Bible in 90 Days
19 Plantaré en el desierto
cedros, acacias, mirtos y olivos;
en áridas tierras plantaré cipreses,
junto con pinos y abetos,
20 para que la gente vea y sepa,
y considere y entienda,
que la mano del Señor ha hecho esto,
que el Santo de Israel lo ha creado.
21 »Exponed vuestro caso —dice el Señor—;
presentad vuestras pruebas —demanda el rey de Jacob—.
22 Acercaos[a] y anunciad
lo que ha de suceder,
y cómo fueron las cosas del pasado,
para que las consideremos
y conozcamos su desenlace.
¡Contadnos lo que va a suceder!
23 Decidnos qué nos depara el futuro;
así sabremos que vosotros sois dioses.
Haced algo, bueno o malo,
para verlo y llenarnos de terror.
24 ¡La verdad es que vosotros no sois nada,
y aun menos que nada son vuestras obras!
¡Abominable es quien os escoge!
25 »Del norte hice venir a uno,
y acudió a mi llamado;
desde el oriente invoca mi nombre.
Como alfarero que amasa arcilla con los pies,
aplasta gobernantes como si fueran barro.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio,
para que lo supiéramos?
¿Quién lo anunció de antemano,
para que dijéramos: “Tenía razón”?
Nadie lo anunció ni lo proclamó;
nadie os oyó proclamar mensaje alguno.
27 Yo fui el primero en decirle a Sión:
“¡Mira, ya están aquí!”
Yo fui quien envió a Jerusalén
un mensajero de buenas noticias.
28 Miro entre ellos, y no hay nadie;
no hay entre ellos quien aconseje,
no hay quien me responda cuando les pregunto.
29 ¡Todos ellos son falsos!
Sus obras no son nada;
sus ídolos no son más que viento y confusión.
El siervo del Señor
42 »Este es mi siervo, a quien sostengo,
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu,
y llevará justicia a las naciones.
2 No clamará, ni gritará,
ni alzará su voz por las calles.
3 No acabará de romper la caña quebrada,
ni apagará la mecha que apenas arde.
Con fidelidad hará justicia;
4 no vacilará ni se desanimará
hasta implantar la justicia en la tierra.
Las costas lejanas esperan su ley».
5 Así dice Dios, el Señor,
el que creó y desplegó los cielos;
el que extendió la tierra
y todo lo que ella produce;
el que da aliento al pueblo que la habita,
y vida a los que en ella se mueven:
6 «Yo, el Señor, te he llamado en justicia;
te he tomado de la mano.
Yo te formé, yo te constituí
como pacto para el pueblo,
como luz para las naciones,
7 para abrir los ojos de los ciegos,
para librar de la cárcel a los presos,
y del calabozo a los que habitan en tinieblas.
8 »Yo soy el Señor; ¡ese es mi nombre!
No entrego a otros mi gloria,
ni mi alabanza a los ídolos.
9 Las cosas pasadas se han cumplido,
y ahora anuncio cosas nuevas;
¡las anuncio antes que sucedan!»
Canción de alabanza al Señor
10 Cantad al Señor un cántico nuevo,
vosotros, que descendéis al mar,
y todo lo que hay en él;
Cantad vuestra alabanza desde los confines de la tierra,
vosotras, costas lejanas y vuestros habitantes.
11 Que alcen la voz el desierto y sus ciudades,
y los poblados donde Cedar habita.
Que canten de alegría los habitantes de Selá,
y griten desde las cimas de las montañas.
12 Den gloria al Señor
y proclamen su alabanza en las costas lejanas.
13 El Señor marchará como guerrero;
como hombre de guerra despertará su celo.
Con gritos y alaridos se lanzará al combate,
y triunfará sobre sus enemigos.
14 «Por mucho tiempo he guardado silencio,
he estado callado y me he contenido.
Pero ahora voy a gritar como parturienta,
voy a resollar y jadear al mismo tiempo.
15 Devastaré montañas y cerros,
y secaré toda su vegetación;
convertiré los ríos en tierra seca,
y secaré los estanques;
16 conduciré a los ciegos por caminos desconocidos,
los guiaré por senderos inexplorados;
ante ellos convertiré en luz las tinieblas,
y allanaré los lugares escabrosos.
Esto haré,
y no los abandonaré.
17 Pero retrocederán llenos de vergüenza
los que confían en los ídolos,
los que dicen a las imágenes:
“Vosotros sois nuestros dioses”.
Israel ciego y sordo
18 »Sordos, ¡escuchad!
Ciegos, ¡fijaos bien!
19 ¿Quién es más ciego que mi siervo,
y más sordo que mi mensajero?
¿Quién es más ciego que mi enviado,
y más ciego que el siervo del Señor?
20 Tú has visto muchas cosas,
pero no las has captado;
tienes abiertos los oídos,
pero no oyes nada».
21 Le agradó al Señor,
por amor a su justicia,
hacer su ley grande y gloriosa.
22 Pero este es un pueblo saqueado y despojado,
todos atrapados en cuevas
o encerrados en cárceles.
Son saqueados,
y nadie los libra;
son despojados,
y nadie reclama.
23 ¿Quién de vosotros escuchará esto
y prestará atención en el futuro?
24 ¿Quién entregó a Jacob para el despojo,
a Israel para el saqueo?
¿No es acaso el Señor,
a quien su pueblo ha ofendido?
No siguió sus caminos
ni obedeció su ley.
25 Por eso el Señor derramó sobre él
su ardiente ira y el furor de la guerra.
Lo envolvió en llamas, pero no comprendió;
lo consumió, pero no lo tomó en serio.
El único Salvador de Israel
43 Pero ahora, así dice el Señor,
el que te creó, Jacob,
el que te formó, Israel:
«No temas, que yo te he redimido;
te he llamado por tu nombre; tú eres mío.
2 Cuando cruces las aguas,
yo estaré contigo;
cuando cruces los ríos,
no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego,
no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
3 Yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu Salvador;
yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate,
a Cus y a Seba en tu lugar.
4 A cambio de ti entregaré hombres;
¡a cambio de tu vida entregaré pueblos!
Porque te amo y eres ante mis ojos
precioso y digno de honra.
5 No temas, porque yo estoy contigo;
desde el oriente traeré a tu descendencia,
desde el occidente te reuniré.
6 Al norte le diré: “¡Entrégalos!”
y al sur: “¡No los retengas!
Trae a mis hijos desde lejos
y a mis hijas desde los confines de la tierra.
7 Trae a todo el que sea llamado por mi nombre,
al que yo he creado para mi gloria,
al que yo hice y formé”».
8 Sacad al pueblo ciego, aunque tiene ojos,
al pueblo sordo, aunque tiene oídos.
9 Que se reúnan todas las naciones
y se congreguen los pueblos.
¿Quién de entre ellos profetizó estas cosas
y nos anunció lo ocurrido en el pasado?
Que presenten a sus testigos
y demuestren tener razón,
para que otros oigan y digan:
«Es verdad».
10 «Vosotros sois mis testigos —afirma el Señor—,
sois mis siervos escogidos,
para que me conozcáis y creáis en mí,
y entendáis que Yo soy.
Antes de mí no hubo ningún otro dios,
ni habrá ninguno después de mí.
11 Yo, yo soy el Señor,
fuera de mí no hay ningún otro salvador.
12 Yo he anunciado, salvado y proclamado;
yo entre vosotros, y no un dios extraño.
Vosotros sois mis testigos —afirma el Señor—,
y yo soy Dios.
13 Desde los tiempos antiguos, yo soy.
No hay quien pueda librar de mi mano.
Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo».
La misericordia de Dios y la infidelidad de Israel
14 Así dice el Señor,
vuestro Redentor, el Santo de Israel:
«Por vosotros enviaré gente a Babilonia;
abatiré a todos como fugitivos.
En los barcos que eran su orgullo,
abatiré también a los caldeos.
15 Yo soy el Señor, vuestro santo;
soy vuestro rey, el creador de Israel».
16 Así dice el Señor,
el que abrió un camino en el mar,
una senda a través de las aguas impetuosas;
17 el que hizo salir carros de combate y caballos,
ejército y guerrero al mismo tiempo,
los cuales quedaron tendidos para nunca más levantarse,
extinguidos como mecha que se apaga:
18 «Olvidad las cosas de antaño;
ya no viváis en el pasado.
19 ¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no os dais cuenta?
Estoy abriendo un camino en el desierto,
y ríos en lugares desolados.
20 Me honran los animales salvajes,
los chacales y los avestruces;
yo hago brotar agua en el desierto,
ríos en lugares desolados,
para dar de beber a mi pueblo escogido,
21 al pueblo que formé para mí mismo,
para que proclame mi alabanza.
22 »Pero tú, Jacob, no me has invocado;
tú, Israel, te has cansado de mí.
23 No me has traído el cordero de tus holocaustos,
ni me has honrado con tus sacrificios.
No te he abrumado exigiendo ofrendas de grano,
ni te he agobiado reclamando incienso.
24 No me has comprado caña aromática,
ni me has saciado con el sebo de tus sacrificios.
¡En cambio, tú me has abrumado con tus pecados
y me has agobiado con tus iniquidades!
25 »Yo soy el que por amor a mí mismo
borra tus transgresiones
y no se acuerda más de tus pecados.
26 ¡Hazme recordar! Presentémonos a juicio;
plantea el argumento de tu inocencia.
27 Tu primer antepasado pecó;
tus voceros se rebelaron contra mí.
28 Por eso humillé a las autoridades del templo;
entregué a Jacob a la destrucción total,
entregué a Israel al menosprecio.
Israel, el escogido
44 »Pero ahora, Jacob, mi siervo,
Israel, a quien he escogido, ¡escucha!
2 Así dice el Señor, el que te hizo,
el que te formó en el seno materno
y te brinda su ayuda:
“No temas, Jacob, mi siervo,
Jesurún, a quien he escogido,
3 que regaré con agua la tierra sedienta
y con arroyos el suelo seco;
derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia
y mi bendición sobre tus vástagos,
4 y brotarán como hierba en un prado,
como sauces junto a arroyos.
5 Uno dirá: ‘Pertenezco al Señor’;
otro llevará el nombre de Jacob,
y otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del Señor’
y tomará para sí el nombre de Israel”.
El Señor y los ídolos
6 »Así dice el Señor, el Señor Todopoderoso,
rey y redentor de Israel:
“Yo soy el primero y el último;
fuera de mí no hay otro dios.
7 ¿Quién es como yo?
Que lo diga.
Que declare lo que ha ocurrido
desde que establecí a mi antiguo pueblo;
que exponga ante mí lo que está por venir,
¡que anuncie lo que va a suceder!
8 No tembléis ni os asustéis.
¿Acaso no lo anuncié y profeticé hace tiempo?
Vosotros sois mis testigos.
¿Hay algún Dios fuera de mí?
No, no hay otra Roca;
no conozco ninguna”».
9 Los que fabrican ídolos no valen nada;
inútiles son sus obras más preciadas.
Para su propia vergüenza,
sus propios testigos no ven ni conocen.
10 ¿Quién modela un dios o funde un ídolo,
que no le sirve para nada?
11 Todos sus devotos quedarán avergonzados;
¡simples mortales son los artesanos!
Que todos se reúnan y comparezcan;
¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!
12 El herrero toma una herramienta,
y con ella trabaja sobre las brasas;
con martillo modela un ídolo,
con la fuerza de su brazo lo forja.
Siente hambre, y pierde las fuerzas;
no bebe agua, y desfallece.
13 El carpintero mide con un cordel,
hace un boceto con un estilete,
lo trabaja con el escoplo
y lo traza con el compás.
Le da forma humana;
le imprime la belleza de un ser humano,
para que habite en un santuario.
14 Derriba los cedros,
y escoge un ciprés o un roble,
y lo deja crecer entre los árboles del bosque;
o planta un pino, que la lluvia hace crecer.
15 Al hombre le sirve de combustible,
y toma una parte para calentarse;
enciende un fuego y hornea pan.
Pero también labra un dios y lo adora;
hace un ídolo y se postra ante él.
16 La mitad de la madera la quema en el fuego,
sobre esa mitad prepara su comida;
asa la carne y se sacia.
También se calienta y dice:
«¡Ah! Ya voy entrando en calor,
mientras contemplo las llamas».
17 Con el resto hace un dios, su ídolo;
se postra ante él y lo adora.
Y suplicante le dice:
«Sálvame, pues tú eres mi dios».
18 No saben nada, no entienden nada;
sus ojos están velados, y no ven;
su mente está cerrada, y no entienden.
19 Les falta conocimiento y entendimiento;
no se ponen a pensar ni a decir:
«Usé la mitad para combustible;
incluso horneé pan sobre las brasas,
asé carne y la comí.
¿Y haré algo abominable con lo que queda?
¿Me postraré ante un pedazo de madera?»
20 Se alimentan de cenizas,
se dejan engañar por su iluso corazón,
no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:
«¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!»
21 «Recuerda estas cosas, Jacob,
porque tú eres mi siervo, Israel.
Yo te formé, tú eres mi siervo;
Israel, yo no te olvidaré.
22 He disipado tus transgresiones como el rocío,
y tus pecados como la bruma de la mañana.
Vuelve a mí, que te he redimido».
23 ¡Cantad de alegría, cielos,
que esto lo ha hecho el Señor!
¡Gritad con fuerte voz,
profundidades de la tierra!
¡Prorrumpid en canciones, montañas;
y bosques, con todos vuestros árboles!
Porque el Señor ha redimido a Jacob,
Dios ha manifestado su gloria en Israel.
Jerusalén vuelve a ser habitada
24 «Así dice el Señor, tu Redentor,
quien te formó en el seno materno:
»“Yo soy el Señor,
que ha hecho todas las cosas,
yo solo desplegué los cielos
y extendí la tierra.
¿Quién estaba conmigo?
25 »”Yo frustro las señales de los falsos profetas
y ridiculizo a los adivinos;
yo hago retroceder a los sabios
y convierto su sabiduría en necedad.
26 Yo confirmo la palabra de mis siervos
y cumplo el consejo de mis mensajeros.
Yo digo que Jerusalén será habitada,
que los pueblos de Judá serán reconstruidos;
y sus ruinas las restauraré.
27 Yo mando que se seque lo profundo del mar,
y ordeno que se sequen sus corrientes.
28 Yo afirmo que Ciro es mi pastor,
y dará cumplimiento a mis deseos;
dispondrá que Jerusalén sea reconstruida,
y que se repongan los cimientos del templo”».
45 Así dice el Señor a Ciro, su ungido,
a quien tomó de la mano derecha
para someter a su dominio las naciones
y despojar de su armadura a los reyes,
para abrir a su paso las puertas
y dejar abiertas las entradas:
2 «Marcharé al frente de ti,
y allanaré las montañas;[b]
haré pedazos las puertas de bronce
y cortaré los cerrojos de hierro.
3 Te daré los tesoros de las tinieblas,
y las riquezas guardadas en lugares secretos,
para que sepas que yo soy el Señor,
el Dios de Israel, que te llama por tu nombre.
4 Por causa de Jacob mi siervo,
de Israel mi escogido,
te llamo por tu nombre
y te confiero un título de honor,
aunque tú no me conoces.
5 Yo soy el Señor, y no hay otro;
fuera de mí no hay ningún Dios.
Aunque tú no me conoces,
te fortaleceré,
6 para que sepan de oriente a occidente
que no hay ningún otro fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay ningún otro.
7 Yo formo la luz y creo las tinieblas,
traigo bienestar y creo calamidad;
Yo, el Señor, hago todas estas cosas.
8 »¡Destilad, cielos, desde lo alto!
¡Nubes, haced llover justicia!
¡Que se abra la tierra de par en par!
¡Que brote la salvación!
¡Que crezca con ella la justicia!
Yo, el Señor, lo he creado».
9 ¡Ay del que contiende con su Hacedor!
¡Ay del que no es más que un tiesto
entre los tiestos de la tierra!
¿Acaso el barro le reclama al alfarero:
«¡Fíjate en lo que haces!
¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?
10 ¡Ay del que le reprocha a su padre:
«¡Mira lo que has engendrado!»!
¡Ay del que le reclama a su madre:
«¡Mira lo que has dado a luz!»!
11 Así dice el Señor,
el Santo de Israel, su artífice:
«¿Vais acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos,
o a darme órdenes sobre la obra de mis manos?
12 Yo hice la tierra,
y sobre ella formé a la humanidad.
Mis propias manos extendieron los cielos,
y di órdenes a sus constelaciones.
13 Levantaré a Ciro en justicia;
allanaré todos sus caminos.
Él reconstruirá mi ciudad
y pondrá en libertad a mis cautivos,
pero no por precio ni soborno.
Lo digo yo, el Señor Todopoderoso».
14 Así dice el Señor:
«Los productos de Egipto y la mercancía de Cus
pasarán a ser de tu propiedad;
los sabeos, hombres de elevada estatura,
marcharán detrás de ti con grilletes.
Se inclinarán en tu presencia,
y suplicantes te dirán:
“Hay un solo Dios, no hay ningún otro,
y ese Dios está contigo”».
15 Tú, Dios y Salvador de Israel,
eres un Dios que se oculta.
16 Todos los que hacen ídolos
serán avergonzados y humillados,
y juntos marcharán con su humillación.
17 Pero Israel será salvado por el Señor
con salvación eterna;
y nunca más volverá a ser
avergonzado ni humillado.
18 Porque así dice el Señor,
el que creó los cielos;
el Dios que formó la tierra,
que la hizo y la estableció;
que no la creó para dejarla vacía,
sino que la formó para ser habitada:
«Yo soy el Señor,
y no hay ningún otro.
19 Desde ningún lugar de esta tierra tenebrosa
les he hablado en secreto.
Ni he dicho a los descendientes de Jacob:
“Buscadme en el vacío”.
Yo, el Señor, digo lo que es justo,
y declaro lo que es recto.
20 »Reuníos, fugitivos de las naciones;
congregaos y venid.
Ignorantes son los que cargan ídolos de madera
y oran a dioses que no pueden salvar.
21 Declarad y presentad vuestras pruebas,
deliberad juntos.
¿Quién predijo esto hace tiempo,
quién lo declaró desde tiempos antiguos?
¿Acaso no lo hice yo, el Señor?
Fuera de mí no hay otro Dios;
Dios justo y Salvador,
no hay ningún otro fuera de mí.
22 »Volved a mí y sed salvos,
todos los confines de la tierra,
porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.
23 He jurado por mí mismo,
con integridad he pronunciado
una palabra irrevocable:
Ante mí se doblará toda rodilla,
y por mí jurará toda lengua.
24 Ellos dirán de mí: “Solo en el Señor
están la justicia y el poder”».
Todos los que contra él se enfurecieron
ante él comparecerán
y quedarán avergonzados.
25 Pero toda la descendencia de Israel
será vengada y exaltada en el Señor.
Los dioses de Babilonia
46 Bel se inclina, Nebo se somete;
sus ídolos son llevados por bestias de carga.[c]
Pesadas son las imágenes que por todas partes llevan;
son una carga para el agotado.
2 Todos a la vez se someten y se inclinan;
no pudieron librarse de la carga,
y ellos mismos van al cautiverio.
3 «Escúchame, familia de Jacob,
todo el resto de la familia de Israel,
a quienes he cargado desde el vientre,
y he llevado desde la cuna.
4 Aun en la vejez, cuando ya peinéis canas,
yo seré el mismo, yo os sostendré.
Yo os hice, y cuidaré de vosotros;
os sostendré y os libraré.
5 »¿Con quién vas a compararme,
o a quién me vas a igualar?
¿A quién vas a asemejarme,
para que seamos parecidos?
6 Algunos derrochan oro de sus bolsas
y pesan plata en la balanza;
contratan a un joyero para que les haga un dios,
y ante ese dios se inclinan para adorarlo.
7 Lo levantan en hombros y lo cargan;
lo ponen en su lugar, y allí se queda.
No se puede mover de su sitio.
Por más que clamen a él, no habrá de responderles,
ni podrá salvarlos de sus aflicciones.
8 »Recordad esto, rebeldes;
pensadlo bien, ¡fijadlo en vuestra mente!
9 Recordad las cosas pasadas, aquellas de antaño;
yo soy Dios, y no hay ningún otro,
yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
desde los tiempos antiguos, lo que va a suceder.
Yo digo: Mi propósito se cumplirá,
y haré todo lo que deseo.
11 Del oriente llamo
al ave de rapiña;
de tierra distante,
al hombre que cumplirá mi propósito.
Lo que he dicho, haré que se cumpla;
lo que he planeado, lo realizaré.
12 Escuchadme vosotros, obstinados de corazón,
que estáis lejos de la justicia.
13 Mi justicia no está lejana;
mi salvación ya no tarda.
¡Estoy a punto de traerlas!
Concederé salvación a Sión,
y mi esplendor a Israel.
La caída de Babilonia
47 »Desciende, siéntate en el polvo,
hija virginal de Babilonia;
siéntate en el suelo, hija de los caldeos,
pues ya no hay trono.
Nunca más se te llamará
tierna y delicada.
2 Toma piedras de molino, y muele la harina;
quítate el velo.
Levántate las faldas, desnúdate las piernas,
y cruza los ríos.
3 Tu desnudez quedará al descubierto;
quedará expuesta tu vergüenza.
Voy a tomar venganza,
y a nadie perdonaré».
4 Nuestro Redentor es el Santo de Israel;
su nombre es el Señor Todopoderoso.
5 «Siéntate en silencio, hija de los caldeos;
entra en las tinieblas.
Porque nunca más se te llamará
“soberana de los reinos”.
6 Yo estaba enojado con mi pueblo;
por eso profané mi heredad.
Los entregué en tu mano,
y no tuviste compasión de ellos.
Pusiste sobre los ancianos
un yugo muy pesado.
7 Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!”
Pero no consideraste esto,
ni reflexionaste sobre su final.
8 »Ahora escucha esto, voluptuosa;
tú, que moras confiada y te dices a ti misma:
“Yo soy, y no hay otra fuera de mí.
Nunca enviudaré ni me quedaré sin hijos”.
9 De repente, en un solo día,
ambas cosas te sorprenderán:
la pérdida de tus hijos y la viudez
te abrumarán por completo,
a pesar de tus muchas hechicerías
y de tus poderosos encantamientos.
10 Tú has confiado en tu maldad,
y has dicho: “Nadie me ve”.
Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan
cuando a ti misma te dices:
“Yo soy, y no hay otra fuera de mí”.
11 Pero vendrá sobre ti una desgracia
que no sabrás conjurar;
caerá sobre ti una calamidad
que no podrás evitar.
¡Una catástrofe que ni te imaginas
vendrá de repente sobre ti!
12 »Persiste, entonces, en tus encantamientos
y en tus muchas hechicerías,
en las que te has ejercitado desde la niñez.
Tal vez tengas éxito,
tal vez puedas provocar terror.
13 ¡Los muchos consejos te han fatigado!
Que se presenten tus astrólogos,
los que observan las estrellas,
los que hacen predicciones mes a mes,
¡que te salven de lo que viene sobre ti!
14 ¡Míralos! Son como la paja,
y el fuego los consumirá.
Ni a sí mismos pueden salvarse
del poder de las llamas.
Aquí no hay brasas para calentarse,
ni fuego para sentarse ante él.
15 Eso son para ti los hechiceros
con quienes te has ejercitado,
y con los que has negociado desde tu juventud.
Cada uno sigue en su error;
no habrá quien pueda salvarte.
El Israel obstinado
48 »Escuchad esto vosotros,
los de la familia de Jacob,
descendientes de Judá,
que llevan el nombre de Israel;
que juran en el nombre del Señor,
e invocan al Dios de Israel,
pero no con sinceridad ni justicia.
2 Vosotros que os llamáis ciudadanos de la ciudad santa
y confiáis en el Dios de Israel,
cuyo nombre es el Señor Todopoderoso:
3 Desde hace mucho tiempo
anuncié las cosas pasadas.
Yo las profeticé;
yo mismo las di a conocer.
Actué de repente,
y se hicieron realidad.
4 Porque yo sabía que eres muy obstinado;
que tu cuello es un tendón de hierro,
y que tu frente es de bronce.
5 Por eso te declaré esas cosas desde hace tiempo;
te las di a conocer antes que sucedieran,
para que no dijeras:
“¡Fue mi ídolo quien las hizo!
¡Mi imagen tallada o fundida las dispuso!”
6 De todo esto has tenido noticia,
¿y no vas a proclamarlo?
»Desde ahora te haré conocer cosas nuevas;
cosas que te son ocultas y desconocidas.
7 Son cosas creadas ahora, y no hace tiempo;
hasta hoy no habías oído hablar de ellas,
para que no dijeras:
“¡Sí, ya las sabía!”
8 Nunca habías oído ni entendido;
nunca antes se te había abierto el oído.
Yo sé bien que eres muy traicionero,
y que desde tu nacimiento te llaman rebelde.
9 Por amor a mi nombre contengo mi ira;
por causa de mi alabanza me refreno,
para no aniquilarte.
10 ¡Mira! Te he refinado, pero no como a la plata;
te he probado en el horno de la aflicción.
11 Y lo he hecho por mí, por mí mismo.
¿Cómo puedo permitir que se me profane?
¡No cederé mi gloria a ningún otro!
Liberación de Israel
12 »Escúchame, Jacob,
Israel, a quien he llamado:
Yo soy Dios;
yo soy el primero, y yo soy el último.
13 Con la mano izquierda afirmé la tierra,
y con la derecha desplegué los cielos.
Yo pronuncié su nombre,
y todos ellos aparecieron.
14 »Reuníos, todos vosotros, y escuchad:
¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas?
El amado del Señor
ejecutará su propósito contra Babilonia;
su brazo estará contra los caldeos.
15 Solo yo he hablado;
solo yo lo he llamado.
Lo haré venir,
y triunfará en su misión.
16 »Acercaos a mí, escuchad esto:
»Desde el principio, jamás hablé en secreto;
cuando las cosas suceden, allí estoy yo».
Y ahora el Señor omnipotente
me ha enviado con su Espíritu.
17 Esto es lo que dice el Señor,
tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios,
que te enseña lo que te conviene,
que te guía por el camino en que debes andar.
18 Si hubieras prestado atención a mis mandamientos,
tu paz habría sido como un río;
tu justicia, como las olas del mar.
19 Como la arena serían tus descendientes;
como los granos de arena, tus hijos;
su nombre nunca habría sido eliminado
ni borrado de mi presencia».
20 ¡Salid de Babilonia!
¡Huid de los caldeos!
Anunciad esto con gritos de alegría
y hacedlo saber.
Publicadlo hasta en los confines de la tierra;
decid: «El Señor ha redimido a su siervo Jacob».
21 Cuando los guio a través de los desiertos,
no tuvieron sed;
hizo que de la roca brotara agua para ellos;
partió la roca, y manaron las aguas.
22 «No hay paz para el malvado»,
dice el Señor.
El siervo del Señor
49 Escuchad, costas lejanas,
oíd esto, naciones distantes:
El Señor me llamó antes de que yo naciera,
en el vientre de mi madre pronunció mi nombre.
2 Hizo de mi boca una espada afilada,
y me escondió en la sombra de su mano;
me convirtió en una flecha pulida,
y me escondió en su aljaba.
3 Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo;
en ti seré glorificado».
4 Y respondí: «En vano he trabajado;
he gastado mis fuerzas sin provecho alguno.
Pero mi justicia está en manos del Señor;
mi recompensa está con mi Dios».
5 Y ahora dice el Señor,
que desde el seno materno me formó
para que fuera yo su siervo,
para hacer que Jacob se vuelva a él,
que Israel se reúna a su alrededor;
porque a los ojos del Señor soy digno de honra,
y mi Dios ha sido mi fortaleza:
6 «No es gran cosa que seas mi siervo,
ni que restaures a las tribus de Jacob,
ni que hagas volver a los de Israel,
a quienes he preservado.
Yo te pongo ahora como luz para las naciones,
a fin de que lleves mi salvación
hasta los confines de la tierra».
7 Así dice el Señor,
el Redentor y Santo de Israel,
al despreciado y aborrecido por las naciones,
al siervo de los gobernantes:
«Los reyes te verán y se pondrán de pie,
los príncipes te verán y se inclinarán,
por causa del Señor, el Santo de Israel,
que es fiel y te ha escogido».
Restauración de Israel
8 Así dice el Señor:
«En el momento propicio te respondí,
y en el día de salvación te ayudé.
Ahora te guardaré, y haré de ti
un pacto para el pueblo,
para que restaures el país
y repartas las propiedades asoladas;
9 para que digas a los cautivos:
“¡Salid!”,
y a los que viven en tinieblas:
“¡Estáis en libertad!”
»Junto a los caminos pastarán
y en todo cerro árido hallarán pastos.
10 No tendrán hambre ni sed,
no los abatirá el sol ni el calor,
porque los guiará quien tiene compasión de ellos,
y los conducirá junto a manantiales de agua.
11 Convertiré en caminos todas mis montañas,
y construiré mis calzadas.
12 ¡Mirad! Ellos vendrán de muy lejos;
unos desde el norte, otros desde el oeste,
y aun otros desde la región de Asuán».[d]
13 Vosotros los cielos, ¡gritad de alegría!
Tierra, ¡regocíjate!
Montañas, ¡prorrumpid en canciones!
Porque el Señor consuela a su pueblo
y tiene compasión de sus pobres.
14 Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado;
el Señor se ha olvidado de mí».
15 «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara,
¡yo no te olvidaré!
16 Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
tus muros siempre los tengo presentes.
17 Tus constructores[e] se apresuran;
de ti se apartan tus destructores
y los que te asolaron.
18 Alza tus ojos, y mira a tu alrededor;
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tan cierto como que yo vivo,
—afirma el Señor—,
a todos ellos los usarás como adorno,
los lucirás en tu vestido de novia.
19 »Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas,
y tu tierra quedó asolada,
ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes,
y lejos quedarán los que te devoraban.
20 Los hijos que dabas por perdidos
todavía te dirán al oído:
“Este lugar es demasiado pequeño para mí;
hazme lugar para poder vivir”.
21 Y te pondrás a pensar:
“¿Quién me engendró estos hijos?
Yo no tenía hijos, era estéril,
desterrada y rechazada;
pero a estos, ¿quién los ha criado?
Me había quedado sola,
pero estos, ¿de dónde han salido?”»
22 Así dice el Señor omnipotente:
«Hacia las naciones alzaré mi mano,
hacia los pueblos levantaré mi estandarte.
Ellos traerán a tus hijos en sus brazos,
y cargarán a tus hijas en sus hombros.
23 Los reyes te adoptarán como hijo,
y sus reinas serán tus nodrizas.
Se postrarán ante ti rostro en tierra,
y lamerán el polvo que tú pises.
Sabrás entonces que yo soy el Señor,
y que no quedarán avergonzados
los que en mí confían».
24 ¿Se le puede quitar el botín a los guerreros?
¿Puede el cautivo ser rescatado del tirano?[f]
25 Pero así dice el Señor:
«Sí, al guerrero se le arrebatará el cautivo,
y del tirano se rescatará el botín;
contenderé con los que contiendan contigo,
y yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Haré que tus opresores se coman su propia carne
y se embriaguen con su propia sangre,
como si fuera vino.
Toda la humanidad sabrá entonces
que yo, el Señor, soy tu Salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».
El pecado de Israel y la obediencia del siervo
50 Así dice el Señor:
«A vuestra madre, yo la repudié;
¿dónde está el acta de divorcio?
¿A cuál de mis acreedores os he vendido?
Por causa de vuestras iniquidades,
fuisteis vendidos;
por vuestras transgresiones
fue despedida vuestra madre.
2 ¿Por qué no había nadie cuando vine?
¿Por qué nadie respondió cuando llamé?
¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar?
¿Me falta acaso fuerza para liberarlos?
Yo seco el mar con una simple reprensión,
y convierto los ríos en desierto;
por falta de agua, sus peces se pudren
y se mueren de sed.
3 A los cielos los revisto de tinieblas
y los cubro de ceniza».
4 El Señor omnipotente me ha concedido
tener una lengua instruida,
para sostener con mi palabra al fatigado.
Todas las mañanas me despierta,
y también me despierta el oído,
para que escuche como los discípulos.
5 El Señor omnipotente me ha abierto los oídos,
y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás.
6 Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban,
mis mejillas a los que me arrancaban la barba;
ante las burlas y los escupitajos
no escondí mi rostro.
7 Por cuanto el Señor omnipotente me ayuda,
no seré humillado.
Por eso endurecí mi rostro como el pedernal,
y sé que no seré avergonzado.
8 Cercano está el que me justifica;
¿quién entonces contenderá conmigo?
¡Comparezcamos juntos!
¿Quién es mi acusador?
¡Que se enfrente a mí!
9 ¡El Señor omnipotente es quien me ayuda!
¿Quién me condenará?
Todos ellos se gastarán;
como a la ropa, la polilla se los comerá.
10 ¿Quién de entre vosotros teme al Señor
y obedece la voz de su siervo?
Aunque camine en la oscuridad,
y sin un rayo de luz,
que confíe en el nombre del Señor
y dependa de su Dios.
11 Pero vosotros que encendéis fuegos
y preparáis antorchas encendidas,
caminad a la luz de vuestro propio fuego
y de las antorchas que habéis encendido.
Esto es lo que vosotros recibiréis de mi mano:
en medio de tormentos quedaréis tendidos.
Salvación eterna para Sión
51 «Vosotros, los que vais tras la justicia
y buscáis al Señor, ¡escuchadme!
Mirad la roca de la que fuisteis tallados,
la cantera de la que fuisteis extraídos.
2 Mirad a Abraham, vuestro padre,
y a Sara, que os dio a luz.
Cuando yo lo llamé, él era solo uno,
pero lo bendije y lo multipliqué.
3 Sin duda, el Señor consolará a Sión;
consolará todas sus ruinas.
Convertirá en un Edén su desierto;
en huerto del Señor sus tierras secas.
En ella encontrarán alegría y regocijo,
acción de gracias y música de salmos.
4 »Préstame atención, pueblo mío;
óyeme, nación mía:
porque de mí saldrá la ley,
y mi justicia será luz para las naciones.
5 Ya se acerca mi justicia,
mi salvación está en camino;
¡mi brazo juzgará a las naciones!
Las costas lejanas confían en mí,
y ponen su esperanza en mi brazo.
6 Levantad los ojos al cielo;
mirad la tierra aquí abajo:
como humo se esfumarán los cielos,
como ropa se gastará la tierra,
y como moscas morirán sus habitantes.
Pero mi salvación permanecerá para siempre,
mi justicia nunca fallará.
7 »Escuchadme, vosotros que conocéis lo que es recto;
pueblo que lleva mi ley en su corazón:
No temáis el reproche de los hombres,
ni os desalentéis por sus insultos,
8 porque la polilla se los comerá como ropa
y el gusano los devorará como lana.
Pero mi justicia permanecerá para siempre;
mi salvación, por todas las generaciones».
9 ¡Despierta, brazo del Señor!
¡Despierta y vístete de fuerza!
Despierta, como en los días pasados,
como en las generaciones de antaño.
¿No fuiste tú el que despedazó a Rahab,
el que traspasó a ese monstruo marino?
10 ¿No fuiste tú el que secó el mar,
esas aguas del gran abismo?
¿El que en las profundidades del mar hizo un camino
para que por él pasaran los redimidos?
11 Volverán los rescatados del Señor,
y entrarán en Sión con cánticos de júbilo;
su corona será el gozo eterno.
Se llenarán de regocijo y alegría,
y se apartarán de ellos el dolor y los gemidos.
12 «Soy yo mismo el que los consuela.
¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
a simples mortales, que no son más que hierba?
13 ¿Has olvidado al Señor, que te hizo;
al que extendió los cielos y afirmó la tierra?
¿Vivirás cada día en terror constante
por causa de la furia del opresor
que está dispuesto a destruir?
Pero ¿dónde está esa furia?
14 Pronto serán liberados los prisioneros;
no morirán en el calabozo,
ni les faltará el pan.
15 Porque yo soy el Señor tu Dios,
yo agito el mar, y rugen sus olas;
el Señor Todopoderoso es mi nombre.
16 He puesto mis palabras en tu boca
y te he cubierto con la sombra de mi mano;
he establecido los cielos y afirmado la tierra,
y he dicho a Sión: “Tú eres mi pueblo”».
La copa de la ira de Dios
17 ¡Despierta, Jerusalén, despierta!
Levántate, tú, que de la mano del Señor
has bebido la copa de su furia;
tú, que has bebido hasta el fondo
la copa que entorpece a los hombres.
18 De todos los hijos que diste a luz,
no hubo ninguno que te guiara;
de todos los hijos que criaste,
ninguno te tomó de la mano.
19 Estos dos males han venido sobre ti:
ruina y destrucción, hambre y espada.
¿Quién se apiadará de ti?
¿Quién te consolará?[g]
20 Tus hijos han desfallecido;
como antílopes atrapados en la red,
han caído en las esquinas de las calles.
Sobre ellos recae toda la furia del Señor,
todo el reproche de tu Dios.
21 Por eso, escucha esto, tú que estás afligida;
que estás ebria, pero no de vino.
22 Así dice tu Señor y Dios,
tu Dios, que aboga por su pueblo:
«Te he quitado de la mano
la copa que te hacía tambalear.
De esa copa, que es el cáliz de mi furia,
jamás volverás a beber.
23 La pondré en manos de los que te atormentan,
de los que te dijeron:
“¡Tiéndete en el suelo,
para que pasemos sobre ti!”
¡Y te echaste boca abajo, sobre el suelo,
para que te pisoteara todo el mundo!»
52 ¡Despierta, Sión, despierta!
¡Revístete de poder!
Jerusalén, ciudad santa,
ponte tus vestidos de gala,
que los incircuncisos e impuros
no volverán a entrar en ti.
2 ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén!
¡Levántate, vuelve al trono!
¡Libérate de las cadenas de tu cuello,
cautiva hija de Sión!
3 Porque así dice el Señor:
«Fuisteis vendidos por nada,
y sin dinero seréis redimidos».
4 Porque así dice el Señor omnipotente:
«En tiempos pasados,
mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí;
en estos últimos tiempos,
Asiria los ha oprimido sin razón.
5 »Y ahora —afirma el Señor—,
¿qué estoy haciendo aquí?
Sin motivo se han llevado a mi pueblo;
sus gobernantes se mofan de él.[h]
No hay un solo momento
en que mi nombre no lo blasfemen.
6 Por eso mi pueblo conocerá mi nombre,
y en aquel día sabrán
que yo soy quien dice: “¡Aquí estoy!”»
7 ¡Qué hermosos son, sobre los montes,
los pies del que trae buenas nuevas;
del que proclama la paz,
del que anuncia buenas noticias,
del que proclama la salvación,
del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!
8 ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz,
y juntos gritan de alegría,
porque ven con sus propios ojos
que el Señor vuelve a Sión.
9 Ruinas de Jerusalén,
¡prorrumpid juntas en canciones de alegría!
Porque el Señor ha consolado a su pueblo,
¡ha redimido a Jerusalén!
10 El Señor desnudará su santo brazo
a la vista de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra
verán la salvación de nuestro Dios.
11 Vosotros, que transportáis los utensilios del Señor,
¡poneos en marcha, salid de allí!
¡Salid de en medio de ella, purificaos!
¡No toquéis nada impuro!
12 Pero no tendréis que apresuraros ni salir huyendo,
porque el Señor marchará a la cabeza;
¡el Dios de Israel os cubrirá la espalda!
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