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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Josué 15:1 - Jueces 3:27

Los territorios de Judá

15 Tierra asignada, por sorteo, a la tribu de Judá: El límite sur de Judá empezaba en la frontera con Edom, cruzaba el desierto de Zin y terminaba en el extremo norte del Néguev. 2-4 Más específicamente, este límite comenzaba en la orilla sur del Mar Salado, seguía a lo largo del camino que va hacia el sur de los montes Acrabín, y cruzando el desierto de Zin llegaba hasta Jezrón, al sur de Cades Barnea, y luego subía por Carcá y Asmón hasta finalmente alcanzar el arroyo de Egipto, y de allí hasta el mar Mediterráneo.

El límite oriental se extendía a lo largo del Mar Salado hasta la desembocadura del río Jordán.

El límite norte comenzaba en la bahía donde el Jordán desemboca en el Mar Salado, cruzaba hasta Bet Joglá, luego seguía hacia el norte de Bet Arabá hasta la piedra de Bohán, hijo de Rubén. Desde aquel punto seguía a través del valle de Acor hasta Debir, donde cambiaba de rumbo hacia el noroeste, hacia Guilgal, frente a las lomas de Adumín sobre el lado sur del arroyo. Desde allí el límite se extendía hasta los manantiales de Ensemes, y de allí hasta la fuente de Enroguel. Luego pasaba a través del valle de Bet Hinón, al sur de Jebús (donde está localizada la ciudad de Jerusalén). Luego seguía por el occidente hasta la cumbre de la montaña que está sobre el valle de Hinón y hacia el norte por el valle de Refayin. Desde allí, desde la cumbre del monte, se extendía hasta el manantial de Neftóaj, y de allí a las ciudades del monte Efrón antes de volver hacia el norte para rodear Balá (que es otro nombre de Quiriat Yearín). 10-11 Luego giraba por el oeste de Balá hasta el monte de Seír, pasaba junto al pueblo de Quesalón, el lado norte del monte Yearín, y descendía hacia Bet Semes. Torciendo hacia el norte, la línea limítrofe seguía hacia el sur de Timná, hacia las laderas de la montaña norte de Ecrón, donde doblaba a la izquierda, pasando al sur de Sicrón y del monte Balá. Luego volvía hacia el norte y pasaba junto a Jabnel para terminar en el mar Mediterráneo.

12 El límite occidental era la línea costera del mar Mediterráneo: Estos son los límites de la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Judá.

Caleb conquista Hebrón y Debir

13 Tierra concedida a Caleb:

El Señor le dio órdenes a Josué de asignar algo de la tierra de Judá a Caleb, hijo de Jefone, de modo que le dio la ciudad de Quiriat Arbá (llamada también Hebrón), llamada así en honor al padre de Anac. 14 Caleb derrotó allí a los descendientes de los tres hijos de Anac: Sesay, Ajimán y Talmay. 15 Luego peleó contra los que vivían en la ciudad de Debir (anteriormente llamada Quiriat Séfer).

16 Caleb ofreció a su hija Acsa como esposa a cualquiera que fuera y tomara Quiriat Séfer. 17 Otoniel, hijo de Quenaz, sobrino de Caleb, fue el que la conquistó, de manera que Acsa se casó con Otoniel. 18 Antes de irse con él, este la persuadió a que le pidiera a su padre tierras de labranza como regalo de bodas. Ella entonces se bajó del burro para hablar con su padre y Caleb le preguntó:

―¿Qué deseas?

19 Dame otro regalo —ella le respondió—. La tierra que me diste es desierta; danos algunos manantiales también.

Él les concedió los manantiales de arriba y de abajo.

Ciudades de Judá

20 Esta fue la asignación de tierras de la tribu de Judá:

21-32 Las ciudades de Judá que estaban situadas a lo largo de las fronteras del Edom en el Néguev, a saber:

Cabsel, Edar, Jagur, Quiná, Dimoná, Adadá, Cedes, Jazor, Itnán, Zif, Telén, Bealot, Jazor Jadatá, Queriot, Jezrón (conocida también como Jazor), Amán, Semá, Moladá, Jazar Gadá, Hesmón, Bet Pelet, Jazar Súal, Berseba, con sus poblados, Balá, Iyín, Esen, Eltolad, Quesil, Jormá, Siclag, Madmana, Sansaná, Lebaot, Siljín, Ayin y Rimón.

En total estas ciudades con sus pueblos circundantes eran veintinueve.

33-36 Las siguientes ciudades situadas en los valles también fueron asignadas a Judá:

Estaol, Zora, Asena, Zanoa, Enganín, Tapúaj, Enam, Jarmut, Adulán, Soco, Azeca, Sajarayin, Aditayin, Guederá y Guederotayin.

En total eran catorce ciudades con sus correspondientes pueblos.

37-44 La tribu de Judá también recibió como herencia otras veinticinco ciudades con sus pueblos: Zenán, Jadasá, Migdal Gad, Dileán, Mizpa, Joctel, Laquis, Boscat, Eglón, Cabón, Lajmás, Quitlís, Guederot, Bet Dagón, Noamá y Maquedá, Libná, Éter, Asán, Jifta, Asena, Nezib, Queilá, Aczib y Maresá.

45 El territorio de la tribu de Judá abarcó además todos los pueblos y ciudades de Ecrón. 46 Desde Ecrón el límite se extendía hasta el mar Mediterráneo, e incluía las ciudades que están en las fronteras de Asdod con sus pueblos cercanos. 47 También estaba la ciudad de Asdod con sus pueblos, y Gaza con sus pueblos hasta el arroyo de Egipto y también toda la costa del mar Mediterráneo.

48-62 Judá recibió además estas cuarenta y cuatro ciudades en la región montañosa con sus pueblos circundantes:

Samir, Jatir, Soco, Daná, Quiriat Saná (que es Debir), Anab, Estemoa, Anín, Gosén, Holón y Guiló, Arab, Dumá, Esán, Yanún, Bet Tapúaj, Afecá, Humtá, Quiriat Arbá (que es Hebrón), Sior, Maón, Carmel, Zif, Yutá, Jezrel, Jocdeán, Zanoa, Caín, Guibeá y Timná, Jaljul, Betsur, Guedor, Marat, Bet Anot y Eltecón, Quiriat Baal (que es Quiriat Yearín), Rabá, Bet Arabá, Midín, Secacá, Nibsán, la Ciudad de la sal y Engadi.

63 Pero la tribu de Judá no pudo expulsar a los jebuseos que vivían en la ciudad de Jerusalén, de modo que los jebuseos viven allí en medio del pueblo de Judá hasta la fecha.

Los territorios de Efraín y Manasés

16 Límite sur de las tribus de José (Efraín y la media tribu de Manasés):

2-4 Este límite se extendía desde el río Jordán en Jericó, a través del desierto y de la región montañosa, hasta Betel. De allí seguía hasta Luz y hasta Atarot, en el territorio de los arquitas; y hacia el occidente hasta la frontera de los jafletitas, hasta Bet Jorón la de abajo luego hasta Guézer y de allí hacia el mar Mediterráneo.

El territorio de Efraín

Tierra asignada a la tribu de Efraín:

El límite oriental comenzaba en Atarot Adar. De allí seguía hasta Bet Jorón la de arriba, y luego hasta el mar Mediterráneo. El límite norte comenzaba en el mar, seguía hacia el oriente más allá de Micmetat, y luego pasaba hasta Tanat Siló y Janoa. De Janoa volvía hacia al sur hacia Atarot y Nará, y tocando Jericó terminaba en el río Jordán. La mitad occidental del límite norte iba desde Tapúaj y seguía la línea del arroyo de Caná hasta el mar Mediterráneo. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Efraín. La tribu de Efraín recibió además algunas de las ciudades del territorio de la media tribu de Manasés. 10 Los cananeos que vivían en Guézer jamás fueron expulsados, de modo que aún viven como esclavos en medio del pueblo de Efraín.

El territorio de Manasés

17 Tierra asignada por sorteo a la media tribu de Manasés, hijo mayor de José:

El clan de Maquir, hijo mayor de Manasés y padre de Galaad, que era hombre de guerra, recibió la tierra de Galaad y de Basán en la ribera oriental del río Jordán.

Los clanes de Abiezer, Jélec, Asriel, Siquén, Héfer y Semidá, hijos de Manasés, recibieron tierras en el lado occidental del Jordán.

Sin embargo, Zelofejad, hijo de Héfer que era descendiente de Galaad, Maquir y Manasés, no tenía hijos sino sólo cinco hijas cuyos nombres eran: Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá. Ellas se presentaron ante Eleazar el sacerdote, Josué y los jefes israelitas y les recordaron: «El Señor le dijo a Moisés que nosotras debíamos recibir una propiedad similar a la de los hombres de nuestra tribu».

5-6 Entonces, estas cinco mujeres recibieron una heredad junto con la de sus cinco tíos abuelos, de modo que la herencia total de esta tribu fue de diez porciones de tierra (además de la tierra de Galaad y Basán al otro lado del Jordán).

El límite norte de la tribu de Manasés se extendía hacia el sur, desde la frontera de Aser hasta Micmetat, que está al este de Siquén. En el sur el límite iba desde Micmetat hasta las fuentes de Tapúaj. La tierra de Tapúaj pertenecía a Manasés, pero la ciudad de Tapúaj, en la frontera del territorio de Manasés, pertenecía a la tribu de Efraín. La frontera de Manasés seguía por la ribera norte del arroyo de Caná hasta el mar Mediterráneo. Varias ciudades del sur del arroyo pertenecían a la tribu de Efraín, aunque estaban localizadas en el territorio de Manasés. 10 La tierra del sur del arroyo hasta el mar Mediterráneo fue asignada a Efraín, y la tierra del norte del arroyo y al oriente del mar fue concedida a Manasés. La frontera norte de Manasés era el territorio de Aser y su límite oriental era el territorio de Isacar.

11 La media tribu de Manasés también recibió las siguientes ciudades que estaban situadas en áreas asignadas a Isacar y a Aser: Betseán, Ibleam, Dor, Endor, Tanac y Meguido, y las tres colinas, cada una con sus respectivos pueblos. 12 Pero por cuanto los descendientes de Manasés no pudieron expulsar a los cananeos que vivían en aquellas ciudades, los cananeos se quedaron en ellas. 13 Sin embargo, más adelante, cuando los israelitas se fortalecieron, obligaron a los cananeos a trabajar como esclavos.

14 Un día los hijos de José fueron ante Josué y le preguntaron:

―¿Por qué nos has dado sólo una porción de tierra, cuando el Señor nos ha dado una población tan numerosa?

15 ―Si el territorio montañoso de Efraín no es suficiente para ustedes —contestó Josué—, y pueden hacerlo, suban y desmonten los bosques donde habitan los ferezeos y los refaítas.

16 ―Sí —dijeron las tribus de José—, porque los cananeos de las tierras bajas que rodean a Betseán y del valle de Jezrel tienen carros de hierro y son demasiado fuertes para nosotros.

17-18 ―Entonces tendrán los bosques de la montaña —respondió Josué— y puesto que ustedes son una tribu fuerte y numerosa no tendrán problemas para despejar el lugar y vivir en él. Estoy seguro de que pueden expulsar a los cananeos de los valles también, aun cuando ellos sean fuertes y tengan carros de hierro.

Los territorios de las otras tribus

18 Después de la conquista —aun cuando siete de las tribus de Israel aún no habían entrado a conquistar la tierra que el Señor les había dado—, todo Israel se reunió en Siló para levantar el santuario. Josué les preguntó: «¿Cuánto tiempo van a esperar antes de exterminar a la gente que vive en la tierra que el Señor su Dios les ha dado? Elijan tres hombres de cada tribu y yo los enviaré para explorar los territorios aún no conquistados y traer un informe de su extensión y de sus límites naturales, para poder repartirlos entre ustedes. 5-6 Los exploradores harán un mapa dividido en siete secciones, y luego haremos un sorteo delante del Señor para decidir qué secciones serán entregadas a cada tribu. El territorio de Judá quedará al sur, y el de los de la casa de José al norte. Pero recuerden que los levitas no recibirán tierra: son sacerdotes del Señor, y ese sacerdocio es su herencia. Por supuesto, las tribus de Gad, Rubén y la media tribu de Manasés no recibirán nada más, porque ya tienen la tierra que les concedió Moisés, siervo del Señor, en el lado oriental del Jordán».

Los exploradores salieron a preparar un mapa del territorio y rendir un informe a Josué, para que este pudiera asignar las secciones de tierra a las siete tribus por medio de un sorteo. Los hombres hicieron lo que se les había ordenado, y dividieron el territorio en siete secciones, e hicieron una lista de las ciudades de cada sección. Luego regresaron ante Josué en el campamento de Siló. 10 Allí, en el santuario en Siló, el Señor le mostró a Josué por medio de suertes la sección que cada tribu debía recibir.

El territorio de Benjamín

11 Tierra asignada a la tribu de Benjamín:

La sección asignada a la familia de Benjamín quedó entre los territorios asignados previamente a las tribus de Judá y José.

12 El límite norte comenzaba en el río Jordán, seguía hacia el norte de Jericó, y luego hacia el occidente por la región montañosa y el desierto de Bet Avén. 13 Desde allí torcía hacia el sur en dirección a Luz (llamada también Betel) y seguía hacia Atarot Adar en la región montañosa de Bet Jorón de abajo. 14 Allí el límite volvía hacia el sur, pasaba por las montañas cerca de Bet Jorón, y terminaba en el pueblo de Quiriat Baal, a veces llamado también Quiriat Yearín, una de las ciudades de la tribu de Judá. Este era el límite occidental.

15 El límite sur iba desde las afueras de Quiriat Baal hasta el manantial de Neftóaj, 16 y allí descendía a las faldas de la montaña junto al valle de Ben Hinón al norte del valle de Refayin. Desde allí continuaba a través del valle de Ben Hinón, cruzaba al sur de la antigua ciudad de Jerusalén, donde vivían los jebuseos, y seguía descendiendo hasta Enroguel. 17 De allí continuaba hacia el noreste hasta Ensemes, y desde Ensemes hasta Guelilot (que está en el lado opuesto de la subida de Adumín). Entonces descendía hasta la piedra de Bohán, hijo de Rubén 18 desde donde seguía a lo largo del borde norte del Arabá. 19 El límite entonces descendía en el Arabá, corría hacia el sur hasta más allá de Bet Joglá y terminaba en la bahía norte del Mar Salado, donde desemboca el río Jordán.

20 El límite oriental era el río Jordán. Esta fue la tierra asignada a la tribu de Benjamín, 21-28 que contaba además con veintiséis ciudades:

Jericó, Bet Joglá, Émec Casís, Bet Arabá, Zemarayin, Betel, Avín, Pará, Ofra, Quefar Amoní, Ofni y Gueba, Gabaón, Ramá, Berot, Mizpa, Cafira, Mozá, Requen, Irpel, Taralá, Zela, Élef, Jebús (que es Jerusalén), Guibeá y Quiriat.

Estas fueron las ciudades que recibió la tribu de Benjamín con todos los pueblos que las rodeaban.

El territorio de Simeón

19 Tierra asignada a la tribu de Simeón:

La tribu de Simeón recibió la siguiente porción de tierra, la cual estuvo ubicada en medio del territorio asignado a Judá.

2-7 Sus propiedades incluían estas dieciocho ciudades con sus respectivos pueblos:

Berseba (o Sabá), Moladá, Jazar Súal, Balá, Esen, Eltolad, Betul, Jormá, Siclag, Bet Marcabot, Jazar Susá, Bet Lebaot, Sarujén, Ayin, Rimón, Éter y Asán.

Las ciudades más al sur como Balatber, que es Ramat en el Néguev, fueron también dadas a la tribu de Simeón. Las propiedades de Simeón, pues, vinieron de parte de lo que antes había sido dado a Judá, porque la sección de Judá había sido demasiado grande para ellos.

El territorio de Zabulón

10 Tierra asignada a la tribu de Zabulón:

La tercera tribu en recibir su asignación de tierras fue Zabulón. Sus límites comenzaban al costado sur de Sarid. 11 De aquí daban vuelta hacia el occidente, hasta cerca de Maralá y Dabéset, y de allí hasta el arroyo Tutor al oriente de Jocneán. 12 En la otra dirección, la línea limítrofe iba hacia el este, hasta el límite de Quislot Tabor, y desde allí hasta Daberat y Jafía. 13 Luego continuaba hacia el oriente de Gat Jefer, Itacasín y Rimón, y volvía hacia Negá. 14 El límite norte pasaba por Janatón y seguía hasta el valle de Jeftel. 15-16 Las ciudades en estas áreas, además de las mencionadas, incluían a Catat, Nalal, Simrón, Idalá y Belén, y todos los pueblos circundantes. En total eran doce ciudades. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Zabulón.

El territorio de Isacar

17-23 Tierra asignada a la tribu de Isacar:

La cuarta tribu en recibir su asignación de tierras fue Isacar. Sus fronteras incluían las siguientes ciudades:

Jezrel, Quesulot, Sunén, Jafarayin, Sijón, Anajarat, Rabit, Cisón, Abez, Rémet, Enganín, Enadá y Bet Pasés, Tabor, Sajazimá y Bet Semes.

Eran dieciséis ciudades en total, cada una con los pueblos de alrededor. El límite de Isacar terminaba en el río Jordán. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Isacar.

El territorio de Aser

24-26 Tierra asignada a la tribu de Aser:

La quinta tribu en recibir su asignación de tierras fue Aser. Sus fronteras incluían estas ciudades:

Jelcat, Jalí, Betén, Acsaf, Alamélec, Amad y Miseal.

Sus límites del lado occidental iban desde el Carmelo hasta Sijor Libnat, 27 daba vuelta hacia el oriente hasta Bet Dagón y seguían hasta Zabulón en el valle de Jeftel, pasando por el norte de Bet Émec y Neyel. Luego pasaba al este de Cabul, 28 Abdón, Rejob, Hamón, Caná, hasta la gran Sidón. 29 De allí el límite volvía a Ramá y a la ciudad fortificada de Tiro y llegaba al mar Mediterráneo en Josá. El territorio incluía también Majaleb, Aczib, 30-31 Uma, Afec y Rejob, un total de veintidós ciudades con los pueblos que las rodeaban. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Aser.

El territorio de Neftalí

32 Tierra asignada a la tribu de Neftalí:

La sexta tribu en recibir su asignación de tierras fue la de Neftalí. 33 Su territorio comenzaba en Judá desde Alón Sananín, Adaminéqueb, Jabnel hasta Lacún e iba a salir al río Jordán. 34 El límite occidental comenzaba cerca de Helef, corría hasta más allá de Aznot Tabor, luego a Hucoc y colindaba con Zabulón en el sur, con Aser en el oeste y con el río Jordán al este. 35-39 Las ciudades fortificadas que estaban en este territorio eran: Sidín, Ser, Jamat, Racat, Quinéret, Adamá, Ramá, Jazor, Cedes, Edrey, Enjazor, Irón, Migdal El, Jorén, Bet Anat y Bet Semes.

Eran en total diecinueve ciudades con sus correspondientes pueblos.

El territorio de Dan

40 Tierra asignada a la tribu de Dan:

La última tribu en recibir su asignación de tierras fue Dan. 41-46 Las ciudades de su territorio eran:

Zora, Estaol, Ir Semes, Sagalbín, Ayalón, Jetlá, Elón, Timnat, Ecrón, Eltequé, Guibetón, Balat, Jehúd, Bené Berac, Gat Rimón, Mejarcón y Racón, además del territorio que está junto a Jope.

47 Pero como parte de este territorio no estaba conquistado todavía, los guerreros de Dan tomaron la ciudad de Lesén, mataron a todos sus habitantes y vivieron allí, y llamaron a la ciudad Dan en honor a su antepasado. 48 Estas ciudades y sus pueblos constituyen la herencia de la tribu de Dan y sus familias.

El territorio de Josué

49 Así fue que toda la tierra fue dividida entre las tribus con los límites señalados. La nación de Israel dio una porción especial de tierra a Josué, 50 porque el Señor había dicho que él podía tener las ciudades que quisiera. El escogió Timnat Sera, en el territorio montañoso de Efraín, la reedificó y vivió allí.

51 Eleazar el sacerdote, Josué y los jefes de las tribus de Israel dirigieron el sorteo sagrado para repartir la tierra entre las tribus. Este sorteo fue hecho en la presencia del Señor a la entrada del santuario en Siló.

Ciudades de refugio

20 El Señor le dijo a Josué: «Dile al pueblo de Israel que designe ahora las ciudades de refugio, como le ordené a Moisés. Si un hombre mata a otro accidentalmente, puede ir a una de estas ciudades y quedar protegido de los parientes del muerto, que podrían tratar de vengarse y matarlo. Cuando el homicida accidental llegue a una de estas ciudades, se presentará ante el consejo de la ciudad, les explicará lo sucedido y ellos lo recibirán y le proporcionarán un lugar para vivir en medio de ellos. Si un pariente del muerto viene a la ciudad con intenciones de matarlo para vengarse, el homicida no podrá ser entregado, porque la muerte fue accidental.

»El hombre que causó la muerte deberá permanecer en la ciudad hasta que haya sido juzgado por todo el pueblo, y deberá vivir allí hasta la muerte del sumo sacerdote que estaba en el oficio en el tiempo del accidente. Entonces quedará libre para regresar a su ciudad y a su hogar».

Las ciudades elegidas como ciudades de refugio fueron: Cedes en Galilea, en la región montañosa de Neftalí; Siquén en las montañas de Efraín y Quiriat Arbá, también llamada Hebrón, en la región montañosa de Judá. Se designaron también tres ciudades con el mismo propósito al lado oriental del Jordán, frente a Jericó. Estas fueron: Béser en el desierto, en la tierra de la tribu de Rubén, Ramot de Galaad, en el territorio de la tribu de Gad, y Golán en Basán de la tribu de Manasés. Estas ciudades de refugio acogerían por igual a los extranjeros que vivían en Israel y a los israelitas, haciendo que todo aquel que cometiera un homicidio accidental pudiera huir a ellas para tener un juicio justo y no ser muerto por venganza.

Las poblaciones de los levitas

21 Los dirigentes de la tribu de Leví fueron a Siló a hacer una consulta al sacerdote Eleazar, a Josué y a los jefes de las tribus, y les dijeron: «El Señor instruyó a Moisés para que nos diera ciudades donde tuviéramos nuestras casas y tierras de pastoreo para nuestro ganado».

Entonces les entregaron algunas de las ciudades recientemente conquistadas con sus tierras de pastoreo. Trece de estas ciudades habían sido asignadas originalmente a las tribus de Judá, Simeón y Benjamín, y fueron dadas echando suerte a algunos de los sacerdotes del grupo de Coat de la tribu de Leví, descendientes de Aarón. Las demás familias de Coat recibieron diez ciudades de los territorios de Efraín, Dan y de la media tribu de Manasés. Los descendientes de Gersón recibieron trece ciudades seleccionadas por sorteo en el área de Basán. Estas ciudades fueron dadas por las tribus de Isacar, Aser, Neftalí y la media tribu de Manasés. Los descendientes de Merari recibieron doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. De esta manera se obedeció el mandato dado por Dios a Moisés, y por medio de sorteo se asignaron las ciudades y las tierras de pastoreo a los levitas.

9-16 Los primeros en recibir su asignación fueron los sacerdotes descendientes de Aarón miembro de los levitas de la familia de Coat. Las tribus de Judá y Simeón les dieron las nueve ciudades nombradas a continuación con sus correspondientes tierras de pastoreo:

Hebrón, en las colinas de Judá, como ciudad de refugio, que también se llamaba Quiriat Arbá. (Arbá era el padre de Anac). Los campos que estaban más allá de las ciudades y los pueblos circunvecinos habían sido dados a Caleb, hijo de Jefone: Libná, Jatir, Estemoa, Holón, Debir, Ayín, Yutá y Bet Semes.

17-18 La tribu de Benjamín les dio estas cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo: Gabaón, Gueba, Anatot y Almón.

19 Así que en total fueron trece las ciudades entregadas a los sacerdotes, descendientes de Aarón.

20-22 Las otras familias de los descendientes de Coat recibieron cuatro ciudades y tierras de pastoreo de la tribu de Efraín: Siquén (ciudad de refugio), Guézer, Quibsayin, y Bet Jorón.

23-24 Las siguientes cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo fueron dadas por la tribu de Dan: Eltequé, Guibetón, Ayalón y Gat Rimón.

25 La media tribu de Manasés entregó las ciudades de Tanac y Gat Rimón con sus correspondientes tierras de pastoreo. 26 De modo que en total fueron diez las ciudades y tierras de pastoreo dadas a las demás familias de los coatitas.

27 Los levitas descendientes de Gersón, recibieron dos ciudades y tierras de pastoreo de la media tribu de Manasés:

Golán en Basán (ciudad de refugio) y Besterá.

28-29 La tribu de Isacar dio cuatro ciudades:

Cisón, Daberat, Jarmut y Enganín.

30-31 La tribu de Aser dio cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo:

Miseal, Abdón, Jelcat, y Rejob.

32 La tribu de Neftalí dio:

Cedes (ciudad de refugio en Galilea), Jamot Dor, y Cartán.

33 Fueron trece ciudades con sus tierras de pastoreo las asignadas a los descendientes de la familia de Guersón.

34-35 El resto de los levitas, los descendientes de Merari, recibieron cuatro ciudades de la tribu de Zabulón: Jocneán, Cartá, Dimná y Nalal.

36-37 Rubén les dio: Béser, Yahaza, Cademot y Mefat.

38-39 Gad les dio cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo: Ramot de Galaad (ciudad de refugio), Majanayin, Hesbón y Jazer.

40 De modo que las familias de los descendientes de Merari recibieron doce ciudades en total.

41-42 El total de las ciudades y tierras de pastoreo asignadas a los levitas fue de cuarenta y ocho.

43 De este modo el Señor le dio a Israel toda la tierra que le había prometido a sus antepasados, y ellos entraron y la conquistaron, y vivieron allí.

44 Y el Señor les dio paz, como lo había prometido, y nadie pudo hacerles frente. El Señor les ayudó a destruir a todos sus enemigos. 45 Cada cosa buena que les había prometido se cumplió.

Retorno de las tribus orientales

22 Josué convocó a las tribus de Rubén, de Gad, y de la media tribu de Manasés, y les dijo lo siguiente: «Ustedes han cumplido lo que Moisés el siervo del Señor les ordenó y han obedecido las órdenes que les he dado; han cumplido, pues, las órdenes del Señor nuestro Dios. No han abandonado a sus hermanos aunque la campaña ha durado tanto tiempo. Ahora el Señor nos ha dado paz como nos la prometió. Por lo tanto, regresen a sus hogares, a la tierra que les fue entregada por Moisés el siervo de Dios en la otra orilla del río Jordán. Sigan obedeciendo todos los mandamientos que Moisés les dio, amen al Señor, y sigan el camino que él ha trazado para sus vidas. Aférrense a él y sírvanle con todo su ser».

Josué entonces los bendijo y los despidió. Moisés había asignado la tierra de Basán a la media tribu de Manasés, y la otra mitad de la tribu recibió tierras en la orilla occidental del río Jordán. Josué despidió de ellos a estos guerreros, y los bendijo, y les dijo que compartieran sus grandes riquezas con sus parientes al regresar. Su botín consistía en ganado, plata, oro, bronce, hierro y ropa.

Los guerreros de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés dejaron al resto del ejército de Israel en Siló en tierra de Canaán, y cruzaron el río Jordán hacia sus tierras en Galaad. 10 Antes de cruzar, estando aún en Canaán, construyeron un gran monumento para que todos lo vieran. Este monumento tenía la forma de un gran altar.

11 Cuando el resto de Israel supo lo que habían hecho, 12 se reunieron (el ejército) en Siló y se prepararon para ir a ofrecer batalla a sus propios hermanos. 13 Pero primero enviaron una delegación dirigida por el sacerdote Finés hijo de Eleazar. Cruzaron el río, llegaron a Galaad, y hablaron a las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés. 14 En la delegación había diez altos jefes de Israel, uno de cada una de las diez tribus, y cada uno de ellos era cabeza de un clan. 15 Cuando llegaron a la tierra de Galaad, les dijeron a las tribus de Rubén, Gad, y a la media tribu de Manasés:

16 ―La congregación del Señor quiere saber por qué han pecado ustedes contra el Dios de Israel apartándose de él al edificar un altar en rebeldía contra el Señor. 17 ¡Todavía cargamos con la culpa de Peor, de la cual aún no hemos sido limpiados a pesar de la plaga que nos azotó, 18 y ya ustedes se vuelven a rebelar! Ustedes saben que si se rebelan hoy el Señor se enojará con todos nosotros mañana. 19 Si necesitan el altar porque su tierra es impura, únanse con nosotros a este lado del río, donde el Señor vive con nosotros en su santuario, y nosotros compartiremos nuestras tierras con ustedes. Pero no se rebelen contra el Señor edificando otro altar además del altar verdadero de nuestro Dios. 20 ¿No recuerdan que cuando Acán el hijo de Zera pecó contra el Señor, la nación entera fue castigada además del hombre que pecó?

21 Esta fue la respuesta del pueblo de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés a los jefes de los clanes de Israel:

22-23 ―El Señor Dios de los dioses, sí, el Señor Dios de los dioses sabe que no hemos edificado el altar en rebeldía contra él. Él sabe (y que lo sepa todo Israel también) que nosotros no hemos edificado el altar para ofrecer holocaustos, ofrendas de harina o sacrificios de paz. Que la maldición de Dios caiga sobre nosotros si hemos tenido tal intención. 24 Lo hemos hecho porque amamos al Señor, y tenemos temor que en el futuro los hijos de ustedes digan a los nuestros: “¿Qué derecho tienen ustedes de venir a adorar al Señor Dios de Israel? 25 El Señor ha colocado el río Jordán como barrera entre nuestro pueblo y el de ustedes. Ustedes no tienen parte en la tierra del Señor. Y podría ser que nuestros hijos se apartaran del Señor”.

26-27 »Por eso decidimos edificar este altar, no para usarlo, pero sí para mostrar a nuestros hijos y a los hijos de ustedes que nosotros también podemos adorar al Señor con holocaustos; ofrendas de paz y sacrificios, y ellos no podrán decir a nuestros hijos: “Ustedes no tienen nada que ver con el Señor nuestro Dios”. 28 Si ellos dicen esto, nuestros hijos podrán responder: “Miren el altar del Señor que nuestros padres hicieron según el modelo original del altar del Señor. No es para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino como señal (es un símbolo) de la relación que ambos tenemos con el Señor. 29 Lejos esté de nosotros el apartarnos del Señor, o de rebelarnos contra él construyendo otro altar para los holocaustos, para las ofrendas de harina y para los sacrificios. Solamente el altar que está delante del santuario puede ser usado para ello”.

30 Cuando el sacerdote Finés y los altos jefes oyeron estas razones de las tribus de Gad, de Rubén y de Manasés, quedaron satisfechos.

31 Finés les respondió:

―Ahora sabemos que el Señor está entre nosotros porque ustedes no han pecado contra él como habíamos pensado. Nos han librado de la destrucción.

32 Entonces Finés y los diez embajadores regresaron al pueblo de Israel y les contaron lo ocurrido, 33 y todo Israel se alegró y alabó a Dios, y no se habló más de pelear contra Rubén y Gad. 34 Los pueblos de Rubén y Gad le pusieron nombre al altar y le llamaron Altar del Testimonio, porque dijeron: «Es un testimonio entre nosotros y ellos de que el Señor es nuestro Dios también».

Despedida de Josué

23 Mucho tiempo después, cuando el Señor había dado a Israel victoria contra sus enemigos, y Josué estaba muy anciano, este convocó a los jueces y oficiales de Israel y les dijo: «Ya estoy viejo, y ustedes han visto lo que el Señor nuestro Dios ha hecho por nosotros durante mi vida. Él ha peleado en favor nuestro contra nuestros enemigos, y nos ha dado la tierra de ellos. He distribuido entre ustedes las naciones aún no conquistadas así como las que destruimos. Toda la tierra desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo será nuestra, porque el Señor nuestro Dios expulsará a todos los pueblos que viven allí ahora, y ustedes poseerán sus tierras, tal como el Señor lo prometió.

»Pero deben observar todas las ordenanzas escritas en el libro de las leyes de Moisés. No se desvíen de ellas ni un ápice. Para que no se les ocurra mezclarse con los pueblos (paganos) que aún viven en esta tierra. Ni siquiera mencionen el nombre de sus dioses, ni juren por ellos, ni los adoren. Sigan al Señor nuestro Dios como lo han hecho hasta ahora. Él ha expulsado delante de ustedes a naciones más fuertes que ustedes; ninguna ha sido capaz de derrotarlos. 10 Cada uno de ustedes ha hecho huir a mil enemigos porque el Señor pelea por ustedes como prometió. 11 Así pues, sigan amándolo. 12 Si no lo hacen, y comienzan a contraer matrimonio con personas de las naciones que los rodean, 13 tengan por cierto que el Señor nuestro Dios no expulsará a esas naciones de la tierra. Por el contrario, se convertirán en tropiezo y en trampa para ustedes, y serán como un azote en sus costados y como una espina en sus ojos, y ustedes desaparecerán de esta tierra que el Señor nuestro Dios les ha dado.

14 »Pronto seguiré el camino de todos los que habitan la tierra: Voy a morir.

»Ustedes saben bien que las promesas de Dios se han cumplido. 15-16 Pero tan ciertamente como que Dios les ha dado las buenas cosas que les había prometido, él traerá el mal si lo desobedecen. Si adoran a otros dioses, él los exterminará en esta buena tierra que les ha dado. Su ira se encenderá contra ustedes y ciertamente perecerán».

Renovación del pacto en Siquén

24 Luego Josué convocó a todo el pueblo de Israel en Siquén, juntamente con sus ancianos, oficiales y jueces. Todos asistieron y se presentaron delante del Señor.

Josué se dirigió a ellos con las siguientes palabras:

―El Señor Dios de Israel dice: “Sus antepasados, incluyendo a Téraj el padre de Abraham y Najor, vivieron al oriente del río Éufrates. Allí adoraban a otros dioses. Pero yo elegí a su padre Abraham desde aquella tierra al otro lado del río, y lo conduje hasta la tierra de Canaán, y le di muchos descendientes por medio de Isaac su hijo. Los hijos que a Isaac le di fueron Jacob y Esaú. A Esaú le di el territorio que queda alrededor del monte Seír, mientras que Jacob y sus hijos entraron en Egipto.

»”Entonces envié a Moisés y a Aarón para que enviaran terribles plagas sobre Egipto, y después saqué a mi pueblo de allí para que fueran libres. Pero cuando llegaron al Mar Rojo los egipcios comenzaron a seguirlos con carros y caballos. Israel clamó a mí y yo puse tinieblas entre ellos y los egipcios. También hice que el mar descendiera sobre los egipcios y los ahogara, y ustedes lo vieron con sus propios ojos. Luego Israel vivió en el desierto durante muchos años. Finalmente los hice entrar en la tierra de los amorreos al otro lado del río Jordán. Ellos pelearon contra ustedes, pero yo los destruí y les entregué a ustedes la tierra de ellos. El rey Balac de Moab comenzó una guerra contra Israel y le pidió a Balán, el hijo de Beor, que los maldijera. 10 Pero yo no le presté atención, sino hice que los bendijera, y así libré a Israel de sus manos. 11 Luego ustedes cruzaron el río Jordán y entraron en Jericó. Los hombres de Jericó pelearon contra ustedes, y así lo hicieron también otros pueblos: los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Uno por uno pelearon contra ustedes, pero yo los destruí a todos. 12 Envié delante de ustedes avispas para quitarles del paso a los dos reyes de los amorreos y su pueblo. No fue con sus espadas ni con sus arcos con los que obtuvieron ustedes la victoria. 13 Yo les di la tierra por la que no habían trabajado y ciudades que no habían edificado, las ciudades en las que ahora están viviendo. Les di viñedos y olivares para que se alimentaran, aunque ustedes no los plantaron”.

14 »Por lo tanto, teman al Señor y sírvanle con sinceridad y verdad. Desechen para siempre los ídolos que sus antepasados adoraron más allá del Éufrates y en Egipto. Adoren al Señor solamente. 15 Pero si les parece mal servir al Señor, escojan hoy a quién van a servir, si a los dioses que sus antepasados adoraban más allá del Éufrates o a los dioses de los amorreos de esta tierra. Pero yo y los de mi casa serviremos al Señor.

16 Entonces el pueblo respondió:

―¡Jamás abandonaremos al Señor ni adoraremos a otros dioses! 17 Porque el Señor nuestro Dios es el que nos rescató de la esclavitud en Egipto. Él es el Dios que hizo poderosos milagros ante los ojos de Israel y nos defendió de nuestros enemigos cuando pasamos por sus tierras. 18 Fue el Señor el que echó delante de nosotros a los amorreos y a las otras naciones que vivían en la tierra. ¡Serviremos al Señor porque él es nuestro Dios!

19 Josué respondió al pueblo:

―No podrán adorar al Señor su Dios, porque él es santo y celoso y no perdonará sus rebeliones y pecados. 20 Si lo abandonan y adoran otros dioses, él se volverá contra ustedes y los destruirá, aunque los haya cuidado durante tanto tiempo.

21 Pero el pueblo respondió:

―Nosotros serviremos al Señor.

22 ―Ustedes mismos son testigos de lo que han dicho; han elegido al Señor para servirle —dijo Josué.

―Sí —respondieron ellos—, somos testigos.

23 ―Entonces —dijo Josué— destruyan los ídolos que ahora poseen y obedezcan al Señor el Dios de Israel.

24 Y el pueblo de Israel respondió a Josué:

―Serviremos al Señor nuestro Dios y obedeceremos su voz.

25 Entonces Josué hizo un pacto con ellos aquel día en Siquén, un pacto permanente entre ellos y Dios. Y allí les dio leyes y mandamientos. 26 Josué anotó la respuesta del pueblo en el libro de las leyes del Señor y tomó una gran piedra como recordatorio, y la puso bajo el encino que estaba junto al santuario.

27 Después Josué le dijo a todo el pueblo:

―Esta piedra ha oído cuanto el Señor ha dicho, de modo que será testigo contra ustedes si no cumplen lo prometido al Señor.

28 Luego Josué despidió al pueblo para que volviera cada uno a sus tierras.

Entierros en la Tierra prometida

29 Poco después de esto murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. 30 Fue sepultado en su propiedad en Timnat Sera, en las montañas de Efraín, al norte del monte de Gaas.

31 Israel obedeció al Señor durante toda la vida de Josué y de los otros ancianos que habían sido testigos de las asombrosas obras que el Señor había hecho por Israel.

32 Los huesos de José que el pueblo de Israel había traído consigo desde Egipto, fueron sepultados en Siquén, en la parcela que Jacob había comprado por cien piezas de plata a los hijos de Jamor, situada en el territorio asignado a las tribus de los hijos de José.

33 También murió Eleazar el hijo de Aarón, y fue sepultado en Guibeá, la ciudad de Finés su hijo, en las montañas de Efraín.

Israel continúa su lucha contra los cananeos

Después de la muerte de Josué, la gente de Israel se presentó delante del Señor para pedirle instrucciones.

―¿Cuál de las tribus será la primera en salir a pelear contra los cananeos? —preguntaron.

La respuesta de Dios fue la siguiente:

―Judá. Y yo le daré una gran victoria.

Sin embargo, los jefes de la tribu de Judá pidieron ayuda a la tribu de Simeón: «Ayúdennos a desalojar a los habitantes del territorio que se nos asignó —dijeron—, y luego nosotros los ayudaremos a ustedes en su conquista». Así pues, la gente de Simeón acompañó a la de Judá.

4-6 Y el Señor les ayudó a derrotar a los cananeos y a los fereceos, de modo que diez mil enemigos fueron muertos en Bézec. El rey Adoní Bézec huyó, pero los israelitas lo persiguieron y lo capturaron y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies.

«Setenta reyes sin pulgares en las manos y los pies recogían migajas debajo de mi mesa» —dijo Adoní Bézec—. Ahora el Señor me ha pagado con lo mismo.

Después lo llevaron a Jerusalén y allí murió.

Judá había conquistado Jerusalén y había dado muerte a todos sus habitantes, prendiendo fuego a la ciudad. Después luchó contra los cananeos en la región montañosa del Neguev y en las llanuras de la costa. 10 Enseguida Judá marchó contra los cananeos en Hebrón, (anteriormente se llamaba Quiriat Arbá) y destruyó las ciudades de Sesay, Ajimán y Talmay.

11 Después marchó contra la ciudad de Debir (llamada anteriormente Quiriat Séfer). 12 Y Caleb prometió lo siguiente: «¿Quién dirigirá el ataque contra Debir? A quienquiera que la conquiste le daré mi hija Acsa por esposa».

13 Otoniel, sobrino de Caleb, hijo de Quenaz el hermano de Caleb, se ofreció para dirigir el ataque, y conquistó la ciudad y obtuvo a Acsa por esposa. 14 Un instante antes de salir hacia su nuevo hogar él la persuadió que solicitara de su padre un pedazo adicional de tierra. Ella se desmontó del burro.

―¿Qué quieres? —le preguntó Caleb.

15 Ella le dijo:

―Quiero pedirte algo: ya que me has dado tierras en el Néguev, dame también fuentes de agua.

Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y de abajo.

16 Cuando la tribu de Judá entró en su nueva tierra en el desierto del Neguev al sur de Arad, los descendientes del suegro de Moisés, miembros de la tribu de los ceneos, lo acompañaron. Dejaron sus hogares en Jericó, la ciudad de las palmeras, y a partir de entonces las dos tribus vivieron juntas. 17 Después, Judá se unió a Simeón para enfrentarse a los cananeos en la ciudad de Sefat, y dieron muerte a todo el pueblo. Por eso ahora la ciudad es llamada Jormá (Matanza). 18 Judá conquistó además las ciudades de Gaza, Ascalón y Ecrón, con todos sus pueblos circunvecinos. 19 El Señor ayudó a la tribu de Judá a expulsar a los habitantes de la región montañosa, pero no pudieron conquistar a los del valle, porque estos tenían carros de hierro.

20 La ciudad de Hebrón fue dada a Caleb como el Señor había prometido, y Caleb expulsó a todos sus habitantes, que eran descendientes de los tres hijos de Anac.

21 La tribu de Benjamín no expulsó a los jebuseos que vivían en Jerusalén, de modo que allí viven todavía, mezclados con los israelitas.

22-23 Por su parte los descendientes de José atacaron la ciudad de Betel, antes conocida como Luz, y el Señor estuvo con ellos. Primero enviaron exploradores, 24 los que capturaron a un hombre que salía de la ciudad y prometieron salvarle la vida y la de su familia si les mostraba cómo entrar en la ciudad. 25 Él les mostró la entrada y ellos exterminaron a toda la población perdonando la vida de este hombre y la de su familia. 26 Más tarde este hombre se fue a Siria y fundó una ciudad también llamada Luz, nombre con que se conoce todavía.

27 La tribu de Manasés tampoco expulsó a la gente que vivía en Betseán, Tanac, Dor, Ibleam y Meguido, con sus pueblos circunvecinos, de modo que los cananeos permanecieron allí. 28 Años más tarde, cuando los israelitas fueron más fuertes, dominaron a los cananeos y los obligaron a trabajos forzados, pero jamás los expulsaron del territorio. 29 Lo mismo ocurrió con los cananeos que vivían en Guézer. Ellos todavía viven en medio de la tribu de Efraín.

30 La tribu de Zabulón no dio muerte a los habitantes de Quitrón y Nalol, sino que los hizo esclavos. 31 La tribu de Aser tampoco expulsó a los residentes de Aco, Sidón, Ajlab, Aczib, Jelba, Afec y Rejob. 32 De modo que los israelitas todavía viven con los cananeos que eran el pueblo original de aquella tierra. 33 La tribu de Neftalí no expulsó al pueblo de Bet Semes y de Bet Anat, de modo que ellos siguen viviendo allí, pero en calidad de siervos.

34 En cuanto a la tribu de Dan, los amorreos los obligaron a establecerse en las montañas y no los dejaron descender al valle. 35 Pero más tarde, cuando los amorreos se esparcieron por el monte Heres, en Ayalón y Salbín, la tribu de José los venció y los hizo esclavos. 36 Los límites de los amorreos comienzan en la subida del Paso del Escorpión, siguen hasta un punto llamado Acrabim (La Roca), y de allí a Selá y hacia las montañas.

El ángel del Señor en Boquín

Un día el ángel del Señor llegó a Boquín, desde Guilgal y anunció al pueblo de Israel: «Los saqué de Egipto, los hice entrar en esta tierra que prometí a sus antepasados, y dije que jamás quebrantaría mi pacto con ustedes si no hacían tratados de paz con los habitantes de esta tierra. Yo les ordené que destruyeran los altares paganos que ellos tenían. ¿Por qué no han obedecido? Ahora, puesto que ustedes han quebrantado el pacto, ya no está en efecto, y ya no estoy obligado a destruir a las naciones que viven en esta tierra; por el contrario, ellos serán para ustedes como espinas en el costado, y sus dioses serán una tentación constante para ustedes».

Cuando el ángel terminó de hablar, el pueblo rompió a llorar. Por eso le pusieron al lugar Boquín (Lugar donde el pueblo lloró). Luego ofrecieron allí sacrificios al Señor.

Desobediencia y derrota

Josué envió de regreso a los israelitas, cada tribu pasó a su nuevo territorio y tomó posesión de la tierra. 7-9 Josué, siervo de Dios, murió a la edad de ciento diez años, y fue sepultado en su propiedad en Timnat Sera en la región montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas. El pueblo permaneció fiel al Señor durante la vida de Josué. Y también lo hizo mientras vivieron los ancianos que, como Josué, habían visto los grandiosos milagros que el Señor había hecho por Israel. 10 Finalmente murió toda aquella generación.

Los que nacieron después de ellos, ya no fueron fieles al Señor su Dios, ni recordaban los actos portentosos que había hecho en favor de Israel. 11 Esta nueva generación siguió y sirvió a otros dioses, y realizó actos que el Señor había prohibido expresamente. 12-14 Abandonó totalmente al Señor, el Dios que amaron y adoraron sus antepasados, el Dios que los había sacado de la tierra de Egipto. En su lugar, adoraron y sirvieron a los dioses de las naciones vecinas. Por lo tanto, la ira del Señor se inflamó contra Israel, y los dejó a merced de sus enemigos, porque se había separado del Señor y estaban adorando a Baal y a Astarté.

15 Cuando la nación de Israel salía a presentar batalla a sus enemigos, el Señor estaba en su contra. Les había advertido que lo haría así. En realidad lo había jurado. Pero cuando el pueblo estaba en medio de una terrible aflicción, 16 el Señor levantaba caudillos o jueces que los salvaran de sus enemigos. 17 Sin embargo, Israel no oía a los caudillos sino que desobedecía al Señor al adorar otros dioses. Se apartaron muy pronto del camino de sus padres, y se negaron a obedecer los mandamientos del Señor. 18 Cada juez rescataba al pueblo de Israel de sus enemigos durante su vida, porque el Señor se compadecía del clamor de su pueblo cuando estaba oprimido y acosado. 19 Pero cuando el juez moría, el pueblo volvía a hacer lo malo y lo hacía aún peor que sus antepasados. Adoraban nuevamente a otros dioses. Obstinadamente regresaban a las costumbres perversas de las naciones que los rodeaban.

20 Entonces la ira del Señor se inflamaba nuevamente contra Israel. Declaraba: «Por cuanto este pueblo ha violado el pacto que hice con sus antepasados, 21 ya no apartaré de delante de ellos a las naciones que Josué dejó sin conquistar cuando murió. 22 En cambio, me servirán para probar a mi pueblo, para ver si obedece al Señor de la manera que sus antepasados lo hicieron».

23 El Señor, pues, dejó a aquellas naciones en la tierra y no las expulsó ni permitió que Israel las destruyera.

Esta es la lista de las naciones que el Señor dejó en la tierra para probar a la nueva generación de Israel que no había participado en las guerras de Canaán, y para que aprendieran lo que era una guerra: Los filisteos (cinco ciudades), los cananeos, los sidonios, los heveos que vivían en el monte Líbano, desde Baal Hermón hasta la entrada de Lebó Jamat. Estos pueblos quedaron, además, para probar a la nueva generación de Israel, para ver si obedecían los mandamientos que el Señor les había dado por medio de Moisés.

Israel, pues, vivió entre los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, y comenzaron a mezclarse con ellos. Los jóvenes de Israel se casaban con las mujeres de esos pueblos, y las israelitas se casaban con los hombres del lugar. Pronto todo Israel estuvo adorando a sus dioses.

Otoniel

El pueblo de Israel hizo lo malo delante de los ojos de Dios, porque se volvieron contra el Señor su Dios y adoraron a Baal y a los ídolos de Aserá. Por esa razón, el Señor se enojó contra Israel y dejó que el rey Cusán Risatayin de Siria oriental los conquistara. Estuvieron bajo su dominio ocho años. Pero cuando Israel clamó al Señor, él hizo que el sobrino de Caleb, Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb, lo salvara. 10 El Espíritu del Señor vino sobre Otoniel, y gobernó a Israel, y salió en guerra contra el rey Cusán Risatayin, y el Señor ayudó a Israel a vencerlo completamente.

11 Durante cuarenta años hubo paz en la tierra, pero, muerto Otoniel, 12 Israel se volvió una vez más a sus malos caminos.

Aod

En consecuencia, el Señor ayudó a Eglón, rey de Moab a conquistar parte de Israel.

13 Con él se aliaron los amonitas y los amalecitas, y derrotaron a los israelitas y tomaron posesión de Jericó, la Ciudad de las Palmeras. 14 Durante los siguientes dieciocho años el pueblo de Israel sirvió al rey Eglón.

15 Pero cuando clamaron al Señor, él les envió un salvador, Aod, hijo de Guerá, un benjaminita, que era zurdo. Aod fue el hombre escogido para llevar el tributo anual a la capital moabita. 16 Antes de salir en su viaje, se hizo una daga de doble filo de medio metro de largo y la escondió en su ropa junto a su costado derecho. 17-19 Después de entregarle el dinero al rey Eglón, quien era muy gordo, inició su viaje de regreso. Pero cuando estaba en las afueras de la ciudad, en las canteras de Guilgal, se despidió de sus compañeros y regresó solo ante el rey.

―Tengo un secreto para ti —le dijo.

El rey inmediatamente hizo salir a todos los que estaban con él a fin de tener una conversación secreta con Aod. 20 Aod avanzó hasta donde estaba sentado Eglón en su sala de verano y le dijo:

―Es algo que Dios te manda.

El rey Eglón se puso de pie inmediatamente para recibir lo que Aod traía para él, 21 y Aod, con su fuerte mano izquierda sacó la daga de doble filo de debajo de su túnica y la enterró en el vientre del rey. 22-23 La empuñadura de la daga desapareció debajo de la carne, y la grasa la cubrió al salírsele el excremento por la herida. Dejando allí la daga, Aod cerró la puerta tras de sí con el cerrojo y escapó por el corredor.

24 Cuando volvieron los siervos del rey y vieron que las puertas estaban cerradas, esperaron pensando que podría estar haciendo sus necesidades. 25 Pero después de un tiempo, como él no salía se preocuparon y fueron en busca de la llave. Cuando abrieron la puerta, encontraron que su amo estaba muerto en el suelo.

26 Mientras tanto Aod había llegado más allá de las canteras, hasta Seirat. 27 Cuando entró en la región montañosa de Efraín, hizo sonar una trompeta llamando a las armas, y reunió a los varones israelitas bajo su mando.

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