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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Salmos 69:22-89:13

22 Que su banquete se convierta en trampa, y su seguridad en lazo. 23 Que caigan sobre ellos tinieblas, ceguera y extrema debilidad. 24 Derrama sobre ellos tu furia y consúmelos con la fiereza de tu ira. 25 Que sus hogares queden desolados y sus tiendas de campaña abandonadas. 26 Porque persiguen al que tú has angustiado y se burlan del dolor de aquel que tú has herido. 27 Amontona sus pecados y no les des tu salvación. 28 Que estos hombres sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos entre los justos. 29 Pero a mí, oh Dios, rescátame con tu salvación de mi pobreza y dolor.

30 ¡Entonces alabaré el nombre de Dios con mi cántico! Mi gratitud será su alabanza, 31 que le agradará más que si le sacrificara un toro o buey con sus cuernos y sus pezuñas. 32 Los humildes verán a su Dios manifestándose en su favor. Con razón se alegrarán. Cuantos buscan a Dios vivirán en gozo. 33 Porque el Señor escucha el clamor de sus necesitados, y no desdeña a sus cautivos.

34 ¡Alábenlo los cielos y la tierra! Alábenlo todos los mares y cuanto en ellos hay. 35 Porque Dios salvará a Sion; él reconstruirá las ciudades de Judá, su pueblo habitará en ellas y no será desposeída. 36 Sus hijos heredarán la tierra. Todos cuantos aman su nombre vivirán allí seguros.

Al director musical. Petición de David.

70 ¡Líbrame, oh Dios! ¡Señor, apresúrate, acude en mi auxilio! Que sean humillados y confundidos los que procuran matarme. Que retrocedan avergonzados los que desean mi mal. Que se horroricen de vergüenza por haberse burlado de mí. Pero a los seguidores de Dios, llénalos de gozo. Exclamen quienes aman su salvación: «¡Qué admirable Dios!». Pero yo soy pobre y estoy necesitado. Apresúrate a socorrerme, pues sólo tú puedes ayudarme y salvarme. Oh Señor, no tardes.

71 ¡Señor, tú eres mi refugio: jamás me dejes quedar en vergüenza! ¡No me abandones! Sálvame de mis enemigos, porque tú eres justo. ¡Líbrame! Inclina tu oído, escucha mi plegaria y sálvame. Sé tú mi roca protectora, que siempre me acoge. Ordena que me salven, porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Rescátame, Dios mío, del poder de los malvados, de manos de los crueles. Oh Señor, sólo tú eres mi esperanza; en ti he confiado desde mi niñez. Sí, tú me has acompañado desde que nací; desde el vientre de mi madre me has cuidado. ¡Razón tengo para estar alabándote siempre! Mi vida es un ejemplo para muchos, porque tú has sido mi fuerza y mi protección. Por eso no puedo dejar de alabarte; todo el día te alabaré y te honraré.

Y ahora, en mi vejez, no me eches a un lado. No me abandones ahora que las fuerzas me faltan. 10 Mis enemigos murmuran contra mí; todos ellos se juntan y hacen planes para matarme. 11 «Y dicen: ¡Dios lo ha abandonado! Ahora le echaremos mano. No hay quien lo ayude». 12 ¡Oh Dios, no te quedes lejos! ¡Ven pronto! ¡Ayúdame! 13 Destruye y avergüenza a todos los que me acusan. Que se cubran de humillación y deshonra todos aquellos que quieren hacerme daño. 14 Seguiré esperando que me ayudes. Te alabo más y más. 15 A todos les contaré de tu justicia, y todo el día les hablaré de tu poder salvador. Aunque has hecho tanto por mí que no lo puedo entender. 16 Soberano Señor, alabaré tus poderosas obras. A todos les contaré que sólo tú eres justo y bueno. 17 Oh Dios, tú me has enseñado desde mi más tierna niñez, y yo constantemente he dado a otros testimonio de las maravillosas obras que haces. 18 Y ahora que estoy viejo y canoso, no me abandones, oh Dios. Déjame contarle a esta nueva generación, y a los que vienen después de mí, de todos tus poderosos milagros. 19 Oh Dios, tú has hecho grandes cosas, tu justicia llega a la alturas. ¿Quién como tú, oh Dios? 20 Me has dejado pasar por muchos problemas. Pero me traerás de nuevo a la vida, sacándome de las profundidades de la tierra. 21 Me darás más honra que antes, y nuevamente te volverás y me consolarás.

22 Te alabaré con música de arpa, contando de tu fidelidad en cumplir cuanto prometes, oh Dios. Te cantaré con lira, oh Santo de Israel. 23 Con gritos de júbilo y cánticos te alabaré por haberme redimido. 24 Todo el día contaré de tus obras de justicia, pues cuantos procuraron dañarme han sido humillados y deshonrados.

De Salomón.

72 Oh Dios, concede tu justicia al rey, y rectitud al hijo del rey. Ayúdale a juzgar a tu pueblo con rectitud, y tratar a los pobres con justicia. Que los montes y las colinas florezcan de prosperidad porque el rey hace lo que es justo. Ayúdalo a defender al pobre, a rescatar a los hijos de los necesitados, y a quebrantar a sus opresores. Que él viva mientras el sol brille y la luna permanezca en el cielo. ¡Sí, eternamente!

Que su reino traiga vida como las lluvias de primavera, como aguaceros que riegan la tierra. Que los rectos florezcan durante su reinado, que haya gran prosperidad hasta el fin del tiempo. Reine él de mar a mar, y desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra. Los nómadas del desierto se inclinarán ante él; sus enemigos caerán con el rostro en la tierra. 10 Los reyes de Tarsis y de las costas remotas, le darán tributo. Los reyes de Sabá y Seba, todos traerán sus obsequios. 11 Sí, los reyes de todas partes. ¡Todos se inclinarán ante él! Todos le servirán!

12 Él librará al pobre cuando clame a él; él ayudará al oprimido porque ellos no tienen a nadie que los defienda. 13 Él se apiadará del débil y del necesitado, y los rescatará. 14 Los salvará de la opresión y la violencia; porque sus vidas son muy valiosas para él.

15 ¡Viva el rey! Que le den el oro de Sabá. Que el pueblo ore por él sin cesar, y que todos los días lo bendigan. 16 Que haya abundantes cosechas por toda la tierra, aun en las cumbres de los montes. Que los árboles frutales den fruto como lo hacen en el Líbano; que el fruto brote como la hierba en el campo. 17 Que su nombre perdure para siempre, y continúe mientras el sol brille. Que todos sean en él bendecidos; que todas las naciones lo alaben.

18 Bendito sea Dios, el Señor, el Dios de Israel; el único que hace maravillas. 19 Bendito sea su glorioso nombre para siempre. ¡Que toda la tierra esté llena de su gloria! ¡Amén y amén!

20 Aquí terminan la oraciones de David, hijo de Isaí.

Salmo de Asaf.

73 ¡Qué bueno es Dios para con Israel, para con los de corazón puro! En cuanto a mí, ¡qué cerca estuve del borde del precipicio! Ya mis pies resbalaban y estaba a punto de despeñarme. Porque yo envidiaba la prosperidad de los orgullosos y malvados. Ellos parece que viven una vida sin problemas; sus cuerpos son fuertes y saludables. No se ven angustiados como toda la gente o cargados de problemas como los demás, y por eso lucen su orgullo como collar de piedras preciosas, y sus ropas están tejidas de crueldad. Esos ricachones tienen cuanto su corazón anhela. Se burlan y hablan sólo de maldad; en su orgullo buscan acabar con los demás. Se jactan contra el cielo mismo, y sus palabras recorren orgullosas la tierra.

10 Y así, el pueblo de Dios está desanimado y confuso, bebiéndose sus propias palabras. 11 Preguntan: «¿Se dará cuenta Dios de lo que pasa? ¿Entiende el Altísimo lo que está pasando?». 12 ¡Miren a esos arrogantes; ni siquiera se molestan en alzar un dedo y se multiplican sus riquezas!

13 ¿De qué me sirvió mantener mi corazón limpio y cuidarme de no hacer maldad? 14 Lo que recibo todo el día son problemas, y cada amanecer me trae dolor. 15 Si en verdad hubiera yo hablado así, habría sido traidor a tu pueblo. 16 Pero qué difícil es entender eso: la prosperidad de los malvados. 17 Y un día entré a meditar en el santuario de Dios, y estuve pensando en el futuro de esos malvados. 18 ¡En verdad, los has puesto en un camino resbaladizo y los empujarás por el borde del abismo y caerán en su destrucción. 19 En un instante serán destruidos, consumidos por el terror. 20 Un sueño no más es toda su vida presente, que se olvida al despertar. Cuando tú te levantes, Señor, los desecharás de esta vida.

21 Entonces me di cuenta de lo amargado y lastimado que estaba por todo lo que había visto. 22 Vi lo necio e ignorante que era; a ti, Dios, debo de parecerte una bestia. 23 Pero yo siempre estoy contigo, pues tú sostienes mi mano derecha. 24 Seguirás guiándome toda mi vida con tu sabiduría y consejo; y después me recibirás en la gloria. 25 ¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Y en la tierra nada deseo fuera de ti. 26 La salud me puede fallar, mi espíritu puede debilitarse, ¡pero Dios permanece! ¡Él es la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre!

27 Pero quienes rehúsan adorar a Dios perecerán, porque él destruye a los que sirven a otros dioses.

28 En cuanto a mí, me acerco a él lo más que puedo. He elegido al Dios soberano como mi refugio, y a todos contaré las maravillas que él hace.

Masquil de Asaf.

74 Oh Dios, ¿por qué nos has desechado para siempre? ¿Por qué arde tu ira contra nosotros, ovejas de tu prado? Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sion, que es donde tú habitas.

Marcha por entre las espantosas ruinas de la ciudad, y contempla lo que ha hecho el enemigo a tu santuario. Allí lanzaron su grito de batalla y plantaron sus banderas en señal de victoria. Despedazaron la entrada como si fueran leñadores en un bosque. Destrozaron los adornos de madera con sus hachas y martillos. Prendieron fuego al santuario y lo arrasaron; insultaron escandalosamente el lugar que lleva tu nombre. «Destruyamos todo», dijeron, y recorrieron todo el país quemando los sitios en donde te adoramos.

No quedan señales de que tú nos salvarás. Ya no hay profetas. ¿Y quién puede decir cuándo terminará todo esto? 10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, permitirás que tus enemigos se burlen de ti? ¿Les permitirás que insulten tu nombre por siempre? 11 ¿Por qué detienes tu poderosa mano derecha? Dales con tu puño el golpe definitivo.

12 Desde los tiempos pasados, oh Dios, tú eres mi rey; tú traes salvación sobre la tierra. 13-14 Con tu fuerza dividiste el Mar Rojo; ¡aplastaste las cabezas del dios marino! ¡Lo entregaste como alimento a las tribus del desierto! 15 Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes. 16 Por igual te pertenecen el día y la noche; tú hiciste la luz de las estrellas y el sol. 17 La naturaleza entera está en tus manos; tú haces también el verano y el invierno. 18 Recuerda, Señor, que tu enemigo se burla, y que un pueblo insensato ofende tu nombre.

19 Oh, Señor, ¡sálvame! Protege de los gavilanes a tu tórtola. Salva de estas bestias a tu pueblo amado. 20 ¡Acuérdate de tu promesa! La tierra está llena de oscuridad y de hombres crueles. 21 Oh, Señor, no dejes que tu pisoteado pueblo sea continuamente injuriado. Da motivo para que estos pobres y menesterosos alaben tu nombre. 22 Álzate, oh Dios, y plantea tu causa delante de tus enemigos. Recuerda los insultos que estos rebeldes han lanzado contra ti el día entero. 23 No disimules las maldiciones de estos enemigos tuyos; ellas se vuelven cada vez más clamorosas.

Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico.

75 ¡Qué agradecidos te estamos, Señor! Te damos gracias porque tú estás cerca. Todas las personas hablan de tus poderosas obras.

Dios dice: «Cuando yo lo decida, juzgaré al malvado. Cuando la tierra tiemble y todos sus habitantes vivan agitados, sus columnas estarán firmes porque yo soy quien las sostiene».

¡Advertí a los orgullosos que dejaran su arrogancia! Dije a los malvados que no fueran soberbios. Que no levantaran su puño desafiando a los cielos o que hablaran con orgullo. Porque nadie en la tierra, desde el este hasta el oeste ni aun en el desierto, puede enaltecer a nadie; sino sólo Dios es el que juzga: a unos humilla y a otros enaltece. En la mano del Señor hay una copa de espumante vino mezclado con especias; cuando él lo derrame, todos los malvados tendrán que beberlo hasta la suciedad del fondo. En cuanto a mí, eternamente proclamaré las alabanzas del Dios de Jacob. 10 Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos.

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.

76 Dios es conocido en Judá, grande es su nombre en Israel. En Salén se halla su santuario, en Sion está su morada. Allí destroza él las flechas, los escudos, las espadas y todas las armas de los enemigos.

¡Los montes eternos no pueden comparar su gloria con la tuya! Vencidos están los más poderosos de nuestros enemigos. Están recostados ante nosotros en el sueño de la muerte; ni uno de ellos puede alzar su mano contra nosotros. Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, caballos y jinetes quedaron inmóviles. ¿Quién puede estar ante ti cuando se enciende tu enojo? Desde el cielo pronuncias sobre ellos la sentencia; tiembla la tierra y silenciosa está ante ti. Te levantas para castigar a los malhechores, oh Dios, y para rescatar a los pobres de la tierra. 10 La enemistad de los hombres sólo hace que tu gloria se note más; porque tú la usas como espada de juicio.

11 Hagan votos al Señor su Dios y cúmplanlos. Traiga cada uno su presente al Dios maravilloso, 12 porque él quebranta el espíritu de los príncipes y es temido por los reyes de la tierra.

Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.

77 Clamo al Señor; para que él me escuche. Cuando estoy en medio de grandes problemas, voy ante el Señor. Paso la noche entera orando, alzando mis manos al cielo, suplicando. Para mí no podrá haber gozo hasta que él se manifieste. Pienso en Dios y me lamento, agotado por el ansia de recibir su ayuda. No me dejas dormir; estoy tan angustiado que no puedo ni orar.

Continuamente pienso en aquellos buenos días pasados, que hace tanto se fueron. Entonces mis noches estaban llenas de cánticos jubilosos. Busco en mi alma y pienso en cómo han cambiado las cosas. ¿Me ha rechazado para siempre el Señor? ¿Nunca más me mostrará su buena voluntad? ¿Se habrá acabado para siempre su gran amor? ¿Fallaron para siempre sus promesas? ¿Ha olvidado mostrarse bondadoso? ¿Ha cerrado la puerta de su amor? 10 Y yo dije: «Este es mi destino: que las bendiciones del Altísimo se hayan cambiado a odio». 11 Recuerdo todo lo que tú has hecho, Señor; me pongo a recordar las maravillosas obras que tú hiciste hace mucho tiempo. 12 Aquellos hechos maravillosos están en mis pensamientos. No puedo dejar de pensar en ellos.

13 ¡Oh Dios, santos son tus caminos! ¿Dónde hay otro tan poderoso como tú? 14 Tú eres el Dios de los milagros y maravillas. Tú muestras tu grandioso poder entre las naciones.

15 Con tu poder nos redimiste a nosotros, tu pueblo, hijos de Jacob y de José. 16 Al verte, ¡cómo se atemorizó el Mar Rojo! ¡Tembló hasta lo más profundo! 17 Las nubes derramaron su lluvia; estallaron los truenos en el cielo. Centelleó tu relámpago. 18 Resonó el trueno en el torbellino; el relámpago iluminó al mundo. La tierra tembló y se estremeció.

19 Tu camino iba por una senda que cruzaba el mar, que atravesaba las poderosas aguas; una senda de la cual nadie sabía. 20 Por ese camino llevaste a tu pueblo como a un rebaño de ovejas que tenían por pastores a Moisés y a Aarón.

Masquil de Asaf.

78 ¡Pueblo mío, oye mis enseñanzas!

Abre tus oídos a lo que digo. Porque te hablaré en parábolas; te enseñaré lecciones escondidas en nuestro pasado; cosas que hemos oído y conocido, cosas que nuestros padres nos han contado. No esconderemos estas verdades a nuestros hijos; diremos a la generación venidera de las gloriosas obras del Señor, de su poder y de sus grandes milagros. Porque él dio sus mandatos a Jacob y a Israel sus leyes, y ordenó a nuestros padres que las enseñaran a sus hijos, para que estos a su vez las enseñaran a sus hijos, aun a los que estaban por nacer. De este modo, sus leyes se transmiten de generación en generación. Así, cada generación ha podido obedecer sus leyes y poner nuevamente su esperanza en Dios y no olvidarse de sus gloriosos milagros. No tenían que ser como sus padres: tercos, rebeldes, infieles, que no quieren entregarle a Dios su corazón.

Los guerreros de Efraín, aunque bien armados, volvieron las espaldas y huyeron al llegar el día de la batalla, 10 porque no cumplieron el pacto con Dios y no obedecían sus leyes. 11 Se olvidaron de lo que él había hecho, los admirables milagros que él les había mostrado, 12 de los milagros que hizo a la vista de sus padres en la tierra de Egipto, en la región de Zoán. 13 Porque él abrió el mar ante ellos, y los guio a través del mismo. ¡Como muros a ambos lados de ellos se detuvieron las aguas! 14 Durante el día los guio mediante una nube, y durante la noche mediante una columna de fuego. 15 En el desierto abrió las rocas para suministrarles agua en abundancia, como si brotaran de una fuente. 16 ¡De la roca manaron corrientes que fluyeron como un río! 17 Pero ellos siguieron en su rebeldía, pecando contra el Altísimo en el desierto. 18 Con toda intención pusieron a Dios a prueba, exigiéndole comida a su antojo. 19 Murmuraron contra Dios diciendo: «Dios no puede darnos comida en el desierto, 20 sin embargo cuando golpeó la roca, el agua brotó como ríos, pero no puede darle a su pueblo pan y carne». 21 Cuando el Señor oyó esto, se puso muy furioso y su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel. 22 Porque no creían en Dios ni confiaban en que él cuidaría de ellos. 23 Desde lo alto dio una orden a la nubes, y se abrieron las puertas de los cielos. 24 Hizo llover maná para que se alimentaran. ¡Les dio pan del cielo! 25 ¡Alimento de ángeles comieron! Les dio hasta que se saciaran.

26 Y él llevó el viento oriental y al viento del sur guio con su gran poder. 27 Hizo llover aves abundantes como polvo; nubes de aves como la arena de la playa. 28 Hizo que las aves cayeran en medio de las tiendas. 29 El pueblo comió hasta hartarse. Les dio lo que pedían. 30 Mas apenas habían terminado de comer, aún tenían la carne en la boca, 31 cuando se alzó contra ellos la ira del Señor, y mató a los hombres más fuertes, a los mejores de entre los jóvenes de Israel. 32 Pero aun así el pueblo continuó pecando y rehusó creer en los milagros. 33 Entonces él les acortó la vida y les dio años de terror.

34 Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban, se arrepentían y volvían a Dios. 35 Entonces, recordaron que Dios era su roca; que su redentor era el Dios Altísimo. 36 Pero sólo de boca lo seguían; le mentían con la lengua; 37 lejos andaba su corazón. No cumplían con su pacto. 38 Pero él fue misericordioso; les perdonaba sus pecados y no los destruía. Una y otra vez contuvo su ira. 39 Porque se acordaba que eran simples mortales, que en un momento se desvanecen como un soplo del viento y nunca regresan.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en aquellos años del desierto y le entristecieron el corazón! 41 Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios, y provocaron al Santo de Israel. 42 Se olvidaron de su poder, y de cómo los había librado de sus enemigos; 43 olvidaron sus señales milagrosas en Egipto, sus maravillas en la región de Zoán. 44 Cómo volvió sangre sus ríos y nadie podía beber de sus aguas, 45 y cómo envió enormes nubes de moscas que cubrieron la tierra, y cómo las ranas llenaron todo Egipto.

46 Entregó a los gusanos sus cultivos. Las langostas consumieron sus cosechas. 47 Mediante granizo les destruyó las viñas y sicómoros. 48 Entregó su ganado al granizo y sus rebaños a los rayos. 49 Sobre ellos desató el furor de su ira, derramando dolor y enemistad. Contra ellos mandó un ejército de ángeles destructores. 50 Dio rienda suelta a su ira y no libró la vida de las egipcios, sino que los entregó a plagas. 51 Luego mató al hijo mayor de cada familia egipcia: a cada retoño a lo largo de toda la tierra de Egipto.

52 Pero a su pueblo lo guio como a un rebaño; seguro por el desierto. 53 A salvo los guardó para que no temieran. Pero el mar se precipitó sobre los enemigos de ellos y se los tragó. 54 Él los llevó a la frontera de su tierra santa, a esta tierra de colinas que para ellos él conquistó. 55 Echó a las naciones que ocupaban la tierra, y a cada tribu de Israel le dio una porción de tierra como herencia.

56 Pero aunque hizo todo esto por ellos, continuaron poniendo a prueba la paciencia de Dios; rebelándose contra el Dios Altísimo y negándose a cumplir sus mandatos. 57 Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso! 58 Lo hicieron enojar construyendo altares a otros dioses; con sus ídolos despertaron sus celos.

59 Al ver esto, grande fue la ira de Dios, y él rechazó completamente al pueblo de Israel. 60 Entonces abandonó su tabernáculo que estaba en Siló, en donde había morado entre los hombres, 61 y permitió que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas. 62 Tan furioso estaba contra su propio pueblo, que dejó que los mataran a filo de espada. 63 Sus jóvenes murieron a fuego, y sus doncellas perecieron sin haber alcanzado la edad de cantar sus cánticos nupciales. 64 Sus sacerdotes fueron asesinados y sus viudas murieron sin que pudieran siquiera comenzar su lamento.

65 Entonces se alzó el Señor como si hubiera estado durmiendo, como hombre poderoso que se despierta de un sueño causado por el vino; 66 y derrotó a sus enemigos, y los rechazó, y los envió a eterna vergüenza. 67 Desechó a la familia de José, no escogió a la tribu de Efraín, 68 y eligió a la tribu de Judá, y al monte Sion, que él amaba. 69 Allí edificó su imponente santuario, tan sólido y duradero como la tierra misma. 70 Escogió a su siervo David, y lo llamó de los apriscos de las ovejas; 71 y lo quitó de andar arriando los rebaños para que fuera el pastor de los descendientes de Jacob, pastor de Israel el pueblo de Dios; 72 y él los cuidó con sincero corazón y mano diestra.

Salmo de Asaf.

79 ¡Oh Dios, tu tierra ha sido conquistada por naciones paganas! Tu templo está profanado y Jerusalén es un montón de ruinas. Han dejado los cadáveres de tus siervos como alimento de las aves del cielo; los cuerpos de tus fieles se han convertido en comida para los animales salvajes. Su sangre ha corrido alrededor de Jerusalén como si fuera agua; no ha quedado nadie para que entierren a los muertos. Nuestros vecinos se mofan de nosotros; somos el centro de las burlas de quienes nos rodean.

Señor, ¿hasta cuándo estarás enojado con nosotros? ¿Para siempre? ¿Hasta cuándo arderán tus celos como fuego? Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen, sobre los reinos que no claman a tu nombre. Porque ellas han devorado a tu pueblo Israel, dejando su tierra desolada como un desierto. ¡No nos condenes por nuestros antiguos pecados! Que tus tiernas misericordias satisfagan las necesidades nuestras, pues hemos sido abatidos hasta el polvo. ¡Ayúdanos, Dios de nuestra salvación! Por la honra de tu nombre, ¡ayúdanos! ¡Sálvanos y perdona nuestros pecados! Por la honra de tu nombre. 10 ¿Por qué permitir a las naciones paganas que digan burlonas: «¿Dónde está el Dios de ellos?». ¡Muéstranos tu venganza en contra de las naciones que han derramado la sangre de tus siervos! 11 Escucha los suspiros de los prisioneros. Salva a los condenados a muerte, muestra la grandeza de tu poder. 12 Señor, véngate siete veces de nuestros vecinos por las burlas que han lanzado contra ti.

13 Entonces nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu prado, te expresaremos gratitud por los siglos de los siglos, y alabaremos tu grandeza de generación en generación.

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf.

80 Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que reinas sobre los querubines, ¡escucha mi súplica! ¡Muestra tu poder y resplandeciente gloria! ¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!

Restaúranos, oh Dios. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos. Oh Señor, Todopoderoso, ¿hasta cuándo estarás enojado contra nosotros y rechazarás nuestras oraciones? Por comida, nos has dado tristeza; por bebida, nos has dado lágrimas en abundancia, y nos has hecho despreciables para las naciones vecinas. Ellas se ríen.

Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos. Nos trajiste de Egipto como si fuéramos tierna viña, echaste a los paganos de tu tierra y nos plantaste. Limpiaste el terreno para nosotros, echamos raíces y llenamos la tierra. 10 Los montes se cubrieron de nuestra sombra; fuimos como cedros imponentes llenos de ramas, 11 desde el mar Mediterráneo se extendieron nuestras ramas hasta el río Éufrates. 12 ¿Por qué has derribado nuestros muros, para que todo el que pase pueda robar nuestros frutos? 13 El jabalí del bosque nos devora, y los animales salvajes, y las bestias salvajes se alimentan de nosotros.

14 Regresa, te lo suplicamos, oh Dios Todopoderoso, y bendícenos. ¡Mira desde el cielo, contempla nuestra situación y cuida esta viña tuya! 15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti! 16 Porque nuestros enemigos nos han destrozado y quemado. ¡Que perezcan ellos con un solo movimiento de tus ojos! 17 Fortalece al que amas, al hijo elegido por ti, 18 y jamás te volveremos a abandonar. Revívenos para que volvamos a invocar tu nombre.

19 Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Míranos con rostro resplandeciente; sólo entonces seremos salvos.

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de Asaf.

81 ¡El Señor nos fortalece! ¡Entonemos alabanzas! ¡Cantemos al Dios de Israel! Cantemos con el acompañamiento de pandereta; y de la melodiosa lira y el arpa. ¡Hagamos sonar la trompeta! Vayamos a las fiestas sagradas en tiempo de luna llena, en tiempos de luna nueva. Porque así lo mandan las leyes de Israel; es una ley del Dios de Jacob. Él hizo que fuera una orden para Israel, cuando hirió a Egipto para liberarnos. Oí una voz desconocida que decía: «Ahora aliviaré tu hombro de su carga; liberaré tus manos de sus pesadas tareas». Él dijo: «En medio de tu angustia me llamaste y yo te salvé; desde el nubarrón te respondí. En Meribá puse a prueba tu fe, cuando te quejaste por falta de agua. Escúchame, pueblo mío, mientras te doy serias advertencias: ¡Ay Israel, si tan sólo me escucharas! No tendrás ningún dios extranjero, ni te inclinarás ante ningún dios extraño. 10 Yo soy el Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto. ¡Pruébame! Abre bien la boca, y verás si no la lleno. ¡Recibirás toda la bendición que necesites! 11 ¡Pero no, mi pueblo no quiere oír! Israel no me quiere a su lado. 12 Entonces los entregué a su ceguera y necedad, a que vivieran como mejor les pareciera. 13 Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos. 14 ¡Con qué rapidez sometería yo a sus enemigos! ¡Qué pronto caerían mis manos sobre los que están en su contra! 15 Los que odian al Señor se humillarían ante él, su desolación sería eterna. 16 Pero a ti te daría él los más ricos manjares. Te daría miel de la peña hasta dejarte satisfecho».

Salmo de Asaf.

82 Dios está en el tribunal del cielo. Pronuncia sentencia contra los jueces. ¿Hasta cuándo, jueces, tomarán decisiones injustas? ¿Hasta cuándo concederán favores especiales a los malvados? Juzguen rectamente al pobre y al huérfano, y al desvalido y al oprimido háganles justicia. Rescaten de las garras de los malvados al pobre y al necesitado. ¡Pero qué necios e ignorantes son ustedes! Como están en tinieblas, los cimientos de la tierra se estremecen. Yo les he dicho: «Ustedes son dioses e hijos del Altísimo». Mas para la muerte, ustedes no son sino hombres. Caerán como cualquier príncipe, pues todos han de morir.

¡Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra! Todas las naciones te pertenecen.

Cántico. Salmo de Asaf.

83 ¡Oh Dios, no te quedes silencioso e inactivo!

¿No escuchas el tumulto de tus enemigos? ¿No ves lo que hacen estos hombres altivos que te detestan? Llenos de astucia hacen planes contra aquellos a quienes tú amas. Y dicen: «¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!». Como un solo hombre se confabulaban, han hecho un pacto contra ti. Se trata de los ismaelitas, los edomitas, los moabitas y los agarenos; de los pueblos de las tierras de Gebal, Amón, Amalec, Filistea y Tiro. Asiria se ha unido con ellos también, y está aliada con los descendientes de Lot.

Hazles lo que una vez hiciste a Madián, o lo que hiciste a Sísara y Jabín en el río Cisón, 10 y lo que hiciste en Endor, que sus cuerpos se quedaron pudriéndose hasta que fertilizaron la tierra. 11 Haz que sus poderosos nobles mueran como Oreb y Zeb; que mueran todos sus príncipes como Zeba y Zalmuna, 12 quienes dijeron: «Vamos a adueñarnos de estas praderas de Dios».

13 ¡Oh Dios mío, espárcelos con un soplo como a polvo; como paja ante el viento; 14 como incendio en el bosque que ruge por el monte. 15 Persíguelos con tus tormentas, aterrorízalos con tus tempestades. 16 Señor, deshónralos hasta que acepten lo grande de tu nombre. 17 Que sean siempre puestos en vergüenza, que perezcan humillados. 18 Que sepan que tú eres el Señor, que ese es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de los hijos de Coré.

84 ¡Cuán hermoso es el lugar donde tú habitas, oh Señor Todopoderoso! Casi me desmayo pues mi deseo más intenso es entrar en los atrios del Señor; con todo mi ser, alma y cuerpo, alabaré alegremente al Dios viviente. Hasta los gorriones encuentran casa cerca de tus altares; y la golondrina hace allí su nido, para empollar a sus pequeños; oh Señor Todopoderoso, mi rey y mi Dios. ¡Dichosos quienes pueden morar en tu templo y cantar tus alabanzas!

Dichosos quienes son fuertes en el Señor y desean por sobre todo seguir tus pasos. Cuando atraviesen el Valle del Llanto se les convertirá en región de manantiales, donde los estanques se llenen de las lluvias de bendiciones. Continuamente crecerán en fortaleza y cada uno se presentará ante Dios en Sion.

Oh Señor Todopoderoso, escucha mi oración. Escucha, Dios de Israel. Oh Dios, defensor nuestro, ten piedad de aquel que ungiste como rey tuyo.

10 Un sólo día en tu templo es mejor que mil en cualquier otro sitio. Preferiría ser portero del templo de mi Dios que vivir una vida cómoda en palacios de maldad. 11 Porque el Señor es nuestra luz y nuestra protección. Él nos da gracia y gloria. Ningún bien se les negará a quienes hagan lo que es justo.

12 Oh Señor Todopoderoso, son felices los que en ti confían.

Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.

85 Señor, has derramado admirables bendiciones sobre esta tierra. Has renovado el destino y has perdonado los pecados de tu pueblo; has sepultado sus culpas, de modo que tu ira, tu ardiente enojo, ya se ha apagado.

Ahora regresa a nosotros, Dios de nuestra salvación. Haz a un lado tu enojo contra nosotros. ¿O continuarás siempre enojado con nosotros? ¿Tu ira continuará hasta las más lejanas generaciones? ¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti? Señor, muéstranos tu inagotable amor, y concédenos tu salvación.

Estoy atento a cuanto el Señor está diciendo, porque da palabras de paz a su pueblo, a sus fieles. No los dejes regresar a sus caminos de necedad. Ciertamente, su salvación está cerca de quienes lo honran; nuestra tierra estará llena de su gloria.

10 La misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron. 11 La verdad brota de la tierra y la rectitud sonríe desde el cielo.

12 Sí, el Señor derrama sus bendiciones sobre la tierra y esta produce abundantes cosechas. 13 La justicia marcha delante de él para abrir el camino a sus pasos.

Oración de David.

86 Inclínate y escucha mi oración, y respóndeme, porque necesito tu ayuda.

Protégeme pues te soy fiel. Sálvame, porque a ti te sirvo y en ti confío; tú eres mi Dios. Ten piedad, oh Señor, pues en ti espero continuamente. Dame la felicidad, Señor, pues mi vida depende de ti. ¡Oh Señor, qué bueno y perdonador eres; qué gran amor tienes por todos los que te piden ayuda!

Escucha atentamente mi oración, oh Dios. Escucha mi urgente clamor. A ti clamaré cuando me llegue la angustia, y tú me responderás.

Señor, no hay entre dioses paganos un Dios como tú, ni hay milagros como los tuyos. Todas las naciones que has creado vendrán y se inclinarán ante ti, Señor, y alabarán tu grande y santo nombre. 10 Porque tú eres grande y haces grandes maravillas. Sólo tú eres Dios.

11 Enséñame tus caminos, Señor, para que viva de acuerdo a tu verdad. Concédeme un corazón puro para que te honre. 12 Con todo mi corazón te alabaré, oh Señor mi Dios. Daré gloria a tu nombre eternamente, 13 porque tu amor por mí es muy grande. Me has rescatado de las profundidades del sepulcro.

14 Oh Dios, hombres altivos se levantan contra mí; gente violenta procura matarme. Para esa gente tú no significas nada; 15 pero tú, Señor, eres misericordioso y bueno, Dios, lento para enojarte, y lleno de gran amor y verdad. 16 Mírame y ten compasión de mí. Dale fuerzas a este siervo tuyo; sí, sálvame, porque yo soy tu siervo. 17 Dame una muestra de tu amor, para que los que me odian se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y me consuelas.

Salmo de los hijos de Coré. Cántico.

87 Sobre el santo monte está la ciudad fundada por Dios. El Señor ama los portones de Sion más que a todas las casas de Jacob.

De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas. Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: «Este nació en Sion». De Sion se dirá, en efecto: «Este y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido». Cuando el Señor anote en el registro a las naciones, dirá: «Este ha nacido en Sion». Y mientras cantan y bailan, dicen: «En ti se hallan todos mis orígenes».

Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al director musical. Según majalat leannot. Masquil de Hemán el ezraíta.

88 Señor, Dios de mi salvación, día y noche he llorado delante de ti. Escucha ahora mi oración; escucha mi súplica, porque mi vida está llena de problemas, y la muerte se acerca. Me han contado entre los muertos como si fuera uno de ellos; como un hombre fuerte al que ya no le queda más fuerza. Me han dejado para que muera, parezco un cadáver. Me has olvidado y arrebatado de tu cuidado.

Me has arrojado al hoyo más profundo, al más oscuro abismo. Tu enojo es como una pesada carga para mí; como si fuera olas que me hunden. Has hecho que mis amigos me detesten, y ellos se han alejado. Estoy en una trampa y no puedo salir. Los ojos se me nublan de llorar. Cada día te suplico que me ayudes; oh Señor, extiendo mis manos suplicantes pidiendo misericordia.

10 ¿De qué valdrán tus milagros cuando esté yo en el sepulcro? ¿Pueden los muertos levantarse a alabarte? 11 ¿Pueden los que están en el sepulcro hablar de tu gran amor? ¿Pueden hablar en el abismo destructor de tu fidelidad? 12 ¿Pueden las tinieblas hablar de tus milagros? ¿Puede alguien en la tierra del olvido hablar de tu justicia?

13 Oh Señor, a ti clamo y seguiré rogándote día tras día. 14 Señor, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué escondes tu rostro de mi? 15 Desde mi juventud he sido enfermizo y he estado cercano a la muerte. Me has enviado cosas terribles, y ante eso estoy indefenso y desesperado. 16 Tu ira me agota; las cosas terribles que me has enviado me han acabado. 17 Todo el día me rodean como un mar. Me han rodeado por completo. 18 Me has quitado amigos y seres queridos; ahora solo quedan las tinieblas.

Masquil de Etán el ezraíta.

89 Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad. Tu gran amor dura para siempre; tu fidelidad dura tanto como los cielos.

El Señor Dios dice: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo: “Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones”».

Todo el cielo alabará tus milagros, Señor; millares de ángeles te alabarán por tu fidelidad. Porque ¿quién en todo el cielo puede compararse con el Señor? ¿Qué ángel por más poderoso que sea, puede siquiera parecerse al Señor? Los poderes angelicales más altos se quedan temerosos ante Dios; él es más asombroso que ninguno de los que rodea su trono. Oh Señor, Dios Todopoderoso, ¿dónde hay otro tan poderoso como tú? La fidelidad es una de tus cualidades.

Tú mandas a los océanos cuando sus olas se elevan en furiosa tempestad; tú las calmas. 10 Tú eres el que aplasta al gran monstruo marino; dispersas a tus enemigos con tu brazo poderoso. 11 Tuyos son los cielos y la tierra; todo en el mundo es tuyo. Tú lo creaste todo. 12 Tú creaste el norte y el sur. Los montes Tabor y Hermón cantan alegres a tu nombre. 13 Poderoso es tu brazo. Fuerte es tu mano. Tu mano derecha se eleva con gloriosa fortaleza.

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