí mismo te dio a luz.

La amada

Grábame como un sello sobre tu corazón;
    llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el amor, como la muerte,
    y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
    es el fuego ardiente del amor.
Ni las muchas aguas pueden apagarlo,
    ni los ríos pueden extinguirlo.
Si alguien ofreciera todas sus riquezas
    a cambio del amor,
    solo conseguiría el desprecio.

El coro

Tan pequeña es nuestra hermana
    que no le han crecido los pechos.
¿Qué haremos por nuestra hermana
    cuando vengan a pedirla?
Si fuera una muralla,
    construiríamos sobre ella almenas de plata.
Si acaso fuera una puerta,
    la recubriríamos con paneles de cedro.

La amada

10 Una muralla soy yo,
    y mis pechos, sus dos torres.
Por eso a los ojos de mi amado
    soy como quien ha hallado la paz.

11 Salomón tenía una viña en Baal Jamón,
    que dejó al cuidado de aparceros.
Cada uno entregaba, por sus frutos,
    mil monedas[o] de plata.
12 ¡Quédate, Salomón, con las mil monedas,
    y vosotros, aparceros, con doscientas,
    pero mi viña solo a mí me pertenece!

El amado

13 Tú, que reinas en los jardines,
    pendientes de tu voz están nuestros amigos;
    ¡déjanos escucharla!

La amada

14 ¡Apresúrate, amado mío!
    ¡Corre como venado, como cervatillo,
    sobre los montes de bálsamo cubiertos!

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