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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Deuteronomio 23:12-34

12 »Designarás un lugar fuera del campamento donde puedas ir a hacer tus necesidades. 13 Como parte de tu equipo tendrás una estaca, con la que cavarás un hueco y, después de hacer tu necesidad, cubrirás tu excremento. 14 Porque el Señor tu Dios anda por tu campamento para protegerte y para entregar a tus enemigos en tus manos. Por eso tu campamento debe ser un lugar santo; si el Señor ve algo indecente, se apartará de ti.

Leyes misceláneas

15 »Si un esclavo huye de su amo y te pide refugio, no se lo entregues a su amo, 16 sino déjalo que viva en medio de ti, en la ciudad que elija y donde se sienta a gusto. Y no lo oprimas.

17 »Ningún hombre o mujer de Israel se dedicará a la prostitución ritual.

18 »No lleves a la casa del Señor tu Dios dineros ganados con estas prácticas, ni pagues con esos dineros ninguna ofrenda prometida, porque unos y otros son abominables al Señor tu Dios.

19 »No le cobres intereses a tu hermano sobre el dinero, los alimentos, o cualquier otra cosa que gane intereses. 20 Cóbrale intereses a un extranjero, pero no a un hermano israelita. Así el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos en el territorio del que vas a tomar posesión.

21 »Si le haces una promesa al Señor tu Dios, no tardes en cumplirla, porque sin duda él demandará que se la cumplas; si no se la cumples, habrás cometido pecado. 22 No serás culpable si evitas hacer una promesa. 23 Pero, si por tu propia voluntad le haces una promesa al Señor tu Dios, cumple fielmente lo que le prometiste.

24 »Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras, pero no podrás llevarte nada en tu cesto.

25 »Si entras en el trigal de tu prójimo, podrás arrancar espigas con las manos, pero no cortar el trigo con la hoz.

24 »Si un hombre se casa con una mujer, pero luego deja de quererla por haber encontrado en ella algo indecoroso, solo podrá despedirla si le entrega un certificado de divorcio. Una vez que ella salga de la casa, podrá casarse con otro hombre.

»Si ocurre que el segundo esposo le toma aversión, y también le extiende un certificado de divorcio y la despide de su casa, o si el segundo esposo muere, el primer esposo no podrá casarse con ella de nuevo, pues habrá quedado impura. Eso sería abominable a los ojos del Señor.

»No perviertas la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia.

»No envíes a la guerra a ningún hombre recién casado, ni le impongas ningún otro deber. Tendrá libre todo un año para atender su casa y hacer feliz a la mujer que tomó por esposa.

»Si alguien se endeuda contigo, no tomes como prenda su molino de mano ni su piedra de moler, porque sería lo mismo que arrebatarle su propia subsistencia.

»Si se descubre que alguien ha secuestrado a uno de sus hermanos israelitas, y lo trata como esclavo, o lo vende, el secuestrador morirá. Así extirparás el mal que haya en medio de ti.

»Cuando se trate de una infección de la piel,[a] ten mucho cuidado de seguir las instrucciones de los sacerdotes levitas. Sigue al pie de la letra todo lo que te he mandado. Recuerda lo que el Señor tu Dios hizo con Miriam mientras andaban peregrinando, después de que el pueblo salió de Egipto.

10 »Cuando le hagas un préstamo a tu prójimo, no entres en su casa ni tomes lo que te ofrezca en prenda. 11 Quédate afuera y deja que él mismo te entregue la prenda. 12 Si es pobre y en prenda te ofrece su manto, no se lo retengas durante la noche. 13 Devuélveselo antes de la puesta del sol, para que se cubra con él durante la noche. Así estará él agradecido contigo, y tú habrás actuado con justicia a los ojos del Señor tu Dios.

14 »No te aproveches del empleado pobre y necesitado, sea este un compatriota israelita o un extranjero. 15 Le pagarás su jornal cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y cuenta solo con ese dinero. De lo contrario, él clamará al Señor contra ti y tú resultarás convicto de pecado.

16 »No se dará muerte a los padres por la culpa de sus hijos, ni se dará muerte a los hijos por la culpa de sus padres. Cada uno morirá por su propio pecado.

17 »No le niegues sus derechos al extranjero ni al huérfano, ni tomes en prenda el manto de la viuda. 18 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí. Por eso te ordeno que actúes con justicia.

19 »Cuando recojas la cosecha de tu campo y olvides una gavilla, no vuelvas a por ella. Déjala para el extranjero, el huérfano y la viuda. Así el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos.

20 »Cuando sacudas tus olivos, no rebusques en las ramas; las aceitunas que queden, déjalas para el extranjero, el huérfano y la viuda.

21 »Cuando coseches las uvas de tu viña, no repases las ramas; los racimos que queden, déjalos para el inmigrante, el huérfano y la viuda.

22 »Recuerda que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te ordeno que actúes con justicia.

25 »Cuando dos hombres tengan un pleito, se presentarán ante el tribunal y los jueces decidirán el caso, absolviendo al inocente y condenando al culpable. Si el culpable merece que lo azoten, el juez le ordenará tenderse en el suelo y hará que allí mismo le den el número de azotes que su crimen merezca. Pero no se le darán más de cuarenta azotes; más de eso sería humillante para tu hermano.

»No le pongas bozal al buey mientras esté trillando.

»Si dos hermanos viven en el mismo hogar y uno muere sin dejar hijos, su viuda no se casará fuera de la familia. El hermano del esposo la tomará y se casará con ella para cumplir con su deber de cuñado. El primer hijo que ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, para que su nombre no desaparezca de Israel.

»Si tal hombre no quiere casarse con la viuda de su hermano, ella recurrirá a los ancianos, a la entrada de la ciudad, y les dirá: “Mi cuñado no quiere mantener vivo en Israel el nombre de su hermano. Se niega a cumplir conmigo su deber de cuñado”. Entonces los ancianos lo llamarán y le hablarán. Si persiste en decir: “No quiero casarme con ella”, la cuñada se acercará a él y, en presencia de los ancianos, le quitará una de las sandalias, le escupirá en la cara, y dirá: “Esto es lo que se hace con quien no quiere mantener viva la descendencia de su hermano”. 10 Y para siempre se conocerá en Israel a ese hombre y a su familia como “los descalzos”.

11 »Si dos hombres se están peleando y la mujer de uno de ellos, para rescatar a su esposo, agarra al atacante por los genitales, 12 tú le cortarás a ella la mano. No le tendrás compasión.

13 »No tendrás en tu bolsa dos pesas diferentes, una más pesada que la otra. 14 Tampoco tendrás en tu casa dos medidas diferentes, una más grande que la otra. 15 Más bien, tendrás pesas y medidas precisas y justas, para que vivas mucho tiempo en la tierra que te da el Señor tu Dios, 16 porque él aborrece a quien comete tales actos de injusticia.

17 »Recuerda lo que te hicieron los amalecitas después de que saliste de Egipto: 18 cuando estabas cansado y fatigado, salieron a tu encuentro y atacaron por la espalda a todos los rezagados. ¡No tuvieron temor de Dios! 19 Por eso, cuando el Señor tu Dios te dé la victoria sobre todas las naciones enemigas que rodean la tierra que él te da como herencia, borrarás para siempre el recuerdo de los descendientes de Amalec. ¡No lo olvides!

Diezmos y primicias

26 »Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia, y tomes posesión de ella y te establezcas allí, tomarás de las primicias de todo lo que produzca la tierra que el Señor tu Dios te da, y las pondrás en una canasta. Luego irás al lugar donde el Señor tu Dios haya decidido habitar, y le dirás al sacerdote que esté oficiando: “Hoy declaro, ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que él nos dio, tal como se lo juró a nuestros antepasados”.

»El sacerdote tomará de tus manos la canasta y la pondrá frente al altar del Señor tu Dios. Entonces tú declararás ante el Señor tu Dios:

“Mi padre fue un arameo errante, y descendió a Egipto con poca gente. Vivió allí hasta llegar a ser una gran nación, fuerte y numerosa. Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos sometieron a trabajos forzados. Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestro ruego y vio la miseria, el trabajo y la opresión que nos habían impuesto. Por eso el Señor nos sacó de Egipto con actos portentosos y gran despliegue de poder, con señales, prodigios y milagros que provocaron gran terror. Nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, donde abundan la leche y la miel. 10 Por eso ahora traigo las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado”.

»Acto seguido, pondrás la canasta delante del Señor tu Dios, y te postrarás ante él. 11 Y los levitas y los extranjeros celebrarán contigo todo lo bueno que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu familia.

12 »Cuando ya hayas apartado la décima parte de todos tus productos del tercer año, que es el año del diezmo, se la darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tus ciudades. 13 Entonces le dirás al Señor tu Dios:

“Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti, y se la he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que tú me mandaste. No me he apartado de tus mandamientos ni los he olvidado. 14 Mientras estuve de luto, no comí nada de esta porción consagrada; mientras estuve impuro, no tomé nada de ella ni se la ofrecí a los muertos. Señor mi Dios, yo te he obedecido y he hecho todo lo que me mandaste. 15 Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel”.

Exhortación a seguir los mandamientos del Señor

16 »Hoy el Señor tu Dios te manda obedecer estos preceptos y normas. Pon todo lo que esté de tu parte para practicarlos con todo tu corazón y con toda tu alma. 17 Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y que andarás en sus caminos, que prestarás oído a su voz y que cumplirás sus preceptos, mandamientos y normas. 18 Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su posesión preciosa, tal como prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos. 19 El Señor ha declarado que te pondrá por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra. Serás una nación consagrada al Señor tu Dios».

El altar sobre el monte Ebal

27 Moisés y los ancianos de Israel le dieron al pueblo esta orden: «Cumple todos estos mandamientos que hoy te entrego. Después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás con cal, y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley. Esto lo harás después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, tierra donde abundan la leche y la miel, tal como el Señor tu Dios se lo prometió a tus antepasados. Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las revocarás con cal, tal como te lo ordeno hoy. Edificarás allí un altar de piedra en honor al Señor tu Dios, pero no con piedras labradas con instrumentos de hierro, sino con piedras enteras, porque el altar del Señor deberá construirse con piedras del campo. Quemarás sobre él ofrendas al Señor tu Dios; ofrecerás allí sacrificios de comunión, y los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios. Sobre las piedras de ese altar escribirás claramente todas las palabras de esta ley».

Maldiciones desde el monte Ebal

Entonces Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «¡Guarda silencio, Israel, y escucha! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Obedece al Señor tu Dios y cumple los mandamientos y preceptos que hoy te mando».

11 Ese mismo día Moisés le ordenó al pueblo:

12 «Cuando hayáis cruzado el Jordán, las siguientes tribus estarán sobre el monte Guerizín para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín.

13 »Sobre el monte Ebal estarán estas otras, para pronunciar las maldiciones: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.

14 »Los levitas tomarán la palabra, y en voz alta le dirán a todo el pueblo de Israel:

15 “Maldito sea quien haga un ídolo, ya sea tallado en madera o fundido en metal, y lo ponga en un lugar secreto. Es creación de las manos de un artífice, y por lo tanto es detestable al Señor”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

16 “Maldito sea quien deshonre a su padre o a su madre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

17 “Maldito sea quien altere los límites de la propiedad de su prójimo”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

18 “Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

19 “Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

20 “Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

21 “Maldito sea quien tenga relaciones sexuales con un animal”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

22 “Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

23 “Maldito sea quien se acueste con su suegra”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

24 “Maldito sea quien mate a traición a su prójimo”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

25 “Maldito sea quien acepte soborno para matar al inocente”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

26 “Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

Bendiciones por la obediencia

28 »Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre:

»Bendito serás en la ciudad,
    y bendito en el campo.

»Benditos serán el fruto de tu vientre,
    tus cosechas, las crías de tu ganado,
los terneritos de tus manadas
    y los corderitos de tus rebaños.

»Benditas serán tu canasta
    y tu mesa de amasar.

»Bendito serás en el hogar,
    y bendito en el camino.[b]

»El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada.

»El Señor bendecirá tus graneros y todo el trabajo de tus manos.

»El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado.

»El Señor te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. 10 Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor.

11 »El Señor te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que a tus antepasados juró que te daría.

12 »El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. 13 El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. 14 Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses.

Maldiciones por la desobediencia

15 »Pero debes saber que, si no obedeces al Señor tu Dios ni cumples fielmente todos sus mandamientos y preceptos que hoy te ordeno, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:

16 »Maldito serás en la ciudad,
    y maldito en el campo.

17 »Malditas serán tu canasta
    y tu mesa de amasar.

18 »Malditos serán el fruto de tu vientre,
    tus cosechas,
los terneritos de tus manadas
    y los corderitos de tus rebaños.

19 »Maldito serás en el hogar,
    y maldito en el camino.

20 »El Señor enviará contra ti maldición, confusión y fracaso en toda la obra de tus manos, hasta que en un abrir y cerrar de ojos quedes arruinado y exterminado por tu mala conducta y por haberme abandonado.

21 »El Señor te infestará de plagas, hasta acabar contigo en la tierra de la que vas a tomar posesión. 22 El Señor te castigará con epidemias mortales, fiebres malignas e inflamaciones, con calor sofocante y sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos. Te hostigará hasta que perezcas. 23 Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro. 24 En lugar de lluvia, el Señor enviará sobre tus campos polvo y arena; del cielo lloverá ceniza, hasta que seas aniquilado.

25 »El Señor hará que te derroten tus enemigos. Avanzarás contra ellos en perfecta formación, pero huirás en desbandada. ¡Todos los reinos de la tierra te humillarán! 26 Tu cadáver servirá de alimento a las aves de los cielos y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las espante.

27 »El Señor te afligirá con tumores y úlceras, como las de Egipto, y con sarna y comezón, y no podrás sanar.

28 »El Señor te hará sufrir de locura, ceguera y delirio. 29 En pleno día andarás a tientas, como ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y no habrá nadie que te socorra. 30 Estarás comprometido para casarte, pero otro tomará a tu prometida y la violará. Construirás una casa, y no podrás habitarla. Plantarás una viña, pero no podrás gozar de sus frutos. 31 Tu buey será degollado ante tus propios ojos y no probarás su carne. Te quitarán tu asno a la fuerza y no te lo devolverán. Tus ovejas pasarán a manos de tus enemigos, y nadie te ayudará a rescatarlas. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otra nación; te cansarás de buscarlos, y no los podrás encontrar. 33 Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; para ti solo habrá opresión y malos tratos cada día. 34 Tendrás visiones que te enloquecerán.

35 »El Señor te herirá en las rodillas y en las piernas, y con llagas malignas e incurables que te cubrirán todo el cuerpo, desde la planta del pie hasta la coronilla.

36 »El Señor hará que tú y el rey que hayas elegido para gobernarte seáis deportados a un país que ni tú ni tus antepasados conocisteis. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra. 37 Serás motivo de horror y objeto de burla y de ridículo en todas las naciones a las que el Señor te conduzca.

38 »Sembrarás en tus campos mucho, pero cosecharás poco, porque las langostas devorarán tus plantíos. 39 Plantarás viñas y las cultivarás, pero no cosecharás las uvas ni beberás el vino, porque los gusanos se comerán tus vides. 40 Tendrás olivares por todo tu territorio, pero no te ungirás con su aceite, porque se caerán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no podrás retenerlos, porque serán llevados al cautiverio. 42 ¡Enjambres de langostas devorarán todos los árboles y las cosechas de tu tierra!

43 »Los extranjeros que vivan contigo alcanzarán cada vez más poder sobre ti, mientras que tú te irás hundiendo más y más. 44 Ellos serán tus acreedores, y tú serás su deudor. Ellos irán a la cabeza, y tú quedarás rezagado.

45 »Todas estas maldiciones caerán sobre ti. Te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, porque desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste sus mandamientos y preceptos. 46 Ellos serán señal y advertencia permanente para ti y para tus descendientes, 47 pues no serviste al Señor tu Dios con gozo y alegría cuando tenías de todo en abundancia. 48 Por eso sufrirás hambre y sed, desnudez y pobreza extrema, y serás esclavo de los enemigos que el Señor enviará contra ti. Ellos te pondrán un yugo de hierro sobre el cuello, y te destruirán por completo.

49 »El Señor levantará contra ti una nación muy lejana, cuyo idioma no podrás entender; vendrá de los confines de la tierra, veloz como un águila. 50 Esta nación tendrá un aspecto feroz y no respetará a los viejos ni se compadecerá de los jóvenes. 51 Devorará las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra, hasta aniquilarte. No te dejará trigo, ni mosto ni aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará completamente arruinado! 52 Te acorralará en todas las ciudades de tu tierra; te sitiará hasta que se derrumben esas murallas fortificadas en las que has confiado. ¡Te asediará en toda la tierra y en las ciudades que el Señor tu Dios te ha dado!

53 »Tal será tu sufrimiento durante el sitio de la ciudad que acabarás comiéndote el fruto de tu vientre, ¡la carne misma de los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te ha dado! 54 Aun el más tierno y sensible de tus hombres no tendrá compasión de su propio hermano, ni de la esposa que ama, ni de los hijos que todavía le queden, 55 hasta tal punto que no compartirá con ellos nada de la carne de sus hijos que se esté comiendo, pues será todo lo que le quede.

»Tal será la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades 56 que aun la más tierna y sensible de tus mujeres, tan sensible y tierna que no se atrevería a rozar el suelo con la planta de los pies, no tendrá compasión de su propio esposo al que ama, ni de sus hijos ni de sus hijas. 57 No compartirá el hijo que acaba de parir, ni su placenta, sino que se los comerá en secreto, pues será lo único que le quede. ¡Tal será la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades!

58 »Si no te empeñas en practicar todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni temes al Señor tu Dios, ¡nombre glorioso e imponente!, 59 el Señor enviará contra ti y contra tus descendientes plagas terribles y persistentes, y enfermedades malignas e incurables. 60 Todas las plagas de Egipto, que tanto horror te causaron, vendrán sobre ti y no te darán respiro.

61 »El Señor también te enviará, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres no registrados en este libro de la ley. 62 Y tú, que como pueblo fuiste tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios. 63 Así como al Señor le agradó multiplicarte y hacerte prosperar, también le agradará arruinarte y destruirte. ¡Serás arrancado de raíz, de la misma tierra que ahora vas a poseer!

64 »El Señor te dispersará entre todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocisteis. 65 En esas naciones no hallarás paz ni descanso. El Señor mantendrá angustiado tu corazón; tus ojos se cansarán de anhelar, y tu corazón perderá toda esperanza. 66 Noche y día vivirás en constante zozobra, lleno de terror y nunca seguro de tu vida. 67 Debido a las visiones que tendrás y al terror que se apoderará de ti, dirás en la mañana: “¡Ojalá fuera de noche!”, y en la noche: “¡Ojalá fuera de día!” 68 Y aunque el Señor te prometió que jamás volverías por el camino de Egipto, te hará volver en barcos. Allá te ofrecerás a tus enemigos como esclavo, y no habrá nadie que quiera comprarte».

La renovación del pacto

29 Estos son los términos del pacto que, por orden del Señor, hizo Moisés en Moab con los israelitas, además del pacto que ya había hecho con ellos en Horeb. Moisés convocó a todos los israelitas y les dijo:

«Vosotros visteis todo lo que el Señor hizo en Egipto con el faraón y sus funcionarios, y con todo su país. Con vuestros propios ojos visteis aquellas grandes pruebas, señales y maravillas. Pero hasta este día el Señor no os ha dado mente para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Durante los cuarenta años que os guie a través del desierto, no se os desgastó la ropa ni el calzado. No comisteis pan ni bebisteis vino ni ninguna bebida fermentada. Esto lo hice para que supierais que yo soy el Señor vuestro Dios.

»Cuando llegasteis a este lugar, Sijón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a pelear contra nosotros, pero los derrotamos. Tomamos su territorio y se lo dimos como herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.

»Ahora, cumplid con cuidado las condiciones de este pacto para que prosperéis en todo lo que hagáis. 10 Hoy estáis ante la presencia del Señor vuestro Dios todos vosotros, vuestros líderes y vuestros jefes, vuestros ancianos y vuestros oficiales, y todos los hombres de Israel, 11 junto con vuestros hijos y vuestras esposas, y los extranjeros que viven en vuestros campamentos, desde los que cortan la leña hasta los que acarrean el agua. 12 Estáis aquí para hacer un pacto con el Señor vuestro Dios, quien hoy lo establece con vosotros y lo sella con su juramento. 13 De esta manera confirma hoy que vosotros sois su pueblo, y que él es vuestro Dios, según lo prometió y juró a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. 14 El Señor nuestro Dios afirma que no solo hace su pacto y su juramento con los que ahora estamos en su presencia, 15 sino también con los que todavía no se encuentran entre nosotros.

16 »Vosotros sabéis cómo fue nuestra vida en Egipto, y cómo avanzamos en medio de las naciones que encontramos en nuestro camino hasta aquí. 17 Vosotros visteis entre ellos sus detestables imágenes e ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro. 18 Aseguraos de que ningún hombre ni mujer, ni clan ni tribu entre vosotros, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios para ir a adorar a los dioses de esas naciones. Tened cuidado de que ninguno de vosotros sea como una raíz venenosa y amarga.

19 »Si alguno de vosotros, al oír las palabras de este juramento, se cree bueno y piensa: “Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca”, provocará la ruina de todos. 20 El Señor no lo perdonará. La ira y el celo de Dios arderán contra ese hombre. Todas las maldiciones escritas en este libro caerán sobre él, y el Señor hará que desaparezca hasta el último de sus descendientes. 21 El Señor lo apartará de todas las tribus de Israel, para su desgracia, conforme a todas las maldiciones del pacto escritas en este libro de la ley.

22 »Vuestros hijos y las generaciones futuras, y los extranjeros que vengan de países lejanos, verán las calamidades y enfermedades con que el Señor habrá azotado esta tierra. 23 Toda ella será un desperdicio ardiente de sal y de azufre, donde nada podrá plantarse, nada germinará, y ni siquiera la hierba crecerá. Será como cuando el Señor destruyó con su furor las ciudades de Sodoma y Gomorra, Admá y Zeboyín. 24 Todas las naciones preguntarán: “¿Por qué trató así el Señor a esta tierra? ¿Por qué derramó con tanto ardor su furia sobre ella?” 25 Y la respuesta será: “Porque este pueblo abandonó el pacto del Dios de sus padres, pacto que el Señor hizo con ellos cuando los sacó de Egipto. 26 Se fueron y adoraron a otros dioses; se inclinaron ante dioses que no conocían, dioses que no tenían por qué adorar. 27 Por eso se encendió la ira del Señor contra esta tierra, y derramó sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro. 28 Y, como ahora podemos ver, con mucha furia y enojo el Señor los arrancó de raíz de su tierra, y los arrojó a otro país”.

29 »Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley.

Bendición a causa del arrepentimiento

30 »Cuando recibas todas estas bendiciones o sufras estas maldiciones de las que te he hablado, y las recuerdes en cualquier nación por donde el Señor tu Dios te haya dispersado; y cuando tú y tus hijos os volváis al Señor tu Dios y le obedezcáis con todo el corazón y con toda el alma, tal como hoy te lo ordeno, entonces el Señor tu Dios restaurará tu buena fortuna[c] y se compadecerá de ti. ¡Volverá a reunirte de todas las naciones por donde te haya dispersado! Aunque te encuentres desterrado en el lugar más distante de la tierra, desde allí el Señor tu Dios te traerá de vuelta, y volverá a reunirte. Te hará volver a la tierra que perteneció a tus antepasados, y tomarás posesión de ella. Te hará prosperar, y tendrás más descendientes que los que tuvieron tus antepasados. El Señor tu Dios quitará lo pagano que haya en tu corazón[d] y en el de tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma, y así tengas vida. Además, el Señor tu Dios hará que todas estas maldiciones caigan sobre tus enemigos, los cuales te odian y persiguen. Y tú volverás a obedecer al Señor y a cumplir todos sus mandamientos, tal como hoy te lo ordeno. Entonces el Señor tu Dios te bendecirá con mucha prosperidad en todo el trabajo de tus manos y en el fruto de tu vientre, en las crías de tu ganado y en las cosechas de tus campos. El Señor se complacerá de nuevo en tu bienestar, así como se deleitó en la prosperidad de tus antepasados, 10 siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios y cumplas sus mandamientos y preceptos, escritos en este libro de la ley, y te vuelvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.

Elección entre la vida y la muerte

11 »Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está arriba en el cielo, para que preguntes: “¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?” 13 Tampoco está más allá del océano, para que preguntes: “¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado del océano, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?” 14 ¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas.

15 »Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. 16 Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión.

17 »Pero, si tu corazón se rebela y no obedeces, sino que te desvías para adorar y servir a otros dioses, 18 te advierto hoy que serás destruido sin remedio. No vivirás mucho tiempo en el territorio que vas a poseer después de cruzar el Jordán.

19 »Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que viváis tú y tus descendientes. 20 Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob».

Josué, sucesor de Moisés

31 De nuevo habló Moisés a todo el pueblo de Israel, y les dijo: «Ya tengo ciento veinte años de edad, y no puedo seguir siendo vuestro líder. Además, el Señor me ha dicho que no voy a cruzar el Jordán, pues ha ordenado que sea Josué quien lo cruce delante de vosotros. El Señor vuestro Dios marchará delante vuestro para destruir todas las naciones que encontréis a vuestro paso, y vosotros os apoderaréis de su territorio. El Señor las arrasará como arrasó a Sijón y Og, los reyes de los amorreos, junto con sus países. Cuando el Señor los entregue en vuestras manos, vosotros los trataréis según mis órdenes. Sed fuertes y valientes. No temáis ni os asustéis ante esas naciones, pues el Señor vuestro Dios siempre os acompañará; nunca os dejará ni os abandonará».

Llamó entonces Moisés a Josué, y en presencia de todo Israel le dijo: «Sé fuerte y valiente, porque tú entrarás con este pueblo al territorio que el Señor juró darles a sus antepasados. Tú harás que ellos tomen posesión de su herencia. El Señor mismo marchará delante de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes».

La lectura de la ley

Moisés escribió esta ley y se la entregó a los sacerdotes, los hijos de Leví, que transportaban el arca del pacto del Señor, y a todos los ancianos de Israel. 10 Luego les ordenó: «Cada siete años, en el año de la cancelación de deudas, durante la fiesta de las Enramadas, 11 cuando tú, Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir, leerás en voz alta esta ley en presencia de todo Israel. 12 Reunirás a todos los hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. 13 Y los descendientes de ellos, para quienes esta ley será desconocida, la oirán y aprenderán a temer al Señor tu Dios mientras vivan en el territorio que vas a poseer al otro lado del Jordán».

Predicción de la rebeldía de Israel

14 El Señor le dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntate con él en la Tienda de reunión para que reciba mis órdenes».

Fue así como Moisés y Josué se presentaron allí. 15 Entonces el Señor se apareció a la entrada de la Tienda de reunión, en una columna de nube, 16 y le dijo a Moisés: «Tú irás a descansar con tus antepasados, y muy pronto esta gente me será infiel con los dioses extraños del territorio al que van a entrar. Me rechazarán y quebrantarán el pacto que hice con ellos. 17 Cuando esto haya sucedido, se encenderá mi ira contra ellos y los abandonaré; ocultaré mi rostro, y serán presa fácil. Entonces les sobrevendrán muchos desastres y adversidades, y se preguntarán: “¿No es verdad que todos estos desastres nos han sobrevenido porque nuestro Dios ya no está con nosotros?” 18 Y ese día yo ocultaré aún más mi rostro, por haber cometido la maldad de irse tras otros dioses.

19 »Escribid, pues, este cántico, y enseñádselo al pueblo para que lo cante y sirva también de testimonio contra ellos.

20 »Cuando yo conduzca a los israelitas a la tierra que juré darles a sus antepasados, tierra donde abundan la leche y la miel, comerán hasta saciarse y engordarán; se irán tras otros dioses y los adorarán, despreciándome y quebrantando mi pacto. 21 Y cuando les sobrevengan muchos desastres y adversidades, este cántico servirá de testimonio contra ellos, porque sus descendientes lo recordarán y lo cantarán. Yo sé lo que mi pueblo piensa hacer, aun antes de introducirlo en el territorio que juré darle».

22 Entonces Moisés escribió ese cántico aquel día, y se lo enseñó a los israelitas. 23 Y el Señor le dio a Josué hijo de Nun esta orden: «Esfuérzate y sé valiente, porque tú conducirás a los israelitas al territorio que juré darles, y yo mismo estaré contigo».

24 Moisés terminó de escribir en un libro todas las palabras de esta ley. 25 Luego dio esta orden a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor: 26 «Tomad este libro de la ley, y ponedlo junto al arca del pacto del Señor vuestro Dios. Allí permanecerá como testigo contra vosotros los israelitas, 27 pues sé cuán tercos y rebeldes sois. Si fuisteis rebeldes contra el Señor mientras viví con vosotros, ¡cuánto más lo seréis después de mi muerte! 28 Reunid ante mí a todos los ancianos y los líderes de vuestras tribus, para que yo pueda comunicarles estas palabras y las escuchen claramente. Pongo al cielo y a la tierra por testigos contra vosotros, 29 porque sé que después de mi muerte os pervertiréis y os apartaréis del camino que os he mostrado. En días venideros os sobrevendrán calamidades, porque haréis lo que ofende al Señor y con vuestros detestables actos provocaréis su ira».

El cántico de Moisés

30 Y este fue el cántico que recitó Moisés de principio a fin, en presencia de toda la asamblea de Israel:

32 «Escuchad, cielos, y hablaré;
    oye, tierra, las palabras de mi boca.
Que caiga mi enseñanza como lluvia
    y desciendan mis palabras como rocío,
como aguacero sobre el pasto nuevo,
    como lluvia abundante sobre plantas tiernas.
Proclamaré el nombre del Señor.
    ¡Alabad la grandeza de nuestro Dios!
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
    y todos sus caminos son justos.
Dios es fiel; no practica la injusticia.
    Él es recto y justo.
Actuaron contra él de manera corrupta;
    para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos;
    ¡son una generación torcida y perversa!

»¿Y así le pagas al Señor,
    pueblo tonto y necio?
¿Acaso no es tu Padre, tu creador,
    el que te hizo y te formó?
Recuerda los días de antaño;
    considera las épocas del remoto pasado.
Pídele a tu padre que te lo diga,
    y a los ancianos que te lo expliquen.
Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones,
    cuando dividió a toda la humanidad,
les puso límites a los pueblos
    según el número de los hijos de Israel.
Porque la porción del Señor es su pueblo;
    Jacob es su herencia asignada.
10 Lo halló en una tierra desolada,
    en la rugiente soledad del yermo.
Lo protegió y lo cuidó;
    lo guardó como a la niña de sus ojos;
11 como un águila que agita el nido
    y revolotea sobre sus polluelos,
que despliega su plumaje
    y los lleva sobre sus alas.

12 »Solo el Señor lo guiaba;
    ningún dios extraño iba con él.
13 Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra
    y lo alimentó con el fruto de los campos.
Lo nutrió con miel y aceite,
    que hizo brotar de la roca;
14 con natas y leche de la manada y del rebaño,
    y con cebados corderos y cabritos;
con toros selectos de Basán
    y las mejores espigas del trigo.
    ¡Bebió la sangre espumosa de la uva!

15 »Jesurún[e] engordó y pateó;
    se hartó de comida,
    y se puso corpulento y rollizo.
Abandonó al Dios que le dio vida
    y rechazó a la Roca, su Salvador.
16 Lo provocó a celos con dioses extraños
    y lo hizo enojar con sus ídolos detestables.
17 Ofreció sacrificios a los demonios,
    que no son Dios;
    dioses que no había conocido,
    dioses recién aparecidos,
    dioses no honrados por sus padres.
18 ¡Desertaste de la Roca que te engendró!
    ¡Olvidaste al Dios que te dio vida!

19 »Al ver esto, el Señor los rechazó
    porque sus hijos y sus hijas lo irritaron.
20 “Les voy a dar la espalda —dijo—,
    y a ver en qué terminan;
son una generación perversa,
    ¡son unos hijos infieles!
21 Me provocaron a celos con lo que no es Dios como yo,
    y me enojaron con sus ídolos inútiles.
Pues yo haré que ellos sientan envidia de los que no son pueblo;
    voy a irritarlos con una nación insensata.
22 Se ha encendido el fuego de mi ira,
    que quema hasta lo profundo del abismo.
Devorará la tierra y sus cosechas,
    y consumirá la raíz de las montañas.

23 »”Amontonaré calamidades sobre ellos
    y gastaré mis flechas en su contra.
24 Enviaré a que los consuman el hambre,
    la pestilencia nauseabunda y la plaga mortal.
Lanzaré contra ellos los colmillos de las fieras
    y el veneno de las víboras que se arrastran por el polvo.
25 En la calle, la espada los dejará sin hijos,
    y en sus casas reinará el terror.
Perecerán los jóvenes y las doncellas,
    los que aún maman y los que peinan canas.
26 Me dije: ‘Voy a dispersarlos;
    borraré de la tierra su memoria’.
27 Pero temí las provocaciones del enemigo;
    temí que el adversario no entendiera
y llegara a pensar: ‘Hemos triunfado;
    nada de esto lo ha hecho el Señor’ ”.

28 »Como nación, son unos insensatos;
    carecen de discernimiento.
29 ¡Ojalá fueran sabios y entendieran esto,
    y comprendieran cuál será su fin!
30 ¿Cómo podría un hombre perseguir a mil
    si su Roca no los hubiera vendido?
¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil
    si el Señor no los hubiera entregado?
31 Su roca no es como la nuestra.
    ¡Aun nuestros enemigos lo reconocen!
32 Su viña es un retoño de Sodoma,
    y de los campos de Gomorra.
Sus uvas están llenas de veneno;
    sus racimos, preñados de amargura.
33 Su vino es veneno de víboras,
    ponzoña mortal de serpientes.

34 »“¿No he tenido esto en reserva,
    y lo he sellado en mis archivos?
35 Mía es la venganza; yo pagaré.
    A su debido tiempo, su pie resbalará.
Se apresura su desastre,
    y el día del juicio se avecina”.

36 »El Señor defenderá a su pueblo
    cuando lo vea sin fuerzas;
tendrá compasión de sus siervos
    cuando ya no haya ni esclavos ni libres.
37 Y les dirá: “¿Dónde están ahora sus dioses,
    la roca en la cual se refugiaron?
38 ¿Dónde están los dioses
    que comieron la gordura de sus sacrificios
    y bebieron el vino de sus libaciones?
¡Que se levanten a ayudaros!
    ¡Que os den abrigo!

39 »”¡Ved ahora que yo soy único!
    No hay otro Dios fuera de mí.
Yo doy la muerte y devuelvo la vida,
    causo heridas y doy sanidad.
    Nadie puede librarse de mi poder.
40 Levanto la mano al cielo y declaro:
    Tan seguro como que vivo para siempre,
41 cuando afile mi espada reluciente
    y en el día del juicio la tome en mis manos,
me vengaré de mis adversarios;
    ¡les daré su merecido a los que me odian!
42 Mis flechas se embriagarán de sangre,
    y mi espada se hartará de carne:
sangre de heridos y de cautivos,
    cabezas de caudillos enemigos”.

43 »Alegraos, naciones, con el pueblo de Dios;[f]
    él vengará la sangre de sus siervos.
¡Sí! Dios se vengará de sus enemigos,
    y hará expiación por su tierra y por su pueblo».

44 Acompañado de Josué hijo de Nun, Moisés fue y recitó ante el pueblo todas las palabras de este cántico. 45 Cuando terminó, les dijo a todos los israelitas: 46 «Meditad bien en todo lo que os he declarado solemnemente este día, y decidles a vuestros hijos que obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. 47 Porque no son palabras vanas para vosotros, sino que de ellas depende vuestra vida; por ellas vivirán mucho tiempo en el territorio que vais a poseer al otro lado del Jordán».

Anuncio de la muerte de Moisés

48 Ese mismo día el Señor le dijo a Moisés: 49 «Sube a las montañas de Abarín, y contempla desde allí el monte Nebo, en el territorio de Moab, frente a Jericó, y el territorio de Canaán, el cual voy a dar en posesión a los israelitas. 50 En el monte al que vas a subir morirás, y te reunirás con los tuyos, así como tu hermano Aarón murió y se reunió con sus antepasados en el monte Hor. 51 Esto será así porque, a la vista de todos los israelitas, vosotros dos me fuisteis infieles en las aguas de Meribá Cades; en el desierto de Zin no honrasteis mi santidad. 52 Por eso no entrarás en el territorio que voy a darle al pueblo de Israel; solamente podrás verlo de lejos».

Moisés bendice a las tribus

33 Antes de su muerte, Moisés, hombre de Dios, bendijo así a los israelitas:

«Vino el Señor desde el Sinaí:
    vino sobre su pueblo, como aurora, desde Seír;
resplandeció desde el monte Parán,
    y llegó desde Meribá Cades
    con rayos de luz en su diestra.[g]
Tú eres quien ama a su pueblo;
    todos los santos están en tu mano.
Por eso siguen tus pasos
    y de ti reciben instrucción.
Es la ley que nos dio Moisés,
    el tesoro de la asamblea de Jacob.
El Señor era rey sobre Jesurún[h]
    cuando los líderes del pueblo se reunieron,
    junto con las tribus de Israel.

»Que Rubén viva, y que no muera;
    ¡sean innumerables sus hombres!»

Y esto dijo acerca de Judá:

«Oye, Señor, el clamor de Judá;
    hazlo volver a su pueblo.
Judá defiende su causa con sus propias fuerzas.
    ¡Ayúdalo contra sus enemigos!»

Acerca de Leví dijo:

«El urim y el tumim, que son tuyos,
    los has dado al hombre que favoreces.
Lo pusiste a prueba en Masá;
    en las aguas de Meribá contendiste con él.
Dijo de su padre y de su madre:
    “No los tengo en cuenta”.
No reconoció a sus hermanos,
    y hasta desconoció a sus hijos,
pero tuvo en cuenta tu palabra
    y obedeció tu pacto.
10 Le enseñó tus preceptos a Jacob
    y tu ley a Israel.
Presentó ante ti, sobre tu altar,
    el incienso y las ofrendas del todo quemadas.
11 Bendice, Señor, sus logros
    y acepta la obra de sus manos.
Destruye el poder de sus adversarios;
    ¡que nunca más se levanten sus enemigos!»

12 Acerca de Benjamín dijo:

«Que el amado del Señor repose seguro en él,
    porque lo protege todo el día
    y descansa tranquilo entre sus hombros».

13 Acerca de José dijo:

«El Señor bendiga su tierra
    con el rocío precioso del cielo
    y con las aguas que brotan de la tierra;
14 con las mejores cosechas del año
    y los mejores frutos del mes;
15 con lo más selecto de las montañas de siempre
    y la fertilidad de las colinas eternas;
16 con lo mejor de lo que llena la tierra
    y el favor del que mora en la zarza ardiente.
Repose todo esto sobre la cabeza de José,
    sobre la corona del elegido entre sus hermanos.
17 José es majestuoso como primogénito de toro;
    ¡poderoso como un búfalo!
Con sus cuernos atacará a las naciones,
    hasta arrinconarlas en los confines del mundo.
¡Tales son los millares de Manasés,
    las decenas de millares de Efraín!»

18 Acerca de Zabulón dijo:

«Tú, Zabulón, eres feliz emprendiendo viajes,
    y tú, Isacar, quedándote en tu tienda.
19 Invitarán a los pueblos a subir a la montaña,
    para ofrecer allí sacrificios de justicia.
Disfrutarán de la abundancia del mar
    y de los tesoros escondidos en la arena».

20 Acerca de Gad dijo:

«¡Bendito el que ensanche los dominios de Gad!
    Ahí habita Gad como león,
    desgarrando brazos y cabezas.
21 Escogió la mejor tierra para sí;
    se guardó la porción del líder.
Cuando los jefes del pueblo se reunieron,
    cumplió la justa voluntad del Señor,
    los decretos que había dado a su pueblo».

22 Acerca de Dan dijo:

«Dan es un cachorro de león,
    que salta desde Basán».

23 Acerca de Neftalí dijo:

«Neftalí rebosa del favor del Señor,
    y está lleno de sus bendiciones;
sus dominios se extienden
    desde el mar hasta el desierto».

24 Acerca de Aser dijo:

«Aser es el más bendito de los hijos;
    que sea el favorito de sus hermanos,
    y se empape en aceite los pies.
25 Tus cerrojos serán de hierro y bronce;
    ¡que dure tu fuerza tanto como tus días!

26 »No hay nadie como el Dios de Jesurún,
    que para ayudarte cabalga en los cielos,
    entre las nubes, con toda su majestad.
27 El Dios eterno es tu refugio;
    por siempre te sostiene entre sus brazos.
Expulsará de tu presencia al enemigo
    y te ordenará que lo destruyas.
28 ¡Vive seguro, Israel!
    ¡Habita sin enemigos, fuente de Jacob!
Tu tierra está llena de trigo y de mosto;
    tus cielos destilan rocío.
29 ¡Sonríele a la vida, Israel!
    ¿Quién como tú,
    pueblo rescatado por el Señor?
Él es tu escudo y tu ayuda;
    él es tu espada victoriosa.
Tus enemigos se doblegarán ante ti;
    sus espaldas te servirán de tapete».[i]

Muerte de Moisés

34 Moisés ascendió de las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del monte Pisgá, frente a Jericó. Allí el Señor le mostró todo el territorio que se extiende desde Galaad hasta Dan, todo el territorio de Neftalí y de Efraín, Manasés y Judá, hasta el mar Mediterráneo. Le mostró también la región del Néguev y la del valle de Jericó, la Ciudad de Palmeras, hasta Zoar. Luego el Señor le dijo: «Este es el territorio que juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Te he permitido verlo con tus propios ojos, pero no podrás entrar en él».

Allí en Moab murió Moisés, siervo del Señor, tal como el Señor se lo había dicho. Y fue sepultado en Moab, en el valle que está frente a Bet Peor, pero hasta la fecha nadie sabe dónde está su sepultura.

Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor. Durante treinta días, los israelitas lloraron a Moisés en las llanuras de Moab, guardando así el tiempo de luto acostumbrado.

Entonces Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés puso sus manos sobre él. Los israelitas, por su parte, obedecieron a Josué e hicieron lo que el Señor le había ordenado a Moisés.

10 Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor tenía trato directo. 11 Solo Moisés hizo todas aquellas señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto ante el faraón, sus funcionarios y todo su país. 12 Nadie ha demostrado jamás tener un poder tan extraordinario, ni ha sido capaz de realizar las proezas que hizo Moisés ante todo Israel.

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