Bible in 90 Days
15 Después de que los hayas santificado y presentado de esta forma, podrán entrar y salir del santuario en cumplimiento de sus deberes:
16 »Son míos de entre el pueblo de Israel y yo los he aceptado en sustitución de todos los primogénitos de los israelitas. He tomado a los levitas como sustitutos, 17 pues todos los primogénitos de los hijos de Israel son míos, tanto hombres como animales; yo me los apropié la noche en que maté a todos los primogénitos de los egipcios. 18 Sí, yo he aceptado a los levitas en lugar de los primogénitos de Israel. 19 Y los daré como presente a Aarón y sus hijos. Los levitas desempeñarán los deberes sagrados requeridos al pueblo de Israel en el santuario, y ofrecerán los sacrificios del pueblo para obtener el perdón por él. Así, no habrá plaga alguna en Israel como la habría si personas comunes entraran en el santuario».
20 Moisés y Aarón y todo el pueblo de Israel dedicaron, pues, a los levitas, siguiendo cuidadosamente las instrucciones que el Señor le había dado a Moisés.
21 Los levitas se purificaron y lavaron sus vestiduras, y Aarón los presentó al Señor haciendo un gesto de ofrenda. Luego hizo el rito del perdón sobre ellos para purificarlos. 22 Después de esto entraron en el santuario como ayudantes de Aarón y sus hijos. Todo se hizo como el Señor le había mandado a Moisés.
23 El Señor le dijo también a Moisés: 24 «Los levitas comenzarán a servir en el santuario a la edad de veinticinco años, 25 y se retirarán a los cincuenta. 26 Después de su retiro pueden ayudar en el santuario en las tareas ligeras, pero no tendrán deberes regulares».
La fecha de la Pascua
9 El Señor le dio estas instrucciones a Moisés cuando él y el resto de Israel estaban en la península de Sinaí, durante el primer mes del segundo año tras su salida de Egipto: 2-3 «El pueblo de Israel debe celebrar la Pascua cada año el día catorce del primer mes empezando al atardecer. Asegúrate de que sigan todas mis instrucciones al celebrarla».
4 Moisés anunció entonces 5 que la celebración de la Pascua comenzaría al atardecer del día catorce, allí mismo; en la península de Sinaí, tal como el Señor había ordenado. 6 Pero sucedió que varios hombres habían asistido a un entierro, 7 y estaban contaminados ceremonialmente por haber tocado el cadáver, de modo que no podían comer el cordero pascual aquella noche. Acudieron a Moisés y a Aarón y les explicaron el problema y se quejaron de que se les prohibiera comer su sacrificio al Señor en el día señalado.
8 Moisés respondió que consultaría al Señor acerca de esta cuestión, 9 y una vez hecho, la respuesta del Señor fue como sigue:
10 «Si cualquier persona del pueblo de Israel, ya sea ahora o en las generaciones venideras, queda contaminada en la época de la Pascua a causa de haber tocado un cuerpo muerto, o si está de viaje y no puede estar presente, debe celebrar también la Pascua, pero un mes más tarde, 11 el día catorce del segundo mes, por la noche. Deberá comer el cordero ese día, con pan sin levadura y hierbas amargas. 12 No debe dejar ninguna sobra para la mañana siguiente, y tampoco debe romper ningún hueso del cordero, y debe seguir todas las instrucciones normales de la Pascua.
13 »Pero cualquiera que no esté contaminado o no esté de viaje, y no obstante se oponga a celebrar la Pascua en la fecha establecida, será expulsado del pueblo de Israel por rehusar hacer el sacrificio en el momento debido; y responderá por su falta. 14 Y si un extranjero vive con ustedes y quiere celebrar la Pascua al Señor, seguirá las mismas instrucciones. Todos tienen la misma ley».
La nube cubre el santuario
15 El día en que se erigió el santuario, la nube lo cubrió; y por la noche la nube se transformó en fuego y se mantuvo así durante toda la noche. 16 Siempre sucedía así: la nube que lo cubría de día tomaba de noche aspecto de fuego. 17 Cuando la nube se levantaba, el pueblo de Israel la seguía hasta donde se detenía, y acampaba allí. 18 Por orden del Señor todo el pueblo viajaba y por orden del Señor se detenía y acampaba. 19 Si la nube se detenía por largo tiempo, todos los israelitas se quedaban por largo tiempo. Pero si se detenía tan sólo por unos días, ellos sólo se quedaban esos días, porque así lo había ordenado el Señor. 20-21 A veces la nube de fuego se detenía tan sólo una noche, y a la mañana siguiente continuaba su marcha. Pero fuera de día o de noche cuando la nube se movía, el pueblo desmontaba el campamento y la seguía. 22 Si la nube permanecía sobre el santuario dos días, un mes o un año, ese era el tiempo que el pueblo de Israel se detenía; pero en cuanto se movía, ellos la seguían. 23 Resultaba así que acampaban o viajaban por orden del Señor; y cualquier cosa que el Señor le ordenaba a Moisés, lo hacían.
La señal de las trompetas
10 Luego el Señor le dijo a Moisés: 2 «Haz dos trompetas de plata labrada para convocar a las asambleas del pueblo y para indicar el desmontaje del campamento. 3 Cuando suenen las dos trompetas, el pueblo entenderá que debe reunirse a la entrada del santuario. 4 Pero si sólo suena una trompeta, sólo comparecerán ante ti los jefes de las tribus de Israel.
5-7 »Usarás distintos toques de trompeta para diferenciar la convocatoria a una asamblea y la orden de desmontar el campamento y emprender la marcha. Cuando suene la señal de partida, las tribus acampadas al este del santuario serán las primeras en salir. Y cuando suene la segunda señal marcharán las que están al sur. 8 Únicamente los sacerdotes podrán tocar las trompetas. Esto es una orden permanente que ha de obedecerse por todas las generaciones.
9 »Cuando lleguen a la Tierra prometida y tengan que luchar contra sus enemigos, Dios los oirá y los salvará de ellos cuando den la alarma con estas trompetas. 10 Usen las trompetas en tiempo de alegría también, haciéndolas sonar en las fiestas anuales y al comienzo de cada mes, para alegrarse en las ofrendas totalmente ofrecidas a Dios y en las ofrendas de paz. Y yo me acordaré de ustedes. Pues yo soy el Señor, su Dios».
Desde el Sinaí hasta Parán
11 La nube se levantó del santuario el día veinte del segundo mes del segundo año después de la salida de Israel de Egipto 12 y los israelitas salieron del desierto de Sinaí y siguieron la nube hasta que esta se detuvo en el desierto de Parán. 13 Este fue su primer viaje después de que Moisés recibió las instrucciones del Señor.
14 Abriendo la marcha iba la tribu de Judá, agrupada detrás de su bandera, y conducida por Naasón, hijo de Aminadab. 15 A continuación iban la tribu de Isacar, conducida por Natanael, hijo de Zuar, 16 y la tribu de Zabulón, conducida por Eliab, hijo de Helón.
17 El santuario fue desmontado y los hombres de Guersón y Merari, grupos de la tribu de Leví, se pusieron a continuación en la línea de marcha, llevando el santuario en los hombros. 18 A continuación iba la bandera del campamento de Rubén, con Elisur hijo de Sedeúr a la cabeza. 19 Le seguían la tribu de Simeón, encabezada por Selumiel hijo de Zurisaday, 20 y la tribu de Gad conducida por Eliasaf, hijo de Deuel.
21 Después seguían los coatitas, llevando los utensilios del Lugar Santísimo. (El santuario estaba ya montado en su nuevo emplazamiento cuando ellos llegaban). 22 A continuación iba la tribu de Efraín tras su bandera, conducida por Elisama, hijo de Amiud, 23 la tribu de Manasés conducida por Gamaliel hijo de Pedasur 24 y la tribu de Benjamín conducida por Abidán hijo de Gedeoni. 25 En último lugar marchaban las tribus encabezadas por la bandera de Dan, bajo la dirección de Ajiezer hijo de Amisaday, 26 la tribu de Aser dirigida por Paguiel hijo de Ocrán, 27 y la tribu de Neftalí conducida por Ajira, hijo de Enán. 28 Este era el orden en que marchaban las tribus.
Moisés invita a Hobab
29 Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita:
―Por fin estamos camino a la Tierra prometida. Ven con nosotros y te favoreceremos, pues el Señor ha hecho maravillosas promesas a Israel.
30 Pero su cuñado le respondió:
―¡Muchas gracias!, pero debo regresar a mi tierra, con mis parientes.
31 ―Quédate con nosotros —le rogó Moisés—, pues tú conoces los caminos del desierto y nos servirás de guía. 32 Si vienes, tendrás una parte de los bienes que Dios nos dará.
Israel se pone en marcha
33 Tras dejar el monte Sinaí, viajaron tres días con el cofre al frente de la columna, para elegir lugar donde detenerse. 34 Cuando salieron era de día, y la nube iba delante de ellos mientras marchaban. 35 Cuando el cofre empezaba a moverse, Moisés exclamaba: «Levántate; oh Señor, y esparce a tus enemigos; que huyan delante de ti». 36 Y cuando el cofre se detenía, decía: «Vuelve, Oh Señor, a los miles de millares de Israel».
Fuego del Señor en Taberá
11 El pueblo empezó pronto a quejarse, y el Señor lo oyó. Su furor se encendió contra ellos a causa de sus quejas, y el fuego del Señor empezó por destruir a los que se encontraban en uno de los extremos del campamento. 2 Entonces ellos clamaron a Moisés, y cuando este oró por ellos, el fuego se apagó. 3 Desde entonces aquel lugar se conoció con el nombre de Taberá (Incendio), porque el fuego del Señor ardió allí.
El pueblo añora las cosas de Egipto
4-5 El populacho que iban con ellos empezó a añorar las cosas buenas de Egipto. A esto se sumó el resto de los israelitas que, descontentos, empezaron a llorar diciendo:
«¡Quién nos diera carne! ¡Ah, si tuviéramos un poco del delicioso pescado que comíamos gratis en Egipto, y pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! 6 Pero aquí estamos perdiendo las fuerzas, y todos los días tenemos que conformarnos con este maná».
7 Y era el maná del tamaño de una semilla de cilantro, y tenía el aspecto de gotas de resina de árbol. 8 El pueblo lo recogía del suelo y lo machacaba para convertirlo en harina, lo hervía después y hacía tortas con él. Sabía a tortas fritas con aceite de oliva. 9 El maná caía con el rocío de la noche.
Moisés se queja ante Dios
10 Moisés oyó que las familias lloraban de pie delante de sus tiendas, y el furor del Señor se encendió. También Moisés se disgustó mucho, y 11 le dijo al Señor: «¿Por qué me has elegido a mí para darme una carga semejante con este pueblo? 12 ¿Acaso son hijos míos? ¿Soy yo su padre para que me impongas el deber de criarlos como si fueran criaturas, hasta que lleguemos a la tierra que prometiste a sus antepasados? 13 ¿De dónde voy a sacar carne para toda esta gente? Porque me están llorando y diciendo: “¡Danos carne!”. 14 ¡Yo solo no puedo soportar a esta nación! ¡Es demasiada carga! 15 Si me vas a tratar así, mándame la muerte; me harías un favor. ¡Déjame salir de esta situación insoportable!».
Dios responde a Moisés
16 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
―Convócame a setenta dirigentes de Israel y reúnelos en el santuario para que se presenten contigo. 17 Yo descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del Espíritu que hay en ti y lo pondré también en ellos. Ellos te ayudarán a llevar la carga de modo que no tengas que hacer este trabajo solo.
18 »Y dile a la gente que se purifique, porque mañana tendrán carne para comer. Diles: “El Señor ha oído sus lloriqueos por lo que han dejado en Egipto, y les va a dar carne. 19 Comerán carne no por un día ni dos, ni cinco ni diez ni veinte. 20 Durante un mes entero tendrán carne, hasta que la vomiten por las narices; porque han despreciado al Señor que está aquí entre ustedes y han suspirado por Egipto”».
21 Pero Moisés dijo:
―Sólo los hombres suman seiscientos mil (mujeres y niños aparte); ¡y a pesar de eso les prometes carne durante todo un mes! 22 ¡Aunque matáramos todos nuestros rebaños no tendríamos suficiente! ¡Habría que pescar todos los peces del mar para cumplir tu promesa!
23 Entonces el Señor dijo a Moisés:
―¿Cuándo he sido débil? ¡Ahora verás que mi palabra se cumple!
24 Y Moisés salió del santuario e informó al pueblo de las palabras del Señor; y reunió a los setenta ancianos y los situó en torno al santuario. 25 Y el Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y tomó del Espíritu que había en Moisés y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el Espíritu estuvo en ellos, profetizaron una sola vez. 26 Pero dos de aquellos setenta —Eldad y Medad— se habían quedado en el campamento, y cuando el Espíritu vino a ellos, profetizaron allí. 27 Un muchacho fue corriendo y le explicó a Moisés lo que estaba sucediendo, 28 y Josué (hijo de Nun), uno de los ayudantes de Moisés, protestó:
―¡Moisés, hazles callar!
29 Pero Moisés le respondió:
―¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta, y el Señor pusiera su Espíritu sobre todos ellos!
30 Entonces Moisés regresó al campamento acompañado de los ancianos de Israel.
31 El Señor envió un viento que arrastró codornices de la ribera del mar, y las dejó caer en el campamento y en todos sus alrededores. Había codornices en todas direcciones, a distancia de un día de camino, y hasta casi un metro de altura. 32 Así pues, el pueblo tomó y mató codornices durante todo el día y la noche, y todo el día siguiente. El que menos recogió, juntó diez montones, y algunos hasta las extendieron en el campo para secarlas. 33 Pero en cuanto empezaron a comer carne, la ira de Dios se levantó contra el pueblo, y mató a gran cantidad de ellos con una plaga. 34 Por esta razón aquel lugar fue llamado Quibrot Hatavá (Tumba de los codiciosos), porque allí enterraron a los que habían deseado la carne y el regreso a Egipto. 35 Y desde aquel lugar se trasladaron a Jazerot, y se quedaron allí una temporada.
Miriam y Aarón critican a Moisés
12 Un día Miriam y Aarón se pusieron a criticar a Moisés porque su mujer era una cusita, 2 y dijeron:
―¡El Señor no ha hablado sólo por medio de Moisés! ¡También ha hablado por medio de nosotros dos!
Pero el Señor los oyó 3-4 y no le gustó el comentario de ambos, porque Moisés era el hombre más humilde del mundo, e inmediatamente convocó a Moisés, a Aarón y a Miriam al santuario:
―Vengan aquí los tres —ordenó.
Entonces se presentaron ante el Señor.
5 De inmediato el Señor descendió en la nube y se situó a la entrada del santuario, y les ordenó a Miriam y Aarón que se acercaran. Y ellos lo hicieron. 6 El Señor les dijo:
―Hasta con un profeta me comunicaría con visiones y sueños; 7 pero no es así como me comunico con mi siervo Moisés. ¡Él es completamente fiel en toda mi casa! 8 ¡Con él hablo cara a cara! ¡Y él ve la mismísima apariencia de Dios! ¿Cómo es que se han atrevido a criticarlo?
9 Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos, y Dios se apartó. 10 En el momento en que la nube se alejó de encima del santuario, Miriam quedó de repente blanca por la lepra. Aarón vio lo ocurrido, 11 y le dijo a Moisés:
―Señor, no nos castigues por este pecado; hemos sido necios al hacerlo. 12 Que no quede ella como quien ha muerto desde antes de nacer.
13 Moisés clamó al Señor diciendo:
―Sánala, oh Dios, te lo ruego. 14 Y el Señor le dijo a Moisés:
―Si su padre le hubiera escupido el rostro, ella habría quedado impura durante siete días. Que quede fuera del campamento por siete días, y después podrá regresar.
15 Entonces Miriam fue expulsada del campamento por siete días, y el pueblo esperó hasta que ella regresara antes de continuar el viaje. 16 Después salieron de Jazerot y acamparon en el desierto de Parán.
Los israelitas exploran Canaán
13 Un día el Señor le ordenó a Moisés: 2 «Envía espías a la tierra de Canaán; la tierra que le voy a dar a Israel. Envía uno de cada tribu».
3-15 Moisés hizo lo que el Señor le había ordenado y envió desde el desierto de Parán a las siguientes personas, una por cada tribu:
Samúa, hijo de Zacur, de la tribu de Rubén;
Safat, hijo de Horí, de la tribu de Simeón;
Caleb, hijo de Jefone, de la tribu de Judá;
Igal, hijo de José, de la tribu de Isacar;
Oseas, hijo de Nun, de la tribu de Efraín;
Palti, hijo de Rafú, de la tribu de Benjamín;
Gadiel, hijo de Sodi de la tribu de Zabulón;
Gadí, hijo de Susi, de la tribu de José (realmente era parte de la tribu de Manasés);
Amiel, hijo de Gemalí, de la tribu de Dan;
Setur, hijo de Micael, de la tribu de Aser
Najbi, hijo de Vapsi, de la tribu de Neftalí;
Geuel, hijo de Maquí, de la tribu de Gad.
16 En esta ocasión Moisés le cambió el nombre a Oseas (Salvación) y le puso Josué (el Señor es salvación).
17 Moisés los envió en su misión de exploración diciéndoles:
―Vayan hacia el norte, hacia el Néguev, y suban las montañas; 18 y observen qué tal es la tierra; fíjense, además, cómo es el pueblo que vive allí, si son fuertes o débiles; pocos o muchos; 19 si la tierra es fértil o no, y qué clase de ciudades son, si son pueblos sin muros o si son ciudades fortificadas; 20 si la tierra es rica o pobre, y si hay árboles. No teman, y cuando regresen traigan algunas muestras de los frutos que vean. (Era la época en que comenzaba la vendimia).
21 Ellos fueron y exploraron la tierra de Canaán desde el desierto de Zin hasta Rejob y Jamat. 22 Yendo hacia el norte, atravesaron el Néguev y llegaron a Hebrón. Allí vieron a los descendientes de Ajimán, de Sesay y de Talmay, descendientes de Anac. (Hebrón era muy antigua, y había sido fundada siete años antes que Zoán, en Egipto). 23 Luego llegaron a lo que se conoce ahora como valle de Escol donde cortaron un racimo de uvas tan grande que fue necesario transportarlo en un palo cargado por dos hombres. También llevaron algunas muestras de granadas e higos. 24 Los israelitas llamaron al valle Escol (Racimo) por el racimo que allí encontraron.
Informe de los espías
25 Cuarenta días después regresaron de su expedición. 26 Informaron a Moisés, a Aarón y a todo el pueblo de Israel en el desierto de Parán, en Cades, y les mostraron el fruto de la tierra que habían traído consigo.
27 Este fue su informe:
―Llegamos a la tierra que ustedes nos enviaron a explorar, y encontramos que es una tierra excelente de la que realmente fluye leche y miel. Hemos traído estos frutos como muestra. 28 Pero el pueblo que vive en ella es poderoso, sus ciudades están fortificadas y son grandes y, lo que es peor, hemos visto gigantes descendientes de Anac en aquellos lugares. 29 Los amalecitas viven en el sur, mientras que en los montes hay heteos, jebuseos y amorreos. A lo largo de la costa del Mediterráneo y en el valle del Jordán están los cananeos.
30 Sin embargo, Caleb animó al pueblo delante de Moisés.
―Subamos inmediatamente y tomemos posesión de la tierra —dijo— porque podemos conquistarla.
31 ―No podremos luchar contra un pueblo tan poderoso —respondieron los otros espías.
32 De modo que el informe de la mayoría de los exploradores fue negativo:
―La tierra está llena de guerreros, los pueblos que la habitan son poderosos, 33 y vimos gigantes descendientes de Anac. Eran tan grandes que parecíamos langostas al lado de ellos.
El pueblo se rebela
14 Entonces el pueblo comenzó a llorar en alta voz y se pasaron la noche llorando. 2 Elevaron sus voces como un gran coro de quejas en contra de Moisés y Aarón.
«Preferiríamos haber muerto en Egipto —se quejaban— o aun aquí en el desierto, 3 antes que entrar a ese país que tenemos ante nosotros. El Señor permitirá que nos maten allí y nuestras esposas e hijos serán esclavos. Regresemos a Egipto».
4 La idea corrió por el campamento:
«Elijamos a un caudillo y regresemos a Egipto».
5 Entonces Moisés y Aarón se postraron en tierra delante del pueblo de Israel; 6 dos de los espías, Josué hijo de Nun y Caleb, hijo de Jefone, rasgaron su ropa 7 y le dijeron al pueblo:
―Tenemos un país maravilloso por delante 8 y el Señor nos ama. Él hará que entremos sanos y salvos en la tierra y nos la entregará. Es una tierra muy fértil, una tierra de la que verdaderamente fluye leche y miel. 9 No se rebelen contra el Señor y no teman al pueblo que habita en aquella tierra. Los venceremos fácilmente. El Señor está con nosotros y se ha apartado de ellos. No teman.
10 Como respuesta, todo el pueblo se dispuso apedrearlos. Pero la gloria del Señor apareció ante ellos, 11 y el Señor le dijo a Moisés:
―¿Hasta cuando me despreciará este pueblo? ¿Es que nunca me creerán aun después de todos los milagros que he hecho entre ellos? 12 Los desheredaré y los destruiré con una plaga, y de ti haré una nación mucho más poderosa que ellos.
13 ―Pero, ¿qué pensarán los egipcios cuando oigan acerca de esto? —le respondió Moisés al Señor—. Ellos saben bien la demostración de poder que hiciste al rescatar a tu pueblo. 14 Lo han contado a los habitantes de esta tierra, que saben bien que tú estás con Israel y que tú hablas con Israel cara a cara. Ellos ven la columna de nube y fuego que está sobre nosotros, y saben que tú nos diriges y nos proteges día y noche. 15 Si matas a este pueblo, las naciones que habrán oído de tu fama dirán: 16 “El Señor les ha dado muerte porque no tuvo suficiente poder para introducirlos en la tierra que juró que les daría”.
17 »Oh Señor, muestra tu gran poder, 18 misericordia y gran paciencia perdonando nuestros pecados. Perdónanos aun cuando dijiste que no dejarías pecado sin castigo, y que castigas las faltas del padre en los hijos hasta la tercera y cuarta generación. 19 Perdona los pecados de este pueblo por tu amor magnífico, así como muchas veces los has perdonado desde que salimos de Egipto».
20 ―Bien, los perdonaré de la manera que me has pedido —respondió el Señor—. 21 Pero juro por mi propio nombre que, así como la tierra está llena de mi gloria, 22 ninguno de los hombres que vieron mi gloria y los milagros que hice en Egipto y en el desierto (y diez veces se negaron a confiar en mí y a obedecerme) 23 verá la tierra que les prometí a sus antepasados. 24 Pero mi siervo Caleb es diferente: me ha obedecido en todo. Lo haré entrar en la tierra donde ya ha estado, y sus descendientes poseerán una buena parte de ella. 25 Pero ahora, puesto que el pueblo de Israel teme a los amalecitas y a los cananeos que viven en los valles, mañana regresarán al desierto en dirección al Mar Rojo.
26 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón:
27 ―¿Hasta cuando se quejará de mí este pueblo perverso? 28 Dile: “El Señor promete concederles lo que acaban de pedir. 29 Morirán todos en el desierto. Ninguno que tenga más de veinte años y se haya quejado contra mí 30 entrará en la Tierra prometida. Sólo Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun podrán entrar. 31 Ustedes dijeron que sus hijos serían esclavos del pueblo de esa tierra. Pues no. Al contrario, los haré vivir tranquilos en la tierra y heredarán lo que ustedes han despreciado. 32 En cuanto a ustedes, sus cadáveres quedarán en el desierto. 33 Hasta que no muera el último de ustedes en el desierto, sus hijos vagarán por él como nómadas durante cuarenta años. De esta manera ustedes pagarán por su falta de fe. 34 Por cuanto los espías estuvieron cuarenta días en la tierra, ustedes vagarán en el desierto durante cuarenta años, un año por cada día, llevando la carga de sus pecados. Les enseñaré cada día lo que significa rechazarme”. 35 Yo el Señor he hablado. Cada uno de ustedes que haya conspirado en mi contra morirá en este desierto.
36-38 Los diez espías que habían incitado la rebelión contra el Señor y habían llenado de temor los corazones del pueblo fueron los primeros en morir delante del Señor. Josué y Caleb fueron los únicos que quedaron con vida.
El pueblo intenta conquistar la tierra
39 Y hubo llanto en el campamento cuando Moisés les informó lo que el Señor le había dicho.
40 A la mañana siguiente los israelitas se levantaron muy temprano y comenzaron a avanzar hacia la Tierra prometida.
―Comprendemos que hemos pecado —dijeron—, pero ahora estamos dispuestos a entrar en la tierra que el Señor nos ha prometido.
41 ―Es demasiado tarde —les respondió Moisés—. Ahora están desobedeciendo las órdenes del Señor de regresar al desierto.
42 No sigan con ese plan o serán derrotados por sus enemigos, porque el Señor no irá con ustedes. 43 ¿No recuerdan? ¡Allí están los amalecitas y los cananeos! Ustedes se han apartado del Señor y ahora él se apartará de ustedes.
44 Pero ellos avanzaron hacia las montañas a pesar de que ni el cofre ni Moisés salieron con ellos del campamento. 45 Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en las montañas cayeron sobre ellos y los atacaron y los persiguieron hasta el pueblo de Jormá donde los derrotaron totalmente.
Leyes adicionales sobre las ofrendas
15 El Señor habló con Moisés y le dio las siguientes órdenes para el pueblo de Israel: 2 «Cuando los hijos de ustedes estén en la tierra que les voy a dar 3 y quieran agradar al Señor con una ofrenda quemada por completo u otro tipo de ofrenda, ofrecerán un animal de sus rebaños de ovejas, cabras o vacas. Cada sacrificio, sea ordinario o para cumplir un voto, sea una ofrenda voluntaria o un sacrificio especial en una de las festividades anuales, será acompañado de una ofrenda de grano. 4 Si lo que se sacrifica es un cordero, se usarán dos kilos y medio de harina fina mezclada con un litro de aceite, 5 y acompañada por un litro de vino para la libación.
6 »Si el sacrificio es un carnero, usará cinco kilos de harina fina mezclada con un litro y tercio de aceite, 7 y un litro y tercio de vino para la libación. Este será un sacrificio de olor grato delante del Señor.
8-9 »Si el sacrificio es un becerro, la ofrenda de grano que lo acompaña será de siete kilos de harina fina mezclada con dos litros de aceite, 10 más dos litros de vino para la libación. Esto será presentado como ofrenda encendida de olor grato delante del Señor.
11-12 »Estas son las instrucciones sobre lo que debe ir junto a cada sacrificio sea de becerro, cordero o cabrito. 13-14 Estas instrucciones deben seguirlas los israelitas nativos y los extranjeros que vivan entre ellos y deseen agradar al Señor con sacrificio u ofrendas encendidas. 15-16 Esta misma ley rige para todos, israelitas o extranjeros, y tendrá vigencia de generación en generación para siempre. Todos son iguales delante del Señor. La misma ley regirá para todos».
Ofrenda de las primicias
17 El Señor también dijo a Moisés en este tiempo: 18 «Dile al pueblo de Israel que cuando hayan entrado en la tierra que les voy a dar, 19-21 deben ofrecer al Señor las primicias de la nueva cosecha presentándole un pan de harina gruesa cada año. Este pan será ofrecido al Señor, anualmente, de generación en generación.
Ofrendas por pecados inadvertidos
22-23 »Si por error tú o las generaciones futuras no cumplen con todas las reglas que el Señor les ha dado a través de los años por medio de Moisés, 24 el pueblo debe ofrecer un becerro como ofrenda totalmente quemada al comprender el error. Será de olor grato delante del Señor, y será sacrificado con la ofrenda de grano y la libación acostumbradas, y un chivo como ofrenda por el pecado. 25 El sacerdote hará esa ofrenda por el perdón de todo el pueblo de Israel y así quedarán libres de culpa. Era un error y lo han corregido con la ofrenda encendida al Señor y con su ofrenda por el pecado. 26 Todo el pueblo será perdonado, así como los extranjeros que vivan entre ellos, porque toda la población cayó en el error y será perdonada juntamente.
27 »Si el error lo cometió un individuo, ofrecerá una cabra de un año como ofrenda por el pecado, 28 y el sacerdote hará la ofrenda por el pecado, en su nombre, delante del Señor y será perdonado. 29 Esta misma ley se aplica a los israelitas y a los extranjeros que viven entre ustedes.
30 »Pero si alguien deliberadamente comete un pecado, sea israelita o extranjero, está blasfemando contra el Señor y será cortado de en medio de su pueblo. 31 Ha despreciado el mandamiento del Señor y deliberadamente ha dejado de obedecer su ley. Deberá ser ejecutado a causa de su pecado».
Quebrantamiento del día de reposo
32 Un día, estando el pueblo de Israel en el desierto, uno de ellos fue sorprendido recogiendo leña en el día de reposo. 33 Fue arrestado y llevado delante de Moisés, Aarón y los demás jueces. 34 Lo encerraron hasta que pudiesen saber con respecto a este caso.
35 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
«Ese hombre debe morir. Todo el pueblo lo apedreará fuera del campamento hasta darle muerte».
36 Entonces lo llevaron fuera del campamento y le dieron muerte de la manera que el Señor lo había ordenado.
Flecos recordatorios
37 El Señor le dijo a Moisés: 38 «Dile al pueblo de Israel que hagan flecos para ponerlos en los bordes de sus vestiduras (esta es una regla permanente de generación en generación) y que cosan los flecos con un hilo azul. 39 El propósito de esta regla es recordarles los mandamientos del Señor cada vez que vean los flecos, y para que obedezcan sus leyes en vez de seguir sus propios deseos y de andar en sus propios caminos como lo hacían cuando servían a otros dioses. 40 Les recordará que deben ser santos para Dios. 41 Porque yo soy el Señor, que los saqué de la tierra de Egipto. Sí; yo soy el Señor su Dios».
La rebelión de Coré, Datán y Abirán
16 Un día Coré (hijo de Izhar, nieto de Coat y descendiente de Leví) conspiró con Datán y Abirán (hijos de Eliab), y con On (hijo de Pélet). La intención de los tres, que por cierto pertenecían a la tribu de Rubén, 2 era incitar al pueblo a una rebelión contra Moisés. En dicha rebelión participaron doscientos cincuenta varones, todos miembros principales del consejo y personas de renombre en el pueblo.
3 Se presentaron delante de Moisés y Aarón y les dijeron:
―Ya los hemos soportado bastante. Ustedes no son mejores que los demás. Todo israelita es un escogido del Señor, y él está con nosotros: ¿Qué derecho tienen ustedes de ponerse en puestos de mando y de demandar que les obedezcamos, y de actuar como si fueran superiores a los demás israelitas?
4 Cuando Moisés oyó aquello se postró rostro en tierra, 5 y dijo a Coré y a los que estaban con él:
―Mañana el Señor mostrará quiénes son los suyos, quién es santo y a quién ha escogido como sacerdote. 6 Hagan esto: Coré, tú y todos los que están contigo tomen incensarios mañana, 7 enciéndanlos y pongan incienso en ellos delante del Señor, y así sabremos a quién ha escogido el Señor. Ustedes, hijos de Leví, son los presuntuosos.
8 Luego Moisés añadió:
9 ―¿Te parece poco, Coré, que el Dios de Israel te haya escogido de entre todo el pueblo de Israel para estar junto a él mientras haces tus trabajos en el santuario del Señor, y que puedas presentarte delante del pueblo para ministrar en su favor? 10 ¿Es poco para ti que él haya dado esta tarea exclusivamente a ustedes los levitas? ¿Y ahora quieren también el sacerdocio? 11 Esto es lo que realmente están buscando. Por eso es que se rebelan en contra del Señor. ¿Y qué ha hecho Aarón para que estén disconformes con él?
12 Entonces Moisés llamó a Datán y a Abirán (los hijos de Eliab), pero ellos se negaron a acudir:
13 ―¿Es poco —dijeron burlonamente— que nos haya sacado de Egipto, tierra que fluye leche y miel, para hacernos morir en este desierto terrible? ¡Y ahora quieres convertirte en nuestro rey! 14 Y por si eso fuera poco, no nos has hecho entrar en el país maravilloso que prometiste, ni nos has dado campos y viñas. ¿A quién estas tratando de engañar? No queremos ir.
15 Entonces Moisés se airó y le dijo al Señor:
―No aceptes sus sacrificios. Ni aun un burro he tomado de ellos, ni les he causado daño alguno.
16 Y Moisés le dijo a Coré:
―Preséntate mañana delante del Señor con todos tus amigos. Aarón también estará aquí. 17 Traigan incensarios con incienso. Un incensario para cada hombre, doscientos cincuenta en total. También Aarón estará aquí con el suyo.
18 Y así lo hicieron. Acudieron con sus incensarios, los encendieron; pusieron incienso en ellos y estuvieron a la entrada del santuario con Moisés y Aarón. 19 Mientras tanto, Coré había incitado a toda la nación contra Moisés y Aarón, y todos se reunieron a observar. Entonces la gloria del Señor apareció ante todo el pueblo, 20 y el Señor les dijo a Moisés y a Aarón:
21 ―Apártense de este pueblo, que voy a destruirlo inmediatamente.
22 Pero Moisés y Aarón se postraron en tierra, delante del Señor:
―Oh Dios, Dios de toda la humanidad, ¿has de enojarte con toda el pueblo cuando es un solo hombre el que ha pecado?
23 Y el Señor le dijo a Moisés:
24 ―Entonces dile al pueblo que se aparte de las tiendas de Coré, Datán y Abirán.
25 Moisés corrió a las tiendas de Datán y Abirán seguido muy de cerca por los doscientos cincuenta jefes israelitas.
26 ―Vamos, rápido —le dijo al pueblo—, apártense de las tiendas de estos hombres inicuos, y no toquen nada que pertenezca a ellos, o serán ustedes incluidos en su pecado y serán destruidos con ellos.
27 Entonces todo el pueblo se apartó de las tiendas de Coré, Datán y Abirán. Datán y Abirán salieron y se pusieron a la puerta de sus tiendas con sus esposas, hijos e hijas. 28 Y Moisés dijo:
―Ahora se sabrá si el Señor me ha enviado o no a hacer todas las cosas que he hecho, o si he actuado por mi iniciativa. 29 Si estos hombres mueren en forma natural; de algún accidente o enfermedad común, el Señor no me ha enviado. 30 Pero si el Señor hace un milagro y la tierra se abre y se los traga juntamente con todo lo que les pertenece, y entran vivos en el Seol entonces se sabrá que estos hombres han despreciado al Señor.
31 Apenas había acabado de decir estas palabras; cuando la tierra se abrió debajo de los rebeldes, 32 y una gran grieta se los tragó junto con sus tiendas; familias y amigos que estaban con ellos y con todo lo que poseían. 33 De esta manera entraron vivos en el Seol y la tierra se cerró sobre ellas y perecieron.
34 Todo el pueblo de Israel huyó gimiendo, temeroso de que la tierra también se los tragara a ellos. 35 Enseguida descendió fuego del Señor y quemó a los doscientos cincuenta hombres que estaban ofreciéndole incienso.
Los incensarios
36 Y el Señor le dijo a Moisés:
37 ―Dile a Eleazar el hijo de Aarón el sacerdote que retire del fuego los incensarios porque son sagrados, dedicados al Señor. Además debes apagar el fuego 38 de los incensarios de estos hombres que han pecado y les ha costado la vida. 39 Con sus incensarios harán planchas de metal para cubrir el altar, 40 a fin de que sirva de recordatorio al pueblo de Israel de que ninguna persona no autorizada, esto es, que no sea descendiente de Aarón; puede venir delante del Señor a quemar el incienso; porque le ocurrirá lo mismo que le pasó a Coré y sus aliados.
Estas órdenes del Señor dadas a Moisés fueron cumplidas al pie de la letra.
Aarón intercede por el pueblo
41 Pero a la mañana siguiente, todo el pueblo comenzó a murmurar contra Moisés y Aarón diciendo:
―Tú has dado muerte al pueblo de el Señor.
42 No tardó en formarse un gran tumulto. Pero repentinamente, mientras se dirigían hacia el santuario, la nube se apareció y se vio la gran gloria del Señor.
43 Moisés y Aarón se pararon a la entrada del santuario 44 y el Señor le dijo a Moisés:
45 ―Apártate de este pueblo, para que pueda destruirlo instantáneamente.
Pero Moisés y Aarón se postraron en tierra delante del Señor.
46 Y Moisés le dijo a Aarón:
―Rápido, toma un incensario y ponle fuego del altar, coloca incienso y llévalo en medio del pueblo y haz el rito de reparación por ellos, porque la ira del Señor se ha encendido en su contra y una plaga ya ha comenzado.
47 Aarón hizo todo lo que Moisés le había ordenado, y corrió por en medio del pueblo, porque la plaga ya había comenzado; y puso incienso en el incensario e hizo la ofrenda de perdón de pecados por ellos. 48 Y se paró entre los vivos y los muertos y la plaga se detuvo. 49 Pero alcanzaron a morir catorce mil setecientas personas (además de los que habían muerto el día anterior con Coré). 50 Entonces Aarón regresó a reunirse con Moisés a la entrada del santuario; de esta manera se detuvo la plaga.
La vara de Aarón
17 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 2 «Dile al pueblo de Israel que cada uno de los jefes de sus tribus debe presentarse con una vara de árbol con su nombre escrito en ella. 3 El nombre de Aarón estará en la vara de la tribu de Leví.
4 »Pon estas varas en el Lugar Santísimo del santuario, donde yo me encuentro con ustedes, en frente del cofre. 5 Yo usaré estas varas para identificar al hombre que he escogido pues la vara del escogido florecerá. Así se acabarán las murmuraciones y quejas en contra tuya».
6 Entonces Moisés dio estas instrucciones al pueblo, y cada uno de los jefes de las doce tribus (incluyendo a Aarón) le trajo una vara. 7 Las puso delante del Señor en la sala interior del santuario, 8 y cuando entró al día siguiente, halló que la vara de Aarón, que representaba a la tribu de Leví, había reverdecido y florecido, y hasta tenía almendras.
9 Cuando Moisés sacó todas las varas delante del Señor, todos los israelitas las pudieron ver, y cada jefe se llevó su propia vara. 10 Y el Señor le dijo a Moisés:
«Coloca la vara de Aarón dentro del cofre como advertencia a los rebeldes. De esta manera detendrás las protestas de la gente y evitarás que mueran». 11 Así lo hizo Moisés, conforme al mandato del Señor.
12-13 Pero el pueblo de Israel volvió a quejarse una vez más:
«¡Estamos perdidos! —se lamentaron—. Cada persona que se acerca al santuario muere. ¿Es que vamos a morir todos?».
Deberes de sacerdotes y levitas
18 El Señor le dijo a Aarón: «Tú y tus hijos, y tu familia responderán por cualquier profanación del santuario, y por cualquier conducta impropia durante el servicio sacerdotal. 2-3 Tus hermanos, los de la tribu de Leví, son tus ayudantes. Pero solamente tú y tus hijos pueden desarrollar los ritos sagrados en el santuario mismo. Los levitas tendrán mucho cuidado de no tocar los objetos sagrados del altar, pues podría destruirlos a ellos y a ti. 4 Nadie que no sea miembro de la tribu de Leví puede ayudarte.
5 »Recuerda, sólo los sacerdotes deben realizar los deberes sagrados dentro del santuario y en el altar. Si sigues estas instrucciones, jamás caerá la ira de Dios sobre el pueblo de Israel por violar sus leyes. 6 Repito: tus parientes los levitas son tus ayudantes en las tareas del santuario. Ellos son un don de Dios para ti. 7 Pero tú, y tus hijos, personalmente llevarán a cabo el servicio sagrado incluyendo el del altar y todo lo que está dentro de la cortina, porque el sacerdocio es una tarea especial que Dios ha puesto en tus manos. Cualquier persona que trate de realizar estos deberes sin ser de tus descendientes morirá».
Privilegios de los sacerdotes
8 Además el Señor le dio estas órdenes a Aarón: «He cedido a los sacerdotes todos los presentes que se ofrecen al Señor; todas las ofrendas que se presentan al Señor meciéndolas delante del altar te pertenecen a ti y a tus hijos por norma permanente. 9 Las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa son tuyas, salvo el puñado que se presenta al Señor quemándolo sobre el altar. Estas son ofrendas muy sagradas. 10 Sólo podrán comerse en el santuario, y solamente comerán de ella los varones.
11 »Todas las otras ofrendas que se me ofrecen mecidas delante del altar son para ti y para tu familia, hijos e hijas por igual. Todos los miembros de tu familia pueden comerlas salvo alguno que esté ceremonialmente impuro en el momento de la comida.
12 »También son tuyos los primeros frutos de la cosecha que el pueblo trae para ofrecer al Señor: lo mejor del aceite de oliva, del grano 13 y de toda otra cosecha. Tu familia puede comer todas estas ofrendas, menos el que se encuentre ceremonialmente impuro.
14-15 »Todo lo que haya sido dedicado al Señor será de ustedes, incluyendo a los primogénitos del pueblo de Israel, y el primogénito de sus animales. 16 Sin embargo, no podrás aceptar a los hijos primogénitos, ni los primogénitos de los animales que no se pueden comer. Pero tendrán que redimirlos pagando sesenta gramos de plata por cada hijo primogénito. Esto tiene que ser pagado cuando cumpla un mes de edad.
17 »Sin embargo, los primogénitos de vacas, ovejas o cabras no podrán ser redimidos porque serán sacrificados al Señor. Su sangre será rociada sobre el altar y se hará arder su grasa sobre el altar como ofrenda encendida de olor muy agradable delante del Señor. 18 La carne de estos animales será tuya, incluyendo el pecho y la pierna derecha, que son presentados meciéndolos delante del altar: 19 Sí, yo te he dado todas estas “ofrendas mecidas” que los israelitas presentan al Señor. Son para que tú y tu familia las coman. Este es un convenio permanente entre el Señor, tú y tus descendientes.
Privilegios de los levitas
20 »Los sacerdotes no podrán poseer tierras ni tener otros ingresos, porque el tenerme a mí les será suficiente. 21 En cuanto a los de la tribu de Leví, familiares de ustedes, recibirán pago por el servicio prestado mediante los diezmos de toda la tierra de Israel.
22 »De ahora en adelante no podrán entrar en el santuario los israelitas que no sean sacerdotes o levitas. Los que lo hagan serán castigados y morirán. 23 Solamente los levitas harán trabajos allí; y si no lo hacen serán considerados culpables y ellos serán responsables de las faltas que cometan. Es ley permanente que los levitas no tengan propiedad en Israel. 24 Porque los diezmos que el pueblo ofrezca al Señor mecidos delante del altar pertenecerán a los levitas. Esta es la heredad de ellos, y por lo tanto no tienen necesidad de propiedades».
El diezmo de los diezmos
25 El Señor también le dijo a Moisés: 26 «Dile a los levitas que den al Señor el diezmo de los diezmos que reciban. 27 El Señor lo recibirá como si fuera primicia de grano, vino, productos de la propiedad de ellos. 28-29 Este diezmo de los diezmos será seleccionado de la mejor parte de los diezmos recibidos. Y será la porción del Señor, que entregarán a Aarón el sacerdote.
30 »Se considerará como si tú lo hubieras obtenido de tu era y de tus lagares. 31 Aarón, sus hijos y sus familias podrán comerlo en sus hogares o dondequiera que ellos deseen hacerlo, porque es la compensación por su servicio en el santuario. 32 Ustedes los levitas no serán tenidos por culpables de aceptar los diezmos del Señor, si luego dan lo mejor de los diezmos a los sacerdotes.
»Pero, cuidado, porque si tratan los presentes sagrados del pueblo de Israel como si fuera algo común y corriente, morirán».
Purificación de los impuros
19 El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 2 «Otra de mis leyes: Dile al pueblo de Israel que traiga una ternera alazana sin defecto, que no haya trabajado nunca. 3 Dásela a Eleazar el sacerdote, y alguien la matará en su presencia. 4 Eleazar mojará el dedo en la sangre y rociará siete veces hacia el frente del santuario. 5 Enseguida alguien quemará la ternera en presencia de Eleazar. Quemará la piel, la carne; la sangre y el estiércol. 6 Eleazar entonces tomará madera de cedro, ramas de hisopo e hilo escarlata y los arrojará en la fogata.
7 »Luego deberá lavar sus vestiduras y bañarse. Después de hecho esto, regresará al campamento y permanecerá ceremonialmente impuro hasta la noche. 8 De igual manera, el que la quemó lavará su ropa y se bañará, y quedará impuro hasta la noche. 9 Y otro hombre limpio reunirá las cenizas de la ternera y las colocará en algún lugar purificado fuera del campamento, donde serán conservadas por el pueblo de Israel para preparar el agua de las ceremonias de purificación para remisión del pecado. 10 El que junta las cenizas de la ternera deberá lavarse las ropas y quedará impuro hasta la noche. Esta es una ley permanente para beneficio del pueblo de Israel y para los extranjeros que viven en medio de ustedes.
El agua de la purificación
11 »Cualquiera que toque un cadáver permanecerá impuro siete días. 12 Al tercer y al séptimo días, se purificará con agua, agua que habrá pasado por las cenizas de la ternera alazana, y quedará limpio; pero si no lo hace, continuará estando impuro aun después del séptimo día. 13 Cualquiera que toque un cadáver y no se purifique de la manera especificada, habrá profanado la santidad del santuario del Señor, y será excomulgado de Israel. Por cuanto el agua de la purificación no fue rociada sobre él, continúa en su impureza.
14 »Estas son algunas reglas para cuando un hombre muera en una tienda: Cualquiera que entre en la tienda y los que estén en ella en el momento de su muerte, quedarán impuros siete días. 15 Cualquier vasija que haya en la tienda que no esté bien cubierta quedará impura.
16 »Si alguien en el campo toca el cadáver de uno que ha sido muerto en la batalla, o que ha muerto de alguna otra manera, o si toca el hueso de alguna tumba, quedará impuro siete días. 17 Para purificarlo se tomarán cenizas de la ternera alazana quemada para pago por el pecado y se pondrán en un recipiente y se llenará con aguas de manantial. 18 Entonces una persona que no esté impura tomará de una rama de hisopo, y la mojará en agua y rociará la tienda y todos los muebles que haya en la tienda, y todas las personas que se hayan contaminado por haber estado en la tienda. También rociará a las personas contaminadas por haber tocado un hueso, o por haber tocado a alguien que ha sido asesinado o que ha muerto de muerte natural, o por haber tocado una tumba. 19 Esto se hará los días tercero y séptimo. Enseguida la persona impura lavará su ropa, se bañará y en la noche quedará libre de su contaminación.
20 »Pero si alguien que está impuro no se purifica, será expulsado por cuanto ha contaminado el santuario del Señor. El agua de la purificación no ha sido rociada sobre él. Por lo tanto permanece impuro. 21 Esta es una ley permanente.
»El hombre que rocía el agua debe después lavar sus ropas, y cualquiera que toque el agua quedará impuro hasta la noche. 22 Todo lo que una persona contaminada toque, permanecerá contaminado hasta la noche. Y quien toque a una persona contaminada, también quedará contaminado hasta la noche».
El agua de la roca
20 El pueblo de Israel entró en el desierto de Zin en abril, y acampó en Cades, donde Miriam murió y fue sepultada. 2 Al ver que no había suficiente agua en aquel lugar, el pueblo nuevamente se rebeló contra Moisés y Aarón, 3 y se formó un gran tumulto:
«Ojalá hubiésemos muerto junto con los hermanos nuestros que Dios mató —lloraban ante Moisés—. 4 Deliberadamente nos trajiste a este desierto para que muramos nosotros, nuestras vacas y ovejas. 5 ¿Por qué nos hiciste salir de Egipto y nos trajiste a este lugar tan malo? ¿Dónde están las tierras fértiles, las cosechas maravillosas, los higos, los viñedos, y el ganado que decías que encontraríamos? Aquí ni siquiera hay agua para beber».
6 Moisés y Aarón se apartaron y fueron a la entrada del santuario donde se postraron sobre sus rostros delante del Señor; y la gloria del Señor se les apareció.
7 Y el Señor le dijo a Moisés: 8 «Toma la vara de Aarón y tú y Aarón convoquen al pueblo. Delante de ellos ordénale a la roca que produzca agua. La roca dará agua suficiente para todo el pueblo y su ganado».
9 Moisés hizo lo que se le había ordenado: Tomó la vara del lugar donde era guardada delante del Señor, 10 y él y Aarón convocaron al pueblo y los hicieron reunirse junto a la roca. Luego les dijo:
«Oigan, rebeldes: ¿Hemos de sacar agua de esta roca?».
11 Moisés levantó la vara y golpeó la roca dos veces y el agua brotó, y el pueblo y el ganado bebieron.
12 Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Por cuanto no me creyeron ni me honraron delante del pueblo de Israel, no serán ustedes quienes los conduzcan a la tierra que yo les he prometido».
13 El lugar fue llamado Meribá (Aguas de la rencillas), porque allí el pueblo de Israel se rebeló contra el Señor, y allí les mostró que era un Dios santo.
Edom le niega el paso a Israel
14 Cuando llegaron a Cades, Moisés envió el siguiente mensaje al rey de Edom: «Somos los descendientes de tu hermano Israel. Tú sabes nuestra triste historia. 15 Nuestros antepasados tuvieron que emigrar a Egipto y se quedaron allí por mucho tiempo, y luego los egipcios los esclavizaron. 16 Pero cuando clamamos al Señor, él nos oyó y envió un ángel que nos sacó de Egipto, y ahora estamos en Cades acampados en los límites de tu tierra. 17 Permítenos pasar por tu país. Prometemos no pasar por los plantíos ni por los viñedos; ni siquiera beberemos agua de tus pozos. No nos saldremos del camino principal y no lo dejaremos hasta que hayamos cruzado la frontera al otro lado».
18 Pero el rey de Edom le respondió:
«No permitiré que pasen por mi territorio. Si tratan de entrar, yo les haré frente con mi ejército».
19 Los enviados israelitas respondieron:
«Le prometemos que no nos saldremos del camino principal y ni siquiera tomaremos nada del agua que se encuentre en su territorio, y cualquier cosa que necesitemos la pagaremos. Solamente deseamos pasar a través de su país, y nada más».
20 Pero el rey de Edom fue cortante:
«Ya se los advertí, ¡no pasen por mi territorio!».
Dicho eso, se dirigió hacia la frontera con un ejército muy fuerte y bien armado.
Muerte de Aarón
21-22 Debido a que Edom le negó el paso a través de su territorio, Israel tuvo que regresar y viajar desde Cades hasta el monte de Hor.
23 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en la frontera de Edom:
24 ―Ha llegado el momento en que Aarón debe morir. Él no entrará en la tierra que yo le he dado al pueblo de Israel, porque ustedes dos se rebelaron contra mis instrucciones en las aguas de Meribá. 25 Ahora toma a Aarón y a su hijo Eleazar y llévalos al monte Hor. 26 Allí le quitarás a Aarón las ropas sacerdotales y se las pondrás a Eleazar su hijo, y Aarón morirá allí.
27 Moisés hizo como el Señor le había mandado. Los tres subieron juntos al monte Hor mientras todo el pueblo miraba. 28 Cuando llegaron a la cima, Moisés le quitó a Aarón sus ropas sacerdotales y las puso sobre su hijo Eleazar. Y Aarón murió en la cima de la montaña. Moisés y Eleazar descendieron del monte, 29 y cuando el pueblo fue informado de la muerte de Aarón, lo lloraron por treinta días.
Derrota de Arad
21 Cuando el rey de Arad que estaba en Néguev, oyó que los israelitas se acercaban (porque estaban siguiendo la misma ruta de los espías), movilizó su ejército y atacó a Israel, y tomó prisioneros a algunos de sus hombres. 2 Entonces el pueblo de Israel hizo voto al Señor que si él les ayudaba a vencer al rey de Arad y a su pueblo, destruirían completamente las ciudades de aquella región.
3 El Señor oyó su petición y derrotaron a los cananeos, y los israelitas destruyeron completamente todas sus ciudades. De ahí en adelante el nombre de la región fue Jormá (Destrucción completa).
La serpiente de bronce
4 El pueblo de Israel regresó al monte de Hor, y desde allí continuó hacia el sur por la ruta del Mar Rojo con el fin de dar un rodeo y pasar por el costado de la tierra de Edom. El pueblo estaba muy desalentado. 5 Comenzaron a murmurar contra el Señor y a quejarse contra Moisés.
―¿Por qué nos trajiste desde Egipto para morir en este desierto? Aquí no hay nada para comer, nada para beber y ya estamos hastiados de este insípido maná.
6 Entonces el Señor los castigó enviando serpientes venenosas, y muchos murieron.
7 El pueblo acudió a Moisés y llorando le dijo:
―Hemos pecado, al hablar contra el Señor y contra ti. Ora y pídele que eche de aquí estas serpientes.
Moisés entonces oró por el pueblo, y
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