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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Dios Habla Hoy (DHH)
Version
Salmos 45:15-69:21

15 (16) Avanzan con gran alegría;
alegres entran en el palacio del rey.

16 (17) Tus hijos, oh rey,
ocuparán el trono de tus antepasados,
y harás que gobiernen en todo el país.
17 (18) Yo haré que tu nombre se recuerde
en cada nueva generación,
y que los pueblos te alaben por siempre.

El Señor está con nosotros

(1) Del maestro de coro. Canto para flautas de los hijos de Coré.

46 (2) Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza;
nuestra ayuda en momentos de angustia.
(3) Por eso no tendremos miedo,
aunque se deshaga la tierra,
aunque se hundan los montes en el fondo del mar,
(4) aunque ruja el mar y se agiten sus olas,
aunque tiemblen los montes a causa de su furia.

(5) Un río alegra con sus brazos la ciudad de Dios,
la más santa de las ciudades del Altísimo.
(6) Dios está en medio de ella, y la sostendrá;
Dios la ayudará al comenzar el día.
(7) Las naciones rugen, los reinos tiemblan,
la tierra se deshace cuando él deja oír su voz.

    (8) ¡El Señor todopoderoso está con nosotros!
    ¡El Dios de Jacob es nuestro refugio!

(9) Vengan a ver las cosas sorprendentes
que el Señor ha hecho en la tierra:
(10) ha puesto fin a las guerras
hasta el último rincón del mundo;
ha roto los arcos,
ha hecho pedazos las lanzas,
¡ha prendido fuego a los carros de guerra!
10 (11) «¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!
¡Yo estoy por encima de las naciones!
¡Yo estoy por encima de toda la tierra!»

11     (12) ¡El Señor todopoderoso está con nosotros!
    ¡El Dios de Jacob es nuestro refugio!

Dios es el Rey de toda la tierra

(1) Del maestro de coro. Salmo de los hijos de Coré.

47 (2) ¡Aplaudan, pueblos todos!
¡Aclamen a Dios con gritos de alegría!
(3) Porque el Señor, el Altísimo, es terrible;
es el gran Rey de toda la tierra.
(4) Destrozó pueblos y naciones
y los sometió a nuestro yugo.
(5) Nos ha escogido nuestra herencia,
que es orgullo de Jacob, a quien amó.

(6) ¡Dios el Señor ha subido a su trono
entre gritos de alegría y toques de trompeta!
(7) ¡Canten, canten himnos a Dios!
¡Canten, canten himnos a nuestro Rey!
(8) ¡Canten un poema a Dios,
porque él es el Rey de toda la tierra!
(9) ¡Dios es el Rey de las naciones!
¡Dios está sentado en su santo trono!
(10a) Los hombres importantes de las naciones
se unen al pueblo del Dios de Abraham,
10 (10b) pues de Dios son los poderes del mundo.
¡Él está por encima de todo!

Grandeza de Sión, ciudad de Dios

(1) Cántico. Salmo de los hijos de Coré.

48 (2) ¡El Señor es grande!
¡Nuestro Dios es digno de alabanza
en su ciudad y en su santo monte!

(3) ¡Qué hermosa altura la del monte Sión,
allá, en el extremo norte!
¡Es la alegría de toda la tierra!
¡Es la ciudad del gran Rey!

(4) Dios está en los palacios de Jerusalén;
Dios se ha dado a conocer como un refugio seguro.
(5) Pues los reyes se reunieron
y juntos avanzaron contra ella;
(6) pero al ver la ciudad se sorprendieron,
se inquietaron y huyeron.
(7) El miedo se adueñó de ellos:
se retorcían de dolor, como mujer de parto;
(8) como el viento del este, que destroza los barcos de Tarsis.
(9) En la ciudad de nuestro Dios,
el Señor todopoderoso,
hemos visto con nuestros ojos
lo mismo que nos habían contado:
¡Dios afirmará para siempre a Jerusalén!

(10) Oh Dios,
en medio de tu templo
pensamos en tu gran amor.
10 (11) Oh Dios,
por toda la tierra eres alabado
como corresponde a tu nombre.
Con tu poder haces plena justicia.

11 (12) ¡Que se alegre el monte Sión!
¡Que salten de alegría las ciudades de Judá
por tus justas decisiones!

12 (13) Caminen alrededor de Sión
y cuenten las torres que tiene;
13 (14) fíjense en su muralla y en sus palacios,
para que puedan contar
a las generaciones futuras
14 (15) que así es nuestro Dios
por toda la eternidad.
¡Él es nuestro guía eternamente!

El dinero no lo es todo

(1) Del maestro de coro. Salmo de los hijos de Coré.

49 (2) Oigan bien esto,
pueblos y habitantes de todo el mundo,
(3) lo mismo los ricos que los pobres,
lo mismo los poderosos que los humildes.
(4) Voy a hablar con sabiduría
y expresaré pensamientos profundos;
(5) pondré atención a los refranes,
y diré mi secreto al son del arpa.

(6) ¿Por qué voy a tener miedo
cuando vengan los días malos,
cuando me encuentre rodeado
de la maldad de mis enemigos?
(7) Ellos confían en sus riquezas
y se jactan de sus muchos bienes,
(8) pero nadie puede salvarse a sí mismo
ni pagarle a Dios porque le salve la vida.
(9) ¡No hay dinero que pueda comprar la vida de un hombre,
(10) para que viva siempre y se libre de la muerte!
10 (11) Pues se ve que todos mueren por igual,
lo mismo los sabios que los tontos,
y se quedan para otros sus riquezas.
11 (12) Aunque dieron su nombre a sus tierras,
el sepulcro será su hogar eterno;
¡allí se quedarán para siempre!

12     (13) El hombre no es eterno, por muy rico que sea;
    muere lo mismo que los animales.

13 (14) Así acaban los que en sí mismos confían;
así terminan los que a sí mismos se alaban.
14 (15) Para esa gente, la muerte es el pastor
que los conduce al sepulcro
como si fueran ovejas.
Cuando llegue la mañana,
los buenos triunfarán sobre ellos;
su fuerza irá decayendo
y el sepulcro será su hogar.
15 (16) Pero Dios me salvará del poder de la muerte,
pues me llevará con él.

16 (17) No te inquietes si alguien se hace rico
y aumenta el lujo de su casa,
17 (18) pues cuando muera no podrá llevarse nada,
ni su lujo le seguirá al sepulcro.
18 (19) Aunque se sienta feliz mientras vive,
y la gente lo alabe por ser rico,
19 (20) llegará el día en que se muera,
y no volverá a ver la luz.

20     (21) El hombre no es eterno, por muy rico que sea;
    muere lo mismo que los animales.

Dios es un juez justo

(1a) Salmo de Asaf.

50 (1b) El Señor, el Dios de los dioses, ha hablado;
ha llamado a los que habitan la tierra
del oriente al occidente.
Dios resplandece desde Sión,
la ciudad de belleza perfecta.
Nuestro Dios viene, pero no en silencio:
delante de él, un fuego destructor;
a su alrededor, una fuerte tormenta.
Desde lo alto, Dios llama al cielo y a la tierra
a presenciar el juicio de su pueblo:

«Reúnan a los que me son fieles,
a los que han hecho una alianza conmigo
ofreciéndome un sacrificio.»
Y el cielo declara que Dios es juez justo.

«Escucha, Israel, pueblo mío;
voy a poner las cosas en claro contigo.
¡Yo soy Dios! ¡Yo soy tu Dios!
No te censuro por los sacrificios
y holocaustos que siempre me ofreces.
No te pido becerros de tu ganado
ni machos cabríos de tus corrales,
10 pues míos son todos los animales salvajes,
lo mismo que los ganados de las serranías;
11 mías son las aves de las montañas
y todo lo que bulle en el campo.
12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti,
pues el mundo es mío, con todo lo que hay en él.
13 ¿Acaso me alimento de carne de toros,
o bebo sangre de machos cabríos?
14 ¡Sea la gratitud tu ofrenda a Dios;
cumple al Altísimo tus promesas!
15 Llámame cuando estés angustiado;
yo te libraré, y tú me honrarás.»

16 Pero al malvado Dios le dice:
«¿Qué derecho tienes de citar mis leyes
o de mencionar mi alianza,
17 si no te agrada que yo te corrija
ni das importancia a mis palabras?
18 Al ladrón lo recibes con los brazos abiertos;
¡te juntas con gente adúltera!
19 Para el mal y para inventar mentiras
se te sueltan la lengua y los labios.
20 Calumnias a tu hermano;
¡contra tu propio hermano lanzas ofensas!
21 Todo esto has hecho, y me he callado;
pensaste que yo era igual que tú.
Pero voy a acusarte cara a cara,
¡voy a ajustarte las cuentas!

22 »Entiendan bien esto, ustedes que olvidan a Dios,
no sea que empiece yo a despedazarlos
y no haya quien los libre:
23 el que me ofrece su gratitud, me honra.
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!»

Oh Dios, ten compasión de mí

(1) Del maestro de coro. Salmo de David, (2) después que el profeta Natán lo reprendió por haber cometido adulterio con Betsabé.

51 (3) Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;
por tu gran ternura, borra mis culpas.
(4) ¡Lávame de mi maldad!
¡Límpiame de mi pecado!
(5) Reconozco que he sido rebelde;
mi pecado no se borra de mi mente.
(6) Contra ti he pecado, y sólo contra ti,
haciendo lo malo, lo que tú condenas.
Por eso tu sentencia es justa;
irreprochable tu juicio.

(7) En verdad, soy malo desde que nací;
soy pecador desde el seno de mi madre.
(8) En verdad, tú amas al corazón sincero,
y en lo íntimo me has dado sabiduría.
(9) Purifícame con hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
(10) Lléname de gozo y alegría;
alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado.
(11) Aleja de tu vista mis pecados
y borra todas mis maldades.

10 (12) Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!,
¡dame un espíritu nuevo y fiel!
11 (13) No me apartes de tu presencia
ni me quites tu santo espíritu.
12 (14) Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación;
sosténme con tu espíritu generoso,
13 (15) para que yo enseñe a los rebeldes tus caminos
y los pecadores se vuelvan a ti.
14 (16) Líbrame de cometer homicidios,
oh Dios, Dios de mi salvación,
y anunciaré con cantos que tú eres justo.

15 (17) Señor, abre mis labios,
y con mis labios te cantaré alabanzas.
16 (18) Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos;
yo te los daría, pero no es lo que te agrada.
17 (19) Las ofrendas a Dios son un espíritu dolido;
¡tú no desprecias, oh Dios, un corazón hecho pedazos!

18 (20) Haz bien a Sión, por tu buena voluntad;
vuelve a levantar los muros de Jerusalén.
19 (21) Entonces aceptarás los sacrificios requeridos,
las ofrendas y los holocaustos;
entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.

La inútil jactancia del malvado

(1) Del maestro de coro. Instrucción de David, (2) cuando Doeg el edomita fue a contarle a Saúl que David había estado en la casa de Ahimélec.

52 (3) ¿Por qué presumes de tu maldad, oh poderoso?
¡El amor de Dios es constante!
(4) Sólo piensas en hacer lo malo;
tu lengua es traicionera como un cuchillo afilado.
(5) Prefieres lo malo a lo bueno,
prefieres la mentira a la verdad.

(6) Lengua embustera,
prefieres las palabras destructivas;
(7) pero Dios también te destruirá para siempre:
te tomará y te echará de tu casa; te quitará la vida.

(8) Los que obedecen a Dios, verán esto y sentirán temor;
pero se burlarán de aquel hombre, diciendo:
(9) «Miren al que no busca protección en Dios;
al que confía en sus grandes riquezas
y persiste en su maldad.»
(10) Pero yo soy como un olivo verde
en el templo de Dios;
¡siempre confiaré en su amor!

(11) Oh Dios, siempre te daré gracias por lo que has hecho;
esperaré en ti delante de tus fieles,
porque eres bueno.

Perversión del hombre(A)

(1) Del maestro de coro, para la enfermedad. Instrucción de David.

53 (2) Los necios piensan que no hay Dios:
todos se han pervertido,
han hecho cosas malvadas;
¡no hay nadie que haga lo bueno!
(3) Desde el cielo, Dios mira a los hombres
para ver si hay alguien con entendimiento,
alguien que busque a Dios.
(4) Pero todos se han desviado,
todos por igual se han pervertido.
¡Ya no hay quien haga lo bueno!
¡No hay ni siquiera uno!

(5) No tienen entendimiento los malhechores,
los que se comen a mi pueblo como quien come pan,
los que no invocan el nombre de Dios.
(6) Aunque no haya razón para temblar,
ellos temblarán de miedo,
porque Dios esparce los huesos del enemigo.
Quedarán en ridículo, porque Dios los rechaza.

(7) ¡Ojalá que del monte Sión
venga la salvación de Israel!
Cuando Dios cambie la suerte de su pueblo,
se alegrarán los descendientes de Jacob,
todo el pueblo de Israel.

Oración en que se pide la ayuda de Dios

(1) Del maestro de coro, con instrumentos de cuerda. Instrucción de David, (2) cuando los habitantes de Zif fueron a decir a Saúl: «¿No se ha escondido David entre nosotros?»

54 (3) ¡Sálvame, Dios mío, por tu nombre!
¡Defiéndeme con tu poder!
(4) Escucha, Dios mío, mi oración;
presta oído a mis palabras,
(5) pues gente arrogante y violenta
se ha puesto en contra mía y quiere matarme.
¡No tienen presente a Dios!
(6) Sin embargo, Dios me ayuda;
el Señor me mantiene con vida.
5-6 (7-8) Él hará que la maldad de mis enemigos
se vuelva contra ellos mismos.

¡Destrúyelos, Señor, pues tú eres fiel!
Yo te ofreceré sacrificios voluntarios
y alabaré tu nombre, porque eres bueno,
(9) porque me has librado de todas mis angustias
y he visto vencidos a mis enemigos.

Oración de un perseguido

(1) Del maestro de coro, con instrumentos de cuerda. Instrucción de David.

55 (2) Dios mío, escucha mi oración;
no desatiendas mi súplica.
2-3 (3-4) Hazme caso, contéstame;
en mi angustia te invoco.
Me hacen temblar la voz del enemigo
y los gritos de los malvados.

Me han cargado de aflicciones;
me atacan rabiosamente.
(5) El corazón me salta en el pecho;
el terror de la muerte ha caído sobre mí.
(6) Me ha entrado un temor espantoso;
¡estoy temblando de miedo!
(7) Y digo:
«Ojalá tuviera yo alas como de paloma;
volaría entonces y podría descansar.
(8) Volando me iría muy lejos;
me quedaría a vivir en el desierto.
(9) Correría presuroso a protegerme
de la furia del viento y de la tempestad.»

(10) Destrúyelos, Señor, confunde su lenguaje,
pues tan sólo veo violencia y discordia,
10 (11) que día y noche rondan la ciudad.
Hay en ella maldad e intrigas;
hay en ella corrupción;
11 (12) sus calles están llenas de violencia y engaño.

12 (13) No me ha ofendido un enemigo,
lo cual yo podría soportar;
ni se ha alzado contra mí el que me odia,
de quien yo podría esconderme.
13 (14) ¡Has sido tú, mi propio camarada,
mi más íntimo amigo,
14 (15) con quien me reunía en el templo de Dios
para conversar amigablemente,
con quien caminaba entre la multitud!

15 (16) ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos!
¡Que caigan vivos en el sepulcro,
pues la maldad está en su corazón!

16 (17) Pero yo clamaré a Dios;
el Señor me salvará.
17 (18) Me quejaré y lloraré
mañana, tarde y noche,
y él escuchará mi voz.
18 (19) En las batallas me librará;
me salvará la vida,
aunque sean muchos mis adversarios.

19 (20) Dios, el que reina eternamente,
me oirá y los humillará,
pues ellos no cambian de conducta
ni tienen temor de Dios.
20 (21) Levantan la mano contra sus amigos;
no cumplen su promesa de amistad.
21 (22) Usan palabras más suaves que la mantequilla,
pero sus pensamientos son de guerra.
Usan palabras más suaves que el aceite,
pero no son sino espadas afiladas.

22 (23) Deja tus preocupaciones al Señor,
y él te mantendrá firme;
nunca dejará que caiga
el hombre que lo obedece.

23 (24) Dios mío,
los asesinos y mentirosos no vivirán
ni la mitad de su vida;
tú harás que caigan al fondo del sepulcro,
pero yo confío en ti.

Confío en Dios y alabo su palabra

(1) Del maestro de coro, según la melodía de «La paloma de los dioses lejanos». Poema de David, cuando los filisteos lo capturaron en Gat.

56 (2) Ten compasión de mí, Dios mío,
pues hay gente que me persigue;
a todas horas me atacan y me oprimen.
(3) A todas horas me persiguen mis enemigos;
son muchos los que me atacan con altanería.

    (4) Cuando tengo miedo, confío en ti.
    (5) Confío en Dios y alabo su palabra;
    confío en Dios y no tengo miedo.
    ¿Qué me puede hacer el hombre?

(6) A todas horas me hieren con palabras;
sólo piensan en hacerme daño.
(7) Andan escondiéndose aquí y allá,
siguiéndome los pasos,
esperando el momento de matarme.

(8) ¿Acaso escaparán de su propia maldad?
Oh, Dios, humilla a los pueblos con tu enojo.
(9) Tú llevas la cuenta de mis huidas;
tú recoges cada una de mis lágrimas.
¿Acaso no las tienes anotadas en tu libro?
(10) Mis enemigos se pondrán en retirada
cuando yo te pida ayuda.
Yo sé muy bien que Dios está de mi parte.

10     (11) Confío en Dios y alabo su palabra;
    confío en el Señor y alabo su palabra;
11     (12) confío en Dios y no tengo miedo.
    ¿Qué me puede hacer el hombre?

12 (13) Las promesas que te hice, oh Dios,
te las cumpliré con alabanzas,
13 (14) porque me has salvado de la muerte,
porque me has librado de caer,
a fin de que yo ande en la luz de la vida,
en la presencia de Dios.

Oración en que se pide la ayuda divina(B)

(1) Del maestro de coro. «No destruyas». Poema de David, cuando huyó de Saúl y se escondió en la cueva.

57 (2) Ten compasión de mí, Dios mío, ten compasión de mí,
pues en ti busco protección.
Quiero protegerme debajo de tus alas
hasta que el peligro haya pasado.
(3) Voy a clamar al Dios altísimo,
al Dios que en todo me ayuda.
(4) Él enviará desde el cielo su amor y su verdad,
y me salvará de quienes con rabia me persiguen.

(5) Tendido estoy, por el suelo,
entre leones que se comen a la gente;
sus dientes son como lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

    (6) Dios mío, tú estás por encima del cielo.
    ¡Tu gloria llena toda la tierra!

(7) Mis enemigos me pusieron una trampa
para doblegar mi ánimo;
hicieron un hoyo a mi paso,
pero ellos mismos cayeron en él.

(8) Mi corazón está dispuesto, Dios mío,
mi corazón está dispuesto a cantarte himnos.
(9) Despierta, alma mía;
despierten, arpa y salterio;
¡despertaré al nuevo día!
(10) Te alabaré con himnos, Señor,
en medio de pueblos y naciones.
10 (11) Pues tu amor es grande hasta los cielos;
tu lealtad alcanza al cielo azul.

11     (12) Dios mío, tú estás por encima del cielo.
    ¡Tu gloria llena toda la tierra!

Clamor de justicia

(1) Del maestro de coro. «No destruyas». Poema de David.

58 (2) Ustedes, los poderosos,
¿en verdad dictan sentencias justas
y juzgan rectamente a los hombres?
(3) Al contrario, actúan con mala intención;
abren camino a la violencia en el país.

(4) Los malvados se pervierten desde el vientre;
los mentirosos se descarrían desde antes de nacer.
(5) Son venenosos como víboras;
son como una serpiente venenosa
que se hace la sorda, que se tapa los oídos
(6) para no oír la música del mago,
del experto en encantamientos.

(7) Dios mío, ¡rómpeles los dientes!
Señor, ¡rómpeles los colmillos a esos leones!
(8) Que desaparezcan, como el agua que se escurre;
que se sequen, como la hierba del camino;
(9) que se deshagan, como el caracol en su baba,
¡como el niño abortado que nunca vio la luz!,
(10) que ardan como espinos antes que se den cuenta;
que sean arrancados con furia, como hierba verde.

10 (11) El que es fiel se alegrará de verse vengado;
¡empapará sus pies en la sangre del malvado!
11 (12) Y entonces se dirá:
«¡Vale la pena ser fiel!
¡Hay un Dios que juzga al mundo!»

El Señor es nuestro protector

(1) Del maestro de coro. «No destruyas». Poema de David, cuando Saúl ordenó que vigilaran la casa de David para darle muerte.

59 (2) Dios mío, líbrame de mis enemigos;
ponme a salvo de mis agresores.
(3) Líbrame de los malhechores,
sálvame de los asesinos,
(4) porque hay hombres poderosos
que esperan el momento de matarme.

Señor, no he sido rebelde ni he pecado;
(5) no he hecho nada malo,
y, sin embargo, se apresuran a atacarme.
¡Despierta! ¡Ven a mi encuentro y mira!
(6) Tú, Señor,
Dios todopoderoso, Dios de Israel,
despierta y castiga a esos paganos;
no tengas compasión de esos malvados traidores.
(7) Regresan por la noche, ladrando como perros,
y rondan la ciudad.
(8) Echando espuma por la boca,
dicen con tono hiriente:
«¡No hay nadie que nos oiga!»

(9) Pero tú, Señor, te ríes de ellos;
tú te burlas de esos paganos.
(10) En ti estaré protegido, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección.
10 (11) El Dios que me ama vendrá a mi encuentro;
me hará ver la derrota de mis enemigos.

11 (12) No les tengas compasión,
para que mi pueblo lo tenga presente;
dispérsalos con tu poder, y humíllalos.
¡El Señor es nuestro protector!

12 (13) Pecan en todo lo que dicen;
¡pues que sean presa de su propio orgullo
y de sus falsos juramentos!
13 (14) ¡Acábalos, acábalos con tu enojo!
¡Que dejen de existir!
¡Que se sepa que Dios es Rey
en Jacob y hasta lo último de la tierra!
14-15 (15-16) Cuando vuelvan por la noche ladrando como perros,
y ronden la ciudad en busca de comida,
aullarán por no encontrar suficiente.

16 (17) En cuanto a mí, te cantaré por la mañana;
anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder.
Pues tú has sido mi protección,
mi refugio en momentos de angustia.
17 (18) A ti cantaré himnos, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección;
¡tú eres el Dios que me ama!

Oración en que se pide la ayuda divina(C)

(1) Del maestro de coro, según la melodía de «Los lirios del testimonio». Poema didáctico de David, (2) cuando salió a luchar contra los arameos de Naharaim y de Sobá, y Joab, al volver, derrotó a doce mil hombres de Edom en el Valle de la Sal.

60 (3) En tu enojo, oh Dios, nos has abandonado,
nos has deshecho;
¡devuélvenos ahora nuestra fuerza!
(4) Hiciste que la tierra temblara y se abriera;
¡cierra ahora sus grietas, pues se desmorona!
(5) Has hecho pasar a tu pueblo duras pruebas,
nos has dado un vino que enloquece.
(6) Diste a los que te honran la señal
para que escaparan de las flechas.
(7) ¡Respóndenos, sálvanos con tu poder!
¡Libera a los que amas!

(8) Dios ha dicho en su santuario:
«¡Con qué alegría dividiré Siquem
y repartiré el valle de Sucot!
(9) Galaad y Manasés me pertenecen;
Efraín es el casco que cubre mi cabeza;
Judá es mi bastón de mando;
(10) Moab es la palangana en que me lavo;
sobre Edom arrojaré mi sandalia;
¡gritaré de triunfo sobre los filisteos!»

(11) ¿Quién me llevará a la ciudad amurallada?
¿Quién me guiará hasta Edom?
10 (12) Pues tú, oh Dios, nos has rechazado;
¡no sales ya con nuestras tropas!
11 (13) Ayúdanos contra el enemigo,
pues nada vale la ayuda del hombre.
12 (14) Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas;
¡él aplastará a nuestros enemigos!

Confianza en la protección de Dios

(1) Del maestro de coro, con instrumentos de cuerda. De David.

61 (2) Dios mío, escucha mis gritos de dolor,
¡atiende a mi oración!
(3) Desde el último rincón de la tierra clamo a ti,
pues mi corazón desfallece.
Ponme a salvo sobre una alta roca,
(4) pues tú eres mi refugio.
¡Eres como una torre fuerte
que me libra del enemigo!
(5) Quiero vivir en tu casa para siempre,
protegido debajo de tus alas.
(6) Tú, Dios mío, has escuchado mis promesas,
y me has dado la herencia
de los que honran tu nombre.

(7) Concédele al rey una larga vida;
que viva muchos, muchísimos años,
(8) y que reine siempre con tu bendición.
Cuídalo con tu amor y fidelidad;
(9) así alabaré tu nombre en todo tiempo
y cumpliré mis promesas día tras día.

Dios, el único refugio

(1) Del maestro de coro. De Jedutún. Salmo de David.

    62 (2) Sólo en Dios encuentro paz;
    mi salvación viene de él.
    (3) Sólo él me salva y me protege.
    No caeré, porque él es mi refugio.

(4) ¿Hasta cuándo me atacarán ustedes
y tratarán de echarme abajo,
cual si fuera una pared que se derrumba
o una cerca a punto de caer al suelo?
(5) Sólo piensan en derribarme;
su mayor placer es la mentira.
Me alaban con los labios,
pero me maldicen con el pensamiento.

    (6) Sólo en Dios encuentro paz;
    pues mi esperanza viene de él.
    (7) Sólo él me salva y me protege.
    No caeré, porque él es mi refugio.

(8) De Dios dependen mi salvación y mi honor;
él es mi protección y mi refugio.
(9) ¡Pueblo mío, confía siempre en él!
¡Háblenle en oración con toda confianza!
¡Dios es nuestro refugio!

(10) El hombre es pura ilusión,
tanto el pobre como el rico;
si en una balanza los pesaran juntos,
pesarían menos que nada.
10 (11) No confíen en la violencia;
¡no se endiosen con el pillaje!
Si llegan a ser ricos,
no pongan su confianza en el dinero.

11-12 (12-13) Más de una vez he escuchado
esto que Dios ha dicho:
que el poder y el amor le pertenecen,
y que él recompensa a cada uno
conforme a lo que haya hecho.

Dios, satisfacción del hombre

(1) Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

63 (2) ¡Dios mío, tú eres mi Dios!
Con ansias te busco, pues tengo sed de ti;
mi ser entero te desea,
cual tierra árida, sedienta, sin agua.
(3) ¡Quiero verte en tu santuario,
y contemplar tu poder y tu gloria,
(4) pues tu amor vale más que la vida!
Con mis labios te alabaré;
(5) toda mi vida te bendeciré,
y a ti levantaré mis manos en oración.
(6) Quedaré muy satisfecho,
como el que disfruta de un banquete delicioso,
y mis labios te alabarán con alegría.

(7) Por las noches, ya acostado,
te recuerdo y pienso en ti;
(8) pues tú eres quien me ayuda.
¡Soy feliz bajo tus alas!
(9) Mi vida entera está unida a ti;
tu mano derecha no me suelta.
(10) Los que tratan de matarme
caerán al fondo del sepulcro;
10 (11) ¡morirán a filo de espada
y serán devorados por los lobos!
11 (12) Pero el rey se alegrará en Dios;
cantarán alabanzas todos los que juran por él,
pero a los que mienten se les tapará la boca.

Oración pidiendo la protección de Dios

(1) Del maestro de coro. Salmo de David.

64 (2) Dios mío, escucha mi queja;
protege mi vida de terribles enemigos.
(3) Escóndeme de los malvados
y de sus planes secretos;
líbrame de la conspiración de los malvados,
(4) que afilan su lengua como espada
y lanzan como flechas palabras venenosas.

(5) Desde su escondite disparan contra el inocente;
disparan por sorpresa y sin temor.
(6) Se animan entre sí a hacer lo malo;
planean poner trampas escondidas
y piensan que nadie podrá verlos,
(7) que nadie investigará sus maldades.

Pero aquel que puede conocer
los pensamientos más íntimos del hombre,
hará la investigación.
(8) Dios los herirá con sus flechas,
los herirá por sorpresa;
(9) caerán por sus propias palabras,
y quienes los vean se burlarán de ellos.
(10) Todos entonces honrarán a Dios
y hablarán de sus acciones;
comprenderán lo que él ha hecho.
10 (11) El hombre bueno se alegrará en el Señor
y buscará protección en él,
y todos los hombres honrados
se sentirán satisfechos.

Dios es digno de alabanza

(1) Del maestro de coro. Salmo y cántico de David.

65 (2) Oh Dios de Sión,
¡tú eres digno de alabanza!,
¡tú mereces que te cumplan lo prometido,
(3) pues escuchas la oración!

Todo el mundo viene a ti.
(4) Nuestras maldades nos dominan,
pero tú perdonas nuestros pecados.
(5) Feliz el hombre a quien escoges
y lo llevas a vivir cerca de ti,
en las habitaciones de tu templo.
¡Que seamos colmados con lo mejor de tu casa,
con la santidad de tu templo!

(6) Dios y Salvador nuestro,
tú nos respondes
con maravillosos actos de justicia;
la tierra entera confía en ti,
y también el mar lejano;
(7) tú mantienes firmes las montañas
con tu poder y tu fuerza.
(8) Tú calmas el estruendo de las olas
y el alboroto de los pueblos;
(9) aun los que habitan en lejanas tierras
tiemblan ante tus maravillas;
por ti hay gritos de alegría
del oriente al occidente.
(10) Tú tienes cuidado de la tierra;
le envías lluvia y la haces producir;
tú, con arroyos caudalosos,
haces crecer los trigales.
¡Así preparas el campo!
10 (11) Tú empapas los surcos de la tierra
y nivelas sus terrones;
ablandas la tierra con lluvias abundantes
y bendices sus productos.
11 (12) Tú colmas el año de bendiciones,
tus nubes derraman abundancia;
12 (13) los pastos del desierto están verdes
y los montes se visten de gala;
13 (14) los llanos se cubren de rebaños,
los valles se revisten de trigales;
¡todos cantan y gritan de alegría!

Tus obras son maravillosas

(1a) Del maestro de coro. Salmo, cántico.

66 (1b) Canten a Dios con alegría,
habitantes de toda la tierra;
canten himnos a su glorioso nombre;
cántenle gloriosas alabanzas.
Díganle a Dios:
«Tus obras son maravillosas.
Por tu gran poder
tus enemigos caen aterrados ante ti;
todo el mundo te adora
y canta himnos a tu nombre.»

Vengan a ver las obras de Dios,
las maravillas que ha hecho por los hombres:
convirtió el mar en tierra seca,
y nuestros antepasados cruzaron el río a pie;
¡alegrémonos en Dios!
Con su poder, gobierna para siempre;
vigila su mirada a las naciones,
para que los rebeldes
no se levanten contra él.

¡Naciones, bendigan a nuestro Dios!,
¡hagan resonar himnos de alabanza!
Porque nos ha mantenido con vida;
no nos ha dejado caer.

10 Dios nuestro, tú nos has puesto a prueba,
¡nos has purificado como a la plata!
11 Nos has hecho caer en la red;
nos cargaste con un gran peso.
12 Dejaste que un cualquiera nos pisoteara;
hemos pasado a través de agua y fuego,
pero al fin nos has dado respiro.

13 Entraré en tu templo y te ofreceré holocaustos;
así cumpliré mis promesas,
14 las promesas que te hice
cuando me hallaba en peligro.
15 Te presentaré holocaustos de animales engordados;
te ofreceré toros y machos cabríos,
y sacrificios de carneros.

16 ¡Vengan todos ustedes,
los que tienen temor de Dios!
¡Escuchen, que voy a contarles
lo que ha hecho por mí!
17 Con mis labios y mi lengua
lo llamé y lo alabé.
18 Si yo tuviera malos pensamientos,
el Señor no me habría escuchado;
19 ¡pero él me escuchó y atendió mis oraciones!

20 ¡Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni me negó su amor!

¡Que te alaben todos los pueblos!

(1) Del maestro de coro, con instrumentos de cuerda. Salmo y cántico.

67 (2) Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
(3) para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación.

    (4) Oh Dios,
    que te alaben los pueblos;
    ¡que todos los pueblos te alaben!

(5) Que las naciones griten de alegría,
pues tú gobiernas los pueblos con justicia;
¡tú diriges las naciones del mundo!

    (6) Oh Dios,
    que te alaben los pueblos;
    ¡que todos los pueblos te alaben!

(7) La tierra ha dado su fruto;
¡nuestro Dios nos ha bendecido!
(8) ¡Que Dios nos bendiga!
¡Que le rinda honor el mundo entero!

La marcha triunfal de Israel

(1) Del maestro de coro. Salmo y cántico de David.

68 (2) Cuando Dios entra en acción,
sus enemigos se dispersan;
los que le odian huyen de su presencia;
(3) desaparecen como el humo en el aire,
se derriten como la cera en el fuego;
¡ante Dios están perdidos los malvados!
(4) Pero los buenos se alegran;
ante Dios se llenan de gozo,
¡saltan de alegría!

(5) Canten ustedes a Dios,
canten himnos a su nombre;
alaben al que cabalga sobre las nubes.
¡Alégrense en el Señor!
¡Alégrense en su presencia!
(6) Dios, que habita en su santo templo,
es padre de los huérfanos
y defensor de las viudas;
(7) Dios da a los solitarios un hogar donde vivir,
libera a los prisioneros y les da prosperidad;
pero los rebeldes vivirán en tierra estéril.

(8) Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo
marchando a través del desierto,
(9) la tierra tembló,
la lluvia cayó del cielo,
el Sinaí tembló delante de Dios,
delante del Dios de Israel.
(10) Oh Dios, tú hiciste llover en abundancia;
tu pueblo estaba agotado, y tú le diste fuerza.
10 (11) Tu pueblo se estableció allí
y tú, oh Dios, por tu bondad,
le diste al pobre lo necesario.

11 (12) El Señor dio un mensaje;
muchas mujeres lo anunciaban:
12 (13) «¡Están huyendo los reyes y sus ejércitos!»
En casa, las mujeres se repartían
lo que se le había quitado al enemigo,
13 (14) pero ustedes se quedaron entre los rediles.
¡Alas de paloma cubiertas de plata!
¡Sus plumas cubiertas de oro fino!
14 (15) Cuando el Todopoderoso hizo huir a los reyes,
nevaba sobre el monte Salmón.

15 (16) ¡Qué altos son los montes de Basán,
y qué elevadas sus cumbres!
16 (17) Ustedes, que son montes tan altos,
¿por qué miran con envidia
el monte donde Dios quiso residir?
¡El Señor vivirá allí para siempre!

17 (18) Dios cuenta por millones sus carros de combate;
del Sinaí vino en ellos a su templo.
18 (19) Oh Dios, subiste a lo alto llevando cautivos;
recibiste tributo entre los hombres
y hasta los rebeldes se rindieron a ti, Señor.

19 (20) ¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador,
que día tras día lleva nuestras cargas!
20 (21) Nuestro Dios es un Dios que salva
y que puede librarnos de la muerte.
21 (22) Dios partirá la cabeza de sus enemigos,
la cabeza de los que siguen pecando.

22 (23) El Señor ha dicho:
«Te haré volver de Basán;
te haré volver del mar profundo,
23 (24) para que bañes tus pies
en la sangre de tus enemigos
y tus perros se la beban.»

24 (25) Oh Dios, mi Dios y Rey,
en tu santuario se ven las procesiones
que celebran en tu honor.
25 (26) Los cantores van al frente
y los músicos detrás,
y en medio las jovencitas
van tocando panderetas.
26 (27) ¡Bendigan todos ustedes a Dios el Señor!
¡Bendígalo todo Israel reunido!
27 (28) Al frente de ellos va Benjamín, el menor,
con muchos jefes de Judá,
de Zabulón y de Neftalí.

28 (29) Dios mío, demuestra tu poder;
¡reafirma lo que has hecho por nosotros!
29 (30) Desde tu alto templo, en Jerusalén,
adonde los reyes te traen regalos,
30 (31) reprende a Egipto, a esa bestia de los juncos,
a esa manada de toros bravos y de becerros
que en su afán de riquezas humillan a los pueblos;
¡dispersa a la gente que ama la guerra!
31 (32) De Egipto vendrán embajadores;
Etiopía levantará sus manos a Dios.

32 (33) ¡Canten a Dios, reinos de la tierra,
canten himnos al Señor,
33 (34) al que cabalga en los cielos,
en los cielos eternos!
Escuchen cómo resuena su voz,
su voz poderosa.
34 (35) Reconozcan el poder de Dios:
su majestad se extiende sobre Israel,
su poder alcanza el cielo azul.
35 (36) Maravilloso es Dios en su santuario;
el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo.

¡Bendito sea Dios!

Un grito de angustia

(1) Del maestro de coro, según la melodía de «Los lirios». De David.

69 (2) Sálvame, Dios mío,
porque estoy a punto de ahogarme;
(3) me estoy hundiendo en un pantano profundo
y no tengo dónde apoyar los pies.
He llegado a lo más hondo del agua
y me arrastra la corriente.
(4) Ya estoy ronco de tanto gritar;
la garganta me duele;
¡mis ojos están cansados
de tanto esperar a mi Dios!
(5) Son más los que me odian sin motivo
que los pelos de mi cabeza;
han aumentado mis enemigos,
los que sin razón me destruyen
y me exigen que devuelva lo que no he robado.

(6) Dios mío, tú sabes cuán necio he sido;
no puedo esconderte mis pecados.
(7) Señor, Dios todopoderoso,
¡que no pasen vergüenza por mi culpa
los que confían en ti!
Dios de Israel,
¡que no se decepcionen por mi causa
los que con ansia te buscan!
(8) Por ti he soportado ofensas;
mi cara se ha cubierto de vergüenza;
(9) ¡soy como un extraño y desconocido
para mis propios hermanos!

(10) Me consume el celo por tu casa;
en mí han recaído las ofensas
de los que te insultan.
10 (11) Cuando lloro y ayuno, se burlan de mí;
11 (12) si me visto de luto, soy el hazmerreír de todos.
12 (13) Ando de boca en boca,
y los borrachos me hacen canciones.

13 (14) Pero yo, Señor, a ti clamo.
Dios mío, ¡ayúdame ahora!
Por tu gran amor, ¡respóndeme!
Por tu constante ayuda, ¡sálvame!
14 (15) ¡No dejes que me hunda en el lodo!
¡Ponme a salvo de los que me odian
y de las aguas profundas!
15 (16) ¡No dejes que me arrastre la corriente!
¡No dejes que el profundo remolino
me trague y se cierre tras de mí!

16 (17) Señor, respóndeme;
¡tú eres bueno y todo amor!
Por tu inmensa ternura, fíjate en mí;
17 (18) ¡no rechaces a este siervo tuyo!
¡Respóndeme pronto, que estoy en peligro!
18 (19) Acércate a mí, y sálvame;
¡líbrame de mis enemigos!
19 (20) Tú conoces las ofensas,
la vergüenza y la deshonra que he sufrido;
tú sabes quiénes son mis enemigos.
20 (21) Las ofensas me han roto el corazón;
¡estoy sin ánimo y sin fuerzas!
Inútilmente he buscado
quien me consuele y compadezca.
21 (22) En mi comida pusieron veneno,
y cuando tuve sed me dieron a beber vinagre.

Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.