Bible in 90 Days
La familia de Jacob en Egipto
1 Cuando Israel, o sea Jacob, viajó a Egipto iba con sus hijos y sus familias. Los nombres de sus hijos eran: 2 Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3 Isacar, Zabulón, Benjamín, 4 Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5 En total, Jacob tenía 70[a] descendientes, incluyendo a José que ya estaba en Egipto. 6 Después José y sus hermanos y todos los de esa generación murieron. 7 Pero los israelitas tuvieron muchos hijos que se multiplicaron y aumentaron cada vez más y más, hasta llenar Egipto.
Sufrimiento del pueblo de Israel
8 Luego llegó al poder de Egipto un nuevo rey que no sabía nada de José. 9 Le dijo a su pueblo: «Hay muchos más israelitas que egipcios y además son poderosos. 10 Hagamos un plan para evitar que sigan multiplicándose. Si no lo hacemos, en caso de que haya una guerra pueden unirse al enemigo, luchar contra nosotros, derrotarnos y escaparse de aquí[b]».
11 Por esta razón, los egipcios los esclavizaron y les pusieron capataces que los sometieron a trabajos forzados. Ellos los obligaron a construir las ciudades de Pitón y Ramsés como centros de almacenamiento del faraón. 12 Pero, mientras más los maltrataban, más se multiplicaban. Entonces los egipcios comenzaron a alarmarse por el pueblo de Israel, 13 por lo cual obligaron a los israelitas a trabajar duramente. 14 Les amargaron la vida forzándolos a hacer adobes, ladrillos y todo tipo de trabajos en el campo. Los obligaban a trabajar arduamente en todo lo que les exigían.
15 Había dos parteras hebreas[c], llamadas Sifrá y Fuvá, que atendían a las mujeres hebreas. El rey de Egipto les dijo:
16 —Cuando estén ayudando a las hebreas a dar a luz, fíjense en el sexo del bebé. Si es niño, mátenlo pero si es niña, déjenla vivir.
17 Pero las parteras respetaban a Dios y no hicieron lo que el rey de Egipto les ordenó. Dejaban que los niños vivieran. 18 Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les preguntó:
—¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué dejaron vivir a los niños?
19 Ellas respondieron:
—Porque las hebreas son diferentes a las egipcias; son fuertes y dan a luz antes de que la partera llegue a atenderlas.
20 Dios bendijo a las parteras. Los israelitas se multiplicaron y se fortalecieron mucho. 21 Dios les dio familia a las parteras porque ellas respetaron a Dios.
22 Entonces el faraón dio esta orden a su pueblo:
—Lancen al río Nilo a todos los niños hebreos que nazcan, pero a las niñas déjenlas vivir.
Moisés
2 Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de su misma tribu. 2 La mujer quedó embarazada y dio a luz a un niño. Como vio que era un niño hermoso, lo escondió durante tres meses. 3 Cuando ya no lo podía seguir escondiendo, tomó un canasto, lo cubrió con brea para que flotara y metió adentro al niño. Luego fue y puso el canasto entre los juncos, a orillas del río Nilo. 4 La hermana del niño se quedó mirando de lejos para ver qué le iba a pasar al bebé.
5 La hija del faraón fue a bañarse al Nilo y mientras sus esclavas caminaban por la orilla del río, vio el canasto entre los juncos y mandó a su criada para que lo trajera. 6 Luego abrió el canasto y vio al niño que estaba llorando. Ella tuvo compasión de él y dijo:
—Este es uno de los niños hebreos.
7 La hermana del niño le preguntó:
—¿Quiere que vaya a buscarle una niñera hebrea para que se encargue de darle pecho al niño?
8 —Ve—respondió la hija del faraón.
Entonces la niña fue y trajo a la mamá del bebé. 9 La hija del faraón le dijo:
—Llévate a este niño y dale pecho, yo te pagaré.
Entonces ella tomó a su bebé y le dio pecho. 10 Cuando el niño creció lo suficiente, se lo llevó a la hija del faraón y él se convirtió en el hijo de la hija del faraón. Ella le puso de nombre Moisés porque dijo:
—Lo saqué del agua.[d]
11 Cuando Moisés creció, fue a ver a su gente y vio que los obligaban a trabajar muy duro. Un día Moisés también vio a un egipcio golpeando a un hebreo, uno de su propia gente. 12 Miró a su alrededor y al ver que no había nadie, mató al egipcio y enterró su cuerpo en la arena. 13 Al día siguiente salió Moisés y vio a dos hebreos peleando. Le preguntó al agresor:
—¿Por qué golpeas a tu compatriota?
14 El hombre respondió:
—¿Quién te nombró nuestro príncipe y juez? ¿Acaso vas a matarme como hiciste ayer[e] con el egipcio?
Entonces Moisés se asustó y pensó: «Seguro que ahora todos saben lo que hice».
15 Cuando el faraón se enteró, quiso matar a Moisés, pero Moisés se escapó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián.
Moisés en Madián
Moisés se sentó al lado de un pozo. 16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas que iban a ese pozo a buscar agua para llenar los bebederos de las ovejas de su papá. 17 Pero cuando los pastores llegaron, las echaron. Entonces Moisés se levantó, las ayudó y les dio agua a sus ovejas.
18 Cuando volvieron a donde estaba Reuel[f], su papá, él les preguntó:
—¿Por qué regresaron tan pronto hoy?
19 Ellas respondieron:
—Un egipcio nos defendió de los pastores. También nos ayudó a sacar agua y les dio de beber a las ovejas.
20 Entonces Reuel les preguntó a sus hijas:
—¿Dónde está ese hombre? ¿Por qué lo dejaron allá afuera? Invítenlo a comer con nosotros.
21 Moisés aceptó quedarse a vivir allí. Después Reuel le dio como esposa a su hija Séfora. 22 Séfora dio a luz un hijo, al que Moisés llamo Guersón[g]. Le puso este nombre porque Moisés era inmigrante en una tierra que no le pertenecía.
23 Moisés se quedó allá muchos años y durante ese tiempo murió el rey de Egipto. Sin embargo, seguían obligando a los israelitas a trabajar muy duro. Ellos le suplicaban a Dios que los ayudara. 24 Dios escuchó sus súplicas y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Vio a los israelitas y se dio cuenta de su situación.
El arbusto en llamas
3 Jetro, el suegro[h] de Moisés, era el sacerdote de Madián. Una vez Moisés estaba cuidando las ovejas de Jetro, las llevó hasta la parte occidental del desierto y llegó hasta Horeb[i], el monte de Dios. 2 Ahí se le apareció el ángel del SEÑOR[j] en una gran llama de fuego la cual estaba ardiendo en medio de un arbusto, pero este no se consumía. 3 Moisés se dijo: «¡Qué cosa tan rara! Me detendré a ver por qué el arbusto no se consume».
4 Cuando el SEÑOR vio que Moisés se estaba acercando para observar mejor, lo llamó desde el arbusto:
—Moisés, Moisés.
—Aquí estoy—respondió él.
5 Dios le dijo:
—No te acerques más y quítate el calzado porque el suelo que estás pisando es sagrado. 6 Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Moisés se cubrió la cara porque tenía miedo de mirar a Dios. 7 Pero el SEÑOR dijo:
—He visto lo mucho que ha sufrido mi pueblo en Egipto de mano de sus opresores y he escuchado sus lamentos. Estoy consciente de su dolor. 8 Ahora voy a bajar a salvar a mi pueblo de los egipcios. Los voy a sacar de allá y los voy a llevar a una tierra buena y espaciosa que rebosa de leche y de miel[k]. Es la tierra de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. 9 He escuchado los lamentos de los israelitas y también he visto la crueldad con la que los egipcios los tienen sometidos. 10 Así que tú irás allá porque te voy a enviar ante el faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, el pueblo de Israel.
11 Pero Moisés le dijo a Dios:
—¿Quién soy yo para ir ante el faraón y sacar a los israelitas de Egipto?
12 Dios le respondió:
—Irás porque yo estaré contigo. Esta será la señal de que yo te he enviado: cuando liberes de Egipto a mi pueblo, ustedes vendrán a adorarme en este monte.
13 Luego Moisés le dijo a Dios:
—Cuando yo vaya y les diga a los israelitas: “El Dios de sus antepasados me envió a ustedes”, ellos me van a preguntar: “¿Cuál es el nombre de ese Dios?” y entonces, ¿qué les voy a responder?
14 Dios le dijo:
—Yo soy el que soy.[l] Dile esto al pueblo de Israel: “Yo soy me mandó a ustedes”.
15 Luego Dios le volvió a decir a Moisés:
—Dile esto al pueblo de Israel: “YAVÉ, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me mandó a ustedes”. Ese es mi nombre eterno, con el que seré recordado para siempre.
16 »Ve y reúne a los ancianos líderes de Israel y diles: “YAVÉ, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, se me apareció y me dijo: He estado al tanto de ustedes y he visto cómo los han hecho sufrir en Egipto. 17 Decidí sacarlos de sus sufrimientos en Egipto y llevarlos a la tierra de los cananeos, los heteos, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos a una tierra que rebosa de leche y de miel”.
18 »Ellos te van a escuchar. Luego tú y los ancianos líderes de Israel, van a ir ante el rey de Egipto a decirle: “YAVÉ, el Dios de los hebreos, vino a visitarnos. Déjanos ir al desierto, en un viaje de tres días, para ofrecerle sacrificios a YAVÉ, nuestro Dios”. 19 Yo sé que el rey de Egipto no los dejará ir sino por la fuerza, 20 por eso voy a utilizar mi gran poder en contra de Egipto. Voy a hacer que ocurran cosas asombrosas en esa tierra y después de que lo haga, él los dejará ir.
21 »Haré que el pueblo de Egipto se porte bien con los israelitas. Los egipcios le darán muchos regalos a tu pueblo cuando se vayan. 22 Cada mujer le pedirá a su vecino o a quien viva en su casa, joyas de oro y plata, y vestidos y ustedes se los pondrán a sus hijos e hijas. De esta forma se llevarán las riquezas de Egipto.
4 Moisés le respondió:
—¿Qué hago si no me creen o no me escuchan? Ellos van a decir: “El SEÑOR no se te ha aparecido”.
2 El SEÑOR le preguntó:
—¿Qué tienes en la mano?
Moisés respondió:
—Un bastón.
3 El Señor le dijo:
—Lánzalo al suelo.
Moisés lo lanzó al suelo y el bastón se convirtió en una serpiente. Asustado se echó para atrás, 4 pero el SEÑOR le dijo:
—Estira el brazo y agárrala por la cola.
Cuando Moisés extendió la mano y la agarró por la cola, esta se volvió a convertir en bastón.
5 —Haz esto para que ellos te crean que se te apareció el SEÑOR, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
6 Luego el SEÑOR le volvió a decir:
—Mete la mano en tu ropa, cerca del pecho.
Moisés metió la mano en su ropa y cuando la volvió a sacar estaba infectada, blanca como la nieve.
7 Entonces Dios le dijo:
—Vuelve a meter la mano en tu ropa.
Él la volvió a meter pero cuando la sacó, su mano estaba sana, como el resto de la piel.
8 —Si no te creen con la primera señal, te creerán con la segunda. 9 Si todavía no te creen ni te ponen atención con la segunda señal, toma un poco de agua del río Nilo y derrámala sobre el suelo seco. El agua que saques del Nilo se convertirá en sangre al tocar el suelo.
10 Moisés le dijo al SEÑOR:
—Por favor, Señor, nunca he sido de fácil palabra, ni antes ni después de que me hablaras a mí, tu siervo. Soy lento y aburrido cuando hablo.
11 El SEÑOR le dijo:
—¿Quién es el que hizo la boca del ser humano? ¿Quién es el que hace que una persona sea sorda, muda o ciega? Pues Yo, el SEÑOR. 12 Ve que yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.
13 Pero Moisés dijo:
—Por favor, Señor, manda a otro.
14 Entonces el SEÑOR se enojó con Moisés y le dijo:
—¡Está bien! Te voy a dar a alguien para que te ayude, a tu hermano Aarón de la tribu de Leví. Él sabe hablar muy bien y ya viene en camino a visitarte. Se pondrá muy feliz de verte. 15 Habla con él y cuéntale lo que quieres que él diga. Yo estaré contigo y con él cuando hablen y les enseñaré lo que deben hacer. 16 Él hablará al pueblo por ti, será como tu voz y tú serás para él en lugar de Dios. 17 Lleva el bastón que tienes en la mano, pues con él vas a hacer las señales.
Moisés regresa a Egipto
18 Moisés fue a Jetro, su suegro y le dijo:
—Por favor, déjame regresar a Egipto, pues quiero ir a mi pueblo para ver si todavía viven.
Jetro le dijo a Moisés:
—Vete en paz.
19 Luego mientras Moisés aun estaba en Madián, el SEÑOR le dijo:
—Ya puedes regresar a Egipto, pues ya han muerto todos los que querían matarte.
20 Entonces Moisés llevó a su mujer y a sus hijos en un burro y regresó a Egipto, llevando el bastón de Dios en la mano.
21 El SEÑOR también le había dicho a Moisés:
—Cuando regreses a Egipto, acuérdate de todas las maravillas que puse en tus manos y hazlas frente al faraón. Mientras tanto yo haré que él se ponga terco para que no deje ir al pueblo. 22 Luego le dirás al faraón: “El SEÑOR dice: Israel es mi hijo mayor, 23 insisto en que liberes a mi hijo para que venga a adorarme. Si te niegas a librarlo, mataré a tu hijo mayor”.
24 En su camino a Egipto, Moisés se detuvo en un sitio para pasar la noche. El SEÑOR se encontró con Moisés en ese lugar e intentó matarlo.[m] 25 Pero Séfora tomó un cuchillo de piedra y circuncidó a su hijo, agarró la piel y le tocó los pies a Moisés. Luego ella le dijo a Moisés: «Tú eres un esposo de sangre». 26 Entonces el Señor se alejó de él. Ella dijo: «Esposo de sangre», refiriéndose a la circuncisión.
27 Mientras tanto, el SEÑOR le había dicho a Aarón: «Ve a encontrarte con Moisés en el desierto». Entonces Aarón fue a encontrarse con él en el monte de Dios[n] y lo saludó con un beso en la mejilla. 28 Moisés le contó a Aarón todo lo que el SEÑOR le había dicho y todas las señales que le dijo que hiciera. 29 Moisés y Aarón fueron y reunieron a todos los ancianos líderes de Israel. 30 Aarón les contó todo lo que el SEÑOR le había dicho a Moisés. Entonces Moisés hizo las señales frente al pueblo 31 y el pueblo les creyó. Cuando se enteraron que el SEÑOR les había prestado atención a los israelitas y que sabía que estaban sufriendo, se inclinaron y adoraron al SEÑOR.
Moisés y Aarón frente al faraón
5 Después, Moisés y Aarón fueron a hablar con el faraón y le dijeron:
—El SEÑOR, Dios de Israel ha dicho: “Deja que mi pueblo vaya al desierto para que celebre en mi honor”.
2 Pero el faraón dijo:
—¿Quién es el SEÑOR? ¿Por qué tengo que obedecerle y liberar a Israel? No conozco al SEÑOR y no voy a liberar a Israel.
3 Entonces ellos dijeron:
—El Dios de los hebreos vino a visitarnos. Déjanos ir al desierto, a un viaje de tres días para ofrecerle sacrificios al SEÑOR nuestro Dios. Así evitarás que nos castigue, matándonos con enfermedades o guerras.
4 Pero el rey de Egipto les dijo:
—Moisés y Aarón, no distraigan a la gente del trabajo, vuelvan a trabajar. 5 Miren que aquí hay mucha gente y ustedes no los dejan trabajar.
6 Ese mismo día el faraón ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla[o]:
7 —De ahora en adelante no le den al pueblo la paja para hacer ladrillos sino que vayan ellos mismos a recogerla. 8 Pero aun así, ellos tienen que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes. ¡No deben producir menos porque se están volviendo perezosos! Por eso es que se están quejando y pidiendo que los dejemos ir a ofrecerle sacrificios a su Dios. 9 Así que háganlos trabajar más duro. De esa manera se mantendrán bien ocupados y no prestarán atención a las mentiras de Moisés.
10 Los capataces y los jefes de cuadrilla salieron y le dijeron al pueblo:
—El faraón decidió que no les volverá a dar la paja para hacer ladrillos. 11 Ustedes mismos tienen que ir a conseguirla a donde puedan y aun así tienen que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes.
12 El pueblo fue recogiendo paja por todo Egipto. 13 Los jefes de cuadrilla los presionaban diciéndoles:
—Tienen que producir diariamente la misma cantidad de ladrillos que producían antes, cuando les dábamos la paja.
14 Los capataces egipcios habían nombrado jefes de cuadrilla hebreos y los habían hecho responsables del trabajo de los israelitas. Los capataces golpearon a los jefes de cuadrilla y les dijeron:
—¿Por qué no hicieron la misma cantidad de ladrillos que han hecho siempre?
15 Entonces los jefes de cuadrilla israelitas fueron al faraón y se quejaron. Ellos dijeron:
—Nosotros somos tus siervos. ¿Por qué nos están tratando tan mal? 16 Nos exigen hacer la misma cantidad de ladrillos que antes, sin importarles que ahora no nos dan la paja. Tus siervos hemos sido golpeados y tu pueblo está haciendo las cosas mal.
17 El faraón respondió:
—Ustedes son unos perezosos. Por eso me dijeron: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al SEÑOR”. 18 ¡Ahora, regresen a su trabajo! No les daremos la paja y sin embargo tienen que seguir haciendo la misma cantidad de ladrillos.
19 Los jefes de cuadrilla de los israelitas se dieron cuenta de que estaban en problemas cuando les dijeron: «No deben reducir la cantidad de ladrillos». 20 Ellos se encontraron con Moisés y Aarón, quienes los estaban esperando para hablarles cuando salieran de hablar con el faraón. 21 Los jefes de cuadrilla les dijeron:
—Ojalá que el SEÑOR los vea y los castigue porque hicieron que el faraón y los capataces nos odien y les dieron una razón para matarnos.
Moisés le reclama al Señor
22 Moisés oró al SEÑOR y le dijo:
—Señor ¿por qué le hiciste ese mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste a mí? 23 Fui ante el faraón y le dije lo que tú me dijiste pero desde ese momento él ha tratado muy mal a tu pueblo, ¡y tú no has hecho nada para ayudarlos!
6 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ahora verás lo que le voy a hacer al faraón: usaré mi gran poder en su contra y va a tener que echarlos de su tierra.
2 Dios habló con Moisés y le dijo:
—Yo soy YAVÉ. 3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob. Ellos me llamaban Dios Todopoderoso. No me di a conocer a ellos utilizando mi nombre: YAVÉ. 4 Hice un pacto con ellos, me comprometí a darles la tierra de Canaán, donde estaban viviendo como extranjeros. 5 También escuché los lamentos de los israelitas, a quienes los egipcios tienen forzados a trabajar y me acordé de mi pacto. 6 Por lo tanto, dile al pueblo de Israel: “Yo soy el SEÑOR y los salvaré. Les daré la libertad y no seguirán siendo esclavos de los egipcios. Usaré mi gran poder para castigar a los egipcios y luego los liberaré a ustedes. 7 Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Yo soy el SEÑOR su Dios y ustedes sabrán que fui yo quien los rescató de la opresión de los egipcios. 8 Los llevaré a la tierra que juré darles a Abraham, a Isaac y a Jacob. Tan cierto como que yo soy el SEÑOR, que esa tierra será de ustedes”.
9 Entonces Moisés intentó contarles esto a los israelitas, pero no lo quisieron escuchar porque estaban impacientes por todo el trabajo que tenían que hacer. 10 El SEÑOR le dijo a Moisés:
11 —Ve y dile al faraón, rey de Egipto, que libere de su tierra al pueblo de Israel.
12 Pero Moisés le dijo al SEÑOR:
—Si los israelitas no quisieron escucharme, ¿cómo va a querer escucharme el faraón si yo ni siquiera puedo hablarle bien?
13 Pero el SEÑOR habló con Moisés y Aarón y les ordenó que fueran a hablar con los israelitas y con el rey de Egipto para así poder sacar de Egipto al pueblo de Israel.
Antepasados de Moisés y Aarón
14 Estos son los nombres de los jefes de las familias paternas:
Los hijos de Rubén, el hijo mayor de Israel, eran Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.
15 Los hijos de Simeón eran Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de una mujer cananea.
16 Leví vivió 137 años. Sus hijos eran Guersón, Coat y Merari.
17 Los hijos de Guersón eran Libní y Simí, cada uno con sus respectivas familias.
18 Coat vivió 133 años. Sus hijos eran Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.
19 Los hijos de Merari eran Majlí y Musí.
Todas esas eran las familias descendientes de Leví.
20 Amirán vivió 137 años, se casó con su tía Jocabed y tuvo dos hijos llamados Aarón y Moisés.
21 Los hijos de Izar eran Coré, Néfeg y Zicrí.
22 Los hijos de Uziel eran Misael, Elzafán y Sitri.
23 Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab y hermana de Naasón. Ella dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 24 Los hijos de Coré eran Asir, Elcaná y Abiasaf. Ellos fueron los descendientes de Coré.
25 Eleazar hijo de Aarón se casó con una de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finés.
Todos ellos fueron los descendientes de Leví por familias.
26 Aarón y Moisés, mencionados anteriormente, son los mismos a quienes el SEÑOR dijo: «Saquen a mi pueblo Israel fuera de Egipto, por tropas». 27 Ellos fueron los mismos Moisés y Aarón que le dijeron al faraón, rey de Egipto, que dejara salir de Egipto a los israelitas.
Dios repite su llamamiento a Moisés
28 Cuando el SEÑOR le habló a Moisés en Egipto, 29 le dijo:
—Yo soy el SEÑOR. Dile al faraón, rey de Egipto, todo lo que voy a decirte.
30 Y Moisés le dijo al SEÑOR:
—Si yo no soy de fácil palabra, entonces ¿cómo me va a escuchar el faraón?
7 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Mira, tu desempeñarás el papel de Dios ante el faraón, y tu hermano el de ser tu profeta. 2 Dirás lo que yo te diga a Aarón, y él le dirá al faraón que deje salir a los israelitas de Egipto. 3 Pero haré que el faraón se ponga terco y haré muchas señales y maravillas en Egipto. 4 El faraón no te va a escuchar; entonces voy a castigar a Egipto y así sacaré por tropas de Egipto a mi pueblo, los israelitas. 5 En ese momento, cuando castigue a los egipcios y saque a mi pueblo de allá, los egipcios van a saber que yo soy el SEÑOR.
6 Moisés y Aarón hicieron tal como el SEÑOR les había ordenado. 7 Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía 80 años de edad y Aarón 83.
8 El SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:
9 —Cuando el faraón les diga: “Hagan un milagro”, tú le dirás a Aarón: “Toma tu bastón y lánzalo frente al faraón para que el bastón se convierta en serpiente”.
10 Entonces Moisés y Aarón fueron al faraón tal como el SEÑOR les había ordenado. Aarón lanzó su bastón frente al faraón y sus funcionarios, para que el bastón se convirtiera en serpiente. 11 Pero el faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros y a los magos de Egipto y ellos también hicieron lo mismo con su magia. 12 Cada uno de ellos lanzó su bastón para que se convirtiera en serpiente, pero el bastón de Aarón se comió los otros bastones. 13 El faraón se puso terco y no los quiso escuchar, tal como el SEÑOR había dicho.
El agua se transforma en sangre
14 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—El faraón está terco y no aceptó liberar al pueblo. 15 Ve a encontrarte con el faraón por la mañana cuando baje al río y espéralo en la orilla. Lleva contigo el bastón que se transformó en serpiente. 16 Entonces le dirás: “El SEÑOR, el Dios de los hebreos me envió a decirte: Libera a mi pueblo para que pueda ir a adorarme al desierto. Pero tú no me has puesto atención. 17 Esto dice el SEÑOR: Ahora te vas a dar cuenta de que yo soy el SEÑOR. Con el bastón que tengo en mi mano voy a tocar el agua del Nilo y se convertirá en sangre. 18 Los peces que están en el río morirán, el río va a apestar y los egipcios no van a poder tomar agua de ahí”.
19 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Dile a Aarón: “Toma tu bastón y extiende tu brazo sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sus canales, sus lagunas y sobre los depósitos de agua para que se conviertan en sangre. Habrá sangre en todo Egipto, incluso en los tanques de madera y de piedra”.
20 Entonces Moisés y Aarón hicieron lo que el SEÑOR les ordenó. Aarón levantó su bastón y tocó el agua del Nilo en presencia del faraón y sus funcionarios. Toda el agua del Nilo se convirtió en sangre 21 y todos los peces del Nilo se murieron. El Nilo apestaba y ningún egipcio podía tomar agua de ahí. Había sangre por todo Egipto.
22 Pero los magos egipcios hicieron uso de sus hechizos y lograron hacer lo mismo. Por eso el faraón siguió terco y no les hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el SEÑOR había dicho. 23 El faraón regresó a su casa e ignoró lo que acababa de ver.
24 Todos los egipcios cavaron pozos alrededor del Nilo para sacar agua para beber ya que no podían sacar agua del río.
Las ranas
25 Pasaron siete días después de que el SEÑOR transformó el río.
8 Luego el SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ve ante el faraón y dile: “El SEÑOR me mandó a decirte: Deja libre a mi pueblo para que me adore. 2 Si no aceptas librarlos, llenaré de ranas toda tu tierra. 3 El Nilo se llenará de ranas que saldrán del río y entrarán a tu casa, a tu cuarto, se meterán en tu cama, en la casa de tus servidores, en tu pueblo, en tus hornos y en tus vasijas de amasar. 4 Las ranas irán a donde estén tú, tu pueblo y tus servidores”.
5 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Dile a Aarón: “Toma tu bastón y extiende tus brazos sobre los ríos, canales y lagunas y llena de ranas todo Egipto”.
6 Entonces Aarón extendió su brazo sobre las aguas de Egipto, llegaron las ranas y cubrieron todo Egipto. 7 Pero los magos hicieron uso de sus hechizos y lograron hacer lo mismo. Trajeron más ranas a las tierras de Egipto. 8 Luego el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Oren para que el SEÑOR saque esas ranas de mí y de mi pueblo. Sólo así voy a dejar que el pueblo vaya a ofrecerle sacrificios al SEÑOR.
9 Moisés le dijo al faraón:
—Tú decides cuándo quieres que ore por ti, por tus servidores y por tu pueblo para que así se mueran las ranas que están en tu palacio y en las casas de la gente y sólo permanezcan metidas en el Nilo.
10 —Mañana—dijo él.
Luego Moisés dijo:
—Que se haga como tú dices, así te darás cuenta de que no hay ningún otro como el SEÑOR, nuestro Dios. 11 Las ranas se irán de tu casa, de las de tus servidores y de las de tu pueblo; se meterán al río y ahí se quedarán.
12 Moisés y Aarón dejaron al faraón. Moisés le oró al SEÑOR para que se llevara las ranas que había enviado en contra del faraón. 13 El SEÑOR hizo lo que Moisés le pidió. Las ranas se murieron en las casas, los patios y los campos. 14 Los egipcios amontonaron las ranas muertas y la tierra comenzó a apestar. 15 Cuando el faraón vio que ya no había ranas, se puso terco y no los quiso escuchar, tal como el SEÑOR había dicho.
Los mosquitos
16 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Dile a Aarón: “Extiende tu bastón y toca el polvo de la tierra, el cual se convertirá en mosquitos que se esparcirán por todo Egipto”.
17 Así lo hicieron. Aarón tomó su bastón, extendió su brazo y tocó el polvo de la tierra. Este se convirtió en mosquitos que picaron a la gente y a los animales. En Egipto todo el polvo sobre la tierra se convirtió en mosquitos.
18 Los magos intentaron crear más mosquitos, pero no lo lograron y los mosquitos picaron a la gente y a los animales.
19 Los magos dijeron: «Esto es obra de Dios». Pero el faraón se puso terco y no los quiso escuchar, tal como el SEÑOR había dicho.
Las moscas
20 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ve a encontrarte con el faraón por la mañana, cuando él baje al río y dile: “El SEÑOR me envió a decirte: Deja libre a mi pueblo para que me adore. 21 Si no lo haces, voy a mandar nubes de moscas a ti, a tus servidores, a tu pueblo y a tu casa; también mandaré moscas a los campos donde trabajan. 22 Pero cuando lo haga voy a tratar de manera diferente a la tierra de Gosén, donde vive mi pueblo, para que allá no haya moscas. De esta manera te podrás dar cuenta de que yo, el SEÑOR, estoy en esta tierra. 23 Trataré en forma diferente a mi pueblo y al tuyo. Mañana llevaré a cabo esta señal”.
24 Así efectivamente lo hizo el SEÑOR. Nubes llenas de moscas invadieron la casa del faraón, las casas de sus servidores y todo Egipto. La tierra se iba arruinando a medida que pasaban las moscas. 25 El faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Vayan a ofrecerle sacrificios a su Dios en algún lugar de Egipto.
26 Pero Moisés dijo:
—No estaría bien si hago eso. Los egipcios creen que es terrible matar animales para ofrecer sacrificios a nuestro Dios. Si hacemos eso aquí, los egipcios nos van a tirar piedras. 27 Tenemos que entrar en el desierto a una distancia de tres días y luego sí podremos ofrecerle los sacrificios al SEÑOR nuestro Dios, como él nos pidió.
28 Entonces el faraón dijo:
—Los dejaré libres para que puedan ofrecerle sacrificios a su Dios el SEÑOR en el desierto, pero no se vayan muy lejos. ¡Ahora vayan y oren por mí!
29 Moisés dijo:
—En cuanto me retire de tu presencia, oraré al SEÑOR para que haga que mañana las moscas se vayan de ti, de tus servidores y de tu pueblo, pero no vuelvas a traicionarnos ni a impedir que el pueblo ofrezca sus sacrificios al SEÑOR.
30 Moisés dejó al faraón y le oró al SEÑOR. 31 El SEÑOR hizo lo que Moisés le pidió. Removió las moscas de donde estaba el faraón, de sus servidores y de su pueblo. No quedó ni una sola, 32 pero el faraón se volvió a poner terco y no liberó al pueblo.
La plaga en el ganado
9 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ve ante el faraón y dile: “El SEÑOR, el Dios de los hebreos manda decir: ¡Deja libre a mi pueblo para que me adore! 2 Si no los liberas y los sigues manteniendo aquí, 3 el SEÑOR usará su poder contra todos tus animales. Caerá una plaga sobre los caballos, los asnos, los camellos, el ganado y las ovejas. 4 Pero el SEÑOR va a tratar diferente a los animales de los israelitas que a los de los egipcios. Ningún animal de los israelitas va a morir. 5 El SEÑOR fijó la fecha al decir que el SEÑOR hará que esto suceda mañana, aquí en esta tierra”.
6 La mañana siguiente así lo hizo el SEÑOR. Se murieron todos los animales de los egipcios, pero no murió ningún animal que perteneciera a un israelita. 7 El faraón mandó a ver si algún animal de los israelitas había muerto, pero no murió ningún animal que perteneciera a un israelita. Sin embargo el faraón se puso terco y no dejó libres a los israelitas.
Las llagas
8 El SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:
—Tomen un poco de ceniza de un horno. Luego tú, Moisés, lanza la ceniza hacia arriba, frente al faraón. 9 La ceniza se va a convertir en polvo y se va a esparcir por todo Egipto. Cuando el polvo toque un animal o a una persona, le saldrán llagas en la piel.
10 Entonces ellos tomaron cenizas de un horno y se pararon frente al faraón. Moisés lanzó las cenizas hacia arriba y les salieron llagas a los animales y a la gente. 11 Los magos no pudieron hacerle frente a Moisés porque a todos ellos y al resto del pueblo de Egipto les salieron llagas. 12 Pero el SEÑOR hizo que el faraón siguiera terco y no quisiera escuchar a Moisés y Aarón, tal como el SEÑOR había dicho.
El granizo
13 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ve mañana temprano, párate frente al faraón y dile: “El SEÑOR, el Dios de los hebreos manda decir: ¡Deja libre a mi pueblo para que me adore! 14 Si no lo haces, esta vez voy a atacar con todo mi poder, mandando plagas sobre ti, tu pueblo y tus servidores. Así te darás cuenta de que no hay nadie como yo en la tierra. 15 Yo puedo utilizar mi poder y crear una plaga que te borre de la tierra a ti y a tu pueblo. 16 Pero he dejado que vivas para mostrarte mi poder y darme a conocer en toda la tierra. 17 Todavía estás en contra de mi pueblo, aun no los has dejado en libertad. 18 Mañana voy a hacer que llueva granizo, más que el que ha caído en toda la historia de Egipto. 19 Tienes que meter en un lugar seguro a tus animales y a todo lo que tengas en el campo. Todo ser humano o animal que no esté en un lugar seguro morirá cuando caiga la granizada”.
20 Todos los servidores del faraón que respetaban al SEÑOR, metieron rápidamente a sus servidores y a su ganado en un lugar seguro. 21 Pero aquellos que no respetaban al SEÑOR, dejaron a sus servidores y a su ganado afuera en el campo.
22 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga en todo Egipto una fuerte granizada sobre la gente, los animales y las plantas que estén afuera en los campos.
23 Moisés extendió su bastón hacia el cielo y el SEÑOR envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. El SEÑOR también hizo que cayera granizo en todo Egipto. 24 Mientras granizaba se veían relámpagos constantemente. Era la granizada más fuerte que había caído en toda la historia de Egipto. 25 Cayó granizo por todo Egipto; sobre todo lo que estaba en los campos, desde la gente hasta los animales. La granizada destruyó todas las plantas y los árboles de los campos. 26 El único sitio en donde no cayó granizo fue en la tierra de Gosén, donde vivía el pueblo de Israel.
27 El faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Cometí un pecado. El SEÑOR tiene razón; mi pueblo y yo estamos equivocados. 28 Pídanle al SEÑOR que detenga el granizo y los truenos, pues los voy a dejar ir, ya no tienen que quedarse más aquí.
29 Moisés le dijo al faraón:
—Cuando salga de la ciudad, levantaré mis brazos en oración al SEÑOR. Entonces cesarán los truenos y dejará de caer granizo, para que sepas que la tierra le pertenece al SEÑOR. 30 Aunque yo sé que tú y tus servidores todavía no respetan verdaderamente al SEÑOR Dios.
31 Los sembrados de lino y cebada quedaron destrozados ya que el lino estaba verde y la cebada estaba brotando. 32 Pero al trigo y al centeno no les pasó nada porque no estaban en cosecha.
33 Moisés se retiró del faraón y salió de la ciudad. Levantó sus brazos y le oró al SEÑOR. Primero cesaron los truenos y el granizo, y luego hasta dejó de llover. 34 Pero cuando el faraón vio que había cesado la lluvia, el granizo y los truenos, volvió a pecar. No sólo él se puso terco, sino también sus servidores. 35 Al final ocurrió tal como el SEÑOR había dicho por medio de Moisés, el faraón no dejó ir a los israelitas.
Las langostas
10 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Ve a ver al faraón. Yo hice que él y sus servidores se pusieran tercos. Lo hice para poderles mostrar mis milagros poderosos. 2 También lo hice para que les pudieran contar a sus hijos y nietos cómo hice quedar en ridículo a los egipcios y todas las maravillas que he hecho en Egipto. Así ustedes sabrán que yo soy el SEÑOR.
3 Entonces Moisés y Aarón fueron ante el faraón y le dijeron:
—El SEÑOR, Dios de los hebreos te manda decir: “¿Cuánto tiempo vas a seguir terco, sin admitir que yo soy más que tú? Deja libre a mi pueblo para que me adore. 4 Si no aceptas librarlos, mañana voy a hacer que vengan langostas a tu país. 5 Las langostas van a cubrir toda la superficie de la tierra y nadie podrá ver el suelo. Se comerán lo poco que quedó de lo que fue destruido por las granizadas y también se comerán todos los árboles que crezcan en el campo. 6 Invadirán tus casas, las casas de tus servidores[p] y todas las casas de Egipto. Tus padres y abuelos nunca han visto algo parecido en toda su vida”.
Luego Moisés dio media vuelta y dejó al faraón. 7 Los servidores del faraón le dijeron:
—¿Hasta cuándo va a hacernos trampas este hombre? Deje libre a ese pueblo para que pueda ir a adorar al SEÑOR su Dios. ¿Todavía no se da cuenta de que Egipto está destruido?
8 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Vayan a adorar al SEÑOR su Dios pero antes díganme quiénes van a ir.
9 Moisés dijo:
—Vamos a ir todos nosotros, desde el más joven hasta el más viejo. Vamos a llevar a nuestros hijos, nuestras hijas, nuestras ovejas y nuestro ganado. ¡Vámonos todos a celebrar una fiesta al SEÑOR!
10 Entonces el faraón les dijo:
—Claramente se ve que tienen malas intenciones. El SEÑOR realmente va a tener que estar con ustedes si creen que voy a dejar ir de Egipto a todos con sus hijos. 11 Los hombres pueden ir a adorar al SEÑOR ya que eso fue lo que me pidieron desde el principio, pero no puede ir todo el pueblo. Luego el faraón ordenó que echaran a Moisés y Aarón de su presencia. 12 Después el SEÑOR le dijo a Moisés:
—Extiende tu brazo sobre Egipto para que vengan las langostas y acaben con todas las plantas que quedaron después de la granizada.
13 Entonces Moisés extendió su bastón sobre Egipto. Luego el SEÑOR hizo que todo el día y toda la noche soplara viento desde el oriente sobre el país. A la mañana siguiente, el viento del oriente había traído las langostas. 14 Las langostas invadieron todo Egipto y se quedaron ahí. Nunca antes hubo, ni volverá a haber, tantas langostas como las que hubo ese día. 15 Cubrieron la superficie de la tierra, haciéndola ver oscura. Se comieron todas las plantas y acabaron con todas las frutas y los árboles que había dejado la granizada. No dejaron nada.
16 Rápidamente el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Cometí un pecado contra el SEÑOR su Dios y contra ustedes. 17 Por favor, perdónenme esta vez y pídanle al SEÑOR que se lleve esta plaga mortal.
18 Moisés dejó al faraón y oró al SEÑOR. 19 Entonces el SEÑOR creó un fuerte viento del occidente que se llevó las langostas y las echó al mar Rojo[q]. No quedó ni una sola langosta en Egipto. 20 Pero el SEÑOR hizo que el faraón volviera a ponerse terco y no dejara que se fuera el pueblo de Israel.
La oscuridad
21 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés:
—Extiende tu brazo hacia el cielo para que haya sobre Egipto una oscuridad tan densa que hasta se podrá tocar.
22 Entonces Moisés extendió su mano hacia el cielo y una nube de oscuridad cubrió Egipto durante tres días. 23 Las personas no se podían ver unas a otras y nadie se levantó de su lugar durante tres días. En cambio, todos los israelitas sí tenían luz en sus casas.
24 El faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Vayan y adoren al SEÑOR. Sus hijos pueden acompañarlos pero no les permito llevarse sus ovejas ni su ganado.
25 Pero Moisés dijo:
—Tienes que dejarnos llevar nuestros animales para que así tengamos con qué hacer sacrificios al SEÑOR nuestro Dios. 26 Tenemos que llevarlos; no podemos dejar ni una sola cabeza de ganado. No sabemos exactamente qué necesitamos llevar para adorar al SEÑOR nuestro Dios, sólo sabremos con qué adorar al SEÑOR cuando lleguemos allá.
27 Pero el SEÑOR hizo que el faraón se pusiera terco y no los dejara ir. 28 Luego el faraón le dijo a Moisés:
—¡Lárgate de aquí y ten cuidado! ¡No vuelvas a venir a verme porque el día que lo hagas, morirás!
29 Entonces Moisés le dijo al faraón:
—Tienes razón, ¡no volveré a verte!
La muerte de los hijos mayores
11 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Voy a traer sólo una plaga más sobre el faraón y su pueblo y después él los va a dejar ir. No sólo los va a dejar ir, sino te aseguro que los va a echar de aquí. 2 Diles a los israelitas, hombres y mujeres, que les pidan a sus vecinos objetos de oro y plata.
3 El SEÑOR hizo que los egipcios fueran generosos con los israelitas. Además, todos los egipcios, incluso los servidores del faraón ya consideraban a Moisés como un gran hombre.
4 Moisés le dijo al faraón:
—El SEÑOR dice: “Alrededor de la medianoche voy a pasar por todo Egipto, 5 y todos los hijos mayores de todas las familias van a morir. Desde el hijo mayor del faraón que está sentado en su trono, hasta el hijo mayor de la esclava que trabaja en un molino. También morirá el hijo mayor de cada animal. 6 En todo Egipto se gritará de dolor, como nunca antes se ha hecho ni se hará jamás, 7 pero ni siquiera un perro le ladrará al pueblo de Israel. A los israelitas y a sus animales no les va a pasar nada. De esa manera se van a dar cuenta de que el SEÑOR trata diferente a los egipcios que a los israelitas”. 8 Luego todos sus servidores van a venir a arrodillarse ante mí y me dirán: “Váyanse ustedes y llévense a todo su pueblo”. No me iré antes de que eso suceda.
Después Moisés se retiró muy enojado de la presencia del faraón. 9 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés:
—El faraón no le prestó atención a lo que le dijiste, para que así yo mostrara aun más mi poder en Egipto.
10 Así que Moisés y Aarón hizo estos grandes milagros a la vista del faraón. Sin embargo, el SEÑOR hizo que el faraón se pusiera aun más terco y no permitió que los israelitas salieran de su tierra.
La Pascua
12 En Egipto, el SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón: 2 «Este mes[r] será para ustedes el principal, el primer mes del año. 3 Hablen con toda la comunidad de Israel y díganle que el décimo día de este mes todos los hombres tomarán un cordero por familia, uno por cada casa. 4 Si la familia es demasiado pequeña para comerse todo el cordero, entonces el jefe del hogar y su vecino lo compartirán, repartiéndolo, según la cantidad de personas que haya en cada familia. 5 El cordero debe tener buena salud y tener un año de edad; puede ser un cordero o un cabrito. 6 Cuiden al animal hasta el día 14 de ese mes y al atardecer de ese día toda la comunidad de Israel sacrificará al animal. 7 Luego tomarán un poco de la sangre y la untarán por todo el marco de la puerta de la casa en la que estén comiendo al animal. 8 Se comerán esa misma noche la carne asada al fuego con hierbas amargas y pan sin levadura. 9 No coman ningún pedazo crudo o cocinado en agua. Todo será asado al fuego: la cabeza, las patas y todo lo de adentro. 10 No dejarán nada para la mañana siguiente, sino que quemarán todo lo que les sobre. 11 Cuando lo vayan a comer estarán vestidos así: la ropa ceñida a la cintura, las sandalias puestas y el bastón en la mano. Tienen que comer rápido porque es la Pascua del SEÑOR.
12 »Esa noche, voy a pasar por todo Egipto y voy a matar a todos los hijos mayores, tanto de los seres humanos como de los animales. Voy a juzgar a todos los dioses egipcios. Yo soy el SEÑOR. 13 La sangre en los marcos de sus puertas será mi señal: cuando la vea pasaré de largo. No habrá ninguna plaga que los destruya a ustedes cuando yo ataque Egipto.
14 »Este es un día que ustedes recordarán y celebrarán con una gran fiesta al SEÑOR. Lo celebrarán como una costumbre, de generación en generación. 15 Comerán pan sin levadura durante siete días. El primer día sacarán de la casa toda la levadura que tengan, porque si alguien llega a comer levadura será expulsado de la comunidad de Israel. 16 El primer día y el séptimo día harán reuniones santas. No trabajarán en esos dos días a no ser que sea para preparar la comida de cada uno. 17 Recordarán la fiesta de los Panes sin Levadura, porque en ese día yo saqué de Egipto a su pueblo por tropas. Lo celebrarán como una costumbre, de generación en generación. 18 Entonces desde la tarde del día 14 del primer mes comenzarán a comer pan sin levadura. Seguirán comiendo el pan así hasta el día 21 del mismo mes. 19 Durante esos siete días no puede haber levadura en sus casas porque cualquiera, tanto el inmigrante como el natural del país, que coma levadura será expulsado de la comunidad israelita. 20 Por lo tanto, no coman nada que tenga levadura. No importa el lugar donde estén viviendo, comerán pan sin levadura».
21 Moisés llamó a todos los líderes de Israel y les dijo: «Vayan a buscar un cordero para sus familias y mátenlo para celebrar la Pascua. 22 Tomen un ramo de hisopo y sumérjanlo en la sangre que está en la vasija. Unten con sangre los lados y la parte superior del marco de la puerta. Ninguno de ustedes debe salir de su casa antes de que amanezca. 23 Cuando el SEÑOR pase matando a los egipcios, verá la sangre en todo el marco de la puerta y pasará de largo por esa casa. Así el SEÑOR no dejará que el Destructor entre en sus casas a matar. 24 Recordarán esta orden como una costumbre para ustedes y sus futuras generaciones. 25 Cuando lleguen a la tierra que el SEÑOR les prometió que les daría, seguirán celebrando esta ceremonia. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa esta ceremonia?” 27 Ustedes responderán: “Es el sacrificio de la Pascua del SEÑOR, cuando él pasó matando a los egipcios y no entró[s] a las casas de los israelitas, salvándolos”».
Luego el pueblo se inclinó y adoró. 28 El SEÑOR les dio esta orden a Moisés y Aarón y entonces el pueblo hizo lo que él les mandó.
29 A medianoche, el SEÑOR mató a todos los hijos mayores que había en Egipto, desde el hijo mayor del faraón que estaba sentado en su trono hasta el hijo mayor del prisionero que estaba encerrado. También mató a los hijos mayores de los animales. 30 El faraón y todos sus servidores en todo Egipto se levantaron y esa noche lloraron llenos de dolor. No había una sola casa donde no hubiera muerto alguien.
Israel sale de Egipto
31 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón esa noche y les dijo:
—¡Váyanse ahora y apártense de mi pueblo, ustedes y los israelitas! Vayan y adoren al SEÑOR, tal como dijeron. 32 Llévense sus ovejas y su ganado tal como dijeron ¡Váyanse! y rueguen por mí.
33 Los egipcios los apuraban para que se fueran porque pensaban: «si no se van, todos vamos a morir».
34 Los israelitas no tuvieron tiempo ni de echarle levadura al pan. Se amarraron con la ropa sus ollas sobre los hombros. 35 Los israelitas hicieron exactamente lo que Moisés les dijo: les pidieron a los egipcios objetos de oro y plata. 36 El SEÑOR hizo que los egipcios fueran generosos con los israelitas. Entonces los egipcios les dieron a los israelitas lo que ellos les pidieron, así los israelitas se llevaron la riqueza de los egipcios.
37 Los israelitas viajaron desde Ramsés hasta Sucot. Había aproximadamente 600 000 hombres de a pie, sin contar las mujeres y los niños. 38 Con ellos fue un gran número de gente de otras razas, además de un gran rebaño de ovejas y vacas. 39 Como no habían tenido tiempo para preparar comida porque los egipcios los habían echado, prepararon tortas sin levadura con la masa que se habían llevado de Egipto.
40 El pueblo de Israel había vivido en Egipto[t] durante 430 años. 41 Entonces, el mismo día en que se cumplieron los 430 años, las tropas del SEÑOR[u] salieron de Egipto. 42 Esa noche el SEÑOR estuvo vigilante para sacar de Egipto a Israel. Los israelitas dedican esa noche al SEÑOR de generación en generación. 43 Entonces el SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:
—Estas son las normas que se cumplirán en la Pascua: Ningún extranjero podrá comer del animal sacrificado. 44 El esclavo que haya sido comprado podrá participar si tiene hecha la circuncisión. 45 No comerá de él ninguno que trabaje para ustedes para pagar una deuda o como asalariado. 46 Cada familia se lo debe comer en una sola casa. No se puede sacar ni un pedazo de carne fuera de la casa ni romperle ningún hueso. 47 Toda la comunidad israelita realizará esta ceremonia. 48 Si con ustedes vive un inmigrante y quiere compartir la Pascua del SEÑOR, debe ser circuncidado él y hacer circuncidar a todos los hombres de su familia. Si así lo hace, entonces se le considerará como israelita, pues no podrá comer del animal alguien que no esté circuncidado. 49 Esta misma ley se aplica tanto a los nacidos aquí como a los inmigrantes que vivan entre ustedes.
50 Entonces todos los israelitas obedecieron las órdenes que el SEÑOR les dio a Moisés y Aarón. 51 En ese mismo día el SEÑOR sacó de Egipto a los israelitas, por tropas.
13 El SEÑOR le dijo a Moisés: 2 «Dedícame a todos los hijos mayores del pueblo y de los animales de Israel, pues me pertenecen».
3 Moisés le dijo al pueblo: «Hoy es el día que con gran poder el SEÑOR los sacó de Egipto y los libró de la esclavitud. Recuerden este día y no coman pan con levadura. 4 Hoy van a salir en el mes de aviv. 5 Cuando el SEÑOR te lleve a la tierra de los cananeos, los heteos, los amorreos, los heveos y los jebuseos, tal como les prometió a tus antepasados que les daría una tierra que rebosa de leche y de miel, seguirás celebrando esta fiesta el primer mes de cada año. 6 Comerás pan sin levadura durante siete días y en el séptimo día harán una fiesta en honor al SEÑOR. 7 Durante los siete días se comerá pan sin levadura y en ninguna parte de tu territorio habrá comida que tenga levadura. 8 Le dirás a tu hijo en ese día: “Hacemos esto debido a lo que el SEÑOR hizo por mí cuando salí de Egipto”. 9 Y esto te hará recordar, como si tuvieras una marca en la mano o en la frente,[v] que debes hablar de la ley del SEÑOR, pues para sacarte de Egipto el SEÑOR usó su poder. 10 Por lo tanto vas a mantener esta costumbre todos los años y en la misma fecha.
11 »Después, cuando el SEÑOR te lleve a la tierra de los cananeos y te los entregue como se los prometió a ti y a tus antepasados, 12 tendrás que dedicarle todo hijo mayor al SEÑOR y todos los primeros machos que les nazcan a tus animales, porque le pertenecen al SEÑOR. 13 Cada burro recién nacido puede ser rescatado si a cambio se ofrece un cordero en sacrificio. Pero si no se rescata, se sacrificará al burro quebrándole el cuello. Ustedes rescatarán también a todo varón que sea hijo mayor.
14 »Cuando en el futuro tu hijo te pregunte: “¿Qué es esto?”, le responderás: “Con su gran poder, el SEÑOR nos sacó de Egipto y nos liberó de la esclavitud. 15 Cuando el faraón tercamente se rehusó a liberarnos, el SEÑOR mató a todos los hijos mayores que había en Egipto, tanto de la gente como de los animales. Esta es la razón por la cual sacrificamos al SEÑOR las primeras crías de nuestros animales y rescatamos a nuestros hijos”. 16 Por lo tanto, como si tuvieras una marca en la mano o en la frente, esta ceremonia te hará recordar que el SEÑOR con su gran poder nos sacó de Egipto».
17 Cuando el faraón liberó a los israelitas, Dios no los llevó por el camino que va a la tierra de los filisteos, aunque era el camino más corto, porque pensó: «Si van por ahí, tendrán que enfrentarse en batalla y eso puede hacerles cambiar de idea y regresar a Egipto». 18 Dios llevó al pueblo hacia el mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto en formación militar. 19 Moisés se llevó con él los huesos de José porque José les había hecho prometer eso a los israelitas, diciéndoles: «Seguro que Dios va a venir a ayudarlos: cuando eso suceda, llévense mis huesos de aquí».
20 Viajaron desde Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto. 21 El SEÑOR los guiaba de día en una columna de nube, y de noche les daba luz en forma de una columna de fuego. Así podían viajar de día y de noche. 22 Con ellos siempre iba, de día la columna de nube, y de noche la columna de fuego y nunca les faltó ni la una ni la otra.
14 El SEÑOR le dijo a Moisés: 2 «Diles a los israelitas que se devuelvan a Pi Ajirot y que acampen entre Migdol y el mar Rojo, frente a Baal Zefón. 3 El faraón va a pensar: “Los israelitas están confundidos, perdidos en el desierto”. 4 Voy a hacer que el faraón se atreva a perseguirlos a ustedes. Entonces apareceré con gloria y gran poder. Los derrotaré a él y a su ejército. Así van a saber ellos que yo soy el SEÑOR». Entonces los israelitas hicieron tal como él les dijo.
El faraón persigue a los israelitas
5 Cuando el rey de Egipto se enteró de que el pueblo de Israel se había escapado, él y sus servidores cambiaron de parecer en cuanto a los israelitas, y dijeron: «¿Cómo pudimos permitir que se fueran los israelitas y dejaran de trabajar para nosotros?» 6 Entonces el faraón dio la orden y prepararon su carro de combate y se llevó con él a su ejército. 7 Se llevó 600 de sus mejores carros de combate y también todos los demás carros de combate de Egipto, cada uno al mando de un oficial. 8 El SEÑOR hizo que el faraón, rey de Egipto, se atreviera a perseguir a los israelitas, que se habían ido con aire de triunfo.
9 Los egipcios los persiguieron y los alcanzaron mientras acampaban al lado del mar Rojo. Todos los caballos de los carros de combate, los jinetes y el ejército del faraón, alcanzaron a los israelitas en Pi Ajirot, frente a Baal Zefón.
10 A medida que el faraón se iba acercando, los israelitas se fueron dando cuenta de que los egipcios venían por ellos. Se asustaron mucho y oraron para que el SEÑOR los ayudara. 11 Le dijeron a Moisés:
—¿Acaso nos trajiste aquí al desierto a morir porque no había tumbas en Egipto? ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? 12 ¿Acaso no te dijimos en Egipto: “Déjanos trabajar en paz para los egipcios”? Es preferible ser esclavo en Egipto que morir en el desierto.
13 Moisés le dijo al pueblo:
—No se atemoricen. Sólo deténganse a ver cómo el SEÑOR los va a salvar hoy. ¡Nunca más volverán a ver a estos egipcios! 14 El SEÑOR peleará a favor de ustedes; así que manténganse en silencio.
15 El SEÑOR le preguntó a Moisés:
—¿Por qué me pides ayuda? Diles a los israelitas que continúen su marcha. 16 Ahora tú, levanta tu bastón, extiende el brazo sobre el mar y pártelo en dos para que los israelitas puedan cruzarlo sobre suelo seco. 17 Voy a hacer que los egipcios se atrevan a perseguirlos y entonces apareceré con gloria contra el faraón, sus carros de combate y su caballería. 18 Y así todos los egipcios van a saber que yo soy el SEÑOR cuando actúe gloriosamente contra el faraón, sus carros de batalla y su caballería.
19 Entonces el ángel de Dios y la columna de nube que estaban frente a los israelitas se pusieron tras ellos. 20 Así quedaron entre el campamento israelita. Había luz para los israelitas y oscuridad para los egipcios. Esa noche ningún campamento se acercó al otro.
21 Moisés extendió su brazo sobre el mar y el SEÑOR provocó un fuerte viento del oriente que sopló toda la noche e hizo que el mar retrocediera. Las aguas retrocedieron a cada lado, dejando en el medio la tierra seca. 22 Entonces los israelitas caminaron en medio del mar, sobre suelo firme. Se formaron dos murallas de agua, una a cada lado.
23 Pero los egipcios se fueron a perseguirlos. Todos los caballos del faraón, sus carros de combate y su caballería, fueron tras ellos en medio del mar. 24 Temprano, a la mañana siguiente, el SEÑOR miró hacia el campamento egipcio desde su columna de nube y de fuego e hizo que cundiera el pánico. 25 También les dañó las ruedas de sus carros de combate para que les costara trabajo avanzar. Entonces los egipcios dijeron:
—¡Vámonos de aquí! El SEÑOR está del lado de los israelitas y está peleando contra nosotros.
26 El SEÑOR le dijo a Moisés:
—Extiende tu brazo sobre el mar para que el agua caiga sobre los egipcios, sus carros de combate y su caballería.
27 Entonces, en la mañana, Moisés extendió su brazo sobre el mar y el agua regresó a su lugar cubriendo a todos los egipcios. El SEÑOR ahogó a todos los egipcios con el agua del mar. 28 El agua regresó cubriendo todos los carros de combate y a los jinetes del ejército del faraón, que habían entrado al mar para perseguirlos. Ninguno de ellos quedó vivo. 29 Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar sobre suelo firme, entre dos murallas de agua, una a cada lado.
30 Ese día el SEÑOR salvó a Israel del poder de los egipcios. Los israelitas vieron a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Al darse cuenta los israelitas del gran poder que el SEÑOR había usado contra los egipcios, sintieron temor del SEÑOR y confiaron en el SEÑOR y en su siervo Moisés.
La canción de Moisés
15 Luego Moisés y los israelitas le cantaron esta canción al SEÑOR:
«Cantaré al SEÑOR, pues ganó la victoria sobre sus enemigos.
Lanzó al mar al caballo y al jinete.
2 El SEÑOR es mi fuerza y mi canción;[w]
se ha convertido en mi salvación.
Él es mi Dios, lo alabaré.
Es el Dios de mi padre, lo adoraré.
3 El SEÑOR es un guerrero.
¡Su nombre es YAVÉ!
4 Lanzó al mar los carros de combate
del faraón y a todo su ejército.
Sus mejores oficiales
se ahogaron en el mar Rojo.
5 Las olas los cubrieron,
se hundieron como piedras en lo más profundo.
6 »¡Oh SEÑOR! Tu mano derecha
es gloriosa y fuerte.
¡Oh SEÑOR! Tu mano derecha
despedazó al enemigo.
7 Con tu gran poder aplastaste
a los que se enfrentaron contigo.
Tú siempre le ganas a tus enemigos y los despedazas;
tu furia los quema como el fuego a la paja.
8 Con el soplo de tu nariz,
amontonaste el agua;
Las olas se levantaron como un muro;
el centro del mar profundo se quedó inmóvil.
9 »El enemigo dijo:
“Los voy a perseguir,
los voy a alcanzar.
Dividiré las riquezas, sacaré mi espada
y usando mi poder haré que sufran”.
10 Pero tú soplaste, y el mar los cubrió.
Se hundieron como plomo en las aguas turbulentas.
11 »Oh SEÑOR, ¿qué otro dios es como tú?
¿Quién es tan grande y santo como tú?
Eres muy poderoso,
haces grandes milagros.
12 Extendiste tu brazo derecho
y la tierra se los tragó.
13 Con tu bondad guiaste
a este pueblo que salvaste.
Con tu poder los llevaste
a tu santa casa.
14 »Los otros pueblos temblarán al oír esta historia.
El pueblo filisteo temblará de angustia.
15 Los líderes de Edom se aterrorizarán.
Los líderes de Moab temblarán de miedo.
El pueblo de Canaán ya no será tan valiente.
16 Esos pueblos se llenarán de terror
cuando oigan acerca de tu poder.
Se quedarán quietos como piedras
hasta que pase tu pueblo, oh SEÑOR,
hasta que pase el pueblo que hiciste tuyo.
17 Guiarás a tu pueblo hacia la montaña.
SEÑOR, los dejarás vivir cerca del lugar
que elegiste para hacer tu trono, Señor;
el santuario que armaste con tus manos.
18 »¡El SEÑOR reinará por toda la eternidad!»
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