Bible in 90 Days
23 Vino mensaje del SEÑOR a Jeremías y le dijo: 24 «¿Acaso no has escuchado que esta gente dice: “Las dos familias que el SEÑOR mismo había elegido, ahora él las rechaza”? Ellos desprecian a mi pueblo y ya no lo consideran una nación. 25 Esto dice el SEÑOR: “Si yo no hice un pacto con el día y la noche y si no establecí las reglas que controlan el cielo y la tierra, 26 entonces es verdad que rechazaré a los hijos de Jacob y de mi siervo David, y no elegiré de entre sus hijos al que gobierne a los hijos de Abraham, Isaac y Jacob. Pero yo cambiaré su suerte y tendré compasión de ellos”».
Advertencia a Sedequías, rey de Judá
34 Este es el mensaje que el SEÑOR le dio a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ejército y todos los reinos de la tierra que él controlaba atacaban a Jerusalén y a todas sus ciudades: 2 «Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Jeremías, ve y dile esto a Sedequías, rey de Judá: Esto dice el SEÑOR: Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia para que la queme. 3 Y tú, Sedequías, no escaparás de su poder, serás capturado y caerás en sus manos. Verás al rey de Babilonia frente a frente, te hablará cara a cara y serás llevado a Babilonia. 4 Sin embargo, escucha este mensaje del SEÑOR, Sedequías, rey de Judá. Esto dice el SEÑOR acerca de ti: No morirás a filo de espada. 5 Morirás en paz y así como se quemó perfume en honor de tus antepasados, los reyes anteriores a ti, también se quemará perfume en tu honor. La gente se lamentará por ti diciendo: ¡Qué dolor, Señor! Porque así lo he decidido”, dice el SEÑOR».
6 Entonces el profeta Jeremías le dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén. 7 El ejército del rey de Babilonia estaba atacando Jerusalén, Laquis y Azeca, que eran las únicas ciudades fortificadas que aun quedaban en Judá.
Rompen el pacto de liberar a los esclavos hebreos
8 El SEÑOR le dio mensaje a Jeremías después de que el rey Sedequías hiciera un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dar libertad a los esclavos. 9 El pacto consistía en que los que tuvieran esclavos o esclavas hebreos los dejaran en libertad para que ningún judío tuviera como esclavo a otro judío. 10 Todos los jefes y todo el pueblo que se había comprometido a cumplir el pacto, obedecieron y dejaron en libertad a sus esclavos. 11 Pero después se arrepintieron de haberlos liberado, los obligaron a regresar y los esclavizaron nuevamente.
12 Entonces el SEÑOR le dio este mensaje a Jeremías, mensaje del SEÑOR: 13 «Esto dice el SEÑOR Dios de Israel: “Yo hice un pacto con tus antepasados cuando los saqué de Egipto, donde eran esclavos. Les ordené 14 que cada siete años dieran libertad a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a ellos y que les hubiera servido durante seis años. Pero sus antepasados no prestaron atención ni me obedecieron. 15 Ustedes, al contrario, habían cambiado su manera de vivir y habían hecho lo que cuenta con mi aprobación, al dar libertad cada uno a su compatriota. Ustedes hicieron un pacto ante mí en el templo que lleva mi nombre. 16 Pero después cambiaron de opinión y despreciaron mi nombre al esclavizar de nuevo a cada uno de los esclavos y esclavas que habían liberado”.
17 »Entonces esto dice el SEÑOR: “Ustedes no me han obedecido, pues no dejaron en libertad a sus hermanos. Por tanto, dice el SEÑOR, yo voy a dejar en libertad la guerra, las enfermedades y el hambre, para que hagan con ustedes algo que sea motivo de horror a todos los reinos de la tierra. 18 A los hombres que rompieron mi pacto y que no cumplieron las palabras del pacto que hicieron ante mí, les haré lo mismo que al becerro que ellos cortaron en dos para luego caminar por el medio de sus dos partes.[a] 19 Los que caminaron por el medio de las dos partes del becerro cuando hicieron el pacto ante mí fueron los príncipes de Judá y de Jerusalén, los funcionarios, los sacerdotes y todo el pueblo de la tierra. 20 A todos ellos los entregaré en manos de sus enemigos y de aquellos que quieren matarlos. Su cuerpo será la comida de las aves del cielo y de los animales de la tierra. 21 Entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus príncipes en manos de sus enemigos, de aquellos que quieren matarlos, y también en manos del ejército del rey de Babilonia, que por ahora se ha retirado. 22 Voy a dar la orden, dice el SEÑOR, de traerlos de regreso a esta ciudad y ellos la atacarán, la capturarán y la quemarán. Convertiré las ciudades de Judá en lugares desolados, sin ningún habitante”».
El buen ejemplo de los recabitas
35 Este es el mensaje que el SEÑOR le dio a Jeremías en el tiempo de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: 2 «Ve a la familia de los recabitas[b] y habla con ellos. Tráelos a uno de los salones del templo del SEÑOR y ofréceles vino».
3 Entonces tomé a Jazanías, hijo de Jeremías y nieto de Habasinías, a sus hermanos, a sus hijos y a toda la familia de los recabitas, 4 y los llevé al templo del SEÑOR, al salón de los hijos de Janán hijo Igdalías, que era un hombre de Dios[c]. El salón quedaba junto al cuarto de los príncipes que estaba arriba del cuarto de Maseías hijo de Salún guardia del tesoro. 5 Coloqué jarras llenas de vino, y copas delante de los recabitas y les dije: «Beban el vino».
6 Pero ellos dijeron: «Nosotros no bebemos vino porque nuestro antepasado Jonadab hijo de Recab, nos lo ordenó, diciendo: “Jamás beban vino ustedes ni sus descendientes, 7 ni construyan casas ni siembren semillas, ni cultiven campos de uvas. Vivan siempre en carpas para que puedan vivir mucho tiempo en la tierra donde son inmigrantes”. 8 Nosotros obedecemos todas las órdenes que nos dio nuestro antepasado Jonadab hijo de Recab. Nunca en nuestra vida bebemos vino, ni nuestras esposas ni nuestros hijos e hijas. 9 Jamás hemos construido casa para habitarlas y no tenemos campos de uvas ni ninguna otra clase de cultivos. 10 Vivimos en carpas y cumplimos obedientemente todo lo que nuestro antepasado Jonadab nos ordenó hacer. 11 Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a luchar en contra de la tierra de Judá, nosotros dijimos: “¡Vamos! Entremos a Jerusalén para escapar del ejército de los babilonios y del ejército de Siria”. Y nos quedamos a vivir en Jerusalén».
12 Entonces el SEÑOR le dio este mensaje a Jeremías: 13 «Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Ve y diles a la gente de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén: ¿No van a aprender esta lección y hacer caso de mis palabras?”, dice el SEÑOR. 14 “Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido la orden que él les dio de no beber vino, y hasta el día de hoy ellos no beben vino porque obedecen la orden de su antepasado. Sin embargo, yo les he hablado continuamente a ustedes y no me obedecen. 15 Les he enviado con insistencia a mis siervos los profetas, diciéndoles: Aléjense todos de sus malos caminos y corrijan sus acciones. No sigan y no adoren a otros dioses y así podrán vivir en la tierra que les di a ustedes y a sus antepasados. Pero ustedes no han prestado atención ni me escucharon. 16 Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido la orden que su antepasado les dio, pero este pueblo a mí no me hace caso”.
17 »Por eso esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el rey de Israel: “Voy a traer a Judá y a todos los habitantes de Jerusalén todo el dolor que les he anunciado, porque yo les hablé y no me escucharon. Los llamé, pero no respondieron”».
18 Entonces Jeremías le dijo a la familia de los recabitas: «Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Ustedes han obedecido la orden de su padre Jonadab y han cumplido todo lo que él les ordenó hacer, 19 por eso el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel, dice: Siempre habrá a mi servicio un descendiente de la familia de Jonadab hijo de Recab”».
El rey Joacim quema el rollo de Jeremías
36 Este mensaje del SEÑOR vino al profeta Jeremías en el cuarto año del reinado de Joacim[d] hijo de Josías, rey de Judá: 2 «Toma un rollo y escribe en él el mensaje que te he dado con respecto a Israel, Judá y todas las naciones desde el tiempo de Josías hasta hoy. 3 Tal vez cuando el pueblo de Judá se entere acerca del castigo que planeo enviarles, deje su camino de maldad y así yo perdonaré sus perversiones y pecados».
4 Jeremías llamó a Baruc hijo de Nerías para que escribiera en el rollo mientras él le dictaba el mensaje que había recibido del SEÑOR. 5 Luego Jeremías le dio la siguiente orden a Baruc: «Como se me tiene prohibido entrar al templo del SEÑOR, 6 irás tú y le leerás al pueblo que esté en el templo del SEÑOR el día del ayuno el mensaje del SEÑOR que te dicté y escribiste en el rollo. También le leerás el mensaje a todo el pueblo de Judá que haya venido de sus ciudades. 7 Tal vez le pidan al SEÑOR que tenga piedad de ellos, y se alejen de su maldad. Lo digo porque es mucha la ira y la furia que el SEÑOR tiene contra ellos». 8 Baruc hijo de Nerías cumplió fielmente todo lo que Jeremías le había ordenado, así que en el templo del SEÑOR leyó en el rollo el mensaje del SEÑOR.
9 En el noveno mes del quinto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, se convocó al pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a un ayuno en honor del SEÑOR. 10 En el templo del SEÑOR, Baruc le leyó el mensaje de Jeremías a todo el pueblo en la sala de Guemarías hijo de Safán el escriba, desde el patio superior a la entrada de la puerta nueva del templo del SEÑOR.
11 Micaías hijo de Guemarías, nieto de Safán, escuchó todo el mensaje del SEÑOR que estaba escrito en el rollo. 12 Entonces se dirigió a la sala de los escribas en el palacio, donde se reunían todos los altos funcionarios. Allí estaba Elisama el escriba, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Guemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás funcionarios. 13 Micaías les dijo lo que había escuchado cuando Baruc le leyó el mensaje al pueblo. 14 Entonces los funcionarios enviaron a Yehudi hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, a hablar con Micaías para que le dijera a Baruc: «Toma el rollo que has leído ante el pueblo y ven». Baruc hijo de Nerías lo tomó y se presentó ante ellos.
15 Los funcionarios le dijeron:
—Siéntate y léenos el mensaje.
Y Baruc se lo leyó.
16 Al oír el mensaje, se miraron con temor unos a otros y le dijeron a Baruc:
—Tenemos que informarle todo esto al rey.
17 Luego le preguntaron a Baruc:
—Dinos cómo fue que escribiste todo esto. ¿Te lo dictó Jeremías?
18 Baruc respondió:
—Sí, lo escribí con tinta en el rollo mientras él me dictaba el mensaje.
19 Entonces los funcionarios le dijeron a Baruc:
—Ve y escóndete, y haz que Jeremías se esconda también y que nadie sepa dónde están.
20 Entonces fueron al patio para presentarse al rey, pero pusieron el rollo en la sala del escriba Elisama, y le informaron al rey todo lo que había pasado. 21 Entonces el rey envió a Yehudi a traer el rollo de la sala de Elisama, y Yehudi se lo leyó al rey y a los funcionarios que estaban con el rey. 22 Era el noveno mes[e] y por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado frente a un brasero. 23 Una vez que Yehudi leía tres o cuatro columnas del rollo, el rey cortaba esa sección del rollo con un estilete de escriba y la echaba al fuego del brasero. Así continuó hasta que quemó todo el rollo. 24 Ni el rey ni sus funcionarios tuvieron temor ni rasgaron sus vestiduras. 25 Elnatán, Delaías y Guemarías le rogaron al rey que no quemara el rollo, pero él no les hizo caso. 26 El rey mandó a su hijo Jeramel, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel para que arrestaran a Baruc el escriba y al profeta Jeremías, pero el SEÑOR los había escondido.
27 Después de que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le había dictado a Baruc, el SEÑOR le dijo a Jeremías: 28 «Toma otro rollo y escribe en él el mismo mensaje que escribiste en el primer rollo que quemó Joacim, rey de Judá. 29 A Joacim, rey de Judá, dile: “Esto dice el SEÑOR: Has quemado este rollo diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que de seguro el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra y a exterminar al pueblo y los animales?’” 30 Por eso el SEÑOR dice sobre Joacim, rey de Judá: “Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David, su cadáver será arrojado y quedará expuesto al calor y a las heladas de la noche. 31 Castigaré su iniquidad, la de sus descendientes y la de sus siervos. Enviaré sobre ellos y sobre los habitantes de Jerusalén y el pueblo de Judá todo el sufrimiento que les advertí porque no me hicieron caso”».
32 Así que Jeremías tomó otro rollo y se lo dio a Baruc hijo de Nerías el escriba. Baruc escribió en él todo lo que Jeremías le dictaba, o sea todo lo que estaba escrito en el rollo que Joacim rey de Judá había quemado. También agregó muchos otros mensajes semejantes.
Encarcelan a Jeremías
37 Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías hijo de Josías, en lugar de Jeconías hijo de Joacim. 2 Pero ni Sedequías ni sus funcionarios ni el pueblo hicieron caso del mensaje que el SEÑOR les daba por medio del profeta Jeremías.
3 Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y a Sofonías hijo del sacerdote Maseías al profeta Jeremías con el siguiente mensaje: «Ora por nosotros al SEÑOR, nuestro Dios». 4 Jeremías estaba libre y se movía con toda libertad entre el pueblo porque todavía no lo habían encarcelado. 5 Entretanto, el ejército del faraón había salido de Egipto y cuando los babilonios que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, levantaron el sitio contra Jerusalén.
6 Entonces vino mensaje del SEÑOR al profeta Jeremías diciendo: 7 Esto dice el SEÑOR Dios de Israel: «Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: “El ejército del faraón que salió para ayudarlos se va a regresar a Egipto 8 y los babilonios volverán a atacar esta ciudad, la capturarán y la incendiarán. 9 Esto dice el SEÑOR: No se hagan falsas ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar, porque no lo harán. 10 Aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio que los ataca y sólo quedaran algunos soldados heridos en el campamento, ellos se levantarían e incendiarían esta ciudad”».
11 Cuando el ejército de los babilonios se retiraba de Jerusalén por causa de la salida del ejército del faraón, 12 Jeremías salió de Jerusalén para dirigirse a la tierra de Benjamín a recibir una herencia. 13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías diciendo:
—Vas a pasarte a los babilonios.
14 Jeremías dijo:
—¡Eso no es cierto, no voy a pasarme a los babilonios!
Pero Irías no le hizo caso, sino que lo arrestó y lo llevó ante los oficiales. 15 Los oficiales enfurecidos contra Jeremías lo golpearon y lo encarcelaron en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en prisión. 16 Jeremías permaneció en el calabozo, o sea en la celda abovedada, donde permaneció por muchos días.
17 El rey Sedequías mandó traer a Jeremías y lo interrogó en secreto en el palacio, diciendo:
—¿Tienes algún mensaje del SEÑOR?
Y Jeremías respondió:
—Sí, sí tengo. Este es el mensaje: “Caerás en manos del rey de Babilonia”.
18 Entonces Jeremías le dijo al rey Sedequías:
—¿En qué he pecado contra Su Majestad, sus siervos y su pueblo para que me encarcele? 19 ¿Dónde están los profetas que profetizaban que el rey de Babilonia no vendría contra ustedes ni contra este país? 20 Escúcheme ahora, Su Majestad, le pido que me tenga compasión y no me haga volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que yo muera allí.
21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la prisión y que, mientras hubiera pan en la ciudad, le dieran un pedazo horneado de la calle de los Panaderos. Así, Jeremías permaneció en el patio de la prisión.
Jeremías en la cisterna
38 Sefatías hijo de Matán, Guedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, oyeron que Jeremías le decía a todo el pueblo: 2 «Esto dice el SEÑOR: “El que se quede en esta ciudad morirá en la batalla, o de hambre o de enfermedades, pero el que se pase a los babilonios vivirá. Se entregará como botín de guerra, pero por lo menos salvará la vida”. 3 Esto dice el SEÑOR: “Esta ciudad caerá en manos del ejército del rey de Babilonia y será capturada”».
4 Entonces los oficiales le dijeron al rey:
—Hay que matar a este hombre porque con estos mensajes está desanimando a los soldados que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo. En realidad este hombre no busca el bienestar de este pueblo, sino su sufrimiento.
5 El rey Sedequías dijo:
—Hagan lo que les parezca, yo ya ni puedo oponerme a ustedes.
6 Así que tomaron a Jeremías y lo bajaron con cuerdas en la cisterna del patio de la prisión, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero como la cisterna no tenía agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.
7 El etíope Ebedmélec, funcionario[f] del palacio, oyó que habían echado a Jeremías en la cisterna. Cuando el rey estaba en la puerta de Benjamín, 8 Ebedmélec salió del palacio para hablar con el rey, y le dijo:
9 —Su Majestad, esos hombres cometieron un crimen por todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual echaron en la cisterna. Jeremías morirá de hambre allí, pues no hay más pan en la ciudad.
10 El rey le ordenó al etíope Ebedmélec lo siguiente:
—Lleva a tres[g] hombres que estén a tu cargo y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes de que se muera.
11 Así lo hizo Ebedmélec, y fue al depósito de ropa del palacio y sacó telas y trapos viejos, los cuales bajó a la cisterna por medio de sogas para sacar a Jeremías. 12 Entonces el etíope Ebedmélec le dijo a Jeremías:
—Coloca los trapos debajo de tus axilas, entre las sogas y tu piel.
Y así lo hizo Jeremías. 13 Los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de la cisterna. Entonces Jeremías se quedó en el patio de la prisión.
Sedequías consulta a Jeremías
14 El rey Sedequías mandó traer al profeta Jeremías para que se presentara ante él, a la tercera puerta del templo del SEÑOR. El rey le dijo allí a Jeremías:
—Quiero hacerte una pregunta y espero que no me ocultes nada.
15 Entonces Jeremías le respondió a Sedequías:
—Si respondo a la pregunta de Su Majestad, lo más seguro es que me mande matar, y si le doy mi consejo, no me hará caso.
16 El rey Sedequías le juró en secreto a Jeremías esto: «Juro por el SEÑOR que nos creó y nos dio vida que no te mataré y que no te entregaré en manos de esos hombres que quieren matarte».
17 Entonces Jeremías le dijo a Sedequías:
—Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Si te rindes ante los oficiales del rey de Babilonia, salvarás tu vida, esta ciudad no será incendiada, y tú y tu familia vivirán. 18 Pero si no te rindes ante los oficiales del rey de Babilonia, entonces esta ciudad será entregada en manos de los babilonios, la incendiarán y no podrás escapar de él”.
19 El rey Sedequías le dijo a Jeremías:
—Tengo miedo de los judíos que se pusieron de parte de los babilonios porque me pueden entregar en sus manos para que me torturen.
20 Jeremías le respondió:
—Eso no sucederá. Escuche Su Majestad el mensaje del SEÑOR que le estoy dando y todo saldrá bien, y vivirá. 21 Pero si se niega a rendirse, esto es lo que el SEÑOR me ha mostrado que sucederá: 22 Todas las mujeres que permanezcan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia, y dirán:
“Tus mejores amigos te han traicionado
y te han vencido.
Tienes los pies hundidos en el lodo
y tus aliados te dieron la espalda”.
23 »Todas las mujeres y los hijos de Su Majestad serán entregados a los babilonios, y Su Majestad no podrá escapar de ellos, sino que caerá en manos del rey de Babilonia y esta ciudad será incendiada.
24 Entonces Sedequías le dijo a Jeremías:
—Si aprecias en algo tu vida, no comentes con nadie esta conversación. 25 Si los funcionarios se enteran de que he hablado contigo y te preguntan: “¿Qué le dijiste al rey?, no nos ocultes nada y no te mataremos”, 26 tú les dirás: “Le estaba suplicando al rey que no me devolviera a la casa de Jonatán para no morir allí”.
27 Efectivamente, los funcionarios fueron a interrogar a Jeremías y él les respondió tal como el rey le había indicado. Así lo dejaron en paz, porque nadie había escuchado la conversación. 28 Y Jeremías permaneció en el patio de la prisión hasta el día en que los babilonios la capturaron.
La caída de Jerusalén
39 En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías rey de Judá, llegó Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército vinieron a Jerusalén y la sitiaron. 2 El día nueve del cuarto mes del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad 3 por la que entraron todos los oficiales del rey de Babilonia hasta instalarse en la puerta central de la ciudad: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo Sarsequín, un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto funcionario, y todos los otros oficiales del rey de Babilonia.
4 Al verlos, Sedequías rey de Judá y todos sus soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el jardín real, por la puerta que está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá. 5 Pero el ejército de los babilonios persiguió al rey y le dio alcance a Sedequías en la llanura de Jericó y lo llevaron ante Nabucodonosor rey de Babilonia, en Riblá, territorio de Jamat, donde dictó sentencia contra Sedequías. 6 Ante los ojos de Sedequías, el rey de Babilonia mandó degollar a los hijos de Sedequías en Riblá e hizo lo mismo con todos los nobles de Judá. 7 Luego hizo que le sacaran los ojos a Sedequías, lo encadenaron y se lo llevaron prisionero a Babilonia.
8 Los babilonios incendiaron el palacio del rey y las casas del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén. 9 Nabuzaradán, comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia a todos los que quedaban en la ciudad y a los que habían desertado. 10 Sólo dejó en el territorio de Judá a alguna gente de la más pobre y le dio campos y viñedos.
11 En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor le dio la siguiente orden a Nabuzaradán, comandante de la guardia: 12 «Toma a Jeremías bajo tu cuidado, no le hagas ningún daño y satisface todas sus peticiones». 13 Entonces Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un alto oficial del ejército, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia, 14 ordenaron sacar a Jeremías del patio de la prisión y lo pusieron en manos de Guedalías[h] hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo llevara de nuevo a su casa. Así que Jeremías vivió en medio del pueblo.
Mensaje del Señor para Ebedmélec
15 Cuando todavía estaba preso Jeremías en el patio de la prisión, la palabra del SEÑOR vino a él, diciendo: 16 «Ve y dile a Ebedmélec[i], el etíope, que el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel, dice: “Voy a cumplir el mensaje que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. El día que esto suceda, tú serás testigo de ello. 17 Pero en aquel día yo te protegeré, dice el SEÑOR, para que no caigas en manos de esa gente a la que temes”. 18 Puedes tener la seguridad de que yo te libraré, dice el SEÑOR, tu vida será tu botín de guerra por haber confiado en mí».
Jeremías es puesto en libertad
40 Este es el mensaje que el SEÑOR le dio a Jeremías después de que Nabuzaradán, comandante de la guardia lo liberó en Ramá. Allí Nabuzaradán lo había encontrado preso y encadenado entre todos los prisioneros de Jerusalén y de Judá, que iban deportados a Babilonia. 2 El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «El SEÑOR tu Dios advirtió sobre este desastre contra este lugar. 3 El SEÑOR ahora ha cumplido su amenaza. Todo esto ha ocurrido porque ustedes pecaron contra el SEÑOR y no lo obedecieron. 4 Sin embargo, hoy te libero de las cadenas que te atan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero si no quieres venir, no vengas. Tienes todo el país para ir a donde mejor te parezca. 5 Esta es tu última oportunidad, vuelve junto a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de Judá, y quédate con él y con tu pueblo. O ve a donde mejor te parezca».
Entonces el comandante de la guardia le dio provisiones y un regalo, y lo dejó en libertad. 6 Jeremías se fue a donde estaba Guedalías hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó a vivir con él y con el pueblo que quedaba en el país.
Guedalías gobernador de Judá
(2 R 25:23-24)
7 Todos los oficiales del ejército y sus soldados que aun estaban en el campo se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado a Guedalías hijo de Ajicán gobernador del país y de que lo había puesto a cargo de hombres, mujeres y niños, al igual que de alguna gente pobre que no había sido deportada a Babilonia. 8 Los siguientes hombres fueron a Mizpa y se presentaron ante Guedalías: Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay de Netofa, y Jezanías, hijo de un hombre de Macá, junto con sus soldados.
9 Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, les hizo esta promesa a ellos y a sus hombres: «No tengan temor de servir a los babilonios. Quédense aquí y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien. 10 Yo me voy a quedar en Mizpa para representarlos ante los babilonios que vengan aquí. Pero ustedes, almacenen vino, fruta y aceite de oliva, y vivan en las ciudades que han ocupado».
11 Todos los judíos que vivían en Moab, entre los amonitas, en Edom y en todos los otros países, se enteraron de que el rey de Babilonia había dejado un resto en Judá y de que había nombrado gobernador a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán. 12 Entonces estos judíos regresaron a la tierra de Judá de los lugares donde estaban dispersos y se presentaron en Mizpa, ante Guedalías. También empezaron a almacenar vino y fruta en abundancia.
13 Johanán hijo de Carea y todos los oficiales del ejército que estaban en el campo se presentaron ante Guedalías, en Mizpa, 14 y le dijeron:
—¿No sabes que Balís, rey de los amonitas, ha enviado a Ismael hijo de Netanías a matarte?
Pero Guedalías hijo de Ajicán no les creyó. 15 Entonces Johanán hijo de Carea le dijo en secreto a Guedalías, en Mizpa:
—Déjame matar a Ismael hijo de Netanías sin que nadie se entere de quién lo hizo. ¿Por qué vamos a permitir que él te mate? Eso causaría que se disperse el pueblo de Judá que se ha reunido ahora y que el resto de Judá sea destruido.
16 Guedalías hijo de Ajicán le dijo a Johanán hijo de Carea:
—No lo hagas, porque lo que dices sobre Ismael no es cierto.
El asesinato de Guedalías
(2 R 25:25-26)
41 En el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de la familia real y uno de los oficiales del rey, fue con diez de sus hombres a Mizpa para presentarse ante Guedalías hijo de Ajicán. Ismael era miembro de la familia real y había sido uno de los oficiales del rey. Mientras comían juntos en Mizpa, 2 Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que estaban con él, agarraron y asesinaron a espada a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán. Así mataron a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país. 3 Ismael también mató a todos los judíos que estaban con Guedalías en Mizpa y a los soldados de Babilonia que se encontraban allí.
4 Al día siguiente del asesinato de Guedalías y cuando aun nadie se había dado cuenta de ello, 5 llegaron de Siquén, Siló y Samaria 80 hombres con la barba afeitada, la ropa rasgada y el cuerpo lleno de cortadas que ellos mismos se habían hecho. Traían ofrendas de cereal e incienso, para ofrecerlos al SEÑOR en el templo. 6 Ismael hijo de Netanías salió de Mizpa a saludarlos, llorando por el camino. Al llegar a ellos, les dijo:
—Vengan a ver a Guedalías hijo de Ajicán.
7 Cuando los hombres entraron a la ciudad, Ismael hijo de Netanías y sus hombres los mataron y los echaron a un pozo. 8 Pero diez de esos 80 hombres dijeron:
—¡No nos maten! Tenemos trigo, cebada, aceite de oliva y miel escondidos en el campo.
Ismael se detuvo y no los mató como a sus compañeros. 9 El rey Asá había hecho un pozo cuando Basá, rey de Israel, lo atacó[j], y en ese pozo fue donde Ismael echó los cuerpos de los hombres que había matado cuando se hizo pasar por amigo de Guedalías. Ismael hijo de Netanías lo llenó con los cadáveres. 10 Luego capturó a las hijas del rey y al resto del pueblo que estaba en Mizpa, sobre quienes Nabuzaradán, comandante de la guardia, había nombrado a Guedalías hijo de Ajicán como gobernador. Ismael hijo de Netanías los capturó y huyó hacia donde estaban los amonitas.
11 Johanán hijo de Carea y todos los jefes militares que estaban con él se enteraron del crimen que había cometido Ismael hijo de Netanías, 12 reunieron a sus hombres y fueron a pelear contra él. Lo encontraron cerca del gran estanque que está en Gabaón. 13 Cuando el pueblo que Ismael tenía prisionero vio a Johanán hijo de Carea y a los oficiales de su ejército que estaban con él, se alegraron mucho. 14 Así que todo el pueblo que Ismael había capturado en Mizpa se dio vuelta y se fue con Johanán hijo de Carea. 15 Pero Ismael hijo de Netanías y ocho de sus hombres escaparon de Johanán y se fueron con los amonitas.
16 Entonces Johanán hijo de Carea y los oficiales de su ejército que estaban con él rescataron al pueblo que Ismael hijo de Netanías había capturado en Mizpa después de haber matado a Guedalías hijo de Ajicán. Entre los rescatados de Gabaón había hombres, soldados, mujeres, niños y altos funcionarios.
El escape a Egipto
17 Salieron y llegaron a Guerut Quimán, que está junto a Belén. Querían llegar hasta Egipto 18 por temor a los babilonios. Les tenían temor porque Ismael hijo de Netanías había matado a Guedalías hijo de Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.
42 Los oficiales del ejército, Johanán hijo de Carea y Azarías hijo de Osaías, se acercaron junto con todo el pueblo, grandes y chicos, 2 al profeta Jeremías y le dijeron:
—Escucha nuestra petición y ruega al SEÑOR tu Dios por los que quedamos. Como puedes ver, sólo quedamos unos cuantos en comparación de los muchos que éramos antes. 3 Ruega al SEÑOR tu Dios que nos diga qué camino debemos seguir y lo que debemos hacer.
4 El profeta Jeremías les dijo:
—Los he oído. Voy a orar al SEÑOR su Dios como me lo han pedido. Les diré todo lo que el SEÑOR me conteste sin ocultarles nada.
5 Ellos le dijeron a Jeremías:
—Que el SEÑOR tu Dios sea un testigo fiel y verdadero contra nosotros si no hacemos todo lo que el SEÑOR nos diga por medio de ti. 6 Gústenos o no, nosotros obedeceremos al SEÑOR, a quien ahora te enviamos a consultar. Así lo haremos para que nos vaya bien al obedecer al SEÑOR nuestro Dios.
7 Después de diez días, vino mensaje del SEÑOR a Jeremías, 8 quien convocó a Johanán hijo de Carea, a los oficiales del ejército que estaban con él, y a todo el pueblo, grandes y chicos, 9 y les dijo:
—Esto dice el SEÑOR Dios de Israel, a quien me enviaron para presentarle su petición: 10 “Si se quedan en esta tierra, yo los edificaré, no los destruiré. Los plantaré y no los arrancaré, pues lamento haberlos hecho sufrir. 11 No teman al rey de Babilonia, al que ahora le tienen tanto miedo. No le teman porque yo estoy con ustedes, yo los rescataré y los salvaré de sus manos. Lo dice el SEÑOR. 12 Yo tendré compasión de ustedes, de manera que el rey de Babilonia también les tendrá compasión y los dejará regresar al país de ustedes”.
13 »Pero si no se quedan en esta tierra, si desobedecen al SEÑOR su Dios, 14 y dicen: “Vayamos a Egipto, donde no veremos guerra y no oiremos el sonido de la trompeta de guerra ni nos moriremos de hambre”, 15 entonces ustedes, los que quedan de Judá aquí, escuchen el mensaje del SEÑOR. Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Si ustedes insisten en irse a Egipto a vivir como inmigrantes, 16 los alcanzará la guerra que tanto temen, los perseguirá el hambre que tanto les preocupa, y morirán allí. 17 Todos los que insisten en irse a vivir a Egipto, morirán por la guerra, el hambre o las enfermedades. No habrá sobrevivientes ni ninguno que se libre del sufrimiento que les enviaré”.
18 »Pueden estar seguros de esto porque el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel, afirma: “Así como descargué mi ira y enojo sobre los habitantes de Jerusalén, así mismo descargaré mi furor sobre ustedes si se van a Egipto. Serán un ejemplo de lo que es ser malditos, desolados y objetos de burla. Nunca más volverán a ver este lugar”. 19 El SEÑOR les dio instrucciones de no ir a Egipto, resto de Judá. Sepan bien que se lo advertí. 20 Ustedes mismos cometieron un error fatal cuando me enviaron al SEÑOR, Dios de ustedes, diciendo: “Ruega por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, y dinos exactamente lo que diga el SEÑOR nuestro Dios, y nosotros lo haremos”. 21 Pero aunque hoy les he dicho lo que él me dijo, ustedes no quieren obedecer al SEÑOR su Dios en nada de lo que yo les he comunicado. 22 Por lo tanto, sepan bien que ustedes morirán, ya sea por la guerra, el hambre o las enfermedades, en el país al que se quieren ir a vivir».
43 Cuando Jeremías terminó de decirle al pueblo el mensaje del SEÑOR, Dios de ellos, que el mismo SEÑOR, Dios de ellos, le había enviado para decirles, 2 Azarías hijo de Osaías, Johanán hijo de Carea, y otros individuos arrogantes le dijeron a Jeremías: «¡Mientes! El SEÑOR nuestro Dios no te envió a decirnos: “No se vayan a vivir a Egipto”. 3 Es ese Baruc hijo de Nerías el que te incita contra nosotros para entregarnos en manos de los babilonios. Él quiere que ellos nos maten y nos deporten a Babilonia».
4 Entonces ni Johanán hijo de Carea, ni los oficiales del ejército, ni la gente del pueblo obedecieron al SEÑOR, que les dijo que permanecieran en la tierra de Judá. 5 Por el contrario, Johanán hijo de Carea y los oficiales del ejército se llevaron a los que quedaban del pueblo, los que habían regresado de todas las naciones para establecerse en Judá. Se los llevaron a vivir a Egipto. 6 Se llevaron a los hombres, las mujeres, los niños, los hijos del rey y todos a quienes Nabuzaradán, el comandante de la guardia, había puesto bajo el cuidado de Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán; e incluso al profeta Jeremías y a Baruc hijo de Nerías. 7 No obedecieron al SEÑOR, se dirigieron todos a Egipto y llegaron hasta la ciudad de Tafnes[k].
8 En Tafnes vino mensaje del SEÑOR a Jeremías, diciendo: 9 «Toma en tus manos unas piedras grandes y, a la vista de los judíos, entiérralas con mezcla en el piso enladrillado frente a la entrada del palacio del faraón en Tafnes. 10 Entonces diles que esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Voy a mandar llamar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Sobre estas piedras que he escondido aquí voy a colocar su trono, y él extenderá su toldo real sobre ellas. 11 Vendrá a Egipto y lo atacará. El que esté destinado a morir, morirá; el que esté destinado al exilio, irá al exilio; el que esté destinado a caer en batalla, caerá en batalla. 12 Prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto, los quemará y se los llevará como si fueran prisioneros. Sacudirá la tierra de Egipto como un pastor sacude su capa para librarse de los bichos y luego se irá de allí como si nada. 13 Destruirá los obeliscos de Bet Semes[l] y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto”».
Mensaje contra los judíos en Egipto
44 Jeremías recibió mensaje del Señor para todos los judíos que vivían en Egipto, o sea los que vivían en Migdol, Tafnes, Menfis y en la región del sur. Les dijo: 2 «Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Ustedes han visto todo el sufrimiento que traje contra Jerusalén y todas las ciudades de Judá. Hoy en día están en ruinas y nadie vive allí. 3 Todo esto fue debido a la maldad que cometieron, pues provocaron mi enojo al adorar y quemar incienso a otros dioses que ni ellos, ni ustedes ni sus antepasados conocieron. 4 Una y otra vez les envié a mis siervos los profetas, con la advertencia de que no cometieran ustedes esas abominaciones que yo detesto. 5 Pero no me escucharon ni prestaron atención, sino que continuaron ofreciendo incienso a otros dioses. 6 Por tanto, se descargó mi ira y se encendió mi furor contra las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, las cuales quedaron en ruinas y vacías hasta el día de hoy”.
7 »Ahora, esto dice el SEÑOR, Dios Todopoderoso, Dios de Israel: “¿Por qué se causan ustedes mismos un mal tan grande? ¿Por qué provocan la muerte del pueblo de Judá, hombres, mujeres y niños, e incluso de recién nacidos, hasta no dejar ninguno? 8 ¿Por qué despiertan mi ira con sus acciones y ofrecen incienso a otros dioses en la tierra de Egipto, donde se vinieron a vivir? Todo lo que van a conseguir es su propia destrucción. Las demás naciones los verán como ejemplo de lo que es ser maldito y humillado. 9 ¿Es que ya se les olvidaron todas las maldades que cometieron sus antepasados y los reyes de Judá y sus esposas, y las que ustedes mismos y sus esposas cometieron en las calles de Judá? 10 Hasta el día de hoy ustedes no se han humillado, no han sentido temor ni han vivido de acuerdo a las leyes y estatutos que les di a ustedes y a sus antepasados”.
11 »Por lo tanto, esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Estoy decidido a enfrentarme a ustedes y a acabar con todo Judá. 12 Tomaré a los que quedaron de Judá y tercamente decidieron irse a vivir a Egipto y haré que mueran allí. Todos morirán, desde el más pequeño hasta el más grande; morirán en batalla o el hambre acabará con ellos. Serán vistos como modelo de maldición, de aniquilamiento, de espanto y humillación, 13 pues castigaré a los que viven en Egipto como castigué a Jerusalén, con guerra, hambre y enfermedades. 14 Ni uno solo de esos pocos que quedaron de Judá y que se fueron a vivir a Egipto, volverá a Judá. Y aunque anhelen volver a Judá para vivir allá, no regresarán, a no ser por algunos refugiados”».
15 Entonces los hombres que sabían que sus esposas ofrecían incienso a otros dioses, al igual que las mujeres que se hallaban presentes, los cuales formaban un grupo grande, más todo el pueblo que vivía en Egipto, respondieron a Jeremías diciendo:
16 —No vamos a hacerle caso al mensaje que nos has dado de parte del SEÑOR. 17 Por el contrario, seguiremos haciendo todo lo que dijimos que haríamos. Seguiremos ofreciendo incienso y ofrendas de vino a la Reina del Cielo[m], como siempre lo hemos hecho y como lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y jefes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces teníamos comida en abundancia, nos iba bien y no teníamos ningún sufrimiento. 18 Pero desde que dejamos de ofrecer incienso y ofrendas de vino a la Reina del Cielo, nos ha faltado todo y la guerra y el hambre están matándonos.
19 Y las mujeres añadieron[n]:
—Cuando ofrecíamos holocaustos y bebidas a la Reina del Cielo, ¿acaso no sabían nuestros esposos que hacíamos tortas con su imagen y le ofrecíamos ofrendas de vino?
20 Entonces Jeremías le contestó a todo el pueblo, es decir, a todos los hombres y mujeres que le habían respondido así:
21 —¿Creen ustedes que el SEÑOR no se acuerda o no se daba cuenta de que ustedes, sus antepasados, sus reyes, sus jefes y el pueblo en general, ofrecían incienso en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 22 El SEÑOR ya no podía resistir más las malas acciones y las porquerías que ustedes hacían. Eso fue lo que ocasionó que su país se convirtiera en modelo de maldición, en un lugar en ruinas y sin habitantes, tal como lo es hasta el día de hoy. 23 La tragedia que ustedes han sufrido fue causada precisamente por haber ustedes quemado incienso y pecado contra el SEÑOR, por no haberle hecho caso al SEÑOR ni haber obedecido sus leyes, ni sus ordenanzas ni sus mandatos.
24 Entonces Jeremías les dijo al pueblo y a las mujeres:
—Pueblo de Judá que vives en la tierra de Egipto, escucha el mensaje del SEÑOR. 25 Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Ustedes y sus esposas han dicho: Ciertamente cumpliremos nuestra promesa de ofrecer incienso y ofrendas de vino a la Reina del Cielo. Bueno, con sus hechos demuestran que cumplen lo que prometen, vayan pues y cumplan sus promesas. 26 Pero escucha el mensaje del SEÑOR, pueblo de Judá que vive en Egipto: Juro por mi gran nombre, dice YAVÉ, que ninguno del pueblo de Judá que vive en Egipto volverá a pronunciar mi nombre diciendo: Juro por el Señor YAVÉ. 27 Porque yo estaré atento para enviarles sufrimiento, no prosperidad. Todo el pueblo de Judá que vive en Egipto morirá en batalla o de hambre, hasta que no quede ninguno. 28 Sólo unos cuantos sobrevivirán de la guerra y regresarán a la tierra de Judá desde Egipto. Así que todos los sobrevivientes de Judá que se fueron a vivir a Egipto sabrán qué palabra se cumplió, si la mía o la de ellos. 29 Esto les servirá de señal, dice el SEÑOR, de que cumpliré mi amenaza de enviarles dolor y sufrimiento. 30 Así dice el SEÑOR: Voy a entregar al faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos y en manos de aquellos que quieren su muerte, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que quería matarlo”.
Mensaje para Baruc
45 Este es el mensaje que el profeta Jeremías le dio a Baruc hijo de Nerías en el cuarto año del reinado de Joacim[o] hijo de Josías rey de Judá, cuando Baruc escribía en un rollo mientras Jeremías le dictaba. Le dijo: 2 «Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de ti, Baruc: 3 “Tú dijiste: ¡Pobre de mí! Además de dolor, el SEÑOR me ha enviado angustia. Estoy agotado de tanto gemir y no hallo descanso”. 4 Pues le vas a decir que esto dice el SEÑOR: “Voy a destruir lo que he construido y a arrancar lo que he plantado; es decir, acabaré con este país. 5 ¿Estás buscando grandes cosas para ti? Deja de buscar grandes cosas para ti porque yo le enviaré desastre a todo ser humano, pero al menos a ti te daré la vida como botín dondequiera que vayas. Es la decisión del SEÑOR”».
Mensajes para las naciones
46 Este es el mensaje del SEÑOR para el profeta Jeremías acerca de las naciones.
2 En cuanto a Egipto, este es el mensaje contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que en el cuarto año del gobierno de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fue derrotado en Carquemis, junto al río Éufrates, por Nabucodonosor, rey de Babilonia:
3 «Preparen los escudos
y láncense a la batalla.
4 Ensillen los caballos
y que monten los jinetes.
Pónganse los cascos
y tomen posiciones.
Afilen las lanzas,
pónganse las corazas.
5 Pero, ¿qué es lo que veo?
Los guerreros retroceden,
escapan derrotados.
Huyen sin mirar atrás;
hay terror por todas partes,
dice el SEÑOR.
6 El más rápido no puede huir,
ni el más fuerte puede escapar.
En el norte, junto al río Éufrates,
tropezaron y cayeron.
7 »¿Quién es ese que crece
como las aguas agitadas del Nilo?
8 Es Egipto que crece como las agitadas aguas del Nilo,
y dice: “Subiré y cubriré la tierra;
destruiré las ciudades y sus habitantes”.
9 Que ataque la caballería,
que avancen furiosamente los carros de combate;
que se pongan en marcha los guerreros.
Que los soldados de Cus y de Fut tomen sus escudos;
que los soldados de Lidia preparen los arcos.
10 »Ese será el día del Señor DIOS Todopoderoso;
el día en que se vengará de sus enemigos.
La espada devorará hasta saciarse
y apagará su sed con sangre.
Es el sacrificio para el Señor DIOS Todopoderoso
en la tierra del norte, al lado del río Éufrates.
11 »Virginal hija de Egipto,
sube a Galaad y consigue bálsamo.
Pero en vano multiplicas las medicinas,
pues tú no vas a sanar.
12 Las naciones ya se enteraron de tu humillación;
tus gritos se oyen en todo el mundo;
tropieza guerrero contra guerrero
y juntos caen al suelo».
13 Este es el mensaje que el SEÑOR le envió al profeta Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, venía a atacar a Egipto:
14 «Anuncien esto en Egipto,
proclámenlo en Migdol, Menfis y Tafnes:
“¡A sus puestos! ¡Prepárense!
Porque la espada devora a tu alrededor”.
15 ¿Por qué está derribado el toro que adoras[p]?
¿Por qué no puede mantenerse de pie?
Porque el SEÑOR lo ha derribado.
16 Ha hecho que muchos tropiecen,
cayeron unos sobre otros.
Dijeron: “Levántate,
volvamos a nuestro pueblo,
a la tierra donde nacimos,
lejos de este ataque opresor”.
17 Al faraón de Egipto pónganle el apodo de
“Hizo mucho ruido, pero ya muy tarde”.
18 »Tan cierto como que estoy vivo, dice el Rey,
cuyo nombre es el SEÑOR Todopoderoso:
que como el Tabor,
que sobresale de entre los montes,
y como el Carmelo,
que se erige sobre el mar,
así será el enemigo que viene.
19 Hija de Egipto,
empaca para el exilio,
porque Menfis se convertirá en un desierto,
en unas ruinas deshabitadas.
20 Egipto es una hermosa novilla,
pero ya viene a atacarla un tábano del norte.
21 Hasta sus mercenarios contratados son como novillos bien alimentados,
pero también ellos se baten en retirada salen huyendo todos sin detenerse
porque ha llegado el día de su destrucción,
la hora de su castigo.
22 Egipto silba como serpiente al huir,
porque sus enemigos avanzan con fuerza.
Se acercan a atacar con hachas,
como leñadores.
23 Talan sus bosques impenetrables,
dice el SEÑOR,
porque los leñadores son más numerosos que las langostas,
nadie los puede contar.
24 La bella Egipto ha sido avergonzada
y entregada a la gente del norte».
25 El SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel, dice: «Castigaré a Amón[q], dios de Tebas, a Egipto, a sus dioses, a sus reyes, al faraón, y a todos los que confían en él. 26 Los entregaré en manos de los que quieren matarlos, en manos de Nabucodonosor y sus siervos. Después de esto, será habitado como antes. Es la decisión del SEÑOR.
27 »Pero tú, mi siervo Jacob, no temas;
no te desanimes, Israel,
porque yo te rescataré de ese país lejano,
a ti y a tus descendientes,
de la tierra donde viven exiliados.
Jacob regresará a vivir en paz,
tranquilo, y nadie lo hará temer.
28 Tú, Jacob, siervo mío, no temas, dice el SEÑOR,
porque yo estoy contigo.
Exterminaré a todas las naciones a donde te he desterrado,
pero a ti no te exterminaré,
aunque te voy a corregir justamente,
pues no te dejaré sin castigo».
Mensaje sobre los filisteos
47 Este es el mensaje del SEÑOR al profeta Jeremías sobre los filisteos, antes de que el faraón atacara Gaza. 2 El SEÑOR dice:
«Crecen las aguas desde el norte,
como río desbordado inundarán
el país y todo lo que hay en él,
la ciudad y sus habitantes.
El pueblo gritará,
y gemirá todo habitante del país.
3 Al oír el galope de los caballos,
el estruendo de los carros de combate
y el ruido de las ruedas;
los padres huyen desfallecidos,
ni siquiera vuelven a buscar a sus hijos.
4 Porque ha llegado el día de destruir a todos los filisteos;
de quitarles a Tiro y Sidón todo aliado que aun les queda.
El SEÑOR destruirá a los filisteos
y al resto de la isla de Creta.
5 El pueblo de Gaza se ha rapado la cabeza,
se quedan mudos los de Ascalón.
Ustedes, descendientes de gigantes,[r]
¿hasta cuándo se harán cortes en la carne[s]?
6 »¡Espada del SEÑOR!
¿Cuándo descansarás?
Vuelve a tu lugar,
cálmate y quédate quieta.
7 ¿Pero cómo va a descansar
si el SEÑOR le ha ordenado atacar?
Tiene la misión de atacar
a Ascalón y la costa del mar».
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