Bible in 90 Days
Artimañas de la mujer adúltera
7 Obedece mis palabras, hijo mío;
guarda en tu mente mis mandamientos.
2 Obedece mis mandamientos y enseñanzas;
cuídalos como a las niñas de tus ojos, y vivirás.
3 Átalos a tus dedos,
grábatelos en la mente.
4 Haz de la sabiduría tu hermana,
haz de la inteligencia tu amiga.
5 Ellas te librarán de la mujer adúltera,
de la extraña de palabras seductoras.
6 Un día estaba yo mirando
entre las rejas de mi ventana
7 a unos jóvenes sin experiencia,
y me fijé en el más imprudente de ellos.
8 Al llegar a la esquina cruzó la calle
en dirección a la casa de aquella mujer.
9 La tarde iba cayendo,
y comenzaba a oscurecer.
10 De pronto la mujer salió a su encuentro,
con toda la apariencia y los gestos de una prostituta,
11 de una mujer ligera y caprichosa
que no puede estarse en su casa
12 y que anda por calles, plazas y esquinas
esperando atrapar al primero que pase.
13 La mujer abrazó y besó al joven,
y descaradamente le dijo:
14 «Yo había prometido sacrificios de reconciliación,
y hoy he cumplido mi promesa.
15 Por eso he salido a tu encuentro;
¡tenía ganas de verte, y te he encontrado!
16 Sobre mi cama he tendido
una hermosa colcha de lino egipcio,
17 la he perfumado con aroma
de mirra, áloe y canela.
18 Ven, vaciemos hasta el fondo la copa del amor;
gocemos del amor hasta que amanezca,
19 pues mi esposo no está en casa:
ha salido para un largo viaje;
20 se ha llevado una bolsa de dinero
y no volverá hasta el día de la luna llena.»
21 Sus palabras melosas e insistentes
acabaron por convencer al muchacho,
22 que sin más se fue tras ella:
como un buey rumbo al matadero,
como un ciervo que cae en la trampa
23 y al que luego una flecha le parte el corazón;
como un ave que se lanza contra la red
sin saber que eso le va a costar la vida.
24 Así pues, hijo mío, escúchame;
presta atención a mis palabras.
25 No desvíes hacia esa mujer tus pensamientos;
no te pierdas por ir tras ella,
26 porque a muchos los ha herido de muerte;
¡sus víctimas son numerosas!
27 Tomar el camino de su casa
es tomar el camino de la muerte.
Discurso de la sabiduría
8 La sabiduría clama a voz en cuello;
la inteligencia hace oír su voz.
2 Se para en lo alto de las colinas,
se detiene donde se cruzan los caminos,
3 se hace oír junto a las puertas,
a la entrada de la ciudad:
4 «Para ustedes los hombres
van estas palabras mías.
5 Jóvenes inexpertos y necios,
¡aprendan a ser prudentes y entendidos!
6 Atiendan, que voy a decirles
cosas importantes e irreprochables.
7 Lo que voy a decir es la verdad;
no me gusta hablar mentira.
8 Todas mis palabras son justas;
no hay en ellas la menor falsedad.
9 Para el inteligente y entendido,
mis palabras son claras e irreprochables.
10 En vez de plata y oro fino,
adquieran instrucción y conocimiento.»
11 Vale más sabiduría que piedras preciosas;
¡ni lo más deseable se le puede comparar!
12 «Yo, la sabiduría, habito con la inteligencia,
y sé hallar los mejores consejos.
13 Honrar al Señor es odiar el mal.
Yo odio el orgullo y la altanería,
el mal camino y la mentira.
14 En mí están el plan y su realización,
yo soy el buen juicio y la fuerza.
15 Gracias a mí reinan los reyes
y los gobernantes establecen el derecho.
16 Gracias a mí dominan los jefes de Estado
y dictan sentencia las autoridades.
17 Yo amo a los que me aman,
y los que me buscan, me encuentran.
18 Yo doy riquezas y honra,
grandes honores y prosperidad.
19 Lo que yo doy es mejor que el oro más refinado;
lo que yo ofrezco es mejor que la plata más fina.
20 Yo voy por el camino recto,
por las sendas de la justicia.
21 A los que me aman les doy su parte:
lleno sus casas de tesoros.
22 »El Señor me creó al principio de su obra,
antes de que él comenzara a crearlo todo.
23 Me formó en el principio del tiempo,
antes de que creara la tierra.
24 Me engendró antes de que existieran los grandes mares,
antes de que brotaran los ríos y los manantiales.
25 Antes de afirmar los cerros y los montes,
el Señor ya me había engendrado;
26 aún no había creado él la tierra y sus campos,
ni el polvo de que el mundo está formado.
27 Cuando él afirmó la bóveda del cielo
sobre las aguas del gran mar, allí estaba yo.
28 Cuando afirmó las nubes en el cielo
y reforzó las fuentes del mar profundo,
29 cuando ordenó a las aguas del mar
no salirse de sus límites,
cuando puso las bases de la tierra,
30 allí estaba yo, fielmente, a su lado.
Yo era su constante fuente de alegría,
y jugueteaba en su presencia a todas horas;
31 jugueteaba en el mundo creado,
¡me sentía feliz por el género humano!
32 »Y ahora, hijos míos, escúchenme;
sigan mi ejemplo y serán felices.
33 Atiendan a la instrucción;
no rechacen la sabiduría.
34 Feliz aquel que me escucha,
y que día tras día se mantiene vigilante
a las puertas de mi casa.
35 Porque hallarme a mí es hallar la vida
y ganarse la buena voluntad del Señor;
36 pero apartarse de mí es poner la vida en peligro;
¡odiarme es amar la muerte!»
Contraste entre la sabiduría y la necedad
9 La sabiduría construyó su casa,
la adornó con siete columnas;
2 mató animales para el banquete,
preparó un vino especial,
puso la mesa
3 y envió a sus criadas a gritar
desde lo alto de la ciudad:
4 «¡Vengan acá, jóvenes inexpertos!»
Mandó a decir a los imprudentes:
5 «Vengan a comer de mi pan
y a beber del vino que he preparado.
6 Dejen de ser imprudentes, y vivirán;
condúzcanse como gente inteligente.»
7 Corrige al insolente y malvado,
y sólo lograrás que te insulte y ofenda.
8 Reprende al insolente y te ganarás su odio;
corrige al sabio y te ganarás su aprecio.
9 Dale al sabio y se hará más sabio;
enseña al hombre bueno y aumentará su saber.
10 La sabiduría comienza por honrar al Señor;
conocer al Santísimo es tener inteligencia.
11 Gracias a la sabiduría, vivirás mucho tiempo
y aumentarán los años de tu vida.
12 Si eres sabio, tuyo será el provecho;
si eres insolente, tuya será la responsabilidad.
13 La necedad es como una mujer chismosa,
tonta e ignorante.
14 Se sienta en una silla, a las puertas de su casa,
en la parte más alta de la ciudad,
15 y llama a los caminantes
que van por buen camino:
16 «¡Vengan acá, jóvenes inexpertos!»
Manda a decir a los imprudentes:
17 «El agua robada es más sabrosa;
el pan comido a escondidas sabe mejor.»
18 Pero ellos no saben que sus invitados
son ahora sombras en el reino de la muerte.
Primera colección de dichos de Salomón
10 Dichos de Salomón:
El hijo sabio alegra a sus padres;
el hijo necio los hace sufrir.
2 Las riquezas mal habidas no son de provecho,
pero la honradez libra de la muerte.
3 El Señor no deja con hambre al que es bueno,
pero impide al malvado calmar su apetito.
4 Poco trabajo, pobreza;
mucho trabajo, riqueza.
5 Cosechar en verano es de sabios;
dormirse en la cosecha es de descarados.
6 Sobre el hombre bueno llueven bendiciones,
pero al malvado lo ahoga la violencia.
7 Al hombre bueno se le recuerda con bendiciones;
al malvado, muy pronto se le olvida.
8 El que es sabio acepta mandatos;
el que dice necedades acaba en la ruina.
9 El que nada debe, nada teme;
el que mal anda, mal acaba.
10 El que guiña el ojo acarrea grandes males;
el que dice necedades acaba en la ruina.
11 Las palabras del justo son fuente de vida,
pero al malvado lo ahoga la violencia.
12 El odio provoca peleas,
pero el amor perdona todas las faltas.
13 En labios del sabio hay sabiduría;
para el imprudente, un garrotazo en la espalda.
14 Los sabios se reservan sus conocimientos,
mas cuando los necios hablan, el peligro amenaza.
15 La defensa del rico es su riqueza;
la ruina del pobre, su pobreza.
16 La recompensa del justo es la vida;
la cosecha del malvado es el pecado.
17 El que atiende la corrección va camino a la vida;
el que la desatiende, va camino a la perdición.
18 Es de mentirosos disimular el odio,
y es de necios divulgar chismes.
19 El que mucho habla, mucho yerra;
callar a tiempo es de sabios.
20 Plata fina es la lengua del justo;
la mente del malo no vale nada.
21 Los labios del justo instruyen a muchos,
pero el necio muere por su imprudencia.
22 La bendición del Señor es riqueza
que no trae dolores consigo.
23 El necio goza cometiendo infamias;
el sabio goza con la sabiduría.
24 Lo que más teme el malvado, eso le sucede,
pero al justo se le cumplen sus deseos.
25 Pasa el huracán y el malvado desaparece,
pero el justo permanece para siempre.
26 El perezoso es, para el que lo envía,
como el vinagre a los dientes o el humo a los ojos.
27 El honrar al Señor alarga la vida,
pero a los malvados se les acorta.
28 Para los justos, el porvenir es alegre;
para los malvados, ruinoso.
29 El Señor protege a los que hacen bien,
pero destruye a los que hacen mal.
30 Jamás el justo fracasará,
pero el malvado no permanecerá en la tierra.
31 De los labios del justo brota sabiduría,
pero al perverso le cortarán la lengua.
32 El justo dice cosas agradables;
el malvado, sólo cosas perversas.
11 El Señor reprueba las balanzas falsas
y aprueba las pesas exactas.
2 El orgullo acarrea deshonra;
la sabiduría está con los humildes.
3 A los hombres rectos los guía su rectitud;
a los hombres falsos los destruye su falsedad.
4 De nada servirán las riquezas el día del juicio,
pero la justicia libra de la muerte.
5 La justicia endereza el camino del justo,
pero el malvado cae por su propia maldad.
6 La justicia libera a los hombres rectos,
pero la codicia aprisiona a los traidores.
7 Cuando el malvado muere,
mueren con él sus esperanzas e ilusiones.
8 Dios libra de la angustia al justo,
y en su lugar pone al malvado.
9 Las palabras del malvado destruyen a sus semejantes,
pero la inteligencia del justo los salva.
10 Cuando los justos prosperan, la ciudad se alegra;
cuando los malvados mueren, salta de alegría.
11 Con la bendición de los justos se construye una ciudad,
pero las palabras de los malvados la destruyen.
12 El imprudente habla mal de su amigo;
el prudente guarda silencio.
13 El chismoso todo lo cuenta;
la persona digna de confianza guarda el secreto.
14 Si no hay buen gobierno, la nación fracasa;
el triunfo depende de los muchos consejeros.
15 Mal resulta salir fiador de un extraño;
el que evita dar fianzas vive tranquilo.
16 La mujer agraciada recibe honores,
y el hombre audaz obtiene riquezas.
17 El que es compasivo se hace bien a sí mismo,
pero el que es cruel provoca su propio mal.
18 El malvado recibe una paga engañosa;
el que actúa con justicia, recompensa efectiva.
19 Ir tras la justicia conduce a la vida,
pero ir tras la maldad conduce a la muerte.
20 El Señor aborrece a los que tienen mente perversa,
pero mira con agrado a los de conducta intachable.
21 Ciertamente el malvado no quedará sin castigo,
pero los justos saldrán bien librados.
22 Anillo de oro en hocico de cerdo
es la mujer bella de poco cerebro.
23 El deseo de los justos siempre resulta bien;
el capricho de los malvados sólo provoca enojo.
24 Hay gente desprendida que recibe más de lo que da,
y gente tacaña que acaba en la pobreza.
25 El que es generoso, prospera;
el que da, también recibe.
26 Al que acapara trigo, la gente lo maldice;
al que lo vende, lo bendice.
27 El que anda tras el bien, busca ser aprobado;
al que anda tras el mal, mal le irá.
28 El que confía en sus riquezas, caerá como hoja seca,
pero los justos reverdecerán como las ramas.
29 Al que descuida su casa, nada le queda;
el necio siempre será esclavo del sabio.
30 La justicia da vida,
la violencia la quita.
31 Si el justo recibe su paga aquí en la tierra,
¡con cuánta más razón el malvado y el pecador!
12 Amar la disciplina es amar el saber;
odiar la reprensión es ser ignorante.
2 Al hombre bueno el Señor lo aprueba,
y al pícaro lo condena.
3 El mal no es base firme para nadie;
los justos tienen raíz permanente.
4 La mujer ejemplar hace de su marido un rey,
pero la mala esposa lo destruye por completo.
5 Los hombres justos piensan en la justicia;
los malvados, sólo en el engaño.
6 Las palabras del malvado son una trampa mortal;
las del hombre justo, salvación.
7 Los malvados caen, y ése es su fin,
pero la casa de los justos queda en pie.
8 Al hombre se le alaba según su inteligencia,
pero el tonto sólo merece desprecio.
9 Más vale menospreciado pero servido,
que reverenciado pero mal comido.
10 El justo sabe que sus animales sienten,
pero el malvado nada entiende de compasión.
11 El que trabaja su tierra tiene abundancia de pan;
el imprudente se ocupa en cosas sin provecho.
12 Los malos deseos son la red de los malvados;
la raíz de los justos es permanente.
13 El malvado se enreda en sus propias mentiras,
pero el hombre justo sale bien del apuro.
14 Cada uno recoge el fruto de lo que dice
y recibe el pago de lo que hace.
15 El necio cree que todo lo que hace está bien,
pero el sabio atiende los consejos.
16 El necio muestra en seguida su enojo;
el prudente pasa por alto la ofensa.
17 El testigo verdadero declara la verdad;
el testigo falso afirma mentiras.
18 Hay quienes hieren con sus palabras,
pero hablan los sabios y dan el alivio.
19 El que dice la verdad permanece para siempre,
pero el mentiroso, sólo un instante.
20 En los planes de los malvados hay mentira;
en los consejos del hombre de paz, alegría.
21 El hombre justo jamás sufrirá ningún mal,
pero el malvado recibirá todos los males juntos.
22 El Señor aborrece a los mentirosos,
pero mira con agrado a los que actúan con verdad.
23 El inteligente no hace alarde de su saber,
pero el necio hace gala de su estupidez.
24 El que trabaja, dominará;
el perezoso será dominado.
25 La angustia deprime al hombre;
la palabra amable lo alegra.
26 El justo sirve de guía a su prójimo,
pero los malvados pierden el camino.
27 El cazador perezoso no alcanza presa,
pero el diligente alcanza grandes riquezas.
28 El camino de la justicia lleva a la vida;
el de la imprudencia lleva a la muerte.
13 El hijo sabio acepta la corrección del padre;
el insolente no hace caso de reprensiones.
2 Cada uno recoge el fruto de lo que dice,
pero los traidores tienen hambre de violencia.
3 Cuidar las palabras es cuidarse uno mismo;
el que habla mucho se arruina solo.
4 El perezoso desea y no consigue;
el que trabaja, prospera.
5 El hombre justo odia la mentira;
el malvado es motivo de vergüenza y deshonra.
6 La rectitud protege al hombre intachable;
la maldad destruye al pecador.
7 Hay quienes no tienen nada y presumen de ricos,
y hay quienes todo lo tienen y aparentan ser pobres.
8 La riqueza del rico le salva la vida;
el pobre jamás escucha amenazas.
9 Los justos son como una luz brillante;
los malvados, como lámpara que se apaga.
10 El orgullo sólo provoca peleas;
la sabiduría está con los humildes.
11 La riqueza ilusoria, disminuye;
el que la junta poco a poco, la aumenta.
12 Esperanza frustrada, corazón afligido,
pero el deseo cumplido es como un árbol de vida.
13 El que desatiende una orden, lo lamentará;
el que respeta el mandato será recompensado.
14 La enseñanza del sabio es fuente de vida
y libra de los lazos de la muerte.
15 El buen juicio se gana el aprecio,
pero los traidores marchan a su ruina.
16 El que es prudente actúa con inteligencia,
pero el necio hace gala de su necedad.
17 El mensajero malvado acarrea problemas,
pero el mensajero fiel los alivia.
18 Pobreza y deshonra tendrá quien desprecia el consejo;
grandes honores, quien atiende la corrección.
19 El deseo cumplido es causa de alegría.
Los necios no soportan alejarse del mal.
20 Júntate con sabios y obtendrás sabiduría;
júntate con necios y te echarás a perder.
21 Los pecadores son perseguidos por el mal;
los justos, recompensados con el bien.
22 El hombre bueno deja herencia a sus nietos;
el pecador amasa fortunas que serán del justo.
23 En el campo del pobre hay comida abundante,
pero mucho se pierde donde no hay justicia.
24 Quien no corrige a su hijo, no lo quiere;
el que lo ama, lo corrige.
25 El justo come hasta estar satisfecho,
pero el malvado se queda con hambre.
14 La mujer sabia construye su casa;
la necia, con sus propias manos la destruye.
2 El de recta conducta honra al Señor;
el de conducta torcida lo desprecia.
3 De la boca del necio brota el orgullo;
de los labios del sabio, su protección.
4 Cuando no hay bueyes, el trigo falta;
con la fuerza del buey, la cosecha aumenta.
5 El testigo verdadero no miente;
el testigo falso dice mentiras.
6 El insolente busca sabiduría y no la encuentra;
para el inteligente, el saber es cosa fácil.
7 Aléjate del necio,
pues de sus labios no obtendrás conocimiento.
8 La sabiduría hace al sabio entender su conducta,
pero al necio lo engaña su propia necedad.
9 Los necios se burlan de sus culpas,
pero entre los hombres honrados hay buena voluntad.
10 El corazón conoce sus propias amarguras,
y no comparte sus alegrías con ningún extraño.
11 La casa de los malvados será destruida;
la de los hombres honrados prosperará.
12 Hay caminos que parecen derechos,
pero al final de ellos está la muerte.
13 Hasta de reírse duele el corazón,
y al final la alegría acaba en llanto.
14 El necio está satisfecho de su conducta;
el hombre bueno lo está de sus acciones.
15 El imprudente cree todo lo que le dicen;
el prudente se fija por dónde anda.
16 El sabio teme al mal y se aparta de él,
pero al necio nada parece importarle.
17 El que es impulsivo actúa sin pensar;
el que es reflexivo mantiene la calma.
18 Los imprudentes son herederos de la necedad;
los prudentes se rodean de conocimientos.
19 Los malvados se inclinarán ante los buenos;
los malos suplicarán a las puertas de los justos.
20 Al pobre, hasta sus propios amigos lo odian;
al rico le sobran amigos.
21 El que desprecia a su amigo comete un pecado,
pero ¡feliz aquel que se compadece del pobre!
22 Los que buscan hacer lo malo, pierden el camino;
los que buscan hacer lo bueno son objeto de amor y lealtad.
23 De todo esfuerzo se saca provecho;
del mucho hablar, sólo miseria.
24 La corona del sabio es su inteligencia;
la de los necios, su necedad.
25 El testigo verdadero salva a otros la vida;
el testigo falso es causa de muerte.
26 El honrar al Señor es una firme esperanza
que da seguridad a los hijos.
27 El honrar al Señor es fuente de vida
que libra de los lazos de la muerte.
28 Gobernar a muchos es una honra para el rey;
gobernar a pocos es su ruina.
29 Ser paciente es muestra de mucha inteligencia;
ser impaciente es muestra de gran estupidez.
30 La mente tranquila es vida para el cuerpo,
pero la envidia corroe hasta los huesos.
31 Ofende a su Creador quien oprime al pobre,
pero lo honra quien le tiene compasión.
32 Al malvado lo arruina su propia maldad;
al hombre honrado lo protege su honradez.
33 La sabiduría habita en mentes que razonan,
pero entre los necios es desconocida.
34 La justicia es el orgullo de una nación;
el pecado es su vergüenza.
35 El siervo capaz se gana el favor del rey,
pero el incapaz se gana su enojo.
15 La respuesta amable calma el enojo;
la respuesta violenta lo excita más.
2 De la lengua de los sabios brota sabiduría;
de la boca de los necios, necedades.
3 El Señor está en todo lugar
vigilando a los buenos y a los malos.
4 La lengua amable es un árbol de vida;
la lengua perversa hace daño al espíritu.
5 El necio desprecia la corrección de su padre;
el que la atiende, demuestra inteligencia.
6 Gran abundancia hay en casa del hombre honrado,
pero al malvado no le aprovechan sus ganancias.
7 Los sabios esparcen sabiduría con sus labios;
los necios, con su mente, hacen todo lo contrario.
8 El Señor no soporta las ofrendas de los malvados,
pero recibe con agrado la oración de los justos.
9 El Señor no soporta la conducta de los malvados,
pero ama a quien vive una vida recta.
10 Al que deja el buen camino se le corrige con dureza;
el que odia la reprensión, morirá.
11 Si a la vista del Señor están la muerte y el sepulcro,
¡con mayor razón los pensamientos de los hombres!
12 El insolente no ama al que le reprende,
ni busca la compañía de los sabios.
13 Corazón alegre, cara feliz;
corazón enfermo, semblante triste.
14 La mente inteligente busca el saber,
pero los necios se alimentan de necedades.
15 Para quien está afligido, todos los días son malos;
para quien está contento, son una fiesta constante.
16 Más vale ser pobre y honrar al Señor,
que ser rico y vivir angustiado.
17 Más vale comer verduras con amor,
que carne de res con odio.
18 El que es impulsivo provoca peleas;
el que es paciente las apacigua.
19 Para el perezoso, el camino está lleno de espinas;
para el hombre recto, el camino es amplia calzada.
20 El hijo sabio alegra a sus padres;
el hijo necio los menosprecia.
21 El imprudente goza con su necedad;
el inteligente corrige sus propios pasos.
22 Cuando no hay consulta, los planes fracasan;
el éxito depende de los muchos consejeros.
23 ¡Qué grato es hallar la respuesta apropiada,
y aún más cuando es oportuna!
24 El camino de la vida va cuesta arriba,
y libra al sabio de bajar al sepulcro.
25 El Señor destruye la casa del orgulloso,
pero mantiene invariable la propiedad de la viuda.
26 El Señor no soporta los planes malvados,
pero le agradan las palabras sin malicia.
27 El que se da a la codicia arruina su propia casa,
pero el que rechaza el soborno, vivirá.
28 El hombre justo piensa lo que ha de responder,
pero el malvado lanza maldad por la boca.
29 El Señor se aleja de los malvados,
pero atiende a la oración de los justos.
30 Los ojos radiantes alegran el corazón;
las buenas noticias dan nuevas fuerzas.
31 El que atiende a la reprensión que da vida,
tendrá un lugar entre los sabios.
32 El que desprecia la corrección no se aprecia a sí mismo;
el que atiende a la reprensión adquiere entendimiento.
33 El honrar al Señor instruye en la sabiduría;
para recibir honores, primero hay que ser humilde.
16 Los planes son del hombre;
la palabra final la tiene el Señor.
2 Al hombre le parece bueno todo lo que hace,
pero el Señor es quien juzga las intenciones.
3 Pon tus actos en las manos del Señor
y tus planes se realizarán.
4 El Señor lo ha creado todo con un propósito:
aun al hombre malvado para el día del castigo.
5 El Señor no soporta a los orgullosos;
tarde o temprano tendrán su castigo.
6 Con amor y verdad se perdona el pecado;
honrando al Señor se aleja uno del mal.
7 Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre,
hasta a sus enemigos los pone en paz con él.
8 Vale más lo poco ganado honradamente,
que lo mucho ganado en forma injusta.
9 Al hombre le toca hacer planes,
y al Señor dirigir sus pasos.
10 El rey habla de parte de Dios
y no dicta sentencias injustas.
11 Pesas y medidas caen bajo el juicio del Señor;
todas las pesas han sido creadas por él.
12 Los reyes reprueban las malas acciones,
porque el trono se basa en la justicia.
13 Los reyes aman y ven con agrado
a quien habla con honradez y sinceridad.
14 La ira del rey es mensajera de muerte,
y es de sabios procurar calmarla.
15 La alegría del rey es promesa de vida,
y su buena voluntad es como nube de lluvia.
16 Más vale adquirir sabiduría que oro;
más vale entendimiento que plata.
17 La norma de los justos es apartarse del mal;
cuidar la propia conducta es cuidarse uno mismo.
18 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la altanería, la caída.
19 Más vale humillarse con los pobres
que hacerse rico con los orgullosos.
20 Al que bien administra, bien le va;
¡feliz aquel que confía en el Señor!
21 Al que piensa sabiamente, se le llama inteligente;
las palabras amables convencen mejor.
22 Tener buen juicio es tener una fuente de vida;
instruir a los necios es también necedad.
23 El que piensa sabiamente, se sabe expresar,
y sus palabras convencen mejor.
24 Las palabras dulces son un panal de miel:
endulzan el ánimo y dan nuevas fuerzas.
25 Hay caminos que parecen derechos,
pero al final de ellos está la muerte.
26 El apetito del que trabaja lo impulsa a trabajar;
el hambre que siente lo empuja a ello.
27 El malvado es un horno de maldad;
¡aun sus palabras parecen llamas de fuego!
28 El perverso provoca peleas;
el chismoso es causa de enemistades.
29 El violento engaña a su amigo
y lo desvía por el mal camino.
30 Guiña los ojos quien piensa hacer lo malo;
se muerde los labios quien ya lo ha cometido.
31 Las canas son una digna corona,
ganada por una conducta honrada.
32 Más vale ser paciente que valiente;
más vale vencerse uno mismo que conquistar ciudades.
33 El hombre echa las suertes,
pero el Señor es quien lo decide todo.
17 Más vale comer pan duro y vivir en paz
que tener muchas fiestas y vivir peleando.
2 El siervo capaz llega a ser amo del hijo indigno,
y tiene parte en la herencia como los otros hermanos.
3 El oro y la plata, el fuego los prueba;
los pensamientos los prueba el Señor.
4 El malvado y el mentiroso
hacen caso de las malas lenguas.
5 El que se burla del pobre ofende a su Creador;
el que se alegra de su desgracia no quedará sin castigo.
6 La corona de los ancianos son sus nietos;
el orgullo de los hijos son sus padres.
7 Ni al tonto le sienta bien el hablar con elegancia,
ni al hombre respetable el hablar con engaños.
8 El que practica el soborno cree tener poderes mágicos,
pues alcanza el éxito en todo lo que emprende.
9 Quien pasa por alto la ofensa, crea lazos de amor;
quien insiste en ella, aleja al amigo.
10 Cala más un regaño en el entendido
que cien azotes en el necio.
11 El revoltoso sólo busca pelea,
pero le enviarán un mensajero cruel.
12 Vale más toparse con una osa furiosa
que con un necio empeñado en algo.
13 Jamás el mal se apartará de la casa
del que paga mal por bien.
14 Río desbordado es el pleito que se inicia;
vale más retirarse que complicarse en él.
15 Perdonar al culpable y condenar al inocente
son dos cosas que no soporta el Señor.
16 ¿Por qué viene el necio, dinero en mano,
a comprar sabiduría, si no tiene entendimiento?
17 Un amigo es siempre afectuoso,
y en tiempos de angustia es como un hermano.
18 El imprudente da fianza por su amigo
y se hace responsable de él.
19 Al que le gusta ofender, le gusta pelear;
el fanfarrón provoca su propia ruina.
20 Jamás la mente perversa se encontrará con el bien;
la lengua embustera caerá en la desgracia.
21 Ser padre de un necio trae sólo dolor;
ser padre de un tonto no es ninguna alegría.
22 Buen remedio es el corazón alegre,
pero el ánimo triste resta energías.
23 El malvado acepta soborno en secreto,
para torcer el curso de la justicia.
24 La sabiduría es la meta del inteligente,
pero el necio no tiene meta fija.
25 El hijo necio es para sus padres
motivo de enojo y amargura.
26 No está bien multar al inocente
ni azotar al hombre honorable.
27 Es de sabios hablar poco,
y de inteligentes mantener la calma.
28 Hasta el necio pasa por sabio e inteligente
cuando se calla y guarda silencio.
18 El egoísta sólo busca su interés,
y se opone a todo buen consejo.
2 El necio no tiene deseos de aprender;
sólo le importa presumir de lo que sabe.
3 Con la maldad viene la vergüenza;
con el orgullo, la deshonra.
4 Las palabras del hombre son aguas profundas,
río que corre, pozo de sabiduría.
5 No está bien que los jueces favorezcan al culpable
y le nieguen sus derechos al inocente.
6 Con sus labios, el necio se mete en líos;
con sus palabras se busca buenos azotes.
7 Las palabras del necio son su propia ruina;
con sus labios se echa la soga al cuello.
8 Los chismes son como golosinas,
pero calan hasta lo más profundo.
9 Los perezosos y los destructores
¡hasta hermanos resultan!
10 El nombre del Señor es una torre poderosa
a la que acuden los justos en busca de protección.
11 El rico cree que sus riquezas
son una ciudad protegida por altos muros.
12 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la humildad, la prosperidad.
13 Es una necedad y una vergüenza
responder antes de escuchar.
14 Al enfermo lo levanta su ánimo,
pero al ánimo decaído, ¿quién podrá levantarlo?
15 Los sabios e inteligentes
adquieren los conocimientos que buscan.
16 Con un regalo se abren todas las puertas
y se llega hasta la gente importante.
17 El primero en defenderse parece tener la razón,
pero llega su contrario y lo desmiente.
18 El juicio divino pone fin a los pleitos
y separa a las partes en pugna.
19 Más se cierra el hermano ofendido
que una ciudad amurallada.
Los pleitos separan
como las rejas de un palacio.
20 Cada uno comerá hasta el cansancio
del fruto de sus palabras.
21 La vida y la muerte dependen de la lengua;
los que hablan mucho sufrirán las consecuencias.
22 Encontrar esposa es encontrar lo mejor:
es recibir una muestra del favor de Dios.
23 El pobre habla con ruegos;
el rico responde con altanería.
24 Algunas amistades se rompen fácilmente,
pero hay amigos más fieles que un hermano.
19 Más vale ser pobre y honrado,
que necio y calumniador.
2 No es bueno el afán sin reflexión;
las muchas prisas provocan errores.
3 La necedad del hombre le hace perder el camino,
y luego el hombre le echa la culpa al Señor.
4 La riqueza atrae multitud de amigos,
pero el pobre hasta sus amigos pierde.
5 El testigo falso no quedará sin castigo;
el mentiroso no saldrá bien librado.
6 Al que es dadivoso y desprendido,
todo el mundo lo busca y se hace su amigo.
7 Si al pobre hasta sus hermanos lo desprecian,
con mayor razón sus amigos se alejarán de él.
8 El que aprende y pone en práctica lo aprendido,
se estima a sí mismo y prospera.
9 El testigo falso no quedará sin castigo;
al mentiroso le espera la muerte.
10 No es propio del necio hacer derroche de lujos,
ni mucho menos del esclavo gobernar a grandes señores.
11 La prudencia consiste en refrenar el enojo,
y la honra, en pasar por alto la ofensa.
12 La ira del rey es como el rugido del león,
pero su buena voluntad es como rocío sobre la hierba.
13 Un hijo necio hace sufrir a su padre.
Como gotera constante es la mujer pendenciera.
14 De los padres se reciben casa y riquezas;
del Señor, la esposa inteligente.
15 La pereza hace dormir profundamente,
y el perezoso habrá de pasar hambre.
16 El que cumple el mandamiento protege su vida;
el que desprecia la enseñanza del Señor, muere.
17 Un préstamo al pobre es un préstamo al Señor,
y el Señor mismo pagará la deuda.
18 Corrige a tu hijo mientras aún pueda ser corregido,
pero procura no matarlo a causa del castigo.
19 El que mucho se enoja, recibe su merecido;
librarlo del castigo es empeorar las cosas.
20 Atiende al consejo y acepta la corrección;
así llegarás a ser sabio.
21 El hombre hace muchos planes,
pero sólo se realiza el propósito divino.
22 Lo que se quiere del hombre es lealtad;
más vale ser pobre que tramposo.
23 La reverencia al Señor conduce a la vida;
uno vive contento y sin sufrir ningún mal.
24 El perezoso mete la mano en el plato,
pero no es capaz ni de llevársela a la boca.
25 Del castigo al insolente, el imprudente aprende;
el sabio aprende con la sola corrección.
26 Maltratar al padre y echar de la casa a la madre
son actos vergonzosos y reprobables en un hijo.
27 Hijo mío, si dejas de atender a la reprensión
te apartarás de los buenos consejos.
28 El testigo falso se burla de la justicia;
el malvado lanza maldad por la boca.
29 Listas están las varas para los insolentes;
los buenos azotes para la espalda de los necios.
20 El vino hace insolente al hombre;
las bebidas fuertes lo alborotan;
bajo sus efectos nadie actúa sabiamente.
2 Un rey furioso es como un león rugiente;
quien lo provoca, pone su vida en peligro.
3 Es honra del hombre evitar discusiones,
mas cualquier necio puede iniciarlas.
4 Cuando es tiempo de arar, el perezoso no ara;
pero al llegar la cosecha, buscará y no encontrará.
5 Las intenciones secretas son como aguas profundas,
pero el que es inteligente sabe descubrirlas.
6 Hay muchos que presumen de leales,
pero no se halla a nadie en quien se pueda confiar.
7 ¡Felices los hijos que deja
quien ha vivido con rectitud y honradez!
8 Cuando el rey toma asiento en el tribunal,
le basta una sola mirada para barrer el mal.
9 Nadie puede decir: «Tengo puro el corazón,
estoy limpio de pecado.»
10 Pesas falsas y medidas con trampa
son dos cosas que el Señor aborrece.
11 Por sus acciones se conoce
si un joven se conduce con rectitud.
12 El oído para oír y el ojo para ver
fueron creados por el Señor.
13 No te entregues al sueño, o te quedarás pobre;
manténte despierto y tendrás pan de sobra.
14 «¡Que mala mercancía!», dice el comprador,
pero una vez comprada se felicita a sí mismo.
15 Vale más quien habla con sabiduría,
que todo el oro y las joyas del mundo.
16 Al que salga fiador por un extraño,
quítale la ropa y tómasela en prenda.
17 Al hombre le gusta alimentarse de mentiras,
aunque a la larga le resulte como bocado de tierra.
18 Los planes se afirman con un buen consejo;
la guerra se hace con una buena estrategia.
19 El chismoso no sabe guardar un secreto,
así que no te juntes con gente chismosa.
20 El que maldice a su padre o a su madre,
morirá en la más espantosa oscuridad.
21 Lo que al principio se adquiere fácilmente,
al final no es motivo de alegría.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.