Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Génesis 1-16

La creación

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y no tenía forma. La oscuridad cubría el profundo abismo, mientras que el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.

Entonces Dios dijo: «¡Que aparezca la luz!». Y apareció la luz. Dios vio que la luz era hermosa, y la separó de la oscuridad. A la luz Dios la llamó «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el primer día.

Después Dios dijo: «Que aparezca el firmamento en medio de las aguas, para que las separe».

Así que Dios hizo el firmamento, para separar las aguas. De modo que una parte de las aguas quedó arriba del firmamento y otra, debajo de él. Al firmamento Dios lo llamó «cielo». Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el segundo día.

Después Dios dijo: «Que las aguas que están debajo del cielo se junten en un solo lugar, de modo que la otra parte quede seca». Y así ocurrió. 10 A la parte seca Dios le dio el nombre de «tierra», y a las aguas las llamó «mares». Dios vio que todo esto era hermoso. 11-12 Así que dijo: «Que de la tierra brote toda clase de vegetación, es decir, plantas que se reproduzcan por medio de semillas, y árboles frutales en cuyos frutos estén sus semillas». Y, tal como Dios lo dijo, de la tierra brotaron las plantas y árboles frutales con sus respectivas semillas para su reproducción. Y Dios vio que todo esto era hermoso. 13 Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el tercer día.

14-15 Después Dios dijo: «Que haya luces en el cielo, para que alumbren la tierra y separen el día de la noche, y para que marquen también las estaciones, los días y los años». Y así ocurrió. 16 Entonces Dios hizo dos grandes luces: la más grande para que alumbre durante el día, y la más pequeña, para que brille en la noche. También Dios hizo las estrellas. 17-18 Dios puso estas luces en el cielo para que alumbraran la tierra de día y de noche, y para que separaran la luz de la oscuridad. Y Dios vio que esto era hermoso. 19 Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el cuarto día.

20 Después Dios dijo: «Que las aguas se llenen de peces y de otros animales acuáticos, y que también haya aves que vuelen sobre la tierra, en el inmenso firmamento».

21 Fue así como Dios creó los grandes animales que hay en el mar, y todos los demás seres vivos que hay en el agua. También Dios creó todas las clases de aves que existen. Y Dios vio que todo esto era hermoso. 22 Luego Dios los bendijo y les dijo: «Tengan muchas, pero muchas crías, para que llenen los mares». Además, dijo: «¡Que las aves se reproduzcan en grandes cantidades!». 23 Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el quinto día.

24 Después Dios dijo: «Que en la tierra haya toda especie de animales: domésticos, salvajes y reptiles».

Y así ocurrió. 25 Así que Dios hizo todos los animales domésticos, los salvajes y los reptiles, todos según su propia especie. Y vio Dios que todo esto era hermoso.

26 Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, a nuestra semejanza, para que ejerzan poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y salvajes, y sobre los reptiles».

27 De modo que Dios creó a los seres humanos a su imagen. Sí, a su imagen Dios los creó. Y Dios los creó hombre y mujer.

28 Luego Dios los bendijo y les dijo: «Tengan muchos hijos, para que llenen toda la tierra, y la administren. Ustedes dominarán a los peces del mar, a las aves del cielo, y a todos los animales que hay en la tierra». 29 También les dijo: «Ustedes se alimentarán de toda planta que se reproduzca por medio de semillas, y de todos los árboles frutales. 30 Las bestias del campo, las aves del cielo, y todos los seres vivos que se arrastran sobre la tierra se alimentarán de vegetales».

31 Entonces Dios contempló todo lo que había hecho, y vio que era muy, pero muy hermoso. Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el sexto día.

De este modo fueron creados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.

Después de haber terminado todo lo que se había propuesto hacer, Dios descansó el séptimo día. Y bendijo el séptimo día y lo instituyó como día santo, porque en ese día descansó después de haber creado todo.

Aquí termina la historia de la creación del cielo y de la tierra.

Adán y Eva

Cuando Dios el Señor hizo la tierra y el cielo, todavía no había ninguna clase de vegetación en la tierra, porque Dios el Señor aún no había hecho llover. Además, no había quien trabajara la tierra, porque todavía Dios no había hecho al hombre. Sin embargo, de la tierra brotaba agua que regaba el suelo.

Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo.

Luego Dios el Señor plantó un jardín en Edén, hacia el oriente, y puso en él al hombre que había creado. Dios el Señor hizo que en el jardín se diera toda clase de árboles hermosos y de frutos deliciosos. En el centro del jardín plantó el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal. 10 De la tierra de Edén salía un río que corría a través del huerto para regarlo. Después el río se dividía en cuatro brazos. 11-12 El primero se llamaba Pisón, el cual recorría toda la región de Javilá, donde había oro de muy buena calidad. También allí había plantas con las que se hacen perfumes muy finos, y piedras de ónice. 13 El segundo se llamaba Guijón, y atravesaba toda la región de Cus. 14 El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates.

15 Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo labrara y lo cuidara, 16 y a la vez le dio esta orden: «Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no podrás comer, porque el día que comas del fruto de ese árbol, morirás».

18 Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer una compañera que sea de ayuda para él en todas sus necesidades». 19-20 Dios el Señor formó, del polvo de la tierra, todos los animales del campo y todas las aves del cielo. Luego se los llevó al hombre para que este les pusiera nombre. Así que el hombre les puso a todos los animales el nombre con que se conocen en la actualidad. Pero entre todos esos animales no se encontró ninguno que le sirviera al hombre de pareja adecuada.

21 Entonces Dios el Señor hizo que cayera sobre el hombre un sueño profundo, le sacó una costilla y cerró la carne en el lugar de donde la había sacado. 22 Con la costilla hizo a la mujer y se la llevó al hombre. 23 Al verla, el hombre exclamó: «¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará “mujer”[a] porque fue sacada del hombre».

24 Es por eso que el hombre deja a su padre y a su madre y se casa con su mujer, y los dos llegan a ser como una sola persona.

25 Aunque en ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, no se sentían avergonzados.

La caída del ser humano

La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo creados por Dios el Señor, se le acercó a la mujer y le preguntó:

―¿Es verdad que Dios no les permite comer de ningún árbol que hay en el jardín?

La mujer le contestó:

―Sí podemos comer los frutos de cualquier árbol, menos del que está en el centro del jardín. Dios nos dijo que si comemos o tocamos el fruto de ese árbol, moriremos.

―¡Mentira! —silbó la serpiente—. ¡No morirán! Lo que pasa es que Dios sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, obtendrán todo el conocimiento, pues podrán conocer el bien y el mal. ¡Ese día ustedes serán como Dios!

La mujer contempló el árbol y se convenció de que su fruto era bueno para comer. Además, lo vio muy hermoso, y pensó que era su oportunidad para conseguir la sabiduría. Así que agarró el fruto y comió. Luego le dio de comer a su marido, el cual estaba con ella. Tan pronto lo comieron, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrir su desnudez.

Aquella tarde, a la hora en que sopla la brisa, el hombre y la mujer oyeron que Dios andaba por el jardín. Entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios el Señor no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:

―¿Dónde estás?

10 El hombre le contestó:

―Oí que andabas por el jardín y me dio miedo, pues estoy desnudo. Así que me escondí.

11 ―¿Quién te dijo que estás desnudo? —le preguntó Dios el Señor—. ¿Acaso comiste del fruto del árbol que te ordené que no comieras?

12 El hombre contestó:

―La mujer que me diste para que me acompañara me dio del fruto de ese árbol, y yo lo comí.

13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer:

―¿Qué es lo que has hecho?

Ella respondió:

―La serpiente me engañó, y por eso comí de ese fruto.

14 Entonces Dios el Señor le dijo a la serpiente:

―Por haber hecho esto, te maldeciré. Serás la más desdichada de todos los animales, incluyendo los domésticos y los salvajes. A partir de este momento andarás arrastrándote sobre tu vientre y comerás polvo durante toda tu vida. 15 Habrá siempre enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la de ella. El descendiente de la mujer te aplastará la cabeza, mientras tú solamente le morderás el talón.

16 Luego Dios le dijo a la mujer:

―Haré que sufras bastante durante tus embarazos y que al tener tus hijos sientas mucho dolor. Y a pesar de eso, seguirás deseando a tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.

17 Después Dios le dijo al hombre:

―La tierra estará bajo maldición por tu culpa, pues le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto que te prohibí. Por eso, de aquí en adelante tendrás que trabajar muy duro para conseguir tu alimento. 18 La tierra te producirá espinas y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. 19 Para obtener tu alimento tendrás que trabajar mucho, hasta el día de tu muerte; ese día volverás a la tierra de la cual fuiste hecho, pues eres polvo y al polvo tendrás que volver.

20 Luego el hombre le puso a su mujer el nombre de Eva, pues ella sería la madre de todos los seres humanos.

21 Dios el Señor hizo túnicas de pieles de animales, y con ellas vistió al hombre y a su mujer. 22 Y dijo: «Ahora el ser humano es como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo, no conviene que tome del fruto del árbol de la vida y viva para siempre». 23 Entonces Dios el Señor expulsó al hombre y a la mujer del jardín de Edén, y puso al hombre a que trabajara la tierra de la cual fue hecho. 24 Después de haber expulsado al hombre y a la mujer, Dios puso al oriente del jardín de Edén a los querubines, y una espada encendida que giraba en todas las direcciones, para evitar que nadie pudiera llegar hasta el árbol de la vida.

Caín y Abel

Adán tuvo relaciones con su esposa Eva, y ella quedó embarazada, y dio a luz a su hijo Caín, y dijo: «Gracias al Señor, he tenido un hijo varón». Después volvió a tener otro hijo al cual le puso por nombre Abel. Abel fue pastor de ovejas, en cambio Caín fue un agricultor.

Después de algún tiempo, Caín le dio al Señor una ofrenda de lo que había cosechado. También Abel le dio una ofrenda al Señor. Le ofreció las primeras y mejores crías de sus ovejas. Al Señor le agradó Abel y su ofrenda, pero no se agradó de Caín ni de su ofrenda. Por eso Caín se enojó muchísimo y andaba amargado.

Entonces el Señor le preguntó: «¿Por qué estás tan enojado y andas amargado? Si hicieras lo correcto podrías andar con tu frente en alto. Pero si actúas mal, el pecado, como una fiera, está listo a lanzarse sobre ti y destruirte. Sin embargo, tú puedes dominarlo».

Un día Caín invitó a su hermano a dar un paseo. Cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.

Poco tiempo después el Señor le preguntó a Caín:

―¿Dónde está Abel, tu hermano?

Caín le contestó:

―No lo sé. ¿Acaso tengo la obligación de cuidar a mi hermano?

10 Pero el Señor le dijo:

―¿Qué hiciste? Desde la tierra, la sangre de tu hermano me pide justicia. 11 Por eso, quedarás bajo la maldición de la tierra, la cual se ha tragado la sangre de tu hermano, al que tú mataste. 12 Cuando trabajes la tierra, no te dará cosechas. Vivirás en el mundo como un fugitivo, sin poder encontrar descanso.

13 Caín le dijo al Señor:

―Ese castigo es más de lo que puedo soportar. 14 Hoy me echas de esta tierra, y tendré que vivir lejos de tu presencia. Tendré que vivir huyendo como un fugitivo, expuesto a que cualquiera que me encuentre me mate.

15 El Señor le contestó:

―Eso no sucederá. Si alguien te mata, será castigado siete veces.

Luego el Señor le puso una marca a Caín, para que nadie lo matara. 16 Entonces Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir en la región de Nod —tierra de los errantes—, al oriente del Edén.

17 Caín tuvo relaciones con su esposa, la cual quedó embarazada y dio a luz a Enoc. Caín fundó una ciudad y le puso el nombre de Enoc, en honor a su hijo.

18 Enoc fue el padre de Irad,

Irad fue padre de Mejuyael,

Mejuyael fue padre de Metusael,

y este fue el padre de Lamec.

19 Lamec tuvo dos esposas: Ada y Zila. 20 Ada dio a luz a Jabal, que es el antepasado de los que viven en carpas y se dedican a la cría de ganado. 21 Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, que es el antepasado de los que tocan el arpa y la flauta. 22 También Zila, la otra esposa de Lamec, dio a luz a Tubal Caín, que hacía toda clase de objetos de bronce y de hierro. Tubal Caín tuvo una hermana que se llamaba Noama.

23 Un día, Lamec les dijo a sus esposas:

«¡Escúchenme, mujeres de Lamec!

¡Oigan bien lo que les digo!

A un hombre que me hirió, lo maté,

y lo mismo hice con un muchacho que me golpeó.

24 »Si el que mate a Caín

será vengado siete veces,

entonces, el que mate a Lamec

será vengado setenta y siete veces».

25 Adán volvió a tener relaciones con su esposa, la cual dio a luz un hijo al que le puso por nombre Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, al que Caín mató». 26 También Set tuvo un hijo, al que llamó Enós. Desde ese tiempo la gente comenzó a invocar el nombre del Señor.

Descendientes de Adán

Esta es la lista de los descendientes de Adán.

El día en que los seres humanos fueron creados, Dios los creó a su propia imagen. Los creó hombre y mujer, y los bendijo. Ese mismo día los llamó «seres humanos».

3-5 Adán tenía ciento treinta años cuando le nació un hijo, a su imagen y semejanza, y le puso el nombre de Set. Adán vivió ochocientos años más, tuvo hijos e hijas, y murió a los novecientos treinta años de edad.

6-8 Set tenía ciento cinco años cuando nació Enós. Después de esto, vivió otros ochocientos siete años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos doce años.

9-11 Enós tenía noventa años cuando nació su hijo Cainán. Después de esto, vivió ochocientos quince años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos cinco años.

12-14 Cainán tenía setenta años cuando nació su hijo Malalel. Después de esto, vivió ochocientos cuarenta años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos diez años.

15-17 Malalel tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Jared. Después de esto, vivió ochocientos treinta años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de ochocientos noventa y cinco años.

18-20 Jared tenía ciento sesenta y dos años cuando nació su hijo Enoc. Después de esto, vivió ochocientos años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos sesenta y dos años.

21-24 Enoc tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Matusalén. Después de Matusalén, tuvo otros hijos e hijas, y vivió trescientos años más. Durante toda su vida, Enoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios, y cuando tenía trescientos sesenta y cinco años desapareció, porque Dios se lo llevó sin que muriera.

25-27 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando nació su hijo Lamec. Después de esto, vivió setecientos ochenta y dos años, tuvo hijos e hijas, y murió a los novecientos sesenta y nueve años de edad.

28-31 Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando nació su hijo Noé. Lamec lo llamó Noé, porque dijo: «Él nos aliviará del duro trabajo que significa labrar la tierra que Dios maldijo». Después de esto, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de setecientos setenta y siete años.

32 Noé tenía quinientos años cuando tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.

La maldad humana

La población comenzó a multiplicarse sobre la tierra. Entonces los hijos de Dios[b] se fijaron en la belleza de las mujeres y tomaron como mujeres a todas las que quisieron. Por eso el Señor dijo: «No dejaré que el ser humano viva muchísimos años, porque su maldad ha aumentado. De modo que sólo lo dejaré vivir ciento veinte años».

En aquellos días y aun después, cuando los hijos de Dios tuvieron relaciones con mujeres, nacieron gigantes que fueron famosos por su valentía. 5-6 Cuando el Señor Dios vio el alcance de la maldad humana, y que la gente sólo pensaba en hacer lo malo, le dolió haberla creado y se llenó de mucho pesar.

Entonces Dios dijo: «Voy a borrar de la tierra todo lo que he creado, hombres, animales, reptiles y aves. ¡Lamento haberlos creado!».

Pero Noé contaba con la aprobación del Señor.

El diluvio

Esta es la historia de Noé y de sus descendientes.

Noé era un hombre justo y bueno, y todo el tiempo vivía conforme a la voluntad de Dios. 10 Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.

11-13 Dios vio que la humanidad se había degenerado, y practicaba la violencia. La depravación llegó a tal extremo que un día Dios le dijo a Noé: «He decidido destruir a la humanidad, porque por su culpa hay mucha violencia y corrupción en la tierra. Sí, voy a destruir a toda la gente junto con lo que hay en el mundo. 14 Hazte un barco de madera de pino, cubre todas sus hendijas con alquitrán, y hazle cubiertas y camarotes a todo lo largo. 15 Hazlo de ciento treinta y cinco metros de largo, veintidós metros y medio de ancho y trece metros y medio de alto. 16 Permite que entre el techo y la pared alrededor de todo el barco haya un espacio libre de unos cuarenta y cinco centímetros para que tanto la luz como el aire puedan circular. Hazle tres cubiertas: una cubierta inferior, una intermedia y una superior, y hazle una puerta al costado. 17 Porque voy a inundar la tierra con un diluvio para destruir a todos los seres vivos. Todos morirán. 18 Pero contigo haré un pacto, de modo que entrarás en el barco junto con tus hijos, tu esposa, y tus nueras, para que no mueran.

19-20 »De cada animal trae un macho y una hembra, y hazlos entrar en el barco contigo, para que sobrevivan al diluvio. Haz entrar una pareja de cada especie de animal, ave y reptil. 21 También guarda en el barco todo el alimento que tú y ellos necesitarán».

22 Y Noé hizo todo lo que Dios le mandó.

Noé entra en el barco

Después el Señor le dijo a Noé: «Entra en el barco con toda tu familia, porque tú eres el único hombre bueno que vive en este tiempo. Mete en el barco siete machos y siete hembras de todos los animales que se consideran puros; pero de los que se consideran impuros sólo lleva un macho y una hembra. Lleva también siete machos y siete hembras de todas las aves que existen, para conservar su especie en la tierra. Porque dentro de siete días haré que comience una lluvia que durará cuarenta días con sus noches, y todo lo que vive en la tierra morirá».

Y Noé hizo todo lo que Dios le mandó.

6-7 Cuando comenzó el diluvio, Noé tenía seiscientos años de edad. Entonces entró en el barco con sus hijos, su esposa, y sus nueras, para librarse del diluvio. 8-9 También entraron con Noé los animales puros e impuros, las aves y los reptiles, macho y hembra, tal como Dios se lo había ordenado.

10 Luego de siete días, las aguas del diluvio comenzaron a inundar la tierra. 11 Eso ocurrió el día diecisiete del mes segundo, es decir, cuando Noé cumplió sus seiscientos años de vida. Ese día se reventaron todas las fuentes del mar que está debajo de la tierra, y se abrieron las compuertas del cielo dejando caer una lluvia torrencial. 12 Llovió, sin parar, durante cuarenta días y cuarenta noches. 13 Fue en aquel día que Noé entró en el barco con su esposa, sus hijos Sem, Cam y Jafet, y sus nueras. 14-15 Con ellos había en el barco parejas de toda clase de animales, domésticos y silvestres, reptiles y aves. 16 Habían entrado de dos en dos, macho y hembra, tal como Dios lo había ordenado. Después el Señor cerró la puerta del barco.

17 Estuvo lloviendo sobre la tierra durante cuarenta días. Como el nivel de las aguas subió, el barco comenzó a flotar sobre las aguas. 18 A medida que el agua subía, el barco flotaba sin peligro sobre ellas. 19 Las aguas subieron tanto, que cubrieron hasta las montañas más altas de la tierra. 20 Las aguas subieron unos siete metros por encima de las montañas. 21-22 Por eso, murieron todos los seres vivos que había en la tierra: las aves, los animales salvajes y los domésticos, todos los reptiles, y todos los seres humanos. 23 Tan sólo Noé y los que estaban con él en el barco quedaron vivos. Todos los demás seres humanos murieron, junto con los animales domésticos, las aves y los reptiles. 24 Las aguas inundaron la tierra durante unos ciento cincuenta días.

Dios se acuerda de Noé

Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales que estaban con él en el barco. Dios hizo soplar un fuerte viento sobre la tierra, de modo que las aguas comenzaron a bajar. Se cerraron tanto las fuentes del mar profundo como las compuertas de los cielos, y dejó de llover. Las aguas fueron bajando poco a poco. Después de ciento cincuenta días las aguas habían bajado bastante. Fue por eso que el día diecisiete del mes séptimo el barco se posó sobre las montañas de Ararat. El agua siguió bajando, de modo que el día primero del mes décimo pudieron verse las partes más altas de las montañas.

Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana que le había hecho al barco y soltó un cuervo, el cual estuvo volando de un lado a otro esperando que la tierra se secara, pero no regresó. Luego Noé soltó una paloma, para ver si ya la tierra estaba seca. Pero la paloma regresó al barco, porque no encontró un lugar seco en el cual pudiera posarse. Entonces Noé extendió su mano, agarró a la paloma y la metió al barco. 10 Esperó otros siete días más y volvió a soltar la paloma. 11 Ya estaba oscureciendo cuando la paloma regresó, trayendo en su pico una ramita verde de olivo. Por eso, Noé se dio cuenta de que las aguas habían bajado mucho, de modo que ya se podía ver la tierra seca. 12 Siete días después volvió a soltar la paloma, pero esta vez la paloma no regresó.

13 Cuando Noé tenía seiscientos un años de vida, las aguas desaparecieron. El primer día del mes primero de ese año, Noé retiró el techo del barco y vio que la tierra estaba casi seca. 14 El día veintisiete del segundo mes, la tierra ya estaba completamente seca. 15 Entonces Dios le dijo a Noé: 16-17 «Ya pueden salir todos. Deja salir a todos los animales, aves y reptiles para que se reproduzcan abundantemente y llenen la tierra».

18 Así que Noé, sus hijos, su esposa y sus nueras salieron del barco. 19 También salieron todos los animales, según su propia especie: los animales salvajes y los domésticos, las aves y los reptiles.

20 Después Noé construyó un altar para adorar al Señor. En ese altar Noé le ofreció a Dios animales y aves adecuados para el sacrificio, es decir, que eran puros. 21 Al Señor le agradó mucho el olor de los sacrificios, y se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa de la humanidad, pues todos los seres humanos están inclinados hacia el mal desde que son niños. ¡Jamás volveré a destruir a los seres vivos, como lo hice en esta ocasión! 22 Mientras exista la tierra, habrá siembra y cosecha; siempre habrá frío y calor, verano e invierno, los días y las noches».

El pacto de Dios con Noé

Dios dio esta bendición a Noé y a sus hijos: «Tengan muchos hijos y vuelvan a llenar la tierra. Todos los animales de la tierra temblarán de miedo delante de ustedes. Todas las bestias de la tierra, todas las aves, todos los reptiles y todos los peces se tendrán que someter a ustedes. Les doy todos los animales, lo mismo que las plantas y verduras para que los usen para su alimentación. Pero no deberán comer animales sin haberles sacado la sangre, porque la vida está en la sangre. Si un animal mata a un ser humano, yo lo castigaré. También castigaré a cualquier persona que mate a otro ser humano. Sí, yo pediré cuentas a cualquier animal o persona que mate a un ser humano. El que mate a una persona, otra persona lo matará a él; porque los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios.

»Ustedes recuerden: “Tengan muchos hijos y vuelvan a poblar la tierra; ¡sí, multiplíquense y llenen la tierra!”».

8-11 Entonces Dios les dijo a Noé y a sus hijos: «Hoy mismo hago un pacto con ustedes, con todo hombre y mujer que nazca después de ustedes, y con todos los animales que están con ustedes y que salieron del barco, es decir, con los animales domésticos y salvajes, con las aves y con todos los demás animales que hay en la tierra. Por medio de este pacto les prometo que nunca más enviaré otro diluvio para destruir la tierra. ¡Nunca más mataré a ningún ser viviente por medio de un diluvio!».

12-13 Además, Dios dijo: «El arco iris servirá de señal para recordar este pacto que acabo de hacer con ustedes y con todos los animales. Sí, cada vez que aparezca el arco iris sobre las nubes les recordará la promesa que he hecho a toda la tierra. 14-16 Cuando yo cubra de nubes la tierra, también haré que aparezca el arco iris. De ese modo me acordaré de la promesa que les he hecho a ustedes y a todos los demás seres vivos de la tierra. Así que nunca más los destruiré por medio de un diluvio. 17 No lo olviden: Esta es la señal del pacto que acabo de hacer con ustedes y con todo ser viviente en la tierra».

Los hijos de Noé

18 Los tres hijos de Noé fueron: Sem, Cam y Jafet. (Cam es el padre de Canaán). 19 De estos tres hijos de Noé proceden todas las naciones de la tierra.

20-21 Noé, que era agricultor, plantó una viña e hizo vino. Un día bebió tanto vino que se emborrachó y se quedó desnudo, tendido en el piso de su carpa. 22 En esas, Cam, el padre de Canaán, entró a la carpa y vio a Noé desnudo. Al salir de la carpa le contó a sus hermanos que había visto a su padre desnudo. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron una túnica, se la echaron sobre los hombros y, para evitar ver la desnudez de su padre, entraron caminando hacia atrás y lo cubrieron. 24-25 Cuando Noé despertó de su borrachera y supo lo que le había hecho su hijo menor, dijo:

«¡Maldito sea Canaán y sus descendientes!

¡Serán esclavos de los descendientes de Sem y Jafet!

¡Serán los esclavos de más bajo rango!».

26 Luego Noé dijo:

«¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem!

¡Que Canaán sea esclavo de Sem!

27 ¡Que Dios prospere mucho a Jafet,

y que viva en los campamentos de Sem!

¡Que Canaán sea esclavo de Jafet!».

28 Noé vivió otros trescientos cincuenta años después del diluvio, 29 y tenía novecientos cincuenta años cuando murió.

Las naciones de la tierra

10 Después del diluvio, Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé, tuvieron sus propios hijos. Estos son sus descendientes:

Los hijos de Jafet fueron:

Gómer, Magog, Maday, Javán, Tubal, Mésec, Tirás.

Los hijos de Gómer fueron:

Asquenaz, Rifat y Togarma.

Los hijos de Javán fueron:

Elisá, Tarsis, Quitín y Rodanín.

Estos se fueron a vivir en las islas y costas, y fundaron naciones en diversos lugares, con sus propios idiomas.

Los hijos de Cam fueron:

Cus, Misrayin, Fut y Canaán.

Los hijos de Cus fueron:

Seba, Javilá, Sabtá, Ragama y Sabteca.

Los hijos de Ragama fueron:

Sabá y Dedán.

Cus fue el padre de Nimrod, que llegó a ser el primer guerrero muy famoso. Con la ayuda del Señor llegó a ser un cazador muy valiente. Por eso, se hizo popular decir: «Tan valiente como Nimrod, quien llegó a ser un excelente cazador porque el Señor lo ayudó». 10 Las ciudades más importantes de su reino fueron Babel, Érec, Acad y Calné. Todas estas ciudades estaban en la región de Sinar. 11-12 De allí salió para Asur, donde edificó las ciudades de Nínive, Rejobot Ir, Cala y la importante ciudad de Resén, que estaba situada entre Nínive y Cala.

13-14 Misrayin fue el antepasado de los ludeos, los anameos, los leabitas, los naftuitas, los patruseos, los caslujitas y los caftoritas, que son los antepasados de los filisteos.

15 Canaán fue el padre de Sidón, su hijo mayor, y de Het.

16-18 Además, de Canaán descienden los jebuseos, los amorreos, los gergeseos, los heveos, los araceos, los sineos, los arvadeos, los zemareos y los jamatitas.

Después de algún tiempo todas estas familias de los cananeos se separaron y se dispersaron por la tierra. 19 Su territorio abarcaba desde Sidón hasta Guerar y Gaza, y pasaba por Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboyín, y llegaba hasta Lasa.

20 Estos fueron, pues, los descendientes de Cam. Se hallaban dispersos en muchas tierras y naciones y hablaban muchas lenguas.

21 Sem, el hermano mayor de Jafet, también tuvo hijos, y fue el antepasado de todos los descendientes de Éber. 22 Los hijos de Sem fueron:

Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.

23 Los hijos de Aram fueron:

Uz, Hul, Guéter y Mas.

24 Arfaxad fue el padre de Selaj, y Selaj fue el padre de Éber.

25 Éber tuvo dos hijos:

El primero se llamó Péleg, porque fue durante su vida que la gente del mundo se dividió.

El otro hijo de Éber fue Joctán.

26-30 Joctán fue el padre de Almodad, Sélef, Jazar Mávet, Yeraj, Hadorán, Uzal, Diclá, Obal, Abimael, Sabá, Ofir, Javilá y Jobab.

Todos estos fueron los descendientes de Joctán, quienes ocuparon la región que va desde Mesá hasta Sefar, es decir, la región montañosa que queda al oriente.

31 Así que estos fueron los descendientes de Sem, según sus familias, sus regiones, sus países y sus idiomas.

32 En resumen, todos estas son las familias que descienden de Noé, según sus pueblos y naciones. Después del diluvio, todas estas familias se esparcieron por todas partes y formaron las naciones que hay en el mundo.

La torre de Babel

11 En ese tiempo, toda la gente hablaba un mismo idioma. Al salir hacia el oriente, encontraron una llanura en la región de Sinar, y se quedaron a vivir allí. Un día decidieron hacer ladrillos y cocerlos en el fuego. De ese modo usaron los ladrillos en lugar de piedras. Además, emplearon el alquitrán en lugar de mezcla. Después dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre altísima, que toque el cielo. Así nos haremos muy famosos y no tendremos que vivir por siempre errantes».

Entonces el Señor bajó para ver la ciudad y la torre que estaban edificando, y pensó: «Esto lo pueden hacer porque forman un solo pueblo y hablan el mismo idioma. Esa torre es sólo la primera de muchas otras obras que harán. ¡Todo lo que se propongan hacer lo harán y nadie podrá detenerlos! Vamos, descendamos y hagamos que hablen diversos idiomas, para que no puedan entenderse».

Así, pues, Dios los esparció por toda la tierra, lo que impidió que terminaran la construcción de la ciudad. Por esta razón la ciudad se llamó Babel, porque fue allí donde Dios los confundió haciendo que hablaran diversos idiomas, y los esparció por toda la tierra.

Descendientes de Sem

10 La siguiente es la lista de los descendientes de Sem: Dos años después del diluvio, cuando Sem cumplió los cien años, tuvo un hijo al que llamó Arfaxad. 11 Después de que Arfaxad nació, Sem vivió quinientos años más, y tuvo más hijos e hijas.

12 Arfaxad tenía treinta y cinco años cuando le nació su hijo Selaj. 13 Después de que Selaj nació, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo más hijos e hijas.

14 Selaj tenía treinta años cuando le nació su hijo Éber. 15 Después de que Éber nació, Selaj vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo más hijos e hijas.

16 Éber tenía treinta y cuatro años cuando le nació su hijo Péleg. 17 Después de que Péleg nació, Éber vivió cuatrocientos treinta años más, y tuvo más hijos e hijas.

18 Péleg tenía treinta años cuando le nació su hijo Reú. 19 Después de que Reú nació, Péleg vivió doscientos nueve años más, y tuvo más hijos e hijas.

20 Reú tenía treinta y dos años cuando le nació su hijo Serug. 21 Después de que Serug nació, Reú vivió doscientos siete años más, y tuvo más hijos e hijas.

22 Serug tenía treinta años cuando le nació su hijo Najor. 23 Después de que Najor nació, Serug vivió doscientos años más, y tuvo más hijos e hijas.

24 Najor tenía veintinueve años cuando le nació su hijo Téraj. 25 Después de que Téraj nació, Najor vivió ciento diecinueve años más, y tuvo más hijos e hijas.

26 A sus setenta años, a Téraj ya le habían nacido sus hijos Abram, Najor y Jarán.

Descendientes de Téraj

27 La siguiente es la lista de los descendientes de Téraj, el padre de Abram, Najor y Jarán.

Jarán, que fue el padre de Lot, 28 murió en el mismo lugar en el que había nacido, es decir, en Ur de los caldeos. Jarán murió antes que su padre Téraj.

29 Abram se casó con Saray, y Najor se casó con Milca. Esta era hija de Jarán y hermana de Iscá. 30 Saray no podía tener hijos, pues era estéril.

31 Un día Téraj decidió salir de Ur de los caldeos para irse a vivir al país de Canaán. Se llevó consigo a su hijo Abram, a su nieto Lot y a su nuera Saray. Pero cuando llegaron a la ciudad de Jarán, se quedaron viviendo ahí. 32 Fue allí en Jarán donde murió Téraj, cuando tenía doscientos cinco años de edad.[c]

Llamamiento de Abram

12 El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus familiares y la casa de tu padre, y vete a la región que te voy a mostrar. Te voy a convertir en una nación muy grande; te voy a bendecir, y te haré un hombre muy famoso. ¡Serás de bendición para muchas personas! A los que te bendigan, yo los bendeciré; pero a quienes te maldigan, yo los maldeciré. ¡Por medio de ti, yo bendeciré a todos los pueblos del mundo!».

Tal como el Señor se lo había ordenado, Abram salió de Jarán, y con él también se fue Lot. En aquel tiempo Abram tenía setenta y cinco años. Cuando Abram salió hacia la región de Canaán se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot y a toda la gente que había comprado en Jarán. También se llevó todas las cosas y animales que había conseguido. Abram atravesó toda la región de Canaán hasta que llegó a Siquén, donde está la encina sagrada de Moré. En ese tiempo, los cananeos eran los que vivían en aquella región. El Señor se le apareció allí a Abram y le dijo: «Esta tierra se la voy a dar a tus descendientes». Entonces Abram construyó un altar para adorar al Señor, porque se le había aparecido allí. Después, Abram salió de aquel lugar y viajó hacia el sur, a la región montañosa que queda entre Betel por el oeste y Hai por el este. Allí estableció su campamento e hizo un altar al Señor, e invocó su nombre. Luego, Abram continuó su viaje hacia el sur, deteniéndose en varios lugares, hasta que llegó a la región del Néguev.

Abram en Egipto

10 En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región; así que Abram se fue a vivir a Egipto. 11 Cuando ya estaban cerca de Egipto, Abram le dijo a su esposa Saray: «¡Eres una mujer muy hermosa, y 12 tan pronto te vean los egipcios y sepan que eres mi esposa, me matarán para quedarse contigo! 13 Pero si dices que eres mi hermana, los egipcios me tratarán bien debido a su interés por ti, y me dejarán con vida».

14 Y así fue. Cuando llegaron a Egipto, todos hablaban de la belleza de Saray. 15 Los funcionarios del faraón también la vieron. Entonces fueron y le contaron al faraón que aquella mujer era muy hermosa. Luego, la llevaron a vivir al palacio. 16 Para congraciarse con Saray, el faraón trató muy bien a Abram y le regaló ovejas, vacas, esclavos y esclavas, burros y burras, y camellos.

17 Pero, debido a que el faraón llevó a Saray a su palacio, el Señor lo castigó a él y a su familia con terribles enfermedades. 18 Entonces el faraón mandó a llamar a Abram, y le dijo: «¿Por qué me has hecho esto? ¿Por qué no me dijiste que Saray es tu esposa? 19 Casi la tomo como esposa, confiado en que dijiste que era tu hermana. ¡Aquí está! ¡Tómala y vete!». 20 Luego, el faraón ordenó a sus servidores que sacaran de Egipto a Abram y a su esposa, junto con todas sus posesiones.

Abram y Lot se separan

13 Cuando Abram salió de Egipto con su esposa, con Lot y con todas sus posesiones, se dirigió hacia la región del Néguev. Abram era muy rico, pues tenía oro, plata y mucho ganado. Desde el Néguev, Abram avanzó lentamente hasta llegar a Betel. Una vez allí, se dirigió al lugar donde había acampado antes, es decir, entre Betel y Hai. En ese mismo lugar Abram había construido un altar para invocar el nombre del Señor.

También Lot, que iba con Abram, tenía muchas ovejas, vacas y carpas. De modo que ya no podían vivir juntos, pues el campo no era suficiente para alimentar a tantos animales. Por eso, había muchas peleas entre los pastores que cuidaban los rebaños de Abram y los que cuidaban los rebaños de Lot. En ese tiempo, los cananeos y los ferezeos todavía vivían en aquella región.

Así que un día Abram le dijo a Lot: «Recuerda que tú y yo somos parientes, de modo que no es bueno que haya peleas entre nosotros, ni entre tus pastores y los míos. Mira, ahí tienes una gran extensión de tierra. Escoge dónde quieres irte a vivir. Si te vas a la región que está a la izquierda, entonces yo me iré a la que está a la derecha; pero si te vas a la derecha, entonces yo me iré a la izquierda».

10 Lot contempló toda la extensa llanura del Jordán, y vio que toda esa región, hasta Zoar, era muy buena para la agricultura, pues tenía mucha agua. Era como el jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Así era esa región antes de que el Señor destruyera a Sodoma y a Gomorra. 11 De modo que Lot escogió la región que estaba al oriente, es decir, la llanura del Jordán, y se fue a vivir allá. Fue así como Abram y Lot se separaron. 12 Abram se quedó viviendo en Canaán, mientras que Lot habitó entre las ciudades de la llanura, cerca de la ciudad de Sodoma. 13 Los habitantes de Sodoma eran muy perversos y ofendían mucho al Señor con sus horribles pecados.

14-15 Después de que Lot se fue, el Señor le dijo a Abram: «Mira toda la tierra que tienes a tu alrededor por el norte, el sur, el oriente y el occidente. Toda esa tierra será para ti y para todos tus descendientes. 16 Además, tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. De modo que sólo quien sea capaz de contar el polvo de la tierra, podrá contar a tus descendientes. 17 Ahora, pues, levántate y recorre toda esa región, a lo largo y a lo ancho, porque te la voy a regalar».

18 Así que Abram se fue a vivir junto al bosque de encinas de Mamré, que queda cerca de Hebrón. Allí construyó un altar para el Señor.

Abram rescata a Lot

14 En esa época, Amrafel era el rey de Sinar, Arioc era el rey de Elasar, Quedorlaómer era el rey de Elam, y Tidal era el rey de Goyim. Estos reyes se unieron para ir a pelear contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín, y contra el rey de Bela, que es el mismo pueblo conocido como Zoar. Estos cinco últimos reyes reunieron sus ejércitos en el valle de Sidín, que es donde está el Mar Muerto. Durante doce años habían estado sometidos al rey Quedorlaómer, pero en el año decimotercero decidieron rebelarse contra él.

Por eso, al año siguiente, el rey Quedorlaómer y los otros reyes que lo apoyaban fueron a la región de Astarot Carnayin y derrotaron a los refaítas. Luego fueron a Jam y derrotaron a los zuzitas; después fueron a la región de Save Quiriatayin y derrotaron a los emitas. Por último, pasaron a las montañas de Seír y derrotaron a los horeos, a quienes persiguieron hasta El Parán, que está cerca del desierto. Ya de regreso, Quedorlaómer y sus compañeros fueron a Enmispat, que también se conoce como Cades. Derrotaron a los amalecitas y conquistaron su territorio; también derrotaron a los amorreos que vivían en Jazezón Tamar.

8-9 Entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá Zeboyín y Bela, que es Zoar, fueron al valle de Sidín para pelear contra Quedorlaómer, rey de Elam, y sus aliados, es decir: Tidal, rey de Goyim, Amrafel, rey de Sinar, y Arioc, rey de Elasar. De modo que eran cinco reyes contra cuatro. 10 Los reyes de Sodoma y Gomorra, al verse derrotados, intentaron huir junto con sus ejércitos, pero cayeron en los pozos de alquitrán que había en el valle de Sidín. Los que lograron salir de allí, se escondieron en la montaña. 11 Los que ganaron la batalla fueron a las ciudades de Sodoma y Gomorra se llevaron todos los alimentos y artículos de valor que había en ellas. Después emprendieron el regreso a sus países. 12 Como Lot, el sobrino de Abram, vivía en Sodoma, también se lo llevaron, junto con todo lo que tenía.

13 Uno de los hombres que logró escapar fue hasta donde estaba Abram, el hebreo, y le contó todo lo que había sucedido. Abram estaba viviendo junto al bosque de encinas que pertenecía a Mamré, el amorreo. Mamré era hermano de Escol y de Aner, que eran amigos de Abram. 14 Cuando Abram oyó que a Lot se lo habían llevado preso, reunió a todos los trescientos dieciocho criados que habían nacido en su casa. Luego, con ellos, salió a perseguir a los que se habían llevado a Lot, y los alcanzó en la ciudad de Dan. 15 Esperó hasta la noche y los atacó por sorpresa, los derrotó y los persiguió hasta Hobá, que queda al norte de Damasco. 16 De modo que Abram pudo recuperar todas las cosas que esos hombres se habían robado. También logró liberar a su sobrino Lot y sus posesiones, a las mujeres y a todas las demás personas que habían sido capturadas.

17 Cuando Abram regresaba de derrotar a Quedorlaómer y a sus aliados, el rey de Sodoma salió a recibirlo al valle de Save, conocido también como el valle del Rey.

18 También Melquisedec, que era rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino. 19 Luego, Melquisedec bendijo a Abram con estas palabras:

«Abram, que el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, te bendiga.

20 ¡Alabado sea el Dios Altísimo que te permitió derrotar a tus enemigos!».

Entonces Abram le entregó a Melquisedec la décima parte de todos los bienes que había recuperado.

21 El rey de Sodoma le dijo a Abram:

―Entrégame las personas que liberaste y quédate con todas las cosas que has recuperado.

22-23 Pero Abram le contestó:

―Le prometí al Señor, el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, que no me quedaría con nada de lo que es tuyo, ni siquiera con un cordón o una correa de una sandalia. Así no podrás decir jamás: “Abram se hizo rico, porque se quedó con mis bienes”. 24 No quiero nada para mí. Lo único que acepto de ti son los alimentos que ya comieron mis criados. Pero mis amigos Aner, Escol y Mamré sí tomarán lo que les corresponde.

Dios hace un pacto con Abram

15 Poco tiempo después, el Señor le dijo a Abram:

―Abram, no tengas miedo, porque yo te protejo, y te voy a dar una recompensa muy grande.

2-3 Pero Abram contestó:

―Mi Señor y Dios, ¿para qué me servirá todo lo que me vas a dar, si no tengo hijos? En ese caso, como no me has dado un hijo, todo lo que me regales le quedará a Eliezer de Damasco, que es uno de mis criados.

Entonces el Señor le dijo:

―Vas a tener un hijo, y será él quien se quede con todo lo que tienes. ¡De modo que ningún extraño se quedará con tus bienes!

Luego el Señor hizo que Abram saliera de su carpa, y le dijo:

―Intenta contar todas las estrellas que hay en el cielo, y verás que no puedes. ¡Pues, así de numerosos serán tus descendientes!

Y Abram le creyó al Señor, y esto le agradó al Señor y, por eso, lo consideró un hombre justo.

Y le dijo:

―Yo soy el Señor que te saqué de la ciudad de Ur de los caldeos, para regalarte esta tierra.

Pero Abram le respondió:

―Mi Señor y Dios, ¿cómo podré estar seguro de que me la vas a regalar?

Entonces el Señor le dijo:

―Trae una ternera, una cabra y un carnero, de tres años cada uno. También consigue una tórtola y un pichón de paloma.

10 Abram consiguió estos animales, los partió por la mitad, y puso una mitad frente a la otra. Pero las aves no las partió. 11 Entonces las aves de rapiña se lanzaban sobre los cuerpos de los animales muertos, pero Abram las espantaba.

12 Al anochecer, Abram se quedó profundamente dormido, y se sintió rodeado de una oscuridad aterradora.

13 Entonces el Señor le dijo:

―Abram, ten la seguridad de que tus descendientes van a vivir como esclavos en una tierra extraña, y los tratarán mal durante unos cuatrocientos años. 14 Pero yo castigaré a la nación que los esclavice, y haré que tus descendientes salgan libres y con mucha riqueza. 15 En cuanto a ti, debes saber que morirás en paz y a una edad muy avanzada. 16 Después de cuatro generaciones, tus descendientes regresarán a esta tierra. En ese momento será tanta la maldad de los amorreos que viven aquí, que tendré que castigarlos.

17 Cuando el sol se ocultó, y anocheció por completo, Abram vio que por entre los animales muertos se paseaba un horno que echaba humo y una antorcha encendida. 18 Ese día el Señor hizo un pacto con Abram, y le dijo:

―A tus descendientes les voy a dar toda la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río, es decir, el río Éufrates. 19-21 Esta tierra es la que habitan actualmente los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, los hititas, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.

Agar e Ismael

16 Saray, la esposa de Abram, no había podido tener hijos. Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar, 2-3 Saray la tomó y se la llevó a Abram para que durmiera con ella. Saray le dijo a Abram:

―Como el Señor no me ha permitido tener hijos, te ruego que te acuestes con mi esclava, para que yo pueda tener hijos por medio de ella.

Abram estuvo de acuerdo con lo que le propuso Saray. Esto ocurrió cuando ya llevaban diez años viviendo en Canaán.

Así que Abram se acostó con Agar, y ella quedó embarazada. Cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a portarse mal con Saray, su dueña. Por eso, Saray le dijo a Abram:

―¡Tú tienes la culpa de que esta esclava me trate con desprecio! Yo te permití que durmieras con ella, y ahora que sabe que está embarazada se porta mal conmigo. ¡Que sea el Señor el que determine quién de nosotros tiene la culpa!

Entonces Abram le dijo a Saray:

―La muchacha es tu esclava, así que haz con ella lo que quieras.

Saray comenzó a maltratar tanto a Agar, que esta decidió huir. El ángel del Señor la encontró en el desierto, junto a un pozo que se halla en el camino que va hacia la región de Sur, y le preguntó:

―Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes, y a dónde vas?

―Estoy huyendo de Saray, mi dueña —respondió Agar.

Entonces el ángel del Señor le dijo:

―Regresa adonde tu dueña, y obedécela. 10 Además, el ángel del Señor le dijo:

―Tus descendientes serán tan numerosos que no será posible contarlos. 11 Estás embarazada y tendrás un hijo, y lo llamarás Ismael (Dios oye), porque el Señor ha escuchado tu dolor. 12 Ismael será un hombre rebelde, como un potro salvaje. Peleará contra todos, y todos pelearán contra él; pero vivirá cerca de sus hermanos.

13 Agar llamó al Señor, que hablaba con ella, «el Dios que me ve», pues se decía para sus adentros: «He visto al Dios que me ve». 14 Por eso, a este pozo, que está entre Cades y Béred, se le conoce como el «Pozo del Viviente que me ve».

15 Así que Agar le dio un hijo a Abram, el cual lo llamó Ismael. 16 Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.

Nueva Biblia Viva (NBV)

Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.