Bible in 90 Days
Danos pruebas
(Mr 8:11-13; Lc 12:54-56)
16 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús porque querían ponerlo a prueba. Le pidieron que hiciera un milagro para demostrar que era enviado de Dios.
2 Jesús les contestó: «Por la tarde, ustedes dicen: “Va a hacer buen clima porque el cielo está rojo”. 3 Y por la mañana dicen: “Hoy va a ser un día lluvioso porque el cielo está oscuro y rojo”. Ustedes ven el aspecto del cielo y saben lo que significan, ¿pero no son capaces de saber el significado de las señales de los tiempos en que estamos viviendo? 4 Esta generación mala e infiel pide una señal milagrosa, pero no se le va a dar ninguna señal, solamente la que se le dio a Jonás[a]». Entonces los dejó y se fue.
La levadura de los líderes religiosos
(Mr 8:14-21)
5 Jesús y sus seguidores se fueron al otro lado del lago, pero los seguidores se olvidaron de llevar pan. 6 Entonces Jesús les dijo:
—¡Tengan cuidado! Protéjanse de la levadura de los fariseos y los saduceos.
7 Ellos empezaron a discutir el significado de esto y decían:
—Tal vez él dijo esto porque no trajimos pan.
8 Jesús sabía de qué estaban hablando y les dijo:
—Hombres de poca fe, ¿por qué discuten entre ustedes por no tener pan? 9 ¿Todavía no han entendido? ¿No se acuerdan de los cinco panes que se les dieron a las 5000 personas? ¿Tampoco se acuerdan de que ustedes llenaron varias canastas con lo que sobró? 10 ¿O no se acuerdan de los siete panes con los que se alimentaron 4000 personas? ¿No recuerdan todas las canastas que llenaron con lo que sobró? 11 Yo no estaba hablando del pan, ¿por qué no lo entienden? Lo que les estoy diciendo es que deben cuidarse de la levadura de los fariseos y los saduceos.
12 Entonces entendieron que Jesús no les estaba diciendo que se cuidaran de la levadura que se usa para el pan, sino que se cuidaran de las enseñanzas de los fariseos y los saduceos.
Pedro dice que Jesús es el Mesías
(Mr 8:27-30; Lc 9:18-21)
13 Cuando Jesús vino a la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a sus seguidores:
—¿Quién dice la gente que soy yo, el Hijo del hombre?
14 Ellos contestaron:
—Algunos creen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías y otros que eres Jeremías o uno de los profetas.
15 Jesús les dijo:
—Y ustedes, ¿quién creen que soy yo?
16 Simón Pedro le respondió:
—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
17 Jesús le dijo:
—Simón, hijo de Jonás, qué afortunado eres porque no fue un ser humano el que te lo reveló, sino mi Padre que está en el cielo. 18 También te digo que tú eres Pedro, y construiré mi iglesia sobre esta roca.[b] Las fuerzas de la muerte[c] no la derrotarán. 19 Te daré las llaves del reino de Dios. Si tú juzgas a alguien aquí en la tierra, Dios lo juzgará en el cielo. A quien perdones aquí en la tierra, Dios también lo perdonará en el cielo.[d]
20 Entonces Jesús les advirtió a sus seguidores que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Jesús habla de su muerte
(Mr 8:31-9:1; Lc 9:22-27)
21 Desde entonces, Jesús comenzó a explicarles a sus seguidores que tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Tendría que morir, pero a los tres días resucitaría. 22 Entonces Pedro se lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:
—Señor, Dios tenga compasión de ti. ¡Que nunca te suceda eso!
23 Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
—¡Largo de aquí, Satanás[e]! ¡Me estás estorbando! A ti no te preocupan las cosas de Dios, sino las de la gente.
24 Entonces Jesús les dijo a sus seguidores:
—Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da y seguirme. 25 Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, la encontrará. 26 De nada vale tener todo el mundo y perder la vida. Nadie puede pagar lo suficiente para recuperar su vida. 27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles y entonces dará a cada cual la recompensa que merece por lo que haya hecho. 28 Les digo la verdad: algunos de los que están aquí no morirán sin antes de ver al Hijo del hombre venir en su reino.
Jesús con Moisés y Elías
(Mr 9:2-13; Lc 9:28-36)
17 Seis días después, Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan a una montaña alta donde estaban solos. 2 Allí, frente a ellos, Jesús se transformó. Su cara comenzó a brillar como el sol, y su ropa se volvió tan blanca como la luz. 3 Entonces se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús:
—Señor, qué bueno que estemos aquí. Si quieres hago tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
5 Mientras Pedro hablaba, una nube brillante los envolvió y desde la nube se escuchó una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado con el que estoy muy contento. ¡Escúchenlo!»
6 Cuando los seguidores oyeron esto, se asustaron tanto que cayeron al suelo. 7 Entonces Jesús vino, los tocó y dijo:
—Levántense y no tengan miedo.
8 Los seguidores miraron para todos lados, pero ya no vieron a nadie, sólo a Jesús.
9 Cuando estaban bajando de la montaña, Jesús les ordenó:
—No le cuenten esto a nadie hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.
10 Entonces los seguidores le preguntaron:
—¿Por qué los maestros de la ley dicen que Elías debe venir primero?[f]
11 Jesús les contestó:
—Tienen razón cuando dicen que Elías va a venir y pondrá todo en orden. 12 Pero yo les digo que Elías ya vino, no lo reconocieron e hicieron lo que quisieron con él. De esa misma manera van a hacer sufrir al Hijo del hombre.
13 Entonces sus seguidores comprendieron que él estaba diciendo que Juan el Bautista era el Elías que había de venir.
Jesús sana a un muchacho
(Mr 9:14-29; Lc 9:37-43a)
14 Cuando llegaron a donde estaba la multitud, un hombre se acercó a Jesús, se arrodilló ante él y 15 le dijo:
—¡Señor, ten compasión de mi hijo! Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Lo llevé a tus seguidores, pero no pudieron sanarlo.
17 Cuando Jesús escuchó esto, dijo:
—¡Partida[g] de incrédulos y pervertidos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho para acá.
18 Entonces Jesús le ordenó al demonio que saliera y el muchacho quedó sano desde ese día. 19 Después los seguidores se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
20 Jesús les dijo:
—Eso fue porque ustedes tienen muy poca fe. Les digo la verdad: si su fe fuera tan sólo como un grano de mostaza[h], podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí para allá”, y esta se movería. Nada les sería imposible. 21 [i]
Jesús habla otra vez de su muerte
(Mr 9:30-32; Lc 9:43b-45)
22 Cuando Jesús volvió con sus seguidores a Galilea, les dijo:
—El Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres 23 que lo van a matar; pero al tercer día, resucitará.
Los seguidores se pusieron muy tristes.
Jesús enseña sobre el pago de impuestos
24 Cuando Jesús y sus seguidores entraron al pueblo de Capernaúm, se le acercaron a Pedro unos hombres que recaudaban el impuesto del templo y le preguntaron:
—¿Tu maestro no paga el impuesto del templo[j]?
25 Pedro les respondió que sí y entró a la casa. Antes de que Pedro dijera algo, Jesús dijo:
—¿Tú qué piensas, Simón? ¿De quién recogen los impuestos los reyes de la tierra? ¿Acaso los recogen de sus hijos o de los que no son de la familia?
26 Pedro le respondió:
—Los que pagan los impuestos son los hijos de la otra gente.
Entonces Jesús le dijo:
—Es decir, que los hijos del rey no pagan impuestos. 27 Pero, como nosotros no queremos que armen un escándalo, ve al lago y pesca con anzuelo. Ábrele la boca al primer pescado que pesques, y allí encontrarás una moneda[k]. Llévala y dásela a los que cobran impuestos. Ese dinero pagará tu impuesto y el mío.
El más importante
(Mr 9:33-37; Lc 9:46-48)
18 En ese tiempo los seguidores se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino de Dios?
2 Jesús llamó a un niñito y lo puso en medio de sus seguidores. 3 Entonces les dijo:
—Les digo la verdad: si no cambian y se vuelven como un niño, no podrán entrar jamás al reino de Dios. 4 Por tanto el que se humille como este niño, será el más importante en el reino de Dios. 5 El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.
Jesús advierte sobre el peligro de pecar
(Mr 9:42-48; Lc 17:1-2)
6 »Le va a ir muy mal al que haga pecar a uno de estos mis seguidores a quienes es fácil hacerles daño. Sería mejor que se colgara una gran piedra de molino al cuello y se hundiera en lo profundo del mar. 7 ¡Pobre del mundo por los muchos motivos que hacen a la gente caer en pecado! Eso es inevitable, ¡pero pobre del que haga pecar a los demás!
8 »Así que si tu mano o tu pie te hace pecar, córtalo y tíralo. Es mejor entrar a la vida eterna con una sola mano o un solo pie que tener las dos manos y los dos pies pero ser echado al fuego eterno. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácalo y tíralo. Es mejor entrar tuerto a la vida eterna que tener ambos ojos pero ser echado al fuego eterno.
Historia de la oveja perdida
(Lc 15:3-7)
10 »¡Tengan cuidado! No piensen que estos niñitos no valen nada. Pues les digo que ellos tienen ángeles en el cielo que están siempre allá con mi Padre. 11 [l]
12 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene 100 ovejas y una de ellas se le pierde, ¿acaso no dejará a las otras 99 en los montes para ir a buscar a la perdida? 13 Y si la encuentra, les digo la verdad: se pondrá más feliz por esa que por las otras 99. 14 Pasa lo mismo con su Padre que está en el cielo. Él no quiere que ninguno de estos pequeños se pierda.
Cómo perdonar al hermano
(Lc 17:3)
15 »Si tu hermano hace algo malo,[m] ve y habla a solas con él. Explícale cuál fue el mal que hizo. Si te hace caso, has recuperado a tu hermano. 16 Pero si no te hace caso, ve otra vez a hablar con él, acompañado de una o dos personas más, para que ellos sean testigos de todo lo que se diga.[n] 17 Si él no les hace caso, díselo a la iglesia. Y si no hace caso a la iglesia, entonces debes tratarlo como a uno que no cree en Dios o como a un cobrador de impuestos.
18 »Les digo la verdad: si ustedes juzgan a alguien aquí en la tierra, Dios lo juzgará en el cielo. A quien perdonen aquí en la tierra, Dios también lo perdonará en el cielo.[o]
19 »En otras palabras, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo en pedir algo, pueden orar por eso. Mi Padre que está en el cielo se lo dará, 20 porque donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos.
Una historia sobre el perdón
21 Entonces Pedro se acercó a Jesús y le dijo:
—Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano si no deja de hacerme mal? ¿Debo perdonarlo aun si peca contra mí hasta siete veces?
22 Jesús le dijo:
—No sólo siete veces, sino que debes perdonarlo hasta setenta y siete veces[p].
23 »Por eso el reino de Dios se puede comparar con un rey que decidió hacer cuentas con sus siervos. 24 Cuando empezó, le llevaron a un siervo que le debía muchos millones de monedas de plata.[q] 25 Como debía mucho, no tenía dinero para pagar la deuda. El rey ordenó que lo vendieran junto con su esposa e hijos y todo lo que tenía, y así poder recuperar el dinero. 26 Entonces el siervo se postró delante de él y le rogó: “Por favor, tenga un poco de paciencia conmigo, yo le voy a pagar todo lo que le debo”. 27 El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó libre.
28 »Cuando este siervo se fue, se encontró con un compañero que le debía 100 monedas de plata[r]. Entonces el siervo a quien el rey había perdonado agarró al otro del cuello y le dijo: “¡Págame lo que me debes!” 29 El compañero se postró delante de él y le rogó: “Por favor, ten un poco de paciencia conmigo, yo te voy a pagar todo lo que te debo”. 30 Pero el primer siervo no quiso perdonarle la deuda y mandó echarlo a la cárcel hasta que pagara lo que le debía. 31 Cuando los otros compañeros se dieron cuenta de lo que había pasado, se entristecieron mucho y fueron a contarle todo al rey. 32 Entonces el rey lo llamó y le dijo: “¡Eres un mal siervo! Te perdoné la deuda porque me rogaste que tuviera compasión, 33 ¿no debiste haber mostrado compasión con tu compañero, así como yo la tuve contigo?” 34 Por esta razón, el rey se enojó muchísimo y entregó al siervo a los torturadores hasta que pagara todo lo que le debía.
35 »Así los tratará mi Padre que está en el cielo si ustedes no perdonan de todo corazón a sus hermanos.
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mr 10:1-12)
19 Después de que Jesús terminó de decir esto, se fue de Galilea para la región de Judea, al otro lado del río Jordán. 2 Muchos lo siguieron hasta allá y él los sanó.
3 Algunos fariseos se acercaron a él tratando de ponerlo a prueba, y le dijeron:
—¿Está bien que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier motivo?
4 (A)Jesús respondió:
—¿No han leído que el Creador desde el principio “hizo al hombre y a la mujer”?[s] 5 (B)Y dijo: “Por esta razón el hombre dejará a su papá y a su mamá para unirse a su esposa y los dos serán un solo ser”.[t] 6 Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto lo que Dios ha unido, que ningún ser humano lo separe.
7 Ellos le preguntaron:
—¿Entonces por qué Moisés permitió al hombre divorciarse de su esposa firmando un certificado de divorcio[u]?
8 Jesús les dijo:
—Moisés escribió ese mandamiento debido a la terquedad de ustedes, pero en el principio Dios no permitió el divorcio. 9 Entonces les digo que el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio. La única razón para que un hombre se divorcie y se case de nuevo es si su esposa le ha practicado inmoralidad sexual.[v]
10 Luego sus seguidores le dijeron:
—Si así es la situación entre marido y mujer, entonces es mejor no casarse.
11 Jesús les dijo:
—No todos aceptan esta enseñanza, sino aquellos a quienes Dios ha permitido entenderla. 12 Hay hombres que no pueden casarse porque nacieron sin poder tener hijos.[w] Otros no se pueden casar porque otras personas han hecho que ellos no puedan tener hijos. Finalmente hay hombres que deciden no casarse para dedicarse al reino de Dios. El que sea capaz de aceptar esta enseñanza, que la acepte.
Jesús recibe a los niños
(Mr 10:13-16; Lc 18:15-17)
13 Después trajeron algunos niños a Jesús para que les impusiera las manos para bendecirlos y orara por ellos, pero los seguidores los regañaron. 14 Entonces Jesús les dijo:
—Dejen que los niños vengan a mí. No se lo impidan porque el reino de Dios es de los que son como ellos.
15 Después de bendecirlos, Jesús se fue de allí.
Un rico se niega a seguir a Jesús
(Mr 10:17-31; Lc 18:18-30)
16 Un joven se acercó a Jesús y le preguntó:
—Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para tener la vida eterna?
17 Entonces Jesús le contestó:
—¿Por qué me estás preguntando sobre lo que es bueno? Solamente Dios es bueno. Pero si tú quieres entrar a la vida eterna debes obedecer los mandamientos.
18 El joven le preguntó:
—¿Cuáles mandamientos?
Jesús le respondió:
—“No matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio, 19 (C)(D)respetar a tu papá y a tu mamá”[x] y “amar a tu semejante como te amas a ti mismo”.[y]
20 El joven le dijo:
—Yo he cumplido todo eso, ¿qué me falta?
21 Jesús le contestó:
—Si tú quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes. Dales ese dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
22 Pero cuando el joven escuchó esto, se marchó muy triste porque tenía muchos bienes. 23 Jesús les dijo a sus seguidores:
—Les digo la verdad: será difícil que un rico entre al reino de Dios. 24 Ciertamente es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios.
25 Cuando los seguidores oyeron esto, se sorprendieron y le preguntaron:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26 Jesús los miró y les dijo:
—Es imposible para los hombres, pero para Dios no hay nada imposible.
27 Entonces Pedro le dijo:
—Nosotros dejamos todo por seguirte; entonces, ¿qué tendremos?
28 Jesús les dijo:
—Les digo la verdad: en la renovación, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono esplendoroso, entonces ustedes que me han seguido, también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Todos los que dejaron casas, hermanos, hermanas, papá, mamá, hijos o tierras por mi causa, recibirán 100 veces más y heredarán la vida eterna. 30 Pero muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos de los que ahora son los últimos, serán los primeros.
Historia de unos trabajadores
20 »El reino de Dios es como el dueño de una finca que salió bien temprano a contratar trabajadores para su viñedo. 2 Se puso de acuerdo con ellos en el pago por un día de trabajo[z] y los envió a trabajar a su viñedo. 3 Casi a las nueve de la mañana salió de su casa y vio a unos hombres que estaban sin hacer nada en la plaza de mercado. 4 Les dijo: “Vayan ustedes también a trabajar en mi viñedo y les pagaré lo justo”. 5 Así que ellos fueron a trabajar allá. Una vez más, salió de su casa como al mediodía y luego como a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. 6 Cuando eran las cinco, salió de su casa y encontró a otros desempleados en la plaza de mercado. Él les preguntó: “¿Por qué ustedes no hacen nada en todo el día?” 7 Le contestaron: “Es que nadie nos da trabajo”. Él les dijo: “Vayan ustedes también a trabajar en mi viñedo”.
8 »Cuando se hizo de noche, el dueño le dijo al encargado: “Llama a los trabajadores y págales. Empieza desde los últimos que se contrataron hasta los que se contrataron al principio”. 9 Se presentaron los que se habían contratado a las cinco de la tarde y cada uno recibió el pago de un día. 10 Cuando llegaron los primeros que se habían contratado, creyeron que les iban a pagar más, pero recibieron el mismo pago. 11 Lo recibieron y empezaron a quejarse con el dueño del terreno, 12 diciendo: “Los últimos que se contrataron sólo trabajaron una hora y usted les pagó lo mismo que a nosotros que trabajamos todo el día aguantando el calor”. 13 El dueño le contestó a uno de ellos: “Amigo, yo no soy injusto contigo. ¿No nos pusimos de acuerdo en que yo te daría el pago por un día de trabajo? 14 Toma lo que es tuyo y vete a tu casa. Al último que contraté quiero darle lo mismo que a ti. 15 ¿No tengo derecho de hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O es que estás celoso porque soy bueno con los demás?”
16 »Así es que los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
Jesús habla de nuevo sobre su muerte
(Mr 10:32-34; Lc 18:31-34)
17 Mientras Jesús iba caminando hacia Jerusalén, tomó aparte a sus doce seguidores y les dijo:
18 —¡Escuchen! Estamos camino a Jerusalén. El Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley y ellos lo condenarán a muerte. 19 Después lo entregarán a los que no son judíos, quienes se burlarán de él, lo azotarán y lo crucificarán; pero él resucitará al tercer día.
Petición de una madre
(Mr 10:35-45)
20 Entonces la mamá de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús acompañada de sus hijos. Se arrodilló delante de él y le pidió un favor. 21 Jesús le preguntó:
—¿Qué es lo que quieres?
Ella le dijo:
—Prométeme que estos dos hijos míos se podrán sentar y gobernar contigo en tu reino. Quiero que se sienten el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 Jesús contestó:
—Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Están dispuestos a beber de la misma copa de sufrimiento que yo voy a beber?
Ellos dijeron:
—Sí lo estamos.
23 Él les dijo:
—Ciertamente van a beber de la copa que yo bebo, pero yo no puedo decidir quién se sienta a mi derecha o a mi izquierda. Mi Padre ya tiene listos esos puestos para los que él decidió.
24 Cuando los otros diez seguidores escucharon esto, se enojaron con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó y les dijo:
—Ustedes saben que a los que gobiernan entre las naciones les gusta mostrar su poder. A sus principales dirigentes les gusta ejercer su autoridad sobre la gente. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, el que quiera ser más importante entre ustedes debe hacerse su siervo. 27 El que quiera ser el número uno entre ustedes debe ser su esclavo; 28 así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvieran, sino a servir a los demás y a dar su vida en rescate por muchos.
Jesús sana a dos ciegos
(Mr 10:46-52; Lc 18:35-43)
29 Cuando estaban saliendo de Jericó, lo seguía una gran multitud. 30 Había dos ciegos sentados al lado del camino, y cuando oyeron que Jesús estaba pasando por ahí, gritaron:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
31 La gente los regañaba y les decía que se callaran, pero ellos gritaban aun más fuerte:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
32 Entonces Jesús se detuvo y les preguntó:
—¿Qué quieren que yo haga por ustedes?
33 Ellos le dijeron:
—Señor, queremos ver.
34 Jesús tuvo compasión de ellos y les tocó los ojos. En ese momento ellos pudieron ver y lo siguieron.
Jesús entra a Jerusalén
(Mr 11:1-11; Lc 19:28-38; Jn 12:12-19)
21 Cuando estaban cerca de Jerusalén y habían llegado a Betfagé en el monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus seguidores 2 y les dijo: «Vayan a la aldea que está enfrente. Allá van a encontrar una burra atada y también un burrito. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Si alguien les dice algo, díganle: “El Señor los necesita, pero él los devolverá después”».
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo uno de los profetas:
5 (E)«Díganle a la gente de Sion[aa]:
“Mira, tu rey viene hacia ti,
humilde y montado en un burro;
sí, en un burrito, cría de un animal de carga”».[ab]
6 Los seguidores se fueron e hicieron lo que Jesús les había dicho. 7 Trajeron la burra y el burrito, pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. 8 Mucha gente extendía sus mantos sobre el camino. Otros cortaban ramas de los árboles y las extendían en el camino. 9 (F)Los que caminaban al frente de él y los que lo seguían, gritaban:
—¡Viva el Salvador,[ac] el Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![ad]
¡Viva Dios[ae] que está en los cielos!
10 Cuando Jesús entró a Jerusalén, toda la ciudad se alborotó. Unos preguntaban:
—¿Quién es este hombre?
11 La gente contestaba:
—Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.
Jesús va al templo
(Mr 11:15-19; Lc 19:45-48; Jn 2:13-22)
12 Entonces Jesús entró al área del templo. Comenzó a echar a todos los que estaban comprando y vendiendo ahí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y los asientos de los que vendían palomas. 13 (G)(H)Jesús les dijo:
—Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración”.[af] ¡Pero ustedes la están convirtiendo en una “guarida de ladrones”[ag]!
14 Unos ciegos y cojos se acercaron a Jesús en el área del templo y él los sanó. 15 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron las maravillas que él había hecho y a los niños gritando en el área del templo: «¡Viva el Salvador, el Hijo de David!», se enojaron. 16 (I)Le preguntaron a Jesús:
—¿Oyes lo que estos niños están diciendo?
Jesús les contestó:
—Sí, los oigo. ¿No han leído la Escritura sobre esto?
“Tú lo has hecho
para que hasta los niños y los bebés
canten alabanzas”.[ah]
17 Entonces él los dejó y salió de la ciudad para Betania donde pasó la noche.
Jesús demuestra el poder de la fe
(Mr 11:12-14, 20-24)
18 Muy de mañana, Jesús estaba de regreso en Jerusalén y sintió hambre. 19 Vio una higuera, pero sólo tenía hojas, se acercó y le dijo:
—¡Que nunca más vuelvas a dar fruto!
La higuera se secó al instante y murió. 20 Cuando sus seguidores vieron esto, se sorprendieron y dijeron:
—¿Cómo se secó la higuera y murió tan rápido?
21 Jesús les respondió:
—Les digo la verdad: si ustedes tienen fe y no dudan, no solamente serán capaces de hacer lo que yo hice con la higuera. Es más, podrán decirle a esta montaña: “Levántate y lánzate al mar” y así sucederá. 22 Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
Discusión sobre la autoridad de Jesús
(Mr 11:27-33; Lc 20:1-8)
23 Cuando Jesús entró al área del templo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo se le acercaron mientras estaba enseñando, y le preguntaron:
—¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te la dio?
24 Jesús les contestó:
—Yo también les haré una pregunta y si me la responden les diré con qué autoridad hago estas cosas: 25 ¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿De Dios o de los hombres?
Ellos comenzaron a discutir entre sí y decían: «Si decimos que venía de Dios, él nos preguntará: “¿Por qué entonces no le creyeron?” 26 Pero no podemos decir que venía de los hombres. Tenemos miedo de la gente porque todos creen que Juan era un profeta». 27 Entonces le respondieron a Jesús:
—No sabemos.
Él les dijo:
—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago estas cosas.
Jesús cuenta la historia de dos hijos
28 Jesús continuó:
—¿Qué piensan de esto? Un hombre tenía dos hijos. Le dijo al mayor: “Hijo, ve hoy y trabaja en el viñedo”. 29 Él le contestó: “No quiero ir”. Pero más tarde cambió de idea y fue. 30 Después, el papá le pidió lo mismo al hijo menor. Él le respondió: “Sí señor, iré”. Pero no lo hizo. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que el papá quería?
Ellos respondieron:
—El hijo mayor.
Jesús les dijo:
—Les digo la verdad: los cobradores de impuestos y las prostitutas van a entrar primero que ustedes al reino de Dios. 32 Juan el Bautista vino para mostrarles el camino de justicia y ustedes no le creyeron. En cambio, los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Ustedes los vieron cambiar a ellos, pero aun así ustedes no creyeron ni cambiaron.
Historia de los labradores perversos
(Mr 12:1-12; Lc 20:9-19)
33 »Escuchen esta historia: El dueño de una finca plantó un viñedo y construyó un muro alrededor. Luego, cavó un lugar para hacer el vino y construyó una torre de vigilancia. Después alquiló el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el dueño mandó a sus siervos para que hablaran con los labradores y pidieran la parte que le correspondía al dueño. 35 Pero los labradores agarraron a los siervos. Golpearon a uno, mataron a otro y agarraron a pedradas a otro más. 36 El dueño mandó otra vez a otros siervos, y los labradores les hicieron lo mismo.
37 »Más tarde, el dueño les envió a su propio hijo. Se decía a sí mismo: “A mi hijo sí lo respetarán”. 38 Pero cuando los labradores vieron que era el hijo del dueño, dijeron entre ellos: “Este es el heredero, ¡vamos a matarlo para quedarnos con la herencia!” 39 Entonces, lo agarraron, lo echaron fuera del viñedo y lo mataron.
40 »¿Ustedes qué creen que hará el dueño del viñedo con esos labradores cuando llegue?
41 Le respondieron:
—Él matará de manera terrible a esos perversos y les alquilará el viñedo a otros labradores que sí le darán su parte de la cosecha.
42 (J)Jesús les dijo:
—Seguramente habrán leído las Escrituras que dicen:
“La piedra que los constructores rechazaron
se ha convertido en la piedra principal.
Esto fue lo que hizo el Señor
y es maravilloso verlo”.[ai]
43 »Por eso les digo: a ustedes se les quitará el reino de Dios y se le dará a otra nación que produzca lo que Dios quiere que su reino produzca. 44 El que caiga sobre esa piedra se hará en pedazos y si la piedra le cae encima a alguien, lo hará polvo.[aj]
45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos escucharon estas historias, se dieron cuenta de que Jesús estaba hablando de ellos. 46 Querían arrestarlo, pero tenían miedo del pueblo porque la gente consideraba que era un profeta.
Historia de los invitados a una boda
(Lc 14:15-24)
22 Jesús comenzó a hablarle a la gente una vez más por medio de historias. Les dijo: 2 «El reino de Dios se puede comparar con un rey que ofreció una boda para su hijo. 3 El rey envió a sus siervos para que les dijeran a los invitados que vinieran, pero los invitados no querían ir. 4 Envió otra vez a otros siervos y les dijo: “Díganles a los invitados que todo está listo, que se mataron las reses y los animales engordados. Todo está preparado. ¡Que vengan a la boda!” 5 Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a trabajar en su tierra, otro se fue a sus negocios y 6 otros ataron a los siervos del rey, los torturaron y los mataron. 7 El rey se enfureció, envió a sus soldados y ellos mataron a los asesinos y quemaron su ciudad. 8 Entonces el rey les dijo a sus siervos: “La boda está lista, pero los que se invitaron no la merecían. 9 Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a todo el que encuentren para que venga”. 10 Los siervos salieron a los caminos. Reunieron a todos los que pudieron encontrar sin importar que fueran buenos o malos y el salón se llenó de invitados.
11 »Cuando el rey vino a verlos, vio a un hombre que no estaba vestido con ropa como para ir a una boda. 12 El rey le dijo: “Amigo, ¿cómo hiciste para entrar aquí sin estar vestido con ropa adecuada para una boda?” Pero el hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey les dijo a sus siervos: “Átenlo de pies y manos y échenlo afuera, a la oscuridad. Ahí es donde la gente llorará y crujirá los dientes de dolor”. 14 Porque muchos son invitados pero pocos son escogidos».
El pago de impuestos
(Mr 12:13-17; Lc 20:20-26)
15 Luego los fariseos fueron y se reunieron para planear cómo hacer caer a Jesús en algo que él dijera. 16 Enviaron a sus propios seguidores con algunos herodianos, quienes le dijeron:
—Maestro, sabemos que eres un hombre honesto y enseñas con sinceridad el camino de Dios. No temes decir lo que piensas porque no tratas a la gente según su nivel social, sino que eres imparcial. 17 Por eso dinos qué piensas tú: ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador o no?
18 Jesús se dio cuenta de sus malas intenciones y les dijo:
—¡Hipócritas! ¿Por qué tratan de ponerme una trampa? 19 Muéstrenme una moneda con la que pagan impuestos.
Ellos le dieron una moneda de plata.
20 Entonces él les dijo:
—¿De quién es la imagen que está en la moneda y el nombre que está escrito en ella?
21 Ellos dijeron:
—Del emperador.
Entonces Jesús les dijo:
—Den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios.
22 Cuando ellos escucharon su respuesta, se asombraron y se alejaron.
Pregunta sobre la resurrección
(Mr 12:18-27; Lc 20:27-40)
23 Ese día, unos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le preguntaron:
24 —Maestro, Moisés dijo que si un hombre muere sin haber tenido hijos, su hermano debía casarse con la viuda. De esa manera los hijos que tuvieran serían considerados hijos del hermano fallecido.[ak] 25 Una vez hubo siete hermanos que vivían entre nosotros. El primero se casó, pero más tarde murió sin dejar hijos. Su hermano se casó con la viuda. 26 Lo mismo pasó con el segundo, el tercero y con todos los siete hermanos. 27 Después la mujer también murió. 28 Puesto que todos los hermanos se habían casado con ella, el día en que la gente resucite, ¿de quién será esposa la viuda?
29 Jesús les contestó:
—Ustedes están equivocados porque no saben lo que dicen las Escrituras ni conocen el poder de Dios. 30 Cuando la gente resucite, no se casará, sino que todos serán como los ángeles del cielo. 31 Además, con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo a ustedes: 32 (K)“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[al]? Él no es Dios de muertos, sino de vivos.
33 Al oír la gente esto, quedó admirada de su enseñanza.
El mandamiento más importante
(Mr 12:28-34; Lc 10:25-28)
34 Cuando los fariseos oyeron que Jesús dejó callados a los saduceos, se reunieron. 35 Uno de ellos, que era experto en la ley, quería tenderle una trampa a Jesús y le preguntó:
36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37 (L)Jesús le dijo:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”.[am] 38 Este es el primer mandamiento y el más importante. 39 (M)Hay un segundo mandamiento parecido a este: “Ama a tu semejante como te amas a ti mismo”.[an] 40 Toda la ley y los escritos de los profetas dependen de estos dos mandamientos.
¿De quién es hijo el Mesías?
(Mr 12:35-37; Lc 20:41-44)
41 Estando todavía ahí los fariseos, Jesús les preguntó:
42 —¿Qué piensan ustedes sobre el Mesías? ¿De quién es hijo?
Ellos respondieron:
—De David.
43 Jesús les preguntó:
—Entonces, ¿cómo es que David, inspirado por el Espíritu Santo, le llamaba: “Señor”? Porque David dijo:
44 (N)“El Señor Dios le dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
bajo tu poder[ao]”.[ap]
45 Entonces si David llama al Mesías “Señor”, ¿cómo puede él ser su hijo?
46 Pero nadie pudo contestarle y desde ese día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Jesús critica a los líderes religiosos
(Mr 12:38-40; Lc 11:37-52; 20:45-47)
23 Después Jesús les dijo a la gente y a sus seguidores: 2 «Los maestros de la ley y los fariseos tienen la autoridad de explicar la ley de Moisés. 3 Así que hagan caso de todo lo que ellos les dicen, pero no sigan su ejemplo porque ellos no hacen lo que ellos mismos dicen. 4 Ellos cargan a la gente con reglas estrictas y difíciles de cumplir. Los obligan a cumplirlas, pero ellos ni siquiera quieren mover un dedo para ayudarles a obedecer las reglas.
5 »Ellos hacen cosas buenas sólo para figurar como más importantes que los demás. Llevan en la frente cajitas[aq] de cuero con porciones de las Escrituras. Hacen esas cajitas cada vez más grandes y agrandan también los flecos[ar] de sus mantos. 6 Les gustan los lugares más importantes en las fiestas y buscan los lugares de honor en las sinagogas. 7 También les gusta que la gente los salude con respeto en las plazas y que los llamen “maestro”[as].
8 »Pero ustedes no dejen que nadie los llame “maestro”. Ustedes solamente tienen un Maestro y todos ustedes son iguales como hermanos y hermanas. 9 Aquí en la tierra no le digan a nadie “padre”. Ustedes sólo tienen un Padre que está en el cielo. 10 Tampoco dejen que les llamen “líder”, pues ustedes solamente tienen un Líder, quien es el Mesías. 11 El más importante entre ustedes será el que les sirva, 12 porque el que se crea más que los demás será humillado, y el que se humille será hecho importante.
13 »¡Pobres de ustedes, maestros de la ley y fariseos! ¡Hipócritas! Ustedes le cierran las puertas del reino de Dios a la gente; ni entran ustedes ni dejan entrar a los que tratan de hacerlo. 14 [at]
15 »¡Pobres de ustedes, maestros de la ley y fariseos! ¡Hipócritas! Ustedes viajan por tierra y mar para convertir a alguno en fariseo. Cuando lo logran, lo vuelven peor que ustedes y más merecedor de ir al infierno que ustedes mismos.
16 »¡Pobres de ustedes! ¡Guías ciegos! Ustedes dicen: “Si alguien jura por el templo no está obligado a mantener su juramento; pero si alguien jura por el oro que hay en el templo, entonces está obligado a cumplir el juramento”. 17 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante? ¿El oro del templo o el templo que hace sagrado ese oro?
18 »Ustedes también dicen: “Si alguien jura por el altar[au], no tiene que cumplir su juramento; pero si jura por la ofrenda que está en el altar entonces tiene que cumplirlo”. 19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante? ¿La ofrenda que hay en el altar o el altar que hace que la ofrenda quede consagrada? 20 De esta forma, si alguien jura por el altar, está jurando por él y por todo lo que hay en él. 21 Si alguien jura por el templo, está jurando por él y por aquel que está allí. 22 Y si alguien jura por el cielo, está jurando por el trono de Dios y por Dios mismo que está sentado en él.
23 »¡Pobres de ustedes maestros de la ley y fariseos! ¡Hipócritas! Ustedes dan a Dios la décima parte de todo lo que cosechan, incluso de la menta, del anís y del comino.[av] Pero se olvidan de las enseñanzas más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad a Dios. Eso es lo que deberían hacer sin dejar de hacer lo otro. 24 ¡Ustedes son guías ciegos! Son como el que saca un mosquito de su bebida y luego se traga un camello.
25 »¡Pobres de ustedes maestros de la ley y fariseos! ¡Hipócritas! Ustedes son como los vasos y los tazones que se lavan sólo por fuera. Por dentro, siguen llenos de codicia y egoísmo. 26 Fariseos ciegos, limpien el vaso primero por dentro para que quede limpio por dentro y por fuera.
27 »¡Pobres de ustedes, maestros de la ley y fariseos! ¡Hipócritas! Ustedes son como los sepulcros pintados de blanco. Se ven muy bonitos por fuera, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y toda clase de suciedad. 28 Lo mismo pasa con ustedes, parecen buenos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
29 »¡Pobres de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Porque edifican y adornan grandes sepulcros para los profetas justos. 30 Ustedes dicen: “Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros antepasados, no hubiéramos sido sus cómplices en el asesinato de los profetas”. 31 Por lo tanto, están reconociendo que ustedes son descendientes de los que mataron a los profetas. 32 ¡Entonces sigan y terminen lo que sus padres empezaron!
33 »¡Serpientes! ¡Partida[aw] de víboras! ¿Cómo creen que se van a salvar de ser echados al infierno? 34 Por eso les digo esto: les enviaré profetas, hombres sabios y maestros. Ustedes matarán a unos de ellos y los colgarán en la cruz. A otros los golpearán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. 35 Como resultado, ustedes pagarán por la muerte de todos los justos del mundo que han sido asesinados desde el asesinato de Abel, quien hacía la voluntad de Dios, hasta el asesinato de Zacarías,[ax] hijo de Berequías. A Zacarías ustedes lo asesinaron entre el santuario del templo y el altar. 36 Les digo la verdad: Esta generación será castigada por todo esto.
Jesús advierte al pueblo de Jerusalén
(Lc 13:34-35)
37 »¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros que Dios le envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta a sus pollitos bajo sus alas, pero ustedes no quisieron! 38 Ahora su casa quedará completamente vacía 39 (O)y les digo: no me verán más sino hasta que digan ustedes: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”[ay]»
Jesús anuncia la destrucción del templo
(Mr 13:1-2; Lc 21:5-6)
24 Jesús salió del área del templo, y ya se iba, cuando sus seguidores se le acercaron para mostrarle los edificios del área del templo. 2 Él les dijo:
—¿Se refieren a todo esto? Pues les digo la verdad: no quedará piedra sobre piedra, todo se vendrá abajo.
Señales antes del fin
(Mr 13:3-31; Lc 21:7-33)
3 Luego Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos. Se acercaron sus seguidores y le preguntaron en privado:
—Dinos, ¿cuándo sucederá eso y cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo?
4 Jesús les contestó:
—¡Tengan cuidado! No permitan que nadie los engañe. 5 Porque muchos vendrán contra mí al decir: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. 6 Ustedes oirán sobre guerras y rumores de guerras, pero no se asusten. Todo esto tiene que pasar, pero todavía no será el fin. 7 Peleará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos en muchos lugares. 8 Todo eso será el comienzo de mucho sufrimiento.
9 »En ese tiempo, los entregarán para que los castiguen y los maten. Todas las naciones los odiarán a ustedes por estar de mi parte. 10 En esos días, muchos creyentes perderán la fe, se entregarán unos a otros a las autoridades y se odiarán unos a otros. 11 Habrá muchos falsos profetas que vendrán y engañarán a la gente. 12 Debido a que habrá mucha maldad, el amor de muchos se irá enfriando. 13 Pero Dios salvará al que se mantenga hasta el final. 14 Y estas buenas noticias del reino se anunciarán en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y luego vendrá el fin.
15 »Así que cuando ustedes vean que “la abominación que causa destrucción”[az] de que habló el profeta Daniel, está en el Lugar Santo (quien lee esto que lo entienda), 16 entonces los que estén en Judea, que huyan inmediatamente hacia las montañas. 17 El que esté en el techo de su casa, que no baje para sacar sus cosas. 18 El que esté trabajando en el campo, que no regrese por su ropa.
19 »¡Pobres de las mujeres embarazadas y también de las que tengan bebé en esos días! 20 Oren para que no les toque huir en invierno ni en día de descanso. 21 Esos días serán terribles, tiempos difíciles como no los ha habido desde el principio del mundo ni los habrá jamás. 22 Si Dios no hubiera decidido acortar esos días, nadie sobreviviría. Pero los acortó para ayudar al pueblo que ha elegido.
23 »Si alguien les dice en esos días: “¡Miren aquí está el Mesías!” o “¡Aquí está él!”, no le crean. 24 Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas y harán milagros, señales y maravillas para poder engañar aun a los mismos elegidos de Dios. 25 Así que los pongo sobreaviso.
26 »Por eso si ellos les dicen: “¡Miren, el Mesías está en el desierto!” No vayan. No les crean si les dicen: “¡Miren, él está escondido adentro, en un cuarto!” 27 Porque como se observa un rayo resplandecer en el cielo de oriente a occidente, así se observará la venida del Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
La venida del Hijo del hombre
(Mr 13:24-37; Lc 17:26-30, 34-35; 21:25-33)
29 »Inmediatamente después de esos días terribles:
“El sol se oscurecerá,
la luna no iluminará más,
las estrellas caerán
y los cuerpos celestes temblarán”.[ba]
30 »En esos días, la señal del Hijo del hombre se verá en el cielo. Entonces todas las familias de la tierra llorarán y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 Enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del cielo.
32 »Aprendan la lección de la higuera: Tan pronto como sus ramas se vuelven tiernas y sus hojas se abren, ustedes saben que se acerca el verano. 33 Así también, cuando vean suceder todo esto,[bb] sabrán que el tiempo está cerca, a la puerta. 34 Les digo la verdad: todo esto sucederá antes de que muera esta generación. 35 El cielo y la tierra no durarán para siempre, pero mis palabras sí.
Sólo Dios sabe cuándo será el momento
(Mr 13:32-37; Lc 17:26-30, 34-36)
36 »Nadie sabe cuándo será el día o la hora, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo mismo. Solamente lo sabe el Padre.
37 »La venida del Hijo del hombre será como en los días en que vivió Noé. 38 En aquellos días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaba y daba a sus hijos en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca. 39 Como ellos no sabían lo que iba a pasar, vino el diluvio y los arrastró a todos. Así será cuando venga el Hijo del hombre. 40 En esos días, dos hombres estarán trabajando en un terreno. Uno de ellos será llevado y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo. Una de ellas será llevada y la otra será dejada.
42 »Por lo tanto, ustedes manténganse alerta porque no saben qué día va a venir su Señor. 43 Y recuerden esto: si el dueño de una casa supiera a qué hora viene el ladrón, se quedaría despierto y no dejaría que el ladrón entrara a su casa. 44 Por eso tienen que estar listos, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Los siervos reciben lo que merecen
(Lc 12:41-48)
45 »¿Quién es, pues, el siervo responsable y digno de confianza? El señor de la casa le encarga a un siervo la responsabilidad de dar de comer a los demás a su debido tiempo. ¿Cuál es el siervo en quien confía el dueño para hacer ese trabajo? 46 ¡Qué afortunado aquel siervo que cuando su señor regresa, lo encuentra cumpliendo su deber! 47 Digo la verdad: el patrón lo pondrá a cargo de todas sus cosas. 48 Por otra parte, supongan que ese siervo es malo y se dice a sí mismo: “Mi señor se va a demorar”. 49 Comienza a pegarles a los demás siervos y a comer y a emborracharse con otros como él. 50 Su señor volverá el día en que menos se lo espere y a la hora en que menos se lo imagine. 51 Lo cortará en pedazos como ocurre con los hipócritas. Mueren entre el dolor, llantos y el crujir de dientes.
Historia sobre diez vírgenes
25 »En ese día, el reino de Dios será como diez vírgenes que tomaron sus lámparas de aceite y salieron al encuentro del novio. 2 Cinco de ellas eran descuidadas y las otras cinco eran prudentes. 3 Las descuidadas llevaron sus lámparas pero no llevaron aceite de reserva. 4 Por el contrario, las prudentes llevaron sus lámparas y también aceite de reserva. 5 Como el novio se demoraba mucho, todas las jóvenes se cansaron y se durmieron. 6 Pero a la medianoche alguien gritó: “¡Oigan! ¡Viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” 7 En ese momento, todas las vírgenes se levantaron y prepararon sus lámparas. 8 Las descuidadas les dijeron a las prudentes: “¡Dennos un poco de su aceite, nuestras lámparas se están apagando!” 9 Pero las prudentes les respondieron: “No, no les podemos dar nada, porque no quedará suficiente para ustedes ni para nosotras. Más bien, vayan a los vendedores de aceite y compren para ustedes”. 10 Ya se iban cuando llegó el novio y las jovencitas que estaban listas entraron a la boda con él. Luego, alguien le echó seguro a la puerta. 11 Después llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, Señor! ¡Ábrenos la puerta!” 12 Pero él les contestó: “¡La verdad es que yo no las conozco!”
13 »Así que estén listos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que vendrá el Hijo del hombre.
Haz buen uso de lo que Dios te da
(Lc 19:11-27)
14 »El reino de Dios será como un hombre que se iba de viaje. Antes de irse llamó a sus siervos y los dejó encargados de administrar su fortuna. 15 A uno de ellos le dio 5000 monedas[bc], al segundo le dio 2000 y al otro 1000. A cada uno le dio una parte de acuerdo con lo que le era posible tomar a su cargo. Después se fue a su viaje. 16 Inmediatamente, el que había recibido las 5000 monedas comenzó a invertir el dinero y ganó otras 5000. 17 Así mismo, el que recibió 2000 monedas ganó otras 2000. 18 Pero el que recibió 1000 se fue, hizo un hueco en el suelo y escondió el dinero de su patrón.
19 »Después de mucho tiempo, regresó el patrón y empezó a arreglar cuentas con los siervos. 20 El hombre que había recibido las 5000 monedas, se acercó al patrón y trajo 5000 más. Le dijo: “Señor, usted me dejó encargado de 5000 monedas, aquí hay 5000 más que yo gané”. 21 Su patrón le dijo: “¡Muy bien hecho! Eres un buen siervo y digno de confianza. Como fuiste fiel con poca cantidad, te pondré a cargo de mucho. Ven y alégrate con tu patrón”. 22 Después, el hombre que había recibido 2000 monedas se le acercó y le dijo: “Señor, usted me dejó encargado de 2000 monedas, aquí están 2000 más que yo gané”. 23 Su patrón le dijo: “¡Bien hecho! Eres un buen siervo y digno de confianza. Como fuiste fiel con poca cantidad, te pondré a cargo de mucho. Ven y alégrate con tu patrón”.
24 »Entonces el hombre que había recibido 1000 monedas se acercó a su patrón y le dijo: “Señor, yo sé que usted es un hombre duro. Cosecha donde no ha plantado y recoge donde no ha sembrado. 25 Tuve miedo y fui y escondí el dinero en el suelo. Aquí le entrego lo que es suyo”. 26 El patrón le contestó: “¡Eres un siervo malo y perezoso! ¿Conque sabías que cosecho donde no he plantado y recojo donde no he sembrado? 27 Por eso debiste poner mi dinero en un banco. Así cuando yo volviera, tendría mi dinero más los intereses”.
28 »Entonces el patrón les dijo a otros siervos: “Tomen el dinero de ese siervo y dénselo al que tiene 10 000 monedas. 29 Así es, porque el que use bien lo que se le da, recibirá más, aun más de lo que necesita. Pero al que no lo haga, se le quitará todo lo que tiene. 30 Echen a este siervo inútil afuera, a la oscuridad donde la gente llora y cruje los dientes”.
El Hijo del hombre juzgará a todos
31 »Cuando venga el Hijo del hombre con todos sus ángeles, vendrá con gran esplendor, y se sentará en su grandioso trono. 32 Entonces todas las naciones se reunirán en su presencia. El Hijo del hombre los separará, así como un pastor separa a sus ovejas de sus cabras. 33 Él pondrá a las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
34 »Entonces el rey dirá a los que estén a su derecha: “¡Vengan, ustedes han sido bendecidos por mi Padre! Reciban el reino que ha sido preparado para ustedes desde el comienzo del mundo. 35 Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer. Tuve sed y me dieron de beber. Fui extranjero y me hospedaron. 36 No tenía ropa y ustedes me vistieron. Estuve enfermo y me cuidaron. Estuve en la cárcel y me visitaron”.
37 »Entonces los que hacen la voluntad de Dios le preguntarán: “Señor, ¿cuándo vimos que tenías hambre y te dimos de comer? o ¿cuándo te vimos con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos sin tener dónde quedarte y te invitamos a nuestra casa? o ¿cuándo te vimos sin ropa y te vestimos? 39 ¿Y cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” 40 Entonces el rey les responderá: “Les digo la verdad: cada vez que ustedes hicieron algo por mis hermanos más humildes, también lo hicieron por mí”.
41 »Luego les dirá a los que estén a su izquierda: “Aléjense de mí, malditos. Váyanse al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre y no me dieron de comer. Tuve sed y no me dieron de beber. 43 Fui extranjero y no me hospedaron. Estaba sin ropa y no me vistieron. Estuve enfermo y en la cárcel y no me visitaron”.
44 »Entonces ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo tuviste hambre, o sed, o no tuviste dónde quedarte, o estuviste sin ropa o enfermo o en la cárcel, y nosotros no te ayudamos?” 45 El rey les responderá: “Les digo la verdad: cada vez que no ayudaron a uno de estos más humildes, no me ayudaron a mí”.
46 »Entonces esos irán al castigo eterno; pero los que hacen la voluntad de Dios irán a la vida eterna.
Planean matar a Jesús
(Mr 14:1-2; Lc 22:1-2; Jn 11:45-53)
26 Después de que Jesús terminó de decir todo esto, les dijo a sus seguidores:
2 —Como ustedes saben, faltan dos días para la fiesta de la Pascua. El Hijo del hombre va a ser entregado a sus enemigos para que lo crucifiquen.
3 Por ese tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo se reunieron en el patio del palacio de Caifás, el sumo sacerdote. 4 Hacían planes para arrestar a Jesús mediante algún engaño y matarlo. 5 Pero decían:
—No lo hagamos durante la fiesta, para que no haya un disturbio entre el pueblo.
Una mujer echa perfume sobre Jesús
(Mr 14:3-9; Jn 12:1-8)
6 Jesús estaba en Betania en la casa de Simón el leproso. 7 Entonces se le acercó una mujer. Tenía un frasco de alabastro que contenía un perfume en aceite muy caro. Ella derramó el aceite sobre la cabeza de Jesús mientras él cenaba. 8 Cuando los seguidores de Jesús vieron esto, se enojaron y dijeron:
—¿Por qué ese desperdicio de perfume en aceite? 9 Lo podríamos haber vendido a buen precio y haber dado el dinero a los pobres.
10 Jesús sabía lo que estaban diciendo y les preguntó:
—¿Por qué la molestan? Ella ha hecho algo maravilloso para mí. 11 Siempre tendrán a los pobres con ustedes,[bd] pero no siempre me tendrán a mí. 12 Cuando ella derramó el perfume en aceite en mi cuerpo, lo hizo en preparación para mi entierro. 13 Les digo la verdad: en cualquier parte del mundo donde se anuncie esta buena noticia, se contará también lo que ella ha hecho, para que la gente la recuerde.
Judas traiciona a Jesús
(Mr 14:10-11; Lc 22:3-6)
14 Entonces uno de los doce seguidores llamado Judas Iscariote fue a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo:
—¿Qué me dan ustedes si les entrego a Jesús?
Entonces ellos le ofrecieron 30 monedas de plata. 16 Desde ese momento, Judas empezó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.
Preparación de la cena de la Pascua
(Mr 14:12-21; Lc 22:7-14, 21-23; Jn 13:21-30)
17 El primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura. Los seguidores de Jesús se acercaron y le dijeron:
—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para celebrar la cena de la Pascua?
18 Jesús dijo:
—Vayan a la ciudad a donde está un conocido mío y díganle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca y voy a celebrar la fiesta de la Pascua con mis seguidores en tu casa”.
19 Entonces los seguidores hicieron lo que Jesús les mandó, y prepararon la cena de la Pascua.
20 Por la noche Jesús estaba a la mesa con los doce. 21 Mientras comían, Jesús dijo:
—Les digo la verdad: uno de ustedes me traicionará.
22 Ellos estaban muy tristes y cada uno empezó a preguntarle:
—Señor, ese no seré yo, ¿verdad?
23 Jesús les respondió:
—El que moja su pan en el mismo plato que yo, es el que me traicionará. 24 El Hijo del hombre tiene que morir tal como está escrito. Pero, ¡pobre de aquel que traicione y entregue al Hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido.
25 Judas, el que iba a entregar a Jesús le dijo:
—No seré yo, ¿verdad, Maestro?
Jesús le dijo:
—Sí, eres tú.
La Cena del Señor
(Mr 14:22-26; Lc 22:15-20; 1 Co 11:23-25)
26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a sus seguidores y dijo:
—Tomen este pan y coman, este es mi cuerpo.
27 Luego tomó la copa y después de dar gracias se la dio a ellos, y dijo:
—Beban todos de esta copa, 28 porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos. 29 Les digo que nunca volveré a beber vino hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
30 Después cantaron una canción de alabanza y se fueron al monte de los Olivos.
Se anuncia la negación de Pedro
(Mr 14:27-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)
31 (P)Entonces Jesús les dijo:
—Todos ustedes perderán la fe en mí debido a lo que me sucederá esta noche, porque dice en las Escrituras:
“Mataré al pastor
y las ovejas del rebaño serán dispersadas”.[be]
32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
33 Pedro respondió:
—Aunque todos pierdan la fe en ti yo nunca lo haré.
34 Jesús le dijo:
—Te digo la verdad: esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.
35 Pedro le dijo:
—Aun si tengo que morir contigo, no te negaré.
Todos los otros seguidores dijeron lo mismo.
Jesús ora solo
(Mr 14:32-42; Lc 22:39-46)
36 Después Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo:
—Siéntense aquí mientras voy allí a orar.
37 Luego tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo con él y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 Después les dijo:
—¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí, manténganse despiertos conmigo.
39 Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró así: «Padre mío, si es posible, no me dejes tomar esta copa. Sin embargo, no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
40 Después regresó a sus seguidores, los encontró durmiendo y le dijo a Pedro:
—¿No pudieron estar despiertos conmigo por una hora? 41 Quédense despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil.
42 Una vez más, se fue y oró así: «Padre mío, si no es posible que me quites esta copa, haz lo que tú quieras».
43 Entonces vino y los encontró durmiendo otra vez porque no podían mantener los ojos abiertos. 44 Los dejó, se fue de nuevo y empezó a orar por tercera vez con las mismas palabras de antes. 45 Luego volvió a donde estaban sus seguidores y les preguntó:
—¿Todavía están durmiendo y descansando? Pues llegó el momento en el que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense y vámonos! ¡Miren, aquí está el que me va a traicionar!
Arresto de Jesús
(Mr 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12)
47 Mientras Jesús todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los doce seguidores. Venía acompañado de mucha gente con espadas y garrotes. Eran enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo. 48 El que lo traicionaba les había dado una señal, diciéndoles: «Al que yo salude con un beso en la mejilla, ese es. Arréstenlo». 49 Inmediatamente, Judas se acercó a Jesús y le dijo:
—¡Hola, Maestro!
Y le dio un beso en la mejilla. 50 Jesús le dijo:
—Amigo, haz lo que viniste a hacer.
Entonces se acercaron, lo agarraron y lo arrestaron. 51 Pero uno de los que estaba con Jesús sacó su espada y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:
—Pon tu espada en su lugar. Todo el que pelea a espada, morirá a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones de ángeles? 54 Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?
55 En ese momento Jesús le dijo a la gente:
—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? Todos los días estaba yo sentado enseñando en el área del templo y no me arrestaron. 56 Sin embargo, esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas.
Luego todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron.
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