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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Amós 9:11 - Nahúm 3:19

Restauración de Israel

11 »En aquel día levantaré
    la choza caída de David.
Repararé sus grietas,
    restauraré sus ruinas
    y la reconstruiré tal como era en días pasados,
12 para que ellos posean el remanente de Edom
    y todas las naciones que llevan mi nombre
—afirma el Señor,
    que hará estas cosas—.

13 »Vienen días —afirma el Señor—,

»en los cuales el que ara alcanzará al segador
    y el que pisa las uvas, al sembrador.
Los montes destilarán vino dulce,
    el cual correrá por todas las colinas.
14 Restauraré a[a] mi pueblo Israel;
    ellos reconstruirán las ciudades arruinadas
    y vivirán en ellas.
Plantarán viñedos y beberán su vino;
    cultivarán huertos y comerán sus frutos.
15 Plantaré a Israel en su propia tierra,
    para que nunca más sea arrancado
    de la tierra que yo le di»,

            dice el Señor tu Dios.

Visión de Abdías.

Orgullo y caída de Edom(A)(B)

Hemos oído una noticia de parte del Señor y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: «¡Vamos, marchemos a la guerra contra ella!»

Así dice el Señor omnipotente acerca de Edom:

«¡Te haré insignificante entre las naciones,
    serás tremendamente despreciado!
Tu carácter soberbio te ha engañado.
Como habitas en las hendiduras de los desfiladeros,
    en la altura de tu morada,
te dices a ti mismo:
    ¿Quién podrá arrojarme a tierra?
Pero, aunque vueles a lo alto como águila,
    y tu nido esté puesto en las estrellas,
    de allí te arrojaré
            —afirma el Señor—.
Si vinieran a ti ladrones
    o saqueadores nocturnos,
¿no robarían solo lo que les bastara?
    ¡Pero tú, cómo serás destruido!
Si vinieran a ti vendimiadores,
    ¿no dejarían algunos racimos?
¡Pero cómo registrarán a Esaú!
    ¡Cómo rebuscarán sus escondrijos!
Hasta la frontera te expulsarán
    tus propios aliados,
te engañarán y dominarán
    tus propios amigos.
Los que se sientan a tu mesa
    te pondrán una trampa.
¡Es que Edom ya no tiene inteligencia!
¿Acaso no destruiré yo en aquel día
    a los sabios de Edom,
    a la inteligencia del monte de Esaú?
            —afirma el Señor—.
Ciudad de Temán, tus guerreros se caerán de miedo,
    a fin de que todo hombre sea exterminado
    del monte de Esaú por la masacre.

10 »Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob,
    te cubrirá la vergüenza
    y serás exterminado para siempre.
11 En el día que te mantuviste aparte,
    en el día que extranjeros llevaron su ejército cautivo,
cuando extraños entraron por su puerta
    y sobre Jerusalén echaron suerte,
    tú eras como uno de ellos.
12 No debiste reírte de tu hermano en su mal día,
    en el día de su desgracia.
No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá
    en el día de su ruina.
No debiste proferir arrogancia
    en el día de su angustia.
13 No debiste entrar por la puerta de mi pueblo
    en el día de su calamidad.
No debiste recrear la vista con su desgracia
    en el día de su calamidad.
No debiste echar mano a sus riquezas
    en el día de su calamidad.
14 No debiste aguardar en los angostos caminos
    para matar a los que huían.
No debiste entregar a los sobrevivientes
    en el día de su angustia.

15 »Porque cercano está el día del Señor
    contra todas las naciones.
¡Edom, como hiciste, se te hará!
    ¡sobre tu cabeza recaerá tu merecido!
16 Pues sin duda que así como vosotros, israelitas,
    bebisteis de mi copa en mi santo monte,
así también la beberán sin cesar todas las naciones;
    beberán y engullirán,
    y entonces serán como si nunca hubieran existido.
17 Pero en el monte Sión habrá liberación, y será sagrado.
    El pueblo de Jacob recuperará sus posesiones.
18 Los descendientes de Jacob serán fuego,
    y los de José, llama;
pero la casa real de Esaú será estopa:
    le pondrán fuego y la consumirán,
de tal forma que no quedará sobreviviente
    entre los descendientes de Esaú».
            El Señor lo ha dicho.

Restauración del pueblo de Dios

19 Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefelá poseerán Filistea. Los israelitas poseerán los campos de Efraín y de Samaria, y los de Benjamín poseerán Galaad.

20 Los exiliados, este ejército de israelitas que viven entre los cananeos, poseerán la tierra hasta Sarepta. Los desterrados de Jerusalén, que viven en Sefarad, poseerán las ciudades del Néguev, 21 y los libertadores subirán al monte Sión para gobernar la región montañosa de Esaú. Y el reino será del Señor.

Jonás desobedece al Señor

La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia».

Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor. Pero el Señor lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos.

Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, había bajado al fondo de la nave para acostarse y dormía profundamente. El capitán del barco se le acercó y le dijo:

―¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos.

Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros:

―¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre!

Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás. Entonces le preguntaron:

―Dinos ahora, ¿quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?

―Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —les respondió.

10 Al oír esto, los marineros se aterraron aún más y, como sabían que Jonás huía del Señor, pues él mismo se lo había contado, le dijeron:

―¡Qué es lo que has hecho!

11 Pero el mar se iba enfureciendo más y más, así que le preguntaron:

―¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar deje de azotarnos?

12 Tomadme y lanzadme al mar, y el mar dejará de azotaros —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre vosotros esta terrible tormenta.

13 Sin embargo, en un intento por regresar a tierra firme, los marineros se pusieron a remar con todas sus fuerzas; pero, como el mar se enfurecía más y más contra ellos, no lo consiguieron. 14 Entonces clamaron al Señor: «Oh Señor, tú haces lo que quieres. No nos hagas perecer por quitarle la vida a este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente». 15 Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron al agua, y la furia del mar se aplacó. 16 Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al Señor, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.

17 El Señor, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su vientre.

Oración de Jonás

Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez. Dijo:

«En mi angustia clamé al Señor,
    y él me respondió.
Desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio,
    y tú escuchaste mi clamor.
A lo profundo me arrojaste,
    al corazón mismo de los mares;
las corrientes me envolvían,
    todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí.
Y pensé: “He sido expulsado
    de tu presencia.
¿Cómo volveré a contemplar
    tu santo templo?”[b]
Las aguas me llegaban hasta el cuello,
    lo profundo del océano me envolvía;
las algas se me enredaban en la cabeza,
    arrastrándome a los cimientos de las montañas.
Me tragó la tierra, y para siempre
    sus cerrojos se cerraron sobre mí.
Pero tú, Señor, Dios mío,
    me rescataste de la fosa.

»Al sentir que se me iba la vida,
    me acordé del Señor,
y mi oración llegó hasta ti,
    hasta tu santo templo.

»Los que siguen a ídolos vanos
    abandonan el amor de Dios.[c]
Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios
    y cánticos de gratitud.
Cumpliré las promesas que te hice.
    ¡La salvación viene del Señor

10 Entonces el Señor dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.

Jonás obedece al Señor

La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar».

Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia.[d] Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida!» Y los ninivitas creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento.

Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive:

«Por decreto del rey y de su corte:

»Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos».

10 Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.

Enojo de Jonás

Pero esto disgustó mucho a Jonás, y le hizo enfurecerse. Así que oró al Señor de esta manera:

―¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes. Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!

―¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el Señor.

Jonás salió y acampó al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver qué iba a suceder con la ciudad. Para aliviarlo de su malestar, Dios el Señor dispuso una planta,[e] la cual creció hasta cubrirle a Jonás la cabeza con su sombra. Jonás se alegró muchísimo por la planta. Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera, y la planta se marchitó. Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!»

Pero Dios le dijo a Jonás:

―¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?

―¡Claro que la tengo! —le respondió—. ¡Me muero de rabia!

10 El Señor le dijo:

―Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció. 11 Y de Nínive, una gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?

Esta es la palabra que el Señor dirigió a Miqueas de Moréset, durante los reinados de Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Esta es la visión que tuvo acerca de Samaria y de Jerusalén.

La venida del Señor

Escuchad, pueblos todos;
    presten atención la tierra
    y todo lo que hay en ella.
Desde su santo templo
    el Señor, el Señor omnipotente,
    será testigo contra vosotros.
¡Mirad! Ya sale el Señor de su morada;
    ya baja y se encamina
    hacia las cumbres de la tierra.
A su paso se derriten las montañas
    como la cera junto al fuego;
se parten en dos los valles
    como partidos por el agua de un torrente.
Y todo esto por la transgresión de Jacob,
    por los pecados del pueblo de Israel.
¿Acaso no representa Samaria
    la transgresión de Jacob?
¿Y no es acaso en Jerusalén
    donde están los santuarios paganos de Judá?
Dejaré Samaria hecha un montón de ruinas:
    ¡convertida en campo arado para viñedos!
Arrojaré sus piedras al valle,
    y pondré al descubierto sus cimientos.
Todos sus ídolos serán hechos pedazos;
    toda su paga de prostituta será arrojada al fuego.
    Yo destrozaré todas sus imágenes.
Todo cuanto ganó como prostituta,
    en paga de prostituta se convertirá.

Lamento de Miqueas

Por eso lloraré y gritaré de dolor,
    y andaré descalzo y desnudo.
Aullaré como chacal
    y gemiré como avestruz.
Porque la herida de Samaria es incurable:
    ha llegado hasta Judá.
Se ha extendido hasta mi pueblo,
    ¡hasta la entrada misma de Jerusalén!
10 No lo anunciéis en Gat,[f]
    no os entreguéis al llanto;
¡revolcaos de dolor
    en el polvo de Bet Leafrá![g]
11 Habitantes de Safir,[h]
    emigrad desnudos y humillados.
Los habitantes de Zanán[i]
    no se atrevieron a salir.
Bet Ésel está gimiendo,
    y va a retirarles su apoyo.
12 Se retuercen esperando el bien,
    los habitantes de Marot;[j]
el Señor ha enviado el mal
    hasta la entrada misma de Jerusalén.

13 Habitantes de Laquis,[k]
    ¡enganchad al carro los corceles!
Con vosotros comenzó el pecado de la hija de Sión;
    en vosotros se hallaron los delitos de Israel.
14 Por tanto, despedíos de Moréset Gat.
Los edificios de la ciudad de Aczib[l]
    son una trampa para los reyes de Israel.

15 Habitantes de Maresá,[m]
    yo enviaré contra vosotros un conquistador,
y hasta Adulán irá a parar
    la flor y nata de Israel.
16 Así que rasúrate la barba y rápate la cabeza;
    haz duelo por tus amados hijos;
agranda tu calva como la del buitre,
    pues tus hijos te serán arrebatados.

El castigo a los ricos opresores

¡Ay de los que solo piensan en el mal,
    y aun acostados hacen planes malvados!
En cuanto amanece, los llevan a cabo
    porque tienen el poder en sus manos.
Codician campos, y se apropian de ellos;
    casas, y de ellas se adueñan.
Oprimen al varón y a su familia,
    al hombre y a su propiedad.

Por tanto, así dice el Señor:

«Ahora soy yo el que piensa
    traer sobre ellos una desgracia,
    de la que no podrán escapar.
Ya no andarán erguidos,
    porque ha llegado la hora de su desgracia.
En aquel día se les hará burla,
    y se les cantará este lamento:
“¡Estamos perdidos!
    Se están repartiendo los campos de mi pueblo.
¡Cómo me los arrebatan!
    Nuestra tierra se la reparten los traidores”».

Por eso no tendrán en la asamblea del Señor
    a nadie que reparta la tierra.

Falsos profetas

Estos profetas me dicen:
    «¡Deja ya de profetizarnos!
    ¡No nos vengas con que el oprobio nos alcanzará!»
Los descendientes de Jacob declaran:
    «¿Acaso ha perdido el Señor la paciencia?
    ¿Es esta su manera de actuar?
¿Acaso no hacen bien sus palabras?
    ¿Acaso no caminamos con el Justo?»
Ayer vosotros erais mi pueblo,
    pero hoy os habéis vuelto mis enemigos.
A los que pasan confiados,
    a los que vuelven de la guerra,
    los despojáis de su manto.
A las mujeres de mi pueblo
    las echáis de sus preciadas casas,
y a sus niños los despojáis para siempre
    del honor que les di.

10 ¡Levantaos! ¡Poneos en marcha,
    que este no es un lugar de reposo!
¡Está contaminado,
    destruido sin remedio!
11 Si, con la intención de mentiros,
    llega algún embustero y os dice:
«Yo os anuncio vino y cerveza»,
    este pueblo lo verá como un profeta.

Promesa de liberación

12 Te aseguro, Jacob,
    que yo reuniré a todo tu pueblo.
Te aseguro, Israel,
    que yo juntaré a tu remanente.
Los congregaré como a rebaño en el aprisco,
    como a ovejas que, en medio del pastizal,
    balan huyendo de la gente.
13 El que abre brecha marchará al frente,
    y también ellos se abrirán camino;
atravesarán la puerta y se irán,
    mientras su rey avanza al frente,
    mientras el Señor va a la cabeza.

El castigo a los gobernantes corruptos

Entonces dije:

«Escuchad, gobernantes de Jacob,
    autoridades del pueblo de Israel:
¿Acaso no os corresponde a vosotros
    conocer el derecho?
Vosotros odiáis el bien y amáis el mal;
    a mi pueblo le arrancáis la piel del cuerpo
    y la carne de los huesos;
vosotros devoráis a mi pueblo,
    le arrancáis la piel, le rompéis los huesos;
lo descuartizáis como carne para la olla,
    como carne para el horno».

Entonces le pedirán auxilio al Señor,
    pero él no les responderá;
esconderá de ellos su rostro
    porque hicieron lo malo.

Contraste entre el profeta falso y el verdadero

Esto es lo que dice el Señor contra vosotros,
    profetas que descarriáis a mi pueblo:

«Con el estómago lleno, invitan a la paz;
    con el vientre vacío, declaran la guerra.
Por tanto, tendréis noches sin visiones,
    oscuridad sin presagios».

El sol se ocultará de estos profetas;
    ¡el día se les volverá tinieblas!
Los videntes quedarán en vergüenza;
    los adivinos serán humillados.
Dios les tapará la boca,
    pues no les dará respuesta.
Yo, en cambio, estoy lleno de poder,
    lleno del Espíritu del Señor,
    y lleno de justicia y de fuerza,
para echarle en cara a Jacob su delito;
    para reprocharle a Israel su pecado.

El gobierno corrupto, causa de la caída de Sión

Escuchad esto vosotros,
    gobernantes del pueblo de Jacob,
y autoridades del reino de Israel,
    que abomináis la justicia y torcéis el derecho,
10 que edificáis a Sión con sangre
    y a Jerusalén con injusticia.
11 Sus gobernantes juzgan por soborno,
    sus sacerdotes instruyen por paga,
    y sus profetas predicen por dinero;
para colmo, se apoyan en el Señor, diciendo:
    «¿No está el Señor entre nosotros?
    ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!»
12 Por lo tanto, por culpa vuestra
    Sión será como un campo arado;
Jerusalén quedará en ruinas,
    y el monte del templo se volverá un matorral.

Futura exaltación de Sión(C)

En los últimos días,
    el monte del templo del Señor
será puesto sobre la cumbre de las montañas
    y se erguirá por encima de las colinas.
Entonces los pueblos marcharán hacia ella,
    y muchas naciones se acercarán, diciendo:
«Venid, subamos al monte del Señor,
    a la casa del Dios de Jacob.
Dios mismo nos instruirá en sus caminos,
    y así andaremos en sus sendas».
Porque de Sión viene la instrucción;
    de Jerusalén, la palabra del Señor.
Dios mismo juzgará entre muchos pueblos,
    y administrará justicia
    a naciones poderosas y lejanas.
Convertirán en azadones sus espadas,
    y en hoces sus lanzas.
Ya no alzará su espada nación contra nación,
    ni se adiestrarán más para la guerra.
Cada uno se sentará
    bajo su parra y su higuera;
y nadie perturbará su solaz
    —el Señor Todopoderoso lo ha dicho—.
Todos los pueblos marchan
    en nombre de sus dioses,
pero nosotros marchamos en el nombre del Señor,
    en el nombre de nuestro Dios,
    desde ahora y para siempre.

Futura restauración de Sión

«En aquel día —afirma el Señor
    reuniré a las ovejas lastimadas,
    dispersas y maltratadas.
Con las ovejas heridas formaré un remanente,
    y con las desterradas, una nación poderosa.
El Señor reinará sobre ellas en el monte Sión
    desde ahora y para siempre.
Y tú, Torre del Rebaño,
    colina fortificada de la ciudad de Sión:
a ti volverá tu antiguo poderío,
    la soberanía de la ciudad de Jerusalén».

Castigo y triunfo de Sión

Ahora, ¿por qué gritas tanto?
    ¿Acaso no tienes rey?
¿Por qué te han venido dolores de parto?
    ¿Murió acaso tu consejero?
10 Retuércete y puja, hija de Sión,
    como mujer a punto de dar a luz,
porque ahora vas a salir de tu ciudad,
    y tendrás que vivir a campo abierto.
Irás a Babilonia, pero de allí serás rescatada;
    el Señor te librará del poder de tus enemigos.

11 Ahora muchas naciones se han reunido contra ti.
    Y dicen: «¡Que sea profanada Sión!
    ¡Disfrutemos del espectáculo!»
12 Pero ellas no saben lo que piensa el Señor,
    ni comprenden sus designios;
no saben que él las junta
    como a gavillas en la era.
13 ¡Levántate, hija de Sión!
    ¡Ponte a trillar!
Yo haré de hierro tus cuernos
    y de bronce tus pezuñas,
para que conviertas en polvo a muchos pueblos,
    y consagres al Señor sus ganancias injustas;
    y sus riquezas, al Señor de toda la tierra.

Humillación y exaltación de la dinastía davídica

Reagrupa tus tropas, ciudad guerrera,
    porque nos asedian.
Con vara golpearán en la mejilla
    al gobernante de Israel.
Pero de ti, Belén Efrata,
    pequeña entre los clanes de Judá,
    saldrá el que gobernará a Israel;
sus orígenes se remontan hasta la antigüedad,
    hasta tiempos inmemoriales.
Por eso Dios los entregará al enemigo
    hasta que tenga su hijo la que va a ser madre,
y vuelva junto al pueblo de Israel
    el resto de sus hermanos.
Pero surgirá uno para pastorearlos
    con el poder del Señor,
    con la majestad del nombre del Señor su Dios.
Vivirán seguros, porque él dominará
    hasta los confines de la tierra.
    ¡Él traerá la paz!
Si Asiria llega a invadir nuestro país
    para pisotear nuestras fortalezas,
le haremos frente con siete pastores,
    y aun con ocho líderes del pueblo;
ellos pastorearán a Asiria con la espada;
    con la daga, a la tierra de Nimrod.
Si Asiria llega a invadir nuestro país,
    si llega a profanar nuestras fronteras,
    ¡él nos rescatará!

El remanente

Será el remanente de Jacob,
    en medio de muchos pueblos,
como rocío que viene del Señor,
    como abundante lluvia sobre la hierba,
que no depende de los hombres,
    ni espera nada de ellos.
Será el remanente de Jacob entre las naciones,
    en medio de muchos pueblos,
como un león entre los animales del bosque,
    como un cachorro entre las ovejas del rebaño,
que al pasar las pisotea y las desgarra,
    sin que nadie pueda rescatarlas.
Levantarás la mano contra tus enemigos,
    y acabarás con todos tus agresores.

Purificación de un pueblo idólatra y belicoso

10 Esto afirma el Señor:

«En aquel día exterminaré tu caballería,
    y destruiré tus carros de guerra.
11 Exterminaré las ciudades de tu país
    y derribaré todas tus fortalezas.
12 Pondré fin a tus hechicerías
    y no tendrás más adivinos.
13 Acabaré con tus ídolos
    y con tus monumentos sagrados;
nunca más volverás a postrarte
    ante las obras de tus manos.
14 Arrancaré tus imágenes de Aserá,
    y reduciré a escombros tus ciudades;
15 con ira y con furor me vengaré
    de las naciones que no me obedecieron».

Querella de Dios contra su pueblo

Escuchad lo que dice el Señor:

«Levántate, presenta tu caso ante las montañas;
    deja que las colinas oigan tu voz».

Escuchad, montañas, la querella del Señor;
    prestad atención, firmes cimientos de la tierra;
el Señor entra en juicio contra su pueblo,
    entabla un pleito contra Israel:
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
    ¡Dime en qué te he ofendido!
Yo fui quien te sacó de Egipto,
    quien te libró de esa tierra de esclavitud.
Yo envié a Moisés, Aarón y Miriam
    para que te dirigieran.
Recuerda, pueblo mío,
    lo que tramaba Balac, rey de Moab,
    y lo que le respondió Balán hijo de Beor.
Recuerda tu paso desde Sitín hasta Guilgal,
    y reconoce las hazañas redentoras del Señor».

¿Cómo podré acercarme al Señor
    y postrarme ante el Dios Altísimo?
¿Podré presentarme con holocaustos
    o con becerros de un año?
¿Se complacerá el Señor con miles de carneros,
    o con diez mil arroyos de aceite?
¿Ofreceré a mi primogénito por mi delito,
    al fruto de mis entrañas por mi pecado?

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!
    Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:
Practicar la justicia,
    amar la misericordia,
        y humillarte ante tu Dios.

Castigo por delitos económicos y sociales

Tribu y asamblea de la ciudad,
    escuchad la voz del Señor, que os convoca,
    pues es de sabios temer su nombre.[n]
10 «¡Malvados!
    ¿Debo tolerar vuestros tesoros mal habidos,
    y vuestras odiosas medidas adulteradas?
11 ¿Debo tener por justas la balanza falsa
    y la bolsa de pesas alteradas?
12 Los ricos de la ciudad son gente violenta;
    sus habitantes son gente mentirosa;
    ¡engañan con la boca y con la lengua!
13 Por lo que a mí toca, te demoleré a golpes,
    te destruiré por tus pecados.
14 Comerás, pero no te saciarás,
    sino que seguirás padeciendo hambre.[o]
Lo que recojas no lo podrás retener,
    y lo que retengas lo entregaré a la espada.
15 Lo que siembres no lo cosecharás,
    ni usarás el aceite de las aceitunas que exprimas,
    ni beberás el vino de las uvas que pises.
16 Tú sigues fielmente los decretos de Omrí
    y todas las prácticas de la dinastía de Acab;
    te conduces según sus consejos.
Por eso voy a entregarte a la destrucción,
    y a poner en ridículo a tus habitantes.
    ¡Tendrás que soportar el insulto de los pueblos!»[p]

Lamento ante una sociedad corrupta

¡Pobre de mí!
No llegué a tiempo para la cosecha de verano
    ni para los rebuscos de la vendimia;
no tengo un solo racimo que comer,
    ni un higo tierno, por el que me muero.
La gente piadosa ha sido eliminada del país,
    ¡ya no hay gente honrada en este mundo!
Todos tratan de matar a alguien,
    y unos a otros se tienden redes.
Nadie les gana en cuanto a hacer lo malo;
    funcionarios y jueces exigen soborno.
Los magnates no hacen más que pedir,
    y todos complacen su codicia.
El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza;
    el más recto, más torcido que un espino.
Pero ya viene el día de su confusión;
    ¡ya se acerca el día de tu castigo
    anunciado por tus centinelas!
No creas en tu prójimo,
    ni confíes en tus amigos;
cuídate de lo que hablas
    con la que duerme en tus brazos.
El hijo ultraja al padre,
    la hija se rebela contra la madre,
    la nuera contra la suegra,
y los enemigos de cada cual
    están en su propia casa.
Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
    yo espero en el Dios de mi salvación.
    ¡Mi Dios me escuchará!

Esperanza de redención

Enemiga mía, no te alegres de mi mal.
    Caí, pero he de levantarme;
    vivo en tinieblas, pero el Señor es mi luz.
He pecado contra el Señor,
    así que soportaré su furia
hasta que él juzgue mi causa
    y me haga justicia.
Entonces me sacará a la luz
    y gozaré de su salvación.
10 Cuando lo vea mi enemiga,
    la que me decía: «¿Dónde está tu Dios?»,
    se llenará de vergüenza.
Mis ojos contemplarán su desgracia,
    pues será pisoteada como el lodo de las calles.

11 El día que tus muros sean reconstruidos
    será el momento de extender tus fronteras.
12 Ese día acudirán a ti los pueblos,
    desde Asiria hasta las ciudades de Egipto,
desde el río Nilo hasta el río Éufrates,
    de mar a mar y de montaña a montaña.
13 La tierra quedará desolada
    por culpa de sus habitantes,
    como resultado de su maldad.

14 Pastorea con tu cayado a tu pueblo,
    al rebaño de tu propiedad,
que habita solitario en el bosque,
    en medio de la espesura.
Hazlo pastar en Basán y en Galaad
    como en los tiempos pasados.
15 Muéstrale tus prodigios,
    como cuando lo sacaste de Egipto.[q]
16 Las naciones verán tus maravillas
    y se avergonzarán de toda su prepotencia;
se llevarán la mano a la boca
    y sus oídos se ensordecerán.
17 Lamerán el polvo como serpientes,
    como los reptiles de la tierra.
Saldrán temblando de sus escondrijos
    y, temerosos ante tu presencia,
    se volverán a ti, Señor y Dios nuestro.

18 ¿Qué Dios hay como tú,
    que perdone la maldad
y pase por alto el delito
    del remanente de su pueblo?
No siempre estarás airado,
    porque tu mayor placer es amar.
19 Vuelve a compadecerte de nosotros.
    Pon tu pie sobre nuestras maldades
    y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.
20 Muestra tu fidelidad a Jacob,
    y tu lealtad a Abraham,
como desde tiempos antiguos
    se lo juraste a nuestros antepasados.

Profecía acerca de Nínive. Libro de la visión que tuvo Nahúm de Elcós.

Manifestación del Señor

El Señor es un Dios celoso y vengador.
    ¡Señor de la venganza, Señor de la ira!
El Señor se venga de sus adversarios;
    es implacable con sus enemigos.
El Señor es lento para la ira,
    imponente en su fuerza.
    El Señor no deja a nadie sin castigo.
Camina en el huracán y en la tormenta;
    las nubes son el polvo de sus pies.
Increpa al mar y lo seca;
    hace que todos los ríos se evaporen.
Los montes Basán y Carmelo pierden su lozanía;
    el verdor del Líbano se marchita.
Ante él tiemblan las montañas
    y se desmoronan las colinas.
Ante él se agita la tierra,
    el mundo y cuanto en él habita.
¿Quién podrá enfrentarse a su indignación?
    ¿Quién resistirá el ardor de su ira?
Su furor se derrama como fuego;
    ante él se resquebrajan las rocas.

Destrucción de Nínive

Bueno es el Señor;
    es refugio en el día de la angustia,
    y protector de los que en él confían.
Pero destruirá a Nínive[r]
    con una inundación arrasadora;
    ¡aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos!
¿Qué tramáis contra el Señor?
    ¡Él desbaratará vuestros planes!
    ¡La calamidad no se repetirá!
10 Serán consumidos como paja seca,
    como espinos enmarañados,
    como borrachos ahogados en vino.
11 Tú, Nínive, engendraste
    al que trama el mal contra el Señor,
    al infame consejero.

Liberación del opresor

12 Así dice el Señor:

«Aunque los asirios sean fuertes y numerosos,
    serán arrancados y morirán.
Y a ti, Judá, aunque te he afligido,
    no volveré a afligirte.
13 Voy a quebrar el yugo que te oprime,
    voy a romper tus ataduras».
14 Pero acerca de ti, Nínive,
    el Señor ha decretado:
«No tendrás más hijos que perpetúen tu nombre;
    extirparé de la casa de tus dioses
    las imágenes talladas y los ídolos fundidos.
Te voy a preparar una tumba,
    porque eres una infame».

Anuncio de la victoria sobre Nínive

15 ¡Mirad! Ya se acerca por los montes
    el que anuncia las buenas nuevas de victoria,
    el que proclama la paz.
¡Celebra tus peregrinaciones, Judá!
    ¡Paga tus votos!
Porque no volverán a invadirte los malvados,
    pues han sido destruidos por completo.

La destrucción de Nínive

Nínive, un destructor avanza contra ti,
    así que monta guardia en el terraplén,
vigila el camino, renueva tus fuerzas,
    acrecienta tu poder.
Porque el Señor restaura la majestad de Jacob,
    como la majestad de Israel,
pues los destructores los han arrasado;
    han arruinado sus sarmientos.

Rojo es el escudo de sus valientes;
    de púrpura se visten los guerreros.
El metal de sus carros brilla como fuego
    mientras se alistan para la batalla
    y los guerreros agitan sus lanzas.
Desaforados corren los carros por las calles,
    irrumpen con violencia por las plazas.
Son como antorchas de fuego,
    como relámpagos zigzagueantes.

Caída y saqueo de Nínive

Convoca el rey de Nínive a sus tropas escogidas,
    que en su carrera se atropellan.
Se lanzan contra la muralla
    para levantar la barricada,
pero se abren las compuertas de los ríos
    y el palacio se derrumba.
Ya está decidido:
    la ciudad[s] será llevada al exilio.
Gimen sus criadas como palomas,
    y se golpean el pecho.

Nínive es como un estanque roto
    cuyas aguas se derraman.
«¡Deteneos! ¡Deteneos!», les gritan,
    pero nadie vuelve atrás.
¡Saquead la plata!
    ¡Saquead el oro!
El tesoro es inagotable,
    y abundan las riquezas y los objetos preciosos.
10 ¡Destrucción, desolación, devastación!
Desfallecen los corazones,
    tiemblan las rodillas,
se estremecen los cuerpos,
    palidecen los rostros.

La bestia salvaje morirá

11 ¿Qué fue de la guarida de los leones
    y de la cueva de los leoncillos,
donde el león, la leona y sus cachorros
    se guarecían sin que nadie los perturbara?
12 ¿Qué fue del león,
    que despedazaba para sus crías
    y estrangulaba para sus leonas,
que llenaba de presas su caverna
    y de carne su guarida?
13 «Pero ahora yo vengo contra ti
    —afirma el Señor omnipotente—.
Reduciré a cenizas tus carros de guerra
    y mataré a filo de espada a tus leoncillos.
Pondré fin en el país a tus rapiñas,
    y no volverá a oírse la voz de tus mensajeros».

Descripción del fin de Nínive

¡Ay de la ciudad sedienta de sangre,
    repleta de mentira,
insaciable en su rapiña,
    aferrada a la presa!
Se oye el chasquido de los látigos,
    el estrépito de las ruedas,
el galopar de los caballos,
    el chirrido de los carros,
la carga de la caballería,
    el fulgor de las espadas,
el centellear de las lanzas,
    la multitud de muertos,
los cuerpos amontonados,
    los cadáveres por doquier,
    en los que todos tropiezan.
¡Y todo por las muchas prostituciones
    de esa ramera de encantos zalameros,
    de esa maestra de la seducción!
Engañó a los pueblos con sus fornicaciones,
    y a los clanes con sus embrujos.

«¡Aquí estoy contra ti!
            —afirma el Señor Todopoderoso—.
Te levantaré la falda hasta la cara,
    para que las naciones vean tu desnudez,
    y los reinos descubran tus vergüenzas.
Te cubriré de inmundicias,
    te ultrajaré y te exhibiré en público.
Todos los que te vean huirán de ti,
    y dirán: “¡Nínive ha sido devastada!
¿Quién hará duelo por ella?”
    ¿Dónde hallaré quien la consuele?»

Destrucción total de Nínive

¿Acaso eres mejor que Tebas,[t]
    ciudad rodeada de aguas,
    asentada junto a las corrientes del Nilo,
que tiene al mar por terraplén
    y a las aguas por muralla?
Cus y Egipto eran su fuerza ilimitada,
    Fut y Libia eran sus aliados.
10 Con todo, Tebas marchó al exilio;
    fue llevada al cautiverio.
A sus hijos los estrellaron
    contra las esquinas de las calles.
Sobre sus nobles echaron suertes,
    y encadenaron a su gente ilustre.

11 También tú, Nínive, te embriagarás,
    y se embotarán tus sentidos.
También tú, por causa del enemigo,
    tendrás que buscar refugio.
12 Todas tus fortalezas son higueras
    cargadas de brevas maduras:
si las sacuden,
    caen en la boca del que se las come.
13 Mira, al enfrentarse al enemigo
    tus tropas se portan como mujeres.
Las puertas de tu país quedarán abiertas de par en par,
    porque el fuego consumirá tus cerrojos.

Defensa inútil

14 Abastécete de agua para el asedio,
    refuerza tus fortificaciones.
Métete al barro, pisa la mezcla
    y moldea los ladrillos.
15 Porque allí mismo te consumirá el fuego
    y te exterminará la espada;
    ¡como larva de langosta te devorará!
Multiplícate como larva,
    reprodúcete como langosta.
16 Aumentaste tus mercaderes
    más que las estrellas del cielo.[u]
17 Tus dignatarios son como langostas
    y tus oficiales, como insectos
    que en días fríos se posan sobre los muros,
pero que al salir el sol desaparecen,
    y nadie sabe dónde hallarlos.

18 Rey de Asiria,
    tus pastores están amodorrados,
    ¡tus tropas escogidas se echaron a dormir!
Tu pueblo anda disperso por los montes,
    y no hay quien lo reúna.
19 Tu herida no tiene remedio;
    tu llaga es incurable.

Todos los que sepan lo que te ha pasado
    celebrarán tu desgracia.
Pues ¿quién no fue víctima
    de tu constante maldad?

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