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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Oseas 13:7 - Amós 9:10

Por eso vendré sobre ustedes como un león, o como un leopardo que está al acecho en el camino esperando su presa. ¡Los desgarraré como lo hace una osa con quien intenta quitarle sus cachorros! ¡Como un león los devoraré, como una bestia salvaje los devoraré!

»Israel, si yo te destruyo, ¿quién podrá salvarte? 10 ¿Dónde está tu rey? ¿Por qué no clamas a él para que te ayude? ¿Dónde están todos los jefes del pueblo? Muchas ganas tenías de tenerlos, ahora pues, ¡que ellos te salven! 11 Yo te di reyes cuando estaba enojado, y luego te los quité cuando estaba furioso.

12 »Los actos malvados de Efraín están bien archivados; sus maldades han sido registradas en un libro. 13 Se le ofrece la oportunidad de un nuevo inicio, como un nuevo nacimiento, pero es como un niño que se resiste a nacer. ¡Qué testarudo! ¡Cuán necio!

14 »¿Lo rescataré del infierno? ¿Lo libraré de la muerte? Muerte, ¿dónde están tus plagas? Sepulcro, ¿dónde está tu poder destructor? ¡No le tendré más compasión!».

15 Él fue llamado el más fructífero de todos sus hermanos, pero el viento del este, un viento que el Señor enviará desde el desierto, soplará fuerte sobre él y secará su tierra. Todas sus fuentes de aguas, todos sus manantiales se secarán. Su tierra será arrasada y sus tesoros desaparecerán.

16 Samaria debe llevar su culpa, pues se ha rebelado contra su Dios. Su pueblo será arrasado por el ejército invasor, sus bebés serán estrellados contra el suelo y a las mujeres embarazadas les abrirán el vientre.

Arrepentimiento para traer bendición

14 Israel, vuelve a ser fiel al Señor, tu Dios, pues tu maldad te ha hecho caer en tan desastrosa situación. Ven con confianza, presenta tu ruego delante del Señor, y dile: «Señor, quítanos nuestra inclinación a cometer maldades; muestra tu bondad hacia nosotros y recíbenos de nuevo, y te ofreceremos cantos de gratitud. Asiria no nos puede salvar, ni tampoco nuestra poderosa caballería; nunca más confiaremos en los ídolos que hemos hecho con nuestras manos, pues solamente en ti, Señor, los huérfanos encuentran misericordia».

Respuesta de Dios

Entonces el Señor dirá: «¡Yo te curaré de la idolatría y de la infidelidad, y mi amor no conocerá límites, pues mi cólera se habrá aplacado para siempre! Yo seré de nuevo para Israel su Dios amoroso y proveedor. Lo refrescaré como lo hace el rocío del cielo, y lo haré florecer como el lirio, y echará raíces profundas como los árboles del Líbano. Volverá a crecer como si fuera un árbol frondoso. Sus ramas se extenderán y serán tan hermosas como las de los olivos y tan fragantes como los cedros del Líbano. Volverán a habitar en su tierra bajo mi protección; de nuevo sembrarán sus campos y cosecharán trigo en abundancia; cultivarán sus viñas y harán un vino que será tan famoso como los vinos del Líbano.

»¡Efraín, aléjate de esos ídolos! ¡Yo estoy vivo y soy fuerte! Yo te atiendo y te cuido. Yo soy como un árbol siempre verde, que te brindo mi fruto a través de todo el año. ¡Mis acciones misericordiosas hacia ti nunca faltan!».

Todo aquel que es sabio y prudente entenderá estas cosas. Todo aquel que es inteligente, que escuche y siga mis consejos. Pues los senderos del Señor son verdaderos y justos, y las personas buenas caminan por ellos. Pero la gente mala se pierde en sus propios malos pasos.

Este es el mensaje que el Señor le dio a Joel, hijo de Petuel.

La invasión de langostas

¡Escuchen, sabios consejeros de Israel! ¡Escuchen, todos sus habitantes! En toda su vida, sí, en toda su historia, ¿ha sucedido algo semejante a lo que les voy a contar? Esto que va a suceder ustedes se lo contarán a sus hijos y ellos, a su vez, se lo contarán a sus propios hijos, de modo que la historia se irá contando de una generación a otra.

¡Todos los cultivos fueron devorados por las plagas! Primero vinieron las orugas y se comieron una parte. Luego vinieron las langostas y acabaron con otra parte. Después de estas vinieron sucesivamente pulgones y saltamontes y se comieron lo poco que quedaba.

¡Despierten y lloren ustedes, borrachos, pues no hay uvas para preparar el vino! ¡Les quitarán hasta el mosto que tengan en la boca! ¡Un inmenso ejército los invade! Es un ejército terrible, demasiado numeroso como para poder ser contado, ¡es tan terrible y destructor que parece tener dientes y garras como los de los leones! Han arruinado mis viñedos y desgajado las higueras. ¡Las han derribado y pelado por completo! Llora, como llora desconsolada una joven novia porque han matado a su prometido.

Ya no hay cereales ni vino para llevar como ofrenda al templo del Señor. Por eso están de luto los sacerdotes que sirven al Señor, quienes ministran en su templo. 10 Los campos están secos, la tierra está vacía. Se perdió la cosecha del trigo, ya no hay vino y se acabó el aceite.

11 ¡Lloren, labradores! ¡Sollocen, viñadores! ¡Pues se perdieron las cosechas del trigo y la cebada! 12 Las vides están muertas; las higueras se están muriendo; los granados están secos, lo mismo que las palmeras y los manzanos. ¡Todos los árboles del campo se murieron! Por eso la alegría se ha ido de la gente.

Llamado al arrepentimiento

13 ¡Sacerdotes, vístanse de luto, lloren ustedes que ministran en el altar! Vengan, ministros de Dios, y pasen la noche sobre ceniza y con ropas ásperas en señal de profunda tristeza, porque en el templo de su Dios no hay ofrendas de cereales ni de vino. 14 Anuncien un ayuno general; llamen a todo el pueblo a una reunión. Reúnan a los jefes y a todo el pueblo dentro del templo del Señor su Dios, para que le pidan ayuda al Señor.

15 ¡Ay, que ya viene el terrible día del Señor! ¡La anunciada destrucción de parte del Todopoderoso ya se aproxima! 16 Nuestro sustento desaparecerá delante de nuestros ojos; todo gozo y alegría habrá terminado en el templo de nuestro Dios.

17 La semilla se pudre en el suelo; los pajares y graneros están vacíos porque la cosecha se perdió. 18 ¡El ganado muge por el hambre! ¡Los bueyes corren como locos, porque no tienen pasto! ¡También las ovejas están sufriendo!

19 ¡Señor, ayúdanos, pues el fuego ha devorado los pastos, las llamas han quemado todos los árboles! 20 Aun los animales salvajes claman a ti por ayuda, porque se secaron los riachuelos y los pastizales se marchitaron.

Un ejército de langostas

¡Hagan sonar la alarma en Jerusalén! ¡Que el trompetazo de advertencia sea escuchado sobre mi santo monte! ¡Que todo el mundo tiemble de miedo, pues se acerca el día del juicio del Señor!

Es un día de oscuridad y sombra, de mucha tristeza y lleno de calamidades. ¡Qué ejército tan poderoso es el que llega contra Jerusalén! ¡Tan numeroso que cubre las montañas cercanas como lo hacen las sombras cuando llega la noche! ¡Cuán grande, cuán poderosa es esa gente que los invade! ¡Ningún ejército tan poderoso existió antes ni existirá después! ¡Parece como si el fuego fuera delante y detrás de ellos por todas partes por todo el daño que dejan a su paso! Antes de su llegada la tierra se ve tan bella como el jardín del Edén en toda su hermosura, pero cuando ellos llegan arrasan con todo, ni una sola cosa escapa.

Se parecen a caballos veloces, montados por expertos jinetes. ¡Van saltando por las cumbres de las montañas! Escuchen el ruido que hacen, como el estruendo de los carros de guerra, como el rumor del fuego cuando arrasa un campo cultivado. Son un poderoso ejército entrando en fiera batalla.

El terror se apodera de la gente que los ve llegar; sus rostros palidecen de miedo. Atacan como soldados de infantería perfectamente entrenados; escalan las murallas como guerreros adiestrados. Marchan de frente, siempre en orden, bien disciplinados. Jamás se estorban entre sí en la batalla. Cada uno está en el lugar que le corresponde y atacan con método y furia. Cubren la ciudad como un enjambre; trepan con facilidad sobre las murallas defensivas, suben a los techos de las casas y entran como ladrones a través de las ventanas. 10 ¡La tierra tiembla delante de ellos, y el cielo se estremece! ¡El sol y la luna se oscurecen, y se esconden las estrellas!

11 El Señor los conduce con su voz de mando. El suyo es un poderoso ejército, con innumerables batallones que siguen sus órdenes. El día del juicio del Señor es algo terrible y pavoroso. ¿Quién podrá mantenerse en pie?

Exhortación al arrepentimiento

12 Por eso el Señor dice: «Vuélvanse a mí por completo, mientras aun hay tiempo. Háganlo con ayuno, llanto y arrepentimiento sincero». 13 No finjan arrepentimiento rasgándose la ropa, sino vuélvanse al Señor su Dios con un corazón lleno de arrepentimiento sincero. Porque él es un Dios amoroso y bueno, que no se enoja fácilmente. Él los ama mucho y le duele castigarlos. 14 Tal vez cambie de parecer y los perdone, y los bendiga en vez de castigarlos. Quizá haga que la tierra vuelva a producir en abundancia, de modo que tengan cereales y vino para que le presenten sus ofrendas.

15 ¡Hagan sonar la trompeta que señala la alerta en Sion! ¡Proclamen ayuno y convoquen a todo el pueblo a una solemne reunión! 16 Traigan a todos: ancianos, niños, y aun a los recién nacidos. También los recién casados deben salir de su alcoba matrimonial y asistir a la asamblea.

17 Los sacerdotes, ministros de Dios, se pararán entre el pueblo y el altar, llorando, y orarán diciendo: «Señor nuestro, perdona a tu pueblo, no permitas que los paganos reinen sobre nosotros, pues tú eres también su dueño. Que no se burlen de tu pueblo los paganos, y digan: “¿Dónde está ese Dios de ellos? ¡Qué débil e inútil debe de ser!”».

La respuesta del Señor

18 Entonces el Señor tendrá piedad de su pueblo y lo perdonará. 19 El Señor responderá: «Vean, yo les envío mucho trigo, vino y aceite para satisfacer plenamente su necesidad. Ya no los haré el hazmerreír entre las naciones. 20 Yo venceré a estos ejércitos del norte y los enviaré muy lejos; los mandaré a una tierra árida y desértica. Los que marchaban al frente morirán en el Mar Muerto, y los que iban detrás se ahogarán en el Mediterráneo. ¡Se pudrirán y su hedor llenará la tierra!». ¡Sí, el Señor intervendrá con hechos extraordinarios a favor de ustedes! 21 No temas, pueblo mío, alégrate y regocíjate, pues el Señor hará cosas extraordinarias para protegerte.

22 No tengan miedo, animales del campo, pues en las praderas abundará el pasto. Los árboles darán su fruto; las higueras y las vides florecerán de nuevo.

23 ¡Regocíjense, habitantes de Jerusalén, regocíjense en el Señor su Dios! Porque las lluvias que él envía son muestras de su perdón. Una vez más vendrán las lluvias de otoño, además de las de primavera, siempre en la cantidad y los tiempos oportunos. 24 Las eras estarán de nuevo llenas de trigo, y habrá vino y aceite en abundancia. 25 ¡Y yo les devolveré las cosechas que las langostas, por orden mía, se comieron! Ellas fueron como el gran ejército destructor que envié contra ustedes. 26 Una vez más tendrán comida en abundancia. Entonces cantarán de alegría en mi honor, que soy el Señor su Dios, porque haré todo esto. Y nunca más mi pueblo experimentará desastre semejante a este, ¡nunca más mi pueblo volverá a ser humillado! 27 Y ustedes se convencerán que yo estoy en medio de Israel, mi pueblo, y que sólo yo soy el Señor su Dios, y que no hay otro dios. Y mi pueblo nunca más recibirá un golpe como este.

El día del Señor

28 Después de haber derramado mis lluvias de nuevo, ¡también derramaré mi Espíritu sobre todos ustedes! Sus hijos e hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños y sus jóvenes tendrán visiones de parte de Dios. 29 Y yo derramaré mi Espíritu incluso sobre los esclavos y las esclavas.

30 También pondré extrañas señales en la tierra y en el cielo: sangre, fuego y columnas de humo. 31 El sol se oscurecerá y la luna se pondrá roja como la sangre. ¡Eso acontecerá antes de que venga el grande y terrible día del Señor!

32 Pero todo aquel que invoque mi nombre se salvará. Pues yo, el Señor, he prometido que en el monte Sion, esto es, en Jerusalén, habrá salvación. ¡Allí habitarán los que yo, el Señor, deje con vida!

El juicio de las naciones

En el tiempo que viene, cuando yo restaure la prosperidad de Judá y Jerusalén, juntaré los ejércitos del mundo en el valle de Josafat. Allí los juzgaré y castigaré por haber hecho daño a mi pueblo, por haberlo esparcido entre las naciones y haber repartido mi tierra. Los menospreciaron tanto que echaron suertes para repartirse a mi pueblo, cambiaron a un jovencito por una prostituta, y a una niña por suficiente vino para emborracharse.

¡Tiro y Sidón, no traten de meterse en este asunto! ¿Están tratando de vengarse de mí, ustedes ciudades de Filistea? ¡Cuidado, pues yo me desquitaré rápidamente y devolveré el mal que quieren hacer sobre sus propias cabezas! Han tomado mi plata, mi oro y todos mis tesoros preciosos, y los han llevado a sus templos paganos. Han vendido al pueblo de Judá y Jerusalén a los griegos, quienes se los llevaron cautivos lejos de su propia tierra.

Pero yo los traeré de vuelta de todos estos lugares a donde los han vendido, y ajustaré cuentas con ustedes, por todo lo que han hecho. Yo venderé a sus hijos e hijas a Judá, y ellos los venderán como esclavos a los sabeos, quienes viven en tierras remotas. Esta es una sentencia del Señor.

Anuncien esto por todas partes: ¡Prepárense para la guerra! Recluten a sus mejores soldados; junten todos sus ejércitos. 10 Conviertan sus arados en espadas y sus hoces en lanzas. Que el débil diga: «¡Soy fuerte!». 11 Júntense y vengan, naciones de todas partes. Y ahora, Señor, ¡haz descender tus guerreros!

12 Naciones, levántense pronto y suban al valle de Josafat, pues allí estableceré mi juzgado para pronunciar mi juicio sobre todas ustedes.

13 Agarren la hoz, porque la cosecha ya está lista. Vengan y pisen las uvas, porque el lagar está lleno. ¡La maldad de esta gente es grande!

14 ¡Una multitud inmensa se ha reunido en el valle llamado de la Decisión! ¡Está cercano el día en que el Señor llegará al valle de la Decisión a juzgar a las naciones!

15 Será tan grande el trastorno que incluso el sol y la luna se oscurecerán y las estrellas dejarán de alumbrar. 16 El Señor ruge como si fuera un león desde Sion, desde Jerusalén lanza su grito, y la tierra y el cielo comienzan a temblar. ¡Pero el Señor protegerá a su pueblo, será un refugio seguro para Israel!

Bendiciones para el pueblo de Dios

17 Entonces se convencerán, por fin, que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sion, mi santo monte. Jerusalén será santa, y nunca más los extranjeros la volverán a invadir.

18 Tendrán tanta abundancia que vino dulce destilarán las montañas, y de las colinas fluirá la leche. Los arroyos de Judá se llenarán de agua, y una fuente brotará del templo del Señor para regar el valle de las Acacias.

19 Egipto y Edom serán destruidos porque atacaron con violencia a la gente de Judá y mataron a gente inocente. 20 Pero Judá y Jerusalén serán habitadas para siempre. 21 Pues yo me vengaré de todo el mal que le causaron a mi pueblo; no dejaré sin castigo a los culpables. ¡Yo, el Señor, viviré en Sion!

Este es el mensaje que Dios le envió a Israel por medio del profeta Amós, que era un pastor de ovejas que vivía en el pueblo de Tecoa. Esto ocurrió dos años antes del memorable terremoto, durante el tiempo en que Uzías reinaba sobre Judá y Jeroboán, hijo de Joás, reinaba sobre Israel.

Este es su mensaje: «Desde Sion el Señor rugirá como un león, desde Jerusalén lanzará un poderoso grito. Será tan terrible su grito que los pastos de los campos se secarán y se resecará la cumbre del monte Carmelo».

Juicio contra las naciones vecinas

El Señor dice: «Los habitantes de Damasco han acumulado maldades sobre maldades, así que no los dejaré sin el castigo que se merecen. Porque han maltratado tanto a los habitantes de Galaad que parece que los han trillado con trillos de hierro, tal como si fueran trigo. En castigo por eso yo prenderé fuego al palacio del rey Jazael y destruiré las fortalezas defensivas que se encuentran en Ben Adad. Quebraré los barrotes que soportan las puertas de entrada a la ciudad Damasco y mataré al que gobierna en el valle de Avén y al que gobierna en Bet Edén, y haré que los sirios sean llevados cautivos a Quir». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Gaza han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin el castigo que se merecen. Ellos capturaron a un pueblo entero y lo vendieron como esclavo en Edom. En castigo por eso yo prenderé fuego a las murallas de Gaza y destruiré todas sus fortalezas defensivas. Mataré a la gente de Asdod y destruiré al rey de Ascalón. Arremeteré con furia contra los habitantes de Ecrón y no dejaré con vida a ningún filisteo». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Tiro han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han ignorado su pacto con su hermano, pues atacaron y conquistaron a todo un pueblo fraterno y lo vendieron como esclavo a Edom. 10 En castigo por eso yo prenderé fuego a las murallas defensivas de Tiro y consumirá también sus palacios».

11 El Señor dice: «Los habitantes de Edom han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Edom persiguió sin ninguna compasión a los israelitas para matarlos, y siempre los han odiado y robado, sin mostrar la más mínima piedad. 12 En castigo por eso prenderé un fuego en Temán que consumirá todas las fortalezas de Bosra».

13 El Señor dice: «Los habitantes de Amón han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Para ensanchar sus fronteras llenaron de terror a todo mundo, incluso abrieron el vientre de las mujeres embarazadas que vivían en Galaad. 14 En castigo por eso prenderé fuego a las murallas de Rabá que consumirá también todos sus palacios. Habrá entonces gritos salvajes en medio de la batalla y parecerá todo como un torbellino en una fuerte tormenta. 15 Tanto su rey como sus príncipes juntamente serán llevados al exilio». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Moab han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han profanado el cadáver del rey de Edom, pues quemaron sus huesos hasta reducirlos a cenizas. En castigo por eso yo enviaré un fuego sobre Moab que destruirá todos los palacios de Queriot. Moab morirá en la batalla entre los gritos de los guerreros y el sonido de las trompetas. Yo mataré a su rey, junto con todos sus jefes militares y a sus jueces injustos». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Judá han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han rechazado las instrucciones del Señor y se han negado a seguir sus instrucciones. Además, han rendido homenaje a los mismos ídolos que honraron sus antepasados. En castigo por eso yo destruiré a Judá con fuego, y consumirá también todos los palacios de Jerusalén».

Juicio contra Israel

El Señor dice: «Los habitantes de Israel han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han pisoteado la justicia al aceptar sobornos, pues vendieron a la esclavitud al justo y al pobre lo declararon culpable a cambio de un par de zapatos. Pisotean los derechos de los pobres en el polvo y son injustos con los humildes. Padre e hijo tienen relaciones sexuales con la misma mujer, enlodando así la honorable fama de mi nombre. Sobre cualquier altar se acuestan sobre la ropa que los pobres tuvieron que dejar empeñadas, y en el templo de sus dioses beben vino adquirido con el cobro de multas injustas.

»¡Deberían recordar lo que yo hice por ustedes, ingratos! ¡Yo expulsé a los amorreos de su tierra para dársela a ustedes! ¡Sí, los destruí completamente, aunque eran altos como los cedros y poderosos como los robles!

10 »Yo los libré a ustedes de Egipto y los conduje a través del desierto durante cuarenta años para llevarlos a vivir en la tierra que era de los amorreos. 11 Y escogí a algunos de sus hijos para que fueran mis profetas, y a otros los elegí para que fueran jóvenes consagrados en exclusividad a mi servicio. ¿Israelitas, se atreverían ustedes a negar esto? Lo ha dicho el Señor.

12 »Pero ustedes hicieron errar incluso a estos jóvenes consagrados a mi servicio al incitarlos a beber vino, lo que tenían prohibido, y silenciaron a mis profetas ordenándoles que no comunicaran mis mensajes.

13 »Por lo tanto, yo pasaré sobre ustedes y los aplastaré como aplasta la tierra una carreta llena de sacos de trigo. 14 Entonces sus guerreros más veloces tropezarán en su huida, a los más fuertes no les servirá de nada su fuerza y los valientes no podrán salvar su vida. 15 La puntería del arquero fallará, el más veloz quedará como paralizado, ni siquiera los que van a caballo podrán escapar. 16 Ese día, ¡hasta el más valiente de todos tendrá que huir desnudo!». Lo ha dicho el Señor.

Vocación del profeta Amós

¡Escuchen, israelitas, el mensaje que el Señor ha pronunciado contra ustedes y contra todos los que él liberó de Egipto!

«De todos los pueblos de la tierra, los he escogido a ustedes solamente. Es por eso que debo castigarlos mucho más fuerte que a los demás a causa de todas las maldades cometidas por ustedes».

¿Acaso pueden dos personas andar juntas si no están de acuerdo? ¿Acaso ruge el león en la selva si no ha cazado un animal? ¿Acaso gruñe el cachorro de león en su cueva, si no tiene una presa para comer? ¿Acaso cae el pájaro en la trampa si previamente no se preparó la red? ¿Acaso se cerrará la trampa si no ha caído dentro de ella algún animal? ¿Acaso no se asusta la gente cuando escucha sonar la alarma? ¿Acaso vendrá sobre la ciudad algún castigo que no lo haya mandado el Señor? ¡Claro que no pasa nada al azar! Dios, el Señor, antes de hacer algo, primero se lo comunica a sus siervos los profetas, para que estos a su vez le adviertan a su pueblo.

Cuando el león ruge, todos se asustan; así también cuando el Señor comunica un mensaje, los profetas tienen que comunicarlo.

El castigo a Israel

Vayan a los palacios de Asdod y a los palacios de Egipto, y díganles a sus reyes: «Reúnanse alrededor de Samaria, y vean todas las injusticias y crímenes que allí se cometen. 10 Mi pueblo se ha olvidado de lo que significa hacer el bien. Sus hermosos palacios están llenos de bienes obtenidos por el robo y los actos de violencia». Lo ha dicho el Señor.

11 Por lo tanto, Dios el Señor dice: «Viene un enemigo que sitiará y conquistará tu país, acabará con tu poder y se llevará las riquezas de tus palacios».

12 El Señor dice: «Tal como lucha un pastor con un león para no dejar que se le lleve una oveja, pero sólo logra arrebatarle dos patas o un pedazo de oreja, así los israelitas que viven en Samaria sólo podrán rescatar la mitad de una silla o un tapete de Damasco.

13 »Escuchen este anuncio y publíquenlo a través de todo Israel. Lo dice Dios el Señor, el Dios Todopoderoso.

14 »En aquel mismo día en que yo castigue a Israel a causa de sus maldades, también destruiré los altares de ídolos en Betel; los cuernos distintivos de los altares idolátricos serán cortados y arrojados por el suelo. 15 Y yo destruiré las hermosas casas de los ricos: sus casas de invierno y sus casas de verano. ¡También demoleré sus lujosas mansiones adornadas de marfil!». Lo ha dicho el Señor.

Escúchenme «vacas gordas» de Basán, es decir, mujeres ricas de Samaria, que maltratan a los pobres y humillan a los necesitados, que les ordenan a sus esposos: «¡Tráigannos vino para emborracharnos!». El Señor ha jurado por su santidad que vendrá el tiempo cuando a ustedes y a sus hijos les pondrán ganchos en sus narices, como si fueran reses, y se los llevarán cautivos lejos de aquí. Las sacarán de sus hermosas casas y las harán pasar una tras otra por los huecos de la muralla, hacia Hermón, como vacas que van al matadero. Lo ha dicho el Señor.

¡Adelante, vayan a Betel y a Guilgal a ofrecer sacrificios rituales a sus ídolos y aumenten así sus actos de maldad! ¡Ofrezcan sus sacrificios cada mañana y traigan sus diezmos dos veces por semana! ¡Israelitas, no se olviden de sus ofrendas de gratitud! ¡Háganle saber a todo el mundo que ustedes sí dan ofrendas voluntarias! ¡Pues a ustedes les encanta que los aplaudan por esto! Lo ha dicho el Señor.

Dureza de Israel

El Señor dice: «Yo les hice pasar hambre en todas sus ciudades, de modo que en ningún lugar había qué comer. Pero no sirvió de nada, pues ni por ello ustedes acudieron a mí para que los ayudara.

»Les arruiné sus cosechas reteniendo la lluvia tres meses antes de la siega. Envié lluvia sobre una ciudad, pero no sobre otra. Mientras que la lluvia cayó sobre un campo, otro estaba seco y marchito. La gente de dos o tres ciudades hacía un viaje agotador para obtener agua en una ciudad donde había llovido, sin embargo, no lograban saciar la sed. Pero no sirvió de nada esta amarga lección, pues ni por ello ustedes acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.

»Les envié vientos calientes del desierto, también plagas y langostas que acabaron con sus verduras, viñedos, higueras y olivares. Pero no sirvió de nada, pues tampoco por ello ustedes acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.

10 »Les envié plagas como las enviadas sobre Egipto. Maté a sus jóvenes en la guerra, junto con sus caballos. El hedor de los cadáveres era tan fuerte que se sentía en todo el país. Pero no sirvió de nada, pues ustedes ni por ello acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.

11 »Les destruí algunas de sus ciudades, como lo hice con Sodoma y Gomorra; las que quedan son sólo como tizones arrebatados del fuego. Pero no sirvió de nada, pues ni siquiera por ello ustedes acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.

12 »Por lo tanto, israelitas, voy a castigarlos fuertemente. Así que prepárense para recibir mi castigo, pues no podrán escapar de él». 13 Pues están tratando con Dios, quien formó las montañas e hizo los vientos y conoce hasta los pensamientos de cada ser humano. Él puede cambiar la mañana en oscuridad y aplastar las montañas debajo de sus pies. Su nombre es el Señor, el Dios Todopoderoso.

Advertencias y lamentos

Con dolor entono esta canción de lamento por ti, Israel:

«La hermosa Israel yace débil y aplastada sobre el suelo, y no se puede levantar. No hay nadie que le brinde su apoyo para que se levante».

Pues Dios el Señor dice: «La ciudad enviará mil hombres a la batalla, pero retornarán con vida sólo cien. Y la ciudad que enviará cien, vivos sólo diez volverán».

El Señor le dice al pueblo de Israel: «¡Acudan a mí y yo protegeré sus vidas! No confíen en los ídolos de Betel, Guilgal o Berseba; pues la gente de Guilgal será llevada al exilio, y a los de Betel les sobrevendrá una gran desgracia».

¡Acudan al Señor y él protegerá sus vidas! Si no lo hacen, él vendrá sobre Israel como fuego y lo consumirá, y ninguno de los ídolos de Betel en los que ustedes tanto confían podrá apagar ese fuego.

¡Cuánto van a sufrir aquellos que convierten la «justicia» en algo amargo como el vinagre y les tiene sin cuidado el derecho de los pobres!

Acudan a Dios, quien creó las Pléyades y el Orión, quien tiene poder incluso para cambiar la oscuridad en mañana, y el día en noche; quien saca el agua del océano y la vierte sobre la tierra como lluvia. ¡Su nombre es el Señor! Él convierte en ruinas las grandes fortalezas y deja en puro escombros las poderosas torres defensivas.

10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos! ¡Cómo desprecian a la gente que dice la verdad! 11 ¡Cómo oprimen ustedes a los pobres y los obligan a entregarles parte de sus cosechas! Por eso serán castigados, de modo que no vivirán en las hermosas casas de piedra que están construyendo, ni tampoco beberán el vino de las abundantes viñas que están plantando.

12 ¡Yo sé que sus crímenes son incontables, que sus injusticias no tienen límite! Ustedes oprimen a la gente honrada, los jueces se venden por dinero y en los tribunales condenan injustamente a los pobres. 13 Por eso, debido a la maldad que existe, el prudente se queda callado.

14 ¡Hagan lo bueno y no lo malo, para que vivan! Sólo así el Señor, Dios Todopoderoso, verdaderamente será su ayudador, como ustedes lo han afirmado. 15 Odien el mal y amen el bien; dejen que reine la justicia en sus tribunales. Quizás así el Señor, Dios Todopoderoso, tenga compasión de los pocos israelitas que quedan.

16 Por lo tanto, el Señor, Dios Todopoderoso, dice esto: «Se escucharán sus llantos en todas las calles y en cada camino. ¡Llamen a los agricultores para que lloren con ustedes! ¡Llamen a las lloronas de oficio, para que les reciten lamentos! 17 Habrá tristeza y llanto en cada viña cuando yo llegue para castigarlos, pues ellas quedarán resecas». Lo ha dicho el Señor.

18 ¡Cuánto van a sufrir aquéllos que anhelan que llegue el día de juicio del Señor! ¡Pues ese día no será de fiesta y prosperidad como ustedes se lo imaginan, sino de tristeza y ruina! 19 En aquel día serán como un hombre que al huir de un león, se topa de frente con un oso; o como un hombre que en una habitación oscura se apoya en una pared y lo muerde una víbora. 20 Sí, ese será un día terrible y de muchas desgracias para ustedes.

21 El Señor dice: «Yo odio las fiestas religiosas con que ustedes pretenden honrarme; para nada me agradan sus homenajes llenos de tanta pompa. 22 No aceptaré sus ofrendas de animales ni de cereales; tampoco miraré el sacrificio ritual de sus novillos gordos que me dan como medio de reconciliación. 23 ¡Fuera con sus cantos de homenaje, pues son un mero ruido a mis oídos! Yo no escucharé su música, no importa cuán hermosa sea.

24 »¡Lo que yo quiero es que la justicia y la honradez estén presentes en todas sus acciones, que fluyan entre ustedes como las aguas de un río y, que sean virtudes tan fuertes como las aguas de un torrente profundo!

25 »Israelitas, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios rituales y ofrendas durante los cuarenta años que anduvieron por el desierto? 26 En cambio, sí cargan ustedes con esas imágenes de Sicut, al que consideraban su rey, y de Quiyún, al que llamaban su estrella protectora. ¡Si sólo son estatuillas que ustedes mismos se fabricaron! 27 Por eso, los voy a mandar a ustedes fuera de su tierra, a un lugar más allá de Damasco». Lo ha dicho el Señor, cuyo nombre es Dios Todopoderoso.

¡Cuánto van a sufrir aquellos que viven tan tranquilos en Jerusalén! ¡Cuánto van a sufrir aquéllos que viven tan seguros en Samaria! ¡Cuánto van a sufrir aquellos que se creen los más importantes del país, a quienes acuden los israelitas en busca de ayuda! Vayan de visitan a Calné y vean lo que sucedió allí; luego vayan a la gran Jamat y también a Gat, en la tierra de los filisteos. En un tiempo fueron mejores y mayores que ustedes, pero mírenlas en lo que han quedado convertidas ahora. Ustedes creen que pueden evitar el castigo que les he preparado, pero, al contrario, con sus malos hechos la están acercando. A ustedes sólo les interesa dormir sobre camas lujosas, recostarse sobre sofás muy cómodos y comer en sus fiestas corderos y terneros de la mejor calidad. Les gusta cantar en fiestas alegres acompañados del arpa y dársela de ser tan buenos músicos como lo fue el rey David. Les encanta beber vino en grandes cantidades y perfumarse con ungüentos aromáticos, pero no les importa el estado desastroso del país. Por eso, ustedes serán los primeros en ser llevados como esclavos a otro país, y ya no podrán disfrutar más de sus fiestas placenteras.

El Señor, el Dios Todopoderoso, ha jurado por su propia gran fama: «¡Yo desprecio el orgullo y la vanidad de Israel, y odio sus hermosos palacios! Por eso entregaré esta ciudad a sus enemigos; sí, la entregaré con todo lo que hay en ella».

Acontecerá en ese día que si en una casa había diez hombres, ninguno de ellos quedará con vida. 10 Y cuando algún familiar llegue a la casa para sacar los cadáveres y le pregunte a otro pariente que esté allí: «¿Queda aún algún cadáver?». Este le responderá: «No». Entonces el primero le dirá: «¡No digas más nada, no sea que pronuncies el nombre del Señor y nos suceda algo peor también a nosotros!».

11 Pues el Señor ha mandado que las casas, tanto grandes como pequeñas, sean destruidas por completo.

12 ¿Pueden acaso los caballos galopar sobre las rocas? ¿Pueden acaso los bueyes arar en el mar? Resulta necio preguntarlo, pero no más necio que aquello que ustedes hacen cuando desprecian la justicia y echan a perder todo lo que es bueno y correcto. 13 ¡Ustedes hacen gran alboroto por alguna conquista insignificante, y por ello creen que son muy poderosos e invencibles!

14 «Por eso, israelitas, yo traeré contra ustedes una nación que se apoderará de su país, desde Lebó Jamat hasta el arroyo de Arabá, y que los oprimirá sin compasión». Lo ha dicho el Señor, el Dios Todopoderoso.

Tres visiones

Esto es lo que Dios el Señor me mostró en una visión: Él estaba preparando un vasto enjambre de langostas para destruir toda la cosecha que le pertenecía al pueblo. La primera cosecha, que era para el rey, ya se la habían entregado a él. En la visión contemplaba cómo las langostas estaban acabando con todos los cultivos. Entonces dije:

―¡Señor mi Dios, te ruego que perdones a tu pueblo! ¡No les envíes esta plaga! Si tú te vuelves contra Israel, ¿qué esperanza queda? ¡Pues Israel es tan pequeño y débil y después de esta plaga les irá peor!

Por eso el Señor cambió de idea, y me dijo:

―Muy bien, no haré esto.

Luego Dios el Señor me mostró un gran incendio que él había preparado para castigar a los israelitas. Era tan violento que había ya secado las aguas y estaba secando toda la tierra. Entonces yo dije:

―¡Señor mi Dios, te ruego que no lo hagas! Si tú te vuelves contra Israel, ¿qué esperanza queda? ¡Pues Israel es tan pequeño y débil!

Entonces el Señor cambió de idea, y me dijo:

―Muy bien, tampoco voy a hacer eso.

Luego me mostró esto: El Señor estaba parado al lado de una pared y tenía en su mano una plomada, de las que usan los albañiles para comprobar si una pared está recta. Y el Señor me preguntó:

―Amós, ¿qué ves?

Yo respondí:

―Una plomada de albañil.

Entonces el Señor contestó:

―Yo probaré a mi pueblo con una plomada. Ya no me apartaré de mi propósito de castigarlo, le daré lo que se merece por sus actos de maldad. Derribaré los altares y los templos de los ídolos que se ha hecho Israel, y también mataré con espada a la familia del rey Jeroboán.

Amasías contra Amós

10 Pero cuando Amasías, el sacerdote de Betel, oyó lo que Amós estaba anunciando, envió rápidamente un mensajero al rey Jeroboán con este mensaje: «Amós está incitando a los israelitas a que se rebelen contra usted. No podemos permitir que siga hablando con la gente del pueblo. 11 Él dice que usted morirá en una batalla y que los israelitas serán llevados como esclavos a un país lejano».

12 Luego Amasías le dijo a Amós:

―¡Sal de aquí, hombre de visiones! ¡Huye a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allá! 13 ¡No nos molestes aquí con tus visiones! Aquí en Betel está el principal templo del reino, y es donde el rey viene a adorar. ¡Así que no prediques más en esta ciudad!

14 Pero Amós contestó:

―Yo no soy realmente uno de los profetas oficiales. Yo no desciendo de una familia de profetas. Soy tan sólo un pastor de ovejas y recolector de higos silvestres. 15 Pero fue el Señor quien me sacó de mi ocupación de cuidar los rebaños y me dijo: “Anda y profetiza a mi pueblo Israel lo que yo te comunicaré”. 16 Ahora, pues, escucha este mensaje para ti, de parte del Señor. Tú dices: “No profetices contra los israelitas, pues son los descendientes de Isaac”. 17 Por eso, el Señor te dice: “Escucha lo que se te viene encima: Tu esposa se convertirá en una prostituta en esta ciudad, tus hijos e hijas serán muertos en una batalla y tu tierra será repartida entre tus enemigos. Tú mismo morirás en una tierra pagana, y el pueblo de Israel será llevado como esclavo a un país extraño, muy lejos de aquí”.

Cuarta visión y advertencias

Luego Dios el Señor me mostró en una visión una canasta llena de fruta madura, y me preguntó:

―¿Qué ves, Amós?

Yo le contesté:

―Una canasta llena de fruta madura.

Luego el Señor me dijo:

―Esta fruta representa a mi pueblo Israel, pues ya está maduro para recibir el castigo que merece; de modo que no voy a perdonarlo más. El día que lo castigue, en el templo se entonarán cantos fúnebres en vez de alabanzas alegres. Serán tantos los muertos que habrá cadáveres por todas partes, y serán sacados fuera de la ciudad en silencio, con mucha pesadumbre. Lo ha dicho Dios el Señor.

Escuchen, ustedes, comerciantes que explotan a los pobres y ustedes, terratenientes que causan la ruina de los necesitados arrebatándoles su tierra. Ustedes que anhelan que el sábado termine y que las fiestas religiosas se acaben, para poder salir y comenzar a estafar de nuevo, usando sus balanzas falseadas y medidas tramposas. Ustedes que hasta se atreven a vender los deshechos del trigo. Ustedes que son capaces de comprar como esclavos a los pobres por unas cuantas monedas, o por un par de sandalias. El Señor, que es el orgullo de Israel, ha jurado: «¡Yo no olvidaré jamás sus malas acciones!». ¡Hasta la tierra se estremecerá de horror al ver las consecuencias de mi castigo, y sus habitantes llorarán de dolor! La tierra subirá como lo hace el río Nilo en el tiempo de la inundación, se agitará y bajará de nuevo. En aquel tiempo yo haré que el sol se oculte al mediodía, y oscureceré la tierra cuando todavía sea de día. Lo ha dicho Dios el Señor.

10 Y yo transformaré sus fiestas alegres en velorios tristes, y sus cantos de gozo en gritos de desesperación. Haré que ese día se pongan ropa de luto y se rapen la cabeza en señal de dolor y vergüenza. Ese día habrá tanto llanto y amargura como cuando se muere un hijo único.

11 El tiempo viene, dice Dios el Señor, cuando yo enviaré hambre sobre la tierra, pero no hambre de pan o sed de agua, sino de oír y seguir las instrucciones del Señor. 12 Los hombres irán de un mar a otro, atravesarán la tierra de norte a sur buscando conocer las instrucciones del Señor, pero no las encontrarán.

13 Ese día, las muchachas hermosas y los jóvenes valientes desmayarán de sed. 14 Y los que ofrecen homenajes a los ídolos de Samaria, Dan y Berseba caerán para nunca más levantarse.

Quinta visión

Vi al Señor parado al lado del altar del templo de Jerusalén, y dijo: «Destrocen los capiteles de las columnas y sacudan el templo hasta que las columnas se desmoronen y el techo se desplome sobre la gente. Si alguno queda vivo en esa ocasión, entonces haré que muera en la guerra. ¡Ninguno logrará escapar con vida! Aunque hagan un hueco y traten de bajar a lo más profundo de la tierra, hasta allí iré a buscarlos y los sacaré para darles su merecido; aunque pudieran subir al cielo intentando escapar, yo los haría descender para darles el castigo que se merecen.

»Aunque se escondan entre las rocas en la cima del monte Carmelo, yo los buscaré allá y los capturaré. Aunque se escondan en el fondo del océano, yo enviaré la serpiente marina tras ellos para morderlos y destruirlos. Aunque sus enemigos se los lleven como esclavos a un país muy lejano, hasta allá haré que mueran atravesados por la espada. Yo me aseguraré de que reciban mal y no bien».

Dios, el Señor Todopoderoso, toca la tierra y esta se derrite ante lo intenso de su cólera; la hace subir y bajar como si fuera el río Nilo, como ocurre en un terremoto. Por eso, lloran todos los habitantes de la tierra.

El Señor construyó su palacio en el cielo, y ha puesto sus cimientos en la tierra. Él llama a las aguas del mar y las derraman como lluvia sobre la tierra. Su nombre es el Señor.

El Señor ha dicho: «Israelitas, ¿acaso no son ustedes para mí iguales que los cursitas? ¿Acaso yo, que los saqué a ustedes de Egipto, no he hecho lo mismo con otros pueblos también? Yo saqué de Creta a los filisteos y de Quir a los sirios. Lo ha dicho el Señor.

»Mis ojos están observando a Israel, esa nación tan inclinada a la maldad; por lo que veo, exterminaré a sus habitantes, los descendientes de Jacob; aunque dejaré a algunos de ellos con vida. Lo ha dicho el Señor.

»Pues yo he mandado que Israel sea zarandeado por las otras naciones, como se zarandea el trigo en una criba, sin que un solo grano caiga a tierra. 10 En cambio, sí morirán en batalla todos estos malvados que dicen: “Dios no nos tocará; ninguna desgracia tendremos que sufrir nosotros”.

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