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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Judas - Apocalipsis 17

1-3 Estimados hermanos que han sido llamados por Dios:

Les saludo yo, Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago. Dios Padre los ama y Jesucristo los protege. ¡Que cada vez reciban más misericordia, amor y paz!

Advertencia contra los falsos hermanos

He querido mucho escribirles acerca de la salvación que compartimos, pero ahora siento la necesidad de escribirles sobre otro asunto: les ruego que sigan luchando por la fe que Dios una vez y para siempre le dio a su pueblo santo. Pues hay unos que se han metido secretamente entre ustedes; de ellos ya se ha dicho en las Escrituras que van a ser condenados. Están en contra de Dios, toman el generoso amor de Dios como excusa para justificar su conducta inmoral y niegan a Jesucristo, nuestro único Señor y Dueño.

Quiero recordarles algo que ustedes ya saben: que el Señor[a] salvó a su pueblo de Egipto pero luego destruyó a los que no creyeron. Acuérdense también de los ángeles que no conservaron su posición de autoridad sino que abandonaron su propio lugar. Dios los mantiene en la oscuridad, atados eternamente con cadenas, esperando el gran día del juicio. Recuerden también a Sodoma y Gomorra y a las ciudades cercanas. Dios las condenó al fuego eterno porque cometieron inmoralidades y perversiones sexuales. Son como los ángeles antes mencionados, su castigo nos sirve de advertencia.

No obstante, esos individuos también contaminan su cuerpo, viven soñando, no aceptan la autoridad de Dios e insultan a los seres espirituales superiores[b]. Ni siquiera el arcángel Miguel cuando estaba discutiendo con el diablo sobre el cuerpo de Moisés se atrevió a maldecir al diablo, sino que le dijo: «¡Que el Señor te reprenda!» 10 Pero esos critican lo que no entienden, y lo poco que entienden lo usan para destruirse, como si fueran animales que actúan por instinto.

11 ¡Pobre gente! Se fueron por el mismo camino de Caín[c]. Por conseguir dinero se van por el camino equivocado como Balán[d], hablan contra la autoridad y son destruidos como le pasó a Coré[e].

12 Esos individuos son un peligro[f] para ustedes en sus reuniones fraternales. Sólo vienen a comer y a divertirse sin tener ningún respeto a Dios. Son como pastores que buscan su propio beneficio, como nubes sin agua que arrastra el viento y como árboles que ya deberían dar fruto pero no lo dan. Están completamente muertos, así que serán arrancados de raíz. 13 Así como todos pueden ver la espuma sucia de las fuertes olas del mar, todos pueden ver las cosas vergonzosas que ellos hacen. Su destino es igual al de una estrella fugaz[g] que pasa por el cielo y desaparece en la más negra oscuridad.

14 Enoc, que fue el séptimo descendiente desde Adán, dijo sobre esta gente: «¡Miren! el Señor va a venir con miles y miles de sus santos ángeles 15 para juzgar y castigar a cada uno por la maldad que haya hecho y por todo lo malo que haya dicho en contra de Dios». 16 Esta gente se la pasa quejándose y buscando faltas en los demás, pero ellos siempre hacen el mal que les da la gana. Se enorgullecen de sí mismos y adulan a los demás sólo para aprovecharse de ellos.

No olviden el mensaje de los apóstoles

17 Pero ustedes, estimados hermanos, recuerden las palabras que antes dijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos continuamente les decían: «En los últimos tiempos, habrá algunos que se burlarán de Dios y vivirán conforme a sus malos deseos». 19 Esos causan división, son mundanos y no tienen el Espíritu.

20 Pero ustedes, estimados hermanos, fortalézcanse unos a otros en su fe santísima. Oren por medio del Espíritu Santo. 21 Permanezcan en el amor de Dios. Sigan recibiendo la misericordia de nuestro Señor Jesucristo hasta que los lleve a la vida eterna.

22 Tengan compasión de los que tienen dudas. 23 A otros sálvenlos del fuego y traten al resto con misericordia, pero ¡ojo! tengan mucho cuidado, hay que odiar el pecado y rechazar hasta la ropa contaminada por la mala vida que ellos llevan.

Alaben a Dios

24 Dios es capaz de cuidarnos para que no caigamos, y puede también hacernos entrar a su presencia gloriosa con gran alegría y sin falta alguna. 25 Él es el único Dios y Salvador nuestro. A él sea la gloria, la grandeza, el poder y la autoridad por Jesucristo nuestro Señor, antes, ahora y siempre. Así sea.

La revelación de Dios a Jesucristo

Esta es la revelación[h] que le dio Dios a Jesucristo para mostrarles a sus seguidores lo que pronto tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para darla a conocer a su siervo Juan. Él contó todo lo que vio, es decir, el mensaje de Dios y el testimonio de Jesucristo. Afortunado el que lee esta profecía y también los que escuchan y hacen caso de este mensaje, porque está cerca el tiempo en que esto sucederá.

Mensajes de Jesús

Cordial saludo de Juan

Para las siete iglesias que están en Asia:

Que todos ustedes gocen del generoso amor y la paz de parte del que es y era y viene; de parte de los siete espíritus que están ante su trono y de parte de Jesucristo, quien es el testigo fiel, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes del mundo. Cristo nos ama y con su sangre nos liberó de nuestros pecados, ha hecho de nosotros un reino y nos hizo sacerdotes que sirven a Dios su Padre. ¡A él sean el poder y la gloria por siempre! Así sea.

Miren, Cristo va a venir en las nubes.
    Todos lo verán con sus propios ojos,
    incluso los que lo atravesaron[i];
y todas las naciones de la tierra llorarán por él.
    Así sea.

El Señor Dios dice: «Yo soy el Alfa y la Omega,[j] el que es y era y viene. Soy el Todopoderoso».

Juan tiene una visión de Cristo

Yo soy Juan, hermano de ustedes en Cristo; estamos unidos en Jesús y compartimos su sufrimiento, su reino y su fortaleza. Me encontraba en la isla de Patmos[k] por ser fiel al mensaje de Dios y dar testimonio sobre Jesús. 10 En el día del Señor, el Espíritu me tomó bajo su control y oí detrás de mí una voz tan fuerte como una trompeta, 11 que decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíaselo a las siete iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea».

12 Entonces me volví para ver quién me hablaba y vi siete candelabros de oro. 13 En medio de ellos, estaba uno semejante al Hijo del hombre, vestido con una túnica larga, y con una banda dorada atada a su pecho. 14 Su cabello era blanco como la lana o la nieve, y sus ojos brillaban como llamas de fuego. 15 Sus pies eran como bronce brillante recién salido del horno y su voz era como el sonido de una catarata. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una espada de doble filo. Su cara se veía como el sol cuando brilla con fuerza.

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto. Luego, él puso su mano derecha sobre mí y dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último. 18 Soy el que vive; estuve muerto, pero mira: ahora vivo para siempre. Tengo poder sobre la muerte y también tengo las llaves del lugar de los muertos.[l] 19 Escribe lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que va a suceder después de esto. 20 Aquí está el significado secreto de las siete estrellas que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros dorados: los siete candelabros son las siete iglesias y las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias.

Carta a la iglesia de Éfeso

»Escribe esto al ángel de la iglesia de Éfeso:

»Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y que camina entre los siete candelabros de oro:

»Yo sé todo lo que haces, que trabajas duro y nunca te rindes, y que no aceptas a los malos. Has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero en realidad no lo son y te has dado cuenta de que son sólo unos mentirosos. Sé que resistes con paciencia y que por mi causa[m] has soportado el mal trato, sin darte por vencido. Pero tengo esto en tu contra: has dejado a un lado el amor que tenías al comienzo. Así que recuerda dónde estabas antes de caer. Cambia y haz lo que hacías al principio. Si no cambias, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar. Pero tienes esto a tu favor: al igual que yo, odias lo que hacen los nicolaítas[n].

»Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga victorioso, le permitiré comer del árbol de la vida que está en el jardín de Dios.

Carta a la iglesia de Esmirna

»Escribe esto al ángel de la iglesia de Esmirna:

»Esto dice el que es el Primero y el Último, el que murió y ha vuelto a vivir:

»Conozco tu sufrimiento y tu pobreza, aunque en realidad eres muy rico. También sé lo mal que hablan de ti los que se dicen ser judíos y no lo son. Ellos no son verdaderos judíos, sino una sinagoga al servicio de Satanás. 10 No te asustes por los sufrimientos que vienen. Escucha, el diablo va a meter a algunos de ustedes en la cárcel para ponerlos a prueba. Van a sufrir durante diez días, pero sigue firme en tu fe, incluso si tienes que morir. Si no renuncias a tu fe, yo te premiaré con la vida eterna.

11 »Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que salga victorioso, será librado de la segunda muerte.

Carta a la iglesia de Pérgamo

12 »Escribe esto al ángel de la iglesia de Pérgamo:

»Esto dice el que tiene la espada de doble filo:

13 »Sé que vives donde Satanás tiene su trono; aun así, has sido muy leal conmigo y no renunciaste a tu fe en mí ni siquiera cuando mataron a Antipas, mi fiel testigo, en esa ciudad donde vive Satanás.

14 »Sin embargo, tengo algunas cosas en tu contra: hay entre ustedes algunos que siguen las enseñanzas que le dio Balán[o] a Balac para que hiciera pecar al pueblo de Israel comiendo alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos y cometiendo pecados sexuales[p]. 15 Además, hay algunos que creen en lo que dicen los nicolaítas. 16 Por lo tanto, cambia; de lo contrario, vendré pronto y pelearé contra ellos con la espada que sale de mi boca.

17 »Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga victorioso, le daré el maná escondido. También le daré una piedrita blanca en la que estará escrito un nuevo nombre que sólo puede conocer el que la recibe.

Carta a la iglesia de Tiatira

18 »Escribe esto al ángel de la iglesia de Tiatira:

»Esto dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como una llama de fuego y cuyos pies son como bronce fino:

19 »Sé lo que haces y conozco tu amor, tu fe, tu servicio y tu constancia. Sé que ahora estás haciendo más de lo que hacías al principio. 20 Pero tengo esto en tu contra: permites que esa mujer, Jezabel, haga lo que quiera. Ella dice ser profetisa, pero con sus enseñanzas está alejando de mi lado a mi pueblo y les está haciendo cometer pecados sexuales y comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos. 21 Le di tiempo para que cambiara, pero ella no ha querido dejar su inmoralidad. 22 Por eso, la hago caer enferma en cama y hago sufrir mucho a los que cometieron adulterio con ella. A menos que dejen de pecar con ella, 23 voy a matar también a sus hijos con una plaga, y así todos los creyentes[q] sabrán que yo sé todo lo que la gente piensa y siente. A cada uno de ustedes le pagaré según lo que haya hecho. 24 Tengo algo que decir al resto de ustedes en Tiatira, a quienes no siguen esas enseñanzas ni han aprendido lo que ellos llaman los profundos secretos de Satanás, no les exigiré nada más. 25 Sólo pórtense como lo han hecho, hasta mi venida.

26 »Al que salga victorioso y siga haciendo hasta el final lo que yo pido, le daré poder sobre todas las naciones.

27 »Él las gobernará con un bastón de hierro.
    Las partirá en pedazos como si fueran vasijas de barro.[r]

28 »Esa autoridad es la misma que recibo de mi Padre. También le daré al vencedor la estrella de la mañana.

29 »Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Carta a la iglesia de Sardis

»Escribe esto al ángel de la iglesia de Sardis:

»Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:

»Yo sé todo lo que haces. Pareces estar vivo, pero en realidad estás muerto. Ya tus buenas intenciones están casi muertas. Despierta y fortalece tu ánimo para hacer lo que todavía te falta, porque he visto que aun no has terminado las obras que Dios te mandó hacer. Así que no olvides lo que has recibido y escuchado; obedécelo y cambia. Si no despiertas, vendré a ti de repente como un ladrón y no sabrás en qué momento te sorprenderé.

»Sin embargo, aun hay unos pocos de ustedes en Sardis que no han manchado su ropa. Ellos caminarán conmigo vestidos de blanco porque son dignos. El que salga victorioso, irá vestido de blanco junto con ellos. No quitaré jamás su nombre del libro de la vida, y delante de mi Padre y de sus ángeles diré que es mío.

»Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Carta a la iglesia de Filadelfia

»Escribe esto al ángel de la iglesia de Filadelfia:

»Esto dice el que es santo y verdadero, el que tiene la llave del reino de David. Cuando él abre, nadie puede volver a cerrar; y cuando cierra, nadie puede volver a abrir[s]:

»Yo sé todo lo que haces. Escucha bien: he puesto ante ti una puerta abierta que nadie puede cerrar. Sé que aunque no tienes mucho poder, has seguido mis enseñanzas y no has renunciado a tu fe en mí. Hay un grupo que pertenece a la sinagoga de Satanás, son unos mentirosos que dicen ser judíos pero en realidad no lo son. Haré que ellos vengan y se arrodillen a tus pies y les haré saber que yo te he amado. 10 Tú obedeciste mi mandato de resistir pacientemente, por eso te protegeré del tiempo de sufrimiento que vendrá sobre todo el mundo para poner a prueba a los habitantes de la tierra.

11 »Vendré pronto. Sigue fiel como hasta ahora y nadie te quitará tu premio. 12 El que salga victorioso, será una columna en el templo de mi Dios y permanecerá siempre allí. En él escribiré el nombre de mi Dios y de su ciudad, la nueva Jerusalén[t] que bajará del cielo, de donde está mi Dios. También escribiré sobre él mi nombre nuevo.

13 »Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Carta a la iglesia de Laodicea

14 »Escribe esto al ángel de la iglesia de Laodicea:

»Esto dice el Amén[u], el testigo fiel y verdadero que dio inicio[v] a todo lo que Dios creó:

15 »Sé todo lo que haces. No eres ni frío ni caliente. ¡Sería bueno que fueras lo uno o lo otro! 16 Como eres tibio, no frío ni caliente, te voy a escupir de mi boca. 17 Tú dices que eres rico, que ya tienes todo en abundancia y que no necesitas nada, pero no te das cuenta de que en realidad eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Te aconsejo que compres de mí oro que ha sido refinado en fuego para que así seas realmente rico. Compra de mí ropa blanca para que cubras tu vergonzosa desnudez y compra también de mí medicina para tus ojos para que así realmente puedas ver.

19 »Yo corrijo y castigo a los que amo. Así que, esfuérzate y cambia. 20 Mira, aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo. 21 Al que salga victorioso, le permitiré sentarse a mi lado en mi trono, de la misma manera que yo conseguí la victoria y me senté al lado de mi Padre en su trono.

22 »Oigan bien lo que el Espíritu dice a las iglesias».

Juan ve el cielo

Después de esto, miré al cielo y allí había una puerta abierta. La misma voz que había escuchado antes y que sonaba como trompeta, me dijo: «Sube acá y te mostraré lo que va a suceder en el futuro». Inmediatamente, el Espíritu se apoderó de mí y vi un trono en el cielo en el que alguien estaba sentado. El que estaba sentado tenía la apariencia que tienen las piedras preciosas, como el diamante y el rubí. Alrededor del trono había un arco iris que parecía una esmeralda. Había también otros 24 tronos donde estaban sentados 24 ancianos que estaban vestidos de blanco y tenían coronas de oro. Del trono salían rayos, ruidos y truenos. Ante él había siete antorchas de fuego que son los siete espíritus de Dios. Ante el trono también había algo que parecía un mar de vidrio transparente como el cristal.

Frente al trono y a cada uno de sus lados había cuatro criaturas cubiertas de ojos por delante y por detrás. La primera criatura parecía un león, la segunda un toro, la tercera tenía rostro como de un ser humano y la cuarta parecía un águila.[w] Cada una de las criaturas tenía seis alas y su cuerpo estaba cubierto de ojos. Ni de noche ni de día dejaban de decir:

«¡Santo, santo, santo
    es el Señor Dios Todopoderoso,
    el que era y es y viene!»

Todo el tiempo, las criaturas daban gloria, honor y gracias al que estaba sentado en el trono y que vive para siempre. 10 Al mismo tiempo, los 24 ancianos se arrodillaban ante él para adorarlo. Se quitaban las coronas y las colocaban en el suelo, ante el trono, y decían:

11 «¡Señor y Dios nuestro!
    Tú mereces recibir la gloria, el honor y el poder,
pues creaste todo lo que existe
    según tu voluntad».

¿Quién puede abrir el rollo?

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo que estaba escrito por ambas caras, y que estaba cerrado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso que decía con voz fuerte: «¿Quién es digno de romper los sellos y abrir el rollo?» Pero no había nadie ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de ella que pudiera abrirlo y leerlo. Yo me puse a llorar mucho, pues no se había encontrado a nadie que mereciera abrir el rollo y leer lo que decía. Entonces uno de los ancianos me dijo: «Deja pues de llorar, que el León de la tribu de Judá, el descendiente de David[x] ha ganado la victoria. Él puede romper los siete sellos y abrir el rollo».

Luego vi a un Cordero frente al trono, con las cuatro criaturas y los ancianos a su alrededor. Parecía un Cordero sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos que son los siete[y] espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Entonces el Cordero vino y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. En ese momento, las cuatro criaturas y los 24 ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y vasijas doradas llenas de incienso que son las oraciones del pueblo santo de Dios. Todos ellos cantaban una canción nueva al Cordero:

«Tú mereces tomar el rollo
    y romper sus sellos
porque fuiste sacrificado,
    y con tu sangre compraste un pueblo[z] para Dios
    de todas las razas, lenguas, pueblos y naciones.
10 Hiciste que ese pueblo[aa] fuera
    un reino y sacerdotes para nuestro Dios.
    Ellos reinarán sobre la tierra».

11 Luego oí las voces de millones y millones de ángeles que estaban alrededor del trono, de las criaturas y de los ancianos. 12 Ellos decían con voz fuerte:

«El Cordero que fue sacrificado
    es digno de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría y la fuerza,
    el honor, la gloria y la alabanza».

13 Escuché entonces a todos los seres en el cielo, en la tierra, debajo de ella y en el mar, que decían:

«¡Toda la alabanza, el honor,
    la gloria y el poder sean por siempre
para el que está sentado en el trono
    y para el Cordero!»

14 Las cuatro criaturas respondían: «¡Así sea!», y los ancianos se arrodillaban y adoraban.

El Cordero abre el rollo

Cuando el Cordero rompió el primer sello, oí a una de las cuatro criaturas que decía con voz de trueno: «¡Ven!»[ab] Entonces vi que delante de mí había un caballo blanco. Su jinete tenía un arco; recibió una corona y salió con ánimo triunfante para vencer una vez más.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí que la segunda criatura decía: «¡Ven!» Entonces salió otro caballo rojo como el fuego. Su jinete había recibido el poder de quitar la paz de la tierra y hacer que la gente se matara entre sí, y para ello se le dio una gran espada.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí a la tercera criatura que decía: «¡Ven!» Entonces vi delante de mí a un caballo negro y a su jinete con una balanza en la mano. Y escuché algo como una voz que salía de entre las cuatro criaturas y decía: «Un kilo[ac] de trigo, o 3 kilos[ad] de cebada, por el salario de un día, pero que no haya escasez ni de aceite ni de vino».

Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz de la cuarta criatura que decía: «¡Ven!» Entonces miré y delante de mí había un caballo amarillento. Su jinete se llamaba Muerte[ae], y el Hades lo seguía muy de cerca. A ellos se les dio el poder sobre la cuarta parte del mundo para matar a la gente por medio de la guerra[af], del hambre, de las enfermedades y de los animales salvajes.

Cuando el Cordero rompió el quinto sello, miré debajo del altar y vi las almas de quienes habían sido asesinados por ser fieles al mensaje de Dios y al testimonio que habían recibido. 10 Gritaban muy fuerte: «Señor santo y verdadero, ¿cuándo vas a juzgar a los habitantes de la tierra y a castigarlos por habernos asesinado?» 11 Cada uno recibió una vestidura blanca y se les dijo que esperaran un poco más porque aun había algunos hermanos y siervos de Cristo que debían ser asesinados como habían sido asesinados ellos.

12 Cuando el Cordero rompió el sexto sello, miré y hubo un gran terremoto. El sol se oscureció como si estuviera de luto y la luna se puso toda roja como la sangre. 13 Las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como los higos verdes caen de la higuera cuando soplan fuertes vientos. 14 El cielo desapareció como un pergamino que se enrolla y todas las montañas e islas se movieron de su lugar.

15 La gente se escondió en cuevas y detrás de las rocas de las montañas. Todos se escondieron: reyes, gobernantes, generales; ricos y poderosos, esclavos y libres. 16 Todos les decían a las montañas y a las rocas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero. 17 El gran día de su ira ha llegado y nadie podrá sobrevivir».

Los 144 000

Después de esto, vi a cuatro ángeles en los cuatro puntos cardinales de la tierra. Ellos detenían los cuatro vientos de la tierra para que ninguno soplara en ella, ni en el mar, ni en ningún árbol. Luego vi a otro ángel que venía del oriente y que traía la marca del Dios viviente. Este ángel gritó a los cuatro ángeles que habían recibido el poder de hacer daño a la tierra y al mar. Les decía: «¡Todavía no hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que les pongamos una señal en la frente a todos los que sirven a nuestro Dios!»

Entonces oí el número de los que habían recibido la señal: eran 144 000 de todas las tribus del pueblo de Israel. Recibieron la señal:

12 000 de la tribu de Judá;

12 000 de la tribu de Rubén;

12 000 de la tribu de Gad;

12 000 de la tribu de Aser;

12 000 de la tribu de Neftalí;

12 000 de la tribu de Manasés;

12 000 de la tribu de Simeón;

12 000 de la tribu de Leví;

12 000 de la tribu de Isacar;

12 000 de la tribu de Zabulón;

12 000 de la tribu de José;

12 000 de la tribu de Benjamín.

La gran multitud

Después de escuchar esto vi una gran multitud delante de mí. Había gente de todas las naciones, familias, razas y lenguas, y era imposible contarlos. Estaban de pie, vestidos de blanco ante el trono y ante el Cordero y tenían ramas de palma en las manos. 10 Gritaban:

«¡La salvación viene de nuestro Dios,
    que está sentado en el trono,
    y del Cordero!»

11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de las cuatro criaturas. Ellos se inclinaron hasta el suelo ante el trono y adoraban a Dios 12 diciendo:

«¡Así sea!
La alabanza, la gloria,
la sabiduría, la acción de gracias,
el honor, el poder y la fortaleza
sean a nuestro Dios por siempre.
¡Así sea!»

13 Entonces uno de los ancianos me preguntó:

—¿Quiénes son los que están vestidos de blanco y de dónde vienen?

14 Yo le respondí:

—Usted lo sabe, señor.

Entonces me dijo:

—Son los que han pasado por un gran sufrimiento. Han lavado sus ropas[ag] y las blanquearon en la sangre del Cordero.

15 »Por eso están ahora ante el trono de Dios
    para adorarlo en su templo día y noche.
El que está sentado en el trono
    se hará presente para protegerlos.
16 Nunca más sentirán hambre ni sed,
    ni los quemará el sol ni el calor.
17 El Cordero que está frente al trono será su pastor
    y los guiará a manantiales de agua que da vida.
Dios secará todas las lágrimas de sus ojos.

El séptimo sello

Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo durante casi media hora.

Luego vi a los siete ángeles de pie ante Dios y cada uno recibió una trompeta.

Llegó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un recipiente de oro con mucho incienso para ofrecerlo junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios[ah]. Así que puso esta ofrenda sobre el altar de oro que estaba frente al trono. El humo del incienso salió del recipiente que el ángel tenía en la mano y llegó ante Dios junto con las oraciones de su pueblo. Luego, el ángel tomó el recipiente donde estaba el incienso, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Hubo truenos, ruidos, rayos y un terremoto.

Los siete ángeles tocan las trompetas

Luego los siete ángeles con las siete trompetas se prepararon para tocarlas.

El primer ángel tocó la trompeta, y cayeron sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemaron la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y todo el pasto.

El segundo ángel tocó la trompeta, y cayó sobre el mar algo parecido a una gran montaña envuelta en llamas que hizo que la tercera parte del mar se convirtiera en sangre. Murió la tercera parte de todos los seres del mar y fue destruida la tercera parte de todos los barcos.

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella encendida como una antorcha, sobre la tercera parte de los ríos y los manantiales. 11 La estrella se llamaba Ajenjo[ai] y volvió amarga la tercera parte del agua de los ríos. Mucha gente murió por haber bebido de esa agua.

12 El cuarto ángel tocó la trompeta y la tercera parte del sol, la luna y las estrellas fueron golpeadas y se oscurecieron. Así, una tercera parte del día y de la noche quedaron sin luz.

13 Entonces, vi un águila volando alto y oí que decía con voz fuerte: «Desastres, desastres, desastres para los habitantes de la tierra. Comenzarán después de que los tres últimos ángeles toquen las trompetas».

El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra. Esa estrella recibió la llave de la entrada al abismo[aj] profundo. Entonces, la estrella abrió la entrada y de allí salió humo como de un gran horno; y el humo oscureció el sol y el cielo. Del humo bajaron langostas a la tierra, que recibieron un poder como el de los escorpiones. Se les dijo que no dañaran el pasto, ni las plantas ni los árboles, sino a la gente que no tuviera la señal de Dios en su frente. Pero no podían matar a la gente, sino torturarla durante cinco meses; el dolor que causaban era como el de la picadura de un escorpión. Durante esos cinco meses, la gente buscará la muerte pero no la encontrará; deseará morir, pero la muerte se alejará de ellos.

Las langostas parecían caballos listos para la guerra. En la cabeza tenían algo parecido a una corona de oro, y su cara era como de ser humano. Su crin era como el cabello de las mujeres, y sus dientes como los de los leones. Tenían corazas como corazas de hierro, y sus alas sonaban como carros llevados por caballos que corren a la guerra. 10 Tenían colas con aguijones, parecidas a las de los escorpiones, en las que llevaban el poder de hacer sufrir a la gente durante cinco meses. 11 El rey de las langostas era el ángel del abismo. Su nombre en hebreo es Abadón[ak] y en griego es Apolión[al].

12 El primer gran desastre ya pasó, pero aun faltan por venir dos más.

13 El sexto ángel tocó la trompeta y oí una voz que venía desde los cuatro cuernos del altar de oro que está ante Dios. 14 La voz le dijo al sexto ángel que tenía la trompeta: «Deja libres a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates». 15 Los cuatro ángeles habían sido preparados precisamente para ese año, mes, día y hora, entonces fueron liberados para que mataran a la tercera parte de la humanidad. 16 Oí el número total de sus tropas a caballo: eran 200 000 000.

17 En mi visión, vi los caballos y sus jinetes con armaduras rojas como el fuego, azules como el jacinto y amarillas como el azufre. La cabeza de los caballos parecía de león y de su boca salía fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de los seres humanos murió a causa de estas tres plagas que salían de la boca de los caballos. 19 El poder de los caballos estaba en su boca y en su cola, que era como una serpiente que hería con la cabeza.

20 El resto de los seres humanos no murió por estas plagas, pero ni aun así no sintieron remordimiento por sus pecados ni dejaron de hacer maldades ni de adorar a los demonios, ni a los ídolos que habían hecho de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Tampoco dejaron de cometer asesinatos, ni se apartaron de la brujería, ni de sus pecados sexuales, ni de sus robos.

El ángel y el rollo pequeño

10 Después, vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en una nube y con un arco iris alrededor de su cabeza. Su cara era como el sol y sus piernas como columnas de fuego. Llevaba en la mano un pequeño rollo abierto. Puso el pie derecho en el mar y el izquierdo en la tierra. Entonces gritó tan fuerte como un león que ruge, y luego se oyeron las voces de siete truenos. Cuando los siete truenos hablaron, estaba yo por escribir, pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas».

Luego, el ángel que vi de pie sobre el mar y la tierra levantó la mano derecha al cielo y juró por el que vive para siempre, el Creador del cielo, de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, diciendo: «No habrá más espera». Cuando el séptimo ángel toque la trompeta, Dios cumplirá su plan secreto tal como lo anunció a sus siervos, los profetas.

Otra vez oí la voz del cielo que me decía: «Ve y toma el rollo abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y la tierra».

Así que me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo pequeño. Él me dijo: «Toma el rollo y cómetelo. En tu estómago será amargo, pero en tu boca será dulce como la miel». 10 Así que tomé el rollo pequeño de la mano del ángel y lo comí. Sabía dulce como la miel, pero en mi estómago era amargo. 11 Entonces me dijeron: «Tienes que profetizar nuevamente sobre muchas razas, naciones, lenguas y reyes».

Los dos testigos

11 Luego, se me dio una caña parecida a una vara de medir y me dijo Dios: «Ve y mide el templo de Dios y el altar, y cuenta a los que están adentro adorando. Pero no midas la parte de afuera del templo, pues ahí están los que no creen en mí. Ellos pisotearán la ciudad santa durante 42 meses. Yo les daré poder a mis dos testigos, ellos profetizarán durante 1260 días, vestidos de luto».

Estos testigos son los dos olivos y las dos lámparas que están ante el Señor de la tierra. Si alguien trata de hacerles daño a los dos testigos, ellos lo matarán con el fuego que sale de su boca y que consume a sus enemigos. Estos testigos tienen el poder de evitar que llueva mientras profetizan. También tienen el poder de hacer que el agua se convierta en sangre y de enviar toda clase de desastres sobre la tierra cuando ellos quieran.

Cuando los dos testigos terminen de dar su mensaje, la bestia que sale del abismo los atacará, los vencerá y los matará. Sus cuerpos quedarán tendidos en las calles de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde su Señor fue crucificado. Gente de todas las razas, grupos, lenguas y naciones irá a ver los cuerpos de los dos testigos durante tres días y medio, y se negará a enterrarlos. 10 Los habitantes de la tierra estarán felices por su muerte. Harán fiestas y se darán regalos, porque estos dos profetas los atormentaban.

11 Pero después de los tres días y medio, Dios les dio de nuevo vida a los profetas y ellos resucitaron.[am] Los que los vieron se asustaron mucho. 12 Los dos profetas oyeron una fuerte voz desde el cielo, que les decía: «Suban acá». Ellos subieron al cielo y sus enemigos los vieron irse.

13 En ese preciso momento hubo un gran terremoto y la décima parte de la ciudad se derrumbó dejando 7000 personas muertas. Los demás quedaron muy asustados y alabaron a Dios, que está en el cielo.

14 Ya pasó el segundo gran desastre, pero pronto llegará el tercero.

La séptima trompeta

15 El séptimo ángel tocó la trompeta y se oyeron fuertes voces que decían:

«El reino del mundo es ahora el reino de nuestro Señor y de su Mesías,
    y él reinará por siempre».

16 Luego, los 24 ancianos que estaban sentados en sus tronos ante Dios se inclinaron hasta el suelo y lo adoraron, 17 diciendo:

«¡Te damos gracias Señor, Dios Todopoderoso.
    Tú eres el que es y ha sido siempre.
Te damos gracias porque hiciste uso de tu gran poder
    y comenzaste a gobernar!
18 Los que no creen en ti se enojaron,
    pero ahora ha llegado el momento de tu ira.
Ahora es el momento de juzgar a los muertos.
    Es el momento de recompensar a tus siervos los profetas,
y de recompensar a tu pueblo santo,
    a los que te respetan,
    tanto grandes como pequeños.
¡Es tiempo de destruir
    a los que destruyen la tierra!»

19 Entonces se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se veía el Cofre Sagrado que guardaba el pacto.[an] Hubo rayos, ruidos, truenos, un terremoto y una gran tormenta.

La mujer y el dragón

12 Apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida del sol, y con la luna bajo sus pies. En la cabeza tenía una corona con doce estrellas. La mujer estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.

Luego apareció otra señal en el cielo: un dragón rojo con siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Con su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorarse a su hijo tan pronto naciera. La mujer tuvo un hijo varón que gobernará a todas las naciones con vara de hierro, pero su hijo fue llevado ante el trono de Dios. La mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios había preparado para que ella fuera protegida durante 1260 días.

Luego, hubo guerra en el cielo. Miguel[ao] y sus ángeles lucharon contra el dragón y sus ángeles. El dragón y sus ángeles fueron derrotados y perdieron su lugar en el cielo. El dragón, esa antigua serpiente llamada también Diablo o Satanás, que engaña a todo el mundo, fue expulsado del cielo y fue arrojado a la tierra junto con sus ángeles.

10 Luego, oí una fuerte voz en el cielo que decía:

«Han llegado ahora la victoria,
    el poder, el reino de nuestro Dios
    y el poder de su Mesías;
porque ha sido arrojado a la tierra
    el que de día y de noche acusaba
    a nuestros hermanos delante de Dios.
11 Nuestros hermanos lo vencieron con la sangre del Cordero
    y con el testimonio que dieron.
Su amor por la vida no era tanto
    que temieran a la muerte.
12 Alégrense los cielos
    y todos los que viven allí.
Pero a ustedes, los que viven en la tierra y el mar,
    les irá muy mal;
porque el diablo sabe que le queda poco tiempo
    y ha bajado furioso a donde están ustedes».

13 Cuando el dragón vio que lo habían arrojado a la tierra, comenzó a perseguir a la mujer que había dado a luz al niño. 14 Pero a la mujer se le habían dado las alas de una gran águila, y pudo volar al lugar que tenía en el desierto, donde sería protegida y estaría lejos del dragón[ap] durante tres años y medio. 15 El dragón arrojó agua por su boca, como si fuera un río para que la corriente arrastrara a la mujer. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, abriéndose y tragándose el agua que el dragón había arrojado. 17 El dragón se puso furioso con la mujer y se fue a pelear con el resto de sus hijos, que son los que cumplen los mandamientos de Dios y siguen dando testimonio sobre Jesús. 18 Y el dragón se quedó a la orilla del mar.

La bestia del mar

13 Luego, vi salir del mar a una bestia con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una corona y en cada cabeza tenía escrito un nombre que insultaba a Dios. La bestia era como un leopardo con patas de oso y boca de león. El dragón le dio a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. Una de las cabezas de la bestia parecía que había recibido una herida mortal; pero fue curada, lo que tenía al mundo entero asombrado, y seguía a la bestia. Adoraban al dragón por haberle dado su poder a la bestia y también adoraban a la bestia y decían: «¿Quién es tan poderoso como la bestia, como para poder pelear contra ella?»

Se le permitió a la bestia decir palabras llenas de orgullo para insultar a Dios y se le dio poder para ejercerlo durante 42 meses. La bestia empezó a insultar a Dios, a decir cosas en contra de su nombre, del lugar donde vive y de los que viven en el cielo. La bestia recibió el poder de pelear contra el pueblo santo de Dios y de vencerlo. Recibió poder sobre cada familia, raza, lengua y nación. A la bestia la adorarán todos los que viven en la tierra y que no tengan sus nombres escritos, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue sacrificado.

El que pueda oír, que oiga esto:

10 «Quien deba estar preso,
    preso estará.
Quien deba morir a espada,
    a espada morirá».

Esto significa que el pueblo santo de Dios debe tener paciencia y fe.

La bestia de la tierra

11 Después, vi a otra bestia que salía de la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como un dragón. 12 Esta bestia recibió autorización para ejercer el poder de la primera y lo usaba para hacer que toda la gente adorara a la primera bestia que tenía curada la herida mortal. 13 Esta segunda bestia hacía grandes milagros; incluso, hacía bajar fuego del cielo a la tierra delante de mucha gente. 14 Engañaba a los habitantes de la tierra haciendo esos milagros con la autorización de la primera bestia. La segunda bestia ordenó a la gente que hiciera una imagen en honor a la primera que había sido herida con una espada y había regresado a la vida. 15 La segunda bestia había recibido el poder de darle vida a la imagen de la primera, para que así pudiera no solamente hablar, sino también mandar matar a todos los que no la adoraban. 16 La segunda bestia también obligó a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, a llevar una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Nadie podía comprar ni vender si no tenía la marca del nombre de la bestia o el número que corresponde a su nombre.

18 Requiere sabiduría entender esto, pero todo el que tenga entendimiento puede encontrar el significado del número de la bestia. El número corresponde al nombre de un hombre. Es 666.

Una canción nueva

14 Después vi al Cordero, que estaba de pie en el monte Sion[aq] junto a 144 000 personas que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre en la frente. Oí un sonido que venía del cielo y que era parecido al sonido de una catarata o de un fuerte trueno. Sonaba como gente tocando arpas. Cantaban una canción nueva[ar] ante el trono, ante las cuatro criaturas y ante los ancianos. Los únicos que podían aprender la canción eran los 144 000 por quienes se había pagado el precio para liberarlos de la tierra. Son hombres que no se han contaminado acostándose con mujeres, pues son vírgenes y siguen al Cordero dondequiera que él va. Fueron comprados de entre la humanidad para que sean una ofrenda de la más alta calidad para Dios y el Cordero.[as] No son mentirosos y no tienen falta alguna.

Los tres ángeles

Luego, vi a otro ángel que volaba alto en el cielo. El ángel tenía una buena noticia eterna de victoria para anunciar a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. El ángel dijo con voz fuerte: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado el momento en que él va a juzgarlos a todos. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».

Un segundo ángel siguió al primero y decía: «¡Ha sido destruida! ¡La gran ciudad de Babilonia ha sido destruida! Ella hizo que todas las naciones tomaran del apasionante vino de su inmoralidad sexual».

Entonces un tercer ángel los siguió y dijo con voz fuerte: «El que adore a la bestia y a su imagen y reciba la marca de la bestia en la frente o en la mano, 10 tendrá que beber el fuerte vino que Dios preparó en la copa de su ira. También será torturado con azufre hirviente ante la presencia de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo del fuego que los tortura se elevará por siempre. Los que adoren a la bestia y a su imagen y los que tengan la marca de su nombre, no tendrán descanso ni de día ni de noche». 12 Esto significa que el pueblo santo de Dios debe ser paciente, obedecer los mandatos de Dios y permanecer fiel a Jesús.

13 Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe esto: “Afortunados los que a partir de este momento mueran unidos al Señor”».

El Espíritu dice: «Sí, eso es cierto, ahora ellos descansarán de su trabajo, pues sus obras los acompañarán».

La cosecha de la tierra

14 Después vi una nube blanca sobre la que estaba sentado uno «semejante al Hijo del hombre». Tenía una corona de oro en su cabeza y en su mano una hoz afilada. 15 Luego, salió otro ángel del templo y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Usa tu hoz y recoge la cosecha, pues ha llegado el tiempo de segar, y la cosecha de la tierra está madura». 16 Entonces, el que estaba sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió la cosecha.

17 Salió otro ángel del templo en el cielo y también tenía una hoz afilada. 18 Luego, vino desde el altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego y le dijo con voz fuerte al que tenía la hoz afilada: «Usa tu hoz y reúne los racimos de uvas de la vid de la tierra, porque sus uvas están maduras». 19 El ángel pasó su hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las arrojó a la enorme pileta donde se exprimen las uvas y que representa la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y de la pileta salió tanta sangre que alcanzó a llegar hasta la altura de la cabeza de los caballos en una distancia de 300 kilómetros[at].

Siete ángeles con las últimas siete plagas

15 Luego, vi en el cielo otra señal grande y extraordinaria: siete ángeles que traían las últimas siete plagas. Después de estas plagas, acabaría la ira de Dios.

Había como un mar de vidrio mezclado con fuego y junto al mar vi a los que estaban venciendo a la bestia y a su imagen, aquella bestia cuyo nombre se representa por un número. Ellos tenían las arpas que Dios les había dado. Cantaban la canción de Moisés, siervo de Dios, y la canción del Cordero:

«Grandes y maravillosas son tus obras,
    Señor, Dios Todopoderoso.
Obras de manera justa y verdadera,
    Rey de las naciones.
Señor, toda la gente te temerá.
    Todos alabarán tu nombre,
    pues sólo tú eres santo.
Todas las naciones vendrán ante ti a adorarte,
    porque es claro que tus juicios son justos».

Después de esto, vi que se abría el templo del cielo, el Lugar Santo de la presencia de Dios.[au] Salieron de allí los siete ángeles que traían las siete plagas. Estaban vestidos con ropa de lino limpia y brillante, y llevaban bandas doradas alrededor del pecho. Entonces, una de las cuatro criaturas le dio a cada uno de los ángeles una copa de oro llena de la ira de Dios, quien vive por siempre. El templo se llenó del humo de la gloria y del poder de Dios, y nadie pudo entrar allí hasta que se acabaron las siete plagas traídas por los siete ángeles.

Las siete copas de la ira de Dios

16 Luego, oí una fuerte voz que venía del templo y les decía a los siete ángeles: «Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios».

Entonces, el primer ángel fue y vació su copa sobre la tierra. A todos los que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen les salieron llagas terribles y muy dolorosas.

Después, el segundo ángel vació su copa sobre el mar. El agua se convirtió en sangre como de muerto, y todos los seres del mar murieron.

El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y los manantiales, y se convirtieron en sangre. Entonces, oí al ángel de las aguas que le decía a Dios:

«Tú eres el que es y ha sido siempre.
    Tú eres el Santo y eres justo al hacer estos juicios.
Ellos derramaron la sangre de tu pueblo santo y de tus profetas.
    Ahora les diste sangre para que bebieran.
    Eso es lo que merecen».

Oí también que el altar decía:

«Sí, Señor, Dios Todopoderoso,
    tus juicios son correctos y justos».

Después, el cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y el sol recibió el poder de quemar a la gente con fuego. Los seres humanos sufrieron graves quemaduras, pero no cambiaron su forma de pensar ni de vivir. No honraron a Dios, quien había mandado esas plagas, sino que maldijeron su nombre.

10 El quinto ángel vació su copa sobre el trono de la bestia y su reino se oscureció. La gente se mordía la lengua de dolor. 11 Pero no sintieron remordimiento por sus pecados ni dejaron de hacer maldades, sino que por sus dolores y sus llagas maldijeron al Dios del cielo.

12 Luego, el sexto ángel vació su copa sobre el gran río Éufrates y el agua del río se secó. Así se preparó el camino a los reyes que venían del oriente. 13 Después, vi a tres espíritus malos que parecían ranas. Salieron de la boca del dragón, de la bestia y del falso profeta. 14 Estos eran espíritus de demonios que tenían el poder de hacer milagros. Salían a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.

15 «Escuchen, voy a llegar de sorpresa como un ladrón. Afortunado el que se mantenga despierto y vestido, pues no tendrá que salir desnudo sintiendo vergüenza de que lo vean así».

16 Entonces, los espíritus malos reunieron a los reyes en un lugar que en hebreo se llama Armagedón[av].

17 El séptimo ángel vació su copa en el aire, y del templo salió una fuerte voz desde el trono que decía: «¡Todo se acabó!» 18 Después hubo rayos, ruidos, truenos y un gran terremoto, el peor de todos desde que el hombre apareció en la tierra. 19 La gran ciudad se partió en tres y se destruyeron las ciudades de las naciones. Dios no se olvidó de castigar a la gran Babilonia y le dio la copa llena del vino de su terrible ira. 20 Todas las islas desaparecieron y no quedó ninguna montaña. 21 Sobre la gente cayó del cielo granizo que pesaba cerca de 40 kilos[aw]. La gente maldijo a Dios por esa tremenda tormenta de granizo.

La mujer montada en la bestia

17 Luego, vino uno de los siete ángeles que tenía las siete copas y me dijo: «Ven, te voy a mostrar el castigo que recibirá la gran prostituta que está sentada a la orilla de muchas aguas. Los reyes de la tierra se han acostado con ella, y los hombres del mundo se emborracharon con el vino de su pecado sexual».

Después, por medio del Espíritu, el ángel me llevó al desierto. Allí vi a una mujer montada en una bestia roja de siete cabezas y diez cuernos. La bestia estaba cubierta con nombres que insultaban a Dios. La mujer estaba vestida con ropa de colores morado y rojo y llevaba adornos de oro, piedras preciosas y perlas. En la mano llevaba una copa dorada llena de porquerías y de las impurezas de su inmoralidad sexual. En su frente estaba escrito un nombre que tenía un significado secreto:

la gran ciudad de babilonia

madre de las prostitutas

y de todas las porquerías

de la tierra

Observé que la mujer estaba borracha, pues se había embriagado con la sangre del pueblo santo de Dios y de los que murieron por testificar de su fe en Jesús.

Cuando vi a la mujer, me asombré. Luego, el ángel me preguntó: «¿De qué te asombras? Te voy a explicar lo que significan la mujer y la bestia de siete cabezas y diez cuernos en la que ella estaba montada. La bestia que viste estuvo viva alguna vez, pero ya no. Está por salir del abismo y después será destruida. La gente que vive en la tierra y cuyos nombres nunca han estado escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se asombrará cuando vea a la bestia porque estuvo viva y ya no lo está, pero vendrá de nuevo.

»Se necesita ser sabio para entender esto: las siete cabezas de la bestia son los siete montes sobre los que está sentada la mujer y también son siete reyes. 10 Cinco de los reyes ya murieron, uno vive ahora, el otro todavía no ha llegado; pero cuando llegue, se quedará sólo por un corto tiempo. 11 La bestia que estuvo viva alguna vez, pero que ya no lo está, es el octavo rey. Ese octavo rey es también uno de los siete primeros reyes, y será destruido.

12 »Los diez cuernos que viste son diez reyes que todavía no han recibido poder para reinar. Recibirán ese poder para gobernar junto con la bestia durante una hora. 13 Todos estos diez reyes tendrán el mismo propósito: le darán su poder y autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá porque él es Señor de señores y Rey de reyes. Él los vencerá, y los que están con él son sus fieles seguidores, a quienes él mismo eligió y llamó».

15 Entonces, el ángel me dijo: «Los ríos donde estaba sentada la prostituta, representan a todas las personas, razas, naciones y lenguas. 16 La bestia y los diez cuernos que viste odiarán a la prostituta y le quitarán todo lo que tiene dejándola desnuda. Se comerán su cuerpo y lo quemarán. 17 Dios hizo que los diez cuernos se pusieran de acuerdo en un sólo objetivo para poder cumplir el propósito de Dios: darle a la bestia su poder para gobernar hasta que se cumpla el plan de Dios. 18 La mujer que viste es la gran ciudad que gobierna a los reyes de la tierra».

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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