Bible in 90 Days
Muerte de Saúl
10 Los filisteos atacaron y derrotaron a las tropas israelitas, las cuales se volvieron y huyeron. Pero muchos de ellos fueron masacrados en las laderas del monte Guilboa. 2 Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus tres hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa, y los mataron. 3 La batalla había arreciado alrededor de Saúl, y los arqueros filisteos dispararon y lo dejaron herido. 4 Entonces Saúl le gritó a su escudero: «Pronto, mátame con tu espada antes que estos incircuncisos me tomen prisionero, se burlen de mí y me torturen».
Como el escudero se sentía atemorizado de hacerlo, Saúl tomó su propia espada, se dejó caer sobre ella, y murió. 5 Entonces su escudero, viendo que Saúl estaba muerto, se mató de la misma manera. 6 Así murieron Saúl y sus tres hijos. En un mismo día desapareció toda la familia.
7 Cuando los israelitas que estaban en el valle, al pie de la montaña, supieron que sus tropas habían sido derrotadas y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus pueblos y huyeron. Los filisteos ocuparon esos pueblos y vivieron en ellos.
8 Al día siguiente, los filisteos regresaron para apoderarse de los objetos de valor de los que habían muerto en la batalla, y al hacerlo, encontraron los cuerpos de Saúl y sus hijos, tendidos en el monte Guilboa. 9 Procedieron, pues, a despojar a Saúl de su armadura y le cortaron la cabeza; luego la exhibieron por todas partes del país, y celebraron el portentoso acontecimiento delante de sus ídolos. 10 Pusieron la armadura de Saúl en el santuario de sus dioses, y colgaron la cabeza en el santuario del dios Dagón.
11 Cuando los habitantes de Jabés de Galaad se enteraron de lo que los filisteos habían hecho a Saúl, 12 los hombres valientes fueron y rescataron los cuerpos de Saúl y de sus tres hijos. Los sepultaron debajo de la encina de Jabés, y guardaron luto y ayunaron por siete días.
13 Saúl murió porque se rebeló contra el Señor, pues no estuvo dispuesto a obedecer su palabra. Además, en vez de consultar al Señor, fue a consultar a una adivina. 14 Por eso, el Señor le quitó la vida, y le entregó el reino a David hijo de Isaí.
Proclamación de David como rey de Israel
11 Entonces los dirigentes de Israel fueron a Hebrón a hablar con David y le dijeron: «Nosotros somos tus parientes, 2 y aun cuando Saúl reinaba, tú eras el que guiabas a Israel en la batalla y el que lo traía de regreso victorioso. Y el Señor tu Dios te ha dicho: “Tú serás el pastor de mi pueblo Israel. Tú serás su rey”».
3 Entonces David hizo un pacto con ellos delante del Señor. Luego lo ungieron como rey de Israel, tal como el Señor le había dicho a Samuel.
David conquista Jerusalén
4 David y los dirigentes se fueron a Jerusalén (o Jebús, como era costumbre llamarla) donde vivían los jebuseos, que eran los primeros habitantes de esa tierra. 5 Pero los habitantes de Jebús les negaron la entrada a la ciudad, por cuyo motivo David capturó la fortaleza de Sion, que más tarde se llamó Ciudad de David. 6 Antes David les había dicho a sus soldados: «¡El primero que mate a un jebuseo será la cabeza y jefe!».
Joab hijo de Sarvia fue el primero, por lo cual David lo nombró jefe. 7 David se trasladó a vivir a la fortaleza, y por este motivo aquel sector de Jerusalén es conocido como «Ciudad de David». 8 Extendió la ciudad hacia fuera, alrededor de la fortaleza, mientras Joab reconstruía la parte restante de Jerusalén. 9 Y David adquiría más y más fama, porque el Señor Todopoderoso estaba con él.
Jefes del ejército de David
10 Estos son algunos de los más bravos guerreros de David (los que también estimularon a los dirigentes de Israel a hacer de David su rey, tal como el Señor había dicho que ocurriría).
11 Yasobeán hijo de Jacmoní, era el líder de los treinta, que eran los más valientes que tenía David. En una ocasión Yasobeán mató a trescientos hombres con su lanza.
12 El segundo de los tres era Eleazar hijo de Dodó, el ajojita. 13 Eleazar estuvo con David en la batalla contra los filisteos en Pasdamín. Y cuando el ejército comenzó a huir por el campo de cebada, que había allí, 14 Eleazar se plantó firme en medio del campo, lo defendió y derrotó a los filisteos. Fue así como el Señor los libró, dándoles una gran victoria.
15 En otra ocasión, tres de los treinta fueron a la cueva de Adulán, donde David estaba escondido. Los filisteos habían acampado en el valle de Refayin, 16 mientras David se encontraba en la fortaleza, cuando una avanzada de los filisteos había ocupado Belén. 17 David quería beber agua del pozo de Belén, que estaba junto a la puerta de la ciudad, y tan pronto como lo dio a conocer a sus hombres, 18-19 estos tres valientes se abrieron paso a través del campamento filisteo, sacaron agua del pozo y se la trajeron a David. Pero este rehusó beberla, y la derramó como una ofrenda al Señor y exclamó: «¡Que Dios me libre de beber esta agua! ¡Si la bebo, sería como beberme la sangre de estos hombres que arriesgaron su vida por complacerme!».
20 Abisay, hermano de Joab, era jefe de los treinta. Se había ganado ese lugar entre los treinta, porque en cierta ocasión mató a trescientos hombres con su lanza. 21 Aunque fue el principal y el más famoso de los treinta, no era tan valeroso como los tres jefes principales.
22 Benaías hijo de Joyadá era un bravo guerrero de Cabsel, que mató a los dos famosos gigantes de Moab. En otra ocasión, en que estaba nevando, mató un león que estaba en una cisterna. 23 En otra ocasión, mató a un egipcio que medía unos dos metros y medio, y tenía una lanza del tamaño de un rodillo de telar. Pero Benaías, que tan solo contaba con una vara, avanzó hacia él, le arrebató la lanza y lo mató con ella. 24-25 Su grandeza se compara a la de los tres, aunque no fue uno de ellos, pero gozaba de mucha fama entre los treinta. David lo designó capitán de su guardia personal.
26-47 Otros guerreros famosos fueron:
Asael, hermano de Joab; Eljanán, hijo de Dodó, de Belén; Samot, el harorita; Heles, el pelonita; Irá hijo de Iqués, de Tecoa; Abiezer, de Anatot; Sibecay el jusatita; Ilay el ajojita; Maray el netofatita; Jéled hijo de Baná el netofatita; Itay hijo de Ribay, de Guibeá de los benjaminitas; Benaías el piratonita; Juray, procedente de las inmediaciones del arroyo de Gaas; Abiel, procedente de Arbat; Azmávet el bajurinita; Elijaba el salbonita; los hijos de Jasén el guizonita; Jonatán hijo de Sague el ararita; Ahían hijo de Sacar, también ararita; Elifal hijo de Ur; Héfer el mequeratita; Ahías el pelonita; Jezró, de Carmel; Naray hijo de Ezbay; Joel, hermano de Natán; Mibar hijo de Hagrí; Sélec, procedente de Amón; Najaray el berotita, el cual era escudero del general Joab hijo de Sarvia; Irá el itrita; Gareb, también itrita; Urías el hitita; Zabad hijo de Ajlay; Adiná hijo de Sizá, de la tribu de Rubén; ocupaba un lugar entre los treinta y era jefe de esta tribu; Janán hijo de Macá; Josafat el mitnita; Uzías el astarotita; Sama y Jehiel, hijos de Jotán el aroerita; Jediael hijo de Simri; Yojá, su hermano, el tizita; Eliel el majavita; Jerebay y Josavía, hijos de Elnán; Itmá el moabita; Eliel, Obed y Jasiel, de Sobá.
Guerreros que se unieron a David
12 A continuación están los nombres de los guerreros famosos que se unieron a David en Siclag, mientras andaba ocultándose del rey Saúl hijo de Quis. 2 Todos eran expertos como arqueros y en el manejo de la honda y usaban su mano izquierda y derecha con la misma agilidad. Todos eran de la tribu de Benjamín, igual que el rey Saúl.
3-7 El jefe era Ajiezer y Joás hijos de Semá, de Guibeá.
Los otros eran: Jeziel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot; Ismaías, de Gabaón, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad, de Guederá; Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; Elcaná, Isías, Azareel, Joezer y Yasobeán (todos coreítas); Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, procedentes de Guedor.
8-14 Grandes y bravos guerreros de la tribu de Gad se unieron también a David en el desierto. Eran expertos en el uso del escudo y de la lanza. Eran hombres tan feroces como los leones, y tan veloces como los venados. Esta es la lista de ellos: Ezer, el jefe; Abdías, el segundo en mando; Eliab, tercero en mando; Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. Estos hombres eran oficiales del ejército; el más débil valía por una tropa normal de cien soldados, y el más fuerte valía por mil.
15-16 Atravesaron el río Jordán, en el mes primero, que es cuando el río se desborda, e hicieron huir a todos los habitantes de los valles hacia el este y al oeste. También otros guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá fueron a ver a David, cuando se hallaba en la fortaleza, y se le unieron. 17 David salió al encuentro de ellos, y les dijo:
―Si ustedes han venido a ayudarme, somos amigos; pero si han venido a traicionarme y a entregarme a mis enemigos, siendo yo inocente, entonces que el Dios de nuestros padres sea el que los juzgue.
18 Entonces el Espíritu vino sobre Amasay, dirigente de los treinta, y por eso este respondió:
«¡Somos tuyos, David!
¡Estamos a tu lado, hijo de Isaí!
¡Paz, paz para ti,
paz para todos los que te apoyan;
porque tu Dios está contigo!».
Por consiguiente, David los recibió y permitió que se unieran a él, y los nombró jefes de su ejército.
19-22 También algunos guerreros de la tribu de Manasés desertaron y se unieron a David, justamente cuando él, con los filisteos, se dirigía a pelear contra el rey Saúl. Entretanto, los príncipes filisteos se opusieron a que David y sus hombres fueran con ellos. Después de mucha deliberación los enviaron de regreso, por cuanto tenían desconfianza de que David y sus hombres desertaran y fueran a unirse a las filas del rey Saúl. Los siguientes son los guerreros de la tribu de Manasés que desertaron y se unieron a David cuando este se dirigía a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay. Cada uno de ellos era oficial de alto rango de las tropas de Manasés, pues estaban a cargo de mil soldados. Eran guerreros bravos y capacitados, y ayudaban a David a combatir a sus enemigos. Más y más hombres se unían diariamente a David, hasta que llegó a tener un ejército muy poderoso, como un ejército de Dios.
Los que se unieron a David en Hebrón
23 A continuación está el registro de los hombres de guerra que se unieron a David en Hebrón. Estaban ansiosos de que David llegara a ser rey en lugar de Saúl, tal como el Señor había dicho que ocurriría.
24-37 De Judá, seis mil ochocientos soldados, armados con escudos y lanzas. De la tribu de Simeón, siete mil cien guerreros prominentes.
De la tribu de Leví, cuatro mil seiscientos. De los sacerdotes, descendientes de Aarón, había tres mil setecientos, bajo el mando de Joyadá, y otros veintidós mil jefes de familia, bajo la dirección de Sadoc, hombre joven de valor excepcional.
De la tribu de Benjamín, la misma de la que provenía Saúl, había un total de tres mil. (La mayor parte de esa tribu conservaba su lealtad a Saúl).
De la tribu de Efraín, veinte mil ochocientos guerreros poderosos, cada uno de ellos famoso en su respectivo clan.
De la media tribu de Manasés se envió a dieciocho mil con la finalidad expresa de colaborar para que David llegara a ser rey.
De Isacar había doscientos dirigentes de la tribu con sus parientes; todos ellos eran hombres que entendían el desarrollo de la historia y podían discernir respecto al mejor rumbo que Israel debía tomar.
De la tribu de Zabulón había cincuenta mil guerreros adiestrados; estaban completamente armados, y en su totalidad eran leales a David.
De Neftalí, mil oficiales y treinta y siete mil equipados con escudos y lanzas.
De la tribu de Dan, veintiocho mil seiscientos, todos preparados para la guerra.
De la tribu de Aser, había cuarenta mil listos y adiestrados. Desde el otro lado del río Jordán, donde vivían las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés, ciento veinte mil equipados con toda clase de armas.
38 Todos estos hombres, aptos para la guerra, vinieron a Hebrón con el único propósito de llevar a David al trono, como rey de Israel. 39 Hicieron fiesta, y comieron y bebieron con David durante tres días, porque sus hermanos de Judá les proveyeron de alimentos. 40 Las gentes de lugares cercanos, como asimismo personas que vivían más lejos, como Isacar, Zabulón y Neftalí, trajeron burros, camellos, mulas y bueyes cargados con alimentos. También trajeron para esta celebración abundante aprovisionamiento de comestibles como harina, tortas de higos, pasas, vino, aceite, vacas y ovejas, porque el regocijo se había extendido a través de toda la tierra de Israel.
Traslado del cofre a la casa de Obed Edom
13 Después de consultar con todos los oficiales de sus fuerzas, David 2 dijo a todo el pueblo de Israel: «Si ustedes están de acuerdo, y si es la voluntad del Señor nuestro Dios, les propongo que procedamos a enviar mensajes a nuestros hermanos, el resto del pueblo que se ha quedado en sus ciudades, y a los sacerdotes, para invitarlos a venir y unirse a nosotros. 3 Y traigamos de regreso el cofre de nuestro Dios, el cual hemos tenido abandonado desde que Saúl inició su reinado».
4 Hubo acuerdo unánime, porque cada uno coincidía con él. 5 Por tanto David convocó a los habitantes de Israel, a través de toda la tierra, desde Sijor, en la frontera con Egipto, hasta la entrada de Jamat, para que fueran hasta Quiriat Yearín. 6 Así que David y todo Israel se encaminaron a Balá (es decir, Quiriat Yearín), pueblo de Judá, para llevar a Jerusalén el cofre del Señor, que habita entre los querubines. 7 Procedieron a retirarla de la casa de Abinadab en un carro nuevo. Uza y Ajío guiaban la carreta. 8 David y todo el pueblo bailaban delante del Señor con mucho entusiasmo, acompañados por cánticos, y por cítaras, arpas, panderos, címbalos y trompetas.
9 Pero cuando llegaron al terreno de trilla, en Quidón, los bueyes tropezaron y Uza extendió su mano para mantener la estabilidad del cofre. 10 Entonces el Señor descargó su enojo contra Uza y le quitó la vida, porque había tocado el cofre. Y así fue que murió allí, delante de Dios.
11 David, a su vez, se enojó porque el Señor había estallado contra Uza. Por eso, a ese lugar le dio el nombre de Peres Uza. Hasta hoy ese lugar conserva dicho nombre.
12 Luego David sintió miedo de Dios y exclamó: «¡No puedo llevarme el cofre de Dios a mi casa!». 13 Finalmente decidió conducirlo a la casa de Obed Edom, el de Gat, en lugar de llevarlo a la Ciudad de David. 14 El cofre permaneció allí en la casa de Obed Edom por tres meses, y el Señor lo bendijo, junto con su familia y sus bienes.
Palacio y familia de David
14 Hiram, rey de Tiro, envió a David una delegación compuesta por albañiles y carpinteros, para ayudarle a construir su palacio, y, además, le proveyó mucha madera de cedro. 2 David comprendió que el Señor, por amor a su pueblo Israel, lo había hecho rey y lo había engrandecido.
3 Después que David se trasladó a Jerusalén, trajo a su palacio más esposas, y llegó a ser padre de muchos hijos e hijas. 4-7 Los siguientes son los nombres de los hijos que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibjar, Elisúa, Elpélet, Noga, Néfeg, Jafía, Elisama, Belyadá y Elifelet.
David derrota a los filisteos
8 Cuando los filisteos oyeron la noticia de que David era el nuevo rey de Israel, movilizaron sus tropas para capturarlo. Pero cuando David supo que venían en camino, salió contra ellos. 9 Los filisteos invadieron el valle de Refayin, 10 y David preguntó a Dios:
―Si salgo a pelear contra ellos; ¿me darás tú la victoria?
Y el Señor le respondió:
―Sí, te la daré.
11 Por consiguiente, los atacó en Baal Perasín y los derrotó. Entonces David, lleno de gozo, exclamó: «¡Dios me ha usado para arrasar a mis enemigos, como una fuerte corriente de agua arrastra todo a su paso!». Por este motivo el lugar es conocido como Baal Perasín. 12 Después de la batalla, los israelitas recogieron muchos ídolos que los filisteos habían dejado, y David ordenó que los quemaran.
13 Posteriormente, los filisteos invadieron nuevamente el valle, 14 y otra vez David le consultó a Dios acerca de lo que debía hacer.
El Señor le contestó:
―Esta vez no los deberás atacar de frente, sino que los rodearás y los atacarás por detrás, en el lugar donde están los árboles de bálsamo. 15 Cuando escuches un sonido como de pasos de alguien que camina sobre las copas de los árboles, los atacarás, pues esa es la señal de que yo, el Señor, voy delante de ti, para destruir a tu enemigo.
16 David lo hizo, como el Señor le mandó, y aniquiló al ejército de los filisteos por todo el camino desde Gabaón hasta Guézer. 17 La fama de David se extendió por todas partes, y el Señor hizo que todas las naciones le tuvieran miedo.
David lleva el cofre a Jerusalén
15 David hizo construir para él varias casas en Jerusalén, en el sector conocido como la «Ciudad de David». Además, hizo levantar una carpa para que sirviera de residencia al cofre de Dios, 2 y dijo: «Sólo los levitas podrán cargar el cofre de Dios, porque a ellos eligió el Señor para tal fin, y para que estén siempre a su servicio».
3 Entonces David convocó a todo Israel a venir a Jerusalén para celebrar el acontecimiento del traslado del cofre del Señor a su nueva residencia. 4-10 A continuación se anotan los sacerdotes y levitas que asistieron:
120 del clan de Coat, con Uriel como su jefe.
220 del clan de Merari, con Asías como su jefe.
130 de los descendientes de Guersón, con Joel como su jefe.
200 de la familia de Elizafán, con Semaías como su jefe.
80 de la familia de Hebrón, con Eliel como su jefe.
112 de la familia de Uziel, con Aminadab como su jefe.
11 Entonces David llamó a Sadoc y a Abiatar, que eran los sumos sacerdotes, y a los dirigentes levitas: Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12 y les dijo: «Ustedes son las cabezas de las familias de los levitas. Ahora, pues, santifíquense, junto con todos sus hermanos, para que puedan traer el cofre del Señor, el Dios de Israel, al lugar que he preparado. 13 Antes el Señor nos destruyó porque manejábamos los asuntos suyos en forma impropia, por cuanto no eran ustedes quienes la conducían».
14 Los sacerdotes y los levitas realizaron, pues, las ceremonias de consagración para prepararse y trasladar a su hogar el cofre del Señor, el Dios de Israel. 15 Entonces los levitas llevaron el cofre con las barras sobre sus hombros, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.
16 El rey David había ordenado también a los principales de los levitas, que de entre sus parientes, nombraran a algunos para que entonaran cantos alegres, acompañados de arpas, liras y címbalos. 17 Hemán hijo de Joel, Asaf hijo de Berequías, y Etán hijo de Cusaías, del clan de Merari, fueron los escogidos. 18 Además, nombraron a otros de sus parientes, que trabajaban como ayudantes en el templo del Señor. Fueron: Zacarías hijo Jaziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaías, Maseías, Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom y Jeyel. Estos últimos eran porteros.
19 Hemán, Asaf, y Etán tocaban los címbalos de bronce; 20 y Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maseías y Benaías tocaban arpas de tono bajo. 21 Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom, Jeyel y Azazías tocaban las arpas de tono agudo, y guiaban el canto. 22 El director de los cánticos era Quenanías, jefe de los levitas, que fue elegido por su destreza. 23 Berequías y Elcaná eran los que cuidaban el cofre. 24 Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benaías y Eliezer, todos los cuales eran sacerdotes, formaban un grupo de trompetistas para marchar a la cabeza de la procesión. Y Obed Edom y Jehías también cuidaban el cofre.
25 Entonces David, los ancianos de Israel y los jefes del ejército fueron con mucho regocijo a la casa de Obed Edom, para llevar el cofre a Jerusalén. 26 Y como Dios ayudaba a los levitas que conducían el cofre, sacrificaron siete toros y siete carneros. 27 David, los levitas que conducían el cofre, los cantores y Quenanías, director de los cánticos, estaban todos vestidos con túnicas de lino. David llevaba además, como capa, un efod de lino. 28 Los jefes israelitas llevaron el cofre a Jerusalén, con gritos de júbilo, toques de cuernos y trompetas, estrépito de címbalos y ruido armonioso de arpas y cítaras.
29 (Pero cuando el cofre llegó a Jerusalén, a la Ciudad de David, Mical, esposa de David e hija del rey Saúl, sintió una profunda repugnancia hacia David, porque lo observó desde la ventana bailando como loco).
16 Finalmente, el cofre de Dios fue colocado en la carpa que David había preparado para él, y los jefes de Israel sacrificaron ofrendas quemadas y ofrendas de paz delante de Dios. 2 Al finalizar estos sacrificios, David bendijo a la gente en el nombre del Señor; 3 luego procedió a dar a cada persona presente, hombres y mujeres por igual, una rebanada de pan, un poco de vino y una torta de pasas.
4 Hizo el nombramiento de determinados levitas para servir delante del cofre, para que alabaran y dieran gracias al Señor. 5 Los nombrados fueron: Asaf, el jefe, Zacarías, Jejiyel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obed Edom y Jeyel, los cuales tocaban las arpas y las cítaras, mientras que Asaf tocaba los címbalos. 6 Los sacerdotes Benaías y Jahaziel tocaban continuamente sus trompetas delante del cofre del Señor.
Salmo de David
7 En ese tiempo, David encargó, por primera vez, a Asaf y a sus compañeros que alabaran al Señor con este salmo:
8 «¡Den gracias al Señor y oren a él!
¡Cuéntenle a los otros pueblos las maravillas que él ha hecho!
9 Cántenle, sí, canten sus alabanzas,
proclamen sus maravillosas obras.
10 Gloria a su santo nombre;
regocíjense los que buscan al Señor.
11 Busquen al Señor; sí, busquen su fortaleza;
sin descanso busquen su rostro.
12-13 »Descendientes de su siervo Israel,
hijos escogidos de Jacob,
recuerden sus poderosos milagros,
recuerden sus obras maravillosas y sus sabias decisiones.
14 ¡Él es el Señor nuestro Dios!
Su autoridad es visible a través de toda la tierra.
15 Recuerden su pacto para siempre,
y las palabras que dio para mil generaciones;
16 recuerden su pacto con Abraham,
y del juramento que le hizo a Isaac,
17 y su confirmación a Jacob.
Le hizo una promesa a Israel,
la cual es para siempre:
18 “Te daré la tierra de Canaán como tu herencia”.
19 Cuando los israelitas eran pocos, muy pocos, y tan sólo extraños en la Tierra prometida;
20 cuando iban errantes de país en país, de un reino a otro,
21 Dios no permitió a nadie que les hiciera daño.
Por amor a su pueblo, les advertía a los reyes:
22 “No hagan daño a mi pueblo escogido;
no traten mal a mis profetas”.
23 »¡Que toda la tierra cante al Señor!
¡Declaren todos los días que el Señor es quien salva!
24 ¡Muestren su gloria a las naciones!
Proclamen a todos sus maravillas.
25 Por cuanto el Señor es grande y digno de ser siempre alabado;
es más temible que todos los dioses.
26 Pues los otros dioses son solo imágenes;
pero el Señor hizo los cielos.
27 Majestad y honor marchan delante de él.
Poder y belleza hay en su santuario.
28 »¡Habitantes de todas las naciones de la tierra, reconozcan el gran poder de nuestro Dios, y adórenlo!
29 Sí, ¡aclamen al Señor, y ríndanle la alabanza que se merece!
Traigan una ofrenda y vengan delante de él;
¡adoren al Señor en su santuario!
30 ¡Tiemble delante de él toda la tierra!
Él creó el mundo y lo puso en su lugar, y el mundo no se moverá.
31 ¡Que los cielos estén alegres, que se regocije la tierra!
Que todas las naciones digan: “¡El Señor es quien reina!”.
32 »Bramen los vastos mares, regocíjese la campiña y lo que en ella hay.
33 Los árboles y los bosques canten de gozo delante del Señor, porque él viene a juzgar al mundo.
34 »Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su amor y su bondad continúan para siempre.
35 Clamen a él y díganle: “Sálvanos, Dios de nuestra salvación;
permítenos regresar sin ningún contratiempo a nuestra tierra.
Entonces expresaremos nuestra gratitud a tu Santo Nombre, y nos alegraremos en nuestra alabanza a ti”.
36 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, para siempre y por siempre jamás!».
Y todos los presentes dijeron: «¡Amén!», y alabaron al Señor.
37 David dispuso que Asaf y sus colegas levitas se encargaran del cuidado del cofre del pacto del Señor, y de la celebración del culto delante de ella, de acuerdo con las instrucciones ya existentes.
38 David también nombró como porteros a Obed Edom hijo de Jedutún, Josá, y el otro Obed Edom, y sesenta y ocho de sus colegas.
39 Al sacerdote Sadoc y a sus compañeros los encargó del santuario del Señor, que estaba en el cerro de Gabaón, 40 para que ofrecieran diariamente, sobre el altar, los sacrificios de la mañana y de la tarde, tal como el Señor había ordenado a Israel. 41 David había designado también a Hemán, Jedutún y a varios otros, que había elegido por nombre, para que cantaran al Señor el coro: «Su gran amor es eterno». 42 Usaban sus trompetas y címbalos para acompañar a los cantores con alabanzas a Dios en voz alta. Y los hijos de Jedutún fueron designados como porteros.
43 Por fin, se terminó la celebración, y la gente regresó a sus casas; también David fue a su casa para bendecir a su familia.
Promesa de Dios a David
17 Después de que David se había instalado en su palacio, le dijo al profeta Natán:
―¡Mira! Mientras yo vivo aquí en un palacio con paredes de madera de cedro, el cofre del pacto de Dios está afuera en una carpa.
2 Y Natán le respondió:
―Lleva a cabo tu proyecto en todos sus detalles, pues cuentas con la ayuda de Dios.
3 Pero esa misma noche Dios habló a Natán y le dijo:
4 «Preséntate ante mi siervo David y entrégale este mensaje: “¡Tú no me construirás una casa! 5 Desde que saqué a Israel de Egipto no he vivido en una casa, sino que he andado de un campamento a otro, y de una carpa a otra. Así ha sido hasta hoy. 6 En todo tiempo nunca quise insinuar a ninguno de los jefes de Israel, a quienes elegí para guiar a mi pueblo, que me edificaran una casa cubierta de cedro”.
7 »Dile, también, a mi siervo David: El Señor Todopoderoso te dice: “Te saqué de las labores de pastor de ovejas y te hice el rey de mi pueblo. 8 Y he estado contigo dondequiera que has andado; he destruido a tus enemigos, y haré tu nombre tan grande como el más grande de la tierra. 9 Y daré a mi pueblo Israel un hogar permanente y los plantaré en su tierra. No volverán a ser perturbados; las naciones malvadas no los conquistarán como lo hicieron antes, 10 cuando eran regidos por los jueces. Subyugaré a todos tus enemigos. Y ahora declaro que tu familia siempre reinará sobre mi pueblo. 11 Cuando tu tiempo aquí en la tierra se haya cumplido y mueras, colocaré en el trono a uno de tus hijos; y haré que su reino sea fuerte. 12 Él será quien construya un templo para mí, y estableceré su reino para siempre. 13 Yo seré su Padre, y él será mi hijo. Nunca le quitaré mi amor y misericordia, como sí lo hice con Saúl. 14 Lo colocaré sobre mi casa y sobre el reino de Israel para siempre, y sus descendientes siempre serán reyes”».
15 De esta manera Natán le comunicó al rey David todo lo que el Señor le había dicho.
Oración de David
16 Entonces David entró y se sentó delante del Señor y dijo:
«¿Quién soy yo, Señor y Dios, y qué es mi familia para que me hayas dado todo esto? 17 ¡Todas las grandes cosas que ya has hecho a mi favor son nada en comparación con lo que has prometido hacer en el futuro! ¡Porque ahora, Señor y Dios, estás hablando de futuras generaciones, en que mis descendientes serán reyes también! Tú hablas como si yo fuera un hombre muy importante. 18 ¿Qué más puedo decir? ¡Tú sabes que no soy más que un perro; no obstante, has decidido darme honor! 19 Señor, me has dado estas promesas maravillosas, solamente porque quieres ser bondadoso conmigo, y porque así los has decidido. 20 Señor, no hay ninguno como tú; no hay otro Dios. ¡En efecto, nunca hemos oído hablar de otro Dios como Tú! 21 ¿Y qué otra nación en toda la tierra es como Israel? Tú has hecho una nación singular y la has libertado de Egipto, para hacerla tu pueblo. Realizaste milagros al expulsar a las naciones, junto con sus dioses, de delante de tu pueblo, al que liberaste del poder de Egipto. De esta forma, te hiciste muy famoso. 22 Has declarado que tu pueblo Israel te pertenece para siempre, y has llegado a ser su Dios.
23 »Y ahora, Señor, acepto tu promesa de que yo y mis hijos habremos de gobernar siempre esta nación. 24 Y ojalá que esto traiga honor eternamente a tu nombre, ya que todos estamos convencidos de que tú cumples lo que prometes. Ellos exclamarán: “¡El Señor Todopoderoso es verdaderamente el Dios de Israel!”. ¡Y el pueblo de Israel será siempre gobernado por mis hijos y su descendencia!
25 »Señor, me he atrevido a orar de esta manera, porque tú me has revelado que mis descendientes gobernarán siempre a tu pueblo. 26 ¡Señor, tú eres Dios, y me has prometido esta dicha! 27 ¡Bendice, pues, la familia de este tu siervo, para que permanezca siempre en tu presencia, pues cuando tú concedes una bendición, Señor, es una bendición eterna!».
Victorias de David
18 David, finalmente, derrotó y sometió a los filisteos, y conquistó la ciudad de Gat y sus pueblos circundantes. 2 También conquistó Moab, y exigió a sus habitantes que le entregaran todos los años una elevada suma de dinero.
3 Igualmente, derrotó en Jamat a Hadad Ezer, rey de Sobá, justamente cuando este iba a extender su dominio a lo largo del río Éufrates. 4 David capturó a siete mil jinetes y veinte mil soldados. Además se apoderó de mil carros de combate, y les quebró las patas a mil caballos; sin embargo, dejó los caballos que necesitaba para cien carros de combate.
5 Cuando los sirios llegaron procedentes de Damasco, para ayudar al rey Hadad Ezer, David mató a veintidós mil de ellos. 6 Luego procedió a establecer un cuartel de guarnición en Damasco, capital de Siria. Además, les impuso a los sirios la obligación de pagar una importante cantidad de dinero todos los años. Y el Señor le daba a David la victoria dondequiera que iba.
7 David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales del rey Hadad Ezer, 8 como también una gran cantidad de bronce procedente de las ciudades de Tibjat y de Cun, que le pertenecían a Hadad Ezer. Más tarde, el rey Salomón, cuando construyó el templo del Señor, hizo fundir ese bronce, para hacer la fuente, las columnas y los demás utensilios de bronce.
9 Tan pronto como Tou, rey de Jamat, supo que el rey David había destruido las fuerzas de Hadad Ezer, 10 envió a su hijo Adorán a saludar y felicitar al rey David por el éxito, y hacerle entrega, a la vez, de muchos regalos de oro, plata y bronce, tratando así de lograr una alianza con él. Hadad Ezer y Tou habían sido enemigos entre sí y habían sostenido entre ellos muchas guerras. 11 El rey David dedicó estos regalos al Señor, tal como lo hiciera con la plata y el oro que tomó de las naciones de Edom, Moab, Amón, Amalec y Filistea.
12 Abisay hijo de Sarvia derrotó y mató luego a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. 13 Estableció una base militar en Edom, y obligó a los edomitas a pagar grandes sumas de dinero anualmente a David. Esta es precisamente una nueva demostración de cómo el Señor daba a David victoria tras victoria.
Oficiales de David
14 David reinaba sobre toda la nación de Israel, y era un gobernante justo. 15 Joab hijo de Sarvia era el jefe del ejército; Josafat hijo de Ajilud era el secretario. 16 Sadoc hijo de Ajitob y Ajimélec hijo de Abiatar eran los sacerdotes; Savsa era el cronista del rey; 17 Benaías hijo de Joyadá estaba a cargo de la guardia personal del rey, la cual estaba conformada por soldados quereteos y peleteos. Los hijos de David eran sus funcionarios más importantes.
Guerra contra los amonitas
19 Cuando murió Najás, rey de Amón, su hijo Janún pasó a ser el nuevo rey. 2-3 David, entonces, dijo: «Voy a brindarle mi amistad a Janún en reconocimiento de todas las bondades que su padre Najás tuvo conmigo». Así que envió un mensaje de condolencia a Janún por la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los embajadores de David, los consejeros amonitas le dijeron al rey Janún: «Su Majestad, no se deje engañar, pues David no ha enviado a estos hombres para darle el pésame por la muerte de su padre. ¡En realidad, los ha enviado para que exploren el país, para después venir y destruirlo!». 4 Entonces el rey Janún apresó a los mensajeros que había enviado David. Luego, para avergonzarlos, les hizo cortar la barba, y rasgar sus vestidos a la altura de las nalgas, y así los hizo regresar a su tierra.
5 Cuando David recibió la información de lo que había ocurrido, envió un mensaje a sus desconcertados emisarios, diciéndoles que permanecieran en Jericó hasta que sus barbas volvieran a crecer.
6 Cuando el rey Janún y los amonitas se dieron cuenta de su error, enviaron treinta y tres mil kilos de plata para reclutar tropas de mercenarios, carros de combate y caballería de Mesopotamia, de Macá y de Sobá. 7 Contrataron treinta y dos mil carros de combate y consiguieron la colaboración del rey de Macá y su pueblo. Estas fuerzas acamparon en Medeba, lugar en que se unieron a las tropas que el rey Janún había reclutado de sus ciudades.
8 Tan pronto como David lo supo, envió a Joab y a los más poderosos guerreros de Israel. 9 Los hombres de Amón salieron y llegaron hasta la entrada de la ciudad de Medeba. Pero los otros reyes que habían venido a apoyar a Janún se quedaron afuera en el campo.
10 Una vez que Joab se enteró de que el enemigo se encontraba tanto al frente de él como detrás, eligió a los mejores de sus hombres y los mandó a enfrentarse a los sirios. 11 El otro grupo, bajo el comando de su hermano Abisay, marchó en contra de los amonitas. 12 Joab le dijo a Abisay: «Si ves que los sirios me están derrotando, tú vendrás a ayudarme; y si veo que los amonitas te están derrotando, entonces, yo iré en tu ayuda. 13 ¡Ten ánimo! ¡Vamos a pelear con valor para defender a nuestro pueblo y a las ciudades de nuestro Dios! ¡Que el Señor haga lo que considere mejor!».
14 En estas condiciones, Joab y sus tropas atacaron a los sirios, y estos dieron la vuelta y huyeron. 15 Los amonitas fueron atacados por las tropas de Abisay, y al ver que los sirios estaban retirándose, también ellos huyeron hacia la ciudad. Entonces, Joab regresó a Jerusalén.
16 Después de su derrota, los sirios solicitaron ayuda a los sirios que vivían al este del río Éufrates. Entonces, Sofac, jefe del rey Hadad Ezer, se puso al frente de ellos. 17-18 Al llegar estas noticias a conocimiento de David, movilizó a todo Israel, cruzó el río Jordán y combatió contra los sirios. Pero ellos nuevamente huyeron de David, el cual dio muerte a siete mil hombres de los que estaban a cargo de los carros y a cuarenta mil soldados de infantería. Asimismo dio muerte a Sofac, jefe del ejército sirio. 19 Las tropas del rey Hadad Ezer se rindieron al rey David y pasaron a ser sus súbditos. Y los sirios nunca más ayudaron a los amonitas en sus batallas.
Conquista de Rabá
20 En la primavera, que era el tiempo que los reyes acostumbraban salir a la guerra, Joab salió con el ejército israelita, y atacó y arrasó el país de los amonitas. Después de destruirlos, sitió a Rabá y la conquistó. Mientras tanto, David había permanecido en Jerusalén. 2 Al llegar David al escenario, le quitó la corona de oro al rey de los amonitas, y se la puso sobre su cabeza. Esa corona pesaba treinta y tres kilos, y tenía piedras preciosas. David, además, se llevó muchas riquezas de la ciudad. 3 A la gente de la ciudad la llevó a trabajar con sierras, picos de hierro y hachas, como era su costumbre con todos los pueblos que conquistaba. Luego David regresó a Jerusalén con todo el pueblo.
Guerra contra los filisteos
4 La siguiente guerra fue contra los filisteos, en Guézer. Fue allí donde Sibecay el jusatita mató a Sipay, que era uno de los descendientes de los gigantes. Esto hizo que los filisteos se rindieran. 5 En el transcurso de otra guerra contra los filisteos, Eljanán hijo de Yaír, mató a Lajmí, hermano del gigante Goliat, el de Gat, cuya lanza tenía una punta del tamaño de un rodillo de telar.
6-7 En otra guerra ocurrida en Gat, un gigante que tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, cuyo padre también fue gigante, desafió e insultó a Israel; pero lo mató Jonatán hijo de Simá y sobrino de David.
8 Estos fueron los gigantes descendientes de Rafá, el gigante de Gat, a quienes David y sus oficiales dieron muerte.
David hace un censo militar
21 Satanás se levantó contra Israel, pues incitó a David a hacer un censo. 2 Por eso, David les dijo a Joab y a los jefes del pueblo:
―Quiero que vayan por todo el país, desde Berseba hasta Dan, y cuenten a todos los israelitas y traíganme ese dato.
3 Pero Joab le respondió:
―¡Que el Señor multiplique su pueblo cien veces más de lo que es ahora! Pero si ya todos estamos al servicio de mi rey y Señor, ¿para qué quiere que contemos a la gente? ¿Por qué hacer algo que le va a traer la desgracia a Israel?
4 Pero el rey se impuso, y Joab hizo lo que el rey le ordenó. Viajó, pues, por todo Israel, y regresó a Jerusalén. 5 Dio una cifra total de habitantes que ascendió a un millón cien mil hombres que podían ir a la guerra, mientras que en Judá habían cuatrocientos setenta mil. 6 Pero no incluyó las tribus de Leví ni de Benjamín en el censo, porque no estaba de acuerdo con la orden del rey. 7 Y Dios también estaba disgustado con el censo, y por este motivo castigó a Israel.
8 Entonces David le dijo a Dios: «He cometido un pecado muy grande al ordenar hacer este censo. Pero ahora te ruego que perdones el pecado de tu siervo, pues me he portado como alguien que desconfía de tu poder».
9 Entonces el Señor le dijo a Gad, profeta personal de David:
10 «Ve y dile a David: “El Señor te da la oportunidad de escoger entre tres castigos. Escoge el que quieras”».
11 Entonces Gad fue y le dijo a David:
―El Señor te manda a decir que elijas uno de estos tres castigos: 12 tres años de hambre en tu tierra, o tres meses de destrucción por tus enemigos, o tres días en que el Señor enviará a su ángel para que desate una plaga mortal por todo el país, de modo que muchos morirán. Piénsalo y dame a conocer tu respuesta, para dársela al Señor.
13 ―Es una decisión muy difícil de tomar —respondió David—, pero prefiero caer en las manos del Señor y no en el poder de los hombres, porque el Señor es muy compasivo.
14 Entonces el Señor envió una plaga sobre Israel, y murieron setenta mil hombres. 15 Durante la plaga, Dios envió un ángel a destruir a Jerusalén; pero entonces sintió tal compasión que le dolió profundamente, de modo que ordenó al ángel destructor: «¡No sigas! ¡Es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor se encontraba de pie en el campo de trilla de Ornán el jebuseo.
16 Cuando David vio al ángel del Señor parado entre el cielo y la tierra con su espada desenvainada, apuntando hacia Jerusalén, se vistió de ropas ásperas y se postró en tierra, delante del Señor; y los ancianos de Israel hicieron lo mismo. 17 Y David le dijo a Dios: «Yo fui el que pecó al dar la orden de hacer el censo. Pero, ¿qué han hecho estas ovejas? Señor, Dios mío, castígame a mí y a mi familia, pero no sigas castigando a tu pueblo».
David construye un altar
18 Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad: «Ve y dile a David que construya un altar al Señor en el terreno de trilla de Ornán el jebuseo». 19 David fue, pues, a hablar con Ornán, cumpliendo así la orden que el Señor le había dado por medio del profeta Gad.
20 Cuando David llegó, Ornán y sus cuatro hijos se hallaban trillando el trigo. Ornán miró hacia atrás y vio al ángel. Sus hijos también lo vieron, y corrieron a esconderse. 21 Luego Ornán vio al rey que se acercaba; salió de la era y se postró en tierra delante del rey David. 22 Entonces David le dijo:
―Por favor, véndeme esta parte de tu parcela, para construir un altar para el Señor, a fin de que la plaga se detenga. Yo te pagaré lo que en realidad vale el terreno.
23 ―Tómalo, mi señor, y úsalo como lo desees —dijo Ornán a David—. Toma además los bueyes para el holocausto y usa los instrumentos de trilla como leña para el fuego y usa, asimismo, el trigo para la ofrenda de grano. Te regalo todo.
24 ―No —respondió el rey—, debo comprarlo por el valor real; no puedo tomar sin pago lo que es tuyo y luego darlo al Señor. ¡No ofreceré al Señor un holocausto que no me haya costado!
25 Entonces, David le dio a Ornán seiscientas monedas de oro por el terreno. 26 Luego, David construyó allí un altar al Señor y ofreció holocaustos y ofrendas de paz sobre él. Y oró al Señor, quien respondió enviando fuego desde los cielos para quemar las ofrendas que estaban sobre el altar.
27 Por orden del Señor, el ángel guardó su espada; 28 y cuando David vio que el Señor había accedido a su súplica, le ofreció sacrificios.
29 En ese tiempo, el santuario y el altar de los holocaustos que hizo Moisés en el desierto, estaban en el monte de Gabaón. 30 Pero David no se atrevió a ir a ese lugar a consultar al Señor, porque le dio mucho miedo ver cómo el ángel del Señor estaba castigando al pueblo.
22 Entonces David exclamó: «¡Aquí, en el campo de trilla de Ornán, es el lugar en que edificaré el templo del Señor Dios, y también construiré el altar para que Israel presente sus ofrendas y holocaustos!».
Preparativos para el templo
2 Después David, por medio de un decreto, ordenó que se reuniera a todos los extranjeros que vivían en Israel. De entre estos extranjeros escogió a los que debían trabajar cortando y puliendo las piedras para el templo de Dios. 3 También hicieron del hierro una gran cantidad de clavos que se necesitarían para las puertas, los portones y los cerrojos; y fundieron tanto bronce, que era demasiado para determinar el peso. 4 Además, amontonaron la gran cantidad de madera de cedro que los hombres de Tiro y de Sidón le trajeron a David.
5 «Mi hijo Salomón es joven e inexperto —pensó David—, y el templo del Señor debe ser una estructura maravillosa, famosa y gloriosa a través del mundo; por consiguiente, me propongo comenzar inmediatamente los preparativos». En esta forma, David, antes de morir, dejó listos todos los materiales para la construcción.
6 Luego mandó a llamar a su hijo Salomón, y le encargó que construyera el templo del Señor, Dios de Israel. 7 Le dijo: «Hijo mío, yo quería construir un templo para honrar al Señor mi Dios, 8 pero él me dijo: “No serás tú quien me construya un templo para honrar mi nombre, pues tú has dirigido muchas guerras y has dado muerte a mucha gente. 9 Pero te daré un hijo, el cual va a ser un hombre de paz, porque yo haré que sus enemigos lo dejen en paz, de modo que Israel vivirá tranquilo durante su reinado. Por eso, se llamará Salomón. 10 Él construirá mi templo, y será como mi propio hijo, y seré para él su Padre, y haré que sus hijos y descendientes reinen sobre cada generación de Israel”.
11 »Ahora pues, hijo mío, que el Señor te ayude, para que puedas construir el templo para él, y cumpla lo que ha dicho en cuanto a ti. 12 Y quiera el Señor darte el buen criterio y la inteligencia suficientes para seguir todas sus leyes cuando él te haga rey de Israel. 13 Porque si obedeces cuidadosamente las normas y reglamentos que él dio a Israel por medio de Moisés, vas a prosperar. ¡Sé enérgico y valiente, entusiasta y sin miedo!
14 »Con mucho esfuerzo he acumulado tres millones seiscientos mil kilos de oro puro y treinta y seis millones de kilos de plata, y tanta cantidad de hierro y bronce que ni siquiera he logrado saber a cuánto asciende su peso total. También he acumulado madera y piedra para las murallas. Todo esto es para usar en la construcción del templo del Señor; de todos modos, tú deberás conseguir muchos más materiales. 15 Además, cuentas con muchos obreros expertos: canteros, albañiles, carpinteros, y gente experta en toda clase de trabajos 16 en oro, plata, hierro y bronce. ¡Por lo tanto, inicia el trabajo, y que el Señor esté contigo!».
17 Entonces David ordenó a todos los jefes de Israel que ayudaran a su hijo en este proyecto. 18 «El Señor su Dios está con ustedes —declaró—. Les ha permitido estar en paz con las naciones vecinas, porque las he conquistado en el nombre del Señor, y para su pueblo. 19 ¡Ahora, tomen la firme decisión de obedecer al Señor su Dios. Construyan el templo del Señor, para que trasladen a él el cofre del pacto y los demás utensilios que se utilizan en el culto».
Los levitas
23 David era muy anciano cuando nombró a su hijo Salomón como rey de Israel. 2 Convocó a todos los jefes religiosos y políticos de Israel para la ceremonia de coronación. 3 Contaron a todos los levitas que tuvieran más de treinta años de edad, y resultó que había un total de treinta y ocho mil hombres.
4-5 David, entonces, los distribuyó de la siguiente manera: Veinticuatro mil dirigirían el trabajo de construcción del templo del Señor, seis mil serían oficiales y jueces, cuatro mil servirían de porteros, y los cuatro mil restantes serían los encargados de alabar al Señor con los instrumentos musicales que David había hecho fabricar para tal fin.
6 Luego David procedió a dividirlos en tres grupos principales, cada grupo encabezado por descendientes de Leví, como sigue: Sección de Guersón, sección de Coat, y sección de Merari.
Los guersonitas
7 Se procedió a establecer subdivisiones: la sección de Guersón estaría encabezada por sus hijos Ladán y Simí.
8-9 Los hijos de Ladán fueron: Jehiel en su calidad de jefe, Zetán y Joel.
Los hijos de Simí, fueron Selomit, Jaziel y Jarán.
Estos fueron los jefes de las familias paternas de Ladán.
10-11 Los hijos de Simí fueron: Yajat, el mayor, Ziza,[a] el segundo; y luego Jeús y Beriá que se cuentan como una sola familia porque ambos tuvieron pocos hijos.
Los coatitas
12 Los hijos de Coat fueron: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.
13 Los hijos de Amirán fueron Aarón y Moisés. Aarón y sus hijos fueron apartados para el santo servicio de sacrificar las ofrendas del pueblo para el Señor, para quemar el incienso, y para bendecir al pueblo en nombre del Señor. 14-15 En cuanto a Moisés, varón de Dios, sus hijos Guersón y Eliezer fueron contados con la tribu de Leví.
16 Los hijos de Guersón tenían como jefe a Sebuel, 17 y Rejabías, hijo único de Eliezer, era jefe de su clan, porque tuvo muchos hijos.
18 Los hijos de Izar tuvieron como jefe a Selomit.
19 Los hijos de Hebrón tuvieron como jefe a Jerías; a Amarías como segundo; Jahaziel era tercero; y Jecamán, cuarto.
20 Los hijos de Uziel tuvieron como jefe a Micaías, y como segundo a Isías.
Los meraritas
21 Los hijos de Merari fueron Majlí y Musí.
Los hijos de Majlí fueron Eleazar y Quis.
22 Eleazar murió sin tener hijos, y sus hijas se casaron con sus primos, es decir, con los hijos de Quis.
23 Los hijos de Musí fueron Majlí, Edar y Jeremot.
24 En el censo, todos los varones de Leví, de veinte años en adelante, fueron registrados de acuerdo con sus familias paternas. Todos ellos estaban encargados del servicio en el templo del Señor.
25 Al respecto, David expresó: «El Señor, Dios de Israel, nos ha dado paz, y va a tener su habitación siempre en Jerusalén. 26 Ahora los levitas no tendrán necesidad de conducir el santuario y sus instrumentos de un lugar a otro».
27 Este censo de la tribu de Leví fue una de las últimas labores que David desarrolló antes de su muerte. 28 El trabajo de los levitas consistía en ayudar a los sacerdotes, descendientes de Aarón, a efectuar los sacrificios en el templo del Señor. Además, tenían la responsabilidad de cuidar los atrios, los cuartos, limpiar todos los utensilios sagrados, 29 tener listo todo lo que se usaba en las ofrendas: el pan de la Presencia, la harina para las ofrendas de cereales, las hojuelas sin levadura, las ofrendas fritas o cocidas, y de los instrumentos que se usaban para pesar y medir.
30 Todos los días, en la mañana y en la tarde, estaban de pie delante del Señor y cantaban dándole gracias y alabanza. 31 Ayudaban en los sacrificios especiales de ofrendas quemadas, los sacrificios del sábado, las celebraciones de la luna nueva y en todos los festivales. Siempre los levitas se presentaban en tanta cantidad como la que se requería para cada ocasión. 32 Así que tenían a su cargo el cuidado del santuario, de la Tienda de reunión, y estaban bajo las órdenes de los sacerdotes, descendientes de Aarón.
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