Bible in 90 Days
11 ¡Abre tus puertas, monte Líbano,
para que el fuego devore tus cedros!
2 ¡Gime tú, ciprés, porque los cedros se han caído
y los majestuosos árboles se han derrumbado!
¡Gemid, robles de Basán!
¡Los tupidos bosques han sido derribados!
3 Escuchad el gemido de los pastores;
¡sus ricos pastizales han sido destruidos!
Escuchad el rugido de los leones;
¡la espesura del Jordán ha quedado devastada!
Los dos pastores
4 Así dice el Señor mi Dios: «Cuida de las ovejas destinadas al matadero. 5 Quienes las compran las matan impunemente, y quienes las venden dicen: “¡Bendito sea el Señor, porque me he enriquecido!” Ni sus propios pastores se compadecen de ellas. 6 Pero ya no tendré piedad de los que habitan este país —afirma el Señor—, sino que los entregaré en manos de su prójimo y de su rey. Aunque devasten el país, no los rescataré de sus manos».
7 Así que me dediqué a cuidar las ovejas que los mercaderes habían destinado al matadero. Tomé dos varas de pastor: a una le puse por nombre Gracia, y a la otra, Unión, y me dediqué a cuidar del rebaño. 8 En un solo mes me deshice de tres pastores.
Pero me cansé de las ovejas, y ellas se cansaron de mí. 9 Así que les dije:[a] «Ya no voy a ser vuestro pastor. Las que se vayan a morir, que se mueran; las que vayan a perecer, que perezcan; y las que queden con vida, que se devoren unas a otras».
10 Tomé entonces la vara a la que había llamado Gracia, y la quebré. De ese modo anulé el pacto que había hecho con todas las naciones. 11 Ese mismo día quedó anulado, y los mercaderes de ovejas que me observaban supieron que se trataba de la palabra del Señor.
12 Les dije: «Si os parece bien, pagadme mi jornal; de lo contrario, quedaos con él». Y me pagaron solo treinta monedas de plata.[b] 13 ¡Valiente precio el que me pusieron!
Entonces el Señor me dijo: «Entrégaselas al fundidor». Así que tomé las treinta monedas de plata y se las di al fundidor del templo del Señor.
14 Quebré luego la segunda vara, a la que había llamado Unión, y anulé el vínculo fraternal entre Judá e Israel. 15 El Señor me dijo entonces: «Vístete ahora como uno de esos pastores insensatos, 16 porque voy a poner sobre el país a un pastor que no se preocupará por las ovejas moribundas, ni buscará a las ovejas pequeñas, ni curará a las ovejas heridas ni dará de comer a las ovejas sanas, sino que devorará a las más gordas y les arrancará las pezuñas».
17 ¡Ay del pastor inútil
que abandona su rebaño!
¡Que la espada le hiera el brazo,
y el puñal le saque el ojo derecho!
¡Que del brazo quede tullido,
y del ojo derecho, ciego!
Destrucción de los enemigos de Jerusalén
12 Esta profecía es la palabra del Señor con respecto a Israel.
Afirma el Señor, que extendió los cielos,
que echó los cimientos de la tierra,
y que puso en el hombre aliento de vida:
2 «Convertiré a Jerusalén en una copa que embriagará a todos los pueblos vecinos. Judá será sitiada, lo mismo que Jerusalén, 3 y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.
»En aquel día convertiré a Jerusalén en una roca inconmovible para todos los pueblos. Los que intenten moverla quedarán despedazados.
4 »En aquel día espantaré a todos los caballos y enloqueceré a sus jinetes —afirma el Señor—. Me mantendré vigilante sobre Judá, pero dejaré ciegos a los caballos de todas las naciones. 5 Entonces los jefes de Judá proclamarán: “La fortaleza de los habitantes de Jerusalén es su Dios, el Señor Todopoderoso”.
6 »En aquel día convertiré a los jefes de Judá en un brasero ardiente dentro de un bosque, en una antorcha encendida entre las gavillas. A diestra y a siniestra devorarán a todos los pueblos vecinos, pero Jerusalén misma volverá a ser habitada. 7 El Señor salvará primero las viviendas de Judá, para que no sea mayor la gloria de la casa real de David, y la de los habitantes de Jerusalén, que la de Judá.
8 »En aquel día yo, el Señor, protegeré a los habitantes de Jerusalén. El más débil entre ellos será como David, y la casa real de David será como Dios mismo, como el ángel del Señor que marcha al frente de ellos.
Lamento por el que fue traspasado
9 »En aquel día me dispondré a destruir a todas las naciones que ataquen a Jerusalén. 10 Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu[c] de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito.
11 »En aquel día habrá una gran lamentación en Jerusalén, como la de Hadad Rimón en la llanura de Meguido. 12 Todo el país hará duelo, familia por familia:
»la parentela de David
y sus esposas,
la parentela de Natán
y sus esposas,
13 la parentela de Leví
y sus esposas,
la parentela de Simí
y sus esposas,
14 y todas las demás familias
y sus esposas.
Limpieza del pecado
13 »En aquel día se abrirá una fuente para lavar del pecado y de la impureza a la casa real de David y a los habitantes de Jerusalén.
2 »En aquel día arrancaré del país los nombres de los ídolos, y nunca más volverán a ser invocados —afirma el Señor Todopoderoso—. También eliminaré del país a los profetas y la impureza que los inspira. 3 Y, si hubiera todavía alguno que quisiera profetizar, sus propios padres le dirán: “Has mentido en el nombre del Señor. Por tanto, debes morir”. Y, por meterse a profeta, sus propios padres lo traspasarán con espada.
4 »En aquel día los profetas se avergonzarán de sus visiones proféticas. Ya no engañarán a nadie vistiéndose con mantos de piel, 5 sino que cada cual dirá: “Yo no soy profeta, sino agricultor. Desde mi juventud, la tierra ha sido mi ocupación”.[d] 6 Y, si alguien le pregunta: “¿Por qué tienes esas heridas en las manos?”, él responderá: “Son las heridas que me hicieron en casa de mis amigos”.
El pastor herido, las ovejas dispersas
7 »¡Despierta, espada, contra mi pastor,
contra el hombre en quien confío!
—afirma el Señor Todopoderoso—.
Hiere al pastor
para que se dispersen las ovejas
y vuelva yo mi mano contra los corderitos.
8 Las dos terceras partes del país
serán abatidas y perecerán;
solo una tercera parte quedará con vida
—afirma el Señor—.
9 Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego;
la refinaré como se refina la plata,
la probaré como se prueba el oro.
Entonces ellos me invocarán
y yo les responderé.
Yo diré: “Ellos son mi pueblo”,
y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.
El reinado venidero del Señor
14 »¡Jerusalén! Viene un día para el Señor cuando tus despojos serán repartidos en tus propias calles. 2 Movilizaré a todas las naciones para que peleen contra ti. Te conquistarán, saquearán tus casas y violarán a tus mujeres. La mitad de tus habitantes irá al exilio, pero el resto del pueblo se quedará contigo. 3 Entonces saldrá el Señor y peleará contra aquellas naciones, como cuando pelea en el día de la batalla.
4 »En aquel día pondrá el Señor sus pies en el monte de los Olivos, que se encuentra al este de Jerusalén, y el monte de los Olivos se partirá en dos de este a oeste, y formará un gran valle, con una mitad del monte desplazándose al norte y la otra mitad al sur. 5 Vosotros huiréis por el valle de mi monte, porque se extenderá hasta Asal. Huiréis como huisteis del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el Señor mi Dios, acompañado de todos sus fieles.
6 »En aquel día no habrá luz, ni hará frío. 7 Será un día excepcional, que solo el Señor conoce: no tendrá día ni noche, pues, cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz.
8 »En aquel día fluirá agua viva desde Jerusalén, tanto en verano como en invierno. Y una mitad correrá hacia el Mar Muerto, y la otra hacia el mar Mediterráneo. 9 El Señor reinará sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será el único Dios, y su nombre será el único nombre.
10 »Desde Gueba hasta Rimón, al sur de Jerusalén, todo el país se volverá un desierto.[e] Pero Jerusalén se levantará y permanecerá en su lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el sitio de la puerta Primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta los lagares del rey. 11 Jerusalén volverá a ser habitada, tendrá tranquilidad, y nunca más será destruida.
12 »Esta es la plaga con la que el Señor herirá a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: Se les pudrirá la carne en vida, se les pudrirán los ojos en las cuencas, y se les pudrirá la lengua en la boca. 13 En aquel día el Señor los llenará de pánico. Cada uno levantará la mano contra el otro, y se atacarán entre sí. 14 También Judá peleará en Jerusalén, y se recogerán las riquezas de todas las naciones vecinas, y grandes cantidades de oro y plata y de ropa. 15 Una plaga semejante herirá también a caballos y mulos, camellos y asnos, y a todo animal que esté en aquellos campamentos.
16 »Entonces los sobrevivientes de todas las naciones que atacaron a Jerusalén subirán año tras año para adorar al Rey, al Señor Todopoderoso, y para celebrar la fiesta de las Enramadas. 17 Si alguno de los pueblos de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al Señor Todopoderoso, tampoco recibirá lluvia. 18 Y, si el pueblo egipcio no sube ni participa, tampoco recibirá lluvia. El Señor enviará una plaga para castigar a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las Enramadas. 19 ¡Así será castigado Egipto, y todas las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las Enramadas!
20 »En aquel día los cascabeles de los caballos llevarán esta inscripción: Consagrado al Señor. Las ollas de cocina del templo del Señor serán como los tazones sagrados que están frente al altar del sacrificio. 21 Toda olla de Jerusalén y de Judá será consagrada al Señor Todopoderoso, y todo el que vaya a sacrificar tomará algunas de esas ollas y cocinará en ellas. En aquel día no habrá más mercaderes[f] en el templo del Señor Todopoderoso».
1 Esta profecía es la palabra del Señor dirigida a Israel por medio de Malaquías.[g]
El amor de Dios por su pueblo
2 «Yo os he amado», dice el Señor.
«“¿Y cómo nos has amado?”, replicáis vosotros.
»¿No era Esaú hermano de Jacob? Sin embargo, amé a Jacob 3 pero aborrecí a Esaú, y convertí sus montañas en desolación y entregué su heredad a los chacales del desierto».
4 Edom dice: «Aunque nos han hecho pedazos, reconstruiremos sobre las ruinas». Pero el Señor Todopoderoso dice: «Ellos podrán reconstruir, pero yo derribaré. Serán llamados territorio malvado, pueblo contra el cual siempre estará indignado el Señor. 5 Vosotros lo veréis con vuestros propios ojos y diréis: “¡Se ha engrandecido el Señor incluso más allá de las fronteras[h] de Israel!”
El culto al Señor
6 »El hijo honra a su padre y el siervo, a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y, si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor Todopoderoso, os pregunto a vosotros, sacerdotes que despreciáis mi nombre.
»Y encima preguntáis: “¿En qué hemos despreciado tu nombre?”
7 »Pues en que traéis a mi altar alimento mancillado.
»Y todavía preguntáis: “¿En qué te hemos mancillado?”
»Pues en que tenéis la mesa del Señor como algo despreciable. 8 Traéis animales ciegos para el sacrificio, y pensáis que no tiene nada de malo; sacrificáis animales cojos o enfermos, y pensáis que no tiene nada de malo. ¿Por qué no tratáis de ofrecérselos a vuestro gobernante? ¿Creéis que él estaría contento con vosotros? ¿Os ganaríais su favor? —dice el Señor Todopoderoso—.
9 »Ahora pues, tratad de apaciguar a Dios para que se apiade de nosotros. ¿Creéis que con esta clase de ofrendas os vais a ganar su favor? —dice el Señor Todopoderoso—. 10 ¡Cómo quisiera que alguno de vosotros clausurara el templo, para que no encendierais en vano el fuego de mi altar! No estoy nada contento con vosotros —dice el Señor Todopoderoso—, y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de vuestras manos. 11 Porque, desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el Señor Todopoderoso—. 12 Pero vosotros lo profanáis cuando decís que la mesa del Señor está mancillada y que su alimento es despreciable. 13 Y exclamáis: “¡Qué hastío!” Y me tratáis con desdén —dice el Señor Todopoderoso—. ¿Y creéis que voy a aceptar de vuestras manos los animales lesionados, cojos o enfermos que me traéis como sacrificio? —dice el Señor—.
14 »¡Maldito sea el tramposo que, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al Señor y luego le ofrece un animal mutilado! Porque yo soy el gran rey —dice el Señor Todopoderoso—, y temido es mi nombre entre las naciones.
Juicio contra los sacerdotes
2 »Ahora, pues, este mandato es para vosotros, los sacerdotes. 2 Si no me hacéis caso ni os decidís a honrar mi nombre —dice el Señor Todopoderoso—, os enviaré una maldición, y maldeciré vuestras bendiciones. Ya las he maldecido, porque no os habéis decidido a honrarme.
3 »Por esto, voy a reprender a vuestros descendientes. Os arrojaré a la cara los desperdicios de los sacrificios de vuestras fiestas, y os barreré junto con ellos. 4 Entonces sabréis que os he dado este mandato, a fin de que continúe mi pacto con Leví —dice el Señor Todopoderoso—. 5 Mi pacto con él era de vida y paz, y se las di; era también de temor, y él me temió, y mostró ante mí profunda reverencia. 6 En su boca había instrucción fidedigna; en sus labios no se encontraba perversidad. En paz y rectitud caminó conmigo, y apartó del pecado a muchos.
7 »Los labios de un sacerdote atesoran sabiduría, y de su boca los hombres buscan instrucción, porque es mensajero del Señor Todopoderoso. 8 Pero vosotros os habéis desviado del camino y mediante vuestra instrucción habéis hecho tropezar a muchos; habéis arruinado el pacto con Leví —dice el Señor Todopoderoso—. 9 Por mi parte, yo he hecho que seáis despreciables y viles ante todo el pueblo, porque no habéis guardado mis caminos, sino que habéis mostrado parcialidad en cuestiones de la ley».
Deslealtad de Judá
10 ¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos creó un solo Dios? ¿Por qué, pues, profanamos el pacto de nuestros antepasados al traicionarnos unos a otros?
11 Judá ha sido traicionero. En Israel y en Jerusalén se ha cometido algo detestable: al casarse Judá con la hija de un dios extraño, ha profanado el santuario[i] que el Señor ama. 12 En cuanto al hombre que haga eso, quienquiera que sea, que el Señor Todopoderoso lo excluya de los campamentos de Jacob, aun cuando le lleve ofrendas.
13 Otra cosa que vosotros hacéis es inundar de lágrimas el altar del Señor; lloráis y os lamentáis porque él ya no presta atención a vuestras ofrendas ni las acepta de vuestras manos con agrado.
14 Y todavía preguntáis por qué.
Pues porque el Señor actúa como testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste aunque es tu compañera, la esposa de tu pacto.[j] 15 ¿Acaso no hizo el Señor un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios.[k] Así que cuidaos en vuestro propio espíritu, y no traicionéis a la esposa de vuestra juventud. 16 «Yo aborrezco el divorcio —dice el Señor, Dios de Israel—, y al que cubre[l] de violencia sus vestiduras», dice el Señor Todopoderoso.
Así que cuidaos en vuestro espíritu, y no seáis traicioneros.
Acusaciones contra Judá
17 Vosotros habéis cansado al Señor con vuestras palabras.
Y encima preguntáis: «¿En qué lo hemos cansado?»
En que decís: «Todo el que hace lo malo agrada al Señor, y él se complace con ellos»; y murmuráis: «¿Dónde está el Dios de justicia?»
3 El Señor Todopoderoso responde: «Yo voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; vendrá el mensajero del pacto, en quien vosotros os complacéis».
2 Pero ¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse en pie cuando él aparezca? Porque será como fuego de fundidor o lejía de lavandero. 3 Se sentará como fundidor y purificador de plata; purificará a los levitas y los refinará como se refinan el oro y la plata. Entonces traerán al Señor ofrendas conforme a la justicia, 4 y las ofrendas de Judá y Jerusalén serán aceptables al Señor, como en tiempos antiguos, como en años pasados.
5 «De modo que me acercaré a vosotros para juicio. Estaré presto a testificar contra los hechiceros, los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan a sus asalariados; contra los que oprimen a las viudas y a los huérfanos, y niegan el derecho del extranjero, sin mostrarme ningún temor —dice el Señor Todopoderoso—.
Fidelidad en las ofrendas
6 »Yo, el Señor, no cambio. Por eso vosotros, descendientes de Jacob, no habéis sido exterminados. 7 Desde la época de vuestros antepasados os habéis apartado de mis preceptos y no los habéis guardado. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros —dice el Señor Todopoderoso—.
»Pero vosotros replicáis: “¿En qué sentido tenemos que volvernos?”
8 »¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Vosotros me estáis robando!
»Y todavía preguntáis: “¿En qué te robamos?”
»En los diezmos y en las ofrendas. 9 Vosotros —la nación entera— estáis bajo gran maldición, pues es a mí a quien estáis robando.
10 »Traed íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Probadme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y ved si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11 Exterminaré a la langosta, para que no arruine vuestros cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. 12 Entonces todas las naciones os llamarán dichosos, porque vosotros tendréis una nación encantadora —dice el Señor Todopoderoso—.
Insolencia de Judá
13 »Vosotros proferís insolencias contra mí —dice el Señor—.
»Y encima preguntáis: “¿Qué insolencias hemos dicho contra ti?”
14 »Vosotros habéis dicho: “Servir a Dios no vale la pena. ¿Qué ganamos con cumplir sus mandatos y vestirnos de luto delante del Señor Todopoderoso 15 si nos toca llamar dichosos a los soberbios, y los que hacen lo malo no solo prosperan, sino que incluso desafían a Dios y se salen con la suya?”»
16 Los que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre. 17 «El día que yo actúe, ellos serán mi propiedad exclusiva —dice el Señor Todopoderoso—. Tendré compasión de ellos, como se compadece un hombre del hijo que le sirve. 18 Y vosotros volveréis a distinguir entre los buenos y los malos, entre los que sirven a Dios y los que no le sirven.
El día del Señor
4 »Mirad, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor Todopoderoso—. 2 Pero para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos[m] salud. Y saldréis saltando como becerros recién alimentados. 3 El día que yo actúe, pisotearéis a los malvados, y bajo vuestros pies quedarán hechos polvo —dice el Señor Todopoderoso—.
4 »Acordaos de la ley de mi siervo Moisés. Recordad los preceptos y las leyes que le di en Horeb para todo Israel.
5 »Voy a enviaros al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. 6 Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total».
Genealogía de Jesucristo(A)(B)(C)
1 Tabla genealógica de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
2 Abraham fue el padre de[n] Isaac;
Isaac, padre de Jacob;
Jacob, padre de Judá y de sus hermanos;
3 Judá, padre de Fares y de Zera, cuya madre fue Tamar;
Fares, padre de Jezrón;
Jezrón, padre de Aram;
4 Aram, padre de Aminadab;
Aminadab, padre de Naasón;
Naasón, padre de Salmón;
5 Salmón, padre de Booz, cuya madre fue Rajab;
Booz, padre de Obed, cuya madre fue Rut;
Obed, padre de Isaí;
6 e Isaí, padre del rey David.
David fue el padre de Salomón, cuya madre había sido la esposa de Urías;
7 Salomón, padre de Roboán;
Roboán, padre de Abías;
Abías, padre de Asá;
8 Asá, padre de Josafat;
Josafat, padre de Jorán;
Jorán, padre de Uzías;
9 Uzías, padre de Jotán;
Jotán, padre de Acaz;
Acaz, padre de Ezequías;
10 Ezequías, padre de Manasés;
Manasés, padre de Amón;
Amón, padre de Josías;
11 y Josías, padre de Jeconías[o] y de sus hermanos en tiempos de la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia,
Jeconías fue el padre de Salatiel;
Salatiel, padre de Zorobabel;
13 Zorobabel, padre de Abiud;
Abiud, padre de Eliaquín;
Eliaquín, padre de Azor;
14 Azor, padre de Sadoc;
Sadoc, padre de Aquín;
Aquín, padre de Eliud;
15 Eliud, padre de Eleazar;
Eleazar, padre de Matán;
Matán, padre de Jacob;
16 y Jacob, padre de José, que fue el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17 Así que hubo en total catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la deportación a Babilonia y catorce desde la deportación hasta el Cristo.
Nacimiento de Jesucristo
18 El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero, antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. 19 Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.
20 Pero, cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús,[p] porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: 23 «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel»[q] (que significa «Dios con nosotros»).
24 Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. 25 Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo,[r] a quien le puso por nombre Jesús.
Visita de los sabios
2 Después de nacer Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, he aquí llegaron a Jerusalén unos sabios[s] procedentes del Oriente.
2 ―¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos salir[t] su estrella y hemos venido a adorarlo.
3 Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Así que convocó de entre el pueblo a todos los jefes de los sacerdotes y maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 ―En Belén de Judea —le respondieron—, porque esto es lo que ha escrito el profeta:
6 »“Pero tú, Belén, en la tierra de Judá,
de ninguna manera eres la menor entre los principales de Judá;
porque de ti saldrá un príncipe
que será el pastor de mi pueblo Israel”».[u]
7 Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. 8 Les envió a Belén y les dijo:
―Id e informaros bien acerca de ese niño y, tan pronto como le encontréis, informadme a mí para que también vaya yo y le adore.
9 Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto salir iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se llenaron de alegría. 11 Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y, postrándose, le adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. 12 Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
La huida a Egipto
13 Cuando ya se habían ido, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
14 Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, 15 donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».[v]
16 Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. 17 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
18 «Se oye un grito en Ramá,
llanto y gran lamentación;
es Raquel, que llora por sus hijos
y no quiere ser consolada;
¡sus hijos ya no existen!»[w]
El regreso a Nazaret
19 Después de la muerte de Herodes, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20 y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, porque ya murieron los que amenazaban con quitarle la vida al niño».
21 Así que se levantó José, tomó al niño y a su madre, y regresó a la tierra de Israel. 22 Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Advertido por Dios en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Con esto se cumplió lo dicho por los profetas: «Será llamado nazareno».
Juan el Bautista prepara el camino(D)
3 En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y decía: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca». 3 Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías:
«Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparad el camino para el Señor,
haced derechas sus sendas”».[x]
4 Juan estaba vestido con ropa hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 5 Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. 6 Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.
7 Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién os dijo que podríais escapar del castigo que se acerca? 8 Producid frutos que demuestren arrepentimiento. 9 No penséis que podréis alegar: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque os digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 »Yo os bautizo con[y] agua para arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 Tiene el aventador en la mano y limpiará su era, recogiendo el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará».
Bautismo de Jesús(E)
13 Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan le bautizara. 14 Pero Juan trató de disuadirlo.
―Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.
15 ―Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —le contestó Jesús.
Entonces Juan consintió.
16 Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. 17 Y, he aquí, una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
Tentación de Jesús(F)
4 Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación. 2 Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 El tentador se le acercó y le propuso:
―Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.
4 Jesús le respondió:
―Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.[z]
5 Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo:
6 ―Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está:
»“Ordenará que sus ángeles
te sostengan en sus manos,
para que no tropieces con piedra alguna”».[aa]
7 ―También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”[ab] —le contestó Jesús.
8 De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.
9 ―Todo esto te daré si te postras y me adoras.
10 ―¡Vete, Satanás! —le dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.[ac]
11 Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle.
Jesús comienza a predicar
12 Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea. 13 Partió de Nazaret y se fue a vivir a Capernaún, que está junto al lago en la región de Zabulón y de Neftalí, 14 para cumplir lo dicho por el profeta Isaías:
15 «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
16 el pueblo que habitaba en la oscuridad
ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en densas tinieblas[ad]
la luz ha resplandecido».[ae]
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca».
Llamamiento de los primeros discípulos(G)
18 Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro, Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. 19 «Venid, seguidme —les dijo Jesús—, y os haré pescadores de hombres». 20 Al instante dejaron las redes y lo siguieron.
21 Más adelante vio a otros dos hermanos: Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca remendando las redes. Jesús los llamó, 22 y dejaron en seguida la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús sana a los enfermos
23 Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente. 24 Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba. 25 Lo seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán.
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