Bible in 90 Days
22 Nunca hables de tomar venganza;
confía en el Señor, y él te hará triunfar.
23 El Señor aborrece el uso de pesas falsas;
las balanzas falsas son reprobables.
24 El Señor dirige los pasos del hombre;
nadie conoce su propio destino.
25 Es peligroso que el hombre le prometa algo a Dios
y que después reconsidere su promesa.
26 El rey sabio aleja de sí a los malvados
y los aplasta bajo una rueda.
27 El espíritu que Dios ha dado al hombre
es luz que alumbra lo más profundo de su ser.
28 El rey se mantiene seguro en su trono
cuando practica el amor y la verdad.
29 El orgullo de los jóvenes está en su fuerza;
la honra de los ancianos, en sus canas.
30 La maldad se cura con golpes y heridas;
los golpes hacen sanar la conciencia.
21 La mente del rey, en manos del Señor,
sigue, como los ríos, el curso que el Señor quiere.
2 Al hombre le parece bien todo lo que hace,
pero el Señor es quien juzga las intenciones.
3 Practica la rectitud y la justicia,
pues Dios prefiere eso a los sacrificios.
4 Ojos altivos, mente orgullosa;
la luz de los malvados es pecado.
5 Los planes bien meditados dan buen resultado;
los que se hacen a la ligera causan la ruina.
6 Las riquezas que se obtienen por medio de mentiras
son ilusión pasajera de los que buscan la muerte.
7 A los malvados los destruirá su propia violencia,
por no haber querido practicar la justicia.
8 La conducta del malvado es torcida e insegura;
las acciones del hombre honrado son limpias.
9 Más vale vivir en el borde de la azotea,
que en una amplia mansión con una mujer pendenciera.
10 El malvado sólo piensa en hacer el mal;
jamás mira con bondad a sus semejantes.
11 Del castigo al insolente, el imprudente aprende;
el sabio aprende con la sola explicación.
12 El Dios justo observa la casa del malvado,
y entrega a los malvados a la ruina.
13 El que no atiende a los ruegos del pobre
tampoco obtendrá respuesta cuando pida ayuda.
14 El regalo hecho con discreción
calma aun el enojo más fuerte.
15 Cuando se hace justicia, el justo se alegra,
y a los malhechores les llega la ruina.
16 El que no sigue una conducta prudente,
irá a parar entre los muertos.
17 El que se entrega al placer, el vino y los perfumes,
terminará en la pobreza.
18 El hombre falso y malvado
sufrirá en lugar del justo y honrado.
19 Vale más vivir en el desierto
que con una mujer irritable y pendenciera.
20 En casa del sabio hay riquezas y perfumes,
pero el necio gasta todo lo que tiene.
21 El que busca ser recto y leal,
encuentra vida y honor.
22 El sabio ataca una ciudad bien defendida,
y acaba con el poder en que ella confiaba.
23 El que tiene cuidado de lo que dice,
nunca se mete en aprietos.
24 Pedante, orgulloso e insolente se le llama
al que actúa con demasiada pedantería.
25 De deseos se muere el perezoso,
porque sus manos no quieren trabajar;
26 todo el día se lo pasa deseando.
El justo, en cambio, da sin tacañerías.
27 El Señor aborrece las ofrendas de los malvados,
porque las ofrecen con malas intenciones.
28 El testigo falso será destruido;
pero quien sabe escuchar, siempre podrá responder.
29 El malvado aparenta seguridad;
el honrado está seguro de su conducta.
30 Ante el Señor no hay sabiduría que valga,
ni inteligencia ni buenas ideas.
31 El hombre prepara el caballo para entrar en batalla,
pero el Señor es quien da la victoria.
22 Vale más tener buena fama y reputación,
que abundancia de oro y plata.
2 El rico y el pobre tienen algo en común:
a los dos los ha creado el Señor.
3 El prudente ve el peligro y lo evita;
el imprudente sigue adelante y sufre el daño.
4 La humildad y la reverencia al Señor
traen como premio riquezas, honores y vida.
5 El camino del malvado está lleno de trampas;
pero el que tiene cuidado de su propia vida, las evita.
6 Dale buena educación al niño de hoy,
y el viejo de mañana jamás la abandonará.
7 Entre los pobres, el rico es rey;
entre los deudores, el prestamista.
8 El que siembra maldad, cosechará calamidades;
¡el Señor lo destruirá con el cetro de su furia!
9 El que mira a otros con bondad, será bendecido
por compartir su pan con los pobres.
10 Despedido el insolente, se va la discordia
y se acaban los pleitos y las ofensas.
11 El rey aprecia al de corazón sincero,
y brinda su amistad al que habla con gracia.
12 El Señor vigila atentamente al sabio
y desmiente las afirmaciones del mentiroso.
13 Para no trabajar, el perezoso pretexta
que en la calle hay un león que lo quiere matar.
14 Los labios de la adúltera son un pozo profundo
donde caen los que el Señor maldice.
15 La necedad es parte de las ideas juveniles,
pero se quita cuando se corrige con golpes.
16 El que para enriquecerse oprime al pobre
o le da al rico, terminará en la pobreza.
Los treinta dichos de los sabios
17 Presta toda tu atención a los dichos de los sabios;
concéntrate en lo que te enseño.
18 Te agradará guardarlos en tu memoria
y poder repetirlos todos juntos.
19 Hoy te los hago saber
para que pongas tu confianza en el Señor.
20 Yo te he escrito treinta dichos
que contienen consejos y conocimientos,
21 para enseñarte a conocer la verdad,
para que puedas dar un fiel informe a quien te pregunte.
- 1 -
22 No abuses del pobre por ser pobre,
ni oprimas ante los jueces al indefenso,
23 pues el Señor saldrá en su defensa
y oprimirá a quienes los opriman.
- 2 -
24 No te hagas amigo ni compañero
de gente violenta y malhumorada,
25 no sea que aprendas sus malas costumbres
y te eches la soga al cuello.
- 3 -
26 Nunca te hagas responsable
de las deudas de otra persona,
27 pues si no tienes con qué pagar,
hasta la cama te quitarán.
- 4 -
28 No cambies de lugar los linderos
establecidos por tus antepasados.
- 5 -
29 El que hace bien su trabajo,
estará al servicio de reyes
y no de gente insignificante.
- 6 -
23 Cuando un gran señor te invite a comer,
piensa bien delante de quién te encuentras.
2 Aunque tengas mucha hambre,
controla tu apetito;
3 no codicies sus deliciosos manjares,
porque te puede estar engañando.
- 7 -
4 No te esfuerces por hacerte rico;
deja de preocuparte por eso.
5 Si te fijas bien, verás que no hay riquezas;
de pronto se van volando, como águilas,
como si les hubieran salido alas.
- 8 -
6 No te sientes a la mesa de un tacaño,
ni codicies sus deliciosos manjares,
7 que son como un pelo en la garganta:
él te invita a comer y beber,
pero no lo dice en serio;
8 vomitarás después lo que comiste
y de nada te habrán servido tus palabras amables.
- 9 -
9 No hables a oídos del necio,
pues se burlará de tus sabias palabras.
- 10 -
10 No cambies de lugar los linderos antiguos,
ni invadas el terreno de los huérfanos,
11 porque ellos tienen un poderoso libertador
que saldrá contra ti en su defensa.
- 11 -
12 Aplica tu mente y tus oídos
a la instrucción y a los conocimientos.
- 12 -
13 No dejes de corregir al joven,
que unos cuantos azotes no lo matarán;
14 por el contrario, si lo corriges,
lo librarás de la muerte.
- 13 -
15 Cuando alcances la sabiduría, hijo mío,
no habrá nadie más feliz que yo;
16 sentiré una profunda alegría
al oírte hablar como es debido.
- 14 -
17 No tengas envidia de los pecadores;
antes bien, honra siempre al Señor;
18 entonces tendrás un buen fin
y tu esperanza jamás será destruida.
- 15 -
19 Atiende bien, hijo mío, y aprende;
procura seguir el buen camino.
20 No te juntes con los borrachos
ni con los que comen demasiado,
21 pues los borrachos y los glotones acaban en la ruina,
y los perezosos se visten de harapos.
- 16 -
22 Atiende a tu padre, que te engendró;
no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
23 Compra la verdad y la sabiduría,
la instrucción y el entendimiento, ¡y no los vendas!
24 El padre del hijo bueno y sabio
tiene razón para estar feliz y orgulloso;
25 ¡haz, pues, que tu padre y tu madre
se sientan felices y orgullosos!
- 17 -
26 Pon toda tu atención en mí, hijo mío,
y mira con buenos ojos mi ejemplo;
27 porque la mujer extraña, la prostituta, es como un pozo profundo y angosto;
28 se pone al acecho, como un ladrón,
y hace que muchos hombres se pierdan.
- 18 -
29 ¿Quién sufre? ¿Quién se queja?
¿Quién anda en pleitos y lamentos?
¿Quién es herido sin motivo?
¿Quién tiene turbia la mirada?
30 El que no abandona jamás el vino
y anda ensayando nuevas bebidas.
31 No te fijes en el vino.
¡Qué rojo se pone y cómo brilla en la copa!
¡Con qué suavidad se resbala!
32 Pero al final es como una serpiente
que muerde y causa dolor.
33 Te hará ver cosas extrañas,
y pensar y decir tonterías;
34 te hará sentir que estás en alta mar,
recostado en la punta del palo mayor,
35 y dirás:
«Me golpearon, y no lo sentí;
me azotaron, y no me di cuenta;
pero en cuanto me despierte
iré en busca de más vino.»
- 19 -
24 No tengas envidia de los malvados
ni ambiciones estar en su compañía,
2 porque sólo piensan en la violencia
y no hablan más que de hacer lo malo.
- 20 -
3 Con sabiduría se construye la casa,
y con inteligencia se ponen sus cimientos;
4 con conocimientos se llenan sus cuartos
de objetos valiosos y de buen gusto.
- 21 -
5 Vale más hombre sabio que hombre fuerte;
vale más el saber que el poder,
6 pues la guerra se hace con buenos planes
y la victoria depende de los muchos consejeros.
- 22 -
7 El necio no sabe qué decir ante el tribunal,
pues la sabiduría está fuera de su alcance.
- 23 -
8 Quien sólo piensa en hacer daño,
gana fama de malintencionado.
9 La intención del necio es el pecado;
¡no hay quien soporte al insolente!
- 24 -
10 Si te desanimas cuando estás en aprietos,
no son muchas las fuerzas que tienes.
- 25 -
11 Salva a los condenados a muerte;
libra del peligro a los que están por morir.
12 Pues aunque afirmes que no lo sabías,
el que juzga los motivos habrá de darse cuenta;
bien lo sabrá el que te vigila,
el que paga a cada uno según sus acciones.
- 26 -
13 Come, hijo mío, la dulce miel del panal;
prueba lo deliciosa que está.
14 Así de dulces te parecerán
la sabiduría y el conocimiento;
si los encuentras, tendrás un buen fin
y tu esperanza jamás será destruida.
- 27 -
15 No hagas planes malvados en contra del hombre honrado,
ni causes destrozos en la casa donde vive,
16 porque aunque caiga siete veces,
otras tantas se levantará;
pero los malvados se hundirán en la desgracia.
- 28 -
17 No te alegres ni hagas fiesta
por los tropiezos y caídas de tu enemigo,
18 porque al Señor no le agradará ver esto,
y entonces su enojo se apartará de él.
- 29 -
19 No te enojes por causa de los malvados
ni sientas envidia de los perversos,
20 porque el malvado no tendrá un buen fin:
¡el malvado se apagará como una lámpara!
- 30 -
21 Honra a Dios y al rey, hijo mío;
no te juntes con los enemigos,
22 porque su ruina llega en un instante
y nadie sabe el castigo que Dios y el rey pueden dar.
23 También éstos son dichos de los sabios:
No está bien que en los tribunales
se discrimine a nadie.
24 Al que declara inocente al culpable,
los pueblos lo maldicen y las naciones lo desprecian;
25 pero a quienes lo castigan, les va bien
y la gente los cubre de bendiciones.
26 El que da buenas respuestas
es como si diera un beso en los labios.
27 Arregla tus negocios en la calle
y realiza tus tareas en el campo,
y luego podrás construir tu casa.
28 No declares sin razón contra tu prójimo
ni hagas afirmaciones falsas.
29 No pienses jamás en vengarte,
haciéndole al otro lo mismo que él te hizo.
30 Pasé por el campo del perezoso
y por el viñedo del hombre falto de seso:
31 y lo que vi fue un terreno lleno de espinos,
con su cerca de piedras derrumbada.
32 Al ver esto, lo grabé en mi mente;
lo vi y aprendí esta lección:
33 mientras tú sueñas y cabeceas,
y te cruzas de brazos para dormir mejor,
34 la pobreza vendrá y te atacará
como un vagabundo armado.
Segunda colección de dichos de Salomón
25 También éstos son dichos de Salomón, copiados por gente al servicio de Ezequías, rey de Judá:
2 Es gloria de Dios tener secretos,
y honra de los reyes penetrar en ellos.
3 La altura del cielo,
la profundidad de la tierra
y los pensamientos de los reyes,
son cosas en las que no es posible penetrar.
4 Aparta de la plata las impurezas,
y el platero producirá una copa;
5 aparta del servicio del rey al malvado,
y su trono se afirmará en la justicia.
6 No te des importancia ante el rey,
ni tomes el lugar de la gente importante;
7 vale más que te inviten a subir allí,
que ser humillado ante los grandes señores.
Lo que veas con tus propios ojos
8 no lo lleves en seguida a los tribunales,
porque otro testigo puede desmentirte
y al final no sabrás qué hacer.
9 Defiéndete de quien te acuse,
pero no descubras el secreto ajeno;
10 pues alguien puede oírte y ponerte en vergüenza,
y tu mala fama será cosa sin remedio.
11 Las palabras en el momento oportuno
son como manzanas de oro incrustadas en plata.
12 Como un anillo y un collar del oro más fino,
es la sabia reprensión en quien sabe recibirla.
13 El mensajero fiel es para el que lo envía
cual frescura de nieve en día caluroso,
pues da nuevos ánimos a su señor.
14 Nubes y viento y nada de lluvia,
es quien presume de dar y nunca da nada.
15 La paciencia calma el enojo;
las palabras suaves rompen la resistencia.
16 Si encuentras miel, no comas más de la cuenta,
no sea que de mucho comer la vomites.
17 Si visitas a tu amigo, no lo hagas con frecuencia,
no sea que se canse de ti y llegue a odiarte.
18 Mazo, espada, flecha puntiaguda,
¡eso es quien declara en falso contra su amigo!
19 Confiar en un traidor en momentos de angustia
es como andar con una pierna rota
o comer con un diente picado.
20 Cantar canciones al corazón afligido
es como echar vinagre en la llaga
o quitarse la ropa en tiempo de frío.
21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
y si tiene sed, dale de beber;
22 así harás que le arda la cara de vergüenza,
y el Señor te lo pagará.
23 Por el viento del norte viene la lluvia,
y por las malas lenguas las malas caras.
24 Más vale vivir en el borde de la azotea,
que en una amplia mansión con una mujer pendenciera.
25 Como agua fresca en garganta sedienta
así caen las buenas noticias de tierras lejanas.
26 Manantial de agua turbia y revuelta
es el inocente que tiembla ante el culpable.
27 No hace bien comer mucha miel,
pero es una honra investigar lo difícil.
28 Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro,
así es quien no sabe dominar sus impulsos.
26 No le va bien la nieve al verano
ni la lluvia a la cosecha
ni los honores al necio.
2 Como gorrión perdido o golondrina sin nido,
la maldición sin motivo jamás llegará a su destino.
3 Al caballo hay que domarlo,
al asno hay que frenarlo
y al necio hay que azotarlo.
4 El que al necio no responde,
por necio no pasa.
5 El que al necio sabe responder,
como tal le hace parecer.
6 Confiar al necio un mensaje
es cortarse los pies y buscarse problemas.
7 No va lejos el cojo con sus piernas
ni el proverbio dicho por un necio.
8 Tan absurdo es atar la piedra a la honda
como dar honra a los necios.
9 Ni el borracho la espina siente,
ni el necio el proverbio entiende.
10 Arquero que apunta a todo el que pasa
es quien da al necio trabajo en su casa.
11 El perro vuelve a su vómito
y el necio a su necedad.
12 Más se puede esperar del necio
que de quien se cree muy sabio.
13 Para no trabajar, el perezoso pretexta
que en la calle hay un león al acecho.
14 La puerta gira en sus bisagras
y el perezoso gira en la cama.
15 El perezoso mete la mano en el plato,
pero luego es incapaz de llevársela a la boca.
16 El perezoso se cree más sabio
que siete personas que saben responder.
17 Meterse en pleitos ajenos
es agarrar a un perro por las orejas.
18 Como un loco que lanza
mortales flechas de fuego,
19 así es quien engaña a su amigo
y luego dice que todo era un juego.
20 Sin leña se apaga el fuego,
y sin chismes se acaba el pleito.
21 Para hacer brasas, el carbón;
para hacer fuego, la leña;
y para entablar pleitos, el pendenciero.
22 Los chismes son como golosinas,
pero calan hasta lo más profundo.
23 Baño de plata sobre olla de barro
son las palabras suaves que llevan mala intención.
24 El que odia, lo disimula cuando habla,
pero en su interior hace planes malvados.
25 No le creas si te habla con ternura,
pues su mente está llena de maldad;
26 aunque trate de ocultar su odio,
su maldad se descubrirá ante todos.
27 El que cava una fosa, en ella cae;
al que hace rodar una roca, la roca lo aplasta.
28 El mentiroso odia la verdad,
el de suaves palabras provoca el desorden.
27 No presumas del día de mañana,
pues no sabes lo que el mañana traerá.
2 Deja que sean otros los que te alaben;
no está bien que te alabes tú mismo.
3 Las piedras y la arena son pesadas,
pero más pesado es el enojo del necio.
4 La ira es cruel, y el enojo destructivo,
pero los celos son incontrolables.
5 Vale más reprender con franqueza
que amar en secreto.
6 Más se puede confiar en el amigo que hiere
que en el enemigo que besa.
7 El que está lleno, hasta la miel desprecia;
al que tiene hambre, hasta lo amargo le sabe dulce.
8 Como ave que vaga lejos de su nido
es el que anda lejos del lugar donde nació.
9 Para alegrar el corazón, buenos perfumes;
para endulzar el alma, un consejo de amigos.
10 Nunca abandones a tus amigos
ni a los amigos de tu padre.
Nunca vayas con tus problemas
a la casa de tu hermano.
Más vale vecino cercano
que hermano lejano.
11 Sé sabio, hijo mío, y me harás feliz;
así podré responder a los que me ofendan.
12 El prudente ve el peligro y lo evita;
el imprudente sigue adelante y sufre el daño.
13 Al que salga fiador por un extraño,
quítale la ropa y tómasela en prenda.
14 Saludar al amigo a gritos y de madrugada,
es para él lo mismo que insultarlo.
15 Lo mismo es una mujer pendenciera
que una gotera constante en tiempo de lluvia.
16 Querer detenerla es querer detener el viento
o retener el aceite en la mano.
17 El hierro se afila con hierro,
y el hombre con otro hombre.
18 El que cuida de la higuera come los higos;
el que cuida de su amo recibe honores.
19 Así como las caras se reflejan en el agua,
así también los hombres se reflejan en su mente.
20 La muerte, el sepulcro y la codicia del hombre
jamás quedan satisfechos.
21 Al oro y la plata, el fuego los prueba;
al hombre lo prueban las alabanzas.
22 Al necio no se le quita lo necio
ni aunque lo muelas y lo remuelas.
23 Manténte al tanto de tus ovejas,
preocúpate por tus rebaños,
24 pues ni riquezas ni coronas
duran eternamente.
25 Cuando el pasto aparezca, y brote el verdor,
y se recoja la hierba de los montes,
26 de tus corderos tendrás lana para vestirte,
de tus cabritos dinero para comprar terrenos
27 y de tus cabras leche abundante
para alimentarte tú y tu familia
y todos los que estén a tu servicio.
28 El malvado huye aunque nadie lo persiga,
pero los justos viven confiados como el león.
2 Cuando el país anda mal, los gobernantes aumentan,
pero el buen dirigente sabe mantener el orden.
3 El malvado que oprime a los pobres
es como fuerte lluvia que destruye las cosechas.
4 Los que se apartan de la ley alaban al malvado;
los que la cumplen están en contra de él.
5 Los malvados no entienden nada de la justicia,
pero los que recurren al Señor lo entienden todo.
6 Más vale ser pobre y honrado
que rico y malintencionado.
7 El que cumple la ley de Dios es un hijo inteligente,
pero el que anda con glotones es la vergüenza de su padre.
8 El que amontona riquezas cobrando intereses,
las amontona para el que se compadece de los pobres.
9 Si alguno no quiere atender la ley de Dios,
tampoco Dios soportará sus oraciones.
10 El que lleva a los buenos por mal camino,
caerá en su propia trampa;
pero los hombres intachables recibirán lo mejor.
11 El rico se cree muy sabio,
pero el pobre e inteligente puede ponerlo a prueba.
12 Cuando triunfan los justos, se hace gran fiesta;
cuando triunfan los malvados, la gente se esconde.
13 Al que disimula el pecado, no le irá bien;
pero el que lo confiesa y lo deja, será perdonado.
14 Feliz el hombre que honra siempre al Señor;
pero el terco caerá en la desgracia.
15 Igual que un león rugiente o un oso voraz
es el malvado que gobierna a un pueblo pobre.
16 El gobernante insensato aumenta la opresión;
pero el que no es codicioso tendrá larga vida.
17 El que ha cometido un asesinato
no parará hasta caer en la tumba:
¡que nadie intente detenerlo!
18 El hombre honrado será puesto a salvo,
pero el perverso caerá en la desgracia.
19 Al que cultiva su campo, hasta le sobra comida;
al que anda con ociosos, lo que le sobra es pobreza.
20 Quien es digno de confianza, será alabado;
quien tiene ansias de riquezas, no quedará sin castigo.
21 No está bien discriminar a nadie;
hasta por un pedazo de pan se puede pecar.
22 El ambicioso tiene prisa por ser rico,
y no sabe que sobre él vendrá la pobreza.
23 Con el tiempo, más se aprecia
al que critica que al que alaba.
24 Amigo de criminales
es quien roba a sus padres y alega que no ha pecado.
25 El que mucho ambiciona, provoca peleas;
pero el que confía en el Señor, prospera.
26 Sólo un necio confía en sus propias ideas;
el que actúa con sabiduría saldrá bien librado.
27 Al que ayuda al pobre, nada le faltará;
pero al que le niega su ayuda, mucho se le maldecirá.
28 Cuando triunfan los malvados, la gente se esconde;
cuando les llega su fin, predominan los justos.
29 El que se pone terco cuando lo reprenden,
pronto será destruido sin remedio.
2 Cuando predominan los justos, la gente se alegra;
cuando los malvados gobiernan, la gente sufre.
3 El hijo sabio hace feliz a su padre;
el que anda con prostitutas derrocha el dinero.
4 El rey que hace justicia, afirma a su país;
el que sólo exige impuestos, lo arruina.
5 El que siempre alaba a su amigo,
en realidad le está tendiendo una trampa.
6 La trampa del malvado son sus propios pecados;
pero el hombre honrado vive alegre y feliz.
7 El justo toma en cuenta los derechos del pobre,
pero al malvado nada le importa.
8 Los alborotadores agitan a una ciudad;
los sabios saben calmar los ánimos.
9 El sabio que entabla pleito contra un necio,
se enoja, recibe burlas y no arregla nada.
10 Los asesinos y desalmados
odian a muerte al hombre honrado.
11 El necio da rienda suelta a sus impulsos,
pero el sabio acaba por refrenarlos.
12 El gobernante que hace caso de mentiras
corrompe a todos sus servidores.
13 El oprimido y el opresor tienen algo en común:
el Señor les ha dado la vista a ambos.
14 El rey que gobierna a los pobres con lealtad,
afirma su trono para siempre.
15 A golpes y reprensiones se aprende,
pero el hijo consentido avergüenza a su madre.
16 Si los malvados abundan, abunda el pecado;
pero los hombres honrados los verán fracasar.
17 Corrige a tu hijo y te hará vivir tranquilo,
y te dará muchas satisfacciones.
18 Donde no hay dirección divina, no hay orden;
¡feliz el pueblo que cumple la ley de Dios!
19 Con palabras no se corrige al esclavo,
porque entiende pero no hace caso.
20 Más se puede esperar de un necio
que de quien habla sin pensar.
21 El que consiente a su esclavo desde pequeño,
al final tendrá que lamentarlo.
22 El que es violento e impulsivo,
provoca peleas y comete muchos errores.
23 Al que es orgulloso se le humilla,
pero al que es humilde se le honra.
24 El cómplice del ladrón es enemigo de sí mismo,
pues aunque oye maldiciones no confiesa.
25 El miedo a los hombres es una trampa,
pero el que confía en el Señor estará protegido.
26 Muchos buscan el favor del gobernante,
pero sólo el Señor hace justicia.
27 Los hombres honrados no soportan a los malvados,
y los malvados no soportan a los honrados.
30 Dichos de Agur, hijo de Jaqué de Masá. Agur habló a Itiel y a Ucal de la siguiente manera:
2 Soy el más estúpido de los hombres,
no hay en mí entendimiento humano.
3 No he adquirido sabiduría,
ni sé nada acerca del Santísimo.
4 ¿Quién ha subido y bajado del cielo?
¿Quién puede contener el viento en su puño?
¿Quién envuelve al mar en su capa?
¿Quién estableció los límites de la tierra?
¡No me digas que sabes su nombre,
y aun el nombre de su hijo!
5 El Señor protege a los que en él confían;
todas sus promesas son dignas de confianza.
6 No añadas nada a lo que él diga;
de lo contrario, te puede reprender
y te hará quedar como mentiroso.
7 Sólo dos cosas te he pedido, oh Dios;
concédemelas antes de que muera:
8 aleja de mí la falsedad y la mentira,
y no me hagas rico ni pobre;
dame sólo el pan necesario,
9 porque si me sobra, podría renegar de ti
y decir que no te conozco;
y si me falta, podría robar
y ofender así tu divino nombre.
10 No hables mal del esclavo delante de su amo,
pues te puede maldecir y sufrirás las consecuencias.
11 Hay quienes maldicen a su padre
y no bendicen a su madre.
12 Hay quienes se creen muy limpios,
y no se han limpiado de sus impurezas.
13 Hay quienes se creen importantes,
y miran a otros con altanería.
14 Hay quienes tienen espadas en vez de dientes
y puñales en vez de muelas,
para acabar por completo
con la gente pobre del país.
15 Dos hijas tiene la sanguijuela,
que sólo saben pedir.
Hay tres cosas, y hasta cuatro,
que nunca se satisfacen:
16 el sepulcro,
la mujer estéril,
la tierra falta de agua
y el fuego insatisfecho.
17 El que mira a su padre con desprecio
y se burla de su madre anciana,
merece que los cuervos le saquen los ojos
y que las águilas lo devoren.
18 Hay tres cosas, y hasta cuatro,
que me asombran y no alcanzo a comprender:
19 el camino del águila en el cielo,
el camino de la víbora en las rocas,
el camino de un barco en alta mar
y el camino del hombre en la mujer.
20 La mujer infiel hace lo siguiente:
come, se limpia la boca
y afirma que no ha hecho nada malo.
21 Hay tres tipos de gente, y hasta cuatro,
que son insoportables y hacen temblar a un país:
22 el esclavo que llega a ser rey,
el tonto que tiene comida de sobra,
23 la mujer despreciada que encuentra marido
y la esclava que toma el lugar de su señora.
24 Hay cuatro animalitos en la tierra
que son más sabios que los sabios:
25 las hormigas, gran ejército sin fuerza
que asegura su comida en el verano;
26 los tejones, grupo no muy numeroso
que vive entre las peñas;
27 las langostas, que sin tener rey
marchan en orden perfecto;
28 las lagartijas, que caben en un puño
y llegan hasta el palacio del rey.
29 Hay tres valientes, y hasta cuatro,
que tienen un paso airoso:
30 el león, el animal más terrible,
que no huye ante nada ni ante nadie;
31 el gallo orgulloso, el macho cabrío
y el rey que marcha al frente de su ejército.
32 Si tontamente te has dado importancia
y has hecho planes malvados, ponte a pensar
33 que si bates la leche, obtendrás mantequilla,
si te suenas fuerte, te sangrará la nariz,
y si irritas a otro, acabarás en una pelea.
Dichos de Lemuel
31 Dichos del rey Lemuel de Masá, con los cuales su madre le dio instrucción:
2 Hijo mío, fruto de mis entrañas,
respuesta de Dios a mis ruegos,
¿qué más te puedo decir?
3 Que no gastes tu energía con mujeres,
pues por ellas los reyes se pierden.
4 Y no está bien, Lemuel, que reyes y gobernantes
beban vino y bebidas fuertes,
5 pues podrían olvidarse de la ley
y violar los derechos de los más humildes.
6 Deja el vino y las bebidas fuertes
para los decaídos y deprimidos;
7 ¡que beban y no vuelvan a acordarse
de su pobreza y sufrimientos!
8 Levanta la voz por los que no tienen voz;
¡defiende a los indefensos!
9 Levanta la voz, y hazles justicia;
¡defiende a los pobres y a los humildes!
10 Mujer ejemplar no es fácil hallarla;
¡vale más que las piedras preciosas!
11 Su esposo confía plenamente en ella,
y nunca le faltan ganancias.
12 Brinda a su esposo grandes satisfacciones
todos los días de su vida.
13 Va en busca de lana y lino,
y con placer realiza labores manuales.
14 Cual si fuera un barco mercante,
trae de muy lejos sus provisiones.
15 Antes de amanecer se levanta
y da de comer a sus hijos y a sus criadas.
16 Inspecciona un terreno y lo compra,
y con sus ganancias planta viñedos.
17 Se reviste de fortaleza
y con ánimo se dispone a trabajar.
18 Cuida de que el negocio marche bien,
y de noche trabaja hasta tarde.
19 Con sus propias manos
hace hilados y tejidos.
20 Siempre les tiende la mano
a los pobres y necesitados.
21 No teme por su familia cuando nieva,
pues todos los suyos andan bien abrigados.
22 Ella misma hace sus colchas,
y se viste con las telas más finas.
23 Su esposo es bien conocido en la ciudad,
y se cuenta entre los más respetados del país.
24 Ella hace túnicas y cinturones,
y los vende a los comerciantes.
25 Se reviste de fuerza y dignidad,
y el día de mañana no le preocupa.
26 Habla siempre con sabiduría,
y da con amor sus enseñanzas.
27 Está atenta a la marcha de su casa,
y jamás come lo que no ha ganado.
28 Sus hijos y su esposo
la alaban y le dicen:
29 «Mujeres buenas hay muchas,
pero tú eres la mejor de todas.»
30 Los encantos son una mentira,
la belleza no es más que ilusión,
pero la mujer que honra al Señor
es digna de alabanza.
31 ¡Alábenla ante todo el pueblo!
¡Denle crédito por todo lo que ha hecho!
Todo es vana ilusión
1 Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.
¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
3 ¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
4 Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5 Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6 Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7 Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8 No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9 Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!
10 Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11 Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.
Experiencias del Predicador
12 Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13 y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14 Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.
15 ¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!
16-17 Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18 En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.
2 También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2 Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve.
3 Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.
4 Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. 5 Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. 6 Construí represas de agua para regar los árboles plantados; 7 compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. 8 Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.
9 Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10 Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.
11 Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
12 Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿Qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13 Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que la oscuridad.
14 El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo, 15 y me dije: «Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16 Porque nunca nadie se acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y sabios y necios mueren por igual.»
17 Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18 Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor. 19 Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de todo lo que con tanto trabajo y sabiduría logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!
20 Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21 pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!
22 En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y de tanto preocuparse en este mundo? 23 Toda su vida es de sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!
24 Lo mejor que puede hacer el hombre es comer y beber, y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios. 25 Porque, ¿quién puede comer, o gozar, si no es por él? 26 De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.