Bible in 90 Days
La señal de Jonás(A)
16 Los fariseos y los saduceos fueron a ver a Jesús y, para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios.
2 Pero Jesús les contestó: «Por la tarde dicen ustedes: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo”; 3 y por la mañana dicen: “Hoy va a hacer mal tiempo, porque el cielo está rojo y nublado.” Pues si ustedes saben interpretar tan bien el aspecto del cielo, ¿cómo es que no saben interpretar las señales de estos tiempos? 4 Esta gente malvada e infiel pide una señal milagrosa; pero no va a dársele más señal que la de Jonás.»
Y los dejó, y se fue.
La levadura de los fariseos(B)
5 Cuando los discípulos pasaron al otro lado del lago, se olvidaron de llevar pan. 6 Entonces Jesús les dijo:
—Miren, cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Los discípulos comentaban unos con otros:
—¡No trajimos pan!
8 Jesús se dio cuenta, y les dijo:
—¿Por qué dicen que no tienen pan? ¡Qué poca fe tienen ustedes! 9 ¿Todavía no entienden, ni se acuerdan de los cinco panes que repartí entre cinco mil hombres, y cuántas canastas recogieron? 10 ¿Ni se acuerdan tampoco de los siete panes que repartí entre cuatro mil, y cuántas canastas recogieron? 11 ¿Cómo no se dan cuenta ustedes de que yo no estaba hablando del pan? Cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
12 Entonces comprendieron que Jesús no les había dicho que se cuidaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos.
Pedro declara que Jesús es el Mesías(C)
13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14 Ellos contestaron:
—Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.
15 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.
16 Simón Pedro le respondió:
—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces Jesús le dijo:
—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. 18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.
20 Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Jesús anuncia su muerte(D)
21 A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. 22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:
—¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar!
23 Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
—¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres.
24 Luego Jesús dijo a sus discípulos:
—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará. 26 ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? 27 Porque el Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho. 28 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean al Hijo del hombre venir a reinar.
La transfiguración de Jesús(E)
17 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y se fue aparte con ellos a un cerro muy alto. 2 Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su cara brillaba como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto vieron a Moisés y a Elías conversando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
5 Mientras Pedro estaba hablando, una nube luminosa se posó sobre ellos, y de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido: escúchenlo.»
6 Al oír esto, los discípulos se postraron con la cara en tierra, llenos de miedo. 7 Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo:
—Levántense; no tengan miedo.
8 Y cuando miraron, ya no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
9 Mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó:
—No cuenten a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.
10 Los discípulos preguntaron entonces a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías ha de venir primero?
11 Y Jesús contestó:
—Es cierto que Elías viene primero, y que él lo arreglará todo. 12 Pero yo les digo que Elías ya vino, y que ellos no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a sufrir a manos de ellos.
13 Entonces los discípulos se dieron cuenta de que Jesús les estaba hablando de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho que tenía un demonio(F)
14 Cuando llegaron a donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús, y arrodillándose delante de él le dijo:
15 —Señor, ten compasión de mi hijo, porque le dan ataques y sufre terriblemente; muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Aquí se lo traje a tus discípulos, pero no han podido sanarlo.
17 Jesús contestó:
—¡Oh gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho.
18 Entonces Jesús reprendió al demonio y lo hizo salir del muchacho, que quedó sano desde aquel momento.
19 Después los discípulos hablaron aparte con Jesús, y le preguntaron:
—¿Por qué no pudimos nosotros expulsar el demonio?
20 Jesús les dijo:
—Porque ustedes tienen muy poca fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, le dirían a este cerro: “Quítate de aquí y vete a otro lugar”, y el cerro se quitaría. Nada les sería imposible.
Jesús anuncia por segunda vez su muerte(G)
22 Mientras andaban juntos por la región de Galilea, Jesús les dijo:
—El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, 23 y lo matarán; pero al tercer día resucitará.
Esta noticia los llenó de tristeza.
El pago del impuesto para el templo
24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm, los que cobraban el impuesto para el templo fueron a ver a Pedro, y le preguntaron:
—¿Tu maestro no paga el impuesto para el templo?
25 —Sí, lo paga —contestó Pedro.
Luego, al entrar Pedro en la casa, Jesús le habló primero, diciendo:
—¿Tú qué opinas, Simón? ¿A quiénes cobran impuestos y contribuciones los reyes de este mundo: a sus propios súbditos o a los extranjeros?
26 Pedro le contestó:
—A los extranjeros.
Jesús añadió:
—Así pues, los propios súbditos no tienen que pagar nada. 27 Pero, para no servir de tropiezo a nadie, vete al lago, echa el anzuelo y saca el primer pez que pique. En su boca encontrarás una moneda, que será suficiente para pagar mi impuesto y el tuyo; llévala y págalos.
¿Quién es el más importante?(H)
18 En aquella misma ocasión los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2 Jesús llamó entonces a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo:
—Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4 El más importante en el reino de los cielos es el que se humilla y se vuelve como este niño. 5 Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.
El peligro de caer en pecado(I)
6 »A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello. 7 ¡Qué malo es para el mundo que haya tantas incitaciones al pecado! Tiene que haberlas, pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!
8 »Por eso, si tu mano o tu pie te hacen caer en pecado, córtatelos y échalos lejos de ti; es mejor que entres en la vida manco o cojo, y no que con tus dos manos y tus dos pies seas arrojado al fuego eterno. 9 Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que entres en la vida con un solo ojo, y no que con tus dos ojos seas arrojado al fuego del infierno.
La parábola de la oveja perdida(J)
10 »No desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos están mirando siempre el rostro de mi Padre celestial.
12 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿acaso no dejará las otras noventa y nueve en el monte, para ir a buscar la oveja extraviada? 13 Y si logra encontrarla, de seguro se alegrará más por esa oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar al hermano(K)
15 »Si tu hermano te hace algo malo, habla con él a solas y hazle reconocer su falta. Si te hace caso, ya has ganado a tu hermano. 16 Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, para que toda acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos. 17 Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, entonces habrás de considerarlo como un pagano o como uno de esos que cobran impuestos para Roma.
18 »Les aseguro que lo que ustedes aten aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que ustedes desaten aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.
19 »Esto les digo: Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo se lo dará. 20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21 Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
—Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete?
22 Jesús le contestó:
—No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
La parábola del funcionario que no quiso perdonar
23 »Por esto, sucede con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. 24 Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones. 25 Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que quedara pagada la deuda. 26 El funcionario se arrodilló delante del rey, y le rogó: “Tenga usted paciencia conmigo y se lo pagaré todo.” 27 Y el rey tuvo compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad.
28 »Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: “¡Págame lo que me debes!” 29 El compañero, arrodillándose delante de él, le rogó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.” 30 Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda. 31 Esto dolió mucho a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido. 32 Entonces el rey lo mandó llamar, y le dijo: “¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. 33 Pues tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.” 34 Y tanto se enojó el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía.
35 Jesús añadió:
—Así hará también con ustedes mi Padre celestial, si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano.
Jesús enseña sobre el divorcio(L)
19 Después de decir estas cosas, Jesús se fue de Galilea y llegó a la región de Judea que está al oriente del Jordán. 2 Mucha gente lo siguió, y allí sanó a los enfermos.
3 Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron:
—¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa por un motivo cualquiera?
4 Jesús les contestó:
—¿No han leído ustedes en la Escritura que el que los creó en el principio, “hombre y mujer los creó”? 5 Y dijo: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.” 6 Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
7 Ellos le preguntaron:
—¿Por qué, pues, mandó Moisés darle a la esposa un certificado de divorcio, y despedirla así?
8 Jesús les dijo:
—Precisamente por lo tercos que son ustedes, Moisés les permitió divorciarse de su esposa; pero al principio no fue de esa manera. 9 Yo les digo que el que se divorcia de su esposa, a no ser en el caso de una unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.
10 Le dijeron sus discípulos:
—Si éste es el caso del hombre en relación con su esposa, no conviene casarse.
11 Jesús les contestó:
—No todos pueden comprender esto, sino únicamente aquellos a quienes Dios les ha dado que lo comprendan. 12 Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse: unos ya nacen incapacitados para el matrimonio, a otros los incapacitan los hombres, y otros viven como incapacitados por causa del reino de los cielos. El que pueda entender esto, que lo entienda.
Jesús bendice a los niños(M)
13 Llevaron unos niños a Jesús, para que pusiera sobre ellos las manos y orara por ellos; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. 14 Entonces Jesús dijo:
—Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos.
15 Puso las manos sobre los niños, y se fue de aquel lugar.
Un joven rico habla con Jesús(N)
16 Un joven fue a ver a Jesús, y le preguntó:
—Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna?
17 Jesús le contestó:
—¿Por qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos.
18 —¿Cuáles? —preguntó el joven.
Y Jesús le dijo:
—“No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, 19 honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.”
20 —Todo eso ya lo he cumplido —dijo el joven—. ¿Qué más me falta?
21 Jesús le contestó:
—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.
22 Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico.
23 Jesús dijo entonces a sus discípulos:
—Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Les repito que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios.
25 Al oírlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26 Jesús los miró y les contestó:
—Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.
27 Pedro le dijo entonces:
—Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido. ¿Qué vamos a recibir?
28 Jesús les respondió:
—Les aseguro que cuando llegue el tiempo en que todo sea renovado, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o terrenos, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. 30 Pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.
La parábola de los trabajadores del viñedo
20 »Sucede con el reino de los cielos como con el dueño de una finca, que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viñedo. 2 Se arregló con ellos para pagarles el salario de un día, y los mandó a trabajar a su viñedo. 3 Volvió a salir como a las nueve de la mañana, y vio a otros que estaban en la plaza desocupados. 4 Les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar a mi viñedo, y les daré lo que sea justo.” Y ellos fueron. 5 El dueño salió de nuevo a eso del mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. 6 Alrededor de las cinco de la tarde volvió a la plaza, y encontró en ella a otros que estaban desocupados. Les preguntó: “¿Por qué están ustedes aquí todo el día sin trabajar?” 7 Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado.” Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar a mi viñedo.”
8 »Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: “Llama a los trabajadores, y págales comenzando por los últimos que entraron y terminando por los que entraron primero.” 9 Se presentaron, pues, los que habían entrado a trabajar alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el salario completo de un día. 10 Después, cuando les tocó el turno a los que habían entrado primero, pensaron que iban a recibir más; pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día. 11 Al cobrarlo, comenzaron a murmurar contra el dueño, 12 diciendo: “Éstos, que llegaron al final, trabajaron solamente una hora, y usted les ha pagado igual que a nosotros, que hemos aguantado el trabajo y el calor de todo el día.” 13 Pero el dueño contestó a uno de ellos: “Amigo, no te estoy haciendo ninguna injusticia. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? 14 Pues toma tu paga y vete. Si yo quiero darle a éste que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, 15 es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O es que te da envidia que yo sea bondadoso?”
16 »De modo que los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.
Jesús anuncia por tercera vez su muerte(O)
17 Jesús, yendo ya de camino a Jerusalén, llamó aparte a sus doce discípulos y les dijo:
18 —Como ustedes ven, ahora vamos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte 19 y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de él, lo golpeen y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará.
Jesús responde a la madre de Santiago y Juan(P)
20 La madre de los hijos de Zebedeo, junto con sus hijos, se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él para pedirle un favor. 21 Jesús le preguntó:
—¿Qué quieres?
Ella le dijo:
—Manda que en tu reino uno de mis hijos se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 Jesús contestó:
—Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber el trago amargo que voy a beber yo?
Ellos dijeron:
—Podemos.
23 Jesús les respondió:
—Ustedes beberán este trago amargo, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo, sino que se les dará a aquellos para quienes mi Padre lo ha preparado.
24 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó, y les dijo:
—Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás; 27 y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. 28 Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud.
Jesús sana a dos ciegos(Q)
29 Al salir ellos de Jericó, mucha gente siguió a Jesús. 30 Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
31 La gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más todavía:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
32 Entonces Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó:
—¿Qué quieren que haga por ustedes?
33 Ellos le contestaron:
—Señor, que recobremos la vista.
34 Jesús tuvo compasión de ellos, y les tocó los ojos. En el mismo momento los ciegos recobraron la vista, y siguieron a Jesús.
Jesús entra en Jerusalén(R)
21 Cuando ya estaban cerca de Jerusalén y habían llegado a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 diciéndoles:
—Vayan a la aldea que está enfrente. Allí encontrarán una burra atada, y un burrito con ella. Desátenla y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, díganle que el Señor los necesita y que en seguida los devolverá.
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el profeta, cuando escribió:
5 «Digan a la ciudad de Sión:
“Mira, tu Rey viene a ti,
humilde, montado en un burro,
en un burrito, cría de una bestia de carga.”»
6 Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. 7 Llevaron la burra y su cría, echaron sus capas encima de ellos, y Jesús montó. 8 Había mucha gente. Unos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que cortaban de los árboles. 9 Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban:
—¡Hosana al Hijo del rey David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!
10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó, y muchos preguntaban:
—¿Quién es éste?
11 Y la gente contestaba:
—Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
Jesús purifica el templo(S)
12 Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero a la gente, y los puestos de los que vendían palomas; 13 y les dijo:
—En las Escrituras se dice: “Mi casa será declarada casa de oración”, pero ustedes están haciendo de ella una cueva de ladrones.
14 Se acercaron a Jesús en el templo los ciegos y los cojos, y él los sanó. 15 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron los milagros que hacía, y oyeron que los niños gritaban en el templo: «¡Hosana al Hijo del rey David!», se enojaron 16 y dijeron a Jesús:
—¿Oyes lo que ésos están diciendo?
Jesús les contestó:
—Sí, lo oigo. Pero ¿no han leído ustedes la Escritura que habla de esto? Dice:
“Con los cantos de los pequeños,
de los niñitos de pecho,
has dispuesto tu alabanza.”
17 Entonces los dejó, y se fue de la ciudad a Betania, donde pasó la noche.
Jesús maldice la higuera sin fruto(T)
18 Por la mañana, cuando volvía a la ciudad, Jesús sintió hambre. 19 Vio una higuera junto al camino y se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo a la higuera:
—¡Nunca más vuelvas a dar fruto!
Y al instante la higuera se secó. 20 Al ver lo ocurrido, los discípulos se maravillaron y preguntaron a Jesús:
—¿Cómo es que la higuera se secó al instante?
21 Jesús les contestó:
—Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no solamente podrán hacer esto que le hice a la higuera, sino que aun si a este cerro le dicen: “Quítate de ahí y arrójate al mar”, así sucederá. 22 Y todo lo que ustedes, al orar, pidan con fe, lo recibirán.
La autoridad de Jesús(U)
23 Después de esto, Jesús entró en el templo. Mientras estaba allí, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, y le preguntaron:
—¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?
24-25 Jesús les contestó:
—Yo también les voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juan a bautizar, Dios o los hombres? Si ustedes me responden, yo les diré con qué autoridad hago esto.
Comenzaron a discutir unos con otros: «Si respondemos que Dios lo envió, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” 26 Y no podemos decir que fueron los hombres, porque tenemos miedo de la gente, ya que todos creen que Juan era un profeta.» 27 Así que respondieron a Jesús:
—No lo sabemos.
Entonces él les contestó:
—Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago esto.
La parábola de los dos hijos
28 Jesús les preguntó:
—¿Qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: “Hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo.” 29 El hijo le contestó: “¡No quiero ir!” Pero después cambió de parecer, y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Éste contestó: “Sí, señor, yo iré.” Pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?
—El primero —contestaron ellos.
Y Jesús les dijo:
—Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. 32 Porque Juan el Bautista vino a enseñarles el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; en cambio, esos cobradores de impuestos y esas prostitutas sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron todo esto, no cambiaron de actitud para creerle.
La parábola de los labradores malvados(V)
33 »Escuchen otra parábola: El dueño de una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. 35 Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a otro. 36 El dueño volvió a mandar más criados que al principio; pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.
37 »Por fin mandó a su propio hijo, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” 38 Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.” 39 Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
40 »Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará con esos labradores?
41 Le contestaron:
—Matará sin compasión a esos malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
42 Jesús entonces les dijo:
—¿Nunca han leído ustedes las Escrituras? Dicen:
“La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo hizo el Señor,
y estamos maravillados.”
43 Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha. 44 En cuanto a la piedra, cualquiera que caiga sobre ella quedará hecho pedazos; y si la piedra cae sobre alguien, lo hará polvo.
45 Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oír las parábolas que Jesús contaba, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Quisieron entonces arrestarlo, pero tenían miedo, porque la gente creía que Jesús era un profeta.
La parábola del banquete de bodas(W)
22 Jesús comenzó a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo:
2 «Sucede con el reino de los cielos como con un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo. 3 Mandó a sus criados que fueran a llamar a los invitados, pero éstos no quisieron asistir. 4 Volvió a mandar otros criados, encargándoles: “Digan a los invitados que ya tengo preparada la comida. Mandé matar mis reses y animales engordados, y todo está listo; que vengan al banquete.” 5 Pero los invitados no hicieron caso. Uno de ellos se fue a sus terrenos, otro se fue a sus negocios, 6 y los otros agarraron a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. 7 Entonces el rey se enojó mucho, y ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. 8 Luego dijo a sus criados: “El banquete está listo, pero aquellos invitados no merecían venir. 9 Vayan, pues, ustedes a las calles principales, e inviten al banquete a todos los que encuentren.” 10 Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y así la sala se llenó de gente.
11 »Cuando el rey entró a ver a los invitados, se fijó en un hombre que no iba vestido con traje de boda. 12 Le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no traes traje de boda?” Pero el otro se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: “Átenlo de pies y manos y échenlo a la oscuridad de afuera. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.” 14 Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.»
La pregunta sobre los impuestos(X)
15 Después de esto, los fariseos fueron y se pusieron de acuerdo para hacerle decir a Jesús algo que les diera motivo para acusarlo. 16 Así que mandaron a algunos de sus partidarios, junto con otros del partido de Herodes, a decirle:
—Maestro, sabemos que tú dices la verdad, y que enseñas de veras el camino de Dios, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. 17 Danos, pues, tu opinión: ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no?
18 Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:
—Hipócritas, ¿por qué me tienden trampas? 19 Enséñenme la moneda con que se paga el impuesto.
Le trajeron un denario, 20 y Jesús les preguntó:
—¿De quién es ésta cara y el nombre que aquí está escrito?
21 Le contestaron:
—Del emperador.
Jesús les dijo entonces:
—Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.
22 Cuando oyeron esto, se quedaron admirados; y dejándolo, se fueron.
La pregunta sobre la resurrección(Y)
23 Aquel mismo día, algunos saduceos fueron a ver a Jesús. Alegaban que no hay resurrección de los muertos, así que le presentaron este caso:
24 —Maestro, Moisés dijo que si alguien muere sin dejar hijos, su hermano deberá tomar por esposa a la viuda, para darle hijos al hermano que murió. 25 Pues bien, aquí, entre nosotros, había una vez siete hermanos. El primero se casó, y murió. Como no tuvo hijos, dejó su viuda al segundo hermano. 26 Lo mismo le pasó al segundo, y después al tercero, y así hasta el séptimo hermano. 27 Después de todos murió también la mujer. 28 Pues bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete hermanos será esposa esta mujer, si todos estuvieron casados con ella?
29 Jesús les contestó:
—¡Qué equivocados están, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios! 30 Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo. 31 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído ustedes que Dios mismo dijo: 32 “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? ¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos!
33 Al oír esto, la gente se quedó admirada de las enseñanzas de Jesús.
El mandamiento más importante(Z)
34 Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos, 35 y uno, que era maestro de la ley, para tenderle una trampa, le preguntó:
36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37 Jesús le dijo:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” 38 Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. 39 Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” 40 En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas.
¿De quién desciende el Mesías?(AA)
41 Mientras los fariseos todavía estaban reunidos, 42 Jesús les preguntó:
—¿Qué piensan ustedes del Mesías? ¿De quién desciende?
Le contestaron:
—Desciende de David.
43 Entonces les dijo Jesús:
—¿Pues cómo es que David, inspirado por el Espíritu, lo llama Señor? Porque David dijo:
44 “El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”
45 ¿Cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo lo llama Señor?
46 Nadie pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.
Jesús denuncia a los fariseos y a los maestros de la ley(AB)
23 Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la ley y los fariseos enseñan con la autoridad que viene de Moisés. 3 Por lo tanto, obedézcanlos ustedes y hagan todo lo que les digan; pero no sigan su ejemplo, porque ellos dicen una cosa y hacen otra. 4 Atan cargas tan pesadas que es imposible soportarlas, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. 5 Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar en la frente y en los brazos porciones de las Escrituras escritas en anchas tiras, y ponerse ropas con grandes borlas. 6 Quieren tener los mejores lugares en las comidas y los asientos de honor en las sinagogas, 7 y desean que la gente los salude con todo respeto en la calle y que los llame maestros.
8 »Pero ustedes no deben pretender que la gente los llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un Maestro. 9 Y no llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre: el que está en el cielo. 10 Ni deben pretender que los llamen guías, porque Cristo es su único Guía. 11 El más grande entre ustedes debe servir a los demás. 12 Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
13 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cierran la puerta del reino de los cielos para que otros no entren. Y ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo.
15 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorren tierra y mar para ganar un adepto, y cuando lo han logrado, hacen de él una persona dos veces más merecedora del infierno que ustedes mismos.
16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Quien hace una promesa jurando por el templo, no se compromete a nada; pero si jura por el oro del templo, entonces sí queda comprometido.” 17 ¡Tontos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro, o el templo por cuya causa el oro queda consagrado? 18 También dicen ustedes: “Quien hace una promesa jurando por el altar, no se compromete a nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre el altar, entonces sí queda comprometido.” 19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante: la ofrenda, o el altar por cuya causa la ofrenda queda consagrada? 20 El que jura por el altar, no está jurando solamente por el altar, sino también por todo lo que hay encima; 21 y el que jura por el templo, no está jurando solamente por el templo, sino también por Dios, que vive allí. 22 Y el que jura por el cielo, está jurando por el trono de Dios, y a la vez por Dios, que se sienta en él.
23 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro. 24 ¡Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!
25 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpian por fuera el vaso y el plato, pero no les importa llenarlos con el robo y la avaricia. 26 ¡Fariseo ciego: primero limpia por dentro el vaso, y así quedará limpio también por fuera!
27 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados, bien arreglados por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muertos y de toda clase de impureza. 28 Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
29 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, 30 y luego dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados, no habríamos tomado parte en la muerte de los profetas.” 31 Ya con esto, ustedes mismos reconocen que son descendientes de los que mataron a los profetas. 32 ¡Terminen de hacer, pues, lo que sus antepasados comenzaron!
33 »¡Serpientes! ¡Raza de víboras! ¿Cómo van a escapar del castigo del infierno? 34 Por esto yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. Pero ustedes matarán y crucificarán a algunos de ellos, y a otros los golpearán en las sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. 35 Así que sobre ustedes caerá el castigo por toda la sangre inocente que ha sido derramada desde Abel el justo hasta Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes mataron entre el santuario y el altar. 36 Les aseguro que el castigo por todo esto caerá sobre la gente de hoy.
Jesús llora por Jerusalén(AC)
37 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste! 38 Pues miren, el hogar de ustedes va a quedar abandonado; 39 y les digo que, a partir de este momento, no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
Jesús anuncia que el templo será destruido(AD)
24 Jesús salió del templo, y ya se iba, cuando sus discípulos se acercaron y comenzaron a atraer su atención a los edificios del templo. 2 Jesús les dijo:
—¿Ven ustedes todo esto? Pues les aseguro que aquí no va a quedar ni una piedra sobre otra. Todo será destruido.
Señales antes del fin(AE)
3 Luego se fueron al Monte de los Olivos. Jesús se sentó, y los discípulos se le acercaron para preguntarle aparte:
—Queremos que nos digas cuándo va a ocurrir esto. ¿Cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo?
4 Jesús les contestó:
—Tengan cuidado de que nadie los engañe. 5 Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. 6 Ustedes tendrán noticias de que hay guerras aquí y allá; pero no se asusten, pues así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin. 7 Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá hambres y terremotos en muchos lugares. 8 Pero todo eso apenas será el comienzo de los dolores.
9 »Entonces los entregarán a ustedes para que los maltraten; y los matarán, y todo el mundo los odiará por causa mía. 10 En aquel tiempo muchos renegarán de su fe, y se odiarán y se traicionarán unos a otros. 11 Aparecerán muchos falsos profetas, y engañarán a mucha gente. 12 Habrá tanta maldad, que la mayoría dejará de tener amor hacia los demás. 13 Pero el que siga firme hasta el fin, se salvará. 14 Y esta buena noticia del reino será anunciada en todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan; entonces vendrá el fin.
15 »El profeta Daniel escribió acerca del horrible sacrilegio. Cuando ustedes lo vean en el Lugar santo —el que lee, entienda—, 16 entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; 17 y el que esté en la azotea de su casa, que no baje a sacar nada; 18 y el que esté en el campo, que no regrese ni aun a recoger su ropa. 19 ¡Pobres mujeres aquellas que en tales días estén embarazadas o tengan niños de pecho! 20 Pidan ustedes a Dios que no hayan de huir en el invierno ni en sábado; 21 porque habrá entonces un sufrimiento tan grande como nunca lo ha habido desde el comienzo del mundo ni lo habrá después. 22 Y si Dios no acortara ese tiempo, no se salvaría nadie; pero lo acortará por amor a los que ha escogido.
23 »Si entonces alguien les dice a ustedes: “Miren, aquí está el Mesías”, o “Miren, allí está”, no lo crean. 24 Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas; y harán grandes señales y milagros, para engañar, a ser posible, hasta a los que Dios mismo ha escogido. 25 Ya se lo he advertido a ustedes de antemano. 26 Por eso, si les dicen: “Miren, allí está, en el desierto”, no vayan; o si les dicen: “Miren, aquí está escondido”, no lo crean. 27 Porque como un relámpago que se ve brillar de oriente a occidente, así será cuando regrese el Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
El regreso del Hijo del hombre(AF)
29 »Tan pronto como pasen aquellos días de sufrimiento, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales temblarán. 30 Entonces se verá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y llenos de terror todos los pueblos del mundo llorarán, y verán al Hijo del hombre que viene en las nubes del cielo con gran poder y gloria. 31 Y él mandará a sus ángeles con una gran trompeta, para que reúnan a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales, desde un extremo del cielo hasta el otro.
32 »Aprendan esta enseñanza de la higuera: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y brotan sus hojas, se dan cuenta ustedes de que ya el verano está cerca. 33 De la misma manera, cuando vean todo esto, sepan que el Hijo del hombre ya está a la puerta. 34 Les aseguro que todo esto sucederá antes que muera la gente de este tiempo. 35 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras no dejarán de cumplirse.
36 »En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre.
37 »Como sucedió en tiempos de Noé, así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. 38 En aquellos tiempos antes del diluvio, y hasta el día en que Noé entró en la barca, la gente comía y bebía y se casaba. 39 Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así sucederá también cuando regrese el Hijo del hombre. 40 En aquel momento, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado. 41 De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra será dejada.
42 »Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor. 43 Pero sepan esto, que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto y no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. 44 Por eso, ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
El criado fiel y el criado infiel(AG)
45 »¿Quién es el criado fiel y atento, a quien su amo deja encargado de los de su casa, para darles de comer a su debido tiempo? 46 Dichoso el criado a quien su amo, cuando llega, lo encuentra cumpliendo con su deber. 47 Les aseguro que el amo lo pondrá como encargado de todos sus bienes. 48 Pero si ese criado es un malvado, y pensando que su amo va a tardar 49 comienza a maltratar a los otros criados, y se junta con borrachos a comer y beber, 50 el día que menos lo espere y a una hora que no sabe, llegará su amo 51 y lo castigará, condenándolo a correr la misma suerte que los hipócritas. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.
La parábola de las diez muchachas
25 »Sucederá entonces con el reino de los cielos como lo que sucedió en una boda: diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. 2 Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. 3 Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; 4 en cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. 5 Como el novio tardaba en llegar, les dio sueño a todas, y por fin se durmieron. 6 Cerca de la medianoche, se oyó gritar: “¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” 7 Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas. 8 Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.” 9 Pero las muchachas previsoras contestaron: “No, porque así no alcanzará ni para nosotras ni para ustedes. Más vale que vayan a donde lo venden, y compren para ustedes mismas.” 10 Pero mientras aquellas cinco muchachas fueron a comprar aceite, llegó el novio, y las que habían sido previsoras entraron con él en la boda, y se cerró la puerta. 11 Después llegaron las otras muchachas, diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” 12 Pero él les contestó: “Les aseguro que no las conozco.”
13 »Manténganse ustedes despiertos —añadió Jesús—, porque no saben ni el día ni la hora.
La parábola del dinero(AH)
14 »Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. 15 A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje. 16 El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. 17 Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18 Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.
19 »Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. 20 Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.” 21 El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.” 22 Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.” 23 El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”
24 »Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. 25 Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.” 26 El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, 27 deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.” 28 Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. 29 Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 30 Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.”
El juicio de las naciones
31 »Cuando el Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. 32 La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. 34 Y dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. 35 Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. 36 Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme.” 37 Entonces los justos preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿O cuándo te vimos con sed, y te dimos de beber? 38 ¿O cuándo te vimos como forastero, y te dimos alojamiento, o sin ropa, y te la dimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” 40 El Rey les contestará: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.”
41 »Luego el Rey dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43 anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme.” 44 Entonces ellos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?” 45 El Rey les contestará: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron.” 46 Ésos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Conspiración para arrestar a Jesús(AI)
26 Cuando Jesús terminó toda su enseñanza, dijo a sus discípulos:
2 —Como ustedes saben, dentro de dos días es la fiesta de la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
3 Por aquel tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se reunieron en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote, 4 e hicieron planes para arrestar a Jesús mediante algún engaño, y matarlo. 5 Pero decían:
—No durante la fiesta, para que no se alborote la gente.
Una mujer derrama perfume sobre Jesús(AJ)
6 Jesús estaba en Betania, en casa de Simón, al que llamaban el leproso; 7 en esto se le acercó una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de un perfume muy caro. Mientras Jesús estaba a la mesa, ella le derramó el perfume sobre la cabeza. 8 Los discípulos, al verlo, se enojaron y comenzaron a decir:
—¿Por qué se desperdicia esto? 9 Pudo haberse vendido por mucho dinero, para ayudar a los pobres.
10 Jesús lo oyó, y les dijo:
—¿Por qué molestan a esta mujer? Ha hecho una obra buena conmigo. 11 Pues a los pobres los tendrán siempre entre ustedes, pero a mí no siempre me van a tener. 12 Lo que ha hecho esta mujer, al derramar el perfume sobre mi cuerpo, es prepararme para mi entierro. 13 Les aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie esta buena noticia, se hablará también de lo que hizo esta mujer, y así será recordada.
Judas traiciona a Jesús(AK)
14 Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo:
—¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús?
Ellos le pagaron treinta monedas de plata. 16 Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús.
La Cena del Señor(AL)
17 El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
18 Él les contestó:
—Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: “El Maestro dice: Mi hora está cerca, y voy a tu casa a celebrar la Pascua con mis discípulos.”
19 Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y prepararon la cena de Pascua.
20 Cuando llegó la noche, Jesús estaba a la mesa con los doce discípulos; 21 y mientras comían, les dijo:
—Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.
22 Ellos se pusieron muy tristes, y comenzaron a preguntarle uno tras otro:
—Señor, ¿acaso seré yo?
23 Jesús les contestó:
—Uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme. 24 El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras; pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Hubiera sido mejor para él no haber nacido.
25 Entonces Judas, el que lo estaba traicionando, le preguntó:
—Maestro, ¿acaso seré yo?
—Tú lo has dicho —contestó Jesús.
26 Mientras comían, Jesús tomó en sus manos el pan y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a los discípulos, diciendo:
—Tomen y coman, esto es mi cuerpo.
27 Luego tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, se la pasó a ellos, diciendo:
—Beban todos ustedes de esta copa, 28 porque esto es mi sangre, con la que se confirma la alianza, sangre que es derramada en favor de muchos para perdón de sus pecados. 29 Pero les digo que no volveré a beber de este producto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
Jesús anuncia que Pedro lo negará(AM)
30 Después de cantar los salmos, se fueron al Monte de los Olivos. 31 Y Jesús les dijo:
—Todos ustedes van a perder su fe en mí esta noche. Así lo dicen las Escrituras: “Mataré al pastor, y las ovejas se dispersarán.” 32 Pero cuando yo resucite, los volveré a reunir en Galilea.
33 Pedro le contestó:
—Aunque todos pierdan su fe en ti, yo no la perderé.
34 Jesús le dijo:
—Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me negarás tres veces.
35 Pedro afirmó:
—Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
Y todos los discípulos decían lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní(AN)
36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo:
—Siéntense aquí, mientras yo voy allí a orar.
37 Y se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse muy triste y angustiado. 38 Les dijo:
—Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos conmigo.
39 En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y oró diciendo: «Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
40 Luego volvió a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro:
—¿Ni siquiera una hora pudieron ustedes mantenerse despiertos conmigo? 41 Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles.
42 Por segunda vez se fue, y oró así: «Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad.»
43 Cuando volvió, encontró otra vez dormidos a los discípulos, porque sus ojos se les cerraban de sueño. 44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Entonces regresó a donde estaban los discípulos, y les dijo:
—¿Siguen ustedes durmiendo y descansando? Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46 Levántense, vámonos; ya se acerca el que me traiciona.
Arrestan a Jesús(AO)
47 Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, ése es; arréstenlo.» 49 Así que, acercándose a Jesús, dijo:
—¡Buenas noches, Maestro!
Y lo besó. 50 Jesús le contestó:
—Amigo, adelante con tus planes.
Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.
51 En eso, uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:
—Guarda tu espada en su lugar. Porque todos los que pelean con la espada, también a espada morirán. 53 ¿No sabes que yo podría rogarle a mi Padre, y él me mandaría ahora mismo más de doce ejércitos de ángeles? 54 Pero en ese caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, que dicen que debe suceder así?
55 En seguida Jesús preguntó a la gente:
—¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. 56 Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que dijeron los profetas en las Escrituras.
En aquel momento, todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron.
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