Bible in 90 Days
Hijos de Dios
26 Ahora todos ustedes son hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de él. 28 Ya no importa si eres judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer. Todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. 29 Y si ustedes son de Cristo, son la verdadera descendencia de Abraham y herederos de las promesas que Dios le hizo.
4 Esto es lo que quiero decir: Mientras que un heredero es menor de edad, en la práctica es igual que un esclavo, aunque sea propietario de las riquezas de su padre. 2 Tiene que obedecer a sus tutores y administradores hasta que llegue la fecha que el padre señaló.
3 Así nos pasaba a nosotros. Cuando éramos menores de edad, éramos esclavos de los poderes que controlan el mundo. 4 Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 a fin de comprar nuestra libertad, ya que éramos esclavos de la ley, y así adoptarnos como hijos suyos.
6 Y como ustedes son sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, y por eso lo llamamos «Papá, papá».
7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo de Dios. Y como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero.
Preocupación de Pablo por los gálatas
8 Antes que ustedes conocieran a Dios, eran esclavos de los que en realidad no son dioses. 9 Pero ahora que conocen a Dios, o mejor dicho, que Dios los conoce a ustedes, ¿cómo se les ocurre retroceder y volver a ser esclavos de esos poderes que no valen nada y no pueden hacer nada bueno por ustedes? 10 ¿Cómo se les ocurre seguir guardando los días, meses, estaciones y años?
11 Temo por ustedes. ¡Temo que mi trabajo entre ustedes haya sido inútil!
12 Hermanos, sean como yo, porque yo me he identificado con ustedes. Ustedes no me han ofendido en nada. 13 Ustedes bien saben cómo me acogieron la primera vez que les prediqué el evangelio, aun cuando entonces estaba enfermo. 14 Y aunque mi enfermedad fue una prueba para ustedes, no me rechazaron ni me echaron de entre ustedes. Al contrario, me cuidaron como si hubiera sido un ángel de Dios o Jesucristo mismo. 15 ¿Dónde está aquella alegría que experimentaban? Me consta que con gusto se habrían sacado los ojos para dármelos, si esto hubiera sido posible.[a] 16 ¿Me considerarán ahora un enemigo porque les digo la verdad?
17 Esos que tan ansiosos están de ganarse el favor de ustedes no tienen muy buenas intenciones. Lo que intentan es apartarlos de nosotros para que ustedes les presten más atención a ellos. 18 No hay nada malo en que muestren interés por los demás, siempre que lo hagan con buenas intenciones. Y tampoco en que sea siempre y no sólo cuando estoy con ustedes.
19 Hijitos míos, ¡de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en ustedes! 20 Daría cualquier cosa por estar allá con ustedes y no tener que hablarles de esta manera, porque francamente me tienen muy confundido.
Agar y Sara
21 Los que quieren obedecer la ley, díganme: ¿Por qué no se fijan bien en lo que dice la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno con una esclava y otro con una mujer libre. 23 En el nacimiento del hijo de la esclava no hubo nada sobrenatural; pero el hijo de la libre nació porque Dios le prometió a Abraham que nacería. 24 Esto es como un ejemplo: Las dos mujeres representan dos pactos: una, que es Agar, representa el pacto del monte Sinaí. Ella fue la madre del esclavo. 25 Agar representa al monte Sinaí que está en Arabia, el cual simboliza a la actual ciudad de Jerusalén, que vive en la esclavitud con sus hijos.
26 Pero nuestra madre es la Jerusalén celestial; y esta es libre. 27 De ella está escrito:
«Regocíjate, oh mujer estéril; tú, que nunca has tenido hijos, prorrumpe en gritos de júbilo; tú que no has tenido dolores de parto, porque la abandonada tendrá más hijos que la mujer que tiene esposo».
28 Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son los hijos que Dios prometió. 29 Y al igual que Ismael, el hijo que nació por decisión humana, persiguió a Isaac, el hijo que nació por obra del Espíritu, así también sucede ahora.
30 Pero, ¿qué dicen las Escrituras?: «Echa fuera a la esclava y a su hijo, para que el hijo de la esclava no comparta la herencia del hijo de la libre».
31 Así que, hermanos, ¡no somos hijos de la esclava, sino de la libre!
Libertad en Cristo
5 ¡Cristo nos libertó para que vivamos en libertad! ¡Cuiden esa libertad y no se dejen someter de nuevo al yugo de la esclavitud!
2 Y óiganme bien: Yo, Pablo, les digo que si practican la circuncisión, Cristo no les sirve de nada. 3 Repito: El que se circuncide tendrá que obedecer toda la ley. 4 Se han apartado de Cristo si esperan justificarse guardando la ley. ¡Han caído de la gracia de Dios!
5 Pero nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo, esperamos que por medio de la fe seremos justificados ante Dios. 6 Estando unidos a Cristo Jesús no cuenta nada si estamos circuncidados o no. Nos basta la fe que actúa a través del amor.
7 Ustedes iban bien. ¿Quién les ha impedido seguir la verdad? 8 Ciertamente, no ha sido Dios, porque él es el que los llamó. 9 Como se dice: «Un poco de levadura hace que fermente toda la masa».
10 Confío en el Señor que ustedes no cambiarán su forma de pensar. Dios castigará a la persona, quienquiera que sea, que los ha estado perturbando.
11 Algunos hasta se han atrevido a decir que yo predico la circuncisión. ¡Si fuera verdad, habrían dejado de perseguirme, porque tal mensaje no los ofendería! Pero entonces, ¿por qué me persiguen todavía?
12 ¡Ojalá que esos que los andan confundiendo a ustedes se castraran de una vez!
13 Les hablo así, hermanos, porque ustedes fueron llamados a ser libres. Pero no usen esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. 14 Toda la ley se resume en este mandamiento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 15 Pero si en vez de hacerlo se muerden y se comen unos a otros, ¡cuidado no sea que acaben por consumirse unos a otros!
La vida por el Espíritu
16 Así que les aconsejo que vivan por el poder del Espíritu. De esa manera no obedecerán los deseos de la naturaleza pecaminosa, 17 porque esta va en contra de lo que el Espíritu quiere, y el Espíritu desea lo que va en contra de la naturaleza pecaminosa. Estos dos se oponen entre sí, y por eso ustedes no pueden hacer lo que quieren. 18 Pero si a ustedes los guía el Espíritu, ya no están bajo la ley.
19 Estas son las obras de la naturaleza pecaminosa: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odios, pleitos, celos, iras, rivalidades, disensiones, sectarismos y 21 envidia; borracheras, orgías y otras cosas como esas. Como ya les dije antes, se los repito ahora: los que llevan esa clase de vida no heredarán el reino de Dios.
22 En cambio, este es el fruto que el Espíritu produce en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
24 Los que pertenecen a Cristo han clavado en la cruz su naturaleza pecaminosa. 25 Puesto que vivimos por el poder del Espíritu, sigamos la dirección del Espíritu. 26 No dejemos que la vanidad nos lleve a tener celos y enemistades entre nosotros.
La ayuda mutua
6 Hermanos, si descubren que alguno ha pecado, ustedes, que son espirituales, deben ayudarlo a volver al buen camino con actitud humilde. Pero cada uno debe cuidarse, porque también puede ser puesto a prueba.
2 Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así estarán obedeciendo la ley de Cristo.
3 El que se crea demasiado grande cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Cada uno debe examinar su conducta; y si tiene algo de qué sentirse orgulloso, que no se compare con nadie. 5 Cada cual tiene que cargar con su propia responsabilidad.
6 Los que estudian la Palabra de Dios deben ayudar económicamente a sus maestros.
7 No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado. 8 El que siembra para satisfacer los apetitos de su naturaleza pecaminosa, de ella cosechará destrucción; pero quien planta lo que le agrada al Espíritu, cosechará vida eterna del Espíritu.
9 Así que no nos cansemos de hacer el bien, porque si lo hacemos sin desmayar, a su debido tiempo recogeremos la cosecha. 10 Por lo tanto, hagamos el bien a todos cada vez que se presente la oportunidad, y especialmente a los que, por la fe, son de la familia.
No la circuncisión, sino una nueva creación
11 Les escribo de mi puño y letra, ¡y miren con qué letras tan grandes!
12 Esos que están tratando de que ustedes se circunciden, lo hacen para quedar bien con la gente y así evitar la persecución por anunciar la cruz de Cristo. 13 Lo curioso es que ni siquiera los que están circuncidados guardan la ley, pero quieren que ustedes se circunciden para luego jactarse de que ustedes hicieron lo que ellos querían.
14 En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! Por él, el mundo fue crucificado para mí, y yo para el mundo. 15 Ya no importa si uno está circuncidado o no; lo que importa es ser parte de la nueva creación.
16 Que la misericordia y la paz de Dios reposen sobre los que viven de acuerdo con esta norma y sobre el Israel de Dios.
17 De ahora en adelante ya no quiero que nadie me cause más problemas, porque llevo en el cuerpo las marcas de haber sufrido por Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con cada uno de ustedes. Así sea.
1 Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo porque Dios así lo quiso, escribo al pueblo santo que está en Éfeso y que es fiel en Cristo Jesús. 2 Que el amor y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo reposen en ustedes.
Bendiciones espirituales en Cristo
3 Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos porque pertenecemos a Cristo.
4 Desde antes que formara el mundo, Dios nos escogió para que fuéramos suyos a través de Cristo, y resolvió hacernos santos y sin falta ante su presencia. 5 Y nos destinó de antemano, por su amor, para adoptarnos como hijos suyos, por medio de Jesucristo, debido a su buena voluntad.
6 Esto fue para que le demos la gloria a Dios por la extraordinaria gracia que nos mostró por medio de su amado Hijo. 7 Gracias a que él derramó su sangre, tenemos el perdón de nuestros pecados. Así de abundante es su gracia.
8 Además, derramó en nosotros la inmensidad de su gracia al impartirnos sabiduría y entendimiento. 9 Dios nos ha revelado el secreto que tenía guardado, el plan que hace muchísimo tiempo se había trazado en Cristo. 10 Cuando llegue el tiempo preciso, Dios reunirá todas las cosas —las que están en el cielo y en la tierra— bajo una cabeza, Cristo.
11 En virtud de lo que Cristo hizo, ahora somos herederos, porque en su plan soberano nos escogió desde el principio para ser suyos; y esto es el cumplimiento de ese plan que Dios quería llevar a cabo. 12 Lo hizo porque desea que nosotros, que fuimos los primeros en esperar al Mesías, celebremos su gloria.
13 Gracias también a lo que Cristo hizo, cuando ustedes escucharon el mensaje verdadero de las buenas noticias de salvación y creyeron en él, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo que él había prometido. 14 La presencia del Espíritu Santo en nosotros es como el sello de garantía de que Dios nos dará nuestra herencia. Además, significa que Dios ya nos ha comprado y que nos salvará hasta el final. Todo esto lo hizo para que le alabemos y le demos a él la gloria.
Acción de gracias e intercesión
15 Por eso, desde que me enteré de la fe que ustedes han depositado en el Señor Jesús y del amor que demuestran hacia todo el pueblo santo, 16-17 no he cesado de recordarlos y dar gracias a Dios por ustedes. Pido constantemente a Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría y revelación, por medio de su Espíritu, para que lo conozcan mejor.
18 Pido también que ilumine sus corazones para que sepan cuál es la esperanza a la que los llamó y qué enorme es la riqueza de la herencia que él ha dado a los que son suyos.
19 Oro también para que comprendan el increíblemente inmenso poder con que Dios ayuda a los que creen en él. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz 20 con que Dios levantó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a su derecha en la gloria. 21 Dios puso a Cristo muy por encima de cualquier gobernante, autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. 22 Dios ha puesto todas las cosas a sus pies y lo hizo suprema cabeza de la iglesia. 23 Y la iglesia, que es su cuerpo, está llena de él, que llena también todo lo que existe.
La vida en Cristo
2 Antes de ser cristianos, ustedes estaban muertos para Dios a causa de sus delitos y pecados. 2 Vivían siguiendo la corriente de este mundo, obedecían los dictados del príncipe del imperio del aire, quien ahora mismo está operando en el corazón de los que se rebelan contra el Señor.
3 Nosotros mismos éramos así: obedecíamos los malos deseos de nuestra naturaleza y nos entregábamos a las perversidades de nuestras pasiones y malos pensamientos. Merecíamos ser castigados por la ira de Dios, como todos los demás. 4 Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto 5 que, aunque estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos dio vida con Cristo, pues solo por su gracia somos salvos. 6 Además, nos levantó con Cristo de la tumba y nos hizo sentar con él en los cielos. 7 Esto lo hizo para demostrar a las generaciones venideras la incomparable riqueza de su amor, que en su bondad derramó sobre nosotros por medio de Cristo Jesús.
8 Por su misericordia y por medio de la fe, ustedes son salvos. No es por nada que ustedes hayan hecho. La salvación es un regalo de Dios 9 y no se obtiene haciendo el bien. Esto es así para que nadie se sienta orgulloso. 10 Somos creación de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios de antemano ya había planeado.
Unidad en Cristo
11 Nunca se olviden de que ustedes, que no son judíos, eran despreciados por los judíos por no circuncidarse físicamente como ellos. 12 Recuerden que en aquellos días ustedes vivían alejados del Mesías, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa. Vivían en el mundo sin Dios y sin esperanza.
13 Pero ahora, por estar unidos a Cristo Jesús, a ustedes, que antes andaban lejos, Dios los ha acercado gracias a la muerte de Cristo.
14 Porque Cristo es nuestra paz; él logró hacer de nosotros los judíos y de ustedes los que no son judíos un solo pueblo, derribando la pared de enemistad que nos separaba. 15 Puso fin a los mandatos y reglas de la ley, y a los dos pueblos los hizo parte de sí mismo, creando una sola y nueva humanidad. Así creó la paz. 16 Y a todos nosotros, partes del mismo cuerpo, nos reconcilió con Dios mediante la cruz. ¡Allí en la cruz murió la enemistad!
17 Cristo vino a proclamar las buenas nuevas de paz a ustedes que estaban lejos y a nosotros que estábamos cerca. 18 Porque, gracias a él, judíos y no judíos podemos acercarnos al Padre con la ayuda de un mismo Espíritu.
19 Por eso, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino ciudadanos junto con los santos y miembros de la familia de Dios. 20 ¡Y sobre qué firme cimiento están edificados! ¡Nada menos que el de los apóstoles y profetas, y con Cristo mismo como piedra angular! 21 Unidos a Cristo formamos parte del bien armado edificio, que va construyéndose hasta que sea el templo santo del Señor. 22 Ustedes, pues, unidos a él, forman también parte de ese lugar en el que Dios mora por medio de su Espíritu.
Pablo y el misterio de Cristo
3 Por esta razón yo, Pablo, que estoy en la cárcel por la causa de Cristo Jesús, es decir, por buscar el bien de ustedes los que no son judíos, me arrodillo en oración.
2 Sin duda ya se enteraron del plan que, en su amor, Dios me encargó para ustedes. 3 Ya antes les mencioné brevemente que Dios mismo me reveló ese misterio. 4 Cuando lo lean se darán cuenta de que conozco bien el misterio de Cristo. 5 Es el misterio que en la antigüedad Dios no había dado a conocer, como sí lo ha hecho ahora por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. 6 Este es el misterio: que los no judíos compartirán plenamente la herencia con Israel. Ambos son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa que Dios nos hizo en Cristo Jesús por medio de las buenas nuevas.
7 Por su amor inmerecido, Dios me dio el privilegio de servirle anunciando estas buenas nuevas, con la ayuda eficaz de su poder. 8 Aunque soy el más pequeño de todos los que son parte del pueblo santo, Dios me concedió, por su amor, la misión de anunciar a las naciones el tesoro incalculable de Cristo. 9 Debo hacerles entender a todos que el plan de Dios ya se está cumpliendo. Ese es el plan que desde la eternidad Dios, el Creador de todas las cosas, guardaba oculto.
10 Esto es así para que todos los poderes y autoridades en los cielos conozcan ahora la sabiduría de Dios, que se deja ver de tantas formas, al observar la iglesia. 11 Es lo que Dios, desde la eternidad, había planeado hacer por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor. 12 Ahora podemos acercarnos con libertad y confianza a Dios, cuando lo hacemos por medio de Cristo y confiando en él. 13 Por eso les suplico que no se desanimen a causa de mis sufrimientos. Por ustedes sufro, y eso debe hacerlos sentirse honrados.
Oración por los efesios
14 Por ello me arrodillo ante el Padre, 15 de quien recibe su nombre toda familia —tanto las que están en el cielo como las que están en la tierra—, 16 y le pido que de sus gloriosas riquezas los fortalezca interiormente por medio de su Espíritu.
17 Pido también que, por medio de la fe, Cristo habite en sus corazones, y que ustedes echen raíces y se cimienten en el amor, 18-19 para que puedan entender, en compañía de todo el pueblo santo, lo ancho, largo, alto y profundo que es el amor de Cristo. Pido que ustedes experimenten ese amor, que nunca podremos entender del todo. Así estarán completamente llenos de Dios.
20 A Dios sea la gloria, pues por su poder eficaz que actúa en nosotros, él puede hacer muchísimo más de lo que nos podemos imaginar o pedir. 21 A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todos los siglos venideros. Amén.
Unidad en el cuerpo de Cristo
4 Yo, pues, que estoy prisionero por servir al Señor, les ruego con todo cariño que se comporten como es digno de los que han sido llamados por Dios. 2 Sean totalmente humildes y amables. Sean pacientes entre ustedes y, por amor, sean tolerantes unos con otros. 3 Esfuércense por mantener la unidad creada por el Espíritu, por medio de la paz que nos une.
4 Somos un solo cuerpo y tenemos un mismo Espíritu; además, hemos sido llamados a una misma esperanza. 5 Sólo hay un Señor, una fe y un bautismo; 6 y tenemos el mismo Dios y Padre, que está sobre todos nosotros. Él actúa por medio de todos nosotros y está en todos nosotros.
7 Sin embargo, debido a su amor, Cristo nos ha dado a cada uno de nosotros dones diferentes. 8 Por eso un salmo dice:
«Cuando el Señor subió a lo alto, llevó consigo a los cautivos, y dio dones a los hombres».
9 ¿Qué quiere decir eso de que «subió»? Eso implica que primero descendió hasta lo más bajo de la tierra. 10 Pues bien, el que descendió, luego regresó a lo más alto de los cielos para poder llenarlo todo.
11 Y a algunos les dio el don de ser apóstoles; a otros, el don de ser profetas; a otros, el de anunciar las buenas nuevas; y a otros, el don de pastorear y educar al pueblo de Dios. 12 Su propósito es que su pueblo esté perfectamente capacitado para servir a los demás, y para ayudar al cuerpo de Cristo a crecer. 13 De esta manera, todos llegaremos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, hasta que lleguemos a ser una humanidad en plena madurez, tal como es Cristo.
14 Así dejaremos de ser como niños que cambian de creencias cada vez que alguien les dice algo diferente o logra astutamente que sus mentiras parezcan verdades. 15 Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos y cada vez seremos más semejantes en todo a Cristo, que es nuestra Cabeza. 16 Por lo que él hace, cada una de las partes del cuerpo, según el don recibido, ayuda a las demás para que el cuerpo entero y unido crezca y se nutra de amor.
Vivan como hijos de luz
17 Por eso les digo e insisto de parte del Señor que no vivan ya como los paganos: ciegos y confundidos. 18 Ellos tienen nublada la mente y desconocen la vida que viene de Dios. Esto se debe a que son ignorantes y han endurecido su corazón. 19 Así, después de haber perdido la vergüenza, se han entregado sin freno alguno a cometer toda clase de inmoralidades. A pesar de que hacen cuanta maldad les viene en gana, nunca están satisfechos. 20 ¡Pero eso no es lo que ustedes aprendieron acerca de Cristo!
21 Si de veras han escuchado acerca del Señor y han aprendido a vivir como él, saben que la verdad está en Jesús. 22 Por ello, quítense, como si se tratara de ropa vieja, su naturaleza tan corrompida por los malos deseos. 23 Renueven sus actitudes y pensamientos; 24 sí, revístanse de la nueva naturaleza que Dios creó, para que sean como él, verdaderamente justos e íntegros.
25 Dejen, por lo tanto, la mentira; díganse la verdad unos a otros siempre, porque somos miembros de un mismo cuerpo.
26 Si se enojan, no cometan el pecado de dejar que el enojo les dure todo el día. 27 Así no le darán lugar al diablo.
28 El que era ladrón, deje de robar; al contrario, trabaje honradamente con sus manos para que tenga con qué ayudar a los que estén en necesidad.
29 Nunca empleen un lenguaje sucio; más bien digan palabras que les hagan bien a los que las oyen y los ayuden a madurar.
30 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual Dios los selló para el día de la salvación. 31 Arrojen de ustedes la amargura, el enojo, la ira, los gritos, las calumnias y todo tipo de maldad. 32 Al contrario, sean bondadosos entre ustedes, sean compasivos y perdónense las faltas los unos a los otros, de la misma manera que Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.
5 Por tanto, imiten a Dios como hijos amados. 2 Y vivan amando a los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros en sacrificio, como ofrenda de perfume agradable a Dios.
3 Que entre ustedes ni siquiera se mencionen pecados sexuales, o cualquier forma de impureza o de avaricia. Eso no es propio del pueblo santo de Dios.
4 No digan malas palabras, ni tengan conversaciones tontas, ni hagan chistes groseros. Todo eso está fuera de lugar. En vez de actuar así, sean agradecidos.
5 Sepan esto: Jamás tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios el que sea inmoral, impuro o avaro (pues ser avaro es lo mismo que ser idólatra).
6 No se dejen engañar por los que tratan de excusar estos pecados, porque por esos pecados el castigo de Dios viene sobre los que son desobedientes.
7 No se hagan cómplices de esa clase de personas. 8 Aunque ustedes antes vivían en tinieblas, ahora viven en la luz. Esa luz debe notarse en su conducta como hijos de Dios. 9 Cuando esa luz brilla, produce bondad, justicia y verdad. 10 Traten siempre de saber qué es lo que le agrada al Señor.
11 No participen de las acciones malas de los que viven en oscuridad, las cuales no traen ningún provecho. Más bien, háganles ver sus pecados. 12 Es vergonzoso aun hablar de muchas de las cosas que ellos hacen a escondidas. 13-14 Pero cuando la luz brilla, pone todas las cosas al descubierto. Por eso se dice:
«Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo te alumbrará».
15 Así que tengan mucho cuidado de cómo viven. Vivan como sabios, no como necios; 16 aprovechen bien cada oportunidad, porque los días son malos; 17 no sean tontos, sino traten de entender cuál es la voluntad de Dios.
18 No se embriaguen, pues no se podrán controlar; más bien dejen que el Espíritu Santo los llene y controle. 19 Así hablarán entre ustedes con salmos e himnos y cantos espirituales, y elevarán al Señor alabanzas y cantos de todo corazón. 20 También le darán gracias siempre y por todo a Dios, nuestro Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Deberes conyugales
21 Sométanse unos a otros por respeto a Cristo. 22 Las mujeres deben someterse a sus esposos al igual que se someten al Señor. 23 Porque el esposo es cabeza de la esposa, de la misma manera que Cristo es cabeza y salvador de ese cuerpo suyo que es la iglesia. 24 Así que las esposas deben estar sujetas en todo a sus esposos, así como la iglesia lo está a Cristo.
25 Los esposos, por su parte, deben mostrar a sus esposas el mismo amor que Cristo mostró a su iglesia. Cristo se entregó a sí mismo por ella 26 para hacerla santa y la purificó lavándola con agua por medio de la Palabra. 27 Lo hizo así a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin manchas ni arrugas ni nada semejante, sino santa e intachable. 28 Así deben amar los esposos a sus esposas: como aman a su propio cuerpo. ¡El hombre que ama a su esposa se ama a sí mismo! 29-30 Nadie aborrece su propio cuerpo; antes bien, lo alimenta y lo cuida con esmero. Cristo hace lo mismo con ese cuerpo suyo del que formamos parte: la iglesia.
31 «Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán como una sola persona».
32 Sé que esto es como un misterio difícil de entender; pero ilustra la manera en que Cristo se relaciona con la iglesia. 33 Así que, repito, el esposo debe amar a su esposa como a sí mismo; y la esposa debe respetar a su esposo.
Deberes filiales
6 Hijos, obedezcan a sus padres, pues esto es lo que deben hacer los que pertenecen al Señor. 2 «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento que contiene una promesa: 3 «para que te vaya bien y disfrutes una vida larga».
4 Y en cuanto a ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos como quiere el Señor, con disciplina y consejos.
Deberes de los esclavos y de sus amos
5 Esclavos, obedezcan a sus amos humanos; sírvanles de buena gana, con respeto y sinceridad de corazón, como a Cristo. 6 No sean de los que trabajan bien sólo cuando el amo los está observando, para quedar bien con él. Trabajen como si lo hicieran para Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. 7 Hagan su trabajo de buena gana, como quien sirve al Señor y no a seres humanos. 8 Recuerden que el Señor nos dará a cada uno según el bien que hayamos hecho, seamos esclavos o libres.
9 Y ustedes, amos, actúen de la misma manera con sus esclavos y dejen a un lado las amenazas. Recuerden que ustedes, al igual que ellos, tienen al mismo Señor en el cielo, y que él no tiene favoritos.
La armadura de Dios
10 Por último, recuerden que su fortaleza debe venir del gran poder del Señor. 11 Vístanse de toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan hacer frente a los engaños astutos del diablo, 12 porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra los poderes, las autoridades y los gobernantes de este mundo en tinieblas; o sea, que luchamos contra los espíritus malignos que actúan en el cielo.
13 Por ello, vístanse de toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y así, al terminar la batalla, estén todavía en pie.
14 ¡Manténganse firmes! Que su ropa de batalla sea la verdad y su protección la justicia. 15 Estén siempre listos para anunciar las buenas nuevas de la paz. 16 Sobre todo, tomen el escudo de la fe para apagar los dardos de fuego que arroja el maligno. 17 Pónganse el casco de la salvación y tomen la espada que les da el Espíritu, que es la Palabra de Dios.
18 Sobre todo, oren a Dios en todo tiempo. Y cuando lo hagan, sean dirigidos por el Espíritu. Manténganse bien despiertos y vigilantes, y no dejen de orar por todo el pueblo santo de Dios.
19 Oren también por mí. Pidan a Dios que ponga en mi boca las palabras que debo decir, para que con valor anuncie las buenas nuevas que Dios había mantenido en secreto. 20 Dios me ha enviado como su representante para predicar este mensaje, y precisamente por eso ahora estoy preso. Oren para que lo anuncie sin temor alguno, pues ese es mi deber.
Saludos finales
21 Tíquico, nuestro querido hermano y fiel servidor en la obra del Señor, les contará cómo me va y qué hago. 22 Para eso precisamente lo envío. Quiero que ustedes sepan de nosotros y así se animen.
23 Que Dios el Padre y el Señor Jesucristo les den paz, amor y fe a los hermanos.
24 Que la gracia de Dios esté sobre todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inagotable.
1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los que están en Filipos y que, por estar unidos a Cristo Jesús, forman parte del pueblo santo de Dios; también a sus líderes y diáconos:
2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo los llenen de amor y de paz.
Acción de gracias e intercesión
3 Cada vez que me acuerdo de ustedes doy gracias a mi Dios; 4 siempre que oro por ustedes lo hago con alegría, 5 porque ustedes se han solidarizado con el evangelio desde el primer día hasta ahora. 6 El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo regrese. De esto estoy seguro.
7 Está bien que yo piense así de todos ustedes, porque los llevo en el corazón. Ya sea que yo esté preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo del amor que Dios me ha dado. 8 Dios sabe lo mucho que los quiero a todos con el tierno amor que nos da Cristo Jesús. 9 Lo que pido en mis oraciones es que el amor de ustedes sea cada vez más grande y que su conocimiento y buen juicio crezcan, 10 para que sepan elegir lo que es mejor y para que vivan de una manera limpia y sin reproche hasta el día cuando Cristo regrese; 11 también para que estén llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para que le den la gloria y la alabanza a Dios.
El vivir es Cristo
12 Hermanos, quiero que sepan que lo que me ha pasado ha ayudado a anunciar el evangelio. 13 Toda la guardia del palacio y todos los demás saben que estoy encadenado por causa de Cristo. 14 Y al ver que estoy preso, la mayoría de los hermanos se ha atrevido, ahora más que nunca, a anunciar sin temor la palabra de Dios, confiando en el Señor.
15 Es cierto que algunos anuncian a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. 16 Estos últimos lo hacen por amor, porque saben que Dios me ha puesto para defender el evangelio. 17 Los primeros anuncian a Cristo por interés personal y no por motivos puros, pues creen que así me harán sufrir más, ahora que estoy en la cárcel.
18 Pero, ¿qué importa? De cualquier manera, sea con motivos falsos o sinceros, se anuncia a Cristo. Por eso me alegro y me seguiré alegrando, 19 porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, saldré libre. 20 Mi gran deseo y esperanza es que no haga nada que me avergüence, sino que, con toda libertad, ya sea que viva o muera, le den la gloria a Cristo por medio de mí ahora como siempre. 21 Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. 22 Pero si el seguir viviendo en este mundo significa para mí que haré un buen trabajo, entonces no sé que elegir. 23 Realmente me es difícil elegir cualquiera de las dos posibilidades. Deseo morir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor; 24 pero por el bien de ustedes es aún conveniente que me quede en este mundo. 25 Por eso, estoy convencido de que lo mejor es que me quede y continúe con todos ustedes para ayudarlos en el alegre crecimiento de su fe. 26 Así, cuando yo vuelva, tendrán más razón para estar orgullosos de mí en Cristo Jesús.
27 Pase lo que pase, vivan de manera digna, de acuerdo con el evangelio de Cristo, porque ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, sólo reciba noticias de ustedes, sabré que siguen firmes y unidos, luchando juntos por la fe del evangelio. 28 No les tengan miedo alguno a sus enemigos, porque para ellos es señal de destrucción; en cambio, para ustedes, es señal de salvación, y esto proviene de Dios. 29 A ustedes se les ha dado no sólo el privilegio de creer en Cristo, sino también de sufrir por él. 30 Ustedes están en la misma lucha que antes yo estaba. Y yo aún continúo luchando.
Humillación y exaltación de Cristo
2 Así que, si se sienten animados al estar unidos a Cristo, si sienten algún consuelo en su amor, si todos tienen el mismo Espíritu, si tienen algún afecto verdadero, 2 llénenme de alegría poniéndose de acuerdo unos con otros, amándose entre ustedes y estando unidos en alma y pensamiento. 3 No hagan nada por egoísmo o vanidad. Más bien, hagan todo con humildad, considerando a los demás como mejores que ustedes mismos. 4 Cada uno debe buscar no sólo su propio bien, sino también el bien de los demás.
5 La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús: 6 aunque él era igual a Dios, no consideró esa igualdad como algo a qué aferrarse. 7 Al contrario, por su propia voluntad se rebajó, tomó la naturaleza de esclavo y de esa manera se hizo semejante a los seres humanos. 8 Al hacerse hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte en la cruz!
9 Por eso, Dios lo engrandeció al máximo y le dio un nombre que está por encima de todos los nombres, 10 para que ante el nombre de Jesús todos se arrodillen, tanto en el cielo como en la tierra y debajo de la tierra, 11 y para que toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para que le den la gloria a Dios Padre.
Testimonio de luz
12 Queridos hermanos, ustedes siempre me han obedecido, no sólo cuando estuve con ustedes sino también ahora que ya no estoy; lleven a cabo su salvación con temor y temblor, 13 porque es Dios el que les da a ustedes el deseo de cumplir su voluntad y de que la lleven a cabo.
14 Háganlo todo sin quejarse ni pelearse, 15 para que nadie pueda reprocharles nada y sean hijos de Dios sin culpa en medio de gente mala y perversa. Entre esa gente ustedes brillan como estrellas en el firmamento. 16 No se aparten nunca de la palabra de vida. De esa manera, cuando Cristo vuelva me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano. 17 Y aunque mi vida sea sacrificada como una ofrenda y servicio que proceden de su fe, me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría. 18 Ustedes también alégrense y compartan conmigo su alegría.
Dos colaboradores ejemplares
19 Espero que el Señor Jesús me conceda enviarles pronto a Timoteo, así yo también me animaré al recibir noticias de ustedes. 20 No tengo a nadie que se preocupe como Timoteo por el bienestar de ustedes, 21 pues todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo. 22 Pero ustedes ya conocen la buena conducta de Timoteo. Él, como un hijo junto a su padre, ha trabajado conmigo en anunciar el evangelio. 23 Espero poder enviarlo tan pronto como sepa qué va a pasar conmigo. 24 Confío en que el Señor permitirá que yo mismo vaya pronto a verlos.
25 Mientras tanto, creo que es necesario que regrese con ustedes Epafrodito, mi hermano, ayudante y compañero de lucha. Ustedes lo enviaron para que me atendiera en mis necesidades. 26 Él los extraña mucho a ustedes. Está preocupado porque ustedes se enteraron de que estaba enfermo. 27 Es verdad que estuvo enfermo y casi se muere. Pero Dios se compadeció de él, y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviera más tristeza de la que ya tengo. 28 Así que lo envío rápidamente para que, al verlo otra vez, ustedes se alegren y yo esté menos preocupado.
29 Recíbanlo con alegría en el Señor y muestren su aprecio a los que son como él, 30 porque estuvo a punto de morir por trabajar para Cristo: arriesgó su vida para hacer por mí lo que ustedes personalmente no podían hacer.
Plena confianza en Cristo
3 Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. A mí no me molesta volver a escribirles lo mismo, y a ustedes les da seguridad.
2 Cuídense de esos perros, cuídense de esos malos obreros, cuídense de esos que mutilan el cuerpo. 3 Porque los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que por medio del Espíritu adoramos a Dios y nos llenamos de orgullo de pertenecer a Cristo Jesús. Nosotros no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.
4 Yo mismo tengo motivos para confiar en mis propios esfuerzos. Si alguien cree que tiene motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo tengo más: 5 me circuncidaron al octavo día, pertenezco al pueblo de Israel y a la tribu de Benjamín, soy hebreo entre los hebreos; en cuanto al cumplimiento de la ley, fui fariseo; 6 en cuanto al celo por cumplir la ley, fui perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, fui intachable.
7 Pero todo aquello que para mí era valioso, ahora lo considero sin valor por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero una pérdida comparado con el supremo valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo y lo considero basura, con tal de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero la justicia propia que viene de obedecer la ley, sino la que se obtiene por la fe en Cristo. Esa es la justicia que viene de Dios y está basada en la fe. 10 Lo he perdido todo con tal de conocer a Cristo, de experimentar el poder de su resurrección, de tener parte en sus sufrimientos y de llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero llegar a resucitar de entre los muertos.
Ciudadanos del cielo
12 No quiere decir que yo ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante trabajando para poder alcanzar aquello para lo que Cristo Jesús me salvó a mí. 13 Hermanos, no pienso que yo ya lo haya alcanzado. Más bien, sigo adelante trabajando, me olvido de lo que quedó atrás y me esfuerzo por alcanzar lo que está adelante. 14 De esta manera sigo adelante hacia la meta, para ganar el premio que Dios ofrece por medio de su llamado celestial en Cristo Jesús. 15 Así que, ¡atentos todos los que hemos alcanzado madurez! Todos debemos pensar de esta manera. Y si algunos piensan de forma diferente en algo, Dios les hará ver esto también. 16 Debemos vivir de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.
17 Hermanos, sigan todos mi ejemplo y fíjense en los que siguen el ejemplo que les hemos dado. 18 Ya se los he dicho muchas veces, y ahora se los vuelvo a decir con lágrimas, que muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. 19 El futuro de ellos es la destrucción, porque su dios es su propio apetito y están orgullosos de lo que debería darles vergüenza. Sólo piensan en las cosas de este mundo. 20 En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo y de allí esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo. 21 Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso. Esto lo hará por medio del poder con el que domina todas las cosas.
4 Por eso, queridos hermanos míos, a los que amo y extraño mucho, a ustedes que son mi alegría y mi corona les digo que se mantengan firmes en el Señor.
Exhortaciones
2 Les ruego a Evodia y también a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor. 3 Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres. Porque han luchado a mi lado junto con Clemente y mis demás ayudantes en la obra del evangelio. Sus nombres ya están en el libro de la vida.
4 Alégrense siempre en el Señor. Se lo repito: ¡Alégrense! 5 Que todos se den cuenta de que ustedes son amables. El Señor viene pronto. 6 No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo.
8 Por último, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, todo lo que es respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es digno de admiración; piensen en todo lo que se reconoce como virtud o que merezca elogio. 9 Practiquen lo que han aprendido, recibido y oído de mí, y lo que han visto en mí. Y obrando así, el Dios de paz estará con ustedes.
Gratitud por la ayuda recibida
10 Me alegro mucho en el Señor de que al fin se han vuelto a interesar en mí. Por supuesto que tenían interés, sólo que no habían tenido la oportunidad de demostrarlo. 11 No lo digo porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. 12 Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en cualquier circunstancia: tanto a quedar satisfecho como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir por no tener nada. 13 Todo lo puedo en Cristo que me da fortaleza.
14 Sin embargo, han hecho bien al compartir conmigo mis dificultades. 15 Como ustedes, filipenses, bien saben, al principio, cuando salí de Macedonia y comencé a anunciar el evangelio, ninguna iglesia me ayudó en mis ingresos y gastos, excepto ustedes. 16 En efecto, ustedes me enviaron ayuda hasta Tesalónica, una y otra vez, para cubrir mis necesidades. 17 No digo esto para que me den más ayuda económica, sino que trato de aumentar el crédito en su cuenta.
18 He recibido todo lo que necesito y hasta más. Epafrodito me dio lo que me enviaron y ahora tengo de sobra. Su ayuda es una ofrenda de olor grato, un sacrificio que Dios acepta con agrado. 19 Por eso, mi Dios les dará todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. 20 Denle a nuestro Dios y Padre la gloria para siempre. Amén.
Saludos finales
21 Saluden a todo el pueblo santo de Dios en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo les mandan saludos. 22 Todos los que son del pueblo santo de Dios les mandan saludos, especialmente los de la casa del emperador. 23 Que el amor del Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
1 Pablo, apóstol de Jesucristo porque Dios así lo quiso, y el hermano Timoteo.
2 A los santos y fieles hermanos en Cristo que están en la ciudad de Colosas:
Que Dios nuestro Padre les conceda su amor y su paz.
Acción de gracias e intercesión
3 Cada vez que oramos por ustedes damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 porque nos han hablado de lo mucho que confían en el Señor y de cuánto amor le tienen al pueblo de Dios. 5 Ustedes se comportan así motivados por la esperanza de lo que está guardado para ustedes en el cielo. De ello se enteraron por medio del mensaje verdadero del evangelio.
6 Esas buenas nuevas que escucharon ustedes están dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también sucedió entre ustedes mismos desde el día en que escucharon y entendieron la gracia de Dios.
7 Epafras, nuestro muy amado colaborador, el que les enseñó el evangelio y en quien tienen ustedes a un fiel servidor de Cristo, 8 fue quien nos contó del gran amor hacia los demás que el Espíritu ha puesto en ustedes.
9 Por eso, desde el primer momento que lo supimos, hemos estado orando y pidiendo a Dios que les ayude a entender plenamente la voluntad divina, y que les dé la sabiduría e inteligencia que vienen del Espíritu. 10 Así podrán agradar y honrar al Señor en todo; harán toda clase de buenas obras y conocerán cada día más y mejor a Dios. 11 Además, estarán llenos del grande y glorioso poder divino para perseverar a pesar de las circunstancias adversas; 12 y con gozo darán gracias al Padre, que nos ha capacitado para participar de la herencia que pertenece a los que viven en el reino de la luz. 13 Él nos rescató del reino de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, 14 quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados.
La supremacía de Cristo
15 Cristo es la imagen misma del Dios invisible, y existe desde antes que Dios comenzara la creación.
16 Cristo mismo es el creador de cuanto existe en los cielos y en la tierra, de lo visible y de lo invisible, y de todos los seres que tienen poder, autoridad y dominio; todo fue creado por medio de él y para él.
17 Cristo ya existía antes de todas las cosas y, por su poder, todas subsisten.
18 Él es la cabeza de ese cuerpo suyo que es la iglesia.
Él, que es el principio, fue el primero en resucitar, para ser en todo siempre el primero.
19 Porque Dios quiso que en el Hijo habitara toda su plenitud.
20 Por medio del Hijo, Dios reconcilió con él todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra. Esa paz la logró Dios por medio de la sangre que Jesús derramó en la cruz.
21 En otro tiempo, ustedes estaban alejados de Dios y eran sus enemigos, debido a sus malos pensamientos y acciones. 22 Pero ahora él los ha reconciliado por medio de la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo, para presentarlos santos, sin mancha ni culpa, ante la misma presencia de Dios.
23 Pero para esto tienen que creer firmemente y no abandonar la esperanza que tienen gracias a las buenas noticias. Estas son las buenas noticias que un día escucharon y que ahora mismo están siendo proclamadas en el mundo entero. Y yo, Pablo, trabajo anunciándolas.
Trabajo de Pablo por la iglesia
24 Es cierto que estoy sufriendo por ustedes, pero me alegro. Así ayudo a completar lo que falta de los sufrimientos de Cristo por ese cuerpo suyo que es la iglesia. 25 Después de todo, sirvo a la iglesia por comisión divina, que me fue dada para bien de ustedes y con el propósito de revelar el plan divino en todas partes. 26 A través de los siglos y a lo largo de muchas generaciones, ese plan se había mantenido en secreto, pero por fin el Señor ha querido revelarlo a los suyos. 27 A ellos, Dios les dio a conocer la riqueza y la gloria de su plan que, por cierto, beneficia a los gentiles. Y este es el misterio: Cristo está entre ustedes y es su esperanza de gloria.
28 Por eso, adondequiera que vamos hablamos de Cristo, y amonestamos y enseñamos a todos con toda sabiduría. Queremos que cada ser humano sea perfecto como Cristo. 29 Esa es mi tarea y lucho para realizarla con toda la fuerza y el poder que Cristo me da.
2 Quiero que sepan cuánto he batallado por ustedes, por la iglesia de Laodicea y por aquellos a quienes nunca he tenido el gusto de conocer personalmente.
2 Mi lucha es para que se animen, que estén unidos estrechamente por las fuertes ataduras del amor, y que alcancen la rica experiencia de una genuina certidumbre y clara comprensión, porque el plan secreto de Dios, que ya por fin ha sido revelado, es Cristo mismo. 3 En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. 4 Digo esto porque temo que alguien pueda engañarlos con palabras bonitas, 5 y porque, a pesar de que me encuentro lejos de ustedes, mi corazón está a su lado, feliz de ver que todo marcha bien entre ustedes y que poseen una fe robusta en Cristo.
Libertad en Cristo
6 Ahora bien, de la misma manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, deben comportarse como le agrada a él; 7 es decir, enraizados en él y que sea él quien les haga crecer. Manténganse convencidos de la verdad que les enseñaron y llenos de acción de gracias al Señor.
8 No dejen que nadie los engañe con filosofías erradas y huecas, basadas en tradiciones humanas y en los poderes que dominan este mundo, y no en la enseñanza de Cristo. 9 En Cristo habita toda la plenitud de Dios encarnada en un cuerpo humano, 10 y ustedes, al estar unidos a él, están llenos de esa plenitud. Además, él es la cabeza y tiene autoridad sobre cualquier principado o potestad.
11 Por estar unidos a Cristo, él los libertó de su naturaleza pecaminosa, no por medio de la circuncisión que se hace en el cuerpo, sino por medio de la circuncisión que hace Cristo. 12 Con él ustedes fueron sepultados en el bautismo, y en su resurrección resucitaron ustedes con él, mediante la fe en el poder de Dios que lo resucitó.
13 De hecho, ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y no se habían despojado de su naturaleza pecaminosa; pero Dios nos vivificó con Cristo y nos perdonó los pecados. 14 Él eliminó la prueba acusatoria que había contra ustedes, es decir, los mandamientos de la ley. Esa quedó anulada cuando la clavó en la cruz. 15 Y así despojó a los seres espirituales que tienen poder y autoridad, y, por medio de Cristo, los humilló públicamente y los exhibió en su desfile triunfal.
16 Que nadie, pues, los critique a ustedes por cuestiones de comidas o bebidas, ni porque no celebren sus festividades ni sus ceremonias de luna nueva ni sus sábados. 17 Estas eran sólo como sombras del que había de venir, es decir, Cristo. 18 No dejen ustedes que les quiten su premio quienes fingen ser humildes y adoran a los ángeles. Estos individuos dicen haber visto visiones y se llenan de orgullo por sus pensamientos humanos. 19 Sin embargo, no están conectados a Cristo, la cabeza, a la cual nosotros, que formamos su cuerpo, sí estamos unidos. Y lo estamos por medio de fuertes junturas y ligamentos, con lo cual crecemos a medida que Dios nos nutre.
20 Si ustedes murieron con Cristo y ya no están esclavizados a los poderes que dominan el mundo, ¿por qué se someten, como si fueran todavía del mundo, a reglas 21 tales como: «no toques eso, no comas aquello, no lo tomes en tus manos»? 22 Esas reglas son puramente humanas, que con el tiempo van perdiendo valor. 23 Podrán parecer muy sabias tales reglas, ya que para obedecerlas hay que ser devotos de veras, y porque son humillantes y duras para el cuerpo, pero de nada sirven en lo que a dominar los malos pensamientos y deseos se refiere.
Normas para una vida santa
3 Puesto que ustedes resucitaron con Cristo, fijen la mirada en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado junto a Dios en el sitio de honor. 2 Llenen sus pensamientos de las cosas de arriba y no en las cosas de este mundo. 3 Después de todo, ustedes están muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando aparezca Cristo, que es la vida de ustedes, también ustedes resplandecerán con él y participarán de su gloria.
5 ¡Hagan morir todo lo que viene de la naturaleza pecaminosa! Apártense de los pecados sexuales, las impurezas, las pasiones bajas y vergonzosas y del deseo de acumular más y más cosas, pues eso es idolatría. 6 La terrible ira de Dios caerá sobre los que hacen tales cosas, 7 que son lo que ustedes antes hacían. 8 Pero ha llegado el momento de arrojar de ustedes la ira, el enojo, la malicia, los insultos y las malas palabras. 9 No se mientan unos a otros, ahora que ya murieron a aquella antigua vida llena de vicios.
10 Ya se pusieron una ropa nueva, que es la nueva vida que se renueva todo el tiempo hasta que llegue a parecerse a su Creador. 11 La nacionalidad y la raza, la religión, la educación y la posición social carecen de importancia en esta vida. Lo que importa es que Cristo es todo y está en todos.
12 Por cuanto Dios los escogió y son santos y amados, practiquen con sinceridad la compasión y la bondad. Sean humildes, amables y buenos. 13 Sopórtense unos a otros y perdonen a quienes se quejen de ustedes. Si el Señor los perdonó, ustedes están obligados a perdonar. 14 Y sobre todo, vístanse de amor, que es lo que permite vivir en perfecta armonía. 15 Que la paz de Dios reine en sus corazones, porque ese es su deber como miembros del cuerpo de Cristo. Y sean agradecidos.
16 Mantengan vívidas en su memoria las enseñanzas de Cristo en toda su abundancia, y enséñense y aconséjense unos a otros con toda sabiduría. Transmítanlas a otros, con salmos, himnos y cánticos espirituales elevados al Señor con corazones agradecidos. 17 Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, y por medio de él acérquense a la presencia de Dios con acción de gracias.
Normas para la familia cristiana
18 Esposas, sométanse a sus esposos, porque así lo ha dispuesto el Señor. 19 Esposos, amen a sus esposas y nunca las maltraten.
20 Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. 21 Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen.
22 Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales; no traten de agradarlos sólo cuando ellos los estén vigilando, sino siempre; obedézcanlos de buena gana y por respeto a Dios. 23 Hagan lo que hagan, háganlo bien, como si en vez de estar trabajando para amos terrenales estuvieran trabajando para el Señor. 24 Recuerden que el Señor Jesucristo les dará la parte que les corresponde, pues él es el Señor a quien en realidad sirven ustedes. 25 Pero el que hace lo malo, recibirá como pago el mal que hizo, porque Dios no tiene preferidos.
4 Por otro lado, ustedes, amos, sean justos y equitativos, recordando que también tienen un Amo en el cielo.
Instrucciones adicionales
2 Nunca se cansen de orar. Oren siempre con gratitud. 3 Oren también para que Dios nos conceda muchas oportunidades de proclamar el mensaje, pues por ello estoy preso. 4 Oren que pueda expresarme claramente, que es como debo hacerlo siempre.
5 Pórtense sabiamente delante de los que no creen en Cristo, y aprovechen bien las oportunidades. 6 Hablen siempre con buen gusto y de forma amena. Así podrán contestar siempre las preguntas que les hagan.
Saludos finales
7 Tíquico, nuestro muy amado hermano, les contará cómo me va. Él es muy trabajador y sirve al Señor conmigo. 8 Lo estoy enviando a este viaje para que me informe cómo están ustedes y para que los anime. 9 También les estoy enviando a Onésimo, fiel y muy amado hermano que a la vez es uno de ustedes. Él y Tíquico les dirán todo lo que pasa aquí.
10 Aristarco, mi compañero de cárcel, les envía saludos, y lo mismo hace Marcos, el primo de Bernabé. Como ya les dije, si va a visitarlos recíbanlo con cariño. 11 Jesús, al que le dicen el Justo también los saluda. Estos son los únicos judíos cristianos que trabajan conmigo por el reino de Dios y ¡de cuánto consuelo me han sido!
12 Epafras, que es paisano de ustedes y siervo de Jesucristo, los saluda. Siempre ora fervientemente por ustedes para que Dios los ayude a mantenerse firmes, ser maduros y continuar dedicados a cumplir la voluntad de Dios.
13 Les aseguro que de veras ha orado intensamente por ustedes, así como por los cristianos de Hierápolis y Laodicea.
14 Lucas, el médico amado, los saluda también, y lo mismo hace Demas.
15 Saluden a los hermanos de Laodicea, a Ninfas y a los que se reúnen en su casa.
16 Después que lean esta carta, tengan la bondad de hacerla llegar a la iglesia de Laodicea. Y lean también ustedes la carta que les estoy mandando a ellos.
17 Díganle a Arquipo que no deje de hacer lo que el Señor le encargó.
18 Y aquí va un saludo de mi puño y letra: Recuerden que estoy preso. Que Dios los llene de su amor.
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