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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Génesis 28:20-40:11

20 Luego Jacob prometió: «Si Dios va a estar conmigo, me va a proteger en este viaje, me va a dar comida, vestido 21 y me va a traer sano y salvo de regreso a la casa de mi papá, entonces el SEÑOR será mi Dios. 22 Esta piedra que puse como recordatorio será casa de Dios y le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé».

Jacob y Raquel

29 Después Jacob continuó su viaje y fue al país de la gente del oriente. Miró alrededor y vio una fuente en el campo. Había tres rebaños de ovejas descansando al lado de la fuente, que era el lugar donde estas ovejas tomaban agua. Había una piedra grande cubriendo la boca de la fuente. Cuando tenían todas las ovejas reunidas ahí, los pastores quitaban la piedra y las ovejas podían tomar agua. Después, volvían a colocar la piedra en su puesto, cubriendo la boca de la fuente. Jacob les dijo:

—Hermanos, ¿de dónde son ustedes?

Ellos respondieron:

—Somos de Jarán.

Entonces Jacob les preguntó:

—¿Conocen a Labán, el hijo de Najor?

Ellos respondieron:

—Sí lo conocemos.

Luego Jacob preguntó:

—¿Cómo está él?

Ellos respondieron:

—Está bien. Mira, esa es su hija Raquel, la que viene con esas ovejas que son de él.

Después él dijo:

—Miren, todavía es de día y falta mucho para que oscurezca. Aun no es hora de reunir los animales para pasar la noche. Denles a beber agua y llévenlos otra vez a pastar a los campos.

Ellos dijeron:

—No podemos hacer eso hasta no reunir todos los rebaños. Sólo entonces podemos quitar la piedra de la boca de la fuente y darles agua a las ovejas.

Mientras Jacob seguía hablando con ellos, llegó Raquel con las ovejas de su papá, pues ella era la encargada de cuidarlas. 10 Raquel era la hija de Labán, el hermano de Rebeca, la mamá de Jacob. Cuando Jacob vio a Raquel, fue y movió la piedra de la boca de la fuente y les dio agua a las ovejas. 11 Luego le dio un beso a Raquel y se puso a llorar. 12 Jacob le contó a Raquel que él era pariente del papá de ella y que era el hijo de Rebeca. Entonces Raquel fue corriendo a la casa de su papá a avisarle.

13 Cuando Labán escuchó la noticia sobre Jacob, el hijo de su hermana, corrió a conocerlo. Lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Después Jacob le contó a Labán todo lo que había pasado. 14 Entonces Labán le dijo: «¡En verdad eres de mi familia!» Jacob se quedó en su casa por un mes.

Labán engaña a Jacob

15 Un día Labán le dijo a Jacob:

—No está bien que sigas trabajando para mí sin recibir pago a cambio. Tú eres mi pariente, no mi esclavo. Dime, ¿cuánto debo pagarte?

16 Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea y la menor Raquel. 17 Lea era de ojos tiernos[a] pero Raquel era linda y tenía un cuerpo hermoso. 18 Jacob amaba a Raquel, así que dijo:

—Trabajaré para ti durante siete años si dejas que me case con Raquel, tu hija menor.

19 Labán dijo:

—Es mejor que te cases con ella y no que ella se case con cualquier otro hombre. Así que quédate conmigo.

20 Entonces Jacob se quedó siete años trabajando para Labán, pero ese tiempo se le pasó muy rápido debido al gran amor que sentía por Raquel. 21 Después Jacob le dijo a Labán:

—Dame a Raquel, se cumplió mi tiempo de trabajo para casarme con ella.

22 Labán reunió a toda la gente del lugar y dio una fiesta de bodas 23 pero, por la noche, Labán le llevó a su hija Lea, y Jacob tuvo relaciones sexuales con ella. 24 Labán le dio su sierva Zilpá a su hija Lea para que la atendiera. 25 A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que se había acostado con Lea y entonces le dijo a Labán:

—¿Por qué me hiciste esto? Trabajé muy duro para casarme con Raquel. ¿Por qué me engañaste?

26 Labán respondió:

—En nuestro país no se permite que la hija menor se case antes que la hija mayor. 27 Cumple con la semana de celebración de bodas y también te daré a Raquel para que te cases con ella, si trabajas otros siete años para mí.

28 Jacob lo hizo. Cumplió con la semana de celebración de bodas y luego Labán le entregó a Raquel para que se casara con ella. 29 Labán le dio su sierva Bilhá a su hija Raquel para que la atendiera. 30 Entonces Jacob tuvo relaciones sexuales también con Raquel. Él amó a Raquel más que a Lea y trabajó para Labán otros siete años.

Los hijos de Jacob

31 El SEÑOR vio que Jacob no amaba a Lea, entonces hizo que ella pudiera tener hijos y Raquel no. 32 Lea quedó embarazada y dio a luz a un hijo al que llamó Rubén[b]. Le puso así porque pensó: «El SEÑOR se ha dado cuenta de mi humillación. ¡Seguro que ahora mi esposo sí me va a querer!» 33 Después Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz a otro hijo. Entonces ella dijo: «Como el SEÑOR oyó que mi esposo no me quiere, también me dio este hijo». Por esta razón lo llamó Simeón[c].

34 Luego ella volvió a quedar embarazada y dio a luz a otro hijo. Entonces ella dijo: «Ahora con seguridad mi esposo va a estar cerca de mí porque yo le he dado tres hijos». Por esta razón lo llamó Leví[d].

35 Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz a otro hijo. Entonces ella dijo: «Esta vez voy a alabar al SEÑOR», por lo cual lo llamó Judá[e]. Después Lea dejó de tener hijos.

30 Cuando Raquel vio que no le podía dar hijos a Jacob, le dieron celos de su hermana. Entonces le dijo a Jacob:

—Si no me das hijos, me moriré.

Jacob se enojó mucho con Raquel y le dijo:

—Yo no soy Dios, él es el que no te ha dejado tener hijos.

Luego Raquel dijo:

—Toma a mi sierva Bilhá como concubina, ten relaciones sexuales con ella y ella dará a luz a un hijo para mí. De esa manera podré tener hijos por medio de ella.

Entonces Raquel le dio su sierva Bilhá a Jacob. Jacob tuvo relaciones sexuales con ella, Bilhá quedó embarazada y dio a luz a un hijo para Jacob.

Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo». Por esta razón, Raquel llamó a su hijo Dan[f].

Bilhá, la sierva de Raquel, volvió a quedar embarazada y le dio a Jacob un segundo hijo. Raquel dijo: «Peleé duro para competir con mi hermana, y yo gané». Entonces lo llamó Neftalí[g].

Cuando Lea vio que ya no podía tener más hijos, tomó a su sierva Zilpá y se la dio a Jacob como concubina. 10 Entonces Zilpá, la sierva de Lea, le dio un hijo a Jacob. 11 Lea dijo: «Tengo suerte», y por eso lo llamó Gad[h]. 12 La sierva de Lea, Zilpá, le dio a Jacob un segundo hijo. 13 Lea dijo: «¡Estoy feliz! Ahora las mujeres me llamarán feliz». Entonces lo llamó Aser[i].

14 Durante la cosecha de trigo, Rubén se fue al campo, encontró unas plantas llamadas mandrágoras[j] y se las llevó a su mamá, Lea. Entonces Raquel le dijo a Lea:

—Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.

15 Pero Lea le dijo:

—Tú me quitaste a mi esposo. ¿Ahora me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?

Entonces Raquel dijo:

—Si me das las mandrágoras de tu hijo, podrás dormir con Jacob esta noche.

16 Cuando Jacob regresó del campo esa tarde, Lea salió a encontrarse con él. Ella le dijo: «Esta noche tú tendrás relaciones sexuales conmigo. Pagué por ti con las mandrágoras de mi hijo». Entonces Jacob durmió esa noche con Lea.

17 Dios escuchó las oraciones de Lea, quedó embarazada y dio a luz a su quinto hijo de Jacob. 18 Lea dijo: «Dios me ha premiado por haberle dado mi sierva a mi esposo». Por esta razón lo llamó Isacar[k].

19 Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz a su sexto hijo. 20 Ella dijo: «Dios me ha dado un gran regalo. Ahora con seguridad Jacob me va a querer por haberle dado seis hijos». Entonces lo llamó Zabulón[l]. 21 Después Lea dio a luz a una hija a la que llamó Dina.

22 Dios se acordó de Raquel, escuchó sus plegarias y le permitió tener hijos. 23 Raquel quedó embarazada, dio a luz a un hijo y después dijo: «Dios me ha quitado mi vergüenza». 24 A su hijo le puso de nombre José[m]. Ella dijo: «Ojalá el SEÑOR me deje tener otro hijo».

Jacob engaña a Labán

25 Cuando Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán:

—Déjame regresar a mi propio hogar. 26 Dame mis esposas y mis hijos y me iré; me los he ganado por trabajar para ti, tú sabes que he trabajado bien.

27 Labán le dijo:

—Si me permites decirlo, he concluido que el SEÑOR me ha bendecido gracias a ti. 28 Dime cuánto te debo pagar y eso te pagaré.

29 Jacob respondió:

—Tú sabes lo duro que he trabajado para ti y cómo he cuidado tus rebaños. 30 Cuando yo llegué tú tenías muy poco, ahora tienes muchísimo más. Cada vez que yo hice algo para ti, el SEÑOR te bendijo. Ahora es tiempo de que yo me preocupe por mí y por mi familia.

31 Labán preguntó:

—¿Qué tengo que darte?

Jacob respondió:

—No tienes que darme nada si haces esto para mí. Yo volveré a alimentar y cuidar a tus ovejas, 32 pero déjame caminar esta noche entre todos tus rebaños. Dame todas las ovejas, machos y hembras, que estén manchadas o rayadas, y todos los corderos negros. Ese será mi salario. 33 Después podrás revisar si fui honesto contigo. Puedes ir a ver mis rebaños y si encuentras alguna oveja, macho o hembra, que no esté manchada o algún cordero que no sea negro, sabrás que te lo robé.

34 Labán respondió:

—¡Acepto! Que sea como tú dices.

35 Pero ese día Labán escondió todas las ovejas manchadas, machos y hembras, y todos los corderos negros, y les dijo a sus hijos que los cuidaran. 36 Después Labán se llevó esos animales a tres días de distancia de Jacob. Jacob se quedó cuidando todos los otros animales que quedaban.

37 Entonces Jacob cortó unas ramas frescas de álamo, almendro y castaño, y las peló para que se pudieran ver rayas blancas. 38 Luego colocó las ramas que había pelado en frente de los rebaños en el sitio donde iban a tomar agua. Las ovejas se apareaban cuando iban a tomar agua. 39 Cuando las ovejas se apareaban en frente de las ramas, tenían crías manchadas, rayadas o negras. 40 Entonces Jacob las separó y las puso frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. Así Jacob fue formando su propio rebaño, separándolo del rebaño de Labán. 41 Cada vez que los animales más fuertes del rebaño se apareaban, Jacob les ponía las ramas peladas en frente de sus ojos para que las vieran cuando se apareaban. 42 Pero Jacob no ponía las ramas en frente de las ovejas más débiles. De esta manera, las ovejas fuertes eran las de Jacob y las débiles las de Labán. 43 Así, Jacob se volvió un hombre muy rico. Tenía muchos rebaños, esclavos, esclavas, camellos y burros.

Hora de irse, Jacob se escapa

31 Un día Jacob escuchó a los hijos de Labán hablando. Ellos dijeron: «Jacob se apoderó de todo lo que le pertenecía a nuestro papá. Se ha convertido en un hombre rico por medio de las cosas de nuestro papá». Luego se dio cuenta de que Labán ya no se portaba con él como antes. El SEÑOR le dijo a Jacob: «Regresa a la tierra de tus padres, donde naciste. Yo estaré contigo».

Entonces Jacob mandó a llamar a Raquel y a Lea al campo, donde estaban sus rebaños, y les dijo:

—He notado que su papá ya no se comporta conmigo como antes. Pero el Dios que mi papá adoraba me ha acompañado. Ustedes saben que yo trabajé con todas mis fuerzas para su papá, pero él me engañó, cambió mi salario diez veces, pero Dios no permitió que él me hiciera nada malo. Si Labán decía: “Te pagaré con las manchadas, entonces todas los rebaños tenían crías manchadas”. Y si decía: “Te pagaré con las rayadas”, entonces todos los rebaños tenían crías rayadas. Por lo tanto Dios le ha quitado los animales a su papá y me los ha dado a mí.

10 »Una vez tuve un sueño en la época en que los animales se estaban apareando. Vi que las ovejas machos que se estaban apareando estaban rayadas, manchadas y punteadas. 11 Después un ángel del Señor me dijo en el sueño: “¡Jacob!” Y yo contesté: “Aquí estoy”. 12 Luego él dijo: “Levanta tus ojos y mira que todas las ovejas machos que se están apareando están rayadas, manchadas y punteadas. Yo vi todo lo que Labán te ha hecho. 13 Yo soy el Dios de Betel donde tú hiciste un altar y donde me hiciste una promesa. Ahora, levántate de aquí y vuelve a la tierra donde naciste”.

14 Entonces Raquel y Lea le respondieron:

—Nuestro papá no tiene nada para darnos cuando se muera. 15 Nos trata como extrañas. Nos vendió y ya se gastó lo que recibió por nosotras. 16 Toda la riqueza que Dios le quitó a nuestro papá, en realidad nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos. Entonces, haz todo lo que Dios te dijo que hicieras.

17 Entonces Jacob se preparó para el viaje y montó en camellos a sus mujeres y a sus hijos. 18 Se llevó todos sus animales y las posesiones que había adquirido en Padán Aram, y se fue hacia donde vivía su papá, Isaac, en la tierra de Canaán.

19 En esos días, Labán había ido a cortar la lana de sus ovejas y Raquel se robó los ídolos[n] que su papá usaba para adivinar el futuro. 20 Jacob engañó a Labán el arameo al no decirle que se iba, 21 y huyó rápido con todo lo que tenía. Cruzaron el río Éufrates y viajaron hacia la región montañosa de Galaad.

Labán persigue a Jacob

22 Al tercer día le contaron a Labán que Jacob se había escapado. 23 Entonces Labán reunió a sus hombres y salió a perseguir a Jacob. Después de siete días, Labán alcanzó a Jacob en la región montañosa de Galaad. 24 Esa noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo y le dijo: «¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo».

25 A la mañana siguiente Labán alcanzó a Jacob, quien había montado su campamento en la montaña y Labán montó también allí el suyo en el monte de Galaad. 26 Labán le dijo a Jacob:

—¿Por qué huiste y me engañaste? Te llevaste a mis hijas como si fueran mujeres capturadas en una guerra. 27 ¿Por qué huiste en secreto? Si me lo hubieras dicho te habría despedido con alegría y con música de tambores y arpas. 28 No dejaste que les diera un beso de despedida a mis nietos y nietas. ¡Fuiste un tonto al hacer esto! 29 Yo soy capaz de hacerte daño, pero anoche se me apareció en un sueño el Dios de tu papá y me dijo: “¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo”. 30 Yo sé que te fuiste porque quieres regresar a la casa de tu papá. Pero, ¿por qué te robaste los dioses de mi familia?

31 Jacob le respondió:

—Me fui sin decirte nada porque estaba asustado, pensé que me ibas a quitar a tus hijas. 32 Si encuentras a alguien que tenga tus dioses, esa persona morirá. Aquí, en presencia de nuestros parientes, muéstrame si hay algo que te pertenezca y puedes llevártelo.

Jacob no sabía que Raquel se había robado los dioses de Labán. 33 Entonces Labán buscó en la carpa de Jacob, en la de Lea y en la de las dos siervas, pero no encontró los dioses. Luego se fue para la carpa de Raquel. 34 Raquel había tomado los dioses de la familia y los había escondido en la silla de camello en la que ella estaba sentada. Labán buscó por toda la carpa y no encontró los dioses de su familia. 35 Raquel le dijo al papá:

—Señor mío, no se enoje conmigo si no me levanto ante su presencia, pero es que estoy en mi período de menstruación.

Labán buscó pero no encontró los dioses de su familia. 36 Entonces Jacob se enojó mucho y le dijo:

—¿Qué crimen cometí? ¿Cuál fue mi pecado para que vinieras en mi persecución? 37 Ya buscaste entre todas mis cosas y no encontraste nada que fuera tuyo. Si encontraste algo tráelo y ponlo aquí para que nuestros parientes decidan cuál de los dos tiene la razón. 38 En los 20 años que trabajé para ti, ningún cordero ni ninguna cabra recién nacida murió, y no me comí ningún carnero de tus rebaños. 39 Cuando un animal salvaje mataba alguna de tus ovejas, yo la pagaba. Nunca te llevé un animal muerto que no repusiera yo mismo. A mí me robaban de día y de noche. 40 Durante el día, el sol me quitaba la fuerza y durante la noche, el frío no me dejaba dormir. 41 Trabajé 20 años para ti. Los primeros 14 lo hice por tus dos hijas y los últimos seis por tus rebaños. Tú cambiaste mi salario diez veces. 42 Si el Dios de mis padres, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac[o] no hubiera estado conmigo, me habrías echado con las manos vacías. Pero Dios vio mi tristeza y el resultado de mi trabajo, y anoche te reprendió.

Pacto entre Jacob y Labán

43 Labán le dijo a Jacob:

—Estas hijas son mis hijas, estos niños son mis niños y los rebaños son mis rebaños. Todo lo que ves es mío. Sin embargo, ¿qué les puedo hacer ahora a mis hijas o a los hijos que ellas han tenido? 44 Ven, hagamos un pacto entre tú y yo, y que haya un testigo entre los dos.

45 Entonces Jacob agarró una piedra y la puso ahí para mostrar que se había hecho un pacto. 46 Luego les dijo a sus hombres:

—¡Recojan piedras!

Ellos las recogieron y formaron un montón de piedras. Luego comieron al lado del montón de piedras. 47 Labán llamó a ese sitio Yegar Saduta[p], y Jacob lo llamó Galaad[q]. 48 Labán dijo:

—Este montón de piedras nos ayudará a recordar nuestro pacto.

Esta es la razón por la cual Jacob llamó a este sitio Galaad. 49 Después dijo:

—Que el SEÑOR nos vigile el tiempo que estemos separados.

Por esta razón este sitio también se llamó Mizpa[r]. 50 Luego Labán dijo:

—Si les haces daño a mis hijas o si te casas con otra mujer además de ellas, aunque nadie te esté vigilando, recuerda que Dios es el testigo entre tú y yo. 51 Mira este montón de piedras y esta roca que puse entre nosotros. 52 El montón de piedras y esta roca son testigos de que nunca cruzaré de aquí hacia tu lado y de que tú nunca cruzarás de aquí hacia mi lado, con intención de hacernos daño. 53 Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea el que nos juzgue.

Entonces Jacob hizo la promesa en nombre del Temor[s] de su papá Isaac. 54 Después Jacob ofreció un sacrificio en la montaña e invitó a sus parientes a que compartieran la comida. Comieron y todos pasaron la noche en la montaña. 55 A la mañana siguiente Labán se levantó muy temprano, les dio un beso de despedida a sus hijas y nietos, les dio también su bendición y regresó a casa.

Reunión con Esaú

32 Jacob continuó su camino y se encontró con unos ángeles de Dios. Cuando los vio, les dijo: «¡Este es el campamento de Dios!» Por esa razón llamó a ese sitio Majanayin[t].

Esaú, el hermano de Jacob, estaba viviendo en el área llamada Seír que quedaba en la región montañosa de Edom. Jacob mandó unos mensajeros a donde estaba Esaú. Les dijo: «Díganle esto a mi señor Esaú: “Su siervo Jacob le manda decir: He vivido con Labán todos estos años. Tengo ganado, burros, ovejas, esclavos y esclavas. Mi señor, te mando este mensaje para pedir que nos aceptes”».

Los mensajeros volvieron a donde estaba Jacob y le dijeron:

—Fuimos a donde estaba tu hermano Esaú. Él y 400 hombres más saldrán a recibirte.

Jacob se atemorizó mucho y se angustió. Dividió a su gente, a los rebaños, al ganado y a los camellos en dos grupos. Pensó: «Si Esaú viene y ataca al primer grupo y lo destruye, entonces el otro podrá escapar».

Entonces Jacob dijo: «¡Dios de mi abuelo Abraham! ¡Dios de mi papá Isaac! SEÑOR, tú que me dijiste: “Regresa a tu país, al lugar donde naciste, y te haré prosperar”. 10 No soy digno de todas las muestras de bondad y lealtad que has tenido conmigo, tu siervo. La primera vez que crucé el río Jordán sólo llevaba mi bastón. Ahora tengo tantas cosas, que me pude separar en dos grupos. 11 Por favor protégeme del gran poder de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga a destruirme y a matar incluso, a las madres con sus hijos. 12 Tú me dijiste: “Te haré el bien y haré que tengas tantos descendientes como arena hay en el mar. Habrán tantos que no se podrán contar”».

13 Jacob pasó la noche allí. Después escogió entre lo que tenía un regalo para su hermano Esaú. 14 Tomó 200 cabras, 20 chivos, 200 ovejas y 20 carneros, 15 30 camellas con sus crías, 40 vacas, 10 toros, 20 burras y 10 burros. 16 Puso cada rebaño por separado a cargo de uno de sus esclavos. Después les dijo a sus esclavos:

—Vayan delante de mí y dejen un espacio entre cada rebaño.

17 Jacob le ordenó al primer esclavo:

—Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te pregunte: “¿A quién le perteneces? ¿A dónde vas? ¿De quién son los animales que llevas ahí?”, 18 tú le responderás: “Pertenecen a su siervo Jacob, son un regalo que él le envía. Mire, ahí viene él detrás de mí”.

19 Después les ordenó al segundo, al tercero y a todos los esclavos que llevaban cada rebaño:

—Todos le dirán eso mismo a Esaú cuando se encuentren con él. 20 También le dirán: “Mire, ahí viene su siervo Jacob detrás de nosotros”.

Jacob pensó: «Voy a calmarlo con los regalos que le mando por delante, así se portará amable conmigo cuando me vea». 21 De manera que envió los regalos antes que él y pasó la noche allí en su campamento.

22 Esa noche Jacob se levantó, llevó a sus esposas, a sus esclavas y a sus once hijos, y los hizo atravesar el río Jaboc por el cruce. 23 Después de que los hizo atravesar el río, mandó también con ellos todas sus posesiones.

La lucha con Dios

24 Jacob se quedó solo y entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer. 25 Cuando el hombre se dio cuenta de que no podía derrotar a Jacob, lo golpeó en la unión de la pierna con la cadera, y esa parte se le dislocó.

26 Luego el hombre le dijo:

—Déjame ir, que ya está amaneciendo.

Pero Jacob dijo:

—No te dejaré ir a menos que me des tu bendición.

27 El hombre le pregunto:

—¿Cómo te llamas?

Y Jacob respondió:

—Jacob.

28 Después el hombre dijo:

—De ahora en adelante no te llamarás Jacob sino Israel[u], ya que has luchado contra Dios y contra seres humanos, y has ganado.

29 Entonces Jacob preguntó:

—Por favor dime cómo te llamas.

Pero el hombre le preguntó:

—¿Por qué me preguntas cómo me llamo?

Y en ese momento el hombre bendijo a Jacob.

30 Jacob llamó a ese sitio Penuel[v] y dijo: «Aquí vi a Dios cara a cara y sin embargo, aun estoy vivo». 31 Jacob estaba cojeando debido a su cadera dislocada y, mientras pasaba por Penuel amaneció. 32 Entonces, hoy en día el pueblo de Israel no come el tendón que está en la unión de la cadera, porque Jacob fue golpeado en esa parte.

Jacob muestra su valentía

33 Jacob levantó sus ojos y vio que venía Esaú con 400 hombres. Entonces dividió a los niños entre Lea, Raquel y las dos siervas. Primero puso a las siervas y a sus hijos, después a Lea y a sus hijos, y finalmente puso a Raquel y a José. Jacob se puso al frente de todos y se inclinó hasta el suelo siete veces, hasta que estuvo cerca de su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó. Le lanzó sus brazos alrededor del cuello y lo besó. Los dos lloraron. Después Esaú vio a las mujeres y a los niños, y preguntó:

—¿Quiénes son los que están contigo?

Jacob respondió:

—Estos son los hijos que Dios me ha dado a mí, tu siervo.

Entonces las siervas y sus hijos se acercaron y se inclinaron. Lea y sus hijos también se acercaron y se inclinaron. Después se acercaron Raquel y José, y se inclinaron.

Esaú preguntó:

—¿Qué sentido tenía mandar todos esos grupos con los que me encontré?

Jacob respondió:

—Esos eran para que me aceptaras, mi señor.

Entonces Esaú dijo:

—¡Hermano, yo ya tengo suficiente! Quédate con tus cosas.

10 Pero Jacob dijo:

—¡No! Por favor, si en verdad me aceptas, recibe mis regalos. Para mí verte es como ver la cara de Dios. Estoy feliz de que me hayas aceptado. 11 Te ruego que aceptes mi bendición que te traigo. Dios ha sido bueno conmigo, y yo tengo todo lo que necesito.

Entonces Jacob le rogó y Esaú aceptó. 12 Después Esaú dijo:

—Continúa tu camino y yo iré a tu lado.

13 Pero Jacob le dijo:

—Tú sabes, mi señor, que mis hijos están débiles y debo cuidar de mis animales y sus crías. Si los hago caminar mucho en un día, se mueren. 14 Ve tú, mi señor, adelante de mí. Yo te seguiré al paso de las crías y de los niños hasta que encuentre a mi señor en Seír.

15 Entonces Esaú dijo:

—Entonces te voy a dejar algunos de mis hombres para que te ayuden.

Pero Jacob dijo:

—¿Para qué? Ya es suficiente con lo amable que ha sido mi señor.

16 Entonces ese día Esaú emprendió su viaje de regreso a Seír. 17 Pero Jacob se fue a Sucot[w] y ahí construyó una casa y establos para sus animales. Por esta razón llamó a ese lugar Sucot.

18 Finalmente Jacob terminó a salvo su viaje desde Padán Aram, y llegó a Siquén en la tierra de Canaán. Montó su campamento cerca de la ciudad. 19 Le compró por 100 monedas de plata a la familia de Jamor, el papá de Siquén, el terreno donde había acampado. 20 Construyó ahí un altar y lo llamó «Dios[x], el Dios de Israel».

Violación de Dina

34 Dina era la hija de Lea y Jacob. Un día, Dina salió a ver a las mujeres de ese lugar. La vio Siquén, que era hijo de Jamor el heveo, príncipe de la región. Él la agarró y la violó. Pero él se apegó mucho a Dina, la hija de Jacob, se enamoró y la trató amablemente. Siquén le dijo a su papá, Jamor:

—¡Consígueme a esa muchacha para casarme con ella!

Jacob se enteró de que Siquén había deshonrado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo cuidando el ganado, guardó silencio hasta que ellos llegaron. En ese momento Jamor, el papá de Siquén, fue a buscar a Jacob para hablar con él. Los hijos de Jacob volvieron del campo y se enteraron de lo que había pasado. Se indignaron y se enfurecieron porque Siquén, al tener relaciones sexuales con la hija de Jacob, había hecho algo terrible contra Israel. Decían: «¡Eso no debió hacerlo nunca!» Pero Jamor les dijo:

—Mi hijo Siquén está muy enamorado de Dina, les ruego que lo dejen casarse con la hija de ustedes. Hagamos un arreglo matrimonial. Así nuestros hombres de nuestra ciudad se podrán casar con sus mujeres y sus hombres entre ustedes se podrán casar con nuestras mujeres. 10 Quédense a vivir en esta misma tierra con nosotros. La tierra está a su disposición. Vivan en ella, hagan negocios y compren más tierras.

11 Luego Siquén les dijo al papá y a los hermanos de Dina:

—Acéptenme y les daré lo que me pidan. 12 Cóbrenme un precio muy alto y muchos regalos, yo les pagaré lo que me pidan, pero déjenme casarme con ella.

13 Los hijos de Jacob decidieron engañar a Siquén y a su papá, debido a que Siquén había violado a Dina, la hermana de ellos. 14 Les dijeron:

—No podemos dejar que nuestra hermana se case con un hombre que no esté circuncidado. Eso sería una vergüenza para nosotros. 15 Nuestra única condición es que se vuelvan como nosotros, haciéndose la circuncisión ustedes y todos sus hombres. 16 Sólo así sus hombres se pueden casar con nuestras mujeres y nuestros hombres se pueden casar con sus mujeres. Nos quedaremos a vivir con ustedes y seremos un solo pueblo. 17 Si no aceptan lo que les decimos y no se hacen la circuncisión nos llevaremos a Dina[y] y nos iremos.

18 Jamor y su hijo Siquén consideraron razonable lo que les habían pedido. 19 Siquén no dudó en hacer lo que le habían pedido porque amaba a la hija de Jacob.

La venganza

Siquén era el hombre más respetado de su familia. 20 Jamor y su hijo Siquén fueron a la entrada del pueblo y les dijeron a los habitantes:

21 —Estos hombres son nuestros amigos. Déjenlos quedarse a vivir y hacer negocios aquí. Miren, hay bastante espacio para ellos. Tomemos a sus hijas para casarnos y démosles nuestras hijas para que se casen. 22 Sólo con esta condición ellos van a aceptar quedarse a vivir con nosotros y convertirnos en un solo pueblo: Así como ellos están circuncidados, todo hombre entre nosotros debe hacerse la circuncisión. 23 Sus propiedades, su ganado y todos sus animales serán nuestros. Sólo aceptemos lo que nos piden para que se queden a vivir con nosotros.

24 Todos los habitantes de la ciudad estuvieron de acuerdo con Jamor y su hijo Siquén. Entonces todos ellos se hicieron la circuncisión.

25 Tres días más tarde, los hombres de la ciudad todavía estaban adoloridos. Entonces dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, los hermanos de Dina, tomaron sus espadas y atacaron ferozmente la ciudad, matando a todos los hombres. 26 Usando sus espadas mataron a Jamor y a su hijo Siquén. Luego tomaron a Dina de la casa de Siquén y se fueron. 27 Después los otros hijos de Jacob, pasando sobre los cuerpos, saquearon todo lo que había en la ciudad, porque Siquén había deshonrado a su hermana. 28 Tomaron sus rebaños, su ganado, sus burros y todo lo que había en la ciudad y en los campos. 29 Capturaron sus riquezas, sus mujeres, sus hijos y todo lo que tenían en sus casas.

30 Después Jacob les dijo a Simeón y Leví:

—Ustedes me han metido en un lío. La gente de estas tierras, los cananeos y los ferezeos, me odiarán. Nosotros no somos muchos y la gente de estas tierras se va a unir en contra mía, me van a atacar y van a acabar conmigo y con mi familia.

31 Pero los hijos de Jacob le dijeron:

—Él no debió tratar a nuestra hermana como a una prostituta.

Jacob en Betel

35 Después Dios le dijo a Jacob: «Vete a Betel[z] y quédate a vivir allá. Construye un altar allá al Dios[aa] que se te apareció[ab] cuando estabas escapando de tu hermano Esaú». Entonces Jacob le dijo a sus familiares y a todos los que estaban con él:

—Destruyan todos esos dioses ajenos que ustedes tienen, purifíquense y cámbiense de ropa. Nos iremos de aquí a Betel. Allá le construiré un altar al Dios que me escuchó cuando tenía problemas y que ha estado conmigo en donde yo he estado.

Entonces ellos le entregaron a Jacob todos los dioses ajenos que tenían en las manos y todos los aretes que tenían en las orejas.[ac] Y Jacob los enterró bajo la encina que estaba cerca de Siquén. Entonces emprendieron su camino. Dios hizo que los habitantes de las ciudades por las que pasaba la familia de Jacob, les tuvieran un terror sobrenatural y no salieran a perseguir a los hijos de Jacob. Jacob y toda la gente que estaba con él llegaron a Luz, la que ahora se llama Betel y queda en la tierra de Canaán. Después construyó ahí un altar y llamó a ese sitio «El Betel»[ad], porque ahí se le había aparecido Dios, cuando estaba escapando de su hermano.

Débora, la sierva de Rebeca, murió allí y fue enterrada al lado del roble que estaba cerca de Betel. Jacob llamó a ese árbol: «roble de los lamentos»[ae].

El nuevo nombre de Jacob

Cuando Jacob regresó de Padán Aram, Dios se le volvió a aparecer y lo bendijo. 10 Dios le dijo: «Te llamas Jacob, pero de ahora en adelante tu nombre no será Jacob, sino Israel[af]». Así que Dios lo llamó Israel.

11 Y Dios le dijo: «Yo soy el Dios Todopoderoso[ag]. Ten muchos hijos y multiplícate. De ti saldrá una nación, incluso una unión de naciones. Hasta vas a tener descendientes que lleguen a ser reyes. 12 La tierra que les di a Abraham y a Isaac, te la daré a ti, y después se la daré a tus descendientes». 13 Después Dios se fue del lugar donde le había hablado a él. 14 Entonces Jacob colocó una piedra conmemorativa en el lugar donde Dios le había hablado y derramó sobre ella vino y aceite para dedicársela. 15 Jacob llamó Betel al lugar donde Dios le había hablado.

Raquel muere dando a luz

16 Después se fueron de Betel. Cuando aun estaban lejos de Efrata, Raquel comenzó a dar a luz y sufría terribles dolores de parto. 17 Mientras sufría esos terribles dolores de parto, la partera le dijo: «No te asustes, estás dando a luz a otro hijo». 18 Raquel murió al dar a luz. Antes de morir llamó a su hijo Benoni[ah], pero su papá lo llamó Benjamín[ai].

19 Así murió Raquel y fue enterrada en el camino a Efrata, que es la misma Belén. 20 Jacob puso una piedra vertical sobre su tumba. Hoy en día todavía se conoce como la Piedra de la Tumba de Raquel. 21 Después Israel siguió su camino y acampó al sur de la torre de Edar[aj].

22 Mientras Israel estaba viviendo en esa tierra, Rubén se acostó con Bilhá, la concubina de su papá. Cuando Israel se enteró, se puso furioso.[ak]

La familia de Jacob

(1 Cr 2:1-2)

Jacob tuvo doce hijos:

23 Los hijos de Lea eran Rubén, el hijo mayor; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

24 Los hijos de Raquel eran José y Benjamín.

25 Los hijos de Bilhá, la sierva de Raquel, eran Dan y Neftalí.

26 Los hijos de Zilpá, la sierva de Lea, eran Gad y Aser.

Esos eran los hijos de Jacob que nacieron en Padán Aram.

Muerte de Isaac

27 Jacob fue a casa de su papá, Isaac, a Mamré en Quiriat Arbá, que es la misma Hebrón, donde Abraham e Isaac habían vivido. 28 Isaac vivió 180 años. 29 Dio su último suspiro y murió. Era un hombre viejo que había vivido una vida muy larga y completa. Sus hijos, Esaú y Jacob, lo enterraron en el mismo lugar en que estaba enterrado el papá de Isaac.

Descendientes de Esaú

(1 Cr 1:34-54)

36 Estos son los descendientes de Esaú, que es Edom.

Esaú se casó con mujeres de la tierra de Canaán. Sus esposas eran Ada, hija de Elón el hitita; Aholibama, hija de Aná que era hijo de Zibeón el heveo; y Basemat, la hija de Ismael, hermana de Nebayot.

Ada y Esaú tuvieron un hijo llamado Elifaz. Basemat dio a luz a Reuel. Aholibama dio a luz a Jeús, Jalán y Coré. Esos fueron los hijos de Esaú nacidos en la tierra de Canaán.

Luego Esaú tomó sus esposas, sus hijos, sus hijas, y toda la gente que vivía con él. También se llevó su ganado, todos sus otros animales y todo lo que había conseguido en Canaán. Se fue a vivir a otra tierra, lejos de su hermano Jacob. El ganado de Jacob y el ganado de Esaú aumentaron tanto que no era posible vivir todos juntos en la tierra de Canaán. Entonces Esaú se fue a vivir a la región montañosa de Seír[al]. Esaú también es llamado Edom.

Estos son los descendientes de Esaú, el antepasado de la gente de Edom, en la región montañosa de Seír.

10 Estos son los nombres de los hijos de Esaú:

Elifaz, hijo de Ada, una de las esposas de Esaú; y Reuel, hijo de Basemat, otra de las esposas de Esaú.

11 Los hijos de Elifaz eran Temán, Omar, Zefo, Gatán y Quenaz.

12 Elifaz también tenía una concubina llamada Timná. Ella y Elifaz tuvieron un hijo llamado Amalec.

Todos ellos eran nietos de Ada, una de las esposas de Esaú.

13 Los hijos de Reuel eran Najat, Zera, Sama y Mizá. Todos ellos eran nietos de Basemat, otra esposa de Esaú.

14 La tercera esposa de Esaú era Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón. Sus hijos eran Jeús, Jalán y Coré.

15 Estos fueron los jefes de los descendientes de Esaú:

De Elifaz, hijo mayor de Esaú, los jefes fueron: Temán, Omar, Zefo, Quenaz, 16 Coré, Gatán y Amalec. Ellos fueron los jefes de los descendientes de Elifaz en la tierra de Edom, todos ellos eran nietos de Ada, una de las esposas de Esaú.

17 De Reuel, hijo de Esaú, los jefes fueron: Najat, Zera, Sama y Mizá.

Ellos fueron los jefes de los descendientes de Reuel en la tierra de Edom, todos ellos eran nietos de Basemat, otra de las esposas de Esaú.

18 Los descendientes de la otra esposa de Esaú, Aholibama, hija de Aná, fueron los jefes Jeús, Jalán y Coré. Esos tres hombres fueron los jefes de sus familias.

19 Todos esos hombres eran los jefes de los descendientes de Esaú, las tribus de Edom.

20 Seír el horeo vivía en Edom. Estos fueron sus hijos:

Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer y Disán. Todos esos hombres eran los jefes familiares horeos, descendientes de Seír, en Edom.

22 Los hijos de Lotán eran Horí y Homán. La hermana de él era Timná.

23 Los hijos de Sobal eran Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.

24 Los hijos de Zibeón eran Ayá y Aná. Aná fue el que encontró las aguas termales en el desierto mientras cuidaba los burros de su papá, Zibeón.

25 Los hijos de Aná eran Disón, el hijo; y Aholibama, la hija.

26 Los hijos de Disón eran Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.

27 Los hijos de Ezer eran Bilán, Zaván y Acán.

28 Los hijos de Disán eran Uz y Arán.

29 Estos son los nombres de los jefes de los horeos: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 30 Disón, Ezer y Disán. Esos hombres eran los jefes de las tribus que vivían en la tierra de Seír.

31 Estos fueron los reyes que gobernaron en la tierra de Edom antes de que los israelitas tuvieran reyes[am]:

32 Bela, hijo de Beor, fue rey de Edom, su ciudad[an] se llamó Dinaba.

33 Al morir Bela, Jobab, hijo de Zera de Bosra, reinó en su lugar.

34 Al morir Jobab, Jusán, de la tierra de los temanitas, reinó en su lugar.

35 Al morir Jusán, Hadad, hijo de Bedad, reinó en su lugar. Hadad fue quien derrotó a Madián en la tierra de Moab. El nombre de su ciudad era Avit.

36 Al morir Hadad, Samla de Masreca, reinó en su lugar.

37 Al morir Samla, Saúl reinó en su lugar. Saúl era de Rejobot que quedaba junto al río Éufrates.

38 Al morir Saúl, Baal Janán, hijo de Acbor, reinó en su lugar.

39 Baal Janán, hijo de Acbor, murió y Hadad reinó en su lugar. El nombre de su ciudad era Pau y la esposa de él era Mehitabel, hija de Matred y nieta de Mezab.[ao]

40 Estos son los nombres de los jefes que descendieron de Esaú, mencionados en el orden de sus familias y de los lugares donde vivieron:

Timná, Alvá, Jetet, 41 Aholibama, Elá, Pinón, 42 Quenaz, Temán, Mibzar, 43 Magdiel e Iram. Estos fueron los jefes de las tribus de Edom que vivían en la tierra heredada por Esaú, el antepasado de los edomitas.

José el soñador

37 Jacob se quedó a vivir en la tierra de Canaán, la tierra en la que había vivido su papá. Esta es la historia de la familia de Jacob.

José tenía 17 años y cuidaba los rebaños con sus hermanos. Les ayudaba a los hijos de Bilhá y de Zilpá, las esposas de su papá. José le contaba a su papá los males que hacían sus hermanos. Israel quería a José más que a sus otros hijos porque había nacido cuando él estaba muy viejo. Israel le hizo una túnica muy distinguida.[ap] Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.

José tuvo un sueño, se lo contó a sus hermanos y ellos lo odiaron todavía más. José les dijo:

—Oigan este sueño que tuve. Estábamos juntos amarrando manojos de trigo en la mitad del campo. De repente mi manojo se levantó y quedó derecho. Después sus manojos rodearon el mío y le hicieron reverencias.

Entonces sus hermanos le dijeron:

—¿Será que vas a ser nuestro rey? ¿Será que nos vas a gobernar?

Ahora sus hermanos lo odiaban aun más debido a sus sueños y lo que les decía. Después José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—Miren, volví a tener otro sueño: el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.

10 Cuando les contó esto a su papá y a sus hermanos, su papá lo regañó y le dijo:

—¿Qué clase de sueño es ese que tuviste? ¿Acaso es cierto que yo, tu mamá y tus hermanos vamos a postrarnos ante ti?

11 Sus hermanos estaban celosos de él, pero su papá pensaba mucho en este asunto.

12 Un día los hermanos salieron a apacentar los rebaños del papá, en Siquén. 13 Entonces Israel le dijo a José:

—Tus hermanos están cuidando los rebaños en Siquén, ven que te voy a mandar a donde están ellos.

José le respondió:

—Ya estoy listo para ir.

14 Entonces Israel le dijo a José:

—Ve ahora y date cuenta si todo está bien allá con tus hermanos y los rebaños. Después vuelve y me cuentas.

Así lo mandó desde el valle de Hebrón hasta Siquén. 15 Un hombre encontró a José caminando por el campo sin encontrar a sus hermanos. Le preguntó:

—¿Qué estás buscando?

16 José le respondió:

—Estoy buscando a mis hermanos, hazme el favor de decirme dónde están ellos apacentando los rebaños.

17 El hombre dijo:

—Ellos ya se fueron de aquí. Yo los oí decir: “Vámonos a Dotán”.

Entonces José se fue a buscar a sus hermanos y los encontró en Dotán.

José es vendido como esclavo

18 Los hermanos lo vieron venir desde muy lejos. Antes de que él llegara, hicieron un plan para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:

—Miren, ¡aquí viene el de los sueños! 20 Vamos matémoslo y arrojemos su cuerpo en uno de los pozos secos, luego diremos que lo devoró un animal salvaje. Así veremos si se le cumplen los sueños.

21 Cuando Rubén escuchó esto, trató de librarlo de sus hermanos y dijo:

—No lo matemos. 22 ¡No derramemos sangre! Tírenlo en este pozo del desierto, pero no le hagan daño.

Rubén dijo esto para poderlo salvar y enviarlo de regreso a su papá.

23 Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica larga con mangas que tenía puesta. 24 Después lo agarraron y lo lanzaron al pozo. El pozo estaba vacío, no tenía ni una gota de agua.

25 Luego los hermanos se sentaron a comer y vieron un grupo de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos cargaban aromas, bálsamo y mirra. Iban camino a Egipto. 26 Judá les dijo a sus hermanos:

—¿Qué ganamos con matar y esconder la muerte de nuestro hermano? 27 Mejor, vayamos y vendámoslo a los ismaelitas. No le hagamos daño, él es nuestro hermano y tiene nuestra misma sangre.

Todos los hermanos estuvieron de acuerdo. 28 Cuando los comerciantes madianitas pasaron por ahí, ellos sacaron a José del pozo y lo vendieron por 20 monedas de plata a los ismaelitas, quienes luego llevaron a José a Egipto.

29 Cuando Rubén regresó al pozo, se dio cuenta de que José ya no estaba adentro, entonces rasgó su ropa para mostrar su tristeza. 30 Después regresó donde estaban sus hermanos y dijo:

—¡El muchacho ya no está! ¿Qué vamos a hacer?

31 Los hermanos mataron una cabra, agarraron la túnica de José y la mancharon con sangre. 32 Después los hermanos le llevaron la túnica larga con mangas al papá y le dijeron: «Encontramos esto, mira a ver si es la túnica de tu hijo».

33 Jacob la reconoció y dijo: «Sí, esta es la túnica de mi hijo, lo devoró un animal salvaje; con seguridad José quedó despedazado». 34 Luego Jacob rasgó su vestido, se puso ropa áspera y por mucho tiempo estuvo de luto por su hijo. 35 Todos sus hijos e hijas fueron a consolarlo, pero él rehusaba ser consolado y decía: «Voy a estar de luto por mi hijo hasta el día en que me muera».[aq] Así hizo duelo por su hijo.

36 Mientras tanto, los madianitas vendieron a José en Egipto, a Potifar, el capitán de la guardia del faraón.

Judá y Tamar

38 Por ese tiempo, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a casa de un hombre adulamita llamado Hirá. Allá Judá conoció a la hija de un cananeo llamado Súa. Judá se casó y tuvo relaciones sexuales con ella. Ella quedó embarazada y dio a luz a un hijo al que llamó Er. Después volvió a quedar embarazada y dio a luz a otro hijo al que llamó Onán. Luego dio a luz a otro hijo al que llamó Selá, cuando Judá estaba viviendo en Quezib.

Judá le consiguió una esposa a su hijo mayor Er. Su nombre era Tamar. Pero el SEÑOR no estaba muy contento con Er, el hijo mayor de Judá, y entonces el SEÑOR hizo que se muriera. Entonces Judá le dijo a Onán:

—Ten relaciones sexuales con la esposa de tu hermano muerto, cumple tu deber de cuñado[ar] y dale un hijo a tu hermano.

Onán sabía que el hijo no iba a ser considerado suyo y entonces, cada vez que tenía relaciones sexuales con la esposa de su hermano, desperdiciaba su semen derramándolo en el suelo, para así no darle hijos a su hermano. 10 Eso que él hizo no le agradó al SEÑOR, y por esa razón también hizo que se muriera. 11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar:

—Vuelve a la casa de tu papá y no te cases hasta que crezca mi hijo Selá.

Judá temía que Selá también muriera como sus hermanos. Tamar se fue a vivir a la casa del papá de ella.

12 Después de un largo tiempo, la esposa de Judá, la hija de Súa, murió. Después de que Judá terminó el luto, él y su amigo Hirá el adulamita fueron a Timnat donde vivían los hombres que trasquilaban a sus ovejas. 13 Alguien le dijo a Tamar: «Mira, tu suegro va a ir a Timnat a trasquilar a sus ovejas». 14 Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y se sentó en la entrada de Enayin, que quedaba en el camino a Timnat. Tamar sabía que Selá ya había crecido y que a ella aun no le habían permitido casarse con él.

15 Cuando Judá la vio, pensó que era una prostituta porque tenía la cara cubierta. 16 Judá se le acercó al lado del camino y, sin saber que ella era su nuera, le pidió que tuvieran relaciones sexuales. Entonces ella le preguntó:

—¿Qué me vas a dar por tener relaciones sexuales contigo?

17 Judá le respondió:

—Voy a mandarte un cabrito de mi rebaño.

Y ella dijo:

—Acepto sólo si me das algo en garantía mientras me mandas el cabrito.

18 Él le preguntó:

—¿Qué quieres que te dé en garantía?

Ella respondió:

—Dame tu sello con el cordón[as] y el bastón que tienes en la mano.

Entonces él le dio esas cosas, tuvo relaciones sexuales con ella y ella quedó embarazada. 19 Después ella se levantó, se fue para su casa, se quitó el velo, y se puso la ropa de viuda.

20 Después Judá mandó el cabrito con su amigo Hirá el adulamita para recuperar de la mujer su sello, su cordón y su bastón, pero él no pudo encontrarla. 21 Hirá le preguntó a la gente de ese lugar:

—¿Dónde puedo encontrar a la mujer consagrada que estaba en Enayin sentada al lado del camino?

Pero ellos respondieron:

—Aquí nunca ha habido una mujer consagrada.

22 Entonces él regresó a donde estaba Judá y le dijo:

—No la pude encontrar. La gente de ese lugar me dijo: “Aquí nunca ha estado una mujer consagrada”.

23 Después Judá dijo:

—Dejemos que se quede con mis cosas, no quiero que la gente se burle de mí. Tratamos de llevarle su cabrito pero tú no la encontraste.

24 A los tres meses, alguien le contó a Judá:

—Tu nuera Tamar ha actuado como una prostituta, y como resultado de eso, quedó embarazada.

Entonces Judá dijo:

—Tráiganla y quémenla.

25 Cuando la estaban sacando, ella le mandó un mensaje a su suegro:

—El dueño de estas cosas fue el que me embarazó. ¡Mírenlas! ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?

26 Judá las reconoció y dijo:

—Yo tengo la culpa, no ella; no le entregué a mi hijo Selá como se lo había prometido.

Judá nunca más volvió a tener relaciones sexuales con Tamar.

27 Cuando llegó el momento en que ella diera a luz, tuvo mellizos. 28 Al momento de nacer, uno de ellos sacó la mano y ahí, la partera le ató un cordón rojo. Ella dijo: «Este fue el que nació primero», 29 pero él volvió a meter la mano y salió su hermano, entonces la partera dijo: «¡Qué abertura que has hecho tú mismo!» por lo cual lo llamaron Fares[at]. 30 Después salió su hermano, el que tenía el cordón rojo y por eso lo llamaron Zera[au].

José en Egipto

39 Los ismaelitas se llevaron a José a Egipto. Un egipcio llamado Potifar, capitán de la guardia del faraón, lo compró. El SEÑOR estaba con José e hizo que fuera un hombre muy exitoso. José vivió en la casa de su amo egipcio, quien se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y que el SEÑOR hacía que le fuera muy bien en todo. José complacía a su amo y este nombró a José su asistente personal. Lo puso a cargo de la casa y todas sus otras posesiones. El SEÑOR bendijo la casa de ese egipcio desde el momento en que él puso a cargo de José todas sus posesiones. El SEÑOR bendijo a Potifar en todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. Entonces entregó todo a cargo de José y no prestaba atención a nada que no fuera la comida que él mismo consumía.

José era un hombre muy apuesto y de buena figura. Un tiempo después, la esposa de su amo comenzó a fijarse en José y le dijo:

—Acuéstate conmigo.

Pero José se rehusó y le dijo a la esposa de su amo:

—Mire, conmigo mi señor no tiene nada de qué preocuparse en la casa. Me dio todas sus posesiones para que yo las cuidara. No hay nadie en esta casa que se iguale a mí. Lo único que él me ha negado es a usted, porque es su esposa. ¿Cómo puedo yo hacerle a él algo tan malo y cometer un pecado ante Dios?

10 A pesar de que ella hablaba con él día tras día, no lo convenció de que se acostara con ella. 11 Un día, cuando José regresó de trabajar a la casa, no había ningún otro esclavo adentro. 12 Entonces ella lo agarró de su ropa y le dijo:

—¡Acuéstate conmigo!

Pero él dejó su ropa en las manos de ella y salió huyendo.

13 Cuando ella vio que él había dejado la ropa en sus manos y salido huyendo, 14 llamó a los siervos de su casa y les dijo:

—Miren, mi esposo trajo a este hebreo para que nos insultara. Él vino a donde yo estaba para tratar de tener relaciones sexuales conmigo, pero yo grité fuerte. 15 Cuando oyó que yo había gritado, dejó su ropa al lado mío y salió corriendo.

16 Después ella se quedó con la ropa de José hasta que llegó su esposo. 17 Luego le contó la misma historia:

—El siervo hebreo que trajiste vino a aprovecharse de mí. 18 Pero cuando grité, dejó su ropa al lado mío y huyó hacia afuera.

19 El amo de José escuchó lo que le dijo su esposa y se enfureció. 20 Entonces lo agarró y lo puso en la prisión donde metían a los prisioneros del rey, y José quedó encarcelado.

21 Pero el SEÑOR estaba con José y lo ayudó haciendo que se ganara la confianza del carcelero. 22 Entonces el carcelero puso a todos los prisioneros bajo el mando de José, quien dirigía todo lo que ahí se hacía. 23 El carcelero no supervisaba lo que hacía José porque el SEÑOR estaba con José y por eso el SEÑOR hizo que le saliera bien todo lo que hacía.

José interpreta dos sueños

40 Después de esto, el jefe de los coperos del rey y el jefe de los panaderos ofendieron a su amo, el rey de Egipto. El faraón se enojó mucho con sus dos siervos: el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos. Entonces los puso bajo custodia en la prisión del capitán de la guardia, el mismo lugar donde José estaba encerrado. El capitán puso a los dos prisioneros bajo el cuidado de José. Ambos permanecieron muchos días en prisión. Una noche los dos prisioneros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, a quienes el rey de Egipto había puesto en prisión, tuvieron un sueño. Cada prisionero tuvo su propio sueño y cada sueño tenía su propio significado. A la mañana siguiente José fue a buscarlos y vio que estaban preocupados. Entonces les preguntó a los siervos del faraón que estaban con él en prisión:

—¿Por qué están tan tristes hoy?

Ellos le respondieron:

—Tuvimos unos sueños y no hay nadie que nos los pueda explicar.

Y José les dijo:

—Sólo Dios puede interpretar los sueños. Cuéntenmelos.

Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño. Le dijo:

—En mi sueño vi una vid. 10 La vid tenía tres ramas. Vi como a las ramas les crecían flores y después se convertían en uvas. 11 Yo tenía la copa del faraón en mis manos, tomé las uvas y exprimí su jugo en la copa. Después le entregué la copa al faraón.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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