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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Hechos 6:8-16:37

Arresto de Esteban

Esteban, lleno del poder y de la bendición de Dios, hacía grandes maravillas y señales milagrosas entre el pueblo. Pero unos de la sinagoga llamada los Libertos[a] se oponían a él. Estos judíos eran de Cirene y Alejandría y se unieron con unos de Cilicia y Asia. Todos ellos empezaron a discutir con Esteban, 10 pero no podían contradecirlo porque él tenía la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. 11 Entonces les pagaron a algunos hombres para que dijeran: «Nosotros lo escuchamos hablando contra Moisés y contra Dios».

12 Así alborotaron al pueblo, a los ancianos líderes y a los maestros de la ley. Le cayeron de repente, lo agarraron y lo llevaron ante el Consejo. 13 Presentaron unos testigos falsos contra Esteban, que dijeron: «Este hombre no deja de hablar en contra de este lugar sagrado y en contra de la ley. 14 Nosotros lo escuchamos decir que Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que Moisés nos dejó».

15 Todos los que estaban ahí se fijaron en Esteban y vieron que su cara parecía la de un ángel.

Discurso de Esteban

El sumo sacerdote le dijo a Esteban:

—¿Es esto cierto?

Esteban respondió:

—Hermanos y padres, ¡escúchenme! Nuestro glorioso Dios se apareció en Mesopotamia a nuestro antepasado Abraham antes de que él viviera en Harán. (A)Dios le dijo: “Sal de tu tierra, deja a tus familiares y ve al país que yo te voy a mostrar”.[b] Abraham se fue de Caldea[c] para vivir en Harán. Después de la muerte de su padre, Abraham fue traído a esta tierra, donde ustedes viven ahora. Pero Dios no le dio como herencia ni siquiera un metro[d] de esta tierra. Sin embargo, Dios le prometió que les daría toda esta tierra como posesión a él y a sus hijos. Esto pasó antes de que Abraham tuviera hijos. Dios le dijo: “Tus descendientes serán extranjeros en tierra extraña, esclavizados y maltratados, por unos 400 años. (B)(C)Pero yo castigaré a la nación que los haga esclavos”.[e] Dios también le dijo: “Después de eso, tu pueblo saldrá de ese país y me adorará aquí”.[f] Dios hizo un pacto con Abraham y la señal de ese pacto fue la circuncisión. Cuando Abraham tuvo un hijo, él lo circuncidó a los ocho días de nacido. El nombre de su hijo era Isaac, quien a su vez también circuncidó a Jacob, su hijo. Jacob también hizo lo mismo con sus hijos, quienes se convirtieron a su vez en los doce patriarcas.

»Los patriarcas tuvieron envidia de José, lo vendieron como esclavo y fue llevado a Egipto, pero Dios estaba con José y 10 lo sacó de todos sus problemas. José le caía bien al faraón, rey de Egipto, por toda la sabiduría que Dios le había dado. El faraón nombró a José gobernador de Egipto y del palacio real.

11 »En toda la tierra de Egipto y en Canaán hubo una sequía tan fuerte que causó mucha miseria, y nuestros antepasados no tenían qué comer. 12 Entonces Jacob se enteró que había comida en Egipto y envió a nuestros antepasados allá. Este fue el primer viaje a Egipto. 13 Luego ellos volvieron por segunda vez y José se dio a conocer a sus hermanos. El faraón también se enteró de cuál era la familia de José. 14 Entonces José envió a unos hombres para traer a su papá Jacob hasta Egipto. También trajo a todos sus familiares, 75 en total. 15 Entonces Jacob fue a Egipto, y él y nuestros antepasados vivieron allí hasta que murieron. 16 Más tarde llevaron sus cuerpos a Siquén y los pusieron en la misma tumba que Abraham les compró por cierta suma a los hijos de Jamor en Siquén.

17 »Cuando la promesa que Dios le hizo a Abraham estaba por cumplirse, nuestro pueblo ya se había multiplicado muchísimo en Egipto. 18 Entonces llegó al poder en Egipto un rey que no sabía nada de José. 19 Él oprimió con astucia a nuestro pueblo y lo trató con crueldad. Los obligó a abandonar a sus hijos para que murieran. 20 Moisés nació en esa época. Era un niño muy hermoso, y sus padres lo cuidaron en casa por tres meses. 21 Cuando lo tuvieron que abandonar, la hija del faraón lo recogió y lo crió como si fuera su propio hijo. 22 Moisés fue educado en toda la sabiduría de los egipcios y llegó a ser un hombre poderoso tanto en sus palabras como en sus hechos.

23 »Cuando Moisés tenía 40 años, decidió visitar a sus hermanos israelitas. 24 Al ver a un egipcio maltratando a uno de nuestro pueblo, Moisés lo defendió, golpeando tan fuerte al egipcio, que lo mató. 25 Moisés pensaba que sus hermanos israelitas entenderían que Dios los iba a liberar por medio de él, pero ellos no lo entendieron. 26 Al día siguiente, vio a dos israelitas peleando y trató de que hicieran las paces: “Oigan, ustedes son hermanos. ¿Por qué se están haciendo daño?” 27 Pero el que estaba peleando con su vecino empujó a Moisés y le dijo: “¿Quién te puso como nuestro juez y gobernador? 28 (D)¿Quieres matarme como mataste ayer al egipcio?”[g] 29 Cuando Moisés escuchó esto, escapó y se fue a vivir a la tierra de Madián como extranjero, donde tuvo dos hijos.

30 »Después de 40 años, Moisés estaba en el desierto cerca del monte Sinaí cuando un ángel se le apareció en las llamas de un arbusto que ardía. 31 Moisés se asombró al ver eso. Entonces se acercó para ver mejor y oyó la voz del Señor: 32 (E)“Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”.[h] Moisés estaba temblando y sintió tanto temor que ni se atrevía a mirar. 33 Entonces el Señor le dijo: “Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra sagrada. 34 (F)He visto que mi pueblo está sufriendo mucho en Egipto, he escuchado sus gemidos. Yo bajaré para sacarlos de allí. Ahora ven, que te voy a enviar a Egipto”.[i]

35 (G)»A ese mismo Moisés que rechazaron cuando le dijeron: “¿Quién te puso como nuestro juez y gobernador?”[j], Dios lo envió para ser el gobernante y libertador, por medio del ángel que vio en aquel arbusto. 36 Así que Moisés sacó al pueblo de Egipto. Hizo maravillas y señales milagrosas en Egipto, en el mar Rojo y luego en el desierto durante 40 años. 37 (H)Este es el mismo Moisés que les dijo a los israelitas: “Dios les dará un profeta que vendrá de entre ustedes mismos. Será como yo”.[k] 38 Es el mismo Moisés que estaba con nuestros antepasados en la reunión que hubo en el desierto. Él también estuvo con el ángel que le habló en el monte Sinaí. Moisés recibió palabras que dan vida y nos las dio a nosotros.

39 »Pero nuestros antepasados no le hicieron caso a Moisés, lo rechazaron y prefirieron estar de nuevo en Egipto. 40 (I)Le dijeron a Aarón: “Haz para nosotros dioses que nos guíen porque no sabemos qué le pasó a Moisés el que nos sacó de Egipto”.[l] 41 Entonces hicieron un ídolo parecido a un becerro y le ofrecieron sacrificios. El pueblo estaba muy feliz por lo que habían hecho con sus propias manos. 42 Pero Dios los abandonó y los dejó adorar el ejército de dioses falsos del cielo. Como dice en el libro de los profetas:

“Pueblo de Israel, durante 40 años ustedes no me trajeron ofrendas
    ni me ofrecieron sacrificios en el desierto.
43 (J)Al contrario, cargaban la carpa para alabar a Moloc
    y la imagen de la estrella del dios Refán.
Estos fueron los ídolos que ustedes mismos hicieron para adorar.
    Por eso yo los enviaré más allá de Babilonia”.[m]

44 »La carpa del pacto estaba con nuestros antepasados en el desierto. Dios le dijo a Moisés cómo hacer esa carpa y él la hizo según el plan que Dios le mostró. 45 Nuestros antepasados tomaron posesión de las tierras que les pertenecían a las naciones que Dios expulsó delante de ellos. Esa carpa se les entregó en el tiempo de Josué y estuvo con ellos hasta el tiempo de David. 46 David contaba con la aprobación de Dios, y le pidió permiso para construir un templo donde el pueblo de Jacob pudiera adorar.[n] 47 Pero Salomón fue el que construyó el templo.

48 »Sin embargo, el Dios Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas. Como dice el profeta:

49 “El Señor dice: El cielo es mi trono.
    La tierra es un banquillo para mis pies.
¿Qué clase de casa pueden construir para mí?
    No hay ningún lugar donde yo necesite descansar.
50 (K)Recuerden que yo hice todo esto”.[o]

51 »¡Ustedes son muy tercos! Son como los paganos en su forma de pensar y de entender. Siempre se rebelan contra el Espíritu Santo, igual que sus antepasados. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron ellos? Mataron incluso a los que anunciaron que el Justo[p] iba a venir, el mismo al que ahora ustedes traicionaron y mataron. 53 Ustedes recibieron la ley de Dios por medio de ángeles, pero no la obedecen.

Muerte de Esteban

54 Al escuchar eso, se molestaron tanto que se les veía en la cara lo furiosos que estaban.[q] 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio el esplendor de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. 56 Entonces dijo:

—¡Miren! Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.

57 Todos empezaron a gritar muy fuerte, se taparon los oídos y se lanzaron contra él. 58 Lo sacaron a empujones de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los que dieron falso testimonio contra Esteban dejaron sus mantos al cuidado de un joven llamado Saulo. 59 Ellos siguieron tirándole piedras a Esteban, pero él oraba: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». 60 Después, se arrodilló y gritó muy fuerte: «¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!» Y después de decir esto, murió.

También Saulo estuvo de acuerdo con el asesinato de Esteban.

Persecución contra los creyentes

A partir de ese día empezó una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén. Toda la iglesia huyó a diferentes lugares de Judea y Samaria. Sólo los apóstoles se quedaron en Jerusalén. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lloraron mucho por él. Saulo también trataba de destruir al grupo, entraba en las casas donde se reunían, sacaba tanto a hombres como a mujeres y los metía en la cárcel. Sin embargo, todos los que huían iban anunciado el mensaje de las buenas noticias de salvación por dondequiera que iban.

Felipe anuncia el mensaje en Samaria

Felipe[r] fue a la ciudad de Samaria y allí anunció el mensaje acerca del Mesías. Un gran número de samaritanos escuchaba a Felipe, veía las señales milagrosas que hacía y le prestaba mucha atención a su mensaje. Muchos que tenían espíritus malignos fueron sanados; los espíritus les salían dando alaridos. También fueron sanados muchos inválidos y paralíticos. Los habitantes de esa ciudad estaban muy contentos.

Había un hombre llamado Simón que practicaba la brujería. Él tenía muy impresionada a la gente de Samaria, pretendiendo ser un gran personaje. 10 Todos, importantes o no, le prestaban atención y decían: «Este hombre es “el gran poder divino”». 11 Simón los tenía tan impresionados con sus brujerías que la gente lo seguía. 12 Pero cuando Felipe le anunció al pueblo las buenas noticias del reino de Dios y del poder de Jesucristo, tanto hombres como mujeres le creyeron a Felipe y fueron bautizados. 13 Simón mismo creyó y fue bautizado. Seguía a Felipe muy de cerca, asombrado también con las maravillas tan poderosas y las señales milagrosas que Felipe hacía.

14 Cuando los apóstoles supieron en Jerusalén que los de Samaria había aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Cuando llegaron a Samaria después de bajar de Jerusalén, Pedro y Juan oraron para que los creyentes de Samaria recibieran el Espíritu Santo, 16 porque el Espíritu no había venido sobre ninguno de ellos. Solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. 17 Después de orar, Pedro y Juan les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18 Al ver Simón que el Espíritu Santo se daba cuando Pedro y Juan imponían las manos, les ofreció dinero a los apóstoles 19 y les dijo:

—Denme ese poder para que a quien yo le imponga las manos reciba el Espíritu Santo.

20 Entonces Pedro le respondió:

—¡Púdrete con tu dinero! ¿Pensaste que podías comprar el don de Dios? 21 No tienes arte ni parte en nuestro trabajo porque Dios sabe que tienes la mente retorcida. 22 ¡Abandona tu maldad! Pídele al Señor que perdone tus malas intenciones. 23 Veo que estás lleno de amargura y de envidia, vives atado por el pecado.

24 Entonces Simón contestó:

—Pidan por mí al Señor, para que no me pase nada de lo que ustedes han dicho.

25 Una vez que los apóstoles dieron testimonio de lo que sabían de Jesucristo y anunciaron el mensaje del Señor, regresaron a Jerusalén. Por el camino, entraron a muchos pueblos samaritanos y anunciaron la buena noticia de salvación.

Felipe y el funcionario de Etiopía

26 Un ángel del Señor le habló a Felipe: «Prepárate para ir al sur por el camino que baja de Jerusalén a Gaza, el camino que cruza el desierto». 27 Entonces Felipe fue y encontró a un eunuco etíope, funcionario de la Candace, o sea la reina de Etiopía. Él estaba a cargo de todos los tesoros de ella y había viajado a Jerusalén para adorar a Dios. 28 Ahora regresaba a casa, sentado en su carruaje y leyendo el libro del profeta Isaías. 29 El Espíritu le dijo a Felipe: «Ve y acércate a ese carruaje». 30 Felipe corrió hacia el carruaje y escuchó al funcionario leyendo el libro del profeta Isaías. Entonces Felipe le dijo:

—¿Entiendes lo que lees?

31 El funcionario le dijo:

—¿Cómo voy a entenderlo sin tener quien me lo explique?

Entonces el funcionario invitó a Felipe para que subiera y se sentara con él. 32 La parte de la Escritura que estaba leyendo era esta:

«Fue llevado como oveja al matadero;
    como un cordero que no se queja
    cuando le cortan la lana, no dijo nada.
33 (L)Fue humillado y le quitaron todos sus derechos.
    Su vida en la tierra terminó;
    no habrá ningún relato acerca de sus descendientes».[s]

34 El funcionario le preguntó a Felipe:

—Por favor dime, ¿de quién está hablando el profeta? ¿Está hablando de él mismo o de otra persona?

35 Entonces Felipe comenzó a hablar. Empezó desde esta misma Escritura y le contó la buena noticia acerca de Jesús. 36 Mientras viajaban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el funcionario dijo:

—Mira, aquí hay agua; ¿qué me impide ser bautizado? 37 [t]

38 Entonces el funcionario ordenó que detuvieran el carruaje, y ambos, Felipe y el funcionario, entraron al agua y Felipe lo bautizó. 39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe. El funcionario ya no lo volvió a ver y siguió muy feliz su camino. 40 Felipe apareció en la ciudad de Azoto, y anunció la buena noticia de salvación por todos los pueblos por donde pasaba en su viaje, hasta que llegó a Cesarea.

Conversión de Saulo

Saulo seguía amenazando y promoviendo actos de violencia y muerte contra los seguidores del Señor. Entonces fue al sumo sacerdote y le pidió cartas de autorización para las sinagogas de Damasco. Si Saulo encontraba a algún seguidor del Camino[u], hombre o mujer, lo podía arrestar y llevar preso a Jerusalén. Cuando estaba cerca de la ciudad de Damasco, lo rodeó de repente una luz muy brillante del cielo. Saulo cayó al suelo y escuchó una voz que le decía:

—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Saulo preguntó:

—¿Quién eres, Señor?

La voz le contestó:

—Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y vete a la ciudad. Allí se te dirá qué tienes que hacer.

Los hombres que viajaban con Saulo estaban ahí, sin poder decir ni una sola palabra. Oían la voz pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no veía nada. Entonces lo llevaron de la mano a Damasco. Estuvo allí tres días sin ver y no comió ni bebió nada.

10 En Damasco había un seguidor llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión:

—Ananías.

Y él le respondió:

—Aquí estoy, Señor.

11 El Señor le dijo:

—Levántate, ve a la calle Derecha y busca la casa de un hombre llamado Judas. Allí pregunta por Saulo de Tarso. Él está orando y 12 tuvo una visión donde un hombre llamado Ananías se le acerca y le impone las manos para que recobre la vista.

13 Ananías le respondió:

—Señor, muchos me han contado todo el mal que él ha hecho en Jerusalén contra tu pueblo santo. 14 Ahora Saulo ha venido aquí con poderes de los jefes de los sacerdotes para arrestar a todo el que confía en ti.

15 Pero el Señor le dijo:

—¡Ve! Yo elegí a Saulo para la misión de dar a conocer mi mensaje ante reyes, israelitas y gente de otras naciones. 16 Te aseguro que yo mismo le mostraré a Saulo todo lo que tendrá que sufrir por mi causa.

17 Entonces Ananías se fue a la casa de Judas e imponiéndole las manos a Saulo, le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús me envió. Fue el que se te apareció cuando venías para acá. Me mandó para que puedas ver de nuevo y te llenes del Espíritu Santo». 18 De inmediato, algo que parecía escamas cayó de sus ojos y recobró la vista. Saulo se levantó y fue bautizado. 19 Luego comió y recuperó las fuerzas.

Saulo en Damasco

Saulo se quedó un tiempo con los seguidores que vivían en Damasco. 20 Enseguida entró en las sinagogas a proclamar que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que lo escuchaban se asombraban y decían: «¿No es este el mismo que en Jerusalén procuraba destruir a los que oraban a Jesús pidiéndole ayuda? ¿Acaso no vino a arrestar a los seguidores de aquí y a llevarlos ante los jefes de los sacerdotes?» 22 Sin embargo, las palabras de Saulo eran tan bien argumentadas que confundía a los judíos que vivían en Damasco. Ellos no lo podían contradecir cuando él afirmaba que Jesús es el Mesías.

Saulo escapa de Damasco

23 Después de muchos días, los judíos hicieron planes para matar a Saulo. 24 De día y de noche vigilaban las puertas de la ciudad porque querían matarlo, pero Saulo se enteró del plan. 25 Sus seguidores lo bajaron en un canasto por la muralla que rodeaba la ciudad.

Saulo en Jerusalén

26 Saulo se fue a Jerusalén y trató de reunirse con los seguidores, pero todos le tenían miedo y no creían que fuera un seguidor. 27 Pero Bernabé apoyó a Saulo y lo trajo a los apóstoles. Les explicó que Saulo había visto al Señor en el camino y que el Señor le había hablado. También les contó que en Damasco, Saulo había hablado valientemente en el nombre de Jesús. 28 Entonces Saulo se quedó en Jerusalén con los seguidores. Estando ahí, hablaba abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos que hablaban griego, pero ellos intentaban acabar con él. 30 Cuando los hermanos se enteraron de esto, lo llevaron a la ciudad de Cesarea y de ahí lo mandaron a Tarso.

31 Así que la iglesia disfrutó de paz por toda Judea, Galilea y Samaria. Se fortalecía y progresaba, viviendo de una manera que mostraba mucho respeto por el Señor. La iglesia crecía animada por el Espíritu Santo.

Milagros de Pedro en Lida y Jope

32 Pedro recorría toda la región y fue a ver a los santos[v] que vivían en Lida. 33 Allí conoció a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama. 34 Pedro le dijo:

—Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama.

Inmediatamente Eneas se levantó. 35 Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron y decidieron seguir al Señor.

36 En la ciudad de Jope había una seguidora llamada Tabita, que en griego es Dorcas. Ella siempre hacía buenas obras y daba dinero a los necesitados. 37 Mientras Pedro estaba en Lida, ella se enfermó y murió. Lavaron su cuerpo y la llevaron a una habitación de arriba. 38 Los seguidores que vivían en Jope escucharon que Pedro estaba en Lida, cerca de Jope. Entonces mandaron dos hombres para que hablaran con Pedro. Le rogaron: «¡Venga usted con nosotros, rápido!»

39 Pedro se fue con ellos y al llegar lo llevaron arriba a la habitación. Todas las viudas rodearon a Pedro llorando y le mostraron las túnicas que Dorcas había hecho cuando estaba con vida. 40 Pedro sacó de la habitación a todos, se arrodilló y oró. Luego, volviéndose hacia el cuerpo de ella, le dijo:

—Tabita, ¡levántate!

Ella abrió los ojos y cuando vio a Pedro, se sentó. 41 Pedro extendió la mano y la levantó. Entonces llamó a los santos y a las viudas para que vinieran a la habitación, y presentó viva a Tabita. 42 Esto se supo en toda la ciudad de Jope y mucha gente creyó en el Señor. 43 Pedro se quedó en Jope muchos días en casa de un curtidor llamado Simón.

Conversión de Cornelio

10 En la ciudad de Cesarea vivía un capitán romano llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano. Él y toda su familia adoraban y respetaban a Dios. Cornelio daba muchas contribuciones a los judíos pobres y siempre estaba orando. Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión en la que vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:

—Cornelio.

Cornelio lo miro fijamente y todo asustado le dijo:

—¿Qué quieres, señor?

El ángel le dijo:

—Dios ha escuchado tus oraciones y ha tenido en cuenta tus contribuciones a los pobres. Envía ahora algunos hombres a Jope para que traigan a un hombre llamado Simón, al que le dicen Pedro. Se hospeda en una casa junto al mar que es de un curtidor que también se llama Simón.

Cuando el ángel se fue, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado. El soldado era un hombre de su confianza y adoraba a Dios. Cornelio les contó todo lo que había pasado y luego los envió a Jope.

Al día siguiente a eso del mediodía, mientras ellos iban camino a Jope, Pedro subió a la azotea para orar. 10 Tenía hambre y quería comer, pero mientras le estaban preparando la comida, tuvo una visión. 11 Vio que el cielo se abría y bajaba algo parecido a una sábana muy grande sostenida de las cuatro puntas. 12 Dentro de la sábana había toda clase de animales, incluso reptiles y aves. 13 Entonces una voz le dijo:

—Pedro, ¡levántate, mata y come!

14 Pedro respondió:

—¡Yo no haría eso, Señor! Nunca he comido nada prohibido o impuro.

15 Pero la voz volvió a decirle:

—No llames nada prohibido por ser impuro a lo que Dios ha purificado.

16 Esto sucedió tres veces y de inmediato todo subió otra vez al cielo. 17 Pedro se preguntaba qué quería decir la visión. Mientras tanto, los hombres que Cornelio había mandado estaban frente a la puerta preguntando dónde quedaba la casa de Simón. 18 Llamaron para averiguar si Simón, a quien también llamaban Pedro, estaba hospedado allí.

19 Pedro todavía estaba pensando en la visión, pero el Espíritu le dijo: «Oye, tres hombres te están buscando. 20 Levántate, baja a verlos y ve con ellos sin hacer preguntas, yo los he enviado». 21 Entonces Pedro bajó y les dijo a los hombres:

—Yo soy al que ustedes están buscando, ¿a qué han venido?

22 Ellos dijeron:

—Un santo ángel le dijo a Cornelio que lo invitara a su casa para poder escuchar lo que usted tenga que decirle. Cornelio es un capitán, un hombre justo que adora a Dios, y todos los judíos lo respetan mucho.

23 Pedro les pidió que entraran y se quedaran a pasar la noche.

Al día siguiente, Pedro se fue con los tres hombres y con algunos de los hermanos que vivían en Jope. 24 Al otro día, llegaron a la ciudad de Cesarea. Cornelio los estaba esperando con sus familiares y amigos. 25 Cuando Pedro entró, Cornelio salió a recibirlo, se inclinó a los pies de Pedro y lo comenzó a adorarlo. 26 Pero Pedro hizo que se levantara y le dijo:

—¡Levántate! Yo soy tan solo un ser humano.

27 Mientras hablaban, Pedro entró y vio que se había reunido mucha gente. 28 Pedro les dijo:

—Ustedes saben que no es permitido para los de mi nación reunirse o entrar a la casa de alguien que no sea judío. Pero Dios me ha mostrado que no debo menospreciar ni llamar impuro ni ordinario a nadie. 29 Así que cuando me llamaron, vine sin poner excusas. Ahora yo les pregunto: ¿Por qué enviaron por mí?

30 Entonces Cornelio dijo:

—Hace cuatro días estaba orando en mi casa a esta misma hora, las tres de la tarde, y de pronto un hombre con ropa muy brillante se apareció delante de mí. 31 Él me dijo: “Cornelio, tus oraciones fueron escuchadas y Dios ha tomado en cuenta tus contribuciones para los pobres. 32 Así que envía a algunos hombres a Jope para que traigan a Simón, a quien también llaman Pedro. Él se hospeda en casa de Simón, un curtidor que vive junto al mar”. 33 Fue así como yo mandé por ti de inmediato, y nos alegra que hayas venido. Aquí nos tienes para escuchar todo lo que el Señor te ordenó que nos dijeras.

Mensaje de Pedro en la casa de Cornelio

34 Entonces Pedro dijo:

—Ahora entiendo que de verdad para Dios todos somos iguales. 35 Dios no discrimina a nadie, sino que acepta al que le honre y lleve una vida recta. 36 Dios dio su mensaje a los israelitas y les anunció las buenas noticias de paz por medio de Jesucristo, quien es Señor de todos. 37 Ustedes están al tanto de lo que pasó en Judea con Jesús de Nazaret. Todo comenzó en Galilea después del bautismo que anunciaba Juan. 38 Ustedes saben que a Jesús de Nazaret, Dios lo llenó[w] del Espíritu Santo y de poder. Él fue por todas partes haciendo el bien y sanando a los que vivían oprimidos por el diablo. Lo pudo hacer porque Dios estaba con él. 39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén, pero lo mataron, colgándolo en un madero. 40 Sin embargo, Dios lo resucitó de la muerte al tercer día y lo dio a conocer abiertamente. 41 Pero no a todo el pueblo, sino sólo a los testigos que Dios había elegido para que lo vieran. Nosotros somos esos testigos, comimos y bebimos con él, después de que resucitó. 42 Jesús nos ordenó anunciar estas buenas noticias al pueblo judío, y nos envió para que diéramos testimonio de que él es el elegido por Dios para ser Juez de vivos y muertos. 43 Todos los profetas dan testimonio de que esto es verdad: al que crea en Jesús se le perdonarán sus pecados por medio de su nombre.

Los no judíos reciben el Espíritu Santo

44 Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo cayó sobre los que estaban escuchando el mensaje. 45 Los creyentes judíos que vinieron con Pedro estaban asombrados porque el Espíritu Santo se había derramado como un don sobre los que no eran judíos. 46 Los escuchaban hablar en lenguas y alabar a Dios. Entonces Pedro les dijo:

47 —¿Puede acaso alguien atreverse a no dejar que estos sean bautizados en agua? Ellos han recibido al Espíritu Santo, al igual que nosotros.

48 Así que Pedro ordenó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron a Pedro que se quedara unos días más.

Pedro regresa a Jerusalén

11 Los apóstoles y los creyentes de Judea se enteraron de que los que no son judíos también habían aceptado el mensaje de Dios. Pero cuando Pedro vino a Jerusalén, algunos creyentes judíos[x] discutieron con él. Le dijeron:

—Fuiste a casa de gente que no es judía y no está circuncidada ¡y hasta comiste con ellos!

Entonces Pedro les explicó paso por paso lo que ocurrió:

—Yo estaba en la ciudad de Jope y mientras oraba tuve una visión en la que veía bajar algo del cielo. Era como una sábana muy grande que bajaba hacia mí sostenida de las cuatro puntas. Miré adentro y vi que había toda clase de animales, bestias salvajes, reptiles y aves. Entonces escuché una voz diciéndome: “Pedro, ¡levántate, mata y come!” Pero yo dije: “¡Yo nunca haría eso, Señor! Nunca he comido ni un bocado de algo prohibido o impuro”. Pero la voz me dijo por segunda vez: “No llames prohibido a lo que Dios ha purificado”.

10 »Esto sucedió tres veces y luego todo subió de nuevo al cielo. 11 En ese momento, tres hombres llegaron a la casa donde me hospedaba. Habían sido enviados a mí desde la ciudad de Cesarea. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin vacilar. Estos seis hermanos que están aquí me acompañaron a la casa de Cornelio. 13 Él nos contó que había visto a un ángel en su casa diciéndole: “Envía algunos hombres a la ciudad de Jope a traer aquí a Simón, a quien también llaman Pedro. 14 Él te dará un mensaje por medio del cual te salvarás tú y todos los que viven en tu casa”.

15 »Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos tal como nos pasó a nosotros al principio.[y] 16 Entonces recordé lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Dios les dio a ellos el mismo don que a nosotros, que creímos en el Señor Jesucristo. Entonces, ¿podía yo oponerme a Dios?

18 Cuando los creyentes judíos escucharon esto, dejaron de discutir, alabaron a Dios y dijeron:

—¡Así que Dios también les ha permitido a los que no son judíos cambiar y tener una nueva vida!

Las buenas noticias llegan a Antioquía

19 Después de que mataron a Esteban, los creyentes se dispersaron, tratando de escapar de la persecución. Algunos creyentes se fueron a lugares tan lejanos como Fenicia, Chipre y Antioquía. En esos lugares anunciaron la buena noticia de salvación, pero solamente entre los judíos. 20 Algunos de estos creyentes eran hombres de Chipre y de Cirene. Cuando llegaron a Antioquía, empezaron a anunciar también las buenas noticias del Señor Jesús a los que no eran judíos[z]. 21 El Señor los ayudaba, muchos creyeron y decidieron seguir al Señor.

22 La iglesia de Jerusalén escuchó la noticia sobre el nuevo grupo de creyentes de Antioquía. Entonces enviaron a Bernabé desde Jerusalén hasta Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio que Dios los estaba bendiciendo, se alegró y los animó a no perder nunca la fe y obedecer de todo corazón al Señor. 24 Bernabé era un buen hombre, lleno del Espíritu Santo y tenía mucha fe. Entonces muchos más se hicieron seguidores del Señor.

25 Entonces Bernabé fue a la ciudad de Tarso a buscar a Saulo. 26 Cuando encontró a Saulo, Bernabé lo trajo a Antioquía. Saulo y Bernabé se quedaron allí todo un año, reuniéndose con la iglesia y enseñando a gran cantidad de gente. En Antioquía, por primera vez los creyentes fueron llamados cristianos.

27 Por este tiempo, algunos profetas de Jerusalén fueron a Antioquía. 28 Uno de esos profetas, Agabo, dijo por medio del Espíritu Santo: «Vendrán al mundo tiempos muy malos y habrá gran escasez de alimentos». Esta hambruna sucedió cuando Claudio era emperador. 29 Los seguidores decidieron que iban a ayudar a sus hermanos que vivían en Judea. Cada uno de ellos planeó enviarles toda la ayuda que pudiera. 30 Así lo hicieron, y enviaron su dinero con Bernabé y Saulo, quienes a su vez se lo llevaron a los ancianos líderes de Judea.

Herodes persigue a los creyentes

12 Por esa misma época, el rey Herodes empezó a perseguir a algunos de la iglesia. Ordenó que mataran a espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que esto les había gustado a los judíos, Herodes decidió arrestar también a Pedro. Esto pasó durante la fiesta de los Panes sin Levadura. Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel custodiado por 16 soldados. Herodes quería esperar hasta después de la Pascua, y luego iba a traerlo ante el pueblo para hacerle un juicio. Mientras Pedro permanecía preso, la iglesia oraba constantemente a Dios por él.

Un ángel libera a Pedro

Pedro estaba atado con dos cadenas y dormía en medio de dos soldados. Había más soldados cuidando la puerta de la cárcel. Era de noche y Herodes había planeado llevar a Pedro ante el pueblo al día siguiente. De pronto, apareció un ángel del Señor. Una luz brilló en la celda, el ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «¡Levántate rápido!» Entonces las cadenas se cayeron de las manos de Pedro. Luego, el ángel le dijo: «Vístete y ponte las sandalias». Pedro lo hizo y entonces el ángel le dijo: «Ponte la capa y sígueme».

El ángel salió y Pedro fue tras él, sin saber si eso estaba pasando en realidad o si era una visión. 10 Pedro y el ángel pasaron la primera guardia, luego la segunda y llegaron a la puerta de acero que los separaba de la ciudad. La puerta se abrió sola, Pedro y el ángel salieron, caminaron más o menos una cuadra y de repente el ángel desapareció. 11 Pedro entendió lo que había pasado y pensó: «Ahora sé que el Señor me envió de verdad a su ángel. Él me salvó de Herodes. El pueblo judío pensó que me iba a ir mal, pero el Señor me salvó».

12 Cuando Pedro se dio cuenta de esas cosas, se fue a casa de María, la mamá de Juan, al que también llamaban Marcos. Muchos estaban reunidos allí, orando. 13 Pedro llamó a la puerta de afuera, y una sierva llamada Rode salió a ver quién era. 14 Ella reconoció la voz de Pedro y se puso tan contenta que se le olvidó abrir la puerta. Corrió adentro y les dijo a todos los que estaban allí:

—¡Pedro está en la puerta!

15 Ellos le dijeron a Rode:

—¡Estás loca!

Pero ella siguió diciendo que era verdad, así que ellos dijeron:

—Debe ser el ángel de Pedro.

16 Pero Pedro seguía llamando a la puerta. Cuando fueron a abrir la puerta y lo vieron, quedaron atónitos. 17 Él les indicó que se callaran y luego les explicó a todos cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Les dijo:

—Vayan a contarles a Santiago y a los demás hermanos todo lo que pasó.

Entonces Pedro se fue a otro lugar.

18 Al amanecer, hubo bastante agitación entre los soldados porque no sabían qué había pasado con Pedro. 19 Herodes ordenó buscar a Pedro por todas partes, pero no lo encontró. Interrogó a los guardias y luego ordenó que los mataran.

La muerte de Herodes

Después, Herodes salió de Judea a la ciudad de Cesarea y permaneció allí por algún tiempo. 20 Estaba muy enojado con los habitantes de Tiro y Sidón. Ellos acordaron ir a hablar con Herodes y sobornaron a Blasto, el funcionario principal del rey. Trataban de hacer las paces porque su territorio era abastecido por el del rey.

21 Un día acordado, Herodes decidió reunirse con ellos. Se puso su vestido real, se sentó en su trono y dio un discurso al pueblo. 22 El pueblo gritaba: «¡El que habla es un dios, no un ser humano!» 23 Herodes no dio honra a Dios. Por eso un ángel del Señor de inmediato hizo que se enfermara y murió devorado por los gusanos.

24 El mensaje de Dios se difundió y cada vez llegaba a más gente.

25 Bernabé y Saulo volvieron a Antioquía después de terminar su trabajo, y Juan Marcos los acompañaba.

Misión de Bernabé y Saulo

13 Los profetas y maestros de la iglesia de Antioquía eran Bernabé; Simón, también llamado el Negro; Lucio, de la ciudad de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el gobernante[aa], y Saulo. Un día, mientras ayunaban y adoraban al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Aparten a Bernabé y a Saulo para que hagan el trabajo para el cual los he llamado».

Entonces ellos ayunaron, oraron e impusieron las manos a Bernabé y Saulo, y luego los despidieron.

Bernabé y Saulo en Chipre

Así que, enviados por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo llegaron a Seleucia y de ahí viajaron a la isla de Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron el mensaje de Dios en las sinagogas judías y Juan[ab] les ayudaba.

Recorrieron toda la isla hasta llegar a Pafos, donde conocieron a un judío llamado Barjesús que practicaba la brujería. Este falso profeta siempre estaba cerca del gobernador Sergio Paulo. El gobernador era un hombre inteligente y les pidió a Bernabé y a Saulo que vinieran a visitarlo porque quería escuchar el mensaje de Dios. Pero Elimas el mago, pues así se traduce su nombre, trataba de evitar que el gobernador creyera en Jesús. Pero Saulo, también llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo miró fijamente a Elimas 10 y le dijo:

—¡Hijo del diablo! Eres enemigo de todo lo bueno, estás lleno de mentiras y trucos del diablo y siempre tratas de tergiversar el verdadero camino del Señor. 11 Ahora el Señor te castigará y quedarás ciego. Por un tiempo no podrás ver nada, ni siquiera la luz del sol.

En ese mismo instante todo se volvió oscuridad para Elimas. Caminó perdido por los alrededores, tratando de encontrar a alguien que lo guiara de la mano. 12 Cuando vio esto el gobernador creyó, asombrado con la enseñanza del Señor.

Pablo y Bernabé salen de Chipre

13 Pablo y todos los que iban con él, se fueron de Pafos en barco. Llegaron a Perge, una ciudad que quedaba en Panfilia, pero Juan Marcos los dejó allí y regresó a Jerusalén. 14 Ellos continuaron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. Estando en Antioquía en el día de descanso, fueron a la sinagoga y tomaron asiento allí. 15 Después de leer la ley y los escritos de los profetas, los dirigentes de la sinagoga enviaron este mensaje a Pablo y Bernabé:

—Hermanos, si tienen algo que decir que pueda ayudar a los que están aquí, por favor, tomen la palabra.

16 Pablo se puso de pie y tomó la palabra:

—Israelitas y también ustedes los que no son judíos y adoran al Dios verdadero, escúchenme. 17 El Dios de este pueblo de Israel eligió a nuestros antepasados, ayudó a nuestro pueblo a salir adelante mientras vivieron en Egipto y los sacó de allí con gran poder. 18 Dios tuvo paciencia con ellos durante los 40 años que estuvieron en el desierto. 19 Él destruyó siete naciones en la tierra de Canaán y les dio a los israelitas esa tierra como herencia. 20 Todo eso sucedió en más o menos 450 años.

»Después, Dios les dio jueces hasta el tiempo del profeta Samuel. 21 Entonces el pueblo pidió un rey. Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, que era de la tribu de Benjamín, quien fue rey por 40 años. 22 Después de destituir a Saúl, Dios nombró rey a David, de quien dio testimonio: “David, el hijo de Isaí, me agrada porque está dispuesto a hacer todo lo que yo le diga”.

23 »Dios cumplió su promesa al enviar a Jesús, quien era descendiente de David, para ser el Salvador. 24 Antes de que Jesús viniera, Juan anunció su mensaje al pueblo de Israel. Juan les dijo que se bautizaran para demostrar que querían cambiar su vida. 25 Cuando Juan estaba terminando su trabajo, dijo: “¿Quién creen ustedes que soy? Yo no soy el Mesías, pues él viene después de mí, y no soy digno ni de desatarle sus sandalias”.

26 »Hermanos, hijos de la familia de Abraham, y ustedes que adoran al Dios verdadero, escuchen. Este mensaje de salvación ha llegado a nosotros. 27 Los que viven en Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús, y al condenarlo cumplieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado. 28 Ellos no pudieron encontrar una razón para matar a Jesús, pero le pidieron a Pilato que lo matara. 29 Cuando ya habían cumplido todo lo que se dijo acerca de Jesús en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro. 30 Pero Dios lo resucitó. 31 Después, los que lo habían acompañado desde Galilea hasta Jerusalén vieron a Jesús durante muchos días. Ahora ellos son sus testigos ante el pueblo.

32 »Nosotros les anunciamos la buena noticia acerca de la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados. 33 (M)Como descendientes de ellos, recibimos de parte de Dios el cumplimiento de la promesa cuando Jesús resucitó de la muerte. Como dice en el segundo Salmo:

»“Tú eres mi Hijo,
    hoy me he convertido en tu Padre”[ac].[ad]

34 (N)Dios resucitó a Jesús para que él nunca regrese a la tumba a descomponerse. Entonces Dios dijo:

»“Yo les daré las promesas verdaderas
    y santas que le hice a David”.[ae]

35 (O)Por eso dice en otro lugar:

»“Tú no dejarás que tu Santo se pudra en la tumba”.[af]

36 En vida, David hizo lo que Dios quería. Después murió y lo enterraron con sus antepasados. Su cuerpo se pudrió en la tumba, 37 pero Jesús, al que Dios resucitó de la muerte, no se pudrió en la tumba. 38-39 Entiendan esto, hermanos: el perdón que ustedes no pudieron alcanzar por medio de la ley de Moisés, lo reciben por medio de Jesús. Todo el que tiene fe en él es aprobado por Dios. 40 Pero tengan cuidado, los profetas dijeron lo que pasaría. No dejen que eso les pase a ustedes:

41 (P)»“¡Escuchen, ustedes que dudan!
    Asómbrense y desaparezcan.
Porque en su tiempo,
    yo haré algo que ustedes no creerán
    aun cuando alguien se lo explique”».[ag]

42 Mientras Pablo y Bernabé se iban, la gente les pidió que regresaran al siguiente día de descanso para que les continuaran enseñando. 43 Después de la reunión, muchos de los judíos y muchos devotos convertidos a la religión judía siguieron a Bernabé y a Pablo, quienes los animaban a seguir confiando en el generoso amor de Dios.

44 Al siguiente día de descanso, casi toda la gente de la ciudad vino a escuchar la palabra del Señor. 45 Cuando los judíos vieron a todos allí, se llenaron de envidia, insultaban a Pablo y se oponían a lo que decía. 46 Sin embargo, Pablo y Bernabé se atrevieron a hablar y dijeron:

—Era necesario que ustedes conocieran la palabra de Dios primero, pero la han rechazado. Ya que ustedes no se consideran dignos de tener la vida eterna, entonces ahora iremos a los que no son judíos. 47 (Q)Esto es lo que el Señor nos ha ordenado:

»“Te he hecho luz de las naciones,
    para que hagas llegar mi salvación
    a los lugares más remotos de la tierra”».[ah]

48 Cuando los que no eran judíos escucharon esto, se pusieron muy felices, dieron gracias por el mensaje del Señor y creyeron todos los que estaban elegidos para la vida eterna.

49 El mensaje del Señor se anunció por toda la región. 50 Pero los judíos incitaron a algunas de las mujeres religiosas más importantes y a las autoridades de la ciudad para que se pusieron en contra de Pablo y Bernabé. Los maltrataron y echaron fuera de la ciudad. 51 Entonces Pablo y Bernabé se sacudieron el polvo que tenían en los pies como señal de protesta, y se fueron a la ciudad de Iconio. 52 Los seguidores del Señor en Antioquía estaban muy felices y llenos del Espíritu Santo.

Pablo y Bernabé en Iconio

14 Como había hecho antes, Pablo y Bernabé fueron a la ciudad de Iconio y entraron en la sinagoga judía, como lo habían hecho en las demás ciudades. Hablaron tan bien, que muchos judíos y griegos creyeron. Pero algunos judíos no creyeron e hicieron que los que no eran judíos pensaran mal de los hermanos. Entonces Pablo y Bernabé se quedaron en Iconio por bastante tiempo y hablaron con valentía acerca del Señor. Dios respaldaba el mensaje de su generoso amor por medio de las señales milagrosas y maravillas que ellos hacían. En la ciudad, unos estaban de acuerdo con los judíos, pero otros con los apóstoles, así que toda la ciudad estaba dividida. Algunos judíos, sus autoridades y otros que no eran judíos trataron de hacerles daño y apedrear a Pablo y a Bernabé. Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, se escaparon a las ciudades licaónicas de Listra y Derbe, y sus alrededores. Allí también continuaron anunciando el mensaje.

Pablo en Listra y Derbe

En Listra había un hombre que nunca había podido caminar porque era inválido de nacimiento. Este hombre estaba sentado escuchando y Pablo lo miró fijamente dándose cuenta de que el hombre tenía fe en que Dios lo podía sanar. 10 Entonces Pablo le dijo con voz fuerte:

—¡Levántate y ponte de pie!

El hombre saltó y empezó a caminar. 11 La gente se dio cuenta de lo que Pablo había hecho. Entonces empezaron a gritar en su propio idioma licaónico:

—¡Los dioses han bajado en forma de seres humanos!

12 A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo lo llamaban Hermes, porque era el que tomaba la palabra. 13 El templo de Zeus estaba cerca de la ciudad. El sacerdote de ese templo trajo algunos toros y flores a las puertas de la ciudad, pues él y la gente querían ofrecer sacrificios en honor a Pablo y Bernabé.

14 Al ver esto, los apóstoles rasgaron sus vestidos, corrieron hacia la multitud y les gritaron:

15 —Señores, ¿qué es lo que están haciendo? ¡Somos seres humanos como cualquiera de ustedes! Estamos aquí para anunciarles la buena noticia de salvación, para que se alejen de lo que no vale la pena y se acerquen al Dios viviente. Él creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En el pasado, Dios dejó que las naciones hicieran todo lo que quisieran. 17 Sin embargo, no significa que no estuviera presente. Dios dio prueba de ello cuidándolos y dándoles lluvias y cosechas a su debido tiempo para que tuvieran alimento suficiente y estuvieran contentos.

18 Pablo y Bernabé les dijeron todo esto, pero aun así apenas pudieron impedir que la gente les ofreciera sacrificios.

19 Entonces unos judíos vinieron de Antioquía e Iconio y convencieron a la gente para que se pusiera en contra de Pablo. Ellos lo apedrearon, lo arrastraron fuera de la ciudad y lo dejaron allí creyéndolo muerto. 20 Pero cuando los seguidores se reunieron alrededor de Pablo, él se levantó y regresó a la ciudad. Al día siguiente, Pablo se fue con Bernabé a Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

21 Pablo y Bernabé también anunciaron la buena noticia de salvación en Derbe, donde ganaron muchos seguidores, y luego regresaron a las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía. 22 En esas ciudades, fortalecieron a los seguidores y los animaron a seguir fieles, diciéndoles: «Para entrar al reino de Dios tenemos que sufrir mucho». 23 Pablo y Bernabé nombraron ancianos líderes en cada iglesia. Después de orar y ayunar, Pablo y Bernabé los encomendaron al Señor, en quien habían creído.

24 Pablo y Bernabé pasaron por la región de Pisidia y entraron a la región de Panfilia. 25 Anunciaron el mensaje en la ciudad de Perge y luego fueron a la ciudad de Atalía. 26 De allí, fueron en barco hasta Antioquía de Siria, de donde los habían encomendado al generoso amor de Dios para el trabajo que ahora terminaban. 27 Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Les contaron que Dios había abierto una puerta para que los que no son judíos también pudieran creer. 28 Pablo y Bernabé se quedaron allí con ellos por mucho tiempo.

La reunión en Jerusalén

15 Algunos hombres llegaron a Antioquía desde Judea. Empezaron a enseñar a los hermanos: «Ustedes no se salvarán si no se circuncidan, como manda la tradición de Moisés».[ai] Pablo y Bernabé estaban en contra de esta enseñanza y discutieron mucho con ellos. Por fin se decidió que Pablo, Bernabé y otros fueran a Jerusalén para hablar con los apóstoles y los ancianos líderes acerca de este asunto.

Patrocinados por la iglesia pasaron por las regiones de Fenicia y Samaria, contando detalladamente cómo los que no eran judíos habían creído, lo que era motivo de gran alegría para todos los hermanos en cada lugar. Cuando ellos llegaron a Jerusalén, los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia les dieron la bienvenida. Pablo, Bernabé y los demás les contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos creyentes, partidarios de los fariseos, se pusieron de pie y dijeron:

—Los creyentes que no son judíos tienen que ser circuncidados y obedecer la ley de Moisés.

Los apóstoles y los ancianos líderes se reunieron para hablar de ese asunto. Después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y les dijo:

—Hermanos míos, ustedes recuerdan que hace un tiempo Dios me eligió de entre ustedes para anunciarles la buena noticia de salvación a los que no son judíos, para que ellos crean. Dios conoce a todos los seres humanos, incluso lo que piensan, y acepta a los que no son judíos. Lo demostró al darles el Espíritu Santo a ellos, tal como nos lo había dado a nosotros. Dios no hizo distinción entre ellos y nosotros, pues les purificó el corazón cuando ellos creyeron. 10 Entonces, ¿por qué están probando a Dios, agobiando a estos seguidores con una carga[aj] que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar? 11 Al contrario, creemos que nosotros somos salvos por medio del generoso amor del Señor Jesús y que ellos también se salvarán así.

12 Entonces todos se quedaron callados y escucharon lo que Pablo y Bernabé les contaron sobre todas las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:

—Hermanos míos, escúchenme. 14 Simón Pedro[ak] ya nos había contado cómo Dios demostró su amor por los que no son judíos y cómo por primera vez hizo que ellos fueran parte de su pueblo. 15 Eso mismo dijeron los profetas, como está escrito:

16 “Yo, el Señor, regresaré después.
    El reino de David es como una carpa caída.
Pero yo levantaré sus ruinas;
    la haré de nuevo.
17 (R)Así el resto de la humanidad buscará al Señor,
    junto con todas las naciones
    que han sido llamadas a ser parte de mi pueblo.
Esto lo dijo el Señor,
    que hace que todo esto sea posible.[al]
18 Esto lo hizo saber desde el principio”.[am]

19 »Por lo tanto, yo creo que no debemos molestar a aquellos que no son judíos y que deciden seguir a Dios. 20 En vez de eso, escribámosles que no coman nada que se haya contaminado por haber sido ofrecido a los ídolos, que no cometan ninguna clase de pecado sexual, que no coman carne de animales que hayan sido estrangulados, ni coman sangre. 21 Porque la ley de Moisés se viene enseñando en las sinagogas de cada ciudad todos los días de descanso desde hace muchos años.

La carta para los que no son judíos

22 Entonces los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia eligieron algunos hombres para que fueran a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, al que le decían Barsabás, y a Silas, a quienes respetaban mucho. 23 El grupo envió la carta que decía:

De los apóstoles y ancianos líderes, sus hermanos.

A los hermanos que no son judíos de la ciudad de Antioquía y de las regiones de Siria y Silicia.

Saludos.

24 Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros han ido a ustedes sin nuestra autorización y les han dado enseñanzas que los tienen preocupados y confundidos. 25 Todos nosotros hemos llegado a un acuerdo y decidimos enviarles a ustedes algunos hombres, quienes van con nuestros queridos hermanos, Pablo y Bernabé. 26 Bernabé y Pablo han arriesgado su vida por servir al Señor Jesucristo. 27 Así que enviamos a Judas y a Silas con ellos, quienes les dirán lo mismo. 28 El Espíritu Santo y nosotros consideramos que no deben tener ninguna otra obligación aparte de estas: 29 no coman nada que haya sido ofrecido a los ídolos. Tampoco prueben sangre ni coman carne de animales que hayan sido estrangulados. No cometan ninguna clase de pecado sexual. Estarán obrando bien si se apartan de eso.

Que la pasen bien.

30 Entonces Pablo, Bernabé, Judas y Silas se fueron de Jerusalén a Antioquía. Allí reunieron al grupo de creyentes y les entregaron la carta. 31 Cuando los creyentes la leyeron, se pusieron felices porque la carta los animó mucho. 32 Judas y Silas, quienes también eran profetas, hablaron mucho con los hermanos. Con sus palabras los animaron y los fortalecieron bastante. 33 Judas y Silas se fueron después de haber estado allí por un tiempo. Los hermanos los despidieron en paz y ellos regresaron a aquellos que los habían enviado. 34 [an] 35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaron a los creyentes y anunciaron el mensaje acerca del Señor.

Pablo y Bernabé se separan

36 Pasado algún tiempo, Pablo le dijo a Bernabé: «Hemos anunciado el mensaje del Señor en muchos lugares, volvamos y visitemos a los hermanos para ver cómo les ha ido». 37 Bernabé quería llevar con ellos a Juan Marcos, 38 pero Pablo pensaba que no era bueno llevarlo porque Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había seguido trabajando con ellos. 39 Pablo y Bernabé tuvieron un fuerte desacuerdo hasta tal punto que dejaron de trabajar juntos. Bernabé se fue con Marcos en barco hacia Chipre. 40 Pablo, encomendado por los hermanos al cuidado del Señor, eligió a Silas y se fue con él. 41 Pablo y Silas fueron por las regiones de Siria y Cilicia fortaleciendo a las iglesias.

Timoteo va con Pablo y Silas

16 Pablo fue a las ciudades de Derbe y Listra. Un seguidor llamado Timoteo vivía allí. La mamá era judía creyente pero el papá era griego. Timoteo tenía buen testimonio entre los creyentes de Listra e Iconio. Pablo quería que Timoteo viajara con él, pero todos los judíos en esa región sabían que el papá de Timoteo era griego. Entonces Pablo hizo que Timoteo se circuncidara para evitar problemas con los judíos. Pablo y los que iban con él recorrían las ciudades informándoles a los creyentes sobre las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos líderes de Jerusalén, para que las obedecieran. De manera que las iglesias se fortalecían en la fe y crecían cada día.

Visión de Pablo

Como el Espíritu Santo no los dejó comunicar el mensaje en Asia, Pablo y los que estaban con él viajaron por la región de Frigia y Galacia. Cuando llegaron a la frontera de Misia, trataron de entrar a la región de Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no los dejó. Por esta razón pasaron de largo a Misia y llegaron a Troas. Esa noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia estaba de pie rogándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». 10 Después de que Pablo tuvo la visión, nos[ao] preparamos enseguida para irnos a Macedonia. Teníamos la seguridad de que Dios nos llamaba a anunciar a aquella gente la buena noticia de salvación.

Conversión de Lidia

11 Salimos de Troas en barco y nos dirigimos directamente a la isla de Samotracia. Al día siguiente nos embarcamos para Neápolis y 12 de allí fuimos a Filipo, una colonia romana y ciudad importante de esa parte de Macedonia. Allí nos quedamos algunos días.

13 En el día de descanso fuimos al río por la puerta de la ciudad porque pensamos que junto al río podríamos encontrar un lugar de oración de los judíos. Algunas mujeres estaban reunidas allí y nos sentamos a hablar con ellas. 14 Una de ellas se llamaba Lidia, era de la ciudad de Tiatira y vendía tela de púrpura. Ella adoraba a Dios y nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que pusiera atención a lo que Pablo decía. 15 Entonces ella y todos los de su casa se bautizaron. Luego ella nos invitó a su casa y dijo: «Si ustedes piensan que yo soy una verdadera creyente del Señor Jesús, entonces vengan a quedarse en mi casa». Ella nos convenció y nos quedamos en su casa.

Pablo y Silas en la cárcel

16 Una vez, mientras íbamos al lugar de oración, una esclava nos salió al encuentro. Tenía un espíritu de adivinación[ap] que le daba el poder de decir lo que iba a pasar en el futuro. Haciendo eso, había ganado mucho dinero para sus dueños. 17 Ella nos seguía a nosotros y a Pablo, gritando:

—¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo! ¡Les están diciendo cómo se pueden salvar!

18 Ella hizo eso por muchos días, hasta que Pablo no soportó más y entonces se dio vuelta y le dijo al espíritu:

—¡Por el poder de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!

De inmediato, el espíritu salió de ella.

19 Al ver los dueños de la esclava que se les había esfumado el negocio, agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron a las autoridades en la plaza principal de la ciudad. 20 Cuando los presentaron ante las autoridades, les dijeron:

—Estos judíos están alborotando nuestra ciudad. 21 Están enseñando costumbres que nosotros, como ciudadanos romanos, no podemos aceptar ni practicar.

22 La multitud se unió en contra de Pablo y Silas. Las autoridades rasgaron las ropas de Pablo y Silas y ordenaron que los azotaran con varas. 23 Después de azotarlos mucho, las autoridades los echaron a la cárcel y le dijeron al carcelero que los vigilara muy bien. 24 El carcelero, al escuchar la orden, los llevó bien adentro de la cárcel y les aseguró los pies en el cepo.

25 A la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando canciones a Dios, y los otros prisioneros los escuchaban. 26 De pronto, hubo un temblor de tierra muy grande, tan fuerte que los cimientos de la cárcel temblaron con fuerza. Entonces todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los presos se soltaron. 27 El carcelero se despertó y vio que las puertas de la cárcel estaban abiertas. Pensó que los prisioneros se habían escapado y tomó su espada para quitarse la vida,[aq] 28 pero Pablo le gritó:

—¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!

29 El carcelero le dijo a alguien que trajera luz, corrió adentro y temblando de miedo cayó delante de Pablo y Silas. 30 Entonces los llevó afuera y les dijo:

—¿Qué debo hacer para ser salvo?

31 Le respondieron:

—Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y todos los de tu casa.

32 Pablo y Silas les anunciaron el mensaje del Señor al carcelero y a todos los de su casa. 33 A esas horas de la noche, el carcelero los llevó y les lavó las heridas. Inmediatamente fueron bautizados él y todos los de su casa. 34 Después de esto, el carcelero llevó a su casa a Pablo y a Silas y les dio de comer. Él y toda su familia festejaron porque ahora creían en Dios.

35 Temprano en la mañana, las autoridades enviaron unos guardias a decirle al carcelero: «Suelta a esos hombres». 36 El carcelero le dijo a Pablo:

—Las autoridades han ordenado su libertad. Así que salgan ahora y váyanse en paz.

37 Pero Pablo les dijo a los guardias:

—Las autoridades ordenaron que nos azotaran públicamente sin haber comprobado que hayamos cometido algún delito. Aunque somos ciudadanos romanos[ar], nos echaron en la cárcel y ahora quieren que nos vayamos sin decir nada. ¡Nada de eso! Que vengan ellos mismos a sacarnos.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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