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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 16:1-28:19

Samuel consagra a David

16 El SEÑOR le dijo a Samuel:

—¿Hasta cuándo vas a estar triste por Saúl? Estás triste por él a pesar de que te dije que yo me negaba a dejarlo ser el rey de Israel. Llena tu cuerno[a] de aceite y ve a Belén a ver a un hombre llamado Isaí, pues he elegido a uno de sus hijos para ser el nuevo rey.

Pero Samuel dijo:

—Si voy, Saúl se enterará y tratará de matarme.

El SEÑOR le dijo:

—Ve a Belén. Lleva una ternera y di que vas a ofrecer un sacrificio al SEÑOR. Invita a Isaí al sacrificio y yo te diré qué hacer. Ungirás a quien yo te indique.

Samuel hizo lo que le mandó el SEÑOR, pero al llegar a Belén los ancianos líderes se asustaron y le preguntaron:

—¿Pasa algo, vidente?

Samuel contestó:

—No pasa nada, sólo vengo a ofrecerle un sacrificio al SEÑOR. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.

Samuel purificó a Isaí y a sus hijos y los invitó a reunirse con él para el sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «De seguro que este es quien el SEÑOR ha elegido».

Pero el SEÑOR le dijo a Samuel:

—Eliab es alto y apuesto, pero no te fijes en eso. Dios no se fija en las cualidades que la gente ve. La gente sólo presta atención al aspecto de las personas, pero el SEÑOR ve su corazón. Eliab no es el hombre que he elegido.

Entonces Isaí llamó a Abinadab, su segundo hijo, y este se acercó a Samuel, pero Samuel dijo:

—Tampoco este es el elegido del SEÑOR.

Isaí le presentó a Sama, pero Samuel dijo de nuevo:

—Este tampoco es el elegido del SEÑOR.

10 Isaí le presentó siete de sus hijos a Samuel, pero este dijo:

—Ninguno de ellos es el elegido del SEÑOR.

11 Entonces Samuel le preguntó a Isaí:

—¿No tienes más hijos?

Isaí contestó:

—Sí, tengo otro hijo, el menor, pero está cuidando el rebaño.

Samuel dijo:

—Manda a traerlo. No empezaremos a comer hasta que él llegue.

12 Isaí mandó que lo fueran a buscar. Su hijo menor era un joven de buen parecer, saludable[b] y apuesto. El SEÑOR le dijo a Samuel:

—Este es mi elegido, levántate y úngelo.

13 Samuel tomó el cuerno de aceite y derramó el aceite sobre el hijo menor de Isaí, frente a sus hermanos. El Espíritu del SEÑOR vino con poder sobre David y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.

Un espíritu malo atormenta a Saúl

14 El espíritu del SEÑOR abandonó a Saúl y el SEÑOR le envió un espíritu maligno que le causó muchos problemas. 15 Los siervos de Saúl le dijeron:

—Como usted sabe, un espíritu malo de parte de Dios lo está molestando. 16 Así que si usted lo ordena, podemos buscar a un músico para que toque para usted cuando el espíritu malo que Dios manda le provoque ansiedad, y así usted se sentirá mejor.

17 Así que Saúl les dijo a los siervos:

—Busquen a un buen músico y tráiganmelo.

18 Uno de los siervos dijo:

—El hijo de Isaí, de Belén, sabe tocar el arpa. Es un guerrero valiente, listo y de buen parecer. Además, el SEÑOR está con él.

19 Así que Saúl envió mensajeros a Isaí para decirle:

—Envíame a tu hijo David, el que cuida el rebaño.

20 Isaí tomó un asno, pan, un cuero de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl como regalo por medio de David. 21 David se presentó ante Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero. 22 Saúl le envió a decir a Isaí: «David me ha causado muy buena impresión, deja que se quede a mi servicio». 23 Así, cada vez que el espíritu maligno de parte de Dios molestaba a Saúl, David tocaba el arpa. El espíritu se iba, y Saúl se sentía mejor.

David y Goliat

17 Los filisteos alistaron su ejército para la guerra, en Soco, en la región de Judá. Acamparon entre Soco y Azeca, en un pueblo llamado Efesdamín. Saúl y los soldados israelitas también se reunieron y acamparon en el valle de Elá. Estaban en orden de batalla para pelear contra los filisteos. Los dos ejércitos estaban sobre montes opuestos, separados por un valle.

Un guerrero famoso de Gat llamado Goliat salió del campamento filisteo. Medía casi 3 metros[c] de altura. Llevaba un casco de bronce y una coraza también de bronce en forma de escamas de pescado que pesaba alrededor de 55 kilos[d]. Llevaba unos protectores de bronce en las piernas y una jabalina al hombro. La parte de madera de su lanza era tan grande como el rodillo de un telar y la punta pesaba casi 7 kilos. Su escudero marchaba delante de él con su escudo.

Goliat salía todos los días y desafiaba al ejército israelita diciendo: «¿Por qué están todos en orden de batalla? Yo soy filisteo, y ustedes son siervos de Saúl. Así que elijan a un hombre y mándenlo a pelear conmigo. Si me mata, él gana y los filisteos se convertirán en sus esclavos. Pero si yo lo mato a él, entonces yo gano y ustedes se convertirán en nuestros esclavos. ¡Ustedes tendrán que servirnos!» 10 Goliat también dijo: «¡Me río del ejército de Israel! ¡Los desafío a que envíen a uno de sus soldados a pelear conmigo!» 11 Saúl y el ejército oían el desafío de Goliat y tenían mucho miedo.

12 David era uno de los ocho hijos de Isaí, efrateo de Belén de Judá. En los tiempos de Saúl, Isaí ya estaba entrado en años. 13 Los tres hijos mayores de Isaí habían marchado a la guerra con Saúl. El mayor era Eliab; el segundo, Abinadab; y el tercero, Sama. 14 Los tres hijos mayores eran parte del ejército de Saúl. David, que era el menor, sin embargo, 15 se alejaba de vez en cuando de Saúl para ir a cuidar el rebaño de su papá en Belén.

16 Entre tanto, Goliat salía a mañana y tarde para desafiar al ejército israelita. Así estuvo burlándose de ellos por 40 días.

17 Un día, Isaí le dijo a su hijo David: «Toma este canasto[e] con grano cocido y estos diez panes y llévaselos a tus hermanos que están en el campamento. 18 También llévales estos diez pedazos de queso para el comandante del batallón de los 1000 soldados donde están tus hermanos. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme una prueba de que están bien. 19 Tus hermanos están con Saúl y todo el ejército israelita en el valle de Elá, peleando contra los filisteos».

20 A la mañana siguiente, después de dejar encargado el rebaño con otro pastor, David tomó la comida y se dirigió al campamento, como le había dicho Isaí. Al llegar al campamento, los soldados estaban saliendo a ocupar sus posiciones en el campo de batalla, lanzando gritos de guerra. 21 Los israelitas y los filisteos estaban alineados y listos para la batalla. 22 David le entregó la comida al encargado de las provisiones y corrió a donde estaban los soldados tratando de averiguar sobre sus hermanos. 23 Mientras hablaba con sus hermanos, Goliat salió del campamento filisteo desafiando como siempre a gritos al ejército israelita, y David lo oyó. 24 Los soldados israelitas veían a Goliat y corrían de miedo. 25 Los soldados se decían entre ellos: «¡Otra vez salió el gigante a insultarnos! El que lo mate, se hará rico. El rey le dará una gran recompensa, le dará a su hija como esposa y además la familia no tendrá que pagar impuestos ni cumplir el servicio militar».

26 David le preguntó a un hombre que estaba cerca de él:

—¿Qué dice que le darán al que mate a este filisteo y le devuelva el honor a Israel? ¿Quién es este tal Goliat? No es más que un pagano[f]. Nada más que un filisteo. ¿Quién se cree que es para desafiar al ejército del Dios viviente?

27 El soldado le contó a David sobre la recompensa por matar a Goliat. 28 Eliab, el hermano mayor de David, se enojó mucho al verlo hablar con los soldados y le reclamó:

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Con quién dejaste el rebaño en el desierto? ¡Ya sé a qué viniste! No quisiste hacer tus deberes y sólo viniste para ver la batalla.

29 David le dijo:

—¿Y ahora qué hice? Sólo preguntaba.

30 David les preguntó lo mismo a otros soldados y todos le respondían lo mismo. 31 Algunos oyeron hablar a David y lo llevaron frente a Saúl para decirle lo que este estaba diciendo. 32 David le dijo a Saúl:

—El pueblo no debería dejarse intimidar por ese tal Goliat. Como siervo tuyo, yo enfrentaré a ese filisteo.

33 Saúl le contestó:

—Tú no puedes salir a enfrentar a este filisteo. Ni siquiera eres soldado.[g] Además, Goliat ha sido un guerrero desde niño.

34 Pero David insistió:

—Cuando cuido el rebaño de mi papá y viene un león o un oso a llevarse una de las ovejas, 35 yo lo persigo, lo ataco y recupero la oveja. El animal salvaje me brinca, pero lo agarro de la piel debajo de su hocico y lo golpeo hasta matarlo. 36 Así maté un león y un oso. ¡Y así mataré a ese filisteo pagano! Morirá por haberse burlado del ejército del Dios viviente. 37 El SEÑOR me salvó del león y del oso, y también me salvará de este filisteo.

Saúl le dijo a David:

—Ve y que el SEÑOR te acompañe.

38 Saúl vistió a David con su propia ropa. Le dio un casco de bronce y una coraza. 39 David se ciñó la espada y trató de caminar con el uniforme de Saúl, pero no estaba acostumbrado al peso del uniforme. David le dijo a Saúl:

—No puedo pelear con tanta cosa, no estoy acostumbrado.

Así que se lo quitó. 40 Tomó su bastón y se fue a buscar cinco piedras lisas en el arroyo. Puso las cinco piedras en su bolsa de pastor, tomó su honda, y salió a enfrentar al filisteo.

41 El filisteo caminó despacio hacia David, con su escudero por delante, 42 viéndolo con desprecio. Veía que era sólo un muchacho[h], saludable y bien parecido. 43 Goliat le dijo a David:

—¿Para qué traes ese bastón? ¿Para ahuyentarme como a un perro?

Goliat empezó a nombrar a sus dioses para maldecir contra David.

44 Goliat le dijo a David:

—¡Acércate, y echaré tu cuerpo a los animales salvajes y a las aves de rapiña!

45 David le dijo al filisteo:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, ¡pero yo vengo contra ti en el nombre del SEÑOR Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel! Tú has hablado mal de él. 46 Hoy mismo el SEÑOR no te dará escapatoria. Hoy te mataré y te cortaré la cabeza. Daré tu cadáver a los animales salvajes y a las aves de rapiña. Y lo mismo haremos con todos los demás filisteos, y todos sabrán que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que se encuentran reunidos aquí sabrán que el SEÑOR no necesita espadas ni lanzas para salvar al pueblo. ¡La batalla es del SEÑOR! Y él nos ayudará a derrotarlos a todos ustedes, filisteos.

48 Goliat empezó a atacar a David, acercándose más y más a él, pero David corrió a encontrar a Goliat. 49 David tomó una piedra de su bolsa, la puso en su honda y la lanzó. La piedra salió disparada de la honda y le pegó a Goliat exactamente entre los ojos. Con la piedra incrustada profundamente en la cabeza, Goliat cayó al suelo, con la cara hacia abajo. 50 Así fue como David derrotó al filisteo, con sólo una honda y una piedra. Golpeó al filisteo y lo mató. Como David no tenía espada, 51 corrió y se paró al lado del filisteo. Entonces David desenvainó la espada de Goliat y con ella le cortó la cabeza. Así fue como David mató al filisteo.

Cuando los demás filisteos vieron que su héroe estaba muerto, se dieron la vuelta y salieron corriendo. 52 Los soldados de Israel y Judá gritaron y se lanzaron contra los filisteos, persiguiéndolos hasta la frontera de Gat y las puertas de Ecrón. Mataron a muchos filisteos. Sus cuerpos quedaron regados por el camino de Sajarayin, hasta Gat y Ecrón. 53 Después de perseguir a los filisteos, los israelitas regresaron al campamento filisteo para saquearlo. 54 Entonces, David llevó la cabeza de Goliat a Jerusalén, pero guardó las armas en casa.

55 Al ver a David salir a pelear contra Goliat, Saúl le preguntó a Abner, el comandante del ejército:

—¿Quién es el papá de este muchacho?

Abner contestó:

—Le aseguro que no lo sé, señor.

56 Entonces el rey Saúl le dijo:

—Averíguame de quién es hijo.

57 Cuando David regresó después de matar a Goliat, Abner lo trajo a Saúl. David todavía tenía en la mano la cabeza de Goliat.

58 Saúl le preguntó:

—Muchacho, ¿quién es tu papá?

David le contestó:

—Soy hijo de tu siervo Isaí, de Belén.

Saúl siente envidia de David

18 En cuanto David terminó de hablar con Saúl, Jonatán empezó a entablar una buena amistad con David.[i] Lo quería como a sí mismo. Desde ese día, Saúl mantuvo a David con él, sin dejarlo volver a casa de su papá. Jonatán y David hicieron un pacto porque Jonatán lo quería como a sí mismo. Jonatán se quitó el manto que llevaba y se lo dio a David. También le dio todo su uniforme, hasta su espada, su arco y su cinturón.

Saúl envió a David a pelear en muchas batallas, y en todas tenía éxito. También lo puso a cargo de los soldados, lo cual fue del agrado de todos, hasta de los oficiales.

Cuando David regresó de matar al filisteo, las mujeres de los pueblos de Israel salieron cantando y danzando a recibir al rey Saúl. Gritando tocaban panderetas y liras, y exclamaban:

«¡Saúl mató a miles,
    pero David mató a diez miles!»

Eso no le gustó nada a Saúl y se enojó muchísimo. Pensaba: «Las mujeres le dan crédito a David por unos cuantos miles, sólo les falta que le den el reino mismo». A partir de aquel momento Saúl lo miraba con recelo.

10 Al día siguiente, un espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, haciéndolo actuar en su casa como loco. David tocó el arpa como de costumbre. 11 Pero Saúl tenía una lanza en la mano y pensó: «Lo clavaré en la pared». Saúl lo intentó dos veces, pero en ambas ocasiones David saltó y esquivó la lanza.

12 Saúl tenía miedo de David porque el SEÑOR ya no estaba con él, sino con David. 13 Saúl mandó a David lejos como comandante de 1000 soldados. David los dirigía en las batallas. 14 David tenía éxito porque el SEÑOR estaba con él. 15 Al ver su éxito, Saúl cada vez temía más a David. 16 Pero todos en Israel y Judá apreciaban a David porque los dirigía en las batallas.

17 Saúl quería matar a David y se le ocurrió ponerle una trampa, diciéndole:

—Aquí tienes a Merab, mi hija mayor. Cásate con ella y así te convertirás en un soldado poderoso. Serás como un hijo para mí. Luego irás y pelearás las batallas del SEÑOR.

En realidad, Saúl pensaba: «Así no tendré que matar a David yo mismo, sino que lo matarán los filisteos». 18 Pero David dijo:

—Yo no me puedo casar con la hija del rey. No vengo de una familia importante ni tampoco soy importante.

19 Así que cuando llegó la hora de que David se casara con Merab, Saúl se la entregó a Adriel de Mejolá. 20 Mical, la otra hija de Saúl estaba enamorada de David. Cuando Saúl lo supo, le agradó la noticia, 21 y pensó: «Atraparé a David por medio de Mical. Se la daré en matrimonio y luego dejaré que los filisteos lo maten». Así que Saúl habló con David de nuevo:

—Puedes casarte con mi hija hoy mismo.

22 Saúl les ordenó a sus oficiales que hablaran con David en privado y que le dijeran: «Mira, el rey te aprecia y sus oficiales también, deberías casarte con su hija». 23 Los oficiales hablaron con David, pero él contestó:

—¿Creen que es muy fácil ser yerno del rey? Yo no soy más que un hombre común y corriente.

24 Los oficiales le dijeron a Saúl lo que David había dicho. 25 Saúl les dijo:

—Díganle a David que el rey no quiere que pague dinero por su hija.[j] Saúl sólo quiere vengarse de sus enemigos, así que pide 100 prepucios de filisteos para darte su hija en casamiento.

Saúl pensaba en secreto que los filisteos matarían a David. 26 Los oficiales hablaron de nuevo con David, quien se puso contento por la oportunidad de ser yerno del rey, así que enseguida se puso en acción. 27 David y sus soldados salieron a pelear contra los filisteos. Mataron a 200[k] y le llevó los prepucios a Saúl para convertirse en yerno del rey. Saúl le entregó a su hija Mical en casamiento. 28 Entonces Saúl se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con David y de que su hija Mical amaba a David. 29 Por eso empezó a temer más a David, y siempre se ponía en su contra.

30 Además, los comandantes filisteos continuaron saliendo a pelear contra los israelitas, pero David siempre los derrotaba, y aumentó su fama de ser el mejor oficial.

Saúl trata de matar a David

19 Saúl mandó a Jonatán y sus oficiales que mataran a David, pero Jonatán apreciaba mucho a David, y lo puso sobre aviso:

—Ten cuidado. Saúl está buscando una oportunidad para matarte. Vete mañana al campo y escóndete. Yo saldré con mi papá al campo donde tú estés y le hablaré de ti. Cuando me entere de lo que pasa, te lo haré saber.

Jonatán habló con Saúl, su papá, y le dijo en favor de David:

—Tú eres el rey y David es tu siervo, él no te ha hecho nada malo. No le hagas nada. Siempre ha sido bueno contigo. Hasta arriesgó su vida cuando mató a Goliat. Tú viste cuando el SEÑOR le dio esa gran victoria a todo Israel, y estuviste muy contento. ¿Por qué ahora quieres matar a David? Él es inocente, no hay razón para matarlo. Saúl escuchó a Jonatán e hizo una promesa:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive, David no morirá.

Entonces Jonatán llamó a David y le contó todo lo que habían hablado. Después lo llevó de nuevo ante Saúl para que estuviera a su servicio como antes.

La guerra empezó de nuevo. David salió a pelear contra los filisteos, y los derrotó tan violentamente que ellos salieron huyendo. Pero mientras Saúl escuchaba a David tocar el arpa, vino sobre Saúl un espíritu maligno mandado por el SEÑOR. 10 Saúl trató de clavar a David en la pared con una lanza que tenía en la mano, pero David la esquivó, quedando la lanza ensartada en la pared. Así que David escapó esa misma noche.

11 Saúl envió hombres a la casa de David para que vigilaran su casa toda la noche. Planeaban matarlo en la mañana, pero Mical, la esposa de David, lo puso sobre aviso diciéndole: «Si no escapas esta noche y te pones a salvo, mañana serás hombre muerto». 12 En seguida Mical lo ayudó a escapar por una ventana, y así salió huyendo. 13 Luego tomó un ídolo familiar y lo vistió, lo puso en la cama y le puso un tejido de pelo de cabra en la cabeza.

14 Saúl envió hombres para apresar a David, pero Mical les dijo que David estaba enfermo. 15 Los hombres se lo comunicaron a Saúl, pero él los envío de nuevo, diciéndoles: «Tráiganme a David a como dé lugar, aunque lo tengan que traer con todo y cama y se muera». 16 Los hombres regresaron a casa de David. Pero cuando entraron para buscarlo, vieron que en la cama sólo estaba una estatua con pelo de cabra. 17 Entonces Saúl le dijo a Mical:

—¿Por qué me engañaste? Dejaste escapar a mi enemigo.

Ella le respondió:

—David me amenazó de muerte si no lo dejaba escapar.

18 David fue a Ramá y le dijo a Samuel todo lo que Saúl le había hecho. Entonces David y Samuel se fueron a los campamentos y se quedaron ahí. 19 Cuando Saúl supo que David estaba en Nayot de Ramá, 20 mandó a sus hombres para que lo arrestaran. Pero cuando los hombres llegaron a donde estaba David, se encontraron con un grupo de profetas dirigidos por Samuel que estaban profetizando. El Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl, y también empezaron a profetizar.

21 Al oír sobre esto, Saúl envió a otro grupo, pero ellos también empezaron a profetizar. Envió entonces a un tercer grupo, que también empezó a profetizar. 22 Por último, Saúl mismo fue a Ramá. Al llegar al gran pozo que está junto al lugar donde se trilla el grano, en Secú, preguntó dónde estaban Samuel y David. La gente contestó: «En los campamentos de Ramá».

23 Entonces Saúl salió a buscarlos allá. El Espíritu de Dios también vino sobre Saúl y empezó a profetizar por todo el camino hacia los campamentos. 24 Incluso se quitó la ropa y cayó desnudo al suelo. A la vista de Samuel, Saúl siguió profetizando el resto del día y toda la noche hasta la madrugada.

Por eso la gente dice: «¿Acaso Saúl también es uno de los profetas?»

Jonatán ayuda a David

20 David escapó de los campamentos y fue a preguntarle a Jonatán:

—¿Qué he hecho? ¿Qué crimen he cometido para que tu papá quiera matarme?

Jonatán respondió:

—¡No puede ser! Mi papá no está tratando de matarte. Nunca hace nada sin antes decírmelo. Siempre me comunica todo sin importar qué tan grande o pequeño sea el asunto. ¿Por qué no me diría que quiere matarte? No, no puede ser cierto.

Entonces David le dijo:

—Él bien sabe que soy tu amigo. De seguro pensó que si te lo decía, tú me pondrías al tanto.[l] Pero, tan cierto como que tú y el SEÑOR viven, te aseguro que estoy muy cerca de la muerte.

Jonatán le dijo a David:

—Haré lo que tú quieras que haga.

David le dijo:

—Mira, mañana es la fiesta de Luna Nueva, y se supone que voy a comer con el rey. Deja que me esconda en el campo hasta el anochecer. Si tu papá nota que no estoy, dile: «David se fue a Belén porque su familia está celebrando esta fiesta mensual. Me pidió que lo dejara ir para reunirse con su familia». Si tu papá dice que está bien, entonces estaré a salvo, pero si se enoja, entonces sabrás que quiere matarme. Sé bueno conmigo, Jonatán, yo soy tu siervo. Has hecho un pacto conmigo ante el SEÑOR. Si soy culpable, entonces tú mismo me puedes matar, pero no me lleves ante tu papá.

Jonatán respondió:

—¡Claro que no! Si me entero que mi papá planea matarte, te avisaré.

10 David dijo:

—¿Quién me lo hará saber si tu papá responde mal?

11 Jonatán le dijo:

—Ven, vamos al campo.

Una vez allí, 12 Jonatán le dijo a David:

—Te prometo ante el SEÑOR Dios de Israel que averiguaré lo que mi papá piensa sobre ti. Me enteraré si piensa bien de ti o no y te enviaré un mensaje al campo. 13 Si mi papá quiere hacerte daño, yo te lo haré saber. Te dejaré vivir a salvo. Que el SEÑOR me castigue si no hago lo que he dicho. Que el SEÑOR esté contigo como estuvo con mi papá. 14 Muestra el fiel amor del SEÑOR conmigo mientras viva, y cuando yo muera, 15 no dejes de mostrar tu fiel amor con mi familia. El SEÑOR borrará de la faz de la tierra a todos tus enemigos. 16 Si entonces nuestras familias deben separarse, que así sea, y que el SEÑOR castigue a tus enemigos.

17 Jonatán le pidió a David que confirmara el juramento de amistad que habían hecho por el aprecio que le tenía, pues lo quería como a sí mismo.

18 Jonatán le dijo a David:

—Mañana es la fiesta de Luna Nueva. Mi papá se dará cuenta que no estás cuando vea tu asiento desocupado. 19 Después de tres días, ve al mismo lugar donde te escondiste al principio de todo esto. Espera cerca de esa colina. 20 Entonces yo iré y pretenderé estar tirando tres flechas al blanco. 21 Le diré a mi criado que vaya a buscar las flechas. Si todo está bien, le diré al escudero: “¡Ya te pasaste! Las flechas están más cerca. Regresa para que las encuentres”. Si digo eso, significa que puedes salir de tu escondite. Te prometo, tan cierto como que el SEÑOR vive, que entonces no habrá peligro y que estarás a salvo. 22 Pero si hay problemas, entonces le diré a mi criado: “Las flechas están más allá. Ve a buscarlas”. Si digo eso, deberás huir. El SEÑOR quiere que te vayas. 23 Recuerda este pacto entre tú y yo. El SEÑOR es testigo para siempre.

24 David se escondió en el campo. Cuando llegó la hora de la fiesta de Luna Nueva, el rey se sentó a comer 25 cerca de la pared donde acostumbraba sentarse. Jonatán se sentó enfrente y Abner a su lado, pero el asiento de David estaba desocupado. 26 Saúl no dijo nada ese día, pues pensó que tal vez algo le había pasado a David que lo dejó impuro.

27 Al siguiente día, el segundo del mes, el asiento de David seguía desocupado. Entonces Saúl le dijo a su hijo Jonatán:

—¿Por qué no vino el hijo de Isaí a la fiesta ni ayer ni hoy?

28 Jonatán respondió:

—Me pidió que lo dejara ir a Belén 29 porque su familia iba a ofrecer un sacrificio allá. Su hermano le había pedido que fuera, así que en nombre de nuestra amistad me pidió que lo dejara ir a ver a sus hermanos. Por eso no está a la mesa.

30 Entonces Saúl se enfureció con Jonatán y le dijo:

—No quieres obedecer porque eres hijo de una esclava perversa y rebelde. Yo sé que estás de parte de David, para vergüenza tuya y de tu madre. 31 Mientras viva el hijo de Isaí, no serás rey ni tendrás ningún reino. ¡Ve y tráeme a David ahora mismo! ¡Ya está condenado!

32 Jonatán le preguntó a su papá:

—¿Por qué ha de morir David? ¿Qué mal ha hecho?

33 Pero Saúl trató de matarlo con su lanza. Así Jonatán se convenció de que Saúl estaba decidido a matar a David. 34 Jonatán se retiró de la mesa, enfurecido. Estaba tan enojado con su papá que no comió nada ese día. Estaba enfurecido porque Saúl lo había humillado y porque Saúl quería matar a David.

35 A la mañana siguiente, Jonatán salió al campo para encontrarse con David, como lo habían planeado. Lo acompañaba uno de sus criados más jóvenes. 36 Jonatán le dijo al criado:

—Ve y busca las flechas que voy a tirar.

El criado se echó a correr y Jonatán tiró las flechas sobre su cabeza. 37 El criado corrió al lugar donde habían caído las flechas, pero Jonatán gritó:

—¡Están más allá! 38 ¡Apúrate! ¡No te quedes ahí parado, ve por ellas!

El criado recogió las flechas y se las trajo a su amo 39 sin darse cuenta de nada de lo que pasaba, pues sólo David y Jonatán lo sabían. 40 Jonatán le dio el arco y las flechas al criado y le dijo que se regresara al pueblo.

41 En cuanto se fue el criado, David salió de su escondite e inclinó su rostro ante Jonatán. Después de inclinarse tres veces, se besaron y lloraron juntos, hasta que David se desahogó. 42 Jonatán le dijo a David:

—Ve en paz. En el nombre del SEÑOR, prometimos que seríamos amigos y que el SEÑOR sería testigo entre nosotros y nuestra descendencia para siempre.

David escapa de Saúl

21 David se fue al pueblo llamado Nob[m] para ver al sacerdote Ajimélec, y Jonatán regresó al pueblo. Al llegar David a Nob, Ajimélec salió a su encuentro. Él temía por David, y le preguntó:

—¿Por qué estás solo? ¿Por qué no viene nadie contigo?

David respondió:

—Cumplo una orden del rey y me dijo que no le dijera a nadie sobre esta misión, que nadie debería saberlo. Les dije a mis hombres dónde encontrarme. ¿Qué tienes de comer? Dame cinco piezas de pan o lo que tengas de comer.

El sacerdote le dijo a David:

—Aquí no tengo pan común y corriente, pero sí tengo algo de pan sagrado. Tus oficiales lo pueden comer si no han tenido relaciones sexuales con ninguna mujer.[n]

David le respondió:

—No hemos estado con ninguna mujer. Mis hombres mantienen su cuerpo puro cada vez que salimos a la batalla, aun en misiones ordinarias.[o] Y especialmente hoy, que nuestra misión es extraordinaria.

Como no había más pan que el sagrado, el sacerdote le dio a David de ese pan. Era el pan que los sacerdotes ponían en la mesa sagrada ante el SEÑOR. Todos los días lo quitaban y lo cambiaban por pan fresco.

Ese día estaba allí uno de los oficiales de Saúl llamado Doeg el edomita, que había tenido que quedarse en el santuario del SEÑOR.[p] Él era el jefe de los pastores[q] de Saúl.

David le preguntó a Ajimélec:

—¿Tienes alguna lanza o espada por aquí? El asunto del rey es muy importante. Tengo que irme de prisa y no traje mi espada ni ninguna otra arma.

El sacerdote respondió:

—La única espada que hay aquí es la de Goliat, el filisteo que mataste en el valle de Elá. Está detrás del efod, envuelta en un paño. Puedes tomarla si quieres.

David le dijo:

—Dámela. No hay como la espada de Goliat.

David huye a diferentes lugares

10 Ese mismo día, David siguió huyendo de Saúl, y se dirigió a Aquis, rey de Gat. 11 Los oficiales de Aquis dijeron:

—Este es David, el rey del país, de quien cantan los israelitas. Por él bailan y cantan:

“¡Saúl mató a miles,
    pero David mató a diez miles!”

12 David ponía mucha atención a lo que decían, pues tenía miedo de Aquis, rey de Gat. 13 Así que David se hizo pasar por loco frente a Aquis y sus oficiales mientras estaba con ellos. Hacía garabatos en las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba.

14 Aquis les dijo a los oficiales:

—¡Miren nada más! ¡Este hombre está loco! ¿Para qué me lo traen? 15 Ya tengo suficientes locos. ¡No necesito ni uno más que venga a hacer sus locuras delante de mí! ¡No dejen que entre a mi casa nunca más!

22 David salió de Gat y escapó hacia la cueva[r] de Adulán. Cuando sus hermanos y parientes se enteraron de que David estaba en Adulán, fueron a verlo. Muchos se unieron a David. Unos estaban metidos en algún problema, otros debían mucho dinero y algunos más no estaban satisfechos con la vida. Alrededor de 400 se unieron a David y él se convirtió en su líder.

David se dirigió a Mizpa, en Moab, y le pidió al rey de ese lugar:

—Deja que mis padres vengan a vivir con ustedes hasta que yo sepa lo que Dios tiene planeado para mí.

Así que David dejó a sus padres con el rey de Moab y se quedaron allí mientras David estaba en la fortaleza.

Pero el profeta Gad le dijo a David:

—No te quedes en la fortaleza, ve a la tierra de Judá.

Así que David se fue de allí y se internó en el bosque de Jaret.

Saúl destruye a la familia de Ajimélec

Mientras estaba sentado a la sombra de un árbol en la colina de Guibeá, Saúl se enteró de que su ejército había oído de David y sus hombres. Con su lanza en la mano se dirigió a los oficiales que estaban a su alrededor:

—¡Escuchen bien, hombres de Benjamín! ¿Creen que el hijo de Isaí les dará campos y viñedos? ¿Creen que un hombre de Judá les dará ascensos y los hará oficiales de centenares y miles de hombres? ¡Ustedes están conspirando contra mí! Han hecho planes en secreto. Ninguno de ustedes me advirtió sobre mi hijo Jonatán ni que había hecho un pacto con el hijo de Isaí. Nadie cuida mis intereses. Ninguno me dijo que mi propio hijo anima a David a esconderse y atacarme. Eso es lo que está pasando ahora.

Doeg el edomita, que se encontraba entre los oficiales dijo:

—Yo vi al hijo de Isaí en Nob cuando fue a ver a Ajimélec hijo de Ajitob. 10 Ajimélec oró al SEÑOR por David y le dio provisiones y la espada de Goliat.

11 Entonces el rey Saúl mandó llamar al sacerdote Ajimélec hijo de Ajitob y a todos sus parientes, que eran sacerdotes en Nob. Cuando llegaron, 12 Saúl le dijo a Ajimélec:

—Escucha, hijo de Ajitob.

—Sí, señor—respondió Ajimélec.

13 —¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiran contra mí?—preguntó Saúl—. Le diste pan y una espada, y consultaste a Dios por él. ¡Y ahora está por atacarme!

14 —David le es fiel a usted—respondió Ajimélec. Ninguno de sus oficiales es tan fiel como él. Además es su yerno y capitán de su guardia. La propia familia de usted lo respeta. 15 No es la primera vez que oro por David ni mucho menos. No se me culpe a mí ni a mi familia, ya que somos sólo sus siervos y no sabemos nada de este asunto.

16 Pero el rey dijo:

—¡Ahimélec, tú y tu familia morirán!

17 En ese momento, el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban:

—¡Maten a los sacerdotes del SEÑOR porque están de parte de David! Sabían que David estaba huyendo y aun así no me avisaron.

Pero los oficiales del rey no se atrevían a hacerles daño a los sacerdotes del SEÑOR.

18 Así que el rey le ordenó a Doeg que los matara. Ese día Doeg el edomita mató a 85 sacerdotes[s]. 19 Mató a toda la gente de Nob, el pueblo de los sacerdotes. A filo de espada mató a hombres, mujeres, niños y bebés. También mató al ganado, los asnos y las ovejas.

20 Sin embargo, Abiatar, uno de los hijos de Ajimélec, escapó hasta donde estaba David. 21 Abiatar le avisó a David que Saúl había matado a los sacerdotes del SEÑOR. 22 Entonces David le dijo a Abiatar:

—Yo soy el responsable por la muerte de tu familia. Cuando vi a Doeg el edomita en Nob aquel día, supe que le avisaría a Saúl. 23 Pero no tengas miedo, quédate conmigo. El hombre que trató de matarte es el mismo que quiere matarme a mí. Yo te protegeré si te quedas aquí.

David en Queilá

23 El pueblo le dijo a David:

—Mira, los filisteos atacaron la ciudad de Queilá y saquearon los graneros.

David consultó al SEÑOR:

—¿Debo ir a pelear contra los filisteos?

El SEÑOR le respondió:

—Sí, ve y pelea contra ellos y libera a Queilá.

Pero los hombres de David le dijeron:

—Mira, si estando aquí en Judá tenemos miedo, imagínate cómo estaremos si vamos a donde está el ejército filisteo.

David consultó de nuevo al SEÑOR, y el SEÑOR le respondió:

—Ve a Queilá que yo te ayudaré a derrotar a los filisteos.

Así que David y sus hombres salieron hacia Queilá, pelearon contra los filisteos y se apoderaron del ganado. Así David liberó al pueblo de Queilá. Cuando Abiatar, hijo de Ahimélec, escapó y fue a donde estaba David, había llevado un efod con él.

El pueblo le dijo a Saúl que David estaba en Queilá, y Saúl dijo:

—¡Dios me lo ha entregado! David está sin salida, en una ciudad con puertas y cerrojos.

Saúl convocó a todo su ejército para la batalla, y se alistaron para ir a Queilá y atacar a David y a sus hombres.

David se enteró de los planes de Saúl y le dijo a Abiatar:

—Trae el efod.

10 David oró:

—SEÑOR Dios de Israel, me he enterado de los planes de Saúl de venir y destruir a Queilá por causa mía. 11 ¿Vendrá realmente? ¿Me entregará la gente de Queilá a Saúl? Dime, SEÑOR Dios de Israel, yo soy tu siervo.

El SEÑOR le respondió:

—Saúl vendrá.

12 David preguntó de nuevo:

—¿Nos entregará la gente de Queilá a mí y a mi pueblo?

El SEÑOR respondió:

—Sí, lo harán.

13 Así que David y sus hombres salieron de Queilá. Alrededor de 600 hombres iban con David de un lado a otro. Al enterarse Saúl de que David había huido de Queilá, no fue a la ciudad.

Saúl persigue a David

14 David se quedó en un fuerte que estaba en los cerros del desierto de Zif. Día tras día, Saúl buscaba a David, pero el SEÑOR[t] no le permitía encontrarlo.

15 David se encontraba en Hores en el desierto de Zif. Tenía miedo porque Saúl venía a matarlo. 16 Pero Jonatán, el hijo de Saúl, fue a Hores para ver a David y lo animó a tener más confianza en el SEÑOR. 17 Jonatán le dijo a David:

—No tengas miedo, mi papá no te hará ningún daño. Tú serás el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Hasta mi papá lo sabe.

18 Jonatán y David hicieron un pacto ante el SEÑOR. Luego Jonatán se regresó a su casa y David se quedó en Hores.

19 La gente de Zif fue a ver a Saúl en Guibeá para decirle:

—David se está escondiendo en nuestro territorio, en la fortaleza que está en Hores, en el cerro de Jaquilá, al sur de Jesimón. 20 Nuestro deber es entregarle a David. Vaya y atrápelo cuando quiera.

21 Saúl respondió:

—Que el SEÑOR los bendiga por avisarme. 22 Vayan y averigüen más acerca del paradero de David, dónde se esconde y quién lo ha ido a ver allí.

Saúl pensó: «David es muy astuto y está tratando de tenderme una trampa».

23 —Busquen todos sus escondites y vuelvan para informarme de todo. Entonces yo iré con ustedes y si David está en su territorio, yo lo encontraré, aun si tengo que buscarlo en todas las familias de Judá.

24 El pueblo se regresó a Zif, y Saúl fue después.

Mientras tanto, David y sus hombres se encontraban en el desierto de Maón, al sur de Jesimón. 25 El pueblo le advirtió a David que Saúl andaba buscándolo. Entonces David se fue a «La Roca» en el desierto de Maón. Al enterarse Saúl de que David había huido a ese lugar, se dirigió hacia allá.

26 Saúl se encontraba en un lado de la montaña y David y sus hombres en el otro lado. Saúl y su ejército estaban rodeando la montaña para capturar a David y a sus hombres, 27 cuando un mensajero de Saúl llegó y le dijo:

—¡Apresúrese, Su Majestad, que los filisteos nos atacan!

28 Así que Saúl dejó de perseguir a David y fue a luchar contra los filisteos.

Por eso ese lugar se conoce como «La Roca Resbaladiza»[u]. 29 David se fue del desierto de Maón hacia la fortaleza cerca de Engadi.

David le perdona la vida a Saúl

24 Después de perseguir a los filisteos, la gente le dijo a Saúl que David se encontraba en el desierto de Engadi. Saúl eligió a 3000 hombres israelitas y se fueron a buscar a David y sus hombres en la región de los Peñascos de las Cabras. Saúl llegó a un redil de ovejas en el camino. Cerca de ahí había una cueva, donde entró para hacer sus necesidades. David y sus hombres se escondían en el fondo de la cueva. Los hombres le dijeron a David:

—Este es el día al que se refería el SEÑOR cuando te dijo: “Te entregaré a tu enemigo para que hagas con él lo que mejor te parezca”.

Entonces David se acercó a Saúl sin hacer ruido y cortó el borde del manto de Saúl sin que él se diera cuenta. Pero a David le remordió la conciencia por lo que había hecho, y les dijo a sus hombres:

—¡Que el SEÑOR me libre de hacerle algo al rey! Saúl es a quien el SEÑOR eligió como rey. Yo no debo hacer nada contra él porque él es el elegido del SEÑOR.

David les dijo esto a sus hombres para contenerlos y no les permitió que le hicieran ningún daño a Saúl.

Saúl salió de la cueva y se fue. David lo siguió, gritando:

—¡Majestad!

Saúl miró hacia atrás y vio a David postrado rostro en tierra e inclinándose. David le dijo a Saúl:

—¿Por qué escucha Su Majestad a los que dicen que yo quiero hacerle daño? 10 Usted podrá ver con sus propios ojos que hoy mismo en esta cueva el SEÑOR me lo había puesto a usted en mis manos, pero no quise matarlo. Le respeté la vida, y dije: No le haré ningún daño a mi señor porque él es el rey que el SEÑOR eligió.

11 »Mire usted el pedazo de tela del borde de su manto que tengo en mi mano. Yo pude haberlo matado cuando lo corté, pero no lo hice. Entienda bien y sepa que yo no planeo nada contra usted. Yo no le he hecho nada y sin embargo usted me acecha y trata de matarme. 12 ¡Que sea el SEÑOR quien juzgue! Tal vez el SEÑOR lo castigue por el mal que me ha hecho, pero yo no alzaré mi mano contra usted. 13 Porque como dice el refrán: “De los malos, la maldad”, pero yo no alzaré mi mano contra usted. 14 ¿A quién persigue? ¿Contra quién va a pelear el rey de Israel? Persigue a quien no le va a hacer ningún daño. Es como perseguir a un perro muerto o a una pulga. 15 Que el SEÑOR sea quien juzgue entre nosotros dos. Que él me ayude y muestre que estoy en lo cierto, y me libre de usted.

16 Cuando David terminó de hablar, Saúl preguntó:

—¿Eres tú quien me habla, hijo mío?

Y enseguida se echó a llorar, y luego dijo:

17 —Eres más leal que yo. Has sido bueno conmigo, y yo en cambio, he sido malo. 18 Me has contado el bien que has hecho. El SEÑOR me puso en tus manos y aun así no me mataste. 19 ¡No se atrapa una presa para luego dejarla ir! No se paga bien por mal. Que el SEÑOR te premie por ser bueno conmigo el día de hoy. 20 Yo sé que serás el nuevo rey, reinarás sobre el reino de Israel. 21 Prométeme, en el nombre del SEÑOR, que no destruirás a mis descendientes, aun después de mi muerte. Prométeme que no borrarás el nombre de mi familia.

22 Así que David le hizo la promesa a Saúl de que no mataría a su familia. Luego Saúl regresó a su casa, y David se dirigió al fuerte.

25 Samuel murió y todo el pueblo de Israel se reunió para hacer duelo por él y enterrarlo en Ramá. Después de eso, David se fue al desierto de Maón[v].

David y Nabal

En Maón vivía un hombre muy rico que tenía 3000 ovejas y 1000 cabras. Se encontraba en Carmel haciéndose cargo de sus negocios y esquilando sus ovejas. Era de la familia de Caleb, y se llamaba Nabal[w]. Su esposa se llamaba Abigail, que era una mujer bella e inteligente, pero Nabal era insolente y malo.

Cuando David se encontraba en el desierto, se enteró de que Nabal estaba esquilando sus ovejas. Entonces envió a diez jóvenes para que hablaran con Nabal, diciéndoles: «Vayan a Carmel y llévenle un saludo de mi parte a Nabal, y díganle: “Que tú y tu familia, y todo lo que posees se encuentren bien. Por medio de tus pastores que han estado un tiempo con nosotros, me enteré que estás esquilando la lana de tus ovejas. Tratamos bien a tus pastores y nunca tomamos nada de ellos mientras se encontraban en Carmel. Puedes preguntarles a tus siervos y ellos te dirán que es cierto. Por lo tanto, te pido que recibas bien a mis jóvenes en este día de celebración, y que les des lo que tengas a la mano. Te lo pido por mí, tu amigo[x] David”».

Cuando los hombres de David llegaron, le dieron el mensaje a Nabal, 10 pero Nabal los insultó, diciéndoles:

—¿Quién es ese David? ¿Quién es el hijo de Isaí? ¡Hoy en día, muchos esclavos escapan de sus amos! 11 Tengo pan y agua, y también carne que preparé para los siervos que esquilaron las ovejas, pero ¡qué voy a compartir con gente que ni siquiera sé de dónde ha salido!

12 Los hombres de David regresaron y le dijeron a David lo que Nabal había dicho. 13 Entonces David les dijo a sus hombres:

—¡Levanten su espada!

Así que David y sus hombres tomaron su espada. Alrededor de 400 hombres acompañaron a David, mientras 200 se quedaron cuidando las provisiones.

14 Uno de los siervos de Nabal le aviso a su esposa Abigail:

—David envió mensajeros desde el desierto para hablar con nuestro amo, pero Nabal fue malo con ellos. 15 Ellos nos trataron muy bien. Mientras pastoreábamos las ovejas en los campos, los hombres de David nos acompañaron todo el tiempo y nunca nos hicieron nada malo. Nunca nos robaron, 16 sino que nos cuidaban de día y de noche. Era como si nos rodeara una muralla, nos protegían cuando estábamos con ellos cuidando las ovejas. 17 Piensa en esto y decide lo que hay que hacer. Nabal fue un insensato al decir lo que dijo. Se les viene un problema tremendo a nuestro amo y a toda su familia.

18 De inmediato, Abigail tomó 200 panes, dos odres de vino, cinco ovejas asadas, 40 kilos[y] de trigo tostado, 100 tortas[z] de uvas pasas y 200 tortas de higos. Después de cargarlos sobre asnos, 19 les dijo a sus siervos que se adelantaran y que ella los seguiría. Pero no le dijo nada a Nabal, su esposo.

20 Montada en un asno, Abigail bajaba por la ladera del monte cuando se encontró con David y sus hombres que avanzaban en dirección contraria. 21 David venía diciendo: «De nada me sirvió proteger las posesiones de Nabal en el desierto. Me aseguré que no se perdiera ninguna de sus ovejas. Sin embargo, me ha pagado bien con mal. 22 Que el SEÑOR me castigue si dejo vivo un día más a uno solo de los hombres de la familia de Nabal». 23 En ese preciso momento, llegó Abigail. Al ver a David, se desmontó de su asno y se postró rostro en tierra, inclinándose ante él. 24 Se arrojó a sus pies, y le dijo:

—Señor mío, permítame hablarle, le pido que me escuche. Yo tengo la culpa de lo que pasó. 25 Yo no vi a los hombres que usted mandó. No ponga atención al insensato de Nabal, que bien le hace honor a su nombre, que significa insensato. En realidad es un hombre insensato. 26 El SEÑOR ha evitado que usted mate gente inocente. Tan cierto como que el SEÑOR y usted viven, que a sus enemigos y a todos los que quieran hacerle daño les pase lo mismo que a Nabal. 27 Su servidora le ha traído este regalo para que les dé a sus hombres. 28 Le ruego que perdone mis faltas. Ciertamente el SEÑOR fortalecerá a su familia porque usted pelea las batallas a favor del SEÑOR. Nunca en su vida será usted hallado en falta. 29 Si alguien lo persigue para matarlo, protegerá su vida como algo precioso para él. Pero a sus enemigos los tirará lejos como piedra de honda. 30 Cuando el SEÑOR cumpla lo que le prometió, lo hará a usted líder de Israel. 31 Cuando eso suceda, ¿querrá usted tener el recuerdo de una masacre? ¿querrá tener fama de alguien que no espera a que Dios le resuelva los problemas? Le ruego que se acuerde de mí cuando el SEÑOR le haga líder de Israel.

32 David le respondió a Abigail:

—Alabado sea el SEÑOR, Dios de Israel, por haberte enviado a mi encuentro. 33 Que Dios te bendiga por tu buen juicio. Has evitado que mate gente inocente el día de hoy. 34 Tan cierto como que el SEÑOR Dios de Israel vive, si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, ni un solo hombre de la familia de Nabal hubiera visto el día de mañana.

35 Entonces David aceptó los regalos de Abigail, y le dijo:

—Vuelve en paz a tu casa. He escuchado tu petición y te la concederé.

36 Cuando Abigail regresó a casa, Nabal se estaba dando un banquete como rey. Estaba borracho y muy alegre. Abigail no le dijo nada de lo que había hecho hasta el día siguiente. 37 En la mañana, Nabal estaba sobrio, así que su esposa le dijo lo sucedido. A Nabal le dio un ataque y quedó paralizado. 38 Alrededor de diez días después, el SEÑOR hizo que Nabal muriera.

39 Cuando David se enteró de que Nabal había muerto, dijo: «¡Alabado sea el SEÑOR! Nabal me trató mal, pero él me ha hecho justicia. El SEÑOR me impidió hacer el mal y ha hecho morir a Nabal por el mal que hizo».

Entonces David le envió un mensaje a Abigail pidiéndole que se casara con él. 40 Cuando los siervos de David llegaron a Carmel, le dijeron a Abigail:

—David nos envió para proponerte matrimonio.

41 Abigail se postró rostro en tierra, e inclinándose, dijo:

—Yo soy la sierva de David, lista para servirle y dispuesta a lavar los pies de sus siervos.

42 Inmediatamente, Abigail se montó en un asno y se fue con los mensajeros de David, junto con cinco de sus criadas. Después se casó con él.

43 David también estaba casado con Ajinoán de Jezrel, así que ambas fueron sus esposas. 44 También Mical hija de Saúl era su esposa, pero Saúl la había entregado a Paltiel hijo de Lais, de la aldea de Galín.

David le perdona nuevamente la vida a Saúl

26 Los de Zif fueron a Guibeá para decirle a Saúl: «David se esconde en el monte de Jaquilá, frente a Yesimón».

Saúl se dirigió al desierto de Zif con los 3000 soldados israelitas que había elegido para buscar a David. Saúl acampó en el monte de Jaquilá, frente al desierto, al lado del camino. Cuando David, que vivía en el desierto, se enteró de que Saúl lo venía siguiendo, envió espías para confirmar si Saúl se encontraba en Jaquilá. Entonces David se dirigió al campamento de Saúl y vio donde dormían Saúl y Abner. Abner hijo de Ner era el comandante del ejército de Saúl. Saúl se encontraba dormido dentro del campamento con todo el ejército a su alrededor.

David le preguntó a Ajimélec el hitita y a Abisay hijo de Sarvia, hermano de Joab:

—¿Quién quiere ir conmigo al campamento de Saúl?

Abisay respondió:

—Yo voy contigo.

Cuando se hizo de noche, David y Abisay fueron al campamento de Saúl y lo encontraron dormido dentro del campamento con su lanza clavada en la tierra a su cabecera. Abner y los demás soldados estaban dormidos alrededor de Saúl. Abisay le dijo a David:

—Hoy es el día en que Dios te ha entregado a tu enemigo. Déjame clavar a Saúl al suelo con su propia lanza, ¡Un solo clavazo y listo!

Pero David le dijo a Abisay:

—¡No lo mates! ¡El que le haga daño al rey que el SEÑOR eligió será castigado! 10 Tan cierto como que el SEÑOR vive, que él mismo lo castigará. Tal vez Saúl sufra una muerte natural o tal vez lo maten en batalla, 11 pero yo le ruego al SEÑOR que nunca me permita hacerle daño al rey que el SEÑOR eligió. Toma la lanza y la jarra de agua que están a la cabecera de Saúl y vámonos.

12 David mismo tomó la lanza y la jarra que estaban a su cabecera y los dos salieron del campamento sin que nadie los viera ni se diera cuenta de lo que había pasado. Nadie ni siquiera se despertó. El SEÑOR había hecho que Saúl y su ejército cayeran en un sueño profundo.

13 David cruzó el valle hasta el monte frente al campamento de Saúl, poniendo una buena distancia entre ellos. 14 Desde allí, David les gritó al ejército y a Abner hijo de Ner:

—¡Abner!

Abner respondió:

—¿Quién eres y qué quieres?

15 David dijo:

—¿No eres tú el más valiente en todo Israel? Entonces, ¿por qué no protegiste a tu señor el rey? Alguien del pueblo entró a tu campamento para matar al rey. 16 Y tú ni cuenta te diste. Tan cierto como que el SEÑOR vive, que tú y tus hombres merecen la muerte por no haber protegido al rey, el elegido del SEÑOR. Ve a ver dónde están la lanza y la jarra de agua que estaban a la cabecera de Saúl.

17 Saúl reconoció la voz de David, y le dijo:

—¿Eres tú David, hijo mío?

David respondió:

—Sí, Su Majestad, soy yo.

18 También le dijo:

—Señor mío, ¿por qué me persigue? ¿Qué mal le he hecho yo? ¿De qué se me acusa? 19 Le ruego a Su Majestad que escuche mis palabras. Si quien lo pone en mi contra es el SEÑOR, con una ofrenda se resolvería. Pero si son los hombres quienes lo ponen en mi contra, que el SEÑOR los maldiga. Por ellos he tenido que dejar la tierra que el SEÑOR me dio y me dicen que me vaya a servir a otros dioses. 20 No haga que muera lejos de la presencia del SEÑOR. Usted ha estado buscando una simple pulga. ¡Es como cazar perdices en los montes!

21 Entonces Saúl dijo:

—He sido un pecador. Regresa, David hijo mío. Hoy has demostrado que respetas mi vida, y por eso no te haré ningún daño. Me he portado como un insensato y he cometido un grave error.

22 David le respondió:

—Aquí está la lanza de mi rey. Envíe a uno de sus hombres para que la recoja. 23 El SEÑOR le da su paga a cada uno según sus hechos, recompensa si se hace el bien y castiga si se hace el mal. El SEÑOR lo puso en mis manos el día de hoy, pero yo no le haré ningún daño al rey que el SEÑOR eligió. 24 Hoy le he demostrado a usted que respeto su vida. Que el SEÑOR me libre de todo problema.

25 Entonces Saúl le dijo a David:

—Que Dios te bendiga, David hijo mío. Tú harás grandes cosas y triunfarás.

David partió y Saúl regresó a casa.

David vive entre los filisteos

27 Sin embargo, David pensó: «Algún día Saúl me atrapará. Lo mejor es escapar a la tierra de los filisteos. Así Saúl dejará de buscarme en Israel y estaré fuera de su alcance».

Así que David y su ejército de 600 hombres salieron de Israel, y se dirigieron a la tierra de Gat, para ver a Aquis hijo de Maoc. Allí se establecieron David, su ejército y sus familias, bajo la protección de Aquis. David tenía consigo a sus dos esposas: Ajinoán de Jezrel y Abigail de Carmel. Abigail era la viuda de Nabal. El pueblo le informó a Saúl que David había escapado a Gat. Así que Saúl dejó de perseguirlo.

David le dijo a Aquis:

—Si encuentro el favor de Su Majestad, le ruego que me permita vivir en alguno de los pueblos del campo. Soy sólo un siervo suyo, y no tiene caso que viva en la capital del reino.

Ese mismo día, Aquis le dio a David el pueblo de Siclag, y desde entonces pertenece a los reyes de Judá.

David vivió en territorio filisteo durante un año y cuatro meses. David y sus hombres peleaban contra los guesureos, guirzitas y amalecitas, que habitaban la región de Telén[aa] cerca de Sur y hasta Egipto. Los derrotaban y saqueaban sus riquezas. David derrotaba al pueblo, tomaba sus ovejas, ganado, asnos, camellos y su ropa, y se los llevaba a Aquis, pero nunca dejaba vivo a nadie. 10 Así hizo David muchas veces, y cada vez Aquis le preguntaba a David a quién había atacado y de dónde se había apoderado de todo. David decía: «Ataqué al sur de Judá» o «Ataque al sur de Jeramel» o «Ataqué a los quenitas».[ab] 11 David nunca llevaba prisioneros a Gat, porque pensaba: «Si dejo a alguien vivo, ese le puede contar a Aquis lo que hice». Así hizo David durante todo el tiempo que vivió en territorio filisteo. 12 Aquis empezó a confiar en David, y se decía a sí mismo: «Ahora el mismo pueblo de David lo odia. Todo Israel lo odia, y ahora David siempre me servirá a mí».

28 Después los filisteos alistaron sus tropas para pelear contra Israel, y Aquis le dijo a David:

—Quiero que sepas que tú y tus hombres irán conmigo a pelear contra Israel.

David respondió:

—¡Seguro! Entonces verá usted lo que puede hacer este siervo suyo.

Aquis dijo:

—En ese caso, serás mi guardaespaldas. Tú me protegerás de ahora en adelante.

Saúl y la espiritista de Endor

Después de la muerte de Samuel, todo Israel había hecho duelo por él, y lo habían enterrado en su pueblo de Ramá. (Saúl había expulsado de Israel a los espiritistas y a los hechiceros).

Los filisteos se prepararon para la guerra, acampando en Sunén. Saúl reunió a los israelitas y acamparon en Guilboa. Al ver el ejército filisteo, Saúl se atemorizó. Oró al SEÑOR, pero el SEÑOR no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por medio de los profetas. Al final, Saúl le dijo a sus oficiales:

—Búsquenme a una espiritista para que yo vaya a consultarla.

Sus oficiales le respondieron:

—Hay una espiritista en Endor.

Saúl se disfrazó con otra ropa para que nadie lo reconociera, y esa noche él y sus hombres fueron a consultar a la espiritista. Saúl le dijo:

—Quiero que invoques a un espíritu que me pueda predecir el futuro. Haz que aparezca el que yo te diga.

Pero la adivina le dijo a Saúl:

—¿Es qué no sabe usted lo que hizo Saúl? Expulsó del país a todos los espiritistas y a los hechiceros. Usted está tratando de ponerme una trampa y exponerme a la muerte.

10 Saúl le hizo esta promesa a ella en el nombre del SEÑOR:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive, que no serás castigada por hacer lo que te digo.

11 La mujer preguntó:

—¿A quién quieres que invoque?

Saúl respondió:

—A Samuel.

12 Cuando la espiritista vio a Samuel, pegó un gritó, y dijo:

—¡Me tendió una trampa! ¡Usted es Saúl!

13 El rey le dijo a la adivina:

—No temas. ¿Qué es lo que ves?

La adivina dijo:

—Veo un espíritu que está saliendo de la tierra[ac].

14 Saúl preguntó:

—¿Cómo se ve?

La mujer respondió:

—Como un anciano que lleva un manto.

Saúl se postró rostro en tierra al darse cuenta de que era Samuel. 15 Samuel le dijo a Saúl:

—¿Por qué me molestas haciéndome subir?

Saúl respondió:

—¡Me encuentro en problemas! Los filisteos me están atacando y Dios se ha apartado de mí. Ya no me responde, ni por medio de profetas ni por sueños. Por eso te llamé. Necesito que me digas qué hacer.

16 Samuel dijo:

—El SEÑOR te ha abandonado, y ahora está de parte de tu enemigo, ¿por qué me llamas a mí? 17 El SEÑOR está haciendo lo que te advirtió por medio de mí. El SEÑOR está por arrebatarte el reino de las manos, y se lo va a entregar a David. 18 No obedeciste al SEÑOR, no destruiste a los amalecitas ni les mostraste la ira de Dios. Por eso el SEÑOR te está haciendo esto ahora. 19 El SEÑOR te entregará a ti y a Israel contigo en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos estarán aquí conmigo. El SEÑOR entregará también al ejército de Israel en manos de los filisteos.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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