Bible in 90 Days
Dios promete restaurar el reino
11 »La choza de David fue derribada,
pero llegará el día en que la levantaré de nuevo.
Arreglaré los daños en sus muros
y la rescataré de sus ruinas
para reconstruirla tal como fue hace mucho tiempo,
12 para que ellos conquisten lo que queda de Edom
y todas las naciones que una vez fueron mi posesión».
Lo dice el SEÑOR,
y él se encargará de que así suceda.
13 Estas son palabras del SEÑOR:
«Llegarán días en que no habrán terminado de cosechar,
cuando ya estarán sembrando.
No habrán terminado de pisar las uvas,
cuando ya estarán sembrando.
De los montes y colinas bajarán
manantiales de vino.
14 Yo restauraré la prosperidad de mi pueblo Israel.
Ellos volverán a construir sus ciudades y vivirán allí.
Plantarán viñedos y beberán su vino.
Sembrarán huertos y comerán sus frutos.
15 Plantaré a mi pueblo en su tierra,
y nunca más serán desterrados de la tierra que les di».
Es lo que dice el SEÑOR su Dios.
1 Esta es la visión de Abdías.
Castigo de Edom
Hemos oído un mensaje del SEÑOR,
un mensajero fue enviado a decirles a las naciones:
«¡Vamos! ¡Hagamos la guerra contra Edom!»
Así dice el Señor DIOS acerca de Edom:
2 «He decidido que te voy a hacer insignificante entre las naciones
y que te van a despreciar.
3 Tu arrogancia te ha perjudicado.
Tú que habitas en las cuevas de la montaña,
tu hogar queda en la cima.
Pensaste:
“¿Quién me derribará?”
4 Si te remontaras tan alto como el águila
y colocaras tu nido entre las estrellas,
aun de allí te arrojaría,
dice el SEÑOR.
5 »¡Qué gran desastre
estás a punto de sufrir!
Si los ladrones vinieran de noche a robarte,
algo dejarían, ¿verdad?
Si los que recogen uvas vienen a tu viñedo,
dejarían algunas ramas sin cosechar,
¿no es cierto?
6 Pero tú, Esaú, no tendrás la misma suerte.
Tus enemigos no descansarán
hasta encontrar incluso tus tesoros más escondidos.
7 Todos tus aliados
te empujarán a la frontera,
los que han hecho tratados de paz contigo
te engañarán y te someterán.
Los compañeros en que tanto confías
te pondrán trampa sin que te des cuenta.
8 »En aquel día, dice el SEÑOR,
destruiré a todos los sabios de Edom
y a toda la inteligencia de la región montañosa de Esaú.
9 Que oiga esto la ciudad de Temán:
hasta tus soldados serán presa del terror.
Todos los hombres de la región montañosa de Esaú serán masacrados.
10 »Por la violencia con que atacaste a tu hermano Jacob,
serás cubierto de vergüenza,
serás borrado del mapa para siempre.
11 Te mantuviste al margen el día
en que los enemigos de Israel se llevaron su riqueza.[a]
Hiciste eso cuando los extranjeros entraron por sus puertas.
Ese día ellos vinieron y rifaron a Jerusalén para saber quién se quedaba con ella.
Tú, Edom, fuiste como uno de ellos.
12 No te burles de tu hermano
en el día de su desgracia;
no celebres cuando acaban con los de Judá
en el día de su ruina;
no hables con altanería
el día de su angustia.
13 No vengas a la puerta de la ciudad de mi pueblo
en el día de su desastre;
ni a burlarte de sus males
en ese día desastroso.
No tomes sus riquezas
en el día de su desastre.
14 No te pares en el cruce de caminos
para exterminar a sus fugitivos.
No entregues a los sobrevivientes
del día de la angustia.
15 »Porque el día del SEÑOR se acerca
a todas las naciones.
Así como hiciste con otros,
te será hecho a ti.
Tus malas acciones
recaerán sobre tu cabeza.
16 Pues así como tú hiciste fiesta
y celebraste la desgracia de mi pueblo sobre mi monte santo[b],
todas las naciones también festejarán
y se embriagarán sin parar hasta morir de tanto festejo.
Restauración de Israel
17 »Pero el monte Sion será un lugar santo donde estarán los que se salvaron.
Los descendientes de Jacob recobrarán sus posesiones.
18 Los descendientes de Jacob serán fuego
y los de José serán llama.
Pero los descendientes de Esaú serán estopa,
y ellos los consumirán y los quemarán.
No sobrevivirá ningún descendiente de Esaú,
pues el SEÑOR lo ha decidido así».
19 La gente del Néguev
poseerá el monte de Esaú,
y la gente de la Sefelá
poseerá la tierra de los filisteos.
Ellos poseerán el territorio de Efraín
y el territorio de Samaria,
y Benjamín poseerá Galaad.
20 Ese ejército de israelitas, los exiliados,
poseerán el territorio cananeo hasta Sarepta.
Los desterrados de Jerusalén que viven en Sefarad[c]
tomarán posesión de las ciudades del Néguev.
21 Los libertadores subirán al monte Sion
a gobernar la región montañosa de Esaú,
y el reino y la soberanía serán del SEÑOR.
Dios llama y Jonás huye
1 Había un hombre en Israel llamado Jonás[d], hijo de Amitai. Un día el SEÑOR le dijo: 2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive[e] y avisa que voy a acabar con ella porque la noticia de su maldad ha llegado hasta mi presencia».
3 Pero Jonás quiso escapar del SEÑOR y se fue hacia Tarsis. Bajó a Jope[f], donde encontró un barco que salía a Tarsis, pagó su pasaje y descendió al barco junto con los demás que iban a esa ciudad, lejos de la presencia del SEÑOR. 4 Pero el SEÑOR arrojó al mar un fuerte viento y hubo una tormenta tan grande que el barco corría el peligro de romperse en pedazos. 5 Los marineros estaban muy asustados, cada uno le rogaba a su propio dios y arrojaron la carga al mar para quitarle peso al barco. Mientras tanto Jonás había bajado al interior del barco y se encontraba sumido en un sueño profundo. 6 Entonces el capitán se le acercó y le dijo:
—¿Qué estás haciendo ahí, dormilón? ¡Levántate y ruega a tu dios! A lo mejor tu dios se fije en nosotros y nos ponga a salvo.
7 Entonces los marineros se decían unos a otros:
—Echemos suertes para averiguar quién es el responsable de la calamidad que estamos sufriendo.
Así lo hicieron y la suerte señaló que Jonás era el culpable. 8 Entonces le dijeron:
—Dinos, ¿Por causa de quién estamos pasando esta calamidad? ¿Cuál es el propósito de tu viaje? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿Quién es tu gente?
9 Jonás les respondió:
—Soy hebreo y adoro al SEÑOR, Dios del cielo, creador del mar y de la tierra.
10 Entonces los hombres se asustaron mucho y le preguntaron:
—¿Qué es lo que has hecho?
Pues sabían que estaba huyendo de la presencia del SEÑOR porque Jonás se lo había contado.
11 Como la tormenta era cada vez más fuerte, le preguntaron a Jonás:
—¿Qué debemos hacer contigo para calmar el mar?
12 —Agárrenme y échenme al mar, y la tormenta se calmará. Yo sé que esta terrible tormenta cayó sobre ustedes por culpa mía.
13 Los marineros empezaron a remar con todas sus fuerzas con la esperanza de llegar a tierra firme, pero no lo lograron porque el mar se ponía cada vez más violento y se volvía en contra de ellos. 14 Entonces clamaron así al SEÑOR: «SEÑOR, no nos hagas morir por quitarle la vida a este hombre. No nos culpes por matar a un inocente, porque tú eres el SEÑOR y actúas como bien te parece».
15 Así pues, agarraron a Jonás, lo lanzaron al mar y el mar se calmó. 16 Al ver esto sintieron mucho respeto por el SEÑOR, así que le ofrecieron un sacrificio e hicieron promesas al SEÑOR.
Jonás en el vientre del gran pez
17 El SEÑOR había dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches dentro del estómago del pez.
2 Entonces Jonás oró así al SEÑOR su Dios desde el estómago del pez:
2 «Clamé a ti, SEÑOR, en medio de mi angustia
¡y me contestaste!
Desde las profundidades del sepulcro[g] pedí tu ayuda,
¡y me escuchaste!
3 »Me arrojaste a lo más hondo,
a lo más profundo del mar;
la corriente me envolvía,
y todas tus olas poderosas pasaban sobre mí.
4 Pensé: “Me has echado de tu presencia,
pero así y todo yo seguiré rogando hacia tu santo templo”.[h]
5 »Las aguas me envolvieron hasta el cuello,
estaba cubierto de mar por todas partes;
las algas se enredaban en mi cabeza.
6 Me hundí en el mar
hasta donde comienzan las montañas.
Bajé al mundo de los muertos
y tras de mí sus rejas se cerraron para siempre.
Pero tú SEÑOR, Dios mío,
me sacaste vivo de la fosa.
7 Al sentir que se me iba la vida,
me acordé del SEÑOR
y mi oración llegó hasta ti,
en tu santo templo.
8 »Los que adoran ídolos inútiles
han dejado tu fiel amor[i];
9 pero yo con gratitud te alabaré
y te ofreceré sacrificios.
Cumpliré la promesa que te hice.
¡La salvación viene del SEÑOR!»
10 Entonces el SEÑOR le ordenó al pez que vomitara a Jonás en tierra firme.
Dios llama y Jonás obedece
3 El SEÑOR habló por segunda vez con Jonás y le dijo: 2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y avisa lo que te voy a decir».
3 Jonás obedeció al SEÑOR y se fue para Nínive, una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para recorrerla.[j] 4 Al llegar, Jonás recorrió la ciudad todo un día anunciando a gran voz: «¡Nínive será destruida dentro de 40 días!»
5 La gente de Nínive le creyó a Dios, anunciaron ayuno y desde el más importante hasta el más humilde se vistieron con ropa áspera. 6 Cuando el rey de Nínive se enteró de la noticia, se levantó del trono, se quitó sus vestidos reales, se puso ropa áspera y se sentó sobre cenizas. 7 Entonces el rey dio a conocer esta orden a todo el pueblo:
«Por orden del rey y sus altos funcionarios:
»Ninguna persona o animal, ni ganado ni rebaño, probará alimento alguno, ni pastará ni tomará agua. 8 Al contrario, que se cubran todos, hombres y animales, con ropa áspera. Rueguen a Dios con todas sus fuerzas. Deje cada uno su mala conducta y abandone la violencia que ha estado cometiendo. 9 ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, calme el ardor de su ira y así no tengamos que morir».
10 Dios vio lo que hicieron, se dio cuenta que dejaban su mala conducta, entonces cambió de parecer respecto al castigo que les tenía preparado y no lo llevó a cabo.
La misericordia de Dios le disgusta a Jonás
4 A Jonás no le gustó nada que Dios salvara la ciudad y se enfureció. 2 Entonces oró al SEÑOR y le dijo:
—SEÑOR, ¿No fue esto lo que yo decía cuando estaba en mi propio país? Fue por eso que al principio intenté huir hacia Tarsis. Sabía que eres un Dios bueno, que muestras gran compasión, no te enojas con facilidad, estás lleno de amor y estás dispuesto a cambiar tus planes de castigo. 3 Ahora SEÑOR, te ruego que me quites la vida, pues prefiero morir a tener que vivir así.
4 Entonces el SEÑOR le preguntó:
—¿De verdad estás tan enojado?[k]
5 Jonás salió de la ciudad y acampó al oriente de ella. Allí construyó un refugio y se sentó bajo la sombra esperando a ver qué pasaría con la ciudad.
6 El SEÑOR Dios hizo que una planta de ricino[l] creciera sobre Jonás para hacerle sombra y calmarle su mal humor. Jonás se puso muy contento con esa planta de ricino. 7 Pero al amanecer del día siguiente, Dios había dispuesto que un gusano atacará la planta de ricino y esta se secó. 8 Cuando salió el sol, Dios envió desde el oriente un viento caliente. Como el calor del sol daba directamente sobre la cabeza de Jonás, él se sintió a punto de desmayarse y queriendo morirse dijo:
—Prefiero morir a tener que vivir así.
9 Entonces Dios le preguntó:
—¿De verdad estás tan enojado porque se secó la planta de ricino?[m]
Y Jonás le respondió:
—¡Claro que sí! Estoy que me muero de rabia.
10 Entonces el SEÑOR le dijo:
—Tú no moviste ni un dedo por la planta de ricino, ni hiciste que creciera; en una noche nació y murió la noche siguiente. Tú sí puedes preocuparte por ella, pero 11 ¿no puedo yo preocuparme por Nínive, una gran ciudad donde viven más de 120 000 personas que no sabían el mal que estaban haciendo,[n] y donde hay muchos animales?
Castigo para Samaria e Israel
1 Este es el mensaje que el SEÑOR dio a Miqueas de Moréset en los días de Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Esta fue la visión que tuvo Miqueas acerca de Samaria y Jerusalén:
2 Escuchen, pueblos todos;
presten atención la tierra
y todos los que la habitan.
El Señor DIOS vendrá desde su templo santo
y el Señor será testigo en contra de ustedes.
3 Pues, ¡miren!
El SEÑOR ya está saliendo de su casa.
Bajará y caminará sobre los lugares más altos[o] de la tierra.
4 Las montañas se derretirán a sus pies
como cera junto al fuego.
Los valles se abrirán y serán
como agua que corre quebrada abajo.
5 Todo esto sucederá por culpa de la rebelión de Jacob
y de los pecados de la nación[p] de Israel.
¿Cuál fue la rebelión de Jacob?
¿Acaso no es Samaria?
¿Dónde practican la idolatría en Judá?
¿Acaso no es en Jerusalén?
6 «Convertiré a Samaria en un montón de ruinas,
en un campo para viñedos.
Arrojaré sus piedras al valle
y descubriré sus cimientos.
7 Todas sus imágenes serán despedazadas
y todos sus salarios de prostitución serán quemados.
Destruiré todos sus ídolos
porque Samaria obtuvo todas sus riquezas siendo infiel a mí.[q]
Esos ídolos quedarán otra vez
convertidos en dinero de prostitutas».
El llanto amargo de Miqueas
8 Sufriré y lloraré amargamente por todo esto.
Caminaré descalzo y medio desnudo;
aullaré como un chacal
y gemiré como polluelos de avestruz.
9 La herida de Samaria es incurable
y también ha llegado hasta Judá.
La destrucción ha tocado hasta la puerta de mi pueblo,
hasta Jerusalén.
10 No cuenten nada de esto en Gat[r];
no lloren por eso.
Revuélquense de dolor
en el polvo en Bet Leafrá[s].
11 Habitantes de Safir[t],
sigan su camino desnudos y avergonzados.
Los habitantes de Zanán[u]
no saldrán;
Bet Ésel[v] estará de luto
y les quitará su apoyo.
12 Los habitantes de Marot[w]
esperarán con ansiedad que suceda algo bueno
porque por orden del SEÑOR el desastre ha bajado
hasta las puertas mismas de Jerusalén.
13 Habitantes de Laquis[x],
enganchen un caballo veloz al carro de combate.
En Laquis comenzaron los pecados de los habitantes de Sion;
allí se encuentran las rebeliones de Israel.[y]
14 Por eso, le darás regalos de despedida
a Moréset[z] en Gat.
Las casas de Aczib[aa] serán una trampa
para los reyes de Israel.
15 «Traeré de nuevo uno para conquistarte,
pueblo de Maresá[ab].
Los brillantes líderes de Israel
tendrán que refugiarse en la cueva de Adulán[ac].
16 Córtate los cabellos,
rápate para demostrar el dolor
que sientes por tus amados hijos.
Deja tu cabeza calva como la de un águila[ad],
porque tus hijos serán cautivos lejos de ti».
El castigo para los opresores
2 Oigan, les va a ir muy mal a ustedes que sólo piensan en hacer el mal;
los que hacen sus planes malvados mientras descansan en su cama
y los llevan a cabo a primera hora del día
porque tienen el poder para hacerlo.
2 Quieren las tierras de otros y se las quitan.
Quieren las casas de otros y se las quitan.
Oprimen al hombre y se apoderan de su casa;
engañan a otro y le quitan su tierra.
3 Por tanto, esto dice el SEÑOR:
«Ahora yo soy el que está planeando un mal contra esta familia,
del que no podrán librar su cuello.
Ya no podrán caminar con la cabeza en alto
porque vendrán tiempos de desastre.
4 En aquel tiempo harán canciones para burlarse de ustedes.
Cantarán una triste canción que dirá:
“Estamos arruinados;
nos quitó nuestra tierra.
Me quitó mi tierra
y se la entregó a gente que no es fiel a Dios.
5 Por eso, no tendremos a nadie que divida la tierra
y la reparta entre el pueblo del SEÑOR”».
6 La gente repite insistentemente:
«No nos cansen con sus profecías;
no profeticen acerca de esas calamidades.
Nada malo nos sucederá».
7 Pueblo de Jacob, ¿se debe decir eso?
No se ha agotado la paciencia del SEÑOR;
mi promesa es hacerles el bien
a los que llevan una vida recta.
8 Pero ustedes se alzan como enemigos
en contra de mi pueblo.
Ustedes les quitan la ropa
a quienes pasan desprevenidos por su lado.
Hacen el mal a quienes ni siquiera
están pensando en la guerra.
9 Ustedes sacan de sus hogares
a las mujeres de mi pueblo.
A sus hijos les quitan la gloria
que yo les di.
10 ¡Levántense y váyanse!
Aquí no podrán quedarse a descansar.
Debido a su impureza serán destruidos;
sufrirán una ruina terrible.
11 Esta gente no quiere escucharme.
Pero si un mentiroso viniera diciendo:
«Les anunciaré de vino y alcohol»,
él sería su profeta.
El Señor promete liberación
12 Sí, yo los reuniré a todos ustedes, pueblo de Jacob.
Yo reuniré a los sobrevivientes de Israel:
los reuniré como ovejas en un redil.
Como un rebaño en medio de la pradera,
todos llenarán de ruido el lugar.
13 Uno de ellos atravesará la entrada
y se dirigirá al frente de su pueblo.
Atravesarán las entradas y saldrán de allí.
Su rey marchará delante de ellos;
el SEÑOR será su líder.
Corrupción del liderazgo
3 Luego dije: «Escuchen, líderes de Jacob
y jefes de la nación de Israel:
¿Acaso no saben lo que es la justicia?
2 Ustedes odian el bien y aman el mal.
Le arrancan la piel a la gente
y le quitan la carne de sus huesos.
3 Devoran a mi pueblo;
le quitan la piel, le rompen los huesos.
Lo descuartizan como para echarlo al caldero,
como carne para la olla.
4 Cuando llamen al SEÑOR,
él no les responderá.
Esconderá su rostro de ustedes
por todas las maldades que han hecho».
5 Esto dice el SEÑOR en contra de los profetas
que extravían a su pueblo:
«Anuncian la paz cuando tienen algo para morder,
pero declaran la guerra santa a quien no les da de comer.
6 Por eso todo lo que verán será como la noche.
En lugar de tener visiones, verán oscuridad».
El sol se ocultará para los profetas;
sus días serán oscuros.
7 Los videntes estarán avergonzados;
los que leen el futuro quedarán en ridículo.
Todos ellos se quedarán callados
porque Dios no les responderá.
8 En cambio, yo estoy lleno de fortaleza;
estoy lleno del espíritu del SEÑOR
y lleno de justicia y poder.
Por eso puedo decirle a Jacob cuál es su rebelión,
y a Israel cuáles son sus pecados.
Consecuencias de la corrupción
9 Escuchen esto, líderes de Jacob
y jueces de Israel:
Ustedes detestan la justicia
y dañan todo lo recto.
10 Ustedes construyen a Sion sobre la sangre de gente inocente;
construyen a Jerusalén con injusticia.
11 Los jueces de Jerusalén se dejan sobornar,
sus sacerdotes enseñan por una paga
y sus profetas adivinan el futuro por dinero.
Y aun así se acercan al SEÑOR y dicen:
«¿Acaso el SEÑOR no está entre nosotros?
Nada malo nos sucederá».
12 Debido a eso, por culpa de ustedes,
Sion se convertirá en un campo arado
y Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas.
El monte del templo se convertirá en una colina[ae] llena de arbustos.
La ley vendrá de Jerusalén
(Is 2:2-4)
4 En los últimos días, el monte del templo del SEÑOR
se convertirá en el monte más alto de todos.
Se levantará sobre todos los montes
y habrá un río de gente de todos los pueblos que vendrá a él.
2 Muchas naciones vendrán aquí y ellos dirán:
«Vamos al monte del SEÑOR,
vayamos al templo del Dios de Jacob,
para que él nos dé sus enseñanzas
y nosotros lo seguiremos».
Porque de Sion saldrá la enseñanza;
y de Jerusalén, el mensaje del SEÑOR.
3 Él será árbitro entre muchos[af] pueblos
y mediador entre a naciones fuertes y lejanas.
Convertirán sus espadas en arados,
y sus lanzas en hoces.
Ninguna nación levantará espada contra otra,
y ya nadie se preparará para la guerra.
4 Cada cual se sentará bajo su vid y su higuera,
y no habrá quien los atemorice.
Porque así lo ha dicho el SEÑOR Todopoderoso.
5 Aunque todas las naciones obedezcan a sus propios dioses,
nosotros nunca dejaremos de obedecer al SEÑOR, nuestro Dios.[ag]
El Señor restaurará a su pueblo
6 El SEÑOR dice: «Ese día reuniré a mis ovejas;
a la lastimada, a la descarriada
y a la que maltraté.
7 Con la lastimada formaré un resto;
con la descarriada, una nación poderosa.
El SEÑOR reinará sobre ellos en el monte Sion
desde ese día y para siempre.
8 »Y tú, torre del rebaño[ah],
a ti te llegará tu momento.
Fortaleza de los habitantes de Sion,
tú recuperarás tu poder.
El reino volverá a Jerusalén».
Caída y restauración de Sion
9 Jerusalén, ¿por qué lloras tanto?
¿Acaso no tienes un rey?
¿Acaso ha desaparecido tu líder?
Tu angustia es tan inmensa
como la de una mujer que da a luz.
10 Hija de Sion[ai], estremécete y gime
como si estuvieras dando a luz,
porque vas a salir de la ciudad
y tendrás que vivir en el campo.
Irás a Babilonia, pero de allí serás rescatada.
El SEÑOR te librará de las garras de tus enemigos.
11 Muchas naciones se han unido en tu contra.
Dicen: «¡Que sea profanada,
disfrutemos viendo la derrota de Sion!»
12 Pero esas naciones no conocen los pensamientos del SEÑOR
ni captan su plan;
porque él las juntará como se juntan los manojos de espigas
en el lugar donde se trilla el grano.
13 «Hija de Sion, levántate y aplástalos.
Convertiré tus cuernos en hierro
y tus cascos[aj] en bronce.
Tú destruirás a muchos
y le entregarás al SEÑOR todas las ganancias de ellos.
Le entregarás todas sus riquezas
al Señor de toda la tierra».
5 Ahora, hija de guerreros,
reúne a tus soldados.
Estamos siendo asediados;
ellos con su vara golpean en la mejilla al juez de Israel.
El Mesías nacerá en Belén
2 Tú, Belén Efrata,
eres pequeña entre los clanes de Judá,
pero de ti saldrá el jefe de Israel,
quien luego vendrá a mí.
Su origen es antiguo,
viene de mucho tiempo atrás.
3 Por eso pondrá a esas naciones en manos de sus enemigos
hasta que dé a luz la mujer que está esperando un hijo.
Entonces, el resto de sus hermanos
regresará al pueblo de Israel.
4 Luego, él se levantará y guiará a Israel
con la fortaleza del SEÑOR
y con la autoridad del nombre del SEÑOR su Dios.
Vivirán en paz porque su grandeza llegará
hasta los confines de la tierra.[ak]
5 Él traerá una época de paz.
Así y todo, tenemos suficientes líderes[al] para contraatacar
cuando venga Asiria a nuestro país
y ponga el pie en nuestro territorio.
6 Con sus espadas ellos gobernarán a Asiria,
y con sus cuchillos a la tierra de Nimrod[am].
Él nos rescatará de los asirios
cuando ellos vengan a nuestra tierra
e invadan nuestro país.
7 Entonces el resto de Jacob
que está esparcido entre las naciones
será como rocío que viene del SEÑOR;
como lluvia que cae sobre la tierra,
que no tiene que depender de un hombre
y no tiene que poner sus esperanzas en ningún ser humano.
8 El resto de Jacob disperso entre las naciones
en medio de pueblos numerosos
será como un león entre las bestias de la selva;
como un cachorro de león entre rebaños de ovejas,
del que no hay escape
cuando ataca con sus garras.
9 Levantarás tu mano contra tus enemigos
y todos ellos serán destruidos.
El pueblo confiará en Dios
10 El SEÑOR dice: «Ese día mataré a tus caballos
y destruiré tus carros de combate.
11 Destruiré las ciudades de tu país
y derrumbaré todas tus fortalezas.
12 Ya no podrás hacer magia con tus manos
ni tendrás a nadie que lea el futuro.
13 Destruiré tus ídolos y tus monumentos religiosos
y ya no adorarás cosas hechas con tus manos.
14 Arrancaré de la tierra tus postes de Aserá
y destruiré tus dioses falsos[an].
15 Con ira y rabia tomaré venganza
contra las naciones que no me han escuchado».
Acusación del Señor contra su pueblo
6 Entonces, escuchen lo que dice el SEÑOR:
«Levántate y presenta tu caso ante los montes.
Que las colinas escuchen tu voz».
2 Escuchen, montes, las acusaciones del SEÑOR;
cimientos de la tierra, escuchen.
El SEÑOR tiene una denuncia contra su pueblo,
un juicio contra Israel.
3 «Dime, pueblo mío, ¿qué hice contra ti?
¿En qué te molesté?
4 Pues yo te saqué de Egipto;
te liberé de la esclavitud
y envié a Moisés, a Aarón y a Miriam
para que te guiaran.
5 Pueblo mío, recuerda los planes del rey Balac de Moab
y lo que le respondió Balán hijo de Beor.
Recuerda lo que sucedió en tu viaje desde Acacias hasta Guilgal[ao]
para que comprendas los actos salvadores del SEÑOR».
6 Alguien dirá: «¿Qué debo llevar cuando me acerque al SEÑOR?
¿Qué debo hacer cuando me incline ante el Dios Altísimo?
¿Me presentaré con sacrificios
y terneros de un año?
7 ¿Se sentirá complacido el SEÑOR con miles de carneros
y 10 000 ríos de aceite?
¿Tengo que entregarle mi primer hijo
como pago por mi culpa?
¿Tengo que entregarle el fruto de mis entrañas
como pago por mi pecado?»
8 Hombre, si el SEÑOR ya te ha dicho lo que está bien.
Él ya te ha dicho lo que quiere de ti:
que seas justo, que te guste mostrar fiel amor
y que vivas humildemente con tu Dios.
Castigo para los israelitas
9 La voz del SEÑOR le habla a la ciudad.
El que respeta tu nombre es sabio.
Así que presten atención al castigo
y al que lo decide.[ap]
10 «¿Aun quedan tesoros robados
en la casa de los perversos?
¿Aun estafan a la gente usando canastos de medir[aq]
en los que no cabe mucho?
11 ¿Creen que voy a perdonar
a los que usan balanzas alteradas y medidas falsas?
12 Los ricos están llenos de violencia;
sus habitantes son una partida
de mentirosos y engañadores.
13 Voy a empezar a castigarte;
te destruiré por tus pecados.
14 Comerás, pero no quedarás satisfecha.
Te retorcerás en tu interior.
Guardarás tus pertenencias,
pero no podrás salvarlas,
y lo que salves,
lo entregaré a la espada.
15 Sembrarás,
pero no cosecharás.
Tratarás de sacar aceite de tus olivos,
pero no conseguirás nada.
Pisarás tus uvas,
pero no podrás beber su vino.
16 Eso sucederá porque obedeciste las órdenes del rey Omrí[ar],
porque sigues todas las costumbres de la familia real de Acab
y porque obedeces sus mandatos.
Por eso dejaré que seas destruida
y la gente se burlará de los habitantes de la ciudad.
Tendrás que soportar el desprecio de otras naciones».
Indignación por la corrupción de Israel
7 ¡Me siento muy mal!
Me siento como si estuviera en un campo
del que ya se ha recogido todo el fruto.
Como si estuviera en un campo
del que ya se han recogido todas las uvas.
No quedan racimos de uvas para comer,
ni esos higos frescos que tanto me gustan.
2 Ya no quedan hombres fieles en la tierra;
no quedan personas honestas.
Todos están planeando cómo agredir y asesinar.
Se atrapan con redes los unos a los otros.
3 La gente es hábil para hacer el mal con sus manos.
El funcionario exige dinero y se soborna al juez.
Los líderes importantes hacen las leyes a su conveniencia
y todas ellas se cumplen.
4 Los mejores de ellos son como arbustos llenos de espinas.
Los más honestos de ellos son peor que una planta torcida, cubierta de espinas.
Se acerca el momento que anunciaron tus centinelas.
Llegará pronto el día de la desgracia;
los perversos serán presa de la confusión.
5 No creas en tu vecino,
no confíes en tu amigo.
Ten cuidado de lo que dices a tu esposa,
incluso cuando la tengas abrazada.
6 El hijo despreciará al papá,
la hija se rebelará contra la mamá,
la nuera se pondrá en contra de su suegra
y los enemigos de cada cual estarán dentro de su propia familia.
7 Pero yo estaré alerta, esperando al SEÑOR.
Pacientemente esperaré en Dios mi Salvador;
él me escuchará.
Esperanza de victoria
8 Que mis enemigos no se alegren.
Aunque haya caído, me levantaré.
Aunque ahora esté en medio de la oscuridad,
el SEÑOR será mi luz.
9 Tengo que soportar la ira del SEÑOR
porque pequé contra él.
Él lanzará sus acusaciones en mi contra
y hará justicia conmigo.
Él me sacará a la luz
y me hará justicia.
10 Mis enemigos se darán cuenta de eso
y se sentirán avergonzados.
Miraré a los que me dijeron:
«¿Dónde está el SEÑOR tu Dios?»
Entonces la gente los pisoteará
como si fueran lodo en las calles.
Restauración de Jerusalén
11 Ya se acerca el día en el que reconstruirás tus murallas;
ese día tus fronteras se extenderán.
12 Ese día tu pueblo vendrá a ti de todos los lugares;
desde Asiria hasta Egipto,
desde Egipto hasta el río Éufrates.
Vendrán de todos los mares
y de todas las montañas.
13 Pero el país quedará desolado
por culpa de sus habitantes,
como resultado de su maldad.
14 Guía a tu gente;
guía a tus ovejas con tu bastón.
Tus ovejas viven solas en el bosque
y en el monte Carmelo.
Haz que vivan en Basán y en Galaad
como vivían en el pasado.
15 Muéstranos tus milagros
como los que hiciste al salir de Egipto.
16 Que las naciones vean esos milagros
y se avergüencen de su poder.
Que se tapen la boca con la mano
y ensordezcan sus oídos.
17 Que laman el polvo como la víbora,
que se arrastren por el suelo como serpientes.
Que desde sus fortalezas vengan
temblando de miedo al SEÑOR nuestro Dios.
Que tiemblen y tengan temor de ti.
Alabanza al Señor
18 No hay Dios como tú
que perdona las malas acciones
y pasa por alto la rebeldía del resto de su pueblo.
No estará siempre enojado
porque le gusta demostrar su fiel amor.
19 Tendrá otra vez compasión de nosotros,
perdonará nuestras culpas
y arrojará todos nuestros pecados
a las oscuras profundidades del mar.
20 Muestra tu lealtad a Jacob
y tu fiel amor a Abraham[as],
como prometiste hace mucho tiempo
a nuestros antepasados.
1 Este libro trata de la profecía de Nahúm de Elcós, la visión que tuvo de parte de Dios acerca de la ciudad de Nínive[at].
El Señor está furioso con Nínive
2 El SEÑOR es Dios celoso y vengador.
El SEÑOR es vengador,
pues no hay ira mayor que la suya.
El SEÑOR se venga de los que se ponen en contra suya
y se enfurece contra sus enemigos.
3 El SEÑOR no se enoja con facilidad,
y también es muy fuerte.
El SEÑOR no dejará sin castigo al culpable.
Anda entre torbellinos y tormentas de arena;
las nubes son el polvo de sus pies.
4 Regaña al mar y este se seca;
hace evaporar todos los ríos.
El Basán y el Carmelo se resecan;
las flores del Líbano se marchitan.
5 Ante él tiemblan las montañas
y se derriten los montes.
El mundo entero y cada uno
de los que lo habitan tiemblan ante él.
6 ¿Quién podrá enfrentársele cuando se enfurezca?
¿Quién podrá soportar el calor de su furia?
Su ira se esparce como el fuego
y hasta las rocas son destruidas a su paso.
7 El SEÑOR es bueno;
es refugio en tiempos difíciles
y protector de los que acuden a él.
8 Pero a sus enemigos los destruye por completo,
como una gran inundación,
y los perseguirá hasta llevarlos a la oscuridad.
9 ¿Qué hacen algunos tramando planes contra el SEÑOR?
Él desbaratará esos planes
y se asegurará de que no surja nuevamente la hostilidad.
10 Aunque sean como espinos enredados
y borrachos saturados de licor,
ellos serán consumidos como paja seca.
11 Ya se ha ido el malo que hizo planes contra ti, Judá[au],
y contra el SEÑOR.
12 Esto dice el SEÑOR:
«Aunque ahora los asirios estén sanos y sean muchos,
de todas maneras serán cortados y desaparecerán.
Judá, te he hecho sufrir,
pero no te haré sufrir más.
13 Destrozaré el yugo que pesa sobre ti,
romperé las ataduras que te aprisionan».
14 Pero, en cuanto a ti, rey de Nínive,
el SEÑOR ha dado esta orden:
«No tendrás descendientes;
destruiré todo ídolo y toda estatua
que haya en el templo de tus dioses.
Te tendré lista la tumba
porque no vales nada».
15 De las montañas viene un mensajero que trae buenas noticias,
que proclama paz.
Judá, celebra tus festivales,
cumple a Dios tus promesas,
pues aquel perverso nunca más te atacará;
será completamente destruido.
Nínive será destruida
2 Nínive, un enemigo se acerca para atacarte.
Así que haz guardia en las murallas, cuida los caminos.
¡Fortalécete y prepárate para la batalla!
2 El SEÑOR restaurará el orgullo de Jacob,
el de Israel,
porque los soldados enemigos lo saquearon
y destruyeron sus viñas.
3 Son rojos los escudos de aquellos soldados
y rojo carmín sus uniformes.
El hierro de sus carros está al rojo vivo,
mientras se preparan para la batalla
y vibran sus lanzas.
4 Los carros de combate corren a su antojo por las calles
y pasan a toda velocidad por las plazas.
Parecen carbones encendidos cuando están al rojo vivo;
aparecen como relámpagos.
5 El enemigo da órdenes a sus oficiales
y ellos se atropellan de lo rápido que responden.
Se apresuran a ir hacia la muralla
y hacen la torre de asalto.
6 Son abiertas las compuertas que detienen los ríos,
de modo que el palacio es destruido.
7 A la reina[av] la llevan cautiva,
y los soldados sacan a sus servidoras.
Su llanto es tan triste como el de las palomas;
se dan golpes de pecho.
8 Nínive es como un estanque,
que se desocupa rápidamente.
Les gritan: «¡Alto! ¡Deténganse!»,
pero nadie hace caso.
9 ¡Agarren la plata! ¡Tomen el oro!
No hay límite a los tesoros que saquear
ni a la abundancia de objetos preciosos.
10 Ahora está desolada,
destruida, devastada.
El corazón de la gente se derrite de miedo,
las rodillas tiemblan de temor,
se siente un vacío en el estómago
y las caras palidecen.
11 ¿Qué se hizo ahora
la que se consideraba la cueva del león?
El león, la leona y sus cachorros
vivían allí sin ningún temor.
12 El león mataba a su presa
para alimentar a las leonas y a sus cachorros.
Llenaba de presas su cueva
y de carne desgarrada su guarida.
13 El SEÑOR Todopoderoso dice:
«Aquí estoy en tu contra.
Voy a prender fuego a tus carros de combate
y los dejaré hechos humo.
Mataré a espada a tus cachorros.
No volverás a salir a cazar a nadie en la tierra;
nadie escuchará de nuevo las noticias de tus mensajeros».
Malas noticias para Nínive
3 Pobre de ti, ciudad asesina,
no eres más que una mentira.
Estás llena de rapiña
y nunca estás sin presa.
2 Se pueden escuchar los sonidos de látigos,
de ruedas y caballos al galope
con sus carros saltando tras ellos.
3 Ataca la caballería, brillan las espadas,
resplandecen las lanzas.
Hay montones de muertos,
muchos cadáveres, innumerables.
Hay tantos muertos
que la gente tropieza con ellos.
4 Todo eso sucedió por culpa de esa prostituta,
la bruja hermosa y seductora
que con sus seducciones esclavizó naciones,
y con sus conjuros, pueblos enteros.
5 El SEÑOR Todopoderoso dice:
«Estoy en contra tuya;
te voy a levantar las faldas hasta la cara,
les mostraré a las naciones tu desnudez
y a los reinos tu deshonra.
6 Echaré cosas asquerosas sobre ti,
te trataré mal para que todos se burlen.
7 Desde ese momento, todo el que te vea huirá de ti,
dirán: “Nínive está en ruinas”,
¿quién llorará por ella?
¿Dónde encontrar a alguien que la consuele?»
8 ¿Te crees mejor que Tebas[aw], la del río Nilo?
Tebas también tenía agua a su alrededor
y la usaba para protegerse de sus enemigos.
9 Etiopía y Egipto la protegieron con su inmenso poder,
también Fut y Libia le dieron su apoyo.
10 Pero así y todo, Tebas fue desterrada
y sus habitantes fueron llevados cautivos.
En cada esquina sus niños pequeños fueron estrellados.
Sobre su gente importante echaron suertes;
sus grandes personajes fueron encadenados.
11 Así también, tú caerás como un borracho.
Tratarás de esconderte,
buscando refugio de tu enemigo.
12 Todas tus fortalezas serán como árboles de higos,
que cuando están cargados de higos bien maduros,
llega alguien, sacude el árbol
y los higos caen derecho en su boca.
13 Tus tropas son como mujeres.
Las puertas del país están abiertas
de par en par para tus enemigos.
El fuego ha destruido las barras
que las mantenían cerradas.
14 Abastécete de agua para resistir el asedio;
refuerza tus defensas.
Métete en el barro, písalo
y toma el molde para hacer ladrillos.
15 Puedes hacer todo esto
y aun así serás consumida por el fuego
y la espada te matará.
El fuego te devorará como langostas que vienen
y devoran todo a su paso.
Reprodúcete tanto como las langostas,
reprodúcete tanto como los saltamontes.
16 Aumenta tus negociantes,
más que las estrellas en el cielo.
Como langostas se comerán todo
y después se irán.
17 Tus gobernantes son también como langostas.
Tus funcionarios son como insectos
que acampan en las paredes en un día frío,
pero cuando sale el sol vuelan,
y nadie sabe para dónde se fueron.
18 Rey de Asiria, tus pastores están dormidos,
tu gente importante se fue a descansar;
tu pueblo está esparcido por los montes
y no hay quién lo vuelva a juntar.
19 No hay forma de curar tu fractura;
tu herida es incurable.
Se alegra todo el que oye las noticias de tu destrucción,
pues, ¿quién no sufrió tu crueldad sin límite?
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