Bible in 90 Days
15 En aquellos días vi en Judá gente que estaba haciendo vino en el día de descanso, y traían montones de trigo y lo cargaban sobre los burros. Vi gente el día de descanso cargando vino, uvas, higos y toda clase de cosas para llevarlo a Jerusalén. Así que les reprendí y les advertí que no debían comerciar en día de descanso. 16 Algunos de la ciudad de Tiro que vivían en Judá traían pescado y toda clase de mercancías, y las vendían el día de descanso a la gente de Judá y Jerusalén. 17 Discutí con los dirigentes de Judá y les dije: «¿Qué es lo que están haciendo? Están profanando el día de descanso convirtiéndolo en otro día normal. 18 ¿Acaso no saben que sus antepasados hicieron lo mismo y que por eso nuestro Dios trajo todo ese desastre sobre nosotros y sobre esta ciudad? Ahora ustedes están trayendo más desgracia a Israel profanando el día de descanso».
19 Entonces ordené que cada viernes en la tarde, antes de que oscureciera, los porteros cerraran y aseguraran las puertas de Jerusalén y que no se abrieran sino hasta después del día de descanso. Puse a algunos de mis hombres en las entradas para impedir que pasara carga alguna a la ciudad el día de descanso.
20 Una o dos veces los comerciantes y vendedores de toda clase de artículos tuvieron que pasar la noche fuera de Jerusalén. 21 Yo les advertí que si volvían a permanecer durante la noche frente a la muralla serían arrestados. De ahí en adelante no volvieron a vender su mercancía el día de descanso. 22 Luego les dije a los levitas que debían purificarse e ir a vigilar las entradas para mantener el día de descanso como un día sagrado.
Dios mío, recuérdame por esto, se bueno conmigo y muéstrame la grandeza de tu fiel amor.
23 En esos días también me di cuenta que algunos judíos se habían casado con mujeres de Asdod, Amón y Moab. 24 La mitad de los hijos de esos matrimonios no hablaban el idioma de Judá sino el idioma de Asdod, Amón o Moab. 25 Por eso los reprendí, los maldije y hasta golpeé a algunos de sus hombres y les arranqué el cabello. Les hice prometer en el nombre de Dios que sus hijas no se casarían con los hijos de esa gente de otros pueblos y que las hijas de esa gente no se casarían con sus hijos. 26 Les dije que se acordaran del rey Salomón. Entre todas las naciones nunca hubo un rey como él. Dios lo había elegido como soberano de Israel, pero mujeres extranjeras hicieron que él pecara. 27 Les dije que no estaban siendo fieles a Dios por estar cometiendo nuevamente el mismo pecado.
28 Uno de los hijos de Joyadá hijo de Eliasib, el sumo sacerdote, era yerno de Sambalat el horonita, así que lo obligué a salir del lugar y a huir.
29 Dios mío, ten presente a esa gente y dales su castigo porque contaminaron el sacerdocio y no cumplieron el pacto que habían hecho con los sacerdotes y los levitas. 30 Así que yo purifiqué a los sacerdotes y a los levitas de todas las cosas extrañas que les habían enseñado los extranjeros y le asigné sus funciones a cada uno. 31 También me aseguré de que el pueblo trajera sus ofrendas de madera y los primeros frutos en los días que les correspondía.
Dios mío, tenme presente por haber hecho todo eso y bendíceme.
La reina Vasti desobedece al rey
1 Esta historia sucedió en la época del rey Jerjes[a], quien gobernaba sobre 127 provincias desde la India hasta Cus. 2 El trono de Jerjes estaba en Susa, la capital del reino.
3 En el tercer año de su reinado, el rey ofreció una fiesta para sus colaboradores y funcionarios. Allí estaban los líderes más importantes de las provincias y los oficiales del ejército de Persia y Media. 4 Durante los 180 días de fiesta, el rey dio a conocer el lujo y las riquezas de su reino junto con la grandiosa belleza de su palacio. 5 Después de esos 180 días, el rey ofreció otra fiesta a la que fueron invitados todos los habitantes de Susa, desde los más humildes hasta los más importantes. La fiesta fue en el jardín interior del palacio y duró siete días. 6 En el jardín interior había toldos de fino lino blanco y azul, tendidos con cuerdas de púrpura enganchadas en anillos de plata fijos a columnas de mármol. Había sofás hechos de oro y plata sobre el suelo que estaba decorado con varias figuras hechas en mármol blanco y negro, nácar, perlas y otras piedras preciosas. 7 Las bebidas se servían en copas de oro, cada una de las cuales era diferente a las otras. El vino del rey se ofreció en grandes cantidades, como solo un rey generoso puede hacerlo. 8 Se sirvió vino en abundancia, pues el rey había ordenado a sus servidores que a cada invitado se le diera todo el vino que quisiera.
9 Al mismo tiempo, la reina Vasti también ofrecía una fiesta para las mujeres en el palacio del rey Jerjes.
10 En el séptimo día de la fiesta el rey estaba ya muy contento a causa del vino. Entonces llamó a los siete eunucos que lo atendían: Meumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás. 11 El rey les ordenó que llamaran a la reina Vasti para que se presentara ante él luciendo la corona real. Vasti era una mujer muy hermosa y atractiva, y el rey quería mostrar su belleza ante el pueblo y los oficiales. 12 Los servidores le comunicaron a la reina Vasti la orden del rey, pero ella no quiso obedecer. El rey se molestó mucho y se llenó de ira. 13 Después de eso, el rey consultó con los hombres sabios que conocían las leyes y como de costumbre, les pidió consejo a los expertos en la ley y el derecho. 14 El rey les tenía mucha confianza a estos sabios. Sus nombres eran Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán. Ellos eran los siete jefes de Persia y de Media y podían entrar para ver al rey en cualquier momento. Eran los más altos funcionarios del reino. 15 El rey les preguntó:
—Según la ley ¿qué debemos hacer con la reina Vasti que desobedeció la orden que le envié con los eunucos?
16 Entonces Memucán respondió al rey en presencia de los otros funcionarios:
—La reina Vasti ha cometido una falta muy grave. No solo ha ofendido al rey, sino también a todos los líderes y a los pueblos de todas las provincias del rey. 17 Digo esto porque todas las otras mujeres se enterarán de lo que hizo la reina Vasti y empezarán a desobedecer a sus esposos. Podrán decir que el rey Jerjes le ordenó a la reina Vasti que se presentara ante él, pero que ella no quiso ir. 18 En este mismo momento, las esposas de los líderes de Persia y Media que se enteren de lo que hizo la reina, empezarán a seguir el mal ejemplo. Van a contradecir a los líderes importantes del reino y los tratarán sin el debido respeto y obediencia.
19 »Así que, si el rey me lo permite, sugiero que Su Majestad dé una orden que quede escrita en las leyes de Persia y Media para que no se pueda cambiar. La orden real debe ser que nunca más se le permita a Vasti volver a presentarse ante el rey y que el rey busque a alguien mejor que ella para que sea reina en su lugar. 20 Así, cuando la orden del rey se anuncie en todas partes de su gran reino, todas las mujeres, sin importar su condición, respetarán a sus esposos.
21 El rey y sus funcionarios importantes consideraron muy bueno este consejo, así que el rey hizo lo que sugirió Memucán. 22 Envió cartas a todas partes del reino, a cada provincia en su propia escritura y a cada nación en su propio idioma. Las cartas anunciaban, en el idioma de cada cual, que todo hombre debía ejercer la autoridad dentro de su casa.
Nombran reina a Ester
2 Pasado algún tiempo el rey Jerjes se calmó y recordó lo que había pasado con la reina Vasti y las órdenes que había dado respecto a ella. 2 Entonces los ayudantes personales del rey dijeron:
—Que busquen jóvenes hermosas para el rey. 3 Que el rey nombre delegados en cada provincia de su reino para que le lleven todas las jóvenes hermosas a Susa, la ciudad capital donde está la residencia de las mujeres. Allí quedarán bajo el cuidado de Jegay, el eunuco encargado de las mujeres. Él les dará tratamientos de belleza. 4 Que la joven que más le agrade al rey sea la nueva reina en reemplazo de Vasti.
Al rey le gustó esta sugerencia y la aceptó.
5 En Susa, la ciudad capital, había un judío de la tribu de Benjamín llamado Mardoqueo. Era hijo de Yaír, nieto de Simí y bisnieto de Quis. 6 Mardoqueo había sido hecho prisionero en Jerusalén por Nabucodonosor, rey de Babilonia y desterrado de su tierra junto con el grupo en el que estaba Jeconías, rey de Judá.[b] 7 Mardoqueo tenía una prima muy hermosa y elegante llamada Jadasá o Ester, a la que cuidaba porque era huérfana. La había adoptado como su propia hija cuando sus padres murieron.
8 Cuando se proclamó la orden del rey, llevaron a muchas jóvenes a Susa, la ciudad capital, y las dejaron bajo el cuidado de Jegay. Ester era una de esas jóvenes y también la llevaron al palacio del rey y la dejaron bajo el cuidado de Jegay, el encargado de las mujeres del rey. 9 A Jegay le cayó bien Ester y la trató con preferencia, le dio tratamientos de belleza, cosméticos y alimento. Jegay eligió siete criadas del palacio del rey y se las dio a Ester. Jegay hizo que Ester y sus criadas ocuparan un lugar de privilegio en la residencia de las mujeres. 10 Ester no le contó a nadie de qué pueblo y de qué familia venía porque Mardoqueo le había dicho que no lo hiciera. 11 Todos los días, Mardoqueo pasaba cerca de las instalaciones de las mujeres para saber cómo estaba Ester y qué sucedía con ella.
12 Cada vez se acercaba más el momento de presentarse ante el rey Jerjes. Pero para que una joven pudiera presentarse ante el rey debía haber completado doce meses de tratamientos de belleza: seis meses con aceite de mirra y otros seis con perfumes y diferentes clases de cosméticos. 13 Cumplido este plazo, las muchachas podían ir al palacio del rey y llevar lo que quisieran de la residencia de las mujeres. 14 La muchacha elegida iba al palacio del rey por la noche, y en la mañana regresaba al sitio de las mujeres. Entonces era puesta bajo el cuidado de un hombre llamado Sasgaz, el eunuco encargado de las concubinas del rey. La muchacha no podía regresar de nuevo a donde estaba el rey, a menos que a él le hubiera gustado y la mandara llamar.
15 Ester era hija de Abijaíl e hija adoptiva de Mardoqueo. Cuando le llegó el momento de presentarse ante el rey, ella no pidió nada, sólo llevó lo que Jegay, el eunuco encargado le sugirió que llevara. Por eso, todos los que la veían la admiraban y la apreciaban. 16 Ester fue llevada ante el rey Jerjes en el décimo mes, el mes de tébet, del séptimo año de su reinado.
17 Al rey le gustó Ester mucho más que cualquier otra. Ester se convirtió en su favorita y el rey le puso una corona en la cabeza y la nombró la nueva reina en lugar de Vasti. 18 El rey ofreció una gran fiesta en honor a Ester e invitó a todos los funcionarios y servidores. Declaró día de fiesta[c] en todas las provincias y envió regalos a la gente, como sólo un rey generoso puede hacerlo.
Mardoqueo descubre una conspiración
19 En el momento en que las muchachas fueron reunidas por segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del palacio del rey. 20 Ester aun mantenía en secreto que era judía y no le había hablado a nadie acerca de su familia. Eso le había ordenado Mardoqueo, a quien ella seguía obedeciendo tal como lo había hecho cuando él cuidaba de ella.
21 En aquellos días, cuando Mardoqueo estaba sentado a la puerta del palacio del rey, Bigtán y Teres, dos oficiales del rey que vigilaban la entrada, se molestaron tanto con el rey que planearon la forma de asesinarlo. 22 Mardoqueo se enteró del plan y se lo contó a la reina Ester. Ella se lo dijo al rey y le contó también que Mardoqueo fue quien descubrió los planes para matarlo. 23 La información fue comprobada y se supo que Mardoqueo había dicho la verdad. Después de esto los dos guardias que habían planeado matar al rey fueron ahorcados. Este evento se registró en presencia del rey y quedó escrito en los libros de historias del reino.
Plan de Amán para destruir a los judíos
3 Pasado algún tiempo, el rey Jerjes le concedió un ascenso a Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag. El rey dio a Amán un cargo mucho más alto que el de cualquiera de los otros funcionarios. 2 El rey había dado la orden de que todos los servidores que trabajaran en la puerta del palacio, debían arrodillarse y rendirle honores a Amán. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía honores. 3 Los servidores que trabajaban en la puerta del palacio le preguntaban a Mardoqueo por qué no obedecía la orden del rey.
4 Todos los días ellos le recordaban a Mardoqueo que debía obedecer la orden del rey pero Mardoqueo les decía que él era judío. Entonces esos servidores le contaron a Amán lo que sucedía para ver qué hacía él con Mardoqueo. 5 Amán se enojó mucho cuando vio que Mardoqueo se negaba a arrodillarse ante él para honrarlo. 6 Amán se había enterado de que Mardoqueo era judío, pero no se sentía satisfecho con destruirlo sólo a él. Amán quería encontrar una manera de perseguir al pueblo de Mardoqueo, es decir a todos los judíos que se encontraban en el reino de Jerjes.
7 En el mes de nisán[d], es decir el primer mes del año doce del gobierno del rey Jerjes, se echó el pur[e] en presencia de Amán para decidir el día y mes indicados para acabar con los judíos. La fecha elegida fue el día trece del mes doce, el mes de adar[f]. 8 Amán fue ante el rey Jerjes y le dijo:
—Hay un pueblo esparcido por todas las provincias del reino. Ese pueblo no se junta con la otra gente y tiene costumbres diferentes a las de los demás. Ellos no obedecen las leyes del rey y no es conveniente que el rey les permita seguir viviendo en su reino. 9 Por eso me permito sugerirle que ordene destruir a esa gente y yo pondré en manos de los funcionarios 330 000 kilos[g] de plata en el tesoro del rey.
10 Entonces el rey se quitó del dedo el anillo oficial[h] y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag, enemigo de los judíos. 11 El rey le dijo:
—A fin de cuentas es tu dinero, así que haz lo que quieras con esa gente.
12 El día 13 del primer mes se reunieron todos los secretarios del rey. Ellos escribieron en un decreto todas las órdenes de Amán y lo enviaron a cada pueblo en su propia escritura y en su propio idioma. El decreto se envió a todos los virreyes[i], a los gobernadores de las diferentes provincias y a los jefes de todos los pueblos. El decreto se escribió con la autorización del rey Jerjes y la orden se entregó firmada y sellada por el propio rey.
13 Los mensajeros llevaron las cartas a todas las provincias del rey con la orden de destruir, matar y aniquilar a todos los judíos. Eso incluía a jóvenes y viejos, mujeres y niños. La orden era matarlos a todos en un solo día: el día 13 del mes 12, el mes de adar. Sus posesiones se tomarían como botín de guerra. 14 Una copia de esta carta se debía presentar como decreto real en cada provincia y debía darse a conocer a la gente de todas las naciones del reino con el fin de prepararlos para ese día.
15 Los mensajeros salieron rápidamente a publicar la orden del rey en la ciudad capital de Susa. Mientras que el rey y Amán se sentaban a beber, en toda la ciudad reinaba una gran confusión.
Mardoqueo pide ayuda a Ester
4 Mardoqueo se enteró de la orden del rey en contra de los judíos y se entristeció tanto que rasgó sus ropas, se vistió de luto y puso cenizas sobre su cabeza.[j] Luego salió a la ciudad lamentándose a gritos. 2 Pero sólo llegó hasta la puerta del palacio del rey porque a nadie se le permitía entrar al palacio vestido de luto. 3 En todas las provincias a donde llegó la orden del rey, había mucho llanto y tristeza entre los judíos. Ayunaban, gemían, se lamentaban y muchos de ellos se tendían en el piso vistiendo de luto y cubiertos de cenizas.
4 Los eunucos y las criadas de Ester fueron a verla y le contaron lo que pasaba con Mardoqueo. Ella se puso muy triste e intranquila, así que le envió ropa a Mardoqueo para que se cambiara y pudiera entrar al palacio pero él no la aceptó. 5 Entonces Ester llamó a Hatac y le ordenó que averiguara qué era lo que estaba angustiando a Mardoqueo. Hatac era uno de los eunucos del rey que había sido elegido para atenderla. 6 Hatac salió y fue a la plaza que estaba en frente del palacio real a buscar a Mardoqueo. 7 Mardoqueo le contó a Hatac todo lo que le había pasado. Le habló sobre la cantidad de dinero que Amán había prometido dar al tesoro del rey para que se le permitiera matar a los judíos. 8 Mardoqueo también le entregó a Hatac una copia de la orden del rey contra los judíos y le explicó que había sido escrita y anunciada en toda la ciudad de Susa. Él quería que Hatac le mostrara la orden a Ester y que le contara todo lo sucedido. Le pidió que la convenciera de hablar con el rey para rogarle que tuviera compasión de Mardoqueo y de su pueblo.
9 Hatac regresó y le contó a Ester todo lo que había dicho Mardoqueo. 10 Entonces ella le pidió a Hatac que le diera este mensaje a Mardoqueo: 11 «Todos los servidores del rey y la gente de las provincias saben que hay una ley válida para todo hombre o mujer. Esa ley dice que quien se presente ante el rey sin haber sido llamado tendrá que morir. La única manera de que el que incumpla la orden se salve es que el rey extienda su cetro de oro hacia esa persona. Desafortunadamente hace 30 días que no he sido llamada a presentarme ante el rey».
12 Mardoqueo recibió el mensaje de Ester 13 y esta fue su respuesta: «Ester, no creas que vas a ser la única judía que se va a salvar sólo porque vives en el palacio del rey. 14 Si te quedas callada ahora, la ayuda y la liberación para los judíos vendrán de otro lugar, pero tú y la familia de tu papá morirán. Y quién sabe, quizás tú fuiste designada como reina para un momento como este».
15 Entonces Ester le envió esta respuesta: 16 «Mardoqueo, reúne a todos los judíos de Susa y pídeles que ayunen por mí. No coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Yo ayunaré como ustedes, y mis criadas también lo harán. Después de que ayunemos, iré a ver al rey. Sé que hacer esto va en contra de la ley pero de cualquier forma lo haré. ¡Si he de morir, que muera!»
17 Así que Mardoqueo salió e hizo lo que Ester le había pedido.
Ester le habla al rey
5 Al tercer día, Ester vistió su traje real y se paró en la parte interior del palacio, frente al corredor del salón del rey. El rey estaba sentado en su trono al fondo del salón, frente a la puerta. 2 Cuando vio a la reina Ester, se alegró y le extendió el cetro de oro. Ester entró a la habitación, se acercó y tocó la punta de su cetro.
3 Entonces el rey le preguntó:
—¿Qué te molesta reina Ester? ¿Qué quieres pedirme? Te daré hasta la mitad de mi reino si me lo pides.
4 Ester dijo:
—Si es del agrado del rey quisiera invitarlo a usted y a Amán hoy a una fiesta que he preparado en su honor.
5 El rey dijo:
—Llamen inmediatamente a Amán para poder hacer lo que Ester pide.
Entonces el rey y Amán fueron a la fiesta que Ester les había preparado. 6 Mientras servían el vino, el rey le preguntó nuevamente a Ester:
—¿Qué quieres pedir? Pide lo que quieras. Te daré hasta la mitad de mi reino si lo deseas.
7 Ester respondió:
—Mi deseo es este: 8 Si soy del agrado del rey y si quiere darme lo que pido, le solicito que asista mañana junto con Amán a otra fiesta que ofreceré en su honor. Entonces le diré lo que realmente quiero.
Ira de Amán contra Mardoqueo
9 Amán salió ese día del palacio del rey muy feliz y de buen humor. Cuando pasó frente a la puerta del palacio, vio allí a Mardoqueo, quien al no mostrarle el debido respeto y temor lo hizo enojar. 10 Pero Amán controló su ira y se fue a su casa. Luego hizo llamar a sus amigos y a su esposa Zeres. 11 Comenzó a presumir de sus riquezas, de todos los hijos que tenía y de todas las formas en que el rey lo había honrado. Se sentía muy orgulloso diciendo que el rey lo había ascendido a una posición más alta que la de todos los otros funcionarios.
12 Amán agregó: «Yo fui el único a quien la reina Ester invitó para que estuviera con el rey en la fiesta que ella le ofreció hoy. Y junto con el rey, también estoy invitado a la fiesta que dará mañana. 13 Aun así, no existe nada que pueda hacerme realmente feliz mientras tenga que ver a ese judío Mardoqueo sentado en la puerta del palacio del rey».
14 Entonces Zeres, la esposa de Amán, y todos sus amigos tuvieron una idea y dijeron:
«Ordena que se construya una estaca de 25 metros[k] de alto. Por la mañana, pídele al rey que haga clavar allí a Mardoqueo. Luego ve a la fiesta con el rey y diviértete».
A Amán le gustó esa idea, así que ordenó construir la estaca.
Rinden honores a Mardoqueo
6 Esa noche, el rey no podía dormir, así que mandó que le llevaran el libro de historias del reino y se lo leyeran. El libro contenía relatos de todos los eventos importantes. 2 Allí estaba el registro de cómo Mardoqueo descubrió e informó el malvado plan de Bigtán y Teres para matar al rey. Bigtán y Teres eran dos funcionarios del rey Jerjes que vigilaban la puerta.
3 El rey preguntó entonces:
—¿Qué honores se le han rendido y qué recompensa se le ha dado a Mardoqueo por lo que hizo?
Los servidores que lo atendían le respondieron:
—No se ha hecho nada por Mardoqueo.
4 Amán acababa de entrar a la parte exterior del palacio del rey con la intención de pedirle que colgara a Mardoqueo, y el rey preguntó:
—¿Quién acaba de entrar al patio?
5 Los servidores respondieron:
—Amán acaba de entrar y está en el patio.
Entonces el rey pidió que lo hicieran pasar.
6 Cuando Amán se presentó, el rey le preguntó:
—Amán, ¿qué debería hacerse por un hombre al cual el rey quiere honrar?
Amán se preguntó a sí mismo: «¿A quién más sino a mí podría el rey querer honrar?» 7 y respondió:
—Esto es lo que debería hacerse para el hombre a quien el rey quiere honrar: 8 que los servidores traigan un manto real que el mismo rey haya usado y un caballo que haya montado. Que al caballo se le ponga en la cabeza la marca del rey. 9 Luego, que se designe a uno de los funcionarios más importantes para que le coloque el manto a quien el rey quiere honrar y lleve a esa persona en el caballo desfilando por la plaza de la ciudad y anuncie que eso es lo que se hace con el hombre al que el rey quiere honrar.
10 Entonces el rey le dijo a Amán:
—Apresúrate, consigue el manto y el caballo y haz todo lo que acabas de decir con Mardoqueo, el judío que se sienta a la puerta del palacio real. Asegúrate de hacer todo tal como lo has dicho.
11 Así que Amán trajo el manto y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó en desfile por la plaza de la ciudad. Amán anunció frente a Mardoqueo: «¡Esto es lo que se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar!»
12 Después de eso, Mardoqueo regresó a la puerta del palacio del rey, mientras que Amán corrió a su casa con la cabeza cubierta, todo avergonzado. 13 Amán les contó a su esposa Zeres y a todos sus amigos lo que le había pasado. La esposa de Amán y los hombres que lo habían aconsejado dijeron: «Si Mardoqueo es judío, tú no podrás vencerlo. Ya has comenzado a caer y con toda seguridad que serás derrotado».
14 Mientras ellos estaban aun hablando, los eunucos del rey llegaron a la casa de Amán y lo llevaron rápido a la fiesta que Ester había preparado.
Muerte de Amán
7 Así que el rey y Amán fueron a comer con la reina Ester. 2 Mientras bebían vino en el segundo día, el rey le preguntó nuevamente a la reina Ester:
—¿Qué es lo que quieres pedir? Cualquier cosa que pidas te será concedida. Incluso, si lo pides, te daré hasta la mitad de mi reino.
3 La reina Ester respondió:
—Si Su Majestad quiere agradarme y si le parece bien, le pido respetar mi vida y también la de mi pueblo. Esa es mi petición. 4 Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para ser arruinados, asesinados y aniquilados. Si solo hubiéramos sido vendidos como esclavos, me habría quedado callada porque ese no sería un problema suficientemente importante como para molestar al rey.
5 Entonces el rey Jerjes le preguntó a la reina Ester:
—¿Quién es y dónde está aquel que se atrevió a pensar en hacerle a tu pueblo cosa semejante?
6 Y Ester respondió:
—El hombre que está en contra nuestra, nuestro enemigo, es este malvado Amán.
Amán se llenó de terror ante el rey y la reina. 7 El rey estaba furioso y se levantó, dejó su vino y salió al jardín. Amán se quedó adentro para rogarle a la reina Ester que le salvara la vida ya que sabía que el rey lo mandaría matar. 8 Tan pronto como el rey regresó del jardín y entró al cuarto de la fiesta, vio a Amán sobre el sofá en el que estaba Ester y dijo furioso:
—¿Incluso delante de mí, en mi propia casa, intentas violar a la reina?
Apenas el rey dijo esto, la cara de Amán se puso blanca y enseguida entraron los servidores y mataron a Amán.[l] 9 En seguida, Jarboná, uno de los eunucos que servían al rey, dijo:
—Cerca de la casa de Amán hay una estaca de 25 metros de altura que él construyó para clavar allí a Mardoqueo, a quien el rey debe su vida.
A esto el rey dijo:
—¡Claven a Amán en esa estaca!
10 Así que clavaron a Amán en la estaca que él había preparado para Mardoqueo y con eso el rey calmó su ira.
La orden del rey de ayudar a los judíos
8 Ese mismo día el rey Jerjes le dio a la reina Ester todas las propiedades que pertenecían a Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo se presentó ante el rey porque Ester le había contado que él era su primo. 2 El rey se quitó el anillo que había recuperado de Amán y se lo entregó a Mardoqueo. Luego de esto, Ester puso a Mardoqueo a cargo de todas las propiedades de Amán.
3 Ester se acercó nuevamente al rey, cayó a sus pies y comenzó a llorar. Le rogó que interviniera por los judíos para evitar su destrucción conforme al malvado plan de Amán, el descendiente de Agag.
4 El rey le extendió el cetro de oro a Ester, así que ella se puso de pie frente a él 5 y dijo:
—Si es del agrado de Su Majestad y está feliz conmigo, espero que apruebe lo que digo. Si le parece bien, por favor escriba una orden que detenga las cartas que Amán, el descendiente de Agag, envió como parte de su plan para destruir a los judíos que viven en todas las provincias del reino. 6 Le ruego esto al rey porque yo no podría soportar que esa terrible tragedia le suceda a mi pueblo. No podría soportar ver a mi familia asesinada.
7 El rey Jerjes respondió a la reina Ester y a Mardoqueo, el judío:
—Le he dado a Ester la casa que perteneció a Amán y mis soldados lo clavaron en la estaca por haber atentado contra los judíos. 8 Es el momento de que escriban otra orden por la autoridad del rey para ayudar a los judíos de la manera que mejor les parezca. Luego sellen esa orden con el anillo oficial del rey. Ninguna carta que haya sido escrita por la autoridad del rey y sellada con el anillo del rey puede ser cancelada.
9 Rápidamente fueron llamados los secretarios del rey el día 23 del tercer mes, el mes de siván. Esos secretarios escribieron todas las órdenes de Mardoqueo a los judíos, a los virreyes[m], a los gobernadores, y a los jefes de las 127 provincias desde la India hasta Etiopía. Esas órdenes fueron redactadas en la escritura de cada provincia y fueron traducidas al idioma de cada pueblo. Fueron comunicadas a los judíos en su propio idioma y en su propio alfabeto. 10 Mardoqueo escribió las órdenes por autoridad del rey Jerjes. Luego selló las cartas con el anillo oficial y las envió con mensajeros que iban a caballo. Esos mensajeros se fueron en caballos veloces especialmente entrenados para el servicio del rey.
11 Mardoqueo escribió que el rey autorizaba a los judíos en todas las ciudades para reunirse y luchar por sus vidas. Les daba derecho a destruir, matar y aniquilar a cualquier ejército de cualquier pueblo que los atacara incluyendo a mujeres y niños. Además les daba derecho de tomar como botín la propiedad de sus enemigos.
12 Este permiso se les concedió a los judíos de todas las provincias del rey Jerjes el día trece del mes doce, el mes de adar. 13 Se repartieron copias de la carta con la orden del rey y se convirtió en una ley en todas las provincias. Se hizo el anuncio a todas las gentes de todas las naciones del reino para que los judíos estuvieran listos para ese día en el que podrían vengarse de sus enemigos. 14 Siguiendo las instrucciones del rey, los mensajeros se apresuraron a partir en los caballos de la corte. La orden también debía ser decretada en Susa, la ciudad capital.
15 Mardoqueo salió del recinto del rey, vestido con ropas de la realeza, en azul y blanco y con una gran corona de oro. También llevaba puesto un manto púrpura hecho del mejor lino. El pueblo de Susa, al verlo, lo aclamó y se regocijó. 16 Fue un día especialmente feliz para los judíos, un día de gran júbilo y orgullo.
17 En todas las provincias, ciudades, y lugares a donde llegaba la orden del rey, había júbilo y felicidad entre los judíos, quienes celebraban con fiestas y banquetes. Por todo el reino la gente empezó a hacerse judía por el temor que sentían a los judíos.
Victoria de los judíos
9 Se suponía que el día 13 del mes 12, el mes de adar, la gente tenía que obedecer la primera orden del rey. Ese día los enemigos de los judíos esperaban derrotarlos, pero las cosas sucedieron al revés. Los judíos ahora eran más fuertes que sus enemigos. 2 Los judíos se reunieron en sus ciudades en todas las provincias del rey Jerjes para atacar a las personas que querían destruirlos. Nadie fue lo suficientemente fuerte como para enfrentar a los judíos por el miedo que les tenían. 3 Todos los funcionarios de las provincias, los virreyes, los gobernadores y los colaboradores del rey ayudaron a los judíos porque le tenían miedo a Mardoqueo. 4 Mardoqueo se había convertido en un hombre muy importante en el palacio del rey y era reconocido en todas las provincias. Día a día, Mardoqueo se hacía cada vez más poderoso.
5 Los judíos derrotaron con sus espadas a todos sus enemigos, matándolos y aniquilándolos. Hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. 6 Los judíos mataron y destruyeron 500 hombres en la ciudad capital de Susa. 7 También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalías, Aridata, 9 Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata. 10 Ellos eran los diez hijos de Amán hijo de Hamedata y enemigo de los judíos. Los judíos mataron a todos esos hombres, pero no tomaron nada de lo que les pertenecía.
11 Ese día el rey se enteró del número de muertos en la ciudad capital de Susa 12 y le dijo a la reina Ester:
—Los judíos mataron 500 hombres en Susa, incluyendo a los diez hijos de Amán. ¡Qué será lo que no han hecho en el resto de las provincias! ¿Qué más deseas? Dímelo y haré lo que me pidas.
13 Ester dijo:
—Si le parece bien al rey, le pido que conceda un día más para que los judíos en Susa hagan lo mismo que se hizo hoy. Permita que claven en estacas los cuerpos de los diez hijos de Amán.
14 Así que el rey hizo lo que Ester le pidió. Esa ley continuó durante un día más en Susa y los cuerpos de los hijos de Amán fueron clavados en estacas. 15 Los judíos en Susa se reunieron el día 14 del mes de adar y mataron allí a 300 hombres allí, pero no les quitaron nada de lo que les pertenecía.
16 Al mismo tiempo, los judíos que vivían en las otras provincias también se reunieron para luchar por sus vidas. Se libraron de sus enemigos y mataron a 75 000 de ellos, pero no les quitaron nada de lo que les pertenecía. 17 Esto sucedió en las provincias el día 13 del mes de adar y en el día 14 descansaron. Los judíos de las provincias convirtieron esa fecha en un día de fiesta y celebración.
La fiesta de Purim
18 Pero los judíos en Susa se habían reunido los días 13 y 14 del mes de adar. Fue el día 15 en el que descansaron, celebraron y festejaron. 19 Por eso, para los judíos que viven en el campo y en poblaciones pequeñas, el día 14 del mes de adar es un día de fiesta en el que celebran y se dan regalos.
20 Mardoqueo escribió todo lo que había sucedido y luego envió cartas a todos los judíos en todas las provincias del rey Jerjes. 21 Mardoqueo envió esas cartas para asegurar que todos los años los judíos celebraran los días 14 y 15 del mes de adar. 22 Esos días debían ser de fiesta porque correspondían a las fechas en que los judíos se libraron de sus enemigos y al mes en que su tristeza y su llanto se convirtieron en alegría y celebración. Eran días de festividad y regocijo para intercambiar regalos y ayudar a los pobres.
23 Los judíos aceptaron hacer lo que Mardoqueo les había pedido y continuar con la celebración que habían comenzado.
24 Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag, enemigo de todos los judíos, había ideado un malvado plan para destruirlos. Él echó el pur[n] para decidir el día en que arruinaría y destruiría a los judíos. 25 Pero Ester le contó ese terrible plan al rey y él dio nuevas órdenes que hicieron que todo el mal que Amán quiso causar a los judíos se devolviera hacia él mismo. Así que Amán y sus hijos fueron clavados en estacas.
26 En razón de que Amán tiró el pur, estos días de fiesta son llamados días de Purim. Así que debido a que Mardoqueo escribió una carta y les dijo a los judíos que celebraran este día de fiesta y debido a lo que ellos habían visto y les había tocado vivir, 27 los judíos y todos los que se les unen, celebran estos dos días todos los años en el momento justo y de la manera establecida. 28 Todas las generaciones y todas las familias recuerdan estos dos días y los celebran en todas y cada una de las provincias y pueblos. Los descendientes de esos judíos siempre recordarán celebrar los días del Purim.
29 La reina Ester, hija de Abijaíl, junto con Mardoqueo el judío escribieron una carta oficial acerca del Purim, para confirmar la primera. 30 La carta se envió a todos los judíos en las 127 provincias del reino de Jerjes con mensajes de paz y amistad. 31 Las cartas se enviaron para recordarles a todos los judíos su deber de celebrar el Purim en las fechas establecidas y como lo habían ordenado la reina Ester y Mardoqueo el judío, así como celebraban otras fiestas de ayuno y luto por lo malo que les había sucedido. 32 La carta de Ester hizo oficiales las normas para el Purim y todo eso fue escrito en un libro.
Exaltación de Mardoqueo
10 El rey Jerjes obligó a que se pagaran impuestos en todas las provincias de su reino, incluso en las tierras más lejanas de la costa. 2 La historia del gran poder del rey Jerjes está escrita en El libro de los hechos de los reyes de Media y de Persia. Igualmente, se relata la forma como el rey Jerjes asciende a Mardoqueo a un cargo muy importante dentro del reino. 3 Mardoqueo, el judío, fue el segundo en importancia después del rey Jerjes. Entre los judíos fue hombre reconocido y respetado porque buscó el bienestar de sus hermanos y compatriotas, y trajo paz a todo su pueblo.
La vida intachable de Job
1 En el país de Uz había un hombre llamado Job. Era honesto e intachable, respetaba a Dios y no le hacía mal a nadie. 2 Job tenía siete hijos y tres hijas. 3 Tenía, además, 7000 ovejas, 3000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 burras y muchos siervos. Era el hombre más rico del oriente.
4 Los hijos de Job tomaban turno para hacer banquetes en la casa de cada uno de ellos, a los cuales invitaban a sus tres hermanas para comer y beber con ellos. 5 Al terminar cada ronda de banquetes, Job les mandaba instrucciones a sus hijos para que se purificaran, y levantándose de madrugada ofrecía un sacrificio que debe quemarse completamente por cada uno de sus hijos, pues Job pensaba que tal vez sus hijos pudieran haber pecado y maldecido[o] a Dios con su pensamiento.
6 Entonces llegó el día en que los seres celestiales[p] se presentaron ante el SEÑOR, incluso Satanás[q] estaba allí con ellos. 7 El SEÑOR le dijo a Satanás:
—¿Dónde has estado?
Y Satanás le respondió al SEÑOR:
—He estado vagando por la tierra.
8 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él. Job es un hombre intachable, honesto, respeta a Dios y rechaza el mal.
9 Satanás le respondió al SEÑOR:
—¿Pero es que Job respeta a Dios por nada? 10 ¿Acaso no lo proteges a él, a su familia y a sus posesiones? Haces que le vaya bien en todo lo que hace, y sus rebaños se ven por todo el país. 11 Pero si le quitaras todo lo que tiene, seguro que te maldeciría en tu propia cara.
12 El SEÑOR le dijo a Satanás:
—Puedes hacer lo que quieras con lo que le pertenece a Job, pero a él mismo no le hagas daño.
Entonces Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR.
13 Un día en que los hijos e hijas de Job estaban comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor, 14 llegó un mensajero, se acercó a Job y le dijo:
—Tus bueyes estaban arando y tus mulas estaban pastando cerca, 15 cuando los sabeanos[r] atacaron y se los llevaron. Asesinaron a tus siervos a espada. Yo fui el único que pudo escapar para contártelo.
16 Mientras este mensajero todavía estaba hablando, llegó otro y le dijo a Job:
—Cayó un rayo del cielo e incineró a tus ovejas y a tus trabajadores. Yo fui el único que pudo escapar para contártelo.
17 Mientras este mensajero todavía estaba hablando, llegó otro y le dijo a Job:
—Los caldeos[s] enviaron tres grupos de soldados que nos atacaron, se llevaron los camellos y mataron a todos tus servidores a filo de espada. Yo fui el único que pudo escapar para contártelo.
18 Mientras este mensajero todavía estaba hablando, llegó otro y le dijo a Job:
—Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de tu hijo mayor, 19 de repente, sopló un fuerte viento desde el desierto y destruyó la casa. La casa cayó sobre ellos y todos murieron. Yo fui el único que pudo escapar para contártelo.
20 Cuando Job escuchó todo esto, rasgó su ropa y luego se rapó la cabeza. Después se postró en tierra en actitud de adoración 21 y dijo:
«Desnudo salí del vientre de mi mamá
y desnudo saldré de este mundo.
El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó.
Alabado sea el nombre del SEÑOR».
22 Job no cometió ningún pecado en lo que dijo ni le reprochó a Dios lo que había pasado.
Satanás se ensaña otra vez con Job
2 Llegó el día en que los seres celestiales vinieron a presentarse nuevamente ante el SEÑOR. Satanás vino entre ellos a presentarse ante el SEÑOR. 2 El SEÑOR le dijo a Satanás:
—¿Dónde has estado?
Satanás le respondió:
—He estado vagando por la tierra.
3 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra. Job es un hombre intachable, honesto, respeta a Dios y rechaza el mal. Se mantiene intachable, a pesar de que tú trataste de convencerme de que lo destruyera sin ningún motivo.
4 Satanás respondió al SEÑOR:
—¡Entre la bolsa o la vida, mejor dar la bolsa![t] Verdaderamente un hombre daría todo lo que tiene con tal de salvar su vida. 5 Pero si tú usaras tu poder para lastimar su cuerpo, seguro que te maldeciría[u] en tu propia cara.
6 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás:
—Haz lo que quieras con Job, menos matarlo.
7 Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR y afligió a Job con llagas dolorosas que lo cubrían de pies a cabeza. 8 Job para rascarse agarró un pedazo de teja y se sentó en medio de un montón de ceniza. 9 Su esposa lo vio y le dijo:
—¿Todavía sigues queriendo ser intachable? ¡Maldice a Dios y muérete de una vez!
10 Pero Job le respondió a su esposa:
—Estás hablando como una tonta. ¿Vamos a recibir de Dios lo bueno, pero no lo malo?
En todo esto Job no cometió ningún pecado en lo que dijo.
Tres amigos vienen a verlo
11 Tres amigos de Job supieron de todas las desgracias que le habían sucedido y salieron de sus hogares para ir a visitarlo. Eran Elifaz de la región de Temán, Bildad de la región de Súah y Zofar de la región de Namat. Ellos decidieron ir a expresarle sus condolencias y darle consuelo. 12 Pero cuando los tres amigos vieron a Job desde lejos difícilmente lo reconocieron. Empezaron a llorar, rasgaron su ropa y se arrojaron cenizas al aire sobre la cabeza. 13 Entonces se sentaron en el suelo con Job durante siete días y siete noches sin decir una palabra porque veían que Job estaba sufriendo demasiado.
3 Entonces Job maldijo el día en que nació. 2 Él dijo:
3 «Que desaparezca el día en que nací.
Que la noche en que se dijo:
“¡Es un niño!” se elimine completamente.
4 Que haya tinieblas ese día,
que Dios en las alturas no pregunte por él
y que la luz del día no le resplandezca.
5 Que la sombra de la muerte lo reclame como suyo.
Que nubes oscuras lo cubran,
que la oscuridad se apodere de él.
6 Que la oscuridad arrebate esa noche,
que esa fecha no aparezca en ese mes ni en ese año.
7 Que esa noche sea desolada
y carezca de alegría.
8 Que la maldigan los que maldicen el día
y los expertos en despertar a Leviatán.
9 Que no brillen las estrellas de esa mañana,
que esa noche espere ansiosa la llegada de la luz,
pero que no haya luz.
10 Que le caigan todas las maldiciones a esa noche,
porque no cerró el vientre de mi mamá
y no ocultó de mis ojos el desastre.
11 »¿Por qué no morí yo en el vientre
o al salir de él?
12 ¿Por qué hubo rodillas para recibirme
y pechos para amamantarme?
13 Si mi madre no me hubiera dado a luz,
estaría durmiendo ahora,
sin ser molestado, descansando.
14 Estaría con los reyes y los sabios de la tierra
que construyeron las pirámides.
15 O estaría con funcionarios reales que poseían oro
y llenaron sus tumbas con plata.
16 ¿O por qué no me enterraron como un aborto,
o como a los niños que nunca ven la luz?
17 Allí los malvados dejan de causar problemas.
Allí descansarán los que quedaron sin fuerzas.
18 Los cautivos descansan
porque ya no oyen más la voz del capataz.
19 Allí están el hombre sencillo y el gran personaje,
y el esclavo se libra de su amo.
20 »¿Por qué ve la luz el desdichado
y se le da vida a quienes llevan una amarga existencia?
21 ¿Por qué se les da vida a los que esperan con ansia la muerte,
a los que la buscan más que a un tesoro escondido?
22 ¿Por qué darles vida a aquellos
que se llenarían de alegría si descendieran a la fosa?
23 ¿Por qué darle vida a un hombre que ve cerrado su camino,
y a quien Dios tiene acorralado?
24 Suspiros me vienen en lugar de alimento;
mis lamentos fluyen como el agua.
25 Lo que más temía,
fue lo que me sucedió.
26 No tengo paz ni sosiego.
No hay descanso para mí, sino ansiedad».
Habla Elifaz
4 Elifaz de Temán respondió:
2 «¿Te molestarías si tratara de hablar contigo?
No aguanto más quedarme callado.
3 Job, tú les has enseñado a muchos
y fortalecido a gente necesitada.
4 Tus consejos han dado firmeza al que vacilaba
y fortalecido a los débiles.
5 Pero ahora que algo malo te sucede a ti, te molestas;
estás abrumado y te angustias.
6 ¿No te da confianza tu fe en Dios?
¿No te llena de esperanza tu vida honesta?
7 »Piensa en esto: ¿Qué inocente ha sido alguna vez destruido?
¿Cuándo se ha visto que el justo sea exterminado?
8 Conforme a lo que yo he visto,
los que cultivan el mal y siembran dificultades, eso cosechan.
9 Dios acaba con esa gente,
él los destruye de un soplo.
10 Un león ruge; se oye su llanto,
y se rompen los dientes de los leoncillos.
11 Se muere el león que no caza
y los cachorros se desparraman.
12 »Yo recibí un mensaje en secreto,
fue un susurro que apenas capté.
13 Me llegó mientras dormía,
cuando uno cae en sueño profundo.
14 Me llené de temor y temblor,
y me estremecí hasta los huesos.
15 Un espíritu me rozó la cara
y se me puso la piel de gallina.
16 Al fin se detuvo, pero no pude distinguir la forma.
Hubo silencio; se entreveía una figura delante de mí
y de pronto oí un susurro que decía:
17 “¿Puede un ser humano ser inocente ante Dios?
Nadie es puro comparado con Dios”.
18 Si Dios no se confía de sus mismos siervos
y hasta encuentra que sus ángeles cometen errores,
19 con mayor razón, él aplasta como a una polilla
a los que habitan en estas casas hechas de barro,[v]
y cuyos cimientos están en el polvo.
20 Son hechos papilla desde la mañana hasta el anochecer por falta de cimiento;
y son destruidos para siempre.
21 ¿Acaso no se les arranca la cuerda de su carpa?
Mueren sin haber encontrado la sabiduría.
5 »¡Habla, pues!
¿Hay alguien que te conteste?
¿A qué ángel[w] acudirás?
2 Porque la ira acaba con el necio
y el resentimiento con el insensato.
3 Vi al necio echar raíces,
y en el momento maldije su casa.
4 Que sus hijos no reciban ayuda,
que sean oprimidos en el tribunal y no haya quien los libere.
5 Que sus cosechas se las coma el hambriento,
sacándolas de entre los espinos,
y el sediento consuma sus bienes.
6 Porque los problemas no salen de la nada,
ni el sufrimiento brota de la tierra,
7 sino que los seres humanos nacen para crearse problemas,
así como el fuego echa chispas.
8 »Pero yo buscaría a Dios
para ofrecerle alabanza.
9 Él es autor de obras grandiosas
que no se pueden entender completamente,
y sus obras maravillosas son incontables.
10 Dios es el que envía lluvia a la tierra
y lleva agua a los campos.
11 Él enaltece a los humildes
y da bienestar a los que gimen.
12 Frustra los planes de los astutos
para que no logren lo que quieren.
13 Dios atrapa a los sabios en su propio ingenio,
y sus consejos no sirven para nada.
14 Ellos se encuentran a oscuras durante el día;
andan a tientas a pleno mediodía como si fuera de noche.
15 Pero Dios salva al pobre de la boca de los astutos,
la cual es como una espada,
y de la mano del poderoso.
16 Por eso hay esperanza para el pobre
y se acalla la injusticia.
17 »Ciertamente qué afortunado es aquel a quien Dios corrige,
así que no rechaces la disciplina del Todopoderoso.
18 Porque él hiere y venda la herida;
él da el golpe, pero con su mano sana.
19 De seis problemas te librará,
y en siete no permitirá que el mal te toque.
20 En época de hambruna te salvará de la muerte
y en tiempo de guerra te librará del poder de la espada.
21 Estarás protegido de las malas lenguas
y no tendrás miedo si llega la ruina.
22 Te reirás de la ruina y del hambre,
y no tendrás miedo de los animales salvajes.
23 Porque tendrás un pacto hasta con las piedras del campo,
y vivirás en paz incluso con los animales salvajes.
24 Sabrás que tu carpa está segura
y cuando la revises no echarás nada de menos.
25 Sabrás también que tu descendencia será numerosa
y tu familia será como las hojas de la hierba sobre la tierra.
26 Morirás en pleno uso de tus facultades,
como manojo de espigas recogidas a tiempo.
27 Nosotros hemos investigado todo esto y así es.
Entonces, escúchalo y compruébalo tú mismo».
Job responde
6 Entonces Job respondió:
2 «Si se pudiera medir mi sufrimiento,
y pesar en la balanza todos mis problemas,
3 pesarían más que la arena de los mares.
Por eso no tengo pelos en la lengua.
4 Porque las flechas del Todopoderoso están dentro de mí,
y mi espíritu bebe su veneno.
Los terrores de Dios se enfilan contra mí.
5 ¿Acaso rebuzna el burro cuando tiene hierba
o brama el toro cuando tiene pasto?
6 ¿Se puede comer lo insípido sin sal?
¿Qué sabor tiene la clara de huevo?
7 Mi gusto se niega a probar eso,
es como dieta de enfermo para mí.
8 Quisiera que se me concediera lo que pido,
que Dios me diera lo que tanto le he pedido.
9 Quiero que Dios me aplaste,
que me suelte de su mano y acabe conmigo.
10 Eso me serviría de consuelo,
porque en medio de todo este dolor
no he dudado en decir la verdad acerca del santo Dios.
11 ¿Qué me queda de energía?
¿En qué voy a terminar para que necesite conservar las esperanzas?
12 ¿Acaso soy de piedra o de bronce
para poder aguantar tanto?
13 No me quedan fuerzas
y no me puedo valer por mí mismo.
14 »Un hombre desesperado debería tener el apoyo de sus amigos,
aun cuando hubiera pecado contra el Todopoderoso.
15 Pero mis mejores amigos son tan dignos de confianza
como un hilo de agua o como arroyos desbordados.
16 Se enturbian y se crecen
con el hielo y la nieve derretida,
17 pero se evaporan de repente.
Cuando llega el calor, se seca la corriente.
18 Las caravanas se desvían de su ruta,
se adentran en el desierto y perecen.
19 Las caravanas de Temá buscaban agua,
los viajeros de Sabá la buscaban con insistencia.
20 Están desesperados porque confiaban en que la iban a encontrar,
pero llegaron al lugar donde debía estar y no la hallaron.
21 En eso se han convertido ustedes para mí.
Han visto mi desgracia y se preocupan.
22 ¿Acaso he solicitado su ayuda
o les he pedido que usen su influencia a favor mío?
23 ¿Acaso les he dicho que me rescaten de la mano del opresor
o del poder del que me amenaza con violencia?
24 »Enséñenme y guardaré silencio,
díganme cuál ha sido mi error.
25 ¡Cuánto poder tienen las palabras acertadas!
Pero, ¿qué es lo que ustedes intentan demostrar?
26 ¿Van a corregirme y a tomar las palabras del que está desesperado
como algo que se lleva el viento?
27 Ustedes serían capaces de rifar al huérfano
y vender a su amigo.
28 Ahora les ruego que me miren.
Yo no sería capaz de mentirles en su propia cara.
29 Reconsideren y no sean injustos.
Piénsenlo bien, porque está en juego mi reputación.
30 ¿He dicho algo que no sea cierto?
¿No es capaz mi paladar de distinguir las cosas malas?
7 »¿No es dura la lucha que los seres humanos viven en la tierra?
¿No es su vida como los días de un asalariado?
2 El hombre es como un esclavo que suspira por poder estar a la sombra,
como un trabajador que espera ansioso su salario.
3 Así, mi herencia ha sido meses miserables
y la parte que me toca, noches de ansiedad.
4 Si estoy acostado no me duermo nunca
pensando que el amanaecer viene muy rápido,
entonces la noche se alarga.
Me muevo y doy vueltas
toda la noche hasta el amanecer.
5 Mi cuerpo está cubierto de gusanos y de costras de polvo.
Mi piel se agrieta y luego supura.
6 Mi vida pasa más rápido que la lanzadera de un telar.
Llega a su fin sin esperanzas.
7 »Recuerda, Dios, que mi vida es un suspiro,
no volveré a ver el bien.
8 El ojo que me observa ya no me volverá a ver.
Fijarás en mí tus ojos, pero yo ya no estaré.
9 Tal como una nube se disipa y se va,
así es el que baja al lugar de los muertos[x],
ya no se levantará.
10 No vuelve a su casa;
su hogar no lo reconocerá más.
11 Por eso, no me voy a callar.
Hablaré en medio de mi angustia,
no dejaré nada sin decir,
me quejaré amargamente.
12 ¿Acaso soy el mar o un monstruo marino
para que me mantengas vigilado?[y]
13 Si digo: “Mi cama me dará alivio,
mi colchón compartirá el peso de mis lamentos”,
14 entonces en los sueños me asustas
y con visiones me aterrorizas.
15 Preferiría el estrangulamiento
y la muerte a esta mísera existencia.
16 No quiero seguir viviendo.
Déjame en paz porque mi vida es tan sólo un suspiro.
17 »¿Qué es el ser humano para que le des importancia
o para que te ocupes de él?
18 ¿Por qué te preocupas por su bienestar día tras día?
¿Por qué estás al tanto de él momento tras momento?
19 ¿Por qué no me dejas en paz?
¿Podrías dejarme un instante aunque sea para poder tragar saliva?
20 Si yo pecara, ¿en qué podría afectarte a ti,
cuidador de la humanidad?
¿Por qué me hiciste tu blanco
hasta convertirme en una carga para mí mismo?
21 ¿Por qué no perdonas mi pecado?
Pues pronto estaré tendido en el polvo,
me buscarás por todos lados,
pero yo ya no estaré».
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