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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 23:16-35:15

16 Entonces Joyadá hizo un pacto entre él mismo, el rey y todo el pueblo, en el que se comprometían a ser el pueblo del SEÑOR. 17 Luego todo el pueblo fue al templo de Baal, y destruyeron la estatua de Baal y sus altares. Los rompieron en muchos pedazos y mataron a Matán, el sacerdote de Baal, delante de uno de los altares.

18 Entonces el sacerdote Joyadá puso personal a cargo del mantenimiento del templo del SEÑOR. Estaban bajo las órdenes de los sacerdotes y de los levitas que David había organizado para servir por turnos en el templo del SEÑOR. Ofrecían los sacrificios que deben quemarse completamente al SEÑOR, tal como está escrito en la ley de Moisés. Lo hacían con mucha alegría y cantando, tal como mandó David. 19 Joyadá también designó a los porteros del templo del SEÑOR para que nadie que estuviera impuro entrara en él.

20 El sacerdote condujo al pueblo desde el templo del SEÑOR hasta la residencia del rey a través de la puerta superior. Los capitanes, los nobles y los capitanes del pueblo iban junto al rey, y el resto de la gente los seguía. Allí hicieron sentar al rey Joás en el trono. 21 Todo el pueblo estuvo contento y la ciudad quedó en paz después de que Atalía fue ejecutada a espada.

Joás reconstruye el templo

(2 R 12:1-21)

24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y gobernó 40 años en Jerusalén. La mamá de Joás era Sibia de Berseba. Durante toda la vida del sacerdote Joyadá, Joás hizo lo que le agradaba al SEÑOR. Joyadá le consiguió dos mujeres y tuvo hijos e hijas con ellas.

Algún tiempo después, Joás decidió reparar el templo del SEÑOR. Reunió a los sacerdotes y a los levitas y les dijo: «Vayan a las ciudades de Judá y recojan de todos los israelitas el dinero necesario para reparar cada año el templo de Dios. Háganlo de inmediato». Pero los levitas tardaban en hacerlo, así que Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo: «¿Por qué no has hecho que los levitas vayan por Judá y Jerusalén y recojan la contribución que Moisés, siervo del SEÑOR, impuso sobre la congregación de Israel para la carpa del pacto?»

Es que la perversa Atalía y sus hijos habían entrado al templo de Dios y habían quitado todos los artículos sagrados del templo del SEÑOR para usarlos en la adoración de Baal.

Entonces el rey mandó hacer un cofre y lo hizo colocar afuera, junto a la puerta del templo del SEÑOR. Luego hizo anunciar por todo Judá y Jerusalén que hicieran llegar al SEÑOR la contribución que Moisés, siervo de Dios, había ordenado a los israelitas en el desierto. 10 Todos los jefes y el pueblo llevaron con gusto sus contribuciones y las depositaron en el cofre hasta llenarlo. 11 Los levitas hacían llegar el cofre a los funcionarios del rey para que los examinaran. Cuando veían que había mucho dinero, venían el cronista del rey y un funcionario nombrado por el sumo sacerdote y desocupaban el cofre y lo volvían a colocar en su sitio. Esto lo hacían a diario y de esa manera recogieron mucho dinero. 12 Joás y Joyadá daban entonces el dinero a los que dirigían las obras en el templo del SEÑOR, quienes contrataban a los canteros y carpinteros para reparar el templo del SEÑOR. Además contrataban a los que trabajaban con el bronce y el hierro para reparar el templo del SEÑOR.

13 Los que dirigían las obras cumplieron bien su trabajo y lo hicieron de tal manera que el templo quedó reparado conforme a los planos originales y en muy buen estado. 14 Cuando terminaron, le llevaron al rey y a Joyadá el dinero que sobró. Con ese dinero ellos mandaron hacer utensilios para el servicio del templo del SEÑOR, tanto para el culto como para los sacrificios que deben quemarse completamente, y cucharones y otros artículos de oro y plata.

Mientras vivió Joyadá, se ofrecieron continuamente en el templo del SEÑOR los sacrificios que deben quemarse completamente. 15 Joyadá envejeció y murió muy anciano, a los 130 años. 16 Lo sepultaron en la Ciudad de David con los reyes porque había servido bien a Israel, a Dios y al templo.

17 Después de la muerte de Joyadá, los jefes de Judá fueron a presentarse ante el rey y le rindieron homenaje. Él se dejó aconsejar por ellos, 18 y entonces abandonaron el templo del SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se pusieron a adorar las imágenes de Aserá y de otros ídolos. Por causa de ese pecado, Dios se enojó mucho con Judá y con Jerusalén. 19 Entonces el SEÑOR les mandó profetas para que volvieran a él, pero no quisieron escucharlos.

20 El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá. Él se puso de pie ante la gente en un lugar elevado y dijo: «Así dice Dios: “¿Por qué desobedecen los mandatos del SEÑOR? Así ustedes no prosperarán. Como han abandonado al SEÑOR, él también los va a abandonar a ustedes”».

21 Pero ellos hicieron planes para matar a Zacarías y lo mataron a pedradas por orden del rey en el patio del templo del SEÑOR. 22 Joás olvidó la fidelidad que Joyadá le había demostrado y mató a Zacarías hijo de Joyadá, quien mientras moría dijo: «¡Que el SEÑOR vea esto y haga justicia!»

23 Al cabo de un año el ejército sirio invadió a Judá y Jerusalén. Mataron a los principales del pueblo y enviaron todo el botín al rey de Damasco. 24 Los sirios habían llegado con un pequeño ejército, pero el SEÑOR les dio la victoria sobre el ejército de Joás, que era muy numeroso. Eso sucedió así porque habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus antepasados. Este fue el castigo bien merecido que sufrió Joás. 25 Los sirios se retiraron y dejaron a Joás gravemente herido. Los funcionarios de Joás conspiraron contra él y lo mataron en su propia cama por lo que le había hecho al hijo del sacerdote Joyadá. Después lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en el panteón real.

26 Los que realizaron el complot contra Joás fueron Zabad hijo de Simat el amonita, y Jozabad hijo de Simrit el moabita. 27 En cuanto a lo que respecta a los hijos de Joás, las profecías famosas pronunciadas en su contra, y la restauración del templo de Dios, todo está escrito en El comentario del libro de los reyes. Su hijo Amasías reinó en su lugar.

Amasías, rey de Judá

(2 R 14:1-22)

25 Amasías tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó 29 años en Jerusalén. La mamá de Amasías era Joadán de Jerusalén. Amasías hizo lo que le agradaba al SEÑOR, aunque no de todo corazón. Cuando Amasías afirmó el control de su reino, mató a los oficiales que mataron a su papá. (A)Pero no destruyó a los hijos de los que asesinaron a su papá, siguiendo así la enseñanza del libro de la ley de Moisés. El SEÑOR dio el mandato en la ley de Moisés: «Los padres no deben ser ejecutados por algo que hicieron sus hijos, y los hijos no deben ser ejecutados por algo que hicieron sus padres. Cada uno debe ser ejecutado sólo por su propio pecado».[a]

Amasías reunió a los de Judá y los reorganizó según sus familias con jefes de 1000 y de 100 soldados. Luego hizo un censo de todos los hombres mayores de 20 años que dio como resultado que Judá y Benjamín tenían 300 000 hombres aptos para la guerra, capaces de manejar lanza y escudo. Amasías contrató también a 100 000 soldados valientes de Israel por 3300 kilos[b] de plata. Pero un hombre de Dios fue y le dijo:

—Su Majestad, no deje que el ejército de Israel vaya con usted porque el SEÑOR no está con Israel, ni con esa gente de Efraín. Ahora bien, si decide ir así, hágalo, esfuércese para la pelea, pero Dios le hará caer en frente de sus enemigos, porque Dios es quien ayuda o hace caer en la batalla.

Entonces Amasías le preguntó al hombre de Dios:

—Pero entonces, ¿cómo recupero los 3300 kilos de plata que le pagué al ejército de Israel?

Y el hombre de Dios le respondió:

—El SEÑOR tiene y le puede dar mucho más.

10 Amasías entonces separó sus tropas de las de Efraín e hizo regresar a estas últimas a sus casas. Los de Efraín se enfurecieron muchísimo con Judá y volvieron muy enojados a sus casas.

11 Amasías se armó de valor y llevó a su ejército hasta el valle de Sal en Edom y mató a 10 000 hombres de Seír[c]. 12 Los de Judá también capturaron a otros 10 000 hombres y los llevaron a la cima de un monte rocoso desde donde los tiraron por el precipicio. Todos murieron destrozados contra las rocas.

13 Mientras tanto, las tropas de los israelitas que Amasías había hecho regresar a sus casas y no había llevado con él a la guerra, comenzaron a saquear las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet Jorón, mataron a 3000 personas y se llevaron mucho botín.

14 Después de que Amasías volvió de derrotar a los edomitas, se trajo los dioses de ellos y los adoptó como sus dioses, los adoró y les quemó incienso. 15 El SEÑOR se enojó muchísimo con él y le mandó un profeta que le dijo:

—¿Por qué sigues a los dioses de una nación a la que ellos mismos no pudieron librar de tus manos?

16 Pero el rey lo interrumpió y le dijo:

—¿Quién te nombró consejero real? Deja de fastidiar si no quieres que te maten.

El profeta dejó de insistir, pero dijo:

—Yo sé que Dios ha decidido destruirte porque has hecho eso y no seguiste mi consejo.

17 Entonces Amasías, rey de Judá, pidió consejo y mandó mensajeros a Joás, rey de Israel, que era hijo de Joacaz y nieto de Jehú. En el mensaje lo retaba a enfrentarse con él. 18 Joás, rey de Israel, le mandó esta respuesta a Amasías, rey de Judá: «En el Líbano el cardo le mandó este mensaje al cedro: “Entrega a tu hija para que se case con mi hijo”, pero pasó un animal salvaje y aplastó al cardo. 19 Tú estás muy orgulloso de haber derrotado a los edomitas, pero mejor quédate en casa y no te metas en problemas. ¿Para qué buscarse problemas y caer no sólo tú sino Judá contigo?»

20 Amasías no le hizo caso, porque Dios lo había decidido así, ya que su propósito era entregarlo a Israel por haber seguido a los dioses de Edom. 21 Entonces Joás, rey de Israel, fue a Bet Semes para enfrentarse militarmente con Amasías, rey de Judá. 22 Israel derrotó a Judá y los hombres de Judá huyeron a sus casas. 23 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, apresó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Joás capturó a Amasías y a Jerusalén. Hizo abrir una brecha de 180 metros[d] en el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 24 Entonces Joás se llevó todo el oro, la plata y los objetos del templo de Dios que estaban al cuidado de Obed Edom. Se llevó también los tesoros que estaban en la casa del rey e hizo prisioneros y se los llevó a Samaria.

25 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió 15 años después de la muerte de Joás rey de Israel, hijo de Joacaz. 26 El resto de los hechos de Amasías, de principio a fin, está escrito en El libro los reyes de Judá y de Israel. 27 Desde el momento en que Amasías dejó de seguir al SEÑOR, se organizó un complot contra él en Jerusalén pero aunque escapó a Laquis, fueron hasta allá y lo mataron. 28 Llevaron el cuerpo en caballos y lo sepultaron junto a sus antepasados en la Ciudad de David.

Uzías, rey de Judá

(2 R 14:21-22; 15:1-7)

26 Todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, quien tenía 16 años de edad, y lo hicieron rey en lugar de su papá Amasías. Después de que Amasías murió y fue sepultado con sus antepasados, Uzías reconstruyó Elat y la recuperó para Judá.

Uzías tenía 16 años cuando comenzó a reinar, y gobernó por 52 años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Jecolías, de Jerusalén. Uzías hizo lo que agradaba al SEÑOR, tal como hizo su papá Amasías. Mientras vivió Zacarías, un hombre entendido que le enseñó a seguir y respetar a Dios, Uzías siguió a Dios. Mientras siguió al SEÑOR, Dios hizo que le fuera bien.

Uzías atacó a los filisteos y derribó las murallas de Gat, Jabnia y Asdod. También construyó ciudades en la región de Asdod en territorio filisteo. Dios lo ayudó en su lucha contra los filisteos, contra los árabes que viven en Gur Baal y contra los meunitas. Los amonitas le pagaban tributo, y Uzías se hizo tan poderoso que su fama llegó hasta la frontera de Egipto.

Uzías también construyó torres en Jerusalén en la puerta de la Esquina, la puerta del Valle y en el ángulo de la muralla, y las fortificó. 10 Construyó también torres en el desierto y abrió muchos pozos porque tenía mucho ganado en la llanura y en la meseta. Tenía también hombres trabajando en campos y viñedos que poseía en la región montañosa y en los valles, pues era aficionado a la agricultura.

11 Uzías tenía un ejército entrenado para la guerra, que salía a la batalla organizado en divisiones militares, de acuerdo con la lista hecha por el cronista Jeyel y el oficial Maseías, bajo el mando de Jananías, uno de los generales del rey. 12 El total de los jefes de familia era 2600. 13 Bajo su mando tenían un ejército de 307 500 soldados que ayudaban al rey en su lucha contra el enemigo. 14 Uzías equipó su ejército con escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y hondas. 15 También le dio al ejército máquinas de guerra inventadas por hombres inteligentes. Las instaló en las torres y en las esquinas de la muralla. Esas máquinas de guerra lanzaban flechas y grandes piedras. La fama de Uzías llegó hasta el exterior, pues Dios le ayudó tanto que llegó a ser muy poderoso.

16 Pero cuando se fortaleció, se volvió tan arrogante que hizo algo que mostró su infidelidad al SEÑOR: entró al templo del SEÑOR y quemó incienso en el altar de incienso. 17 El sacerdote Azarías entró detrás de él junto con 80 valientes sacerdotes del SEÑOR. 18 Ellos se enfrentaron al rey Uzías y le dijeron: «No es correcto que Su Majestad ofrezca incienso al SEÑOR. Esa función corresponde a los sacerdotes descendientes de Aarón. Ellos son los que están consagrados para hacerlo. Salga ahora mismo del santuario porque está cometiendo una infidelidad al Señor, y no va a recibir honra del SEÑOR Dios por hacer esto».

19 Uzías, con el incensario en la mano, listo para ofrecer incienso, se puso furioso con los sacerdotes. En ese preciso instante, delante de los sacerdotes en el templo del SEÑOR y estando junto al altar de incienso, le brotó lepra en la frente. 20 Al ver esto el sacerdote Azarías y los otros sacerdotes, lo miraron, se dieron cuenta que le había salido lepra en la frente y lo sacaron apresuradamente. Incluso él mismo quería salir rápidamente, pues el SEÑOR lo había castigado. 21 Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte y tuvo que vivir aislado en una casa. Se le prohibió entrar al templo del SEÑOR. Su hijo Jotán se hizo cargo del palacio real y asumió el gobierno del país.

22 El resto de los hechos de Uzías, de principio a fin, los escribió el profeta Isaías hijo de Amoz. 23 Uzías murió y fue sepultado junto a sus antepasados en un campo cercano al panteón real porque tuvieron en cuenta que era leproso. Entonces su hijo Jotán reinó en su lugar.

Jotán, rey de Judá

(2 R 15:32-38)

27 Jotán tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Jerusa hija de Sadoc. Jotán hizo lo que le agradaba al SEÑOR, tal como hizo su papá Uzías, con la excepción de que no entró al templo del SEÑOR. Sin embargo, el pueblo continuó con sus prácticas perversas. Jotán construyó la puerta superior del templo del SEÑOR. También hizo muchas obras en la muralla de Ofel. Construyó ciudades en la región montañosa de Judá y fortalezas y torres en los bosques. Jotán estuvo en guerra contra el rey de los amonitas y lo derrotó. Durante tres años le pagaron un tributo de 3300 kilos[e] de plata, 1000 toneladas[f] de trigo y 1000 toneladas de cebada.

Jotán se hizo poderoso porque tomó la firme decisión de seguir al SEÑOR su Dios. El resto de los hechos de Jotán, todas sus guerras y su manera de vivir, está escrito en El libro de los reyes de Israel y de Judá. Tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. Jotán murió, lo sepultaron en la Ciudad de David, y su hijo Acaz reinó en su lugar.

Acaz, rey de Judá

(2 R 16:1-20)

28 Acaz tenía 20 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. Él no fue como su antepasado David, pues no hizo lo que le agradaba al SEÑOR. Siguió el ejemplo de los reyes de Israel y llegó hasta el extremo de hacer imágenes de los baales, quemar incienso en el valle de Ben Hinón y sacrificar a sus hijos en el fuego[g]; copiando los pecados terribles de las naciones que el SEÑOR expulsó del país cuando vinieron los israelitas. Acaz sacrificaba animales y quemaba incienso en los santuarios sobre las colinas, en los montes y bajo todo árbol frondoso.

Debido a eso, el SEÑOR su Dios lo entregó al poder del rey de Siria. Los sirios lo derrotaron y se llevaron muchos prisioneros a Damasco. También Dios lo entregó al poder del rey de Israel que le ocasionó una gran derrota. De hecho, Pecaj hijo de Remalías mató en Judá en un solo día a 120 000 soldados valientes, debido a que ellos habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus antepasados. Un guerrero de Efraín llamado Zicrí mató a Maseías, el hijo del rey, a Azricán, oficial encargado del palacio real y a Elcaná, segundo en importancia después del rey. De entre sus hermanos de Judá, los israelitas tomaron prisioneros a 200 000 personas, incluyendo mujeres, niños y niñas. Además se llevaron un enorme botín.

Un profeta del SEÑOR llamado Oded que estaba allí, salió al encuentro del ejército cuando regresaba a Samaria y les dijo:

—El SEÑOR, Dios de sus antepasados, se enojó contra Judá y se los entregó en sus manos, pero ustedes los han matado con tal ferocidad que llegó hasta el cielo. 10 Y ahora ustedes están pensando hacer esclavos a los habitantes de Judá y Jerusalén. Pero, ¿acaso ustedes no son también culpables de haber pecado contra el SEÑOR su Dios? 11 Así que háganme caso y devuelvan a los prisioneros que hicieron de entre sus propios hermanos, porque el SEÑOR está muy enojado con ustedes.

12 Entonces Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salún y Amasá hijo de Hadlay, que eran jefes de Efraín, se enfrentaron al ejército que volvía de la guerra 13 y les dijeron:

—No traigan aquí a los prisioneros, porque eso nos hará culpables ante el SEÑOR. Lo que ustedes piensan es aumentar los pecados y la culpa que ya tenemos, y Dios está muy enojado con Israel.

14 Entonces los soldados entregaron a los prisioneros y el botín ante los oficiales y toda la asamblea. 15 Se designaron a algunos para que se hicieran cargo de los prisioneros. Con la ropa y el calzado del botín vistieron a los que estaban desnudos, les dieron de comer y beber, los ungieron con aceite, y a los que estaban débiles los montaron en burros y los llevaron hasta Jericó, la ciudad de las palmeras, para devolverles a sus familiares. Después se fueron a Samaria.

16 En aquel tiempo, el rey Acaz acudió a los reyes de Asiria para que lo ayudaran, 17 porque también los edomitas los atacaron y se llevaron prisioneros. 18 Por otro lado, los filisteos habían saqueado las ciudades de la llanura y del Néguev, tomaron las ciudades de Bet Semes, Ayalón, Guederot, Soco, Timná y Guimzó con sus respectivas aldeas, y ocuparon esos lugares. 19 De esta manera el SEÑOR humilló a Judá, porque Acaz, rey de Israel, había fomentado el desenfreno en Judá y había cometido gran infidelidad contra el SEÑOR. 20 Entonces vino Tiglat Piléser, rey de Asiria, pero en lugar de ayudarlo puso sitio contra él. 21 Acaz le entregó al rey de Asiria todo lo que había en el templo del SEÑOR, el palacio y en las casas de sus comandantes, pero ese rey no le ayudó en nada. 22 Y aunque estaba en tan mala situación, Acaz continuó siendo infiel al SEÑOR. 23 Hizo sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, pensando así: «Los dioses de los sirios los ayudaron a ellos, también a mí me ayudarán si les ofrezco sacrificios». Pero esos dioses fueron la causa de su ruina y la de todo Israel. 24 Acaz juntó todos los artículos usados en el templo de Dios, los rompió en pedazos, cerró las puertas del templo del SEÑOR y mandó hacer altares en cada esquina de Jerusalén. 25 En cada ciudad de Judá, Acaz hizo santuarios paganos donde quemar incienso a otros dioses, haciendo enojar así al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

26 El resto de los hechos y todo lo que hizo, de principio a fin, está escrito en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Acaz murió y fue sepultado con sus antepasados en Jerusalén pero no lo pusieron en el panteón de los reyes de Israel. Su hijo Ezequías reinó en su lugar.

Ezequías, rey de Judá

(2 R 18:1-3)

29 Ezequías tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó 29 años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Abías hija de Zacarías. Ezequías hizo lo que le agradaba al SEÑOR, tal como hizo su antepasado David.

En el primer mes del primer año de su reinado, Ezequías mandó abrir las puertas del templo del SEÑOR y las reparó. Hizo venir a los sacerdotes y a los levitas y los reunió en la plaza oriental del templo. Les dijo:

«¡Escúchenme, levitas! Purifíquense ahora y purifiquen el templo del SEÑOR Dios de sus antepasados. Saquen del templo santo todo lo que sea impuro. Porque nuestros antepasados se rebelaron e hicieron lo malo ante el SEÑOR nuestro Dios. Le dieron la espalda al SEÑOR y despreciaron el lugar donde él reside. Cerraron las puertas del vestíbulo, apagaron las lámparas, dejaron de quemar incienso y no ofrecieron más los sacrificios que deben quemarse completamente en el templo santo del Dios de Israel.

»Debido a eso el SEÑOR se enojó con Judá y con Jerusalén, y permitió que quedaran hechos motivo de espanto, desolación y desprecio, tal como ustedes pueden comprobarlo con sus propios ojos. Por eso nuestros antepasados cayeron muertos por la espada y nuestros hijos, hijas y esposas fueron llevados prisioneros. 10 Así que yo he tomado la decisión de hacer un pacto con el SEÑOR, Dios de Israel, para que deje de estar enojado con nosotros. 11 Entonces, hijos míos, no es el momento para que sean negligentes, porque el SEÑOR los ha elegido a ustedes para que estén sirviendo ante su presencia, para que sean sus siervos y le quemen incienso».

12 Estos son los levitas que estuvieron dispuestos a trabajar inmediatamente:

De los descendientes de Coat: Mahat hijo de Amasay y Joel hijo de Azarías.

De los descendientes de Merari: Quis hijo de Abdí y Azarías hijo de Yalelel.

De los descendientes de Guersón: Joa hijo de Zimá y Edén hijo de Joa.

13 De los descendientes de Elizafán: Simri y Jeyel.

De los descendientes de Asaf: Zacarías y Matanías.

14 De los descendientes de Hemán: Jehiel y Simí.

De los descendientes de Jedutún: Semaías y Uziel.

15 Ellos reunieron a sus parientes, se purificaron y entraron al templo del SEÑOR para purificarlo, tal como el rey había mandado conforme a las palabras del SEÑOR. 16 Después los sacerdotes entraron al interior del templo del SEÑOR para purificarlo. Sacaron al atrio del templo del SEÑOR todas las cosas impuras que encontraron en el templo del SEÑOR. Los levitas tiraron todo eso al arroyo de Cedrón. 17 Comenzaron a purificar el templo el primer día del primer mes, y para el día ocho del mes ya habían llegado al vestíbulo del templo del SEÑOR. Tardaron ocho días más en purificar el resto del templo del SEÑOR y para el día 16 del primer mes ya habían terminado. 18 Luego fueron y se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron: «Ya hemos purificado todo el templo del SEÑOR, incluso el altar de los sacrificios que deben quemarse completamente y todos sus utensilios; también la mesa donde se colocan las hileras del pan consagrado, con todos sus utensilios. 19 De igual manera hemos alistado y purificado todos los utensilios que, debido a su infidelidad, el rey Acaz había desechado durante su reinado. Ahora están ante el altar del SEÑOR».

20 Ezequías se levantó bien temprano, reunió a los líderes de la ciudad y se dirigió al templo del SEÑOR. 21 Llevaron siete toros, siete carneros, siete corderos y siete cabritos como sacrificio por el pecado a favor del reino, del templo y de Judá. El rey ordenó a los sacerdotes descendientes de Aarón que los ofrecieran en el altar del SEÑOR como sacrificio que debe quemarse completamente. 22 Ellos mataron los toros, recogieron la sangre y la rociaron sobre el altar. Luego sacrificaron los carneros y rociaron la sangre sobre el altar y después sacrificaron a los corderos y rociaron la sangre sobre el altar. 23 Acercaron los cabritos para el sacrificio de purificación ante el rey y la asamblea, y les impusieron las manos. 24 Enseguida los sacerdotes los mataron y rociaron la sangre sobre el altar como sacrificio por el pecado de todo Israel, porque el rey había ordenado que el sacrificio que debe quemarse completamente y el sacrificio por el pecado se hicieran por el perdón de los pecados de todo Israel.

25 Ezequías instaló nuevamente en el templo del SEÑOR a los levitas que tocaban címbalos, arpas y liras, tal como habían mandado David, Natán el profeta y Gad, el vidente del rey. Ese mandato lo había dado el SEÑOR por medio de sus profetas. 26 Entonces los levitas tomaron sus lugares con los instrumentos de David, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 27 Luego Ezequías dio la orden de ofrecer en el altar el sacrificio que debe quemarse completamente, y en ese momento preciso empezaron los cantos en honor del SEÑOR y el sonido de las trompetas y los instrumentos de David, rey de Israel. 28 Toda la asamblea permaneció adorando de rodillas mientras cantaban los cantores y sonaban las trompetas; todo esto duró hasta que se consumió el sacrificio que debe quemarse completamente. 29 Cuando terminó esto, el rey y todos los que estaban con él se arrodillaron para adorar a Dios. 30 El rey Ezequías y los líderes ordenaron a los levitas que cantaran la alabanza al SEÑOR en las palabras de David y Asaf el vidente. Alabaron con alegría, se inclinaron y se postraron. 31 Luego el rey Ezequías dijo: «Ahora que ustedes se han consagrado al SEÑOR, acérquense al altar con sacrificios y ofrendas de acción de gracias para el templo del SEÑOR». Entonces la asamblea trajo sacrificios y ofrendas de acción de gracias. También los que quisieron hacerlo ofrecieron sacrificios que deben quemarse completamente.

32 De tal manera que la asamblea ofreció como sacrificios que deben quemarse completamente 70 toros, 100 carneros y 200 corderos. Todo fue ofrecido como sacrificio que debe quemarse completamente al SEÑOR. 33 Las ofrendas consagradas fueron de 600 toros y 3000 ovejas. 34 Pero como los sacerdotes eran pocos y no podían desollar tantos animales, sus parientes los levitas tuvieron que ayudarles a terminar el trabajo hasta que los otros sacerdotes se purificaran, pues los levitas se habían mostrado más dispuestos a purificarse que los sacerdotes. 35 Así que hubo gran cantidad de sacrificios que deben quemarse completamente, grasa de las ofrendas para festejar y ofrendas de vino que se hacían junto con los sacrificios que deben quemarse completamente.

Así fue como se restableció el culto en el templo del SEÑOR. 36 Ezequías y todo Israel se alegraron porque Dios dispuso al pueblo para que se hiciera todo rápidamente.

Ezequías celebra la Pascua

30 Ezequías mandó un mensaje a todo Israel y Judá. También envió cartas a las tribus de Efraín y Manasés invitándoles a ir al templo del SEÑOR en Jerusalén para festejar la Pascua en honor al SEÑOR, Dios de Israel. El rey, los jefes y toda la asamblea acordaron celebrar la Pascua en el segundo mes ya que no habían podido celebrarla a su debido tiempo porque no había suficiente número de sacerdotes que se hubieran purificado ni el pueblo se había congregado en Jerusalén. El cambio de fecha les pareció bien al rey y a toda la asamblea, así que dieron aviso a todo Israel, desde Berseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la Pascua del SEÑOR, Dios de Israel, en Jerusalén. Nunca un grupo tan grande había celebrado la Pascua como estaba ordenado.

Entonces los mensajeros salieron por todo Israel y Judá con las cartas del rey y de sus funcionarios, que decían según el mandato del rey:

«Hijos de Israel, vuélvanse al SEÑOR, Dios de Abraham, Isaac e Israel. Así Dios se volverá a ustedes, el resto que se salvó de ser desterrado por los reyes de Asiria. No sean como sus antepasados y como sus hermanos que le fueron infieles al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y por eso él los entregó a la destrucción, como lo pueden ver. Entonces no sean tercos como fueron sus antepasados. Sométanse al SEÑOR y vengan a su templo, que él consagró para siempre, y sirvan al SEÑOR su Dios. Así él apartará de ustedes su ardiente ira. Si ustedes se vuelven al SEÑOR, los que se llevaron a sus parientes y sus hijos les tendrán misericordia y los dejarán volver a esta tierra, porque el SEÑOR su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, no les dará la espalda».

10 Entonces los mensajeros fueron de ciudad en ciudad, por todo el territorio de Efraín y Manasés hasta Zabulón, pero la gente se reía y se burlaba de ellos. 11 Sin embargo algunos hombres de las tribus de Aser, Manasés y Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén. 12 También en Judá el poder de Dios estuvo presente y motivó al pueblo a cumplir con el mandato del rey y de los funcionarios, según el mensaje del SEÑOR.

13 Así que una gran multitud se reunió en Jerusalén en el segundo mes para celebrar la fiesta de los Panes sin Levadura. 14 Quitaron todos los altares y lugares para quemar incienso que había en Jerusalén y los tiraron al arroyo de Cedrón. 15 El día 14 del segundo mes mataron los corderos de la Pascua. Los sacerdotes y los levitas, avergonzados, se purificaron y llevaron al templo del SEÑOR los animales para los sacrificios que deben quemarse completamente. 16 Luego se colocaron en sus puestos, según su costumbre, de acuerdo a la ley de Moisés, hombre de Dios. Los sacerdotes esparcían la sangre que los levitas les entregaban. 17 Mucha gente no pudo hacer su propio sacrificio porque no se había purificado, así que con el fin de consagrarla al SEÑOR, los levitas tuvieron que sacrificar por ellos los corderos de Pascua. 18 En efecto, mucha gente de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón participó de la comida de Pascua sin haberse purificado, con lo cual no actuaron conforme con lo establecido. Por eso Ezequías oró así por ellos: «SEÑOR, tú que eres bueno, borra el pecado de todo aquel que ha decidido de todo corazón seguirte a ti, 19 SEÑOR, Dios de sus antepasados, aunque no esté purificado tal como lo requieren las normas de purificación del templo».

20 El SEÑOR escuchó la oración de Ezequías y perdonó al pueblo. 21 Los israelitas que se encontraban en Jerusalén celebraron con gran alegría durante siete días la fiesta de los Panes sin Levadura. Los levitas y sacerdotes alababan al SEÑOR cada día con todas sus fuerzas. Acompañaban sus alabanzas con el fuerte sonido de instrumentos en honor al SEÑOR. 22 Ezequías felicitó a todos los levitas que habían mostrado tan buena disposición de servir al SEÑOR.

Participaron de la comida de la fiesta durante siete días, presentado ofrendas para festejar y dando gracias al SEÑOR, Dios de sus antepasados. 23 Entonces toda la asamblea decidió prolongar la fiesta siete días más y así lo hicieron con alegría 24 porque Ezequías, rey de Judá, regaló al pueblo 1000 toros y 7000 ovejas; también los jefes regalaron 1000 toros y 10 000 ovejas. Además se consagraron muchos sacerdotes más. 25 Toda la asamblea de Judá se alegró, al igual que los sacerdotes, los levitas y toda la gente que había venido de Israel, y también los extranjeros que vinieron del territorio de Israel y los que vivían en Judá. 26 Hubo gran alegría en Jerusalén porque desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel, no se había celebrado de tal manera la Pascua en Jerusalén. 27 Luego los levitas y los sacerdotes se pusieron de pie y bendijeron al pueblo. Dios los escuchó y la oración que ellos hicieron llegó hasta el lugar santo donde vive Dios, el cielo.

Ezequías reorganiza la adoración

31 Cuando terminó todo esto, todos los israelitas que se encontraban allí fueron a las ciudades de Judá y rompieron en pedazos las piedras sagradas, cortaron en pedazos los postes de Aserá y derribaron los altares y santuarios sobre las colinas que había en todo Judá, en Benjamín, en Efraín y en Manasés. Después los israelitas regresaron a sus ciudades, cada uno a su propiedad.

Ezequías estableció los turnos de los sacerdotes y los levitas para que cada uno sirviera de acuerdo a su trabajo y así ofrecieran los sacrificios que deben quemarse completamente, las ofrendas para festejar, dieran gracias y cantaran las alabanzas y sirvieran en las puertas del templo del SEÑOR. El rey dedicó parte de sus bienes para los sacrificios que deben quemarse completamente cada día, a mañana y tarde, y para los de los días de descanso, los de Luna Nueva y los de las fiestas solemnes, tal como está escrito en la ley del SEÑOR.

También dio la orden al pueblo de Jerusalén de entregar a los sacerdotes y a los levitas la parte que les correspondía para que así pudieran dedicarse a la ley del SEÑOR. Cuando la orden se divulgó, los israelitas dieron en abundancia lo primero de su cosecha, del vino, del aceite, de la miel y de todo tipo de productos agrícolas. Trajeron también la décima parte de todos los productos en grandes cantidades. También los que vivían en Israel y en otras ciudades de Judá trajeron la décima parte de su ganado y sus ovejas. Igualmente trajeron la décima parte de las cosas consagradas al SEÑOR su Dios. Todo lo anterior lo colocaron en montones. La gente comenzó a formar los montones en el tercer mes y terminó en el séptimo mes. Entonces Ezequías y los líderes fueron a ver los montones y bendijeron al SEÑOR y su pueblo Israel. Ezequías les pidió a los sacerdotes y a los levitas que le informaran en cuanto a los montones. 10 Entonces el sumo sacerdote Azarías, de la familia de Sadoc, le dijo: «Desde que la gente comenzó a traer sus ofrendas al templo del SEÑOR hemos tenido para comer hasta quedar satisfechos y todavía queda más, porque el SEÑOR ha bendecido a su pueblo. Todos estos montones son lo que ha sobrado».

11 Ezequías entonces ordenó que se prepararan unos depósitos en el templo del SEÑOR, y así lo hicieron. 12 Todos siguieron llevando fielmente las ofrendas, los diezmos y las cosas consagradas. Fueron nombrados para administrar todo esto el levita Conanías y como ayudante a su hermano Simí. 13 Conanías y su hermano Simí supervisaban a los siguientes inspectores: Jehiel, Azazías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaías. Ellos habían sido nombrados por el rey Ezequías y por Azarías, administrador del templo de Dios. 14 El levita Coré hijo de Imná, portero de la puerta oriental, estaba a cargo de las ofrendas voluntarias que se traían para Dios y de distribuir las ofrendas dedicadas al SEÑOR y las cosas consagradas. 15 Él estaba a cargo de Edén, Minjamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías, quienes estaban en las ciudades de los sacerdotes y conforme a los turnos repartían las ofrendas entre sus compañeros, tanto al mayor como al menor. 16 Estos hacían la distribución entre los que venían diariamente a prestar sus servicios al templo del SEÑOR, según sus turnos y oficios, siempre y cuando estuvieran inscritos en los registros familiares, donde aparecían todos los varones de tres años de edad en adelante. 17 La distribución para los sacerdotes se hacía conforme a los registros por grupos familiares y a los levitas de 20 años de edad en adelante, según sus oficios y turnos. 18 Todos los niñitos, las mujeres, los hijos e hijas de los levitas, es decir, toda la comunidad estaba incluida en la distribución porque se mantenía fielmente consagrada en santidad. 19 Algunos sacerdotes, descendientes de Aarón, vivían junto a los levitas en las ciudades y tenían tierras en distintas ciudades del país. Algunos de ellos estaban encargados de distribuir parte de la ofrenda a estos descendientes de Aarón; se distribuía a todos los hombres y a los levitas registrados.

20 Ezequías hizo así en todo el territorio de Judá, actuando con bondad, honestidad y fidelidad ante el SEÑOR su Dios. 21 Todo lo que hizo y todo lo que comenzó para el servicio del templo de Dios, lo hizo siguiendo a Dios de todo corazón, y tuvo éxito.

El rey de Asiria ataca a Judá

(2 R 18:13-19:37; Is 36-37)

32 Después de toda esta prueba de fidelidad de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, vino contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, decidido a conquistarlas. Cuando Ezequías vio que Senaquerib venía también a atacar Jerusalén, consultó con los jefes civiles y militares y les propuso cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad, y ellos decidieron apoyarlo. Entonces reunieron a mucha gente, y cegaron todas las fuentes de agua y el arroyo que corría en medio de esa región para que así, cuando llegaran los reyes de Asiria, no encontraran agua en abundancia.

Armándose de valor, Ezequías fortificó y reparó las brechas de la muralla. Reconstruyó las torres sobre ella e hizo una muralla exterior a la que había. Fortificó el Milo de la Ciudad de David y fabricó muchas lanzas y escudos. También puso jefes militares al frente de la gente. Convocó a todos en la plaza que está frente a la entrada de la ciudad y los animó con estas palabras: «Sean fuertes y llénense de valor. No tengan miedo y no se espanten ante el rey de Asiria y ante el numeroso ejército que trae consigo, porque hay más con nosotros que con él. De su lado está la fuerza humana pero a nuestro lado está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y luchar nuestras batallas». El pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Después de esto Senaquerib, rey de Asiria, mientras atacaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió a Jerusalén a uno de sus siervos para que les dijera lo siguiente a Ezequías y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:

10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: “¿En qué confían ustedes que se quedan en Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? 11 ¿No ven que Ezequías los está engañando y los va a llevar a morir del hambre y de sed cuando les dice: el SEÑOR nuestro Dios nos salvará del poder del rey de Asiria? 12 ¿Acaso no fue Ezequías el que acabó con los santuarios sobre las colinas y los altares y les dijo a Judá y a Jerusalén que sólo adoraran y quemaran incienso ante un altar? 13 ¿No saben ustedes lo que les hemos hecho mis antepasados y yo a todos los pueblos de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi poder? 14 ¿Qué dios de todos los de esas naciones que destruyeron mis antepasados pudo salvar a su país de mi poder? ¿Por qué creen que el de ustedes podrá salvarlos? 15 Así que no dejen que Ezequías los engañe y les siga tomando el pelo. No le crean más porque si ningún dios de todas aquellas naciones pudo evitar que su pueblo cayera en mis manos o en las de mis antepasados, ¿cuánto menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de caer en mis manos?”»

16 Todo eso y mucho más decían los oficiales del rey de Asiria contra el Señor DIOS y contra su siervo Ezequías. 17 También escribió cartas en las que insultaba al SEÑOR, Dios de Israel, y en la que decía contra él: «Tal como los dioses de las naciones de los otros países no pudieron salvar a sus pueblos de mi poder, tampoco el Dios de Ezequías podrá salvar a su pueblo de mi poder».

18 Entonces los funcionarios de Senaquerib le hablaban a gritos en hebreo al pueblo de Jerusalén que estaba en la muralla. Lo hacían para asustarlos e intimidarlos, a fin de capturar la ciudad. 19 Les decían que el Dios de Jerusalén era igual a los dioses de los otros pueblos de la tierra obra del ser humano.

20 Debido a esto, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron y pidieron ayuda al cielo. 21 Entonces el SEÑOR mandó a un ángel que aniquiló a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria y este se vio obligado a volver a su país, cubierto de vergüenza. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron a espada.

22 Así fue que el SEÑOR salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos del rey de Asiria y de todos sus enemigos, y le dio paz en todas sus fronteras. 23 Entonces mucha gente fue a Jerusalén con ofrendas para el SEÑOR y regalos costosos para Ezequías, rey de Judá. El prestigio de Ezequías aumentó frente a todas las demás naciones.

24 En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. Entonces oró al SEÑOR, quien le respondió y le dio una señal. 25 Pero Ezequías no agradeció el favor recibido, sino que se llenó de orgullo, y eso hizo enojar a Dios contra él y también contra Judá y contra Jerusalén. 26 Pero luego Ezequías dejó el orgullo de su corazón y se humilló junto con los habitantes de Jerusalén. Entonces mientras Ezequías vivió, el SEÑOR no volvió a descargar su ira contra ellos.

Prosperidad y últimos días de Ezequías

27 Ezequías tuvo muchas riquezas y honores. Adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos y toda clase de objetos valiosos. 28 Hizo también depósitos para almacenar el trigo, el vino y el aceite. Mandó hacer establos para toda clase de ganado y rediles para los rebaños. 29 Ezequías edificó también ciudades y adquirió ganado y rebaños en abundancia porque Dios le había dado muchísimas riquezas. 30 Ezequías fue también el que cegó la salida superior de las aguas del Guijón y las canalizó bajo tierra hacia la parte occidental de la Ciudad de David. Así, Ezequías tuvo éxito en todo lo que se propuso hacer.

31 Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron mensajeros para investigar el milagro que había sucedido en el país, Dios dejó solo a Ezequías para ponerlo a prueba y conocer todo lo que había en su corazón. 32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras que mostraban su fidelidad están escritos en la visión del profeta Isaías hijo de Amoz y en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Ezequías murió y lo sepultaron en la parte superior del panteón de los descendientes de David. Recibió honras fúnebres de todo Judá y de los habitantes de Jerusalén. Su hijo Manasés reinó en su lugar.

Manasés, rey de Judá

(2 R 21:1-18)

33 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y gobernó por 55 años en Jerusalén. Él hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. Cometió los terribles pecados que cometían las otras naciones, las que el SEÑOR expulsó del país cuando entraron los israelitas. Manasés construyó de nuevo los santuarios sobre las colinas, que su papá Ezequías había destruido. También construyó altares para los baales e hizo postes de Aserá. Manasés adoró y sirvió las estrellas del cielo, construyó altares en honor a dioses falsos en el templo del SEÑOR, aquel lugar que el SEÑOR mencionaba cuando dijo: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén para siempre». Manasés construyó altares para las estrellas del cielo en el atrio del templo del SEÑOR, sacrificó a su propio hijo y lo quemó en el valle de Ben Hinón. Practicó la magia, la adivinación y la hechicería. Consultó médium y brujos. Manasés hizo tantas cosas que desagradaban al SEÑOR que provocó su enojo.

Manasés puso en el templo de Dios una estatua de un ídolo que había hecho. Dios les había dicho a David y a su hijo Salomón acerca del templo: «He elegido a Jerusalén de entre Israel, pondré mi nombre en Jerusalén para siempre. Yo no haré que los israelitas salgan de la tierra que les di a sus antepasados, los dejaré si obedecen todo lo que les he mandado, toda la ley, estatutos y mandamientos que les di por medio de Moisés». Manasés hizo hacer a Judá y a los habitantes de Jerusalén peores maldades que las otras naciones que vivían antes de Israel en la tierra de Canaán, a las que el SEÑOR destruyó cuando vinieron los israelitas para tomar posesión de la tierra.

10 El SEÑOR les advirtió a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. 11 Debido a eso el SEÑOR hizo que los comandantes del ejército de Asiria invadieran el país. Ellos capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.

12 Pero cuando se vio en semejante situación tan angustiosa, rogó al SEÑOR su Dios y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. 13 Manasés oró a Dios, él atendió su súplica y le permitió volver a Jerusalén y regresar a gobernar. Así fue como Manasés comprendió que el SEÑOR es Dios.

14 Después de todo esto, Manasés construyó una muralla alta al exterior de la Ciudad de David, la cual iba desde el occidente del arroyo de Guijón, en el valle, hasta la puerta del Pescado y rodeaba Ofel. Además puso comandantes militares en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15 También quitó del templo del SEÑOR los dioses extranjeros, el ídolo y todos los altares que habían construido en el monte del templo del SEÑOR y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. 16 Después reparó el altar del SEÑOR, presentó en él ofrendas para festejar y ofrendas de acción de gracias, y le ordenó a Judá que sirviera al SEÑOR, Dios de Israel. 17 Sin embargo, el pueblo siguió ofreciendo sacrificios en los santuarios sobre las colinas, aunque los ofrecía sólo al SEÑOR su Dios.

18 El resto de los hechos de Manasés, incluso la oración que hizo a Dios y las palabras de los videntes que le advirtieron en el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, están escritos en Las crónicas de los reyes de Israel. 19 Su oración y la respuesta que recibió, al igual que todo lo que tiene que ver con su pecado e infidelidad, los lugares donde hizo santuarios sobre las colinas y donde colocó postes de Aserá y los ídolos que hizo antes de humillarse ante Dios, todo esto está escrito en Las crónicas de los videntes[h]. 20 Manasés murió y fue sepultado en su palacio, con sus antepasados. Su hijo Amón reinó en su lugar.

Amón, rey de Judá

(2 R 21:19-26)

21 Amón tenía 22 años cuando comenzó a reinar, y gobernó dos años en Jerusalén. 22 Amón hizo las mismas maldades ante el SEÑOR como había hecho su papá Manasés. Ofreció sacrificios a los mismos ídolos que su papá había hecho y los adoró. 23 Pero, a diferencia de su papá, Amón no se humilló ante el SEÑOR, y por eso multiplicó sus pecados.

24 Los funcionarios de Amón tramaron una conspiración en su contra y lo mataron dentro de su propia casa, 25 pero la gente del pueblo mató a los funcionarios que participaron en la conspiración contra el rey Amón y en su lugar pusieron como rey a su hijo Josías.

Josías, rey de Judá

(2 R 22:1-2)

34 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y gobernó 31 años en Jerusalén. Josías hizo lo que le agradaba al SEÑOR y siguió el camino de su antepasado David, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda. Después de reinar ocho años, mientras todavía era un joven, empezó a seguir al Dios de su antepasado David. En el año duodécimo de su reinado comenzó a purificar a Judá y a Jerusalén quitando los santuarios sobre las colinas, los postes de Aserá, los ídolos de piedra y las imágenes de metal fundido. Hizo destruir en su presencia los altares de los baales y despedazar los incensarios que había encima de los altares. Ordenó despedazar los postes de Aserá y los ídolos de piedra y de metal fundido. Los redujo a polvo y los hizo desparramar sobre las tumbas de los que hacían sacrificios en su honor. Quemó los huesos de los sacerdotes de los baales y esparció las cenizas sobre sus altares para purificar a Judá y a Jerusalén de ellos. En las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, quitó sus templos. En todo Israel derribó altares y postes de Aserá, redujo a polvo los ídolos y cortó en pedazos todos los altares para quemar incienso, y luego regresó a Jerusalén.

En el año 18 de su reinado, Josías, después de haber purificado el país y el templo, mandó a Safán hijo de Asalías, a Maseías, el alcalde de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, el secretario real, a reparar el templo del SEÑOR su Dios. Ellos fueron a ver al sumo sacerdote Jilquías y le dieron el dinero que había sido recolectado en el templo de Dios y que los levitas porteros del templo habían recibido de la gente de Manasés y de Efraín, del resto que había quedado de Israel, de Judá y de Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. 10 Les entregaron el dinero a los supervisores encargados del templo del SEÑOR y con eso ellos pagaban a los obreros que trabajaban en las obras de reparación y restauración del templo del SEÑOR. 11 Pagaron a los carpinteros y constructores para que compraran piedra de cantera y madera para la armazón y las vigas de los edificios que los reyes de Judá habían dejado deteriorar.

12 Estos hombres hicieron el trabajo con fidelidad. Los que estaban a cargo de ellos eran los levitas Yajat y Abdías, descendientes del grupo familiar de Merari, y Zacarías y Mesulán, descendientes del grupo familiar de Coat. Los levitas que eran expertos en tocar instrumentos musicales 13 estaban también encargados de supervisar a los que transportaban los materiales y a todo el que trabajaba en la obra, sin importar su tarea. Entre los levitas había cronistas, funcionarios y porteros.

Encuentran el libro de la ley

14 Cuando sacaban el dinero que había sido llevado al templo del SEÑOR, el sacerdote Jilquías encontró el libro de la ley del SEÑOR, dado por intermedio de Moisés. 15 Jilquías le dijo al cronista Safán: «Encontré el libro de la ley en el templo del SEÑOR», y se lo entregó. 16 Entonces Safán llevó el libro al rey y le dijo:

—Los siervos de Su Majestad están haciendo todo lo que se les encargó. 17 Han reunido el dinero que estaba en el templo del SEÑOR y se lo han dado a los supervisores y a los que están realizando las obras.

18 Entonces Safán le contó sobre el libro:

—El sacerdote Jilquías me entregó un libro.

Y se lo leyó al rey.

19 Cuando el rey escuchó las palabras de la ley, se rasgó sus vestidos 20 y dio esta orden a Jilquías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al cronista Safán y a Asaías funcionario del rey:

21 —Vayan y consulten al SEÑOR por mí y por el resto de la gente que queda en Israel y en Judá en cuanto a lo que dice este libro que se ha encontrado. Es que debe ser mucha la ira que el SEÑOR ha descargado sobre nosotros debido a que nuestros antepasados no obedecieron el mensaje del SEÑOR, pues no cumplieron con lo que está escrito en este libro.

22 Jilquías y los hombres comisionados por el rey fueron a ver a la profetisa Huldá, la mujer de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás. Ella vivía en la parte nueva de Jerusalén. Le hablaron del asunto 23 y Huldá les dijo:

—El SEÑOR, Dios de Israel, manda decir al que los ha enviado: 24 “Así dice el SEÑOR: Yo voy a enviar contra este lugar y sus habitantes los castigos que están escritos en el libro que leyó el rey de Judá. 25 Porque ustedes me abandonaron y han quemado incienso a otros dioses, me ha provocado con lo que hicieron. Por eso mi enojó se descargará contra este lugar y no se calmará. 26 Pero al rey de Judá que los envió a consultar al SEÑOR, díganle que así dice el SEÑOR, Dios de Israel: Como prestaste atención a lo que has oído, 27 y tu corazón cambió y te humillaste ante Dios al escuchar sus palabras contra este lugar y sus habitantes, y por cuanto te humillaste ante mí, rasgaste tu vestido y lloraste ante mí, yo también te he escuchado, dice el SEÑOR. 28 Así que dejaré que mueras en paz y te reuniré con tus antepasados. No verás el desastre que traigo sobre este lugar y sobre sus habitantes”.

Y ellos llevaron esa respuesta al rey.

29 El rey Josías mandó llamar a todos los ancianos líderes de Judá y de Jerusalén citándoles a una reunión. 30 Entonces el rey fue al templo del SEÑOR con toda la gente de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más importante. Allí el rey les leyó en voz alta el libro del pacto que había sido encontrado en el templo del SEÑOR. 31 Luego el rey, de pie junto a su columna, hizo un pacto con el SEÑOR, comprometiéndose a seguir al SEÑOR y a obedecer sus mandatos, el pacto y sus condiciones. Dijo que de todo corazón y con todo el ser cumpliría el pacto que estaba escrito en el libro. 32 Después hizo que todos los que se encontraban en Jerusalén y en Benjamín se comprometieran también a cumplirlo. Y así los habitantes de Jerusalén prometieron vivir conforme al pacto con Dios, el Dios de sus antepasados. 33 Josías prohibió todas las costumbres horribles que había en todo el territorio de los israelitas y a todos los que se encontraban en Israel los hizo servir al SEÑOR su Dios. En vida de Josías no dejaron de seguir al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

Josías celebra la Pascua

(2 R 23:23-33)

35 Josías celebró la Pascua en honor al SEÑOR en Jerusalén. Sacrificaron los corderos de Pascua el día catorce del primer mes. Josías asignó a los sacerdotes sus funciones respectivas y les dio ánimo para que se dedicaran al servicio del templo del SEÑOR. Les dijo lo siguiente a los levitas que eran los encargados de enseñar a todos los israelitas y que estaban consagrados al SEÑOR: «Pongan el Cofre Sagrado en el templo que construyó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que ya no tengan que cargarla en hombros. Ahora dedíquense a servir al SEÑOR su Dios y a su pueblo Israel. Organícense en turnos, según sus familias, de acuerdo con lo escrito por David, rey de Israel, y por su hijo, el rey Salomón. Tomen sus lugares en el templo por divisiones, conforme a sus familias, como representantes de los otros grupos familiares de sus hermanos israelitas, de tal manera que a cada grupo familiar del pueblo le corresponda un grupo familiar de los levitas. Sacrifiquen los corderos de la Pascua, conságrense y preparen todo para que sus hermanos puedan cumplir lo que el SEÑOR ordenó por medio de Moisés».

Josías regaló animales de su propio ganado a la gente del pueblo que se encontraba allí para que pudiera celebrar la Pascua. Entre corderos y cabritos, regaló unos 30 000 y regaló también 3000 toros. También los jefes voluntariamente hicieron donativos al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Jilquías, Zacarías y Jehiel, funcionarios del templo de Dios, dieron 2600 ovejas y 300 toros a los sacerdotes para celebrar la Pascua. Conanías y sus hermanos Semaías y Natanael, Jasabías, Jeyel y Josabad, jefes de los levitas, entregaron a los levitas 5000 ovejas y 500 toros para celebrar la Pascua.

10 Cuando ya todo estaba listo para la celebración, los sacerdotes tomaron sus lugares y los levitas se organizaron según sus turnos, de acuerdo a lo ordenado por el rey. 11 Sacrificaron los animales para la Pascua y mientras lo hacían los sacerdotes rociaban la sangre que les entregaban los levitas y también los levitas desollaban los animales. 12 Después repartieron los sacrificios que deben quemarse completamente a cada división de los grupos familiares del pueblo, para que los ofrecieran al SEÑOR, tal como se ordena en el libro de Moisés, e hicieron lo mismo con los toros. 13 Asaron los animales en el fuego de acuerdo al mandato. Cocinaron las partes sagradas en ollas, cacerolas y fuentes. 14 Luego los levitas prepararon lo que les tocaba a ellos y a los sacerdotes. Es que los sacerdotes descendientes de Aarón estuvieron ocupados hasta la noche ofreciendo los sacrificios que deben quemarse completamente y la grasa. Así que los levitas tuvieron que preparar lo que les correspondía a ellos y a los sacerdotes, descendientes de Aarón. 15 Los cantores descendientes de Asaf estaban también en sus puestos, según lo ordenado por David, Hemán y Jedutún, vidente del rey. Los porteros estuvieron en sus respectivas puertas; ninguno de ellos tuvo que abandonar su puesto, porque sus compañeros los levitas les prepararon lo que les correspondía a ellos.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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