Bible in 90 Days
Castigo para Jerusalén
29 Qué mal te va a ir Ariel, Ariel,[a]
la ciudad donde acampó David.
Pasará un año y luego otro,
y se celebrarán las fiestas a su tiempo.
2 Luego mandaré un desastre sobre Ariel,
habrá tristeza y llanto.
La ciudad se convertirá en un altar para mí.
3 Haré que acampen ejércitos a tu alrededor,
te rodearé de torres de empalizadas
y levantaré torres de asalto para atacarte.
4 Serás abatida y hablarás desde el suelo.
Desde el polvo mascullarás tus palabras.
Tu voz desde el suelo sonará como la de un fantasma.
Desde el polvo tus palabras sonarán como un murmullo.
5 Tus enemigos serán tantos como el polvo.
La multitud de tiranos será como paja que vuela por el viento.
Mas, repentinamente, en un instante,
6 vendrá el SEÑOR Todopoderoso.
Habrá truenos, terremotos,
estruendos, tempestades,
vientos fuertes y fuegos destructores.
7 Todas las naciones poderosas
que luchan contra Ariel,
todos los que le hacen la guerra,
combaten contra sus fortalezas y la inquietan,
pasarán como un sueño,
como una visión en la noche.
8 Igual que cuando alguien que tiene hambre se sueña comiendo,
pero despierta y sigue en las mismas;
o como cuando alguien tiene sed y sueña que bebe algo,
pero despierta y sigue débil y con sed.
Así sucederá con todas las naciones
que luchan contra el monte Sion.
9 Sigan haciéndose los tontos y asombrándose,
háganse los ciegos y no vean.
Embriáguense, pero no con vino.
Tambaléense, pero no por la bebida.
10 Porque el SEÑOR ha derramado
sobre ustedes un sueño profundo,
ha cerrado los ojos de ustedes, los profetas,
y ha cubierto las cabezas de ustedes, los videntes.
11 La visión de todo esto se ha convertido para ustedes en palabras de un libro sellado. Si se le da a alguien que sabe leer y se le dice: «Léelo», entonces responderá: «No puedo porque está sellado». 12 Si se le da a una persona que no sabe leer y se le dice: «Léelo», entonces responderá: «No sé leer».
13 El Señor dice:
«Este pueblo viene a mí con palabras
y me honra de labios para afuera,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me rinden
consiste en normas humanas repetidas de memoria.
14 Por eso, fíjense, nuevamente haré con este pueblo
cosas sorprendentes, prodigiosas e increíbles.
La sabiduría del sabio se acabará
y se ocultará la inteligencia del entendido».
15 Qué mal les va a ir a los que se esconden del SEÑOR para ocultar sus planes;
a los que hacen sus cosas en la oscuridad
y dicen: «¿Quién nos ve?
¿Quién nos conoce?»
16 ¡Cómo se han pervertido!
Actúan como si el barro fuera igual al artesano.
¿Puede la obra decir de su creador:
«Él no me hizo»?
¿Puede el vaso decir del alfarero:
«Él no tiene inteligencia»?
17 ¿Y no es verdad que el Líbano
se convertirá pronto en campo de cultivo
y el campo de cultivo se convertirá en bosque?
18 Ese día el sordo oirá la lectura de un libro
y el ciego, que estaba en la oscuridad
y la penumbra, podrá ver.
19 El humilde se alegrará de nuevo en el SEÑOR
y los necesitados encontrarán felicidad en el Santo de Israel.
20 El dictador dejará de existir,
el arrogante no permanecerá,
y todos los que están listos
para hacer el mal serán destruidos.
21 Son los que acusan falsamente a los demás de hacer el mal,
los que ponen trampas al juez en el tribunal
y los que, mediante engaños,
se niegan a hacer justicia al inocente.
22 Por eso, el SEÑOR, que rescató a Abraham,
les dice esto a los descendientes de Jacob:
«El pueblo de Jacob dejará de estar en desgracia
y su rostro perderá la palidez.
23 Cuando vean entre ellos a todos sus hijos, a quienes yo hice,
considerarán mi nombre santo.
Estarán de acuerdo en que el Único Dios de Jacob es santo.
Me respetarán a mí, el Dios de Israel.
24 Los que andan confundidos entrarán en razón
y los que se quejan aceptarán la enseñanza».
Que Israel confíe en Dios no en Egipto
30 El SEÑOR dice: «Qué mal les irá a los hijos rebeldes,
que llevan a cabo sus planes en contra de mis deseos
y confirman alianzas con una copa de vino,
no con mi espíritu.
Con eso amontonan sus pecados.
2 Ellos bajan a Egipto, sin pedir mi consejo,
a pedir protección del faraón
y a cobijarse bajo la sombra de Egipto.
3 La protección del faraón no hará más que avergonzarlos.
Cobijarse bajo la sombra de Egipto será su desgracia.
4 Aunque sus funcionarios estén en Zoán
y sus embajadores lleguen a Janés[b]
5 todos serán avergonzados
por causa de un pueblo que no les puede ayudar.
No les será de ayuda ni provecho,
lo único que les traerá será vergüenza y desgracia».
Profecía para Judá
6 Esta es una profecía acerca de los animales del Néguev:
Cargan su riqueza en burros
y sus tesoros en los lomos de los camellos
por una tierra peligrosa y difícil,
llena de leonas y leones rugientes,
de víboras y serpientes voladoras.
Los llevan a un pueblo que no les podrá ayudar.
7 Egipto no sirve, la ayuda que brinda no es nada.
Yo lo llamo «Monstruo inútil».
8 Ahora ve y delante de ellos
escribe en una tablilla.
Escribe esto en un libro,
para que quede de testimonio eterno para el futuro:
9 Porque este es un pueblo rebelde
que se niega a obedecer.
Son hijos mentirosos,
hijos que no quieren obedecer la enseñanza del SEÑOR.
10 Ellos les dicen a los videntes:
«No tengan visiones»,
y a los profetas:
«No nos profeticen la verdad.
Dígannos mentiras,
profeticen falsedades.
11 Quítense de en medio,
dejen el camino libre.
No nos pongan más frente
al Santo Dios de Israel».
12 Debido a esto, el Santo Dios de Israel dice:
«Como se negaron a aceptar este mensaje,
pusieron su confianza en la opresión y la deshonestidad,
y se entregaron a todo eso,
13 ese pecado será para ustedes
como una grieta que se extiende en la muralla abultada
y a punto de derribarse,
cuya caída llega de repente, en un instante.
14 Su destrucción es como cuando una jarra de barro
se rompe en mil pedazos.
Ni un solo pedazo sirve siquiera
para sacar las brasas del fuego
o agua del tanque».
15 Por eso el Señor DIOS,
el Santo de Israel, dice:
«Regresen, cálmense
y permanecerán seguros.
Quédense tranquilos, confíen
y serán fortalecidos.
16 Pero ustedes se negaron y dijeron:
“¡No! Huiremos en nuestros caballos”.
Por eso, ustedes tendrán que huir.
Y también dijeron ustedes:
“Cabalgaremos rápido”.
Así que por decir eso,
los que los persiguen a ustedes cabalgarán rápido.
17 Uno de ellos pondrá a correr a mil de ustedes.
Y cinco bastarán para que todos ustedes huyan,
hasta que ustedes queden reducidos a unos pocos,
como queda un palo en lo alto de un monte
o una bandera sobre una colina».
El generoso amor de Dios por su pueblo
18 Por lo tanto, el SEÑOR espera para apiadarse de ustedes.
Se levanta para mostrarles compasión.
Porque el SEÑOR es un Dios justo,
afortunados todos los que esperan en él.
19 Pueblo de Sion, pueblo que vive en Jerusalén, ya no tendrás motivos para llorar. Dios tendrá compasión de ti cuando oiga tu grito de auxilio. Tan pronto lo oiga, él te responderá. 20 Puede que el Señor te dé pan de sufrimiento y agua de aflicción, pero tu Maestro ya no se mantendrá oculto; tus ojos lo verán. 21 Cuando te desvíes a la izquierda o a la derecha, oirás una voz detrás de ti diciéndote: «Por ahí es el camino, sigue por él». 22 Tú considerarás como algo sucio a tus ídolos cubiertos de plata y a tus imágenes recubiertas de oro, los tirarás con repugnancia como quien tira una toalla higiénica sucia, y dirás: «¡Fuera!»
23 Dios mandará lluvia a tus sembrados. Te dará alimento, producto de la tierra, rica y fértil. Ese día tu ganado pacerá en grandes campos. 24 Tu buey y tus burros que aran la tierra comerán el mejor forraje, zarandeado con pala y rastrillo.
25 El día que suceda la gran masacre y caigan las torres, habrá manantiales y ríos en todo monte alto y en cada colina elevada. 26 La luz de la luna brillará como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más brillante, como la luz de siete días. Será el día en que el SEÑOR vendará las lesiones de su pueblo y sanará las heridas de los golpes recibidos.
Castigo de Asiria
27 Miren, el SEÑOR viene de lejos,
ardiendo de ira y echando humo.
Sus labios están hinchados de ira
y su lengua es como fuego que consume.
28 Su aliento es como río desbordado
que llega hasta el cuello,
para zarandear a las naciones
en la zaranda de la destrucción.
Coloca en las quijadas de los pueblos
un freno que los hace desviarse.
29 Ustedes cantarán una canción
como hacen en las noches que se celebra una fiesta.
Estarán llenos de alegría
como quien al son de la flauta va hacia el monte del SEÑOR,
la roca de Israel.
30 El SEÑOR hará que todos oigan su voz majestuosa
y observen su brazo poderoso bajando con gran furia,
y una llama de fuego destructor,
como un rayo con abundante lluvia y granizo.
31 Asiria tendrá miedo del SEÑOR
cuando la castigue con su vara.
32 Cada golpe que el SEÑOR le descargue
con su vara de castigo,
será al son de panderos y de arpas.
Agitando su brazo peleará contra ellos.
33 Pues Tofet[c] está preparado desde hace tiempo,
listo también para el rey.
Él hizo una hoguera ancha y profunda,
con mucho fuego y leña.
El SEÑOR con su aliento le prenderá fuego
como una corriente de azufre ardiente.
Advertencia a los que confían en Egipto
31 Qué mal les irá a los que bajan
hasta Egipto a pedir ayuda.
Confían en la gran cantidad de sus caballos y carros de combate,
y en la fuerza de los jinetes.
Pero no toman en cuenta al Santo Dios de Israel;
no buscan al SEÑOR.
2 Sin embargo, Dios es muy sabio,
y traerá destrucción.
No dice algo y luego hace lo contrario.
Él se levantará en contra de los que hacen el mal
y en contra de los que los apoyan.
3 Porque los egipcios son sólo seres humanos, no son Dios.
Sus caballos son de carne, no espíritu.
Cuando el SEÑOR extienda su brazo,
el que viene a socorrerlos se tambaleará;
el que los ayudó caerá,
y ambos terminarán destruidos.
4 Esto es lo que el SEÑOR me ha dicho:
«Gruñe el león, el león joven, sobre su presa.
Llaman a un grupo de pastores para que lo espanten.
Pero él no se asusta al oírlos,
ni se inquieta por el ruido que hacen.
De la misma forma, el SEÑOR Todopoderoso
baja a luchar en[d] el monte Sion y sobre su cumbre.
5 Como pájaros revoloteando sobre su nido,
así protegerá el SEÑOR Todopoderoso a Jerusalén.
La protegerá y salvará;
la defenderá y rescatará».
6 Pueblo de Israel, vuelvan a aquel contra quien tanto se rebelaron. 7 Porque ese día ustedes renunciarán a los ídolos de oro y plata que se hicieron con sus manos llenas de pecado.
8 Asiria será derrotada a espada,
pero no por un ser humano.
Será destruida por espada,
pero no por seres humanos.
Huirá de la espada,
pero sus jóvenes serán esclavizados.
9 Su roca[e] desaparecerá debido al pánico,
y sus oficiales desertarán cuando vean la bandera de batalla.
Lo ha decidido el SEÑOR,
que tiene en Sion un fuego,
y un horno en Jerusalén.
Líderes honestos y justos
32 Fíjense[f], un rey deberá reinar con honestidad y lealtad a su pueblo
y sus ministros deben gobernar con justicia.
2 Cada uno será como un refugio contra el viento,
como un lugar seguro contra la tormenta,
como ríos en un sitio seco,
como la sombra de una roca grande en un lugar desértico.
3 Aquellos que pueden ver no cerrarán los ojos.
Aquellos que pueden oír pondrán atención.
4 Los impulsivos aprenderán a pensar antes de actuar.
Los que tartamudean hablarán claro y fluido.
5 Los indignos no serán llamados honorables,
y los perversos no serán considerados gente respetable.
6 Porque los canallas hablan canalladas
y su mente planea maldades,
actúan en mala forma
y hablan falsedades acerca del SEÑOR
para dejar sin alimento al que tiene hambre
y sin qué beber al que tiene sed.
7 Las armas del perverso son perversas.
Prepara planes inicuos para destruir con mentiras al pobre,
aun cuando el necesitado tenga razón.
8 Pero la gente honesta hace planes honestos
y se afirma en ellos.
Advertencia a las mujeres faltas de juicio
9 Levántense y escúchenme,
mujeres descuidadas.
Ustedes que están tan confiadas,
oigan lo que les voy a decir.
10 En poco más de un año,
temblarán de miedo,
ustedes que están tan confiadas.
La cosecha será un fracaso
y producirá nada.
11 Tiemblen ustedes, mujeres descuidadas.
Estremézcanse ustedes,
las que se sienten tan seguras.
Quítense su ropa
y vístanse de luto.
12 Golpéense el pecho de dolor
por lo que les sucedió a los campos
y a los viñedos fértiles;
13 por la tierra de mi pueblo
cubierta de espinos y matorrales;
por las casas alegres de la ciudad festiva.
14 El palacio será abandonado
y la ciudad superpoblada quedará desierta.
La ciudadela[g] y la torre de vigilancia
quedarán convertidas en guarida de animales para siempre.
Los asnos salvajes se sentirán bien allí
y las ovejas irán allí a pacer.
15 Esto sucederá hasta que sea derramado
sobre nosotros el Espíritu de lo alto.
Entonces el desierto se convertirá en tierra de cultivo[h],
y la tierra de cultivo se convertirá en bosque.
16 En todo el país reinará
la justicia y la honestidad.[i]
17 La justicia traerá para siempre
paz y seguridad.
18 Mi pueblo habitará en un hogar pacífico, en viviendas seguras
y en tranquilos lugares de descanso.
19 El bosque será totalmente destruido,
y la ciudad completamente humillada.
20 Qué afortunados son ustedes,
los que siembran al lado de toda quebrada
y dejan sueltos al ganado y a los asnos.
El Señor mostrará su poder
33 Qué mal te irá, destructor que no ha sido nunca destruido,
traidor que no ha sido nunca traicionado.
Cuando hayas terminado de destruir,
tú serás destruido.
Cuando hayas terminado de traicionar,
te traicionarán a ti.
2 SEÑOR, ten compasión de nosotros,
confiamos en ti.
Fortalécenos cada mañana,
sálvanos en tiempos de angustia.
3 Los pueblos huyen al estruendo de tu voz.
Las naciones se dispersan cuando te levantas.
4 Tu botín se amontona como cuando se amontonan los saltamontes;
como langostas se abalanzan sobre él.
5 ¡Gloria al SEÑOR que vive en las alturas!
Él llena a Sion de justicia y bondad.
6 Él te brindará seguridad.
Te enriquecerá con salvación, inteligencia y conocimiento.
Te dará su tesoro: el respeto al SEÑOR.
7 Fíjate cómo gritan los valientes en las calles
y cómo lloran amargamente los negociadores de paz.
8 Las avenidas están desiertas,
nadie viaja por los caminos.
Se rompieron los acuerdos,
rechazaron a los testigos,
a nadie se le tiene respeto.
9 El país entristece y se debilita;
el Líbano se avergüenza y se marchita.
Sarón[j] es como un desierto;
Basán y el Carmelo están pelados.
10 El SEÑOR dice: «Ahora es mi turno de levantarme,
de mostrar mi grandeza y poder.
11 Lo que ustedes planean y ejecutan es paja y basura.
Su aliento es fuego que acabará con ustedes.
12 Las naciones quedarán reducidas a cenizas;
arderán en el fuego como espinos cortados.
13 Ustedes, los que están lejos,
entérense de lo que he hecho.
Y ustedes, los que están cerca,
dense cuenta de mi poder.
14 Los pecadores de Sion están temerosos.
El temor se ha apoderado de los que no respetan a Dios».
Ellos dicen: «¿Quién de nosotros puede vivir
eternamente en fuego consumidor?
¿Quién de nosotros puede vivir
eternamente en una hoguera?»
15 Los que vivan justamente
y hablen de manera honesta;
los que rechacen el dinero obtenido explotando al pueblo;
los que no acepten sobornos;
los que se nieguen a participar en asesinatos
y aparten sus ojos del mal,
16 vivirán seguros.
Se refugiarán en una fortaleza en las rocas;
tendrán alimento
y no les faltará el agua.
17 Tus ojos verán al rey en su esplendor
y contemplarás una tierra que se extiende hasta muy lejos.
18 Reflexionarás acerca del terror:
«¿Dónde está el contador?
¿Dónde está el que comprobaba el peso?
¿Dónde está el que lleva el registro de las torres?»
19 Ya no verás a la gente arrogante,
que hablaba una lengua difícil de entender,
un idioma confuso que tú no entendías.
20 Mira a Sion,
la ciudad de nuestras fiestas religiosas.
Tus ojos verán a Jerusalén, hogar seguro
y carpa que no será removida.
Jamás quitarán sus estacas,
ni le romperán alguna de sus cuerdas.
21 Sino que allí estará el SEÑOR,
majestuoso, a nuestro favor,
como un lugar con ríos y amplias corrientes.
Lugar sin barcos de remos ni naves poderosas.
22 Porque el SEÑOR será nuestro gobernante;
el SEÑOR será nuestro legislador.
El SEÑOR será nuestro Rey;
él nos salvará.
23 Tus cuerdas se desataron.
No pueden sostener el mástil
ni izar las velas.
Se repartirá un buen botín
y hasta el cojo tomará parte en el saqueo.
24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo».
El pueblo que viva allí tendrá perdón de pecados.
Castigo para las naciones
34 Acérquense, naciones, escuchen.
Pueblos, pongan atención.
Que toda la tierra y lo que hay en ella escuchen,
el mundo y todo lo que él produce.
2 El SEÑOR está enojado con todas las naciones
y con todos sus ejércitos.
Los ha condenado a una destrucción total;
los ha entregado a la muerte.
3 Los muertos quedarán tirados;
despedirán mal olor,
y su sangre correrá por las montañas.
4 Los astros en su totalidad se desintegrarán,
y el cielo se enrollará como un pergamino.
Todos los astros se apagarán
como cuando las hojas de una vid
o de una higuera se marchitan y caen.
5 Cuando se haya saciado mi espada en los cielos, bajaré a Edom,
pueblo que he condenado a muerte.
6 El SEÑOR tiene una espada,
está cubierta de sangre,
está cubierta de sebo,
con la sangre de corderos y cabras,
con el sebo de riñones de carneros.
Es que el SEÑOR ofrecerá un sacrificio en Bosra[k],
una gran matanza en la tierra de Edom.
7 Caerán con ellos los toros salvajes,
los terneros junto con los toros.
Su tierra quedará empapada en sangre
y el suelo cubierto de su sebo.
8 Porque el SEÑOR ha determinado el día de su venganza:
un año de arreglar cuentas a favor de Sion.
9 Los ríos de Edom se volverán brea
y el suelo se volverá sulfuro.
Su tierra será como brea ardiente.
10 No se apagará ni de día ni de noche
y echará humo eternamente.
Quedará desolada generación tras generación.
Nadie viajará a través de ella.
11 Los pelícanos y erizos se adueñarán de ella.
Servirá de nicho para los búhos y los cuervos.
El SEÑOR tomará medidas en Edom:
extenderá la cinta del caos
y la plomada de la desolación.[l]
12 Allí los nobles no tendrán nada
a lo que puedan llamar un reino;
todos sus príncipes desaparecerán.
13 Sus fortalezas se llenarán de espinos
y en sus ciudades amuralladas crecerán ortigas y cardos.
Se volverá un refugio de chacales
y un sitio para que vivan los búhos.
14 Servirá de encuentro para los gatos monteses y las hienas.
Allí las cabras salvajes se llamarán unas a otras.
Allí el animal nocturno[m] vivirá
y encontrará descanso.
15 Los búhos anidarán y pondrán sus huevos;
bajo sus alas incubarán y protegerán sus crías.
Allí también se reunirán los buitres,
cada uno con su pareja.
16 Examinen el libro del SEÑOR
y léanlo en voz alta.
Que no se omita nada,
que no se pierda ni un renglón paralelo.
Pues el SEÑOR los pronunció con su boca
y su Espíritu los reunió.
17 Dios tiró los dados para decidirles su suerte,
su mano fue la que les señaló su hábitat.
Lo poseerán para siempre
y vivirán allí de generación en generación.
Dios da ánimo a su pueblo
35 Se alegrarán el desierto
y la tierra seca.
El desierto se pondrá feliz
y brotarán las flores silvestres;
2 contento florecerá,
gritando de alegría.
Se le dará la belleza del Líbano,
el esplendor del Carmelo y de Sarón.
Verán la gloria del SEÑOR,
el esplendor y la majestad de nuestro Dios.
3 Fortalezcan las manos cansadas,
y afirmen las rodillas débiles.
4 Díganles a los temerosos:
«Sean fuertes, no teman,
aquí está su Dios.
Ya viene la compensación,
la retribución de Dios.
Él vendrá a rescatarlos».
5 Entonces los ciegos verán
y los sordos oirán.
6 Los cojos saltarán como venados
y los mudos cantarán de alegría.
Porque brotará agua en la tierra seca
y manantiales en el desierto.
7 La arena ardiente se convertirá en un lago
y la tierra seca en fuentes de aguas.
La guarida de descanso para chacales,
se convertirá en juncos y cañas.
8 Habrá una carretera
que será llamada «El Camino a la Santidad».
No será transitada por gente impura,
sino por aquellos que siguen el camino de la santidad.
Los necios no caminarán por él.
9 Allí no habrá leones,
ni se aparecerán bestias salvajes.
No estarán ahí,
será sólo para que transite la gente que ha sido rescatada.
10 Los rescatados por el SEÑOR volverán
y entrarán cantando a Sion.
Serán felices eternamente.
Vivirán rebosantes de gozo y alegría;
la tristeza y los quejidos se alejarán de ellos.
Invasión de los asirios
(2 R 18:13-37; 2 Cr 32:1-19)
36 Durante el año 14 del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, salió a atacar todas las ciudades fortificadas de Judá y las capturó. 2 El rey de Asiria mandó desde Laquis a su comandante en jefe, junto con un gran ejército, a Jerusalén para atacar al rey Ezequías. Tomó su posición junto al acueducto del estanque superior en el camino que lleva al Campo del Lavandero. 3 Salieron a reunirse con él Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio real, el cronista Sebna y Joa hijo de Asaf, que era el secretario. 4 El comandante en jefe les dijo:
—Díganle a Ezequías que esto es lo que dice el gran rey, el rey de Asiria:
»¿Por qué estás tan confiado? 5 ¿Acaso piensas que la guerra se hace tan solo con palabras? ¿En quién te apoyas para rebelarte contra mí? 6 Mira, tú estás confiando en esa vara astillada que es Egipto. Si uno se apoya en ella, hiere y traspasa la mano. Eso es lo que es el faraón, rey de Egipto, para todos los que se apoyan en él. 7 Si me sales con eso de que “confiamos en el SEÑOR, nuestro Dios”, ¿no es ese el mismo del que Ezequías ordenó quitar los altares y los santuarios de las colinas cuando les dijo a Judá y a Jerusalén: “Ustedes sólo deben adorar frente a este altar”?
8 »Ahora, haz un tratado con mi señor, el rey de Asiria. Te daré 2000 caballos si puedes conseguir jinetes que los monten. 9 ¿No irás a rechazar la oferta de un capitán, así sea uno de los menos importantes de mi señor y ponerte a confiar en el rey de Egipto para que te dé carros de combate y caballos? 10 Mira, ¿crees que vine a destruir este país sin la ayuda del SEÑOR? Pues el mismo SEÑOR fue el que me dijo: “Sube y destruye ese país”.
11 Entonces, Eliaquín, Sebna y Joa le dijeron al comandante en jefe asirio:
—Por favor, háblanos en arameo, pues nosotros tus siervos entendemos ese idioma. No nos hables en el idioma de Judá porque nos escuchará la gente que está sobre la muralla.
12 Pero el comandante en jefe dijo:
—¿Acaso mi señor me mandó a hablarles sólo a su señor y a ustedes? ¿No me mandó él a decirle a la gente que está sentada en la muralla y a ustedes, que se tendrán que comer sus propios excrementos y beber su propia orina[n]?
13 Luego se puso en pie y gritó fuerte en el lenguaje de Judá:
—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria. 14 Esto es lo que él dice:
»No se dejen engañar por Ezequías, porque él no los podrá librar. 15 No permitan que Ezequías los haga confiar en el SEÑOR, diciendo: “Seguro que el SEÑOR nos librará, no dejará que esta ciudad caiga en manos del rey de Asiria”.
16 »No oigan a Ezequías, porque esto es lo que dice el rey de Asiria: “Hagan un tratado de paz conmigo y ríndanse, y permitiré que cada uno de ustedes se alimente de su propia vid y de su propia higuera, y que beba de su propio pozo. 17 Eso será hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, un país con grano, vino, pan y viñedos”.
18 »Cuídense de no dejarse convencer por Ezequías con eso de que “el SEÑOR nos rescatará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las otras naciones ha librado a su pueblo de las manos del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad?[o] ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin[p]? ¿Libraron a Samaria de caer en mis manos? 20 ¿Cuál de los dioses de esas naciones las ha librado de caer en mis manos? ¿Cómo pues podrá el SEÑOR librar a Jerusalén de mí?
21 Pero el pueblo permaneció en silencio y no le contestó nada, porque el rey había dado orden de no contestarle nada.
22 Entonces, Eliaquín hijo de Jilquías, que estaba a cargo de la administración del palacio, Sebna el escriba, y el cronista Joa hijo de Asaf, fueron a donde estaba Ezequías con su ropa rasgada en señal de aflicción y le contaron todo lo que el comandante en jefe había dicho.
El Señor libra a Jerusalén
(2 R 19:1-37; 2 Cr 32:20-23)
37 Cuando el rey Ezequías escuchó esto, rasgó su ropa, y se vistió de luto y se fue al templo del SEÑOR. 2 Envió a Eliaquín, el encargado de la administración del palacio; a Sebna, el escriba; a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz. 3 Ellos le dijeron al profeta:
—Esto es lo que ha dicho Ezequías: “Este es día de tristeza, castigo y desgracia, como cuando las mujeres están a punto de dar a luz, pero no tienen suficiente fuerza para hacerlo. 4 Que el SEÑOR tu Dios haya oído las palabras del comandante en jefe que envió el rey de Asiria con que insultó al Dios vivo, y que lo castigue por haber dicho esas palabras que el SEÑOR escuchó. Así que eleva una oración por el pueblo que ha sobrevivido”.
5 Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6 este les dijo:
—Esto es lo que van a decirle a su señor: El SEÑOR dice: “No tengas miedo de las palabras que has oído, los insultos que dijeron contra mí los siervos del rey de Asiria. 7 Mira, yo mismo voy a colocar un espíritu en él. Oirá un informe y se volverá a su país. Allí mismo, en su propio país, haré que lo hieran a espada y muera”.
8 El comandante en jefe se retiró y supo que el rey de Asiria se había ido de Laquis y estaba luchando contra Libná. 9 Entonces el rey de Asiria recibió la noticia de que el rey Tiracá[q], de Etiopía, había salido para luchar contra él. Una vez sabido esto, el rey de Asiria envió mensajeros a Ezequías con este mensaje:
10 «Esto es lo que le dirán al rey Ezequías de Judá: “No dejes que el Dios en quien confías te engañe diciendo: Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. 11 Mira, tú conoces lo que los reyes de Asiria les han hecho a otros países, destruyéndolos por completo. ¿Y tú crees que te vas a salvar? 12 ¿Pudieron salvarlas los dioses de las naciones a las que mis antepasados destruyeron? Naciones como Gozán, Jarán, Résef y el pueblo de Edén[r] que vivía en Telasar. 13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, Arfad, el de la ciudad de Sefarvayin, de Hená y de Ivá?”»
Oración de Ezequías
14 Ezequías recibió las cartas de mano de los mensajeros y las leyó. Luego subió al templo del SEÑOR y extendió las cartas delante del SEÑOR. 15 Después Ezequías oró al SEÑOR así: 16 «SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel, el que está sentado en su trono entre querubines, tú eres el único Dios de todas las naciones de la tierra. Tú creaste los cielos y la tierra. 17 SEÑOR, presta atención, escucha. SEÑOR, abre tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib envió para insultar al Dios vivo. 18 Es muy cierto, SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido todas las naciones y sus territorios, 19 han tirado sus dioses al fuego, aunque en realidad no eran dioses, sino producto de los seres humanos; eran de madera y piedra, y por eso fueron destruidos. 20 Ahora Dios, SEÑOR nuestro, sálvanos de caer en manos de ese rey, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, SEÑOR, eres el único Dios».
21 Entonces Isaías hijo de Amoz le envió este mensaje a Ezequías: «El SEÑOR, Dios de Israel, dice: “Te he escuchado[s] acerca de lo que me pediste en cuanto a Senaquerib rey de Asiria. 22 Este es el mensaje del SEÑOR en cuanto a Senaquerib:
»”La virgen hija de Sion
te desprecia, se burla de ti.
A tus espaldas la hija virgen de Jerusalén
mueve la cabeza burlándose de ti.
23 ¿A quién insultaste y de quién te reíste?
¿Contra quién hablaste?
¡Hablaste en contra del Santo de Israel!
Actuaste como si fueras mejor que él.
24 Mandaste a tus siervos para insultar al Señor.
Dijiste: ‘Vine con muchos carros de combate a los montes altos.
Vine desde las profundidades del Líbano
y las cumbres altas de las montañas del Líbano.
Corté los cedros más altos
y los mejores cipreses del Líbano.
Llegué hasta sus cumbres más remotas
y sus bosques más densos.
25 Cavé pozos
y bebí agua en territorios extranjeros.[t]
Con las plantas de mis pies
sequé todos los ríos de Egipto’.
26 »”Pero, ¿nunca te enteraste?
Yo tengo planeado esto desde hace tiempo.
Lo que está pasando ahora,
yo lo preparé desde la antigüedad:
Que tú destruyeras ciudades fortificadas
y las convirtieras en un montón de ruinas.
27 Sus habitantes, que ya están sin fuerza y sin esperanzas,
están avergonzados.
Aunque hoy parecen estar vivos,
el viento del oriente los secará[u]
como plantas del campo, como plantitas
y pasto que crece en el tejado.
28 Sé cuando te levantas y cuando te sientas;
cuando sales y cuando entras.
Sé cuánto te has enfurecido contra mí.
29 Debido a lo furioso que estás contra mí
y a que he escuchado tus palabras arrogantes,
voy a ponerte una argolla en la nariz,
un freno en la boca,
y haré que regreses por el mismo camino
por donde viniste.
30 »”Esta será la señal que probará que este mensaje es verdadero:
»”Este año comerán lo que crece por sí solo en el campo,
el segundo año lo que crezca de ahí,
y el tercer año sembrarán y cosecharán,
plantarán viñedos y comerán de su fruto.
31 Los sobrevivientes de la tribu de Judá
echarán raíces abajo y darán fruto arriba.
32 Porque un resto de mi gente quedará vivo
y saldrá de Jerusalén;
y los sobrevivientes saldrán del monte Sion.
El celo del SEÑOR Todopoderoso hará que así suceda.
33 »”Esto dice el SEÑOR Todopoderoso acerca del rey de Asiria:
»”Él no entrará a esta ciudad
y no disparará aquí una sola flecha.
No usará un solo escudo,
ni construirá rampas contra ella.
34 Volverá por el mismo camino por el que vino;
no ocupará la ciudad.
El SEÑOR lo ha decidido así.
35 Yo protegeré esta ciudad y la salvaré.
Lo haré por mí mismo y por mi siervo David”».
36 Entonces el ángel del SEÑOR fue al campamento asirio y mató a 185 000 soldados. Cuando la gente se levantó al otro día, estaban allí todos los cuerpos de los muertos. 37 Entonces el rey Senaquerib de Asiria se retiró, volvió a casa y permaneció en Nínive. 38 Un día, mientras estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, fue asesinado a espada por sus hijos Adramélec y Sarézer. Ellos escaparon al país de Ararat[v]. Su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.
Ezequías se enferma
(2 R 20:1-11; 2 Cr 32:24-26)
38 En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a ver a Ezequías y le dijo:
—El SEÑOR dice: “Pon tus asuntos en orden, porque vas a morir; no vas a sanar”.
2 Ezequías se dio vuelta con la cara hacia la pared y oró así al SEÑOR: 3 «SEÑOR, recuerda que yo siempre te he servido de todo corazón y he hecho lo que te agradaba». Y Ezequías lloró amargamente. 4 Isaías recibió este mensaje del SEÑOR: 5 «Ve y dile a Ezequías: “Esto dice el SEÑOR, el Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He añadido 15 años a tu vida. 6 Te salvaré a ti y a esta ciudad del poder del rey de Asiria y defenderé esta ciudad. 7 Esta será la señal del SEÑOR que el SEÑOR hará para ti, para que te des cuenta de que él hará lo que te dice: 8 Fíjate, voy a hacer que la sombra del sol en el reloj de sol de Acaz retroceda diez escalones[w]”». Y el sol retrocedió diez escalones que ya había recorrido. 9 Este es el salmo que el rey Ezequías compuso cuando sanó de su enfermedad:
10 «Yo pensé: “Debo irme en la mejor edad,
estoy destinado a pasar el resto de mis años en el lugar de los muertos”.
11 Me dije: “No voy a ver al SEÑOR
en el mundo de los vivos,
no voy a volver a ver a ninguno
de los que viven en este mundo.
12 Me quitan la vida,
levantan mi habitación como carpa de pastor.
Como hace un tejedor, enrollé mi vida,
pero él me corta del hilo del tejido.
Acabaste conmigo de la noche a la mañana”.
13 »Yo pedí ayuda toda la noche.
Él quebrantó todos mis huesos como hace un león.
Acabaste conmigo de la noche a la mañana.
14 Gorjeo como golondrina, como grulla.
Gimo como una paloma.
Mis ojos se cansan de mirar hacia arriba.
Dios mío, estoy muy mal, ayúdame.
15 ¿Qué puedo decirle si él me lo dijo,
él es quien me ha hecho esto?
Caminaré despacio todos los días de mi vida
por la amargura de mi corazón.
16 »Señor, por todo esto es que la gente vive
y en todo esto mi espíritu se siente revivir.
¡Dame salud y hazme vivir!
17 Mira, tuve tal angustia,
pero fue por mi bien.
Tú salvaste mi vida del sepulcro,
porque perdonaste todos mis pecados.
18 En el lugar de los muertos no se te puede agradecer;
los muertos no te pueden alabar.
Los que van al sepulcro
no pueden confiar en tu fidelidad.
19 Son los que están vivos, los que tienen vida,
quienes pueden darte gracias,
como yo lo hago hoy.
Los padres enseñan a sus hijos
acerca de tu fidelidad.
20 El SEÑOR me salva,
así que todos los días de nuestra vida
tocaremos instrumentos de cuerda
en el templo del SEÑOR».
21 Ahora bien, Isaías había dicho:
—Hagan una crema de higos, aplíquensela en la llaga y él se recuperará.
22 Ezequías también había dicho:
—¿Qué señal tendré de que podré subir al templo del SEÑOR?[x]
Ezequías y los enviados de Babilonia
(2 R 20:12-19; 2 Cr 32:27-31)
39 En esos días, el rey Merodac Baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, había oído que Ezequías estaba enfermo y se había recuperado. Entonces, envió mensajeros con cartas y regalos a 2 Ezequías, quien los recibió gustoso y les mostró sus tesoros: el oro y la plata, las especias, el aceite fino, su arsenal y todo lo que había en la tesorería real. No hubo nada que no les mostrara en su palacio y en todo el reino. 3 Entonces vino el profeta Isaías a Ezequías y le dijo:
—¿Qué dijeron estos hombres y de dónde vinieron?
Ezequías le respondió:
—Ellos vinieron de muy lejos, de Babilonia.
Luego Isaías le dijo:
4 —¿Qué vieron ellos del palacio?
Ezequías le dijo:
—Ellos vieron todo lo que hay en el palacio y en los depósitos. No dejé nada sin mostrarles.
5 Entonces Isaías le dijo a Ezequías:
—Oye el mensaje del SEÑOR Todopoderoso: 6 “Llegará el día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio y todo lo que tus antepasados guardaron hasta el día de hoy. No dejarán nada, dice el SEÑOR. 7 Se llevarán incluso hasta a algunos de tus descendientes los castrarán y los pondrán de funcionarios[y] en el palacio del rey de Babilonia”.
8 Ezequías le dijo a Isaías:
—El mensaje que me trajiste de parte del SEÑOR es bueno.
Dijo esto porque pensó: «Por lo menos en mis días habrá paz y seguridad».
Dios consuela a su pueblo
40 Su Dios dice:
«Consuelen, consuelen a mi pueblo.
2 Háblenle cariñosamente a Jerusalén
y díganle que su esclavitud ha terminado,
que ha cumplido su castigo.
El SEÑOR le dio doble castigo
por todos sus pecados».
3 Una voz grita:
«¡Preparen un camino para el SEÑOR en el desierto!
Háganle a nuestro Dios un camino recto en el desierto.
4 Que todo valle sea rellenado,
y toda montaña y colina sea allanada.
Que el terreno quebrado se convierta en planicie
y el terreno disparejo en una llanura.
5 Luego se revelará la gloria del SEÑOR
y todos los seres humanos juntos la verán.
Es porque el SEÑOR mismo lo ha decidido».
6 Una voz dice: «¡Grita!»,
y yo pregunto[z]: «¿Por qué he de gritar?»
Todos los seres humanos son como hierba
y toda su lealtad como flor del campo.
7 La hierba se seca,
la flor se marchita y se cae
cuando el SEÑOR sopla sobre ella.
De verdad la gente es como la hierba.
8 La hierba se seca,
la flor se marchita y se cae,
pero la palabra de nuestro Dios
vivirá para siempre.
9 Sube a una montaña alta, Sion,
mensajera de buenas noticias.
Alza con fuerza tu voz, Jerusalén,
mensajera de buenas noticias.
Grita, no tengas miedo.
Diles a las ciudades de Judá:
«Aquí está tu Dios».
10 Mira, el Señor DIOS viene con poder
y su brazo gobierna.
Fíjense, lleva consigo su premio
y su recompensa está ante él.
11 Como un pastor, él cuidará su rebaño.
Con su brazo reunirá los corderos,
los llevará junto a su pecho
y llevará a descansar a las ovejas recién paridas.
12 ¿Quién ha medido las aguas del mar en la palma de su mano?
¿Quién ha medido con sus manos la dimensión de los cielos?
¿Quién metió el polvo de toda la tierra en un recipiente para medir?
¿Quién pesó las montañas y los montes en una balanza?
13 ¿Quién puede decir que ha entendido el pensamiento del SEÑOR?
¿Quién le ha servido de consejero a Dios?
14 ¿A quién le ha pedido información
y quién le ha enseñado justicia?
¿Quién le enseñó ciencia
y le mostró cómo ser inteligente?
15 Mira, ante él las naciones son
como una gota de agua en un balde,
las considera como polvo en la balanza.
Fíjate, él levanta las islas
como si se tratara de fino polvillo.
16 El Líbano no da suficiente leña
como para mantener el fuego de su altar,
ni animales suficientes
para las ofrendas que se queman.
17 Todas las naciones son como nada ante él,
para él son menos que nada y sin valor.
18 ¿Con quién compararán a Dios?
¿A qué imagen se les parece?
19 Al ídolo lo moldeó un escultor,
y un joyero lo recubrió de oro
y le puso cadenas de plata.
20 El que es muy pobre para tal ofrenda,
escogerá madera que no se pudra.
Buscará a un artesano diestro
que le haga una imagen que no se caiga.
21 ¿No lo saben?
¿Es que no han oído?
¿No se lo contaron desde el principio?
¿No lo han entendido desde la creación del mundo?
22 El Señor está sentado sobre la bóveda de la tierra,
y sus habitantes se ven como saltamontes.
Él extiende los cielos como un velo
y los despliega como una carpa de vivienda.
23 Reduce a nada a los gobernantes,
y hace que los líderes del mundo no sean nada.
24 Apenas están recién sembrados,
acaban de ser plantados,
empiezan hasta ahora a echar raíces,
cuando él sopla sobre ellos y los seca
y el viento de la tormenta se los lleva como paja.
25 El Santo Dios dice: «¿Con quién me van a comparar?
¿Quién es como yo?»
26 Levanten sus ojos y miren hacia arriba,
¿Quién creó todo eso?
El que hace salir su ejército de estrellas
una por una y a todas llama por su nombre.
Porque nada escapa a su gran fuerza y poder.
27 Jacob, ¿por qué te quejas?
Israel, ¿por qué dices:
«Mi camino está escondido del SEÑOR
y mi Dios ignora mi causa»?
28 ¿Es que no lo sabes?
¿Nunca lo has oído?
El SEÑOR es el Dios eterno,
el Creador de todo el mundo.
Nunca se cansa ni se fatiga.
Nadie puede entender completamente la sabiduría de Dios.
29 Él da fuerzas al cansado
y poder al indefenso.
30 Los jóvenes se cansan y fatigan;
los muchachos quedan exhaustos y caen.
31 Pero los que tienen su esperanza puesta en el SEÑOR renovarán sus fuerzas.
Les crecerán[aa] alas como a las águilas;
correrán sin fatigarse,
caminarán sin cansarse.
El Señor es el Dios Eterno
41 Guarden silencio ante mí, países lejanos.
Que las naciones se hagan fuertes.
Que vengan y presenten su caso,
reunámonos para el juicio.
2 ¿Quién despertó desde el oriente
a aquel que sale victorioso en todas partes?
El SEÑOR puso en sus manos las naciones,
y los reyes se rinden ante él.
Con su espada los convierte en polvo,
y con su arco los dispersa como la paja.
3 Los persigue y nunca sale herido,
sus pies no tocan el suelo.
4 ¿Quién ha hecho esto
y permite que esto suceda?
El que desde el principio controla la historia.
Yo, el SEÑOR, estoy presente de principio a fin.
5 Las costas e islas son testigos de mi poder
y tienen miedo.
Los sitios remotos de la tierra tiemblan de miedo.
Ya se acercan, llegaron.
6 Se ayudan unos a otros
y se dicen «¡ánimo!»
7 El artesano anima al orfebre;
y el que deja maleable el metal
con el martillo anima al escultor,
diciéndole: «La soldadura está lista»;
y con clavos fija bien el ídolo
para que no se caiga.
8 «Pero tú eres Israel, mi siervo;
Jacob, mi elegido;
descendiente de Abraham, amigo mío.
9 Te tomé de lo más remoto de la tierra,
te llamé de los rincones más lejanos,
y te dije: “Tú eres mi siervo,
te elegí y no te hice a un lado”.
10 No temas, estoy contigo.
Yo soy tu Dios, no tengas miedo.
Te fortaleceré, sí, te ayudaré.
Te salvaré con mi mano victoriosa.
11 »Mira, todos los que están furiosos contigo
serán avergonzados y caerán en desgracia.
Los que se oponen a ti
quedarán en nada y perecerán.
12 Buscarás a todos los que se te enfrentaron,
pero no los hallarás.
Los que te hicieron la guerra,
quedarán en nada.
13 Porque yo, el SEÑOR tu Dios,
te tomo de la mano.
Yo soy el que te dice:
“Te ayudaré, no tengas miedo”.
14 »No temas, gusanito Jacob, oruguita Israel.
El SEÑOR dice: “Yo mismo te ayudaré”.
El Santo Dios de Israel te salvará.
15 Fíjate, te convertiré en una trilladora
nueva y con muchos dientes.
Trillarás los montes, los aplastarás
y harás que las colinas queden hechas paja.
16 Las tirarás y el viento se las llevará lejos.
La tormenta las dispersará.
Entonces, te alegrarás en el SEÑOR
y te sentirás orgulloso del Santo Dios de Israel.
17 »El pobre y el necesitado buscan agua y no hay.
Su lengua está reseca de la sed.
Pero yo, el SEÑOR, les ayudaré;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré que broten ríos de las cumbres desiertas
y manantiales en medio de los valles.
Convertiré el desierto en una laguna
y el campo seco en manantiales.
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