Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Josué 1-14

Dios nombra a Josué como líder

Moisés, siervo del SEÑOR, tenía como ayudante a Josué hijo de Nun. Después de la muerte de Moisés, el SEÑOR le dijo a Josué:

«Puesto que mi siervo Moisés ha muerto, prepárate tú para cruzar el río Jordán con toda esta gente y llegar a la tierra que les voy a dar a los israelitas. Le prometí a Moisés que les daría a ustedes todo lugar por donde pasen. Les voy a dar todo el territorio comprendido desde el desierto, al sur, hasta el Líbano, al norte; y desde el río Éufrates, territorio de los hititas, al oriente, hasta el mar Grande, al occidente. Yo estaré contigo así como estuve con Moisés. Nadie podrá derrotarte mientras vivas porque yo nunca te abandonaré ni te dejaré.

»Sé fuerte y valiente porque tú guiarás a este pueblo para que pueda tomar la tierra que yo prometí a sus antepasados. Pero tienes que ser fuerte y valiente, obedeciendo los mandamientos que te dio mi siervo Moisés. Si te mantienes fiel a ellos triunfarás donde quiera que vayas. Repite siempre al pueblo las palabras del libro de la ley de Moisés. Práctica día y noche leyéndolo en voz baja, de manera que puedas obrar de acuerdo a lo escrito en él, para que te vaya bien y tengas éxito. Te repito: sé fuerte y valiente. No tengas miedo ni te desanimes porque el SEÑOR tu Dios estará contigo donde quiera que vayas».

Josué toma el mando

10 Entonces Josué les ordenó a los jefes del pueblo de Israel: 11 «Vayan por el campamento y díganles a todos que alisten provisiones para llevar con ellos porque en tres días cruzarán el Jordán, para entrar y ocupar la tierra que el SEÑOR su Dios les da en posesión».

12 Entonces Josué les dijo a los rubenitas, a los gaditas y a una mitad de la tribu de Manasés:

13 —Recuerden la orden que les dio Moisés, siervo del SEÑOR, cuando les dijo que el SEÑOR su Dios les daría un lugar de descanso, la tierra donde estamos. 14 En realidad Moisés ya les entregó este territorio, así que sus esposas, sus hijos y su ganado se pueden quedar aquí, al oriente del río Jordán. Pero todos los hombres aptos para la guerra pasarán armados delante de sus hermanos para ayudarlos. 15 El SEÑOR ya les dio a ustedes un territorio para habitar, así que ustedes ayudarán a sus hermanos hasta que ellos puedan tener su lugar de descanso, la tierra que el SEÑOR les da. Después de eso ustedes podrán volver a su propia tierra, vivirán al oriente del río Jordán, la tierra que les dio Moisés, el siervo del SEÑOR.

16 Ellos le respondieron a Josué:

—Cumpliremos tus órdenes, e iremos a donde tú nos mandes. 17 Te obedeceremos siempre tal y como le obedecimos a Moisés. Lo único que pedimos es que el SEÑOR tu Dios esté contigo como lo estuvo con Moisés. 18 ¡Muerte a todo el que se rebele contra tus órdenes y no obedezca tus órdenes, sea quien sea!

Se envían espías a Jericó

Entonces Josué hijo de Nun mandó secretamente a dos espías desde Acacias[a] y les dijo: «Vayan y exploren el territorio, especialmente la ciudad de Jericó». Entonces ellos fueron y entraron a la casa de una prostituta llamada Rajab, y pasaron allí la noche. Pero alguien le dio este aviso al rey de Jericó: «Unos israelitas han venido esta noche a espiar la tierra». Entonces el rey de Jericó le envió este mensaje a Rajab: «Saca a los hombres que llegaron a tu casa porque son espías».

Sin embargo, ella los escondió y le contestó al rey: «Es cierto que unos hombres llegaron a mi casa pero yo no sabía de dónde eran. Se fueron al anochecer, antes de cerrarse las puertas de la ciudad. No sé a dónde fueron, pero vayan rápido a buscarlos que todavía los pueden alcanzar». En realidad, ella los había llevado al techo de la casa, y los había escondido en unos bultos de lino que tenía allí. Entonces los hombres del rey salieron en persecución de los espías y de inmediato cerraron las puertas de la ciudad. Ellos buscaron a los espías hasta el lugar donde el camino atraviesa el río Jordán. Entonces, antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo:

—Yo sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra a ustedes. Aquí todo el mundo está muerto de miedo por causa de ustedes. 10 Hemos oído que el SEÑOR secó el agua del mar Rojo ante ustedes cuando salieron de Egipto y lo que ustedes les hicieron a los dos reyes amorreos Sijón y Og, del otro lado del Jordán. Ustedes los destruyeron. 11 Cuando nos enteramos de todo eso, nosotros nos atemorizamos porque el SEÑOR su Dios es el verdadero Dios del cielo y de la tierra. 12 Yo fui buena con ustedes y les ayudé, ahora júrenme por el SEÑOR que serán buenos con mi familia. También denme una garantía 13 de que salvarán a mi papá, a mi mamá, a mis hermanos y hermanas y a sus familias. Prométanme que les respetarán la vida a ellos.

14 Los espías le respondieron:

—Si no nos denuncias responderemos con nuestras vidas por las vidas de ustedes. Cuando el SEÑOR nos dé esta tierra, te trataremos bien y cumpliremos nuestra promesa.

15 Entonces ella, utilizando una cuerda, los bajó por la ventana porque la muralla formaba parte de su casa. Ella vivía dentro de la muralla. 16 Rajab les dijo:

—Vayan hacia las montañas para que los que fueron a buscarlos no los encuentren. Escóndanse allí por tres días hasta que los que los persiguen regresen a la ciudad. Después podrán seguir su camino.

17 Los hombres le dijeron:

—Cumpliremos la promesa que te hicimos, 18 pero cuando volvamos a este lugar, tienes que atar esta cuerda roja a la ventana por la que nos has descolgado. Tendrás que reunir a toda tu familia en tu casa: a tus padres, a tus hermanos y a todos los demás. 19 Todo el que salga de tu casa a la calle será responsable de su propia muerte, no será culpa nuestra; pero si matan a alguno de los que estén contigo dentro tu casa, nosotros responderemos por su muerte. 20 Eso sí, si tú nos denuncias, ya no estaremos obligados a cumplir nuestro juramento.

21 Entonces ella dijo:

—Será como ustedes dicen.

Así ella los dejó ir y ellos partieron. Entonces ella ató a su ventana la cuerda roja.

22 Ellos se fueron a las montañas y permanecieron allí tres días, hasta que los que los buscaban volvieron a Jericó. Los buscaron a lo largo de todo el camino, pero no los encontraron. 23 Entonces los espías bajaron de las montañas, cruzaron el Jordán y se presentaron ante Josué hijo de Nun para informarle todo lo que les había pasado. 24 Le dijeron: «Es verdad que el SEÑOR nos ha dado la tierra porque todos los que viven en esa región tienen mucho miedo de nosotros».

Milagro en el río Jordán

A la mañana siguiente Josué y todos los israelitas se levantaron temprano, trasladaron el campamento desde Acacias hasta la orilla del río Jordán y acamparon allí sin cruzar el río. Después de tres días, los jefes pasaron por el campamento, dándole a la gente la siguiente orden: «Levántense y marchen detrás del cofre del pacto del SEÑOR su Dios cuando lo vean cargado por los sacerdotes levitas. Pero no se acerquen a menos de un kilómetro[b] de distancia del cofre, aunque sin perderlo de vista para que así sepan qué camino seguir, ya que ustedes nunca antes han pasado por aquí».

Entonces Josué le dijo al pueblo: «Purifíquense[c] porque mañana el SEÑOR hará un gran milagro entre ustedes». Luego les dijo a los sacerdotes: «Levanten el cofre del pacto y colóquense delante del pueblo». Así que ellos levantaron el cofre del pacto y caminaron delante de la gente.

Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: «Hoy empezaré a darte más importancia ante los israelitas, así sabrán que estaré contigo como lo estuve con Moisés. Diles a los sacerdotes que llevan el cofre del pacto: “Al llegar a la orilla del Jordán entren al río y quédense ahí parados en medio del río”».

Entonces Josué les dijo a los israelitas: «Vengan y escuchen las palabras del SEÑOR su Dios». 10 Luego Josué dijo: «Por esto sabrán que el Dios viviente está entre ustedes, y que él hará huir ante ustedes a los cananeos, hititas, heveos, ferezeos, gergeseos, amorreos y jebuseos: 11 Ahora mismo el cofre del pacto del Señor de toda la tierra está a punto de cruzar el Jordán delante de ustedes. 12 Elijan ya a doce hombres de cada una de las tribus de Israel. 13 Los sacerdotes que cargan el cofre del SEÑOR entrarán al agua y en cuanto sus pies toquen el agua, el río se detendrá y el agua se amontonará formando un muro».

14 Cuando la gente salió del campamento para cruzar el Jordán, los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto iban al frente de todo el pueblo. 15 Era época de cosecha y el río estaba crecido. Tan pronto como los sacerdotes pisaron el agua, 16 el río se detuvo. El agua se amontonó formando un embalse que quedaba lejos de allí, cerca de Saretán. También el agua que baja hasta el mar Muerto se detuvo completamente. La gente pudo cruzar el río frente a la ciudad de Jericó. 17 El pueblo cruzaba pisando tierra seca, en tanto que los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto del SEÑOR se detuvieron ahí mismo en tierra seca, en medio del Jordán, hasta que toda la gente cruzó el río.

Las doce piedras conmemorativas

Cuando toda la nación terminó de cruzar el Jordán, el SEÑOR le dijo a Josué: «Elige doce hombres del pueblo, uno de cada tribu y ordénales esto: “Tomen de en medio del Jordán, donde están los sacerdotes, doce piedras, cárguenlas a través del Jordán y pónganlas en el lugar donde acampen esta noche”».

Entonces Josué llamó a los doce hombres que había escogido de entre los israelitas, uno de cada tribu y les dijo: «Vayan hasta el medio del río, frente al cofre del pacto del SEÑOR su Dios, y cada uno traiga una piedra sobre sus hombros. Así habrá doce piedras en total, una piedra por cada una de las tribus de Israel. Llévenlas al campamento y pónganlas ahí para que les sirvan a ustedes como recordatorio de lo que aquí sucedió. Cuando en el futuro sus hijos les pregunten: “¿Qué significan estas piedras para ustedes?”, ustedes les responderán que las aguas del Jordán se detuvieron cuando el cofre del pacto del SEÑOR cruzó el río. Estas piedras les recordarán siempre a los israelitas lo que sucedió aquí».

Los israelitas hicieron tal como Josué les ordenó. Sacaron del río Jordán doce piedras; cada uno de los doce hombres escogidos de entre las doce tribus de Israel cargó una piedra. Las llevaron hasta el campamento y las dejaron allí, tal como el SEÑOR había dicho. Josué también hizo colocar doce piedras adicionales en medio del Jordán, en el lugar donde se habían detenido los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto. Aun hoy las piedras siguen ahí.

10 Mientras el pueblo cruzaba apresuradamente el río Jordán, los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto permanecían en medio del río. Se hizo todo lo que el SEÑOR le había ordenado a Josué, tal como Moisés le había dicho. 11 Cuando terminaron de cruzar el río, los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto del SEÑOR pasaron otra vez adelante de todos. 12 Los hombres de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, listos para la batalla, se colocaron al frente de todos los demás israelitas, tal como Moisés les había ordenado. 13 El SEÑOR reunió en los llanos de Jericó un ejército de 40 000 hombres, listos para la batalla. 14 Ese día el SEÑOR hizo que todo Israel admirara a Josué. Lo empezaron a respetar así como respetaron a Moisés.

15 El SEÑOR le dijo a Josué: 16 «Diles a los sacerdotes que cargan el cofre del pacto que salgan del río Jordán». 17 Así que Josué les ordenó a los sacerdotes: «Salgan del Jordán». 18 Entonces cuando los sacerdotes que cargaban el cofre del pacto del SEÑOR salieron del Jordán, y sus pies tocaron tierra seca, las aguas del Jordán retornaron a su cauce normal, y el río siguió desbordado como antes.

19 El pueblo salió del Jordán el décimo día del primer mes, acamparon en Guilgal al oriente de Jericó 20 y Josué levantó un monumento con las doce piedras que ellos habían sacado del río Jordán. 21 Él les dijo a los israelitas: «En el futuro cuando los hijos les pregunten a sus padres: “¿Que significan estas piedras?”, 22 ustedes les responderán: “Israel cruzó el río Jordán sobre tierra seca”. 23 Porque el SEÑOR su Dios secó las aguas del Jordán ante ustedes, hasta que lo cruzaron, como el SEÑOR su Dios hizo con el mar Rojo el cual él secó ante nosotros hasta que lo cruzamos. 24 Eso lo hizo para que todo el mundo sepa lo grande que es el poder del SEÑOR y para que ustedes siempre respeten al SEÑOR su Dios».

Así fue que el SEÑOR secó las aguas del Jordán para que los israelitas lo cruzaran. Al enterarse de esto los reyes amorreos que estaban al occidente del Jordán perdieron toda esperanza. También se atemorizaron los reyes cananeos que habitaban a lo largo de la costa del mar. Todos ellos perdieron el ánimo de luchar contra los israelitas.

Circuncisión de los israelitas

Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: «Yo ordené a todos los varones israelitas que fueran circuncidados antes de que salieran de Egipto. Ahora, haz unos cuchillos de piedra y circuncida a los israelitas que nacieron desde que saliste de Egipto». Entonces Josué mandó hacer cuchillos de piedra y circuncidó a los israelitas en el monte Aralot[d]. Josué tuvo que circuncidarlos porque ya habían muerto en el desierto todos los hombres en edad militar que habían salido de Egipto. Aunque todos los que salieron de Egipto estaban circuncidados, ninguno de los que había nacido en el desierto estaba circuncidado. Puesto que los israelitas anduvieron por el desierto durante 40 años, ya habían muerto todos los hombres israelitas en edad militar que habían salido de Egipto. Esos hombres no habían obedecido al SEÑOR y por tal razón el SEÑOR les juró que no los dejaría ver la tierra que el SEÑOR les había prometido a sus antepasados que nos daría a nosotros, una tierra que rebosa de leche y de miel. Él hizo que los hijos de esos hombres los reemplazaran a ellos. Josué circuncidó a los hijos de esos hombres porque no habían sido circuncidados durante el viaje. Cuando todos fueron circuncidados, se quedaron en el campamento hasta que se recuperaron.

La primera Pascua en Canaán

Luego el SEÑOR le dijo a Josué: «Era vergonzoso que ustedes fueran esclavos de Egipto y siguieran prácticas egipcias. Hoy he quitado de ustedes esa vergüenza». Es por eso que ese lugar se llama Guilgal[e] hasta el día de hoy.

10 Mientras acampaban en Guilgal, en los llanos de Jericó, los israelitas celebraron la Pascua, en la noche del día 14 del mes. 11 El día después de la Pascua, empezaron a alimentarse de los productos de la tierra, pan sin levadura y grano tostado. 12 Desde ese mismo día, el maná dejó de aparecer y durante todo ese año los israelitas se alimentaron de lo que producía la tierra de Canaán.

El jefe del ejército del Señor

13 En una ocasión, Josué se acercó a Jericó y vio a un hombre frente a él, con una espada en la mano. Josué se le acercó y le dijo:

—¿Eres de los nuestros o eres enemigo?

14 Él respondió:

—No soy enemigo, acabo de llegar. Soy el comandante del ejército del SEÑOR.

Entonces Josué se postró rostro en tierra ante él y lo adoró. Luego le dijo:

—Yo soy su siervo, Señor, ¿tiene algo que ordenarme?

15 El comandante del ejército del SEÑOR le dijo a Josué:

—Quítate las sandalias, porque el lugar donde estás es sagrado.

Y Josué obedeció.

La toma de Jericó

Las puertas de Jericó estaban cerradas y fortificadas a causa de los israelitas. Nadie podía entrar ni salir.

El SEÑOR le dijo a Josué: «Voy a entregar en tus manos a Jericó, a su rey y a sus soldados. Una vez al día, marcha alrededor de la ciudad con todos los soldados. Haz esto por seis días. Siete sacerdotes marcharán delante del cofre, cada uno llevando una trompeta hecha de cuernos de carnero. El séptimo día darán siete vueltas alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. Cuando se oiga que el cuerno de carnero da un toque prolongado, todo el pueblo gritará muy fuerte, y la muralla de la ciudad se derrumbará. Entonces desde la posición donde esté, cada soldado podrá subir directamente contra la ciudad».

Josué hijo de Nun reunió a los sacerdotes y les dijo: «Levanten el cofre del pacto, y que siete sacerdotes marchen delante del cofre del SEÑOR llevando cada uno una trompeta hecha de cuerno de carnero». Y le dijo al pueblo: «Den una vuelta alrededor de la ciudad, y que el ejército vaya delante del cofre del SEÑOR».

Cuando Josué terminó de hablarle a la gente, los siete sacerdotes que llevaban ante el SEÑOR las trompetas hechas de cuernos de carnero salieron tocándolas, adelante del cofre. El cofre del pacto del SEÑOR iba detrás de ellos. El ejército iba adelante de los siete sacerdotes que tocaban las trompetas. Los demás hombres de guerra marchaban detrás del cofre. Mientras todos marchaban sonaban las trompetas continuamente. 10 Josué le ordenó al pueblo: «No griten ni dejen que se escuche su voz, no dejen salir ni una sola palabra de su boca, hasta el día que les diga: “¡Griten!”, sólo entonces deberán gritar».

11 Josué ordenó llevar el cofre del SEÑOR alrededor de la ciudad una sola vez. Después regresaron al campamento para pasar la noche.

12 Josué se levantó temprano y los sacerdotes levantaron nuevamente el cofre del SEÑOR. 13 Todos marcharon alrededor de la ciudad como lo hicieron el día anterior: primero, el ejército, luego los siete sacerdotes tocando continuamente las trompetas ante el cofre del SEÑOR, después los sacerdotes que llevaban el cofre del SEÑOR y por último, los demás hombres. 14 Dieron una vuelta alrededor de la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento. Hicieron esto por seis días.

15 El séptimo día ellos se levantaron al amanecer y marcharon alrededor de la ciudad como habían hecho antes, pero ese día dieron siete vueltas a la ciudad. 16 La séptima vez, cuando los sacerdotes tocaron las trompetas, Josué le dijo a la gente: «¡Griten! Porque el SEÑOR les ha dado la ciudad. 17 La ciudad y todo lo que hay en ella debe ser consagrado al SEÑOR para la destrucción. Sólo quedarán vivos Rajab, la prostituta, y todos los que están con ella en la casa, porque ella escondió a los mensajeros que enviamos. 18 Pero cuídense de no tocar ni llevarse nada de lo que ha sido consagrado a la destrucción, porque entonces por culpa de ustedes Dios consagrará a la destrucción al campamento de Israel y lo castigará. 19 También pertenecen únicamente al SEÑOR toda la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro, e irán a la tesorería del SEÑOR».

20 Entonces la gente gritó, y los sacerdotes tocaron las trompetas. Tan pronto como el pueblo escuchó el toque de trompeta prolongado, todos dieron un fuerte grito, y la muralla se derrumbó. Entonces, desde donde se encontraba, cada soldado subió directamente contra la ciudad, y la capturaron. 21 Mataron a espada a todos en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ganado, rebaños y burros.

22 Josué les dijo a los dos hombres que habían espiado la tierra: «Entren a la casa de la prostituta y saquen a la mujer y a toda su familia, tal como lo juraron». 23 Así que los dos hombres que habían sido espías fueron y sacaron a Rajab, al papá, a la mamá, a los hermanos y a todos los parientes de ella y los pusieron afuera del campamento de Israel. 24 Luego, los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Sólo la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro los guardaron en la tesorería de la casa del SEÑOR[f]. 25 Pero Josué les perdonó la vida a Rajab, la prostituta, y a todos sus parientes. Sus descendientes han vivido en Israel hasta hoy porque escondió a los mensajeros que Josué había enviado a espiar en Jericó.

26 En ese momento Josué hizo este juramento:

«Que el SEÑOR maldiga
    al que intente reconstruir la ciudad de Jericó.
Que a costa de la vida de su hijo mayor
    eche los cimientos,
y a costa de la vida de su hijo menor[g]
    restaure sus puertas».

27 Así el SEÑOR estaba con Josué, y su reputación se difundió por toda la tierra.

El pecado de Acán

Pero los israelitas no obedecieron la orden con respecto a lo que tenía que quedar sólo para el SEÑOR o ser destruido como ofrenda. Un hombre de la tribu de Judá llamado Acán, hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zara, tomó algunas cosas de lo que estaba consagrado a la destrucción. Eso hizo que el SEÑOR se pusiera furioso con los israelitas.

Josué envió a unos hombres desde Jericó a la ciudad de Hai[h], que está cerca de Bet Avén, al oriente de Betel. Les dijo: «Vayan y espíen la tierra». Los hombres fueron y espiaron a Hai y volvieron a donde estaba Josué. Le dijeron: «No hagas que todo el pueblo vaya contra Hai. Con unos 2000 o 3000 se puede atacar a Hai, así que no los molestes a todos haciéndolos ir hasta allá, porque ellos son pocos».

Entonces unos 3000 hombres atacaron ese pueblo, pero fueron derrotados por los hombres de Hai. Primero, los israelitas se dieron a la retirada cuando los hombres de Hai resistieron el ataque a las puertas de la ciudad. En el contraataque los de Hai mataron a 36 hombres. Mientras perseguían a los israelitas hasta las canteras, otro grupo de Hai los atacó matando a más en la bajada. Entonces el pueblo se atemorizó y perdió el ánimo.

Josué rasgó sus vestidos y se postró rostro en tierra ante el cofre del SEÑOR. Se quedó allí hasta la noche, acompañado por los ancianos líderes de Israel. Ellos se arrojaron polvo en la cabeza en demostración de dolor. Josué dijo:

—¡Señor DIOS! ¿Por qué nos hiciste atravesar el Jordán para luego dejar que los amorreos nos destruyan? ¡Ojalá hubiéramos quedado satisfechos viviendo al otro lado del río! Señor, ¿qué puedo decir ahora que Israel ha sido vencido por sus enemigos? Los cananeos y toda la gente que vive en estas tierras se enterarán, nos rodearán y nos matarán a todos. Entonces, ¿qué harás para que no se desacredite tu gran nombre?

10 El SEÑOR le dijo a Josué:

—¡Levántate! ¿Por qué te postras así? 11 Israel ha pecado y ha roto el pacto que les ordené. Han tomado algunas de las cosas que les ordené destruir, han robado, han mentido, y las han puesto entre sus pertenencias. 12 Por eso los israelitas no son capaces de enfrentar a sus enemigos, sino que huyen de ellos porque han actuado mal y han sido condenados a la destrucción. Yo no voy a ayudarles más, a menos que destruyan todo lo que les ordené que fuera destruido. 13 Ve y purifica al pueblo. Diles que se purifiquen para mañana porque yo, el SEÑOR Dios de Israel, digo: “Israel: hay entre sus pertenencias cosas que les ordené destruir y en tanto no las quiten de entre ustedes no podrán hacer frente a sus enemigos”. 14 Mañana por la mañana deberán presentarse por tribus, y la tribu que designe el SEÑOR pasará adelante por grupos familiares, y el que designe el SEÑOR pasará adelante por familias, y la que designe el SEÑOR pasará adelante hombre por hombre. 15 El hombre que sea sorprendido con las cosas que debieron ser destruidas será quemado con toda su familia y sus pertenencias, porque él rompió el pacto del SEÑOR, y porque ha cometido un crimen horrible contra Israel.

16 Josué se levantó temprano en la mañana e hizo pasar a la gente de Israel por tribus, y fue señalada la tribu de Judá. 17 Luego hizo pasar al frente a los grupos familiares de Judá y fue señalado el de Zera. Pasaron al frente los de Zera por familias y fue señalada la de Zabdí. 18 Luego Zabdí trajo a su familia, hombre por hombre y fue señalado Acán hijo de Carmí y nieto de Zabdí de la tribu de Judá.

19 Entonces Josué le dijo a Acán:

—Hijo mío, di la verdad aquí ante el SEÑOR Dios de Israel y confiesa lo que has hecho. Dímelo y no me ocultes nada.

20 Entonces Acán le contestó a Josué:

—Es verdad, he pecado contra el SEÑOR, el Dios de Israel. Esto fue lo que hice: 21 Entre las cosas que capturamos, vi un bello manto de Babilonia[i], 200 monedas de plata, y una barra de oro que pesaba más de medio kilo.[j] Me gustaron mucho, así que las tomé y las enterré debajo de mi carpa, la plata está debajo de todo.

22 Así que Josué envió unos mensajeros que corrieron a la carpa, y allí estaban las cosas escondidas en la carpa, con la plata debajo de todo. 23 Tomaron las cosas de la carpa, las llevaron a Josué y a todos los israelitas, y las presentaron ante el SEÑOR.

24 Luego Josué y los israelitas agarraron a Acán descendiente de Zera, con la plata, el abrigo, la barra de oro, sus hijos, sus hijas, su ganado, su burro, sus ovejas y su carpa y todo lo que le pertenecía. Lo llevaron al valle de Acor 25 y Josué le dijo:

—¿Por qué nos trajiste destrucción? Hoy el SEÑOR te traerá la desgracia a ti.

Entonces todos los israelitas los mataron a pedradas y los quemaron. 26 Luego apilaron muchas piedras sobre sus cuerpos, y el montón de piedras permanece allí hasta hoy. Esa es la razón por la cual aun hoy ese lugar se llama el valle de Acor[k]. Así el SEÑOR dejó de estar enojado con ellos.

La destrucción de Hai

Luego el SEÑOR le dijo a Josué: «No tengas miedo ni te desanimes. Lleva contigo todo el ejército y ve ahora hasta Hai. Fíjate, voy a entregar en tus manos al rey de Hai, su gente, su ciudad y su tierra. Harás con Hai y con su rey lo que hiciste con Jericó y con su rey, sólo que esta vez podrás quedarte con su riqueza y sus animales como botín para ustedes. Prepara una emboscada desde atrás de la ciudad».

Así pues, Josué se preparó para ir a Hai con todo el ejército; eligió 30 000 de sus mejores soldados y los envió por la noche. Les dio estas órdenes: «¡Atención! Preparen una emboscada desde atrás de la ciudad. No se alejen mucho de la ciudad y estén listos en sus posiciones. Yo con toda la gente que me acompaña me acercaré a la ciudad. Cuando salgan contra nosotros, huiremos de ellos, como antes. Luego ellos nos perseguirán hasta que los alejemos de la ciudad, porque pensarán: “Están huyendo de nosotros como lo hicieron antes”. Así que nosotros huiremos de ellos, entonces ustedes saldrán de su escondite y tomarán la ciudad. El SEÑOR su Dios les entregará la ciudad a ustedes. Y cuando hayan tomado la ciudad incéndienla, tal como el SEÑOR ha ordenado. ¡Vayan! Ustedes ya tienen mis órdenes».

Así que Josué los mandó, y ellos se fueron a su escondite. Esperaron entre Betel y Hai, al occidente de Hai, pero Josué pasó la noche con el ejército.

10 Josué se levantó temprano la mañana siguiente, reunió al ejército y marchó al frente del ejército, con los ancianos de Israel, hasta Hai. 11 Todos los soldados que estaban con él marcharon y se acercaron a la ciudad. Llegaron frente a la ciudad, y acamparon al norte de Hai. El valle estaba entre ellos y Hai.

12 Él tomó 5000 hombres y los escondió entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13 Así que organizaron el campamento principal al norte de la ciudad y el resto al occidente de la ciudad, y Josué fue esa noche al centro del valle.

14 Cuando el rey de Hai vio esto, él y toda su gente salieron rápido de madrugada para enfrentarse a Israel en combate en el valle del río Jordán, pero el rey no sabía que había una emboscada contra él detrás de la ciudad. 15 Luego Josué y su ejército fingieron ser vencidos por ellos y huyeron hacia el desierto. 16 La gente de la ciudad gritó y salió a perseguirlos. De esta manera Josué los sacó de la ciudad. 17 Dejaron la ciudad abierta y persiguieron a Israel. No quedó un solo hombre en Hai ni en Betel que no saliera tras los israelitas.

18 Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: «Apunta hacia Hai la espada que tienes en tu mano, porque te la entregaré». Así que Josué apuntó hacia la ciudad la espada curvada que tenía en su mano. 19 Luego los hombres de la emboscada salieron de su escondite y corrieron hacia el frente tan pronto como Josué estiró su brazo. Ellos entraron a la ciudad, la capturaron y la incendiaron rápidamente.

20 Los hombres de Hai miraron hacia atrás, y vieron el humo de la ciudad elevarse hacia el cielo. No tenían escapatoria, porque la gente que estaban persiguiendo se había vuelto hacia ellos. 21 Cuando Josué y todo Israel vieron que las tropas que estaban escondidas habían capturado la ciudad, y que el humo de la ciudad se estaba elevando, entonces dejaron de huir y atacaron a los de Hai. 22 Los otros israelitas que venían de la ciudad salieron también a atacar a los de Hai, que quedaron rodeados por los israelitas por uno y otro lado. Israel los atacó hasta que no quedó vivo ni uno solo de ellos. 23 Pero al rey de Hai, los israelitas lo capturaron vivo y lo llevaron ante Josué.

24 Israel terminó de matar a todos los habitantes de Hai en los campos donde los habían perseguido hasta que cayó a filo de espada hasta el último hombre de Hai. Luego, todo el ejército de Israel volvió a Hai, y la atacaron a filo de espada. 25 El total de la gente que murió ese día, tanto hombres como mujeres, fue de 12 000, todos los habitantes de Hai. 26 Josué no dio descanso al brazo con el que había estirado la lanza, hasta que todos los habitantes de Hai fueron totalmente destruidos. 27 Los animales y los objetos de valor de esa ciudad quedaron en poder de la gente de Israel como botín, tal como el SEÑOR le había dicho a Josué.

28 Así que Josué mandó quemar a Hai y la dejó hecha un montón de ruinas para siempre, igual que se ve hasta hoy. 29 Y colgó al rey de Hai de un árbol hasta la tarde. Al atardecer Josué dio la orden de bajar su cuerpo del árbol, lo echó en la puerta de la ciudad, y levantaron sobre él un gran montón de rocas que permanece hasta hoy.

Bendiciones y maldiciones

30 Luego, Josué construyó un altar al SEÑOR, Dios de Israel, en el monte Ebal, 31 tal como Moisés, el siervo del SEÑOR, había ordenado a los israelitas, como está escrito en el libro de la ley de Moisés: «Un altar de piedras sin cortar, en el que no se había usado ninguna herramienta de hierro». Después, en el altar, ofrecieron al SEÑOR sacrificios que deben quemarse completamente y ofrendas para festejar.

32 Y allí, en presencia de los israelitas, Josué escribió en las piedras una copia de la ley que Moisés había escrito. 33 Todos en Israel, inmigrantes o ciudadanos, con sus jefes, oficiales y jueces estaban de pie a los dos lados del cofre, enfrente de los sacerdotes levitas que cargaban el cofre del pacto del SEÑOR. La mitad de la gente se colocó frente al monte Guerizín y la otra mitad frente al monte Ebal, tal como Moisés el siervo del SEÑOR, antes de su muerte, ordenó bendecir al pueblo de Israel.

34 Enseguida, Josué leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, tal como estaban escritas en el libro de la ley. 35 Josué leyó palabra por palabra, sin omitir nada, todo lo que Moisés había escrito. Todos escucharon, incluso las mujeres, los niños y los inmigrantes que vivían entre ellos.

Tratado de paz con los gabaonitas

Todos los reyes del lado occidental del Jordán, en la montaña, en el valle y a lo largo de la costa del mar Grande, se enteraron de lo sucedido. Eran los reyes hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos. Entonces hicieron una alianza para atacar a Josué y a los israelitas.

Pero cuando los habitantes de Gabaón se enteraron de lo que Josué había hecho con Jericó y Hai, decidieron actuar astutamente. Se disfrazaron y se pusieron en marcha, cargando sus asnos con bolsas gastadas y cueros de vino viejos, rotos y remendados. Se pusieron sandalias remendadas y gastadas, y se vistieron con ropas rotas. Como provisiones prepararon pan duro y podrido. Fueron a Josué en el campamento, en Guilgal, y les dijeron a él y a los israelitas:

—Venimos de un país muy lejano, hagan un pacto con nosotros ahora.

Pero los israelitas les dijeron:

—A lo mejor ustedes viven muy cerca y siendo así, ¿cómo vamos a hacer un pacto con ustedes?

Entonces ellos le dijeron a Josué:

—Somos tus siervos.

Josué les dijo:

—¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?

Ellos respondieron:

—Sus siervos han venido de un país muy lejano en el nombre del SEÑOR su Dios, hemos oído de lo famoso que él es y de todo lo que hizo en Egipto. 10 Nos enteramos de todo lo que hizo con los dos reyes amorreos que vivían al otro lado del Jordán, Sijón, el rey de Hesbón y Og, el rey de Basán que vivía en Astarot. 11 Así que nuestros gobernantes y todos los habitantes de nuestro país nos dijeron: “Tomen provisiones, vayan a conocerlos y díganles: Somos sus siervos, hagan un pacto con nosotros”. 12 ¡Miren, nuestro pan! Lo empacamos caliente el día que salimos para venir hacia ustedes y ahora, miren, está duro y podrido. 13 Además observen estos cueros de vino que llenamos con vino nuevo, ahora están rotos. Nuestras ropas y sandalias están gastadas por el viaje tan largo.

14 Así que los hombres de Israel examinaron algunas de esas provisiones, pero no buscaron instrucciones del SEÑOR. 15 Entonces Josué pactó la paz con ellos. Él hizo un pacto con ellos de perdonarles la vida, y los líderes israelitas les hicieron un juramento, ratificándolo.

16 Tres días después de haber hecho el pacto con ellos, los israelitas se enteraron que los gabaonitas eran vecinos y que estaban viviendo cerca de ellos. 17 Así que los israelitas salieron, y al tercer día llegaron a las ciudades de los gabaonitas, que eran Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín. 18 Pero los israelitas no los atacaron, porque los líderes de la congregación les habían hecho un juramento por el SEÑOR, Dios de Israel. Aunque toda la gente se quejaba de los líderes, 19 ellos le dijeron a toda la congregación:

—Hicimos un juramento por el SEÑOR, el Dios de Israel, así que ahora no les podemos hacer daño. 20 Esto es lo que les haremos: Los dejaremos vivir, para que el castigo de Dios no caiga sobre nosotros debido al juramento que les hicimos.

21 Los líderes les dijeron:

—Perdónenles la vida, pero a cambio serán puestos como leñadores y aguadores para todo el pueblo.

Así los jefes mantuvieron su promesa.

22 Josué reunió a los gabaonitas y les dijo:

—¿Por qué nos engañaron diciéndonos: “Somos de una tierra muy lejana” siendo que en realidad viven entre nosotros? 23 Así que están bajo maldición: Siempre serán esclavos, leñadores y cargadores de agua para la casa de mi Dios.[l]

24 Ellos le respondieron a Josué:

—Porque a nosotros, tus siervos, nos dijeron que el SEÑOR su Dios mandó a su siervo Moisés que les diera a ustedes toda la tierra y que destruyera a todos los habitantes de la tierra ante ustedes. A nosotros nos dio mucho miedo perder nuestra vida a manos de ustedes, por eso hicimos esto. 25 Y ahora estamos en su poder, así que haz lo que creas que es justo.

26 En efecto, Josué los rescató de manos de los mismos israelitas. No los mataron, 27 pero ese día Josué los hizo leñadores y cargadores de agua para los israelitas y para el altar del SEÑOR en el lugar que Dios decidiera, como lo son hasta hoy.

El sol y la luna se detienen

10 El rey de Jerusalén, Adonisédec, tuvo mucho miedo cuando se enteró que Josué había capturado y destruido completamente a la ciudad de Hai, haciendo con ella y con su rey lo mismo que había hecho con Jericó y con su rey. También se llenó de temor al enterarse de que los habitantes de Gabaón habían hecho un tratado de paz con Israel y estaban viviendo entre ellos. Es que Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real[m], más grande que Hai. Además, todos los hombres de Gabaón eran hombres de guerra. Así que el rey Adonisédec de Jerusalén mandó el siguiente mensaje al rey Hohán de Hebrón, al rey Pirán de Jarmut, al rey Jafía de Laquis y al rey Debir de Eglón: «Vengan y ayúdenme a atacar a Gabaón, porque ha hecho un acuerdo de paz con Josué y los israelitas». Entonces los cinco reyes de los amorreos de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón se unieron con todos sus ejércitos, acamparon cerca de Gabaón y la atacaron.

Pero la gente de Gabaón envió el siguiente mensaje a Josué al campamento en Guilgal: «No abandone a sus siervos. Venga rápido, sálvennos y ayúdennos, porque todos los reyes de los amorreos que viven en las montañas se unieron para atacarnos». Entonces Josué salió de Guilgal con todo el ejército, incluyendo los mejores hombres de guerra. El SEÑOR le dijo a Josué: «No les tengas miedo, pues yo haré que los venzas. Ni uno solo de ellos podrá contigo».

Así que Josué, después de marchar toda la noche desde Guilgal, cayó de sorpresa sobre los amorreos. 10 El SEÑOR los hizo entrar en pánico cuando vieron a los israelitas, quienes les causaron una gran derrota en Gabaón, y los persiguieron por todo el camino que va hasta Bet Jorón. Les siguieron causando bajas a los amorreos hasta Azeca y Maquedá. 11 Mientras huían de los israelitas por el camino que sale de Bet Jorón, el SEÑOR arrojó sobre los amorreos grandes piedras de granizo por todo el camino hasta Azeca, y murieron. Más gente murió por causa del granizo que por las espadas de los israelitas.

12 Luego Josué habló con el SEÑOR el día que el SEÑOR entregó los amorreos a los israelitas. Josué dijo en presencia del pueblo de Israel:

«Sol, quédate quieto en Gabaón;
    y luna, detente en el valle de Ayalón».

13 Y el sol se quedó quieto y la luna se detuvo, hasta que la nación de Israel se vengó de sus enemigos. ¿No está eso escrito en El libro del Justo[n]? El sol se detuvo en medio del cielo y se demoró en ocultarse como un día. 14 No ha habido un día como ese ni antes ni después, en que el SEÑOR escuchó la voz de un hombre, pues el SEÑOR peleó por Israel.

15 Luego Josué y todos los israelitas regresaron al campamento en Guilgal. 16 Los cinco reyes huyeron y se escondieron en una cueva en Maquedá, 17 pero a Josué le informaron: «Hemos encontrado a los cinco reyes escondidos en una cueva en Maquedá». 18 Josué dio esta orden: «Pongan unas piedras bien grandes contra la entrada de la cueva y coloquen unos hombres para vigilarlos. 19 Pero no permanezcan allí ustedes, sino persigan a sus enemigos y atáquenlos desde atrás. No los dejen entrar a sus ciudades, porque el SEÑOR su Dios les ha dado a ustedes la victoria sobre ellos».

20 Josué y los israelitas terminaron de matar a sus enemigos, pero algunos de ellos escaparon y se refugiaron en las ciudades fortificadas. 21 Entonces todos los israelitas volvieron a salvo a donde estaba Josué, al campamento en Maquedá. Nadie en la región se atrevía a hablar en contra de los israelitas.

22 Luego Josué dijo: «Abran la entrada de la cueva y tráiganme a los cinco reyes que están en la cueva». 23 Así lo hicieron y trajeron ante él a los cinco reyes, los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón. 24 Cuando le trajeron a estos reyes, Josué reunió a todos los israelitas y les dijo a los comandantes de las tropas que lo habían acompañado en la batalla: «Acérquense y pongan sus pies en los cuellos de estos reyes». Ellos se acercaron y así lo hicieron para celebrar su victoria. 25 Entonces Josué les dijo: «No tengan miedo ni se desanimen. Sean fuertes y valientes, porque el SEÑOR le hará esto a todos los enemigos contra quienes ustedes peleen».

26 Después, Josué mató a los reyes y los colgó de cinco árboles. Estuvieron colgados en los árboles hasta la tarde. 27 Al atardecer Josué dio la orden de bajarlos de los árboles, y los arrojaron a la cueva donde se habían escondido. Luego pusieron unas piedras bien grandes contra la entrada de la cueva, las cuales están ahí hasta el día de hoy.

28 Ese día Josué capturó Maquedá y mató a su gente y a su rey. Él los destruyó totalmente y a todo ser viviente que habitaba en la ciudad. No dejó sobrevivientes. Hizo al rey de Maquedá lo mismo que le había hecho al rey de Jericó.

La toma de las ciudades del sur

29 Josué y todos los israelitas se dirigieron de Maquedá a Libná y la atacaron. 30 El SEÑOR le permitió a Israel derrotar también a Libná y a su rey. Mataron todo ser viviente de la ciudad. No dejaron sobrevivientes en ella. Le hicieron a su rey lo mismo que le habían hecho al rey de Jericó. 31 Luego Josué y todo Israel con él se dirigieron de Libná a Laquis, la sitiaron y la atacaron. 32 El SEÑOR también le permitió a Israel derrotar a Laquis. La capturaron al segundo día y mataron todo ser viviente de la ciudad, como habían hecho en Libná. 33 Entonces el rey Horán de Guézer fue a ayudar a Laquis, pero Josué lo venció a él y a su ejército hasta que no quedó ningún sobreviviente.

34 Luego Josué y todos los israelitas se dirigieron de Laquis a Eglón, la sitiaron y la atacaron. 35 La capturaron ese día, mataron a toda su gente y destruyeron completamente todo ser viviente de allí, como habían hecho en Laquis.

36 Luego Josué y todos los israelitas se fueron de Eglón a Hebrón, la atacaron 37 y la capturaron. Mataron al rey y a todo ser viviente de la ciudad y de todos los pueblos de alrededor, sin dejar sobrevivientes, tal como habían hecho con Eglón. Josué destruyó completamente la ciudad y a todo ser viviente que había en ella.

38 Luego Josué y todos los israelitas dieron vuelta hacia Debir y la atacaron. 39 La capturaron junto con su rey y todos los pueblos vecinos. Mataron y destruyeron completamente a todo ser viviente en ella, sin dejar sobrevivientes. Josué hizo con Debir y su rey lo mismo que había hecho con Hebrón, y con Libná y su rey.

40 Josué conquistó todo el territorio: las montañas, el Néguev, los valles occidentales, las laderas y derrotó a todos sus reyes. No dejó ningún sobreviviente. Destruyó completamente todo ser viviente, tal como el SEÑOR, Dios de Israel, le había ordenado. 41 Y Josué los derrotó desde Cades Barnea hasta Gaza, y toda la tierra de Gosén hasta Gabaón. 42 Josué capturó de una sola vez a todos estos reyes y su tierra, porque el SEÑOR, el Dios de Israel, estaba peleando a favor de Israel. 43 Luego Josué y todo Israel con él regresaron al campamento en Guilgal.

Derrota de las ciudades del norte

11 El rey Jabín de Jazor se enteró de todo esto y decidió reunir a los ejércitos de varios reyes. Entonces envió mensajeros al rey Jobab de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, a los reyes del norte, los de las colinas y también a los del desierto, a los reyes del área de Galilea, los del Néguev, los de los valles occidentales y al rey de Nafot Dor, al occidente. También envió mensajeros a los cananeos del oriente y del occidente, a los amorreos, los hititas, los ferezeos, los jebuseos de las montañas y los heveos del monte Hermón en la región de Mizpa. Salieron con todas sus tropas, conformando un gran ejército, tantos como los granos de arena en la playa, con muchos caballos y carros de combate. Todos estos reyes se reunieron y acamparon junto al riachuelo de Merón, para luchar contra Israel.

El SEÑOR le dijo a Josué: «No les tengas miedo, yo les daré el poder de derrotarlos. Verán que mañana a esta hora todos estarán muertos. Rómpanles las patas a los caballos del enemigo y quemen sus carros de combate».

Así que Josué llegó repentinamente con todo su ejército al arroyo de Merón, los atacó y el SEÑOR le permitió a Israel derrotarlos. Los atacaron y los persiguieron hasta la gran ciudad de Sidón y Misrefot Mayin, y hasta el oriente del valle de Mizpa. Los persiguieron y atacaron hasta que ninguno de sus enemigos quedó vivo. Josué hizo con ellos lo que el SEÑOR le había dicho. Les rompió las patas a los caballos y quemó sus carros de combate.

10 Al regreso Josué capturó la ciudad de Jazor y mató a filo de espada a su rey, pues hasta ese momento Jazor era la capital de esos reinos. 11 Los israelitas mataron a todo ser viviente en la ciudad, no dejaron con vida a nada que respirara, y la incendiaron.

12 Josué capturó todas esas ciudades reales y a sus reyes, y los mató a filo de espada, tal como Moisés, el siervo del SEÑOR, había ordenado. 13 Sin embargo, no era práctica de Israel quemar ciudades construidas en montes. Jazor fue la única de esas ciudades que fue incendiada. 14 Los israelitas saquearon y se apoderaron de todos los bienes y ganado de esas ciudades, y mataron a filo de espada a toda la gente, sin dejar a nadie con vida. 15 Lo que el SEÑOR le había ordenado a su siervo Moisés, así mismo Moisés se lo ordenó a Josué, y Josué así lo hizo. No pasó por alto nada de todo lo que el SEÑOR le ordenó a Moisés.

16 Josué conquistó todo este territorio montañoso, todo el Néguev, toda la tierra de Gosén, los valles occidentales, el valle del Jordán, las montañas de Israel y sus planicies. 17 Desde el monte Jalac, que se eleva hacia Seír, hasta Baal Gad en el valle del Líbano bajo el monte Hermón. Josué capturó a todos los reyes y los mató, 18 tras combatir contra todos ellos por largo tiempo. 19 Ninguna ciudad hizo tratado de paz con los israelitas, excepto los heveos que vivían en Gabaón. Los israelitas tuvieron que conquistar todas esas ciudades en batalla 20 porque el SEÑOR mismo hizo que los enemigos se pusieran tercos para que enfrentaran a Israel en guerra. Así pudieron ser exterminados totalmente, pues los israelitas no tuvieron compasión de ellos sino que los mataron a todos tal como el SEÑOR le había ordenado a Moisés.

21 También por la misma época Josué fue y destruyó a los anaquitas de las montañas, de Hebrón, de Debir, de Anab y de todas las montañas de Judá y de Israel. Josué los destruyó completamente junto con sus ciudades. 22 Ningún anaquita quedó en territorio de los israelitas. Algunos quedaron pero solo en Gaza, Gat y Asdod. 23 Así que Josué tomó toda la tierra, de acuerdo a todo lo que el SEÑOR le había ordenado a Moisés, y Josué se la dio a Israel como una herencia, conforme a sus divisiones por tribus. Luego la tierra descansó de la guerra.

Reyes derrotados por Israel

12 Los israelitas ocuparon las tierras al oriente del Jordán, desde el arroyo Arnón hasta el monte Hermón, incluyendo todo el lado oriental del valle del Jordán. Estos son los reyes que derrotaron para poder ocupar la tierra:

Sijón, el rey de los amorreos que vivían en Hesbón. Él reinaba desde Aroer, que está en las riberas del arroyo Arnón hasta el río Jaboc. Su territorio comenzaba en el arroyo, que era el límite entre su territorio y el de los amonitas. Sijón reinaba sobre la mitad de Galaad. También reinaba sobre el oriente del valle del Jordán desde el lago Galilea hasta el mar Muerto, el mar salado, hasta Bet Yesimot, y hacia el sur hasta el pie de las laderas del monte Pisgá.

Los israelitas capturaron también el territorio del rey Og de Basán, uno de los últimos refaítas, que vivía en Astarot y en Edrey. Reinaba sobre el monte Hermón, Salcá y todo Basán hasta los límites de los guesureos y los macateos, y sobre medio Galaad hasta los límites del rey Sijón de Hesbón.

Moisés, siervo del SEÑOR, derrotó a estos reyes y este mismo Moisés, siervo del SEÑOR, les dio ese territorio como posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.

Estos son los reyes que Josué y los israelitas derrotaron al lado occidental del río Jordán, desde Baal Gad en el valle del Líbano hasta el monte Jalac, que se eleva hacia Seír. Josué repartió ese territorio entre las tribus de Israel de acuerdo a lo asignado a cada una. Hacían parte de ese territorio la región montañosa, los valles occidentales, el valle del Jordán, las laderas orientales, las tierras del desierto y el Néguev. Estas tierras habían pertenecido a los hititas, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Los reyes derrotados fueron:

el rey de Jericó,

el rey de Hai, ciudad que quedaba cerca de Betel,

10 el rey de Jerusalén,

el rey de Hebrón,

11 el rey de Jarmut,

el rey de Laquis,

12 el rey de Eglón,

el rey de Guézer,

13 el rey de Debir,

el rey de Guéder,

14 el rey de Jormá,

el rey de Arad,

15 el rey de Libná,

el rey de Adulam,

16 el rey de Maquedá,

el rey de Betel,

17 el rey de Tapúaj,

el rey de Héfer,

18 el rey de Afec,

el rey de Sarón,

19 el rey de Madón,

el rey de Jazor,

20 el rey de Simrón Merón,

el rey de Acsaf,

21 el rey de Tanac,

el rey de Meguido,

22 el rey de Cedes,

el rey de Jocneán en el Carmelo,

23 el rey de Dor en Nafot Dor,

el rey de Goyim en Guilgal

24 y el rey de Tirsá;

En total fueron 31 reyes.

El territorio sin conquistar

13 Cuando Josué estaba ya muy viejo, el SEÑOR le dijo: «Estás muy viejo, y todavía queda gran parte de la tierra por conquistar. No has ocupado la tierra de los filisteos ni el territorio guesureo. Todavía falta conquistar el territorio desde el río Sijor[o] que está al oriente de Egipto, hasta el territorio de Ecrón al norte, que es de los cinco gobernantes filisteos de Gaza, Asdod, Ascalón, Gat y Ecrón. También falta por conquistar el territorio de los aveos en el sur, la tierra de los cananeos y Mehara que pertenece a los sidonios. Falta también por conquistar Afec, en los límites de los amorreos, la tierra de los guiblitas y todo el Líbano, hacia el oriente, desde Baal Gad al pie del monte Hermón hasta la entrada de Jamat.

»Yo mismo los expulsaré ante los israelitas. Solo encárgate de repartir la tierra a los israelitas como una herencia tal como te lo ordené. Así que ahora divide esta tierra como una herencia, entre las nueve tribus restantes y la media tribu de Manasés».

Reparto del territorio

Los gaditas y los rubenitas recibieron su herencia con la otra media tribu de Manasés la cual les dio Moisés, siervo del SEÑOR, al lado oriental del Jordán. Les correspondió desde Aroer, que está al borde del arroyo Arnón, la ciudad que está en el centro del valle y la meseta de Medeba hasta Dibón. 10 También les correspondieron todas las ciudades del rey Sijón de los amorreos, quien reinó en Hesbón, e incluía el territorio de los amonitas, 11 Galaad, y el territorio de los guesureos y macateos, todo el monte Hermón, y todo Basán hasta Salcá. 12 También recibieron todo el reino de Og en Basán, quien había reinado en Astarot y en Edrey. Él era uno de los últimos refaítas, a los cuales Moisés derrotó y tomó su tierra. 13 Sin embargo, los israelitas no expulsaron de allí a los habitantes de Guesur y Macá, quienes continúan viviendo en territorio de Israel hasta hoy.

14 La única tribu que no recibió tierras en herencia fue la tribu de Leví. Su herencia eran los animales que se ofrecen al SEÑOR, el Dios de Israel. Eso fue lo que él les prometió.

15 Moisés le dio tierra a cada grupo familiar de la tribu de los rubenitas. 16 El territorio que recibieron era desde Aroer, que está en el borde del arroyo Arnón, la ciudad que está en el centro del valle y toda la tierra por la meseta de Medeba; 17 Hesbón, y todos sus pueblos en la meseta, Dibón, Bamot Baal, Bet Baal Megón, 18 Yahaza, Cademot, Mefat, 19 Quiriatayin, Sibma, Zaret Sajar, que queda en la colina del valle; 20 Bet Peor, las laderas de Pisgá y Bet Yesimot. 21 O sea que recibieron todas las ciudades de la meseta y todo el reino del rey Sijón de los amorreos que reinaba en Hesbón. Moisés lo había vencido a él así como también a los líderes de Madián: Eví, Requen, Zur, Jur y Reba, príncipe de Sijón quien vivía en esa tierra. 22 Junto con los que fueron muertos, los israelitas también mataron al adivino Balán hijo de Beor. 23 El límite de los rubenitas era el río Jordán y sus riberas. Esa es la herencia para los grupos familiares de los rubenitas, tanto las ciudades como sus aldeas.

24 Moisés también les dio tierra a los grupos familiares de la tribu de Gad. 25 Su territorio era Jazer y todas las ciudades de Galaad. Moisés les dio la mitad de la tierra de los amonitas hasta Aroer al oriente de Rabá. 26 Su territorio incluía un área desde Hesbón hasta Ramat Mizpé y Betonín, y desde Majanayin hasta el territorio de Debir. 27 En el valle se les dio Bet Aram, Bet Nimrá, Sucot y Zafón, el resto del reino del rey Sijón de Hesbón, el Jordán y sus riberas hasta el lago de Galilea, al oriente del Jordán. 28 Esa es la herencia de los grupos familiares gaditas tanto las ciudades como sus campos.

29 Moisés les dio esta tierra a los grupos familiares de la media tribu de Manasés: 30 el territorio desde Majanayin, incluyendo todo el reino de Og de Basán, y las 60 aldeas que capturó Yaír. 31 Su territorio también incluía la mitad de Galaad, y Astarot y Edrey (las ciudades de Og, rey de Basán). Toda esta tierra fue entregada al grupo familiar de la familia de Maquir hijo de Manasés; la mitad de sus hijos recibieron esta tierra.

32 Esos son los territorios que Moisés dio como herencia en las planicies de Moab, a través del Jordán, al oriente de Jericó. 33 Pero Moisés no le dio herencia a la tribu de Leví. El SEÑOR mismo, el Dios de Israel, era su herencia, como él se lo había prometido.

14 Estas son las tierras de Canaán que los israelitas recibieron como herencia, tal como se las dieron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de los grupos familiares de las tribus israelitas. Fueron distribuidas por sorteo a las nueve tribus y media, como el SEÑOR había ordenado a través de Moisés, pues Moisés ya le había dado tierras a dos tribus y media al otro lado del Jordán, pero no le dio tierra a la tribu de Leví. Los descendientes de José fueron considerados como dos tribus, Manasés y Efraín. En cambio, a los levitas no se les dio tierra, excepto algunas ciudades junto con sus campos alrededor para sus animales. Los israelitas repartieron la tierra tal como el SEÑOR le había ordenado a Moisés.

La tierra para Caleb

En Guilgal una delegación de la tribu de Judá se acercó a Josué de parte de Caleb, hijo de Jefone el quenizita[p]. Por medio de ellos, Caleb le dijo: «Tú sabes lo que el SEÑOR le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí en Cades Barnea. Yo tenía 40 años cuando Moisés el siervo del SEÑOR me mandó desde Cades Barnea a espiar la tierra, y le di mi opinión honesta en cuanto a la tierra. Sin embargo, los otros espías que fueron conmigo atemorizaron al pueblo con lo que dijeron, pero yo creí de todo corazón que el SEÑOR mi Dios nos ayudaría a conquistar la tierra. Moisés me hizo esta promesa: “La tierra que ustedes visitaron te pertenecerá a ti y a tus hijos para siempre. Te daré esa tierra porque creíste de todo corazón en el SEÑOR mi Dios”.

10 »Ahora, miren, el SEÑOR, tal como dijo, me ha mantenido vivo estos 45 años. El SEÑOR le dijo a Moisés que yo iba a seguir con vida mientras Israel andaba por el desierto. Aquí estoy hoy, a los 85 años de edad. 11 Estoy igual de fuerte como el día que Moisés me mandó a explorar la tierra. Tengo la misma fuerza de siempre y estoy listo para salir y luchar. 12 Así que ahora, dame la región montañosa que el SEÑOR me prometió ese día. Tú escuchaste ese día que los anaquitas estaban allí con sus ciudades grandes y fortificadas. Si el SEÑOR va a estar conmigo, entonces yo los expulsaré, como el SEÑOR prometió».

13 Entonces Josué bendijo a Caleb hijo de Jefone y le dio la ciudad de Hebrón como propiedad. 14 Por eso, Hebrón se volvió posesión de Caleb hijo de Jefone el quenizita hasta hoy, porque creyó de corazón en el SEÑOR, el Dios de Israel. 15 Antes el nombre de Hebrón era Quiriat Arbá porque Arbá era el hombre más famoso entre los anaquitas.

Después de esto hubo paz en el territorio.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

© 2005, 2015 Bible League International