Bible in 90 Days
Primer discurso de Bildad
8 A esto respondió Bildad de Súah:
2 «¿Hasta cuándo seguirás hablando así?
¡Tus palabras son un viento huracanado!
3 ¿Acaso Dios pervierte la justicia?
¿Acaso tuerce el derecho el Todopoderoso?
4 Si tus hijos pecaron contra Dios,
él les dio lo que su pecado merecía.
5 Pero, si tú vuelves la mirada a Dios,
si le pides perdón al Todopoderoso,
6 y si eres puro y recto,
él saldrá en tu defensa[a]
y te restablecerá en el lugar que te corresponde.
7 Modestas parecerán tus primeras riquezas,
comparadas con tu prosperidad futura.
8 »Pregunta a las generaciones pasadas;
averigua lo que descubrieron sus padres.
9 Nosotros nacimos ayer, y nada sabemos;
nuestros días en este mundo son como una sombra.
10 Pero ellos te instruirán, te lo harán saber;
compartirán contigo su experiencia.
11 ¿Puede crecer el papiro donde no hay pantano?
¿Pueden crecer los juncos donde no hay agua?
12 Aunque estén floreciendo y nadie los haya cortado,
se marchitan antes que otra hierba.
13 Tal es el destino de los que se olvidan de Dios;
así termina la esperanza de los impíos.
14 Muy débiles[b] son sus esperanzas;
han puesto su confianza en una telaraña.
15 No podrán sostenerse cuando se apoyen en ella;
no quedarán en pie cuando se prendan de sus hilos.
16 Son como plantas frondosas expuestas al sol,
que extienden sus ramas por todo el jardín:
17 hunden sus raíces en torno a un montón de piedras
y buscan arraigarse entre ellas.
18 Pero, si las arrancan de su sitio,
ese lugar negará haberlas conocido.
19 ¡Así termina su alegría de vivir,
y del suelo brotan otras plantas!
20 »Dios no rechaza a quien es íntegro,
ni brinda su apoyo a quien hace el mal.
21 Pondrá de nuevo risas en tu boca,
y gritos de alegría en tus labios.
22 Tus enemigos se cubrirán de vergüenza,
y desaparecerán las moradas de los malvados».
Tercer discurso de Job
9 Job entonces replicó:
2 «Aunque sé muy bien que esto es cierto,
¿cómo puede un mortal justificarse ante Dios?
3 Si uno quisiera disputar con él,
de mil cosas no podría responderle una sola.
4 Profunda es su sabiduría, vasto su poder.
¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado?
5 Él mueve montañas sin que estas lo sepan,
y en su enojo las trastorna.
6 Él remueve los cimientos de la tierra
y hace que se estremezcan sus columnas.
7 Reprende al sol, y su brillo se apaga;
eclipsa la luz de las estrellas.
8 Él se basta para extender los cielos;
somete a su dominio las olas del mar.
9 Él creó la Osa y el Orión,
las Pléyades y las constelaciones del sur.
10 Él realiza maravillas insondables,
portentos que no pueden contarse.
11 Si pasara junto a mí, no podría verlo;
si se alejara, no alcanzaría a percibirlo.
12 Si de algo se adueñara, ¿quién lo haría desistir?
¿Quién puede cuestionar sus actos?
13 Dios no depone el enojo;
aun Rahab y sus secuaces se postran a sus pies.
14 »¿Cómo entonces podré yo responderle?
¿Dónde hallar palabras para contradecirle?
15 Aunque yo fuera inocente, no puedo defenderme;
de mi juez solo puedo pedir misericordia.
16 Y, aunque lo llamara y me respondiera,
no creo que me concediera audiencia.
17 Me despedazaría con una tormenta,
y por la menor cosa multiplicaría mis heridas.
18 No me dejaría recobrar el aliento;
más bien, me saturaría de amargura.
19 Si de fuerza se trata, ¡él es más poderoso!
Si es cuestión de juicio, ¿quién lo[c] hará comparecer?
20 Aun siendo inocente, me condenará mi boca;
aun siendo íntegro, resultaré culpable.
21 »Soy intachable, pero ya no me importa;
tengo en poco mi propia vida.
22 Todo es lo mismo; por eso digo:
“A buenos y a malos destruye por igual”.
23 Si alguna plaga acarrea la muerte repentina,
él se burla de la angustia del inocente.
24 Si algún malvado se apodera de un terreno,
él les tapa los ojos a los jueces.
Si no lo hace él, ¿entonces quién?
25 »Transcurren mis días con más rapidez que un corredor;
vuelan sin que hayan conocido la dicha.
26 Se deslizan como barcas de papiro,
como veloces águilas al caer sobre su presa.
27 Si acaso digo: “Olvidaré mi queja,
cambiaré de expresión, esbozaré una sonrisa”,
28 me queda el miedo de tanto sufrimiento,
pues bien sé que no me consideras inocente.
29 Y, ya que me tienes por culpable,
¿para qué voy a luchar en vano?
30 Aunque me restriegue con jabón[d]
y me limpie las manos con lejía,
31 tú me lanzarás al muladar,
¡y hasta mis ropas me aborrecerán!
32 »Dios no es hombre como yo,
para que juntos comparezcamos ante un tribunal.
33 ¡No hay un juez aquí
que decida el caso entre nosotros dos!
34 ¡No hay quien aleje de mí el báculo divino
para que ya no me asuste su terror!
35 Quisiera hablar sin temor,
pero no puedo hacerlo.
10 »¡Ya estoy harto de esta vida!
Por eso doy rienda suelta a mi queja;
desahogo la amargura de mi alma.
2 Le he dicho a Dios: No me condenes.
Dime qué es lo que tienes contra mí.
3 ¿Te parece bien el oprimirme
y despreciar la obra de tus manos
mientras te muestras complaciente
ante los planes del malvado?
4 ¿Son tus ojos los de un simple mortal?
¿Ves las cosas como las vemos nosotros?
5 ¿Son tus días como los nuestros,
tus años como los de un mortal,
6 para que andes investigando mis faltas
y averiguándolo todo acerca de mi pecado?
7 ¡Tú bien sabes que no soy culpable
y que de tus manos no tengo escapatoria!
8 »Tú me hiciste con tus propias manos;
tú me diste forma.
¿Vas ahora a cambiar de parecer
y a ponerle fin a mi vida?
9 Recuerda que tú me modelaste, como al barro;
¿vas ahora a devolverme al polvo?
10 ¿No fuiste tú quien me derramó como leche,
quien me hizo cuajar como queso?
11 Fuiste tú quien me vistió de carne y piel,
quien me tejió con huesos y tendones.
12 Me diste vida, me favoreciste con tu amor,
y tus cuidados me han infundido aliento.
13 »Pero una cosa mantuviste en secreto,
y sé muy bien que la tuviste en mente:
14 Que, si yo peco, tú me vigilas
y no pasas por alto mi pecado.
15 Si soy culpable, ¡ay de mí!
Si soy inocente, no puedo dar la cara.
¡Lleno estoy de vergüenza,
y consciente de mi aflicción!
16 Si me levanto, me acechas como un león
y despliegas contra mí tu gran poder.
17 Contra mí presentas nuevos testigos,
contra mí acrecientas tu enojo.
¡Una tras otra, tus tropas me atacan!
18 »¿Por qué me hiciste salir del vientre?
¡Quisiera haber muerto, sin que nadie me viera!
19 ¡Preferiría no haber existido,
y haber pasado del vientre a la tumba!
20 ¿Acaso mis contados días no llegan ya a su fin?
¡Déjame disfrutar de un momento de alegría
21 antes de mi partida sin regreso
a la tierra de la penumbra y de las sombras,
22 al país de la más profunda de las noches,
al país de las sombras y del caos,
donde aun la luz se asemeja a las tinieblas!»
Primer discurso de Zofar
11 A esto respondió Zofar de Namat:
2 «¿Quedará sin respuesta toda esta perorata?
¿Resultará inocente este hablador?
3 ¿Toda esa palabrería nos dejará callados?
¿Te burlarás sin que nadie te reprenda?
4 Tú afirmas: “Mi postura es la correcta;
soy puro a los ojos de Dios”.
5 ¡Cómo me gustaría que Dios interviniera
y abriera sus labios contra ti
6 para mostrarte los secretos de la sabiduría,
pues esta es muy compleja![e]
Sabrías entonces que buena parte de tu pecado
Dios no lo ha tomado en cuenta.
7 »¿Puedes adentrarte en los misterios de Dios
o alcanzar la perfección[f] del Todopoderoso?
8 Son más altos que los cielos;
¿qué puedes hacer?
Son más profundos que el sepulcro;
¿qué puedes saber?
9 Son más extensos que toda la tierra;
¡son más anchos que todo el mar!
10 »Si viene y te pone en un calabozo,
y luego te pide cuentas,
¿quién lo hará desistir?
11 Bien conoce Dios a la gente sin escrúpulos;
cuando percibe el mal, no lo pasa por alto.
12 ¡El necio llegará a ser sabio
cuando de un asno salvaje nazca un hombre![g]
13 »Pero, si le entregas tu corazón
y hacia él extiendes las manos,
14 si te apartas del pecado que has cometido
y en tu morada no das cabida al mal,
15 entonces podrás llevar la frente en alto
y mantenerte firme y libre de temor.
16 Ciertamente olvidarás tus pesares,
o los recordarás como el agua que pasó.
17 Tu vida será más radiante que el sol de mediodía,
y la oscuridad será como el amanecer.
18 Vivirás tranquilo, porque hay esperanza;
estarás protegido[h] y dormirás confiado.
19 Descansarás sin temer a nadie,
y muchos querrán ganarse tu favor.
20 Pero los ojos de los malvados se apagarán;
no tendrán escapatoria.
¡Su esperanza es exhalar el último suspiro!»
Cuarto discurso de Job
12 A esto respondió Job:
2 «¡No hay duda de que vosotros sois el pueblo!
¡Muertos vosotros, morirá la sabiduría!
3 Pero yo soy tan listo como vosotros;
en nada siento que me aventajéis.
¿Quién no sabe todas esas cosas?
4 »Yo, que llamaba a Dios y él me respondía,
me he vuelto el hazmerreír de mis amigos;
¡soy un hazmerreír, siendo recto e intachable!
5 Dice la gente que vive tranquila:
“¡Al daño se añade la injuria!”,
“¡Al que está por caer, hay que empujarlo!”
6 Los salteadores viven tranquilos en sus tiendas;
confiados viven esos que irritan a Dios
y piensan que pueden controlarlo.
7 »Pero consulta a los animales,
y ellos te darán una lección;
pregunta a las aves del cielo,
y ellas te lo contarán;
8 habla con la tierra, y ella te enseñará;
con los peces del mar, y te lo harán saber.
9 ¿Quién de todos ellos no sabe
que la mano del Señor ha hecho todo esto?
10 En sus manos está la vida de todo ser vivo,
y el hálito que anima a todo ser humano.
11 ¿Acaso no comprueba el oído las palabras
como la lengua prueba la comida?
12 Entre los ancianos se halla la sabiduría;
en los muchos años, el entendimiento.
13 »Con Dios están la sabiduría y el poder;
suyos son el consejo y el entendimiento.
14 Lo que él derriba, nadie lo levanta;
a quien él apresa, nadie puede liberarlo.
15 Si él retiene las lluvias, hay sequía;
si las deja caer, se inunda la tierra.
16 Suyos son el poder y el buen juicio;
suyos son los engañados y los que engañan.
17 Él pone en ridículo a los consejeros
y hace que los jueces pierdan la cabeza.
18 Despoja de su autoridad a los reyes,
y les ata a la cintura una simple soga.[i]
19 Él pone en ridículo a los sacerdotes,
y derroca a los que detentan el poder.
20 Acalla los labios de los consejeros
y deja sin discernimiento a los ancianos.
21 Derrama ignominia sobre los nobles
y deja en vergüenza a[j] los poderosos.
22 Pone al descubierto los más oscuros abismos
y saca a la luz las sombras más profundas.
23 Engrandece o destruye a las naciones;
las hace prosperar o las dispersa.
24 Priva de sensatez a los poderosos,
y los hace vagar por desiertos sin senderos.
25 Andan a tientas en medio de la oscuridad,
y se tambalean como borrachos.
13 »Todo esto lo han visto mis ojos;
lo han escuchado y entendido mis oídos.
2 Yo tengo tanto conocimiento como vosotros;
en nada siento que me aventajéis.
3 Más bien quisiera hablar con el Todopoderoso;
me gustaría discutir mi caso con Dios.
4 Porque vosotros sois unos incriminadores;[k]
¡como médicos no valéis nada!
5 ¡Si tan solo os callaseis la boca!
Eso, en vosotros, ¡ya sería sabiduría!
6 Ahora os toca escuchar mi defensa;
prestad atención a mi alegato.
7 ¿Os atreveréis a mentir en nombre de Dios?
¿Argumentaréis en su favor con engaños?
8 ¿Le haréis el favor de defenderlo?
¿Vais a resultar sus abogados defensores?
9 ¿Qué pasaría si él os examinara?
¿Podríais engañarlo como se engaña a la gente?
10 Lo más seguro es que él os reprendería
si en secreto os mostraseis parciales.
11 ¿Acaso no os infundiría miedo su esplendor?
¿Y no caería sobre vosotros su terror?
12 ¡Habéis memorizado proverbios sin sentido!
¡Os defendéis con apologías endebles!
13 »¡Callad la boca y dejadme hablar,
y que suceda lo que tenga que suceder!
14 ¿Por qué me pongo en peligro
y me juego el pellejo?
15 ¡Que me mate! ¡Ya no tengo esperanza![l]
Pero en su propia cara defenderé mi conducta.
16 En esto radica mi liberación:
en que ningún impío comparecería ante él.
17 »Prestad atención a mis palabras;
prestad oído a lo que digo:
18 Ved que ya he preparado mi defensa,
y sé muy bien que seré declarado inocente.
19 ¿Hay quien pueda presentar cargos contra mí?
Si lo hay, me quedaré callado hasta morir.
20 »Concédeme, oh Dios, solo dos cosas,
y no tendré que esconderme de ti:
21 Para ya de castigarme
y deja de infundirme temor.
22 Llámame a comparecer y te responderé;
o déjame hablar y contéstame.
23 Enumera mis iniquidades y pecados;
hazme ver mis transgresiones y ofensas.
24 ¿Por qué me evitas?
¿Por qué me tienes por enemigo?
25 ¿Asustarás a una hoja arrebatada por el viento?
¿Perseguirás a la paja seca?
26 Has dictado contra mí penas amargas;
me estás haciendo pagar por[m] los pecados de mi juventud.
27 Me has puesto cadenas en los pies;
vigilas todos mis pasos;
¡examinas las huellas que dejo al caminar!
28 »El hombre es como un odre[n] desgastado;
como ropa carcomida por la polilla.
14 »Pocos son los días, y muchos los problemas,
que vive el hombre nacido de mujer.
2 Es como las flores, que brotan y se marchitan;
es como efímera sombra que se esfuma.
3 ¿Y en alguien así has puesto los ojos?
¿A alguien como yo llevarás a juicio?
4 ¿Quién de la inmundicia puede sacar pureza?
¡No hay nadie que pueda hacerlo!
5 Los días del hombre ya están determinados;
tú has decretado los meses de su vida;
le has puesto límites que no puede rebasar.
6 Aparta de él la mirada; déjalo en paz,
hasta que haya gozado de su día de asalariado.
7 »Si se derriba un árbol,
queda al menos la esperanza de que retoñe
y de que no se marchiten sus renuevos.
8 Tal vez sus raíces envejezcan en la tierra
y su tronco muera en su terreno,
9 pero, al sentir el agua, florecerá;
echará ramas como árbol recién plantado.
10 El hombre, en cambio, muere y pierde su fuerza;
exhala el último suspiro y deja de existir.
11 Y así como del mar desaparece el agua,
y los ríos se agotan y se secan,
12 así los mortales, cuando se acuestan,
no se vuelven a levantar.
Mientras exista el cielo,
no se levantarán los mortales
ni se despertarán de su sueño.
13 »¡Si al menos me ocultaras en el sepulcro
y me escondieras hasta que pase tu enojo!
¡Si al menos me pusieras un plazo,
y luego me recordaras!
14 Si el hombre muere, ya no vuelve a la vida.
Cada día de mi servicio obligatorio
esperaré que llegue mi relevo.
15 Tú me llamarás, y yo te responderé;
desearás ver la obra de tus manos.
16 Desearás también contar mis pasos,
pero no tomarás en cuenta mi pecado.
17 En saco sellado guardarás mis transgresiones,
y perdonarás del todo mi pecado.
18 »Pero, así como un monte se erosiona y se derrumba,
y las piedras cambian de lugar;
19 así como las aguas desgastan las rocas
y los torrentes erosionan el suelo,
así tú pones fin a la esperanza del hombre.
20 Lo apabullas del todo, y él desaparece;
le desfiguras el semblante, y entonces lo despides.
21 Si sus hijos reciben honores, él no lo sabe;
si se les humilla, él no se da cuenta.
22 Solo siente el dolor de su propio cuerpo,
y solo de sí mismo se conduele».
Segundo discurso de Elifaz
15 Replicó entonces Elifaz de Temán:
2 «El sabio no responde con vana sabiduría
ni explota en violenta verborrea.[o]
3 Tampoco discute con argumentos vanos
ni con palabras huecas.
4 Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios
y tomas a la ligera la devoción que él merece.
5 Tu maldad pone en acción tu boca;
hablas igual que los pícaros.
6 Tu propia boca te condena, no la mía;
tus propios labios testifican contra ti.
7 »¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido?
¿Naciste acaso antes que los montes?
8 ¿Tienes parte en el consejo de Dios?
¿Acaso eres tú el único sabio?
9 ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué has percibido que nosotros ignoremos?
10 Las canas y la edad están de nuestra parte,
tenemos más experiencia que tu padre.
11 ¿No te basta que Dios mismo te consuele
y que se te hable con cariño?
12 ¿Por qué te dejas llevar por el enojo?
¿Por qué te relampaguean los ojos?
13 ¿Por qué desatas tu enojo contra Dios
y das rienda suelta a tu lengua?
14 »¿Qué es el hombre para creerse puro,
y el nacido de mujer para alegar inocencia?
15 Si Dios no confía ni en sus santos siervos,
y ni siquiera considera puros a los cielos,
16 ¡cuánto menos confiará en el hombre,
que es vil y corrupto y tiene sed del mal![p]
17 »Escúchame, y te lo explicaré;
déjame decirte lo que he visto.
18 Es lo que han declarado los sabios,
sin ocultar nada de lo aprendido de sus padres.
19 Solo a ellos se les dio la tierra,
y ningún extraño pasó entre ellos.
20 El impío se ve atormentado toda la vida,
el desalmado tiene sus años contados.
21 Sus oídos perciben sonidos espantosos;
cuando está en paz, los salteadores lo atacan.
22 No espera escapar de las tinieblas;
condenado está a morir a filo de espada.
23 Vaga sin rumbo; es comida de los buitres;[q]
sabe que el día de las tinieblas le ha llegado.
24 La desgracia y la angustia lo llenan de terror;
lo abruman como si un rey fuera a atacarlo,
25 y todo por levantar el puño contra Dios
y atreverse a desafiar al Todopoderoso.
26 Contra Dios se lanzó desafiante,
blandiendo grueso y resistente escudo.
27 »Aunque su rostro esté hinchado de grasa,
y le sobre carne en la cintura,
28 habitará en lugares desolados,
en casas deshabitadas,
en casas a punto de derrumbarse.
29 Dejará de ser rico; no durarán sus riquezas
ni se extenderán sus posesiones por la tierra.
30 No podrá escapar de las tinieblas;
una llama de fuego marchitará sus renuevos,
y el aliento de Dios lo arrebatará.
31 Que no se engañe ni confíe en cosas vanas,
porque nada obtendrá a cambio de ellas.
32 Antes de tiempo recibirá su merecido,
y sus ramas no reverdecerán.
33 Quedará como vid que pierde sus uvas verdes,
como olivo que no llega a florecer.
34 La compañía de los impíos no es de provecho;
¡las moradas de los que aman el soborno
serán consumidas por el fuego!
35 Conciben iniquidad, y dan a luz maldad;
en su vientre se genera el engaño».
Quinto discurso de Job
16 A esto, Job contestó:
2 «He escuchado muchas cosas como estas;
¡valiente consuelo el de[r] todos vosotros!
3 ¿No habrá fin a vuestras peroratas?
¿Qué os irrita tanto que seguís contendiendo?
4 ¡También yo podría hablar del mismo modo
si estuvierais vosotros en mi lugar!
¡También yo pronunciaría bellos discursos contra vosotros,
meneando con sarcasmo la cabeza!
5 ¡Os infundiría nuevos bríos con la boca;
os daría consuelo con los labios!
6 »Si hablo, mi dolor no disminuye;
si me callo, tampoco se me calma.
7 Ciertamente Dios me ha destruido;
ha exterminado[s] a toda mi familia.
8 Me tiene acorralado, y da testimonio contra mí;
mi deplorable estado se levanta y me condena.
9 »En su enojo, Dios me desgarra y me persigue;
rechina los dientes contra mí;
en mí clava su mirada mi adversario.
10 La gente se mofa de mí abiertamente;
burlones, me dan de bofetadas,
y todos juntos se ponen en mi contra.
11 Dios me ha entregado en manos de gente inicua;
me ha arrojado en las garras de los malvados.
12 Yo vivía tranquilo, pero él me destrozó;
me agarró por el cuello y me hizo pedazos;
¡me hizo blanco de sus ataques!
13 Sus arqueros me rodearon.
Sin piedad me perforaron los riñones,
y mi hiel se derramó por el suelo.
14 Abriéndome herida tras herida,
se lanzaron contra mí como un guerrero.
15 »El luto es parte de mi cuerpo;
en el polvo tengo enterrada la frente.[t]
16 De tanto llorar tengo enrojecida la cara,
profundas ojeras tengo en torno a los ojos;
17 pero mis manos están libres de violencia,
y es pura mi oración.
18 »¡Ah, tierra, no cubras mi sangre!
¡No dejes que se acalle mi clamor!
19 Ahora mismo tengo en los cielos un testigo;
en lo alto se encuentra mi abogado.
20 Mi intercesor es mi amigo,[u]
y ante él me deshago en lágrimas
21 para que interceda ante Dios en favor mío,
como quien apela por su amigo.
22 Pasarán solo unos cuantos años
antes de que yo emprenda el viaje sin regreso.
17 »Mi ánimo se agota,
mis días se acortan,
la tumba me espera.
2 Estoy rodeado de burlones;
¡sufren mis ojos su hostilidad!
3 »Dame, oh Dios, la fianza que demandas.
¿Quién más podría responder por mí?
4 Tú has ofuscado su pensamiento,
por eso no dejarás que triunfen.
5 Quien por una recompensa denuncia a sus amigos
verá a sus hijos desfallecer.
6 »Dios me ha puesto en boca de todos;
no falta quien me escupa en la cara.
7 Los ojos se me apagan a causa del dolor;
todo mi esqueleto no es más que una sombra.
8 Los justos ven esto, y se quedan asombrados;
los inocentes se indignan contra el impío,
9 la gente recta se aferra a su camino
y los de manos limpias aumentan su fuerza.
10 »Venid, pues, todos vosotros; ¡arremeted contra mí!
No hallaré entre vosotros a un solo sabio.
11 Mis días van pasando, mis planes se frustran
junto con los anhelos de mi corazón.
12 Esta gente convierte la noche en día;
todo está oscuro, pero insisten:
“La luz se acerca”.
13 Si el único hogar que espero es el sepulcro,
he de tenderme a dormir en las tinieblas;
14 he de llamar “Padre mío” a la corrupción,
y “Madre” y “Hermana” a los gusanos.
15 ¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí?
16 ¿Bajaréis conmigo hasta las puertas de la muerte?
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?»
Segundo discurso de Bildad
18 Respondió entonces Bildad de Súah:
2 «¿Cuándo pondrás fin a tanta palabrería?
Entra en razón, y entonces hablaremos.
3 ¿Por qué nos tratas como si fuéramos bestias?
¿Por qué nos consideras unos tontos?
4 Es tal tu enojo que te desgarras el alma;
¡mas no por ti quedará desierta la tierra,
ni se moverán de su lugar las rocas!
5 »La lámpara de los malvados se apagará;
la llama de su fuego dejará de arder.
6 Languidece la luz de su morada;
la lámpara que lo alumbra se apagará.
7 El vigor de sus pasos se irá debilitando;
sus propios planes lo derribarán.
8 Sus pies lo harán caer en una trampa,
y entre sus redes quedará atrapado.
9 Quedará sujeto por los tobillos;
quedará atrapado por completo.
10 Un lazo le espera escondido en el suelo;
una trampa está tendida a su paso.
11 El terror lo asalta por doquier,
y anda tras sus pasos.
12 La calamidad lo acosa sin descanso;
el desastre no lo deja un solo instante.
13 La enfermedad le carcome el cuerpo;
la muerte le devora las manos y los pies.[v]
14 Lejos de la seguridad de su morada,
marcha ahora hacia el rey de los terrores.
15 El fuego se ha apoderado de su tienda;[w]
hay azufre ardiente esparcido en su morada.
16 En el tronco, sus raíces se han secado;
en la copa, sus ramas se marchitan.
17 Borrada de la tierra ha sido su memoria;
de su fama nada queda en el país.
18 De la luz es lanzado a las tinieblas;
ha sido expulsado de este mundo.
19 No tiene entre su pueblo hijos ni parientes;
nadie le sobrevive donde él habitó.
20 Del oriente al occidente
los pueblos se asombran de su suerte
y se estremecen de terror.
21 Así es la morada del malvado,
el lugar del que no conoce a Dios».
Sexto discurso de Job
19 A esto, Job respondió:
2 «¿Hasta cuándo vais a estar atormentándome
y aplastándome con vuestras palabras?
3 Una y otra vez[x] me hacéis reproches;
descaradamente me atacáis.
4 Aun si fuera verdad que me he desviado,
mis errores son asunto mío.
5 Si queréis daros importancia a costa mía,
y valeros de mi humillación para atacarme,
6 sabed que es Dios quien me ha hecho daño,
quien me ha atrapado en su red.
7 »Aunque grito: “¡Violencia!”, no hallo respuesta;
aunque pido ayuda, no se me hace justicia.
8 Dios me ha cerrado el camino, y no puedo pasar;
ha cubierto de oscuridad mis senderos.
9 Me ha despojado de toda honra;
de la cabeza me ha quitado la corona.
10 Por todos lados me destroza, como a un árbol;
me aniquila, y arranca de raíz mi esperanza.
11 Su enojo se ha encendido contra mí;
me cuenta entre sus enemigos.
12 Sus tropas avanzan en tropel;
levantan una rampa para asediarme;
¡acampan alrededor de mi tienda!
13 »Hizo que mis hermanos me abandonaran;
hasta mis amigos se han alejado de mí.
14 Mis parientes y conocidos se distanciaron,
me echaron al olvido.
15 Mis huéspedes y mis criadas me ven como a un extraño,
me miran como a un desconocido.
16 Llamo a mi criado, y no me responde,
aunque yo mismo se lo ruego.
17 A mi esposa le da asco mi aliento;
a mis hermanos[y] les resulto repugnante.
18 Hasta los niños me desprecian;
en cuanto me ven, se burlan de mí.
19 A todos mis amigos les resulto abominable;
mis seres queridos se han vuelto contra mí.
20 La piel y la carne se me pegan a los huesos;
¡a duras penas he salvado el pellejo![z]
21 »¡Compadeceos de mí, amigos míos;
compadeceos, que la mano de Dios me ha golpeado!
22 ¿Por qué me acosáis como Dios?
¿No os basta con desollarme vivo?[aa]
23 »¡Ah, si fueran grabadas mis palabras,
si quedaran escritas en un libro!
24 ¡Si para siempre quedaran sobre la roca,
grabadas con cincel de hierro sobre plomo!
25 Yo sé que mi redentor[ab] vive,
y que al final triunfará sobre la muerte.[ac]
26 Y, cuando mi piel haya sido destruida,
todavía veré a Dios con mis propios ojos.[ad]
27 Yo mismo espero verlo;
espero ser yo quien lo vea, y no otro.
¡Este anhelo me consume las entrañas!
28 »Vosotros decís: “Vamos a acosarlo,
porque en él está la raíz del mal”.
29 Pero cuidaos de la espada,
pues con ella viene la ira justiciera,
para que sepáis que hay un juez».
Segundo discurso de Zofar
20 A esto respondió Zofar de Namat:
2 «Mis turbados pensamientos me hacen replicar,
pues me hallo muy desconcertado.
3 He escuchado una reprensión que me deshonra,
y mi inteligencia me obliga a responder.
4 »Bien sabes tú que desde antaño,
desde que Dios puso al hombre[ae] en la tierra,
5 muy breve ha sido la algarabía del malvado;
la alegría del impío ha sido pasajera.
6 Aunque su orgullo llegue hasta los cielos
y alcance a tocar con la cabeza las nubes,
7 él perecerá para siempre, como su excremento,
y sus allegados dirán: “¿Qué fue de él?”
8 Como un sueño, como una visión nocturna,
se desvanecerá y no volverá a ser hallado.
9 Los ojos que lo vieron no volverán a verlo;
su lugar no volverá a contemplarlo.
10 Sus hijos tendrán que resarcir a los pobres;
ellos mismos restituirán las riquezas de su padre.
11 El vigor juvenil que hoy sostiene sus huesos
un día reposará en el polvo con él.
12 »Aunque en su boca el mal sabe dulce
y lo disimula bajo la lengua,
13 y aunque no lo suelta para nada,
sino que tenazmente lo retiene,
14 ese pan se le agriará en el estómago;
dentro de él se volverá veneno de áspid.
15 Vomitará las riquezas que engulló;
Dios hará que las arroje de su vientre.
16 Chupará veneno de serpientes;
la lengua de un áspid lo matará.
17 No disfrutará de los arroyos,
de los ríos de crema y miel;
18 no engullirá las ganancias de sus negocios;
no disfrutará de sus riquezas,
19 porque oprimió al pobre y lo dejó sin nada,
y se adueñó de casas que nunca construyó.
20 »Su ambición nunca quedó satisfecha;
¡nada quedó a salvo de su codicia!
21 Nada se libró de su voracidad;
por eso no perdurará su bienestar.
22 En medio de la abundancia, lo abrumará la angustia;
le sobrevendrá toda la fuerza de la desgracia.
23 Cuando el malvado se haya llenado el vientre,
Dios dará rienda suelta a su enojo contra él,
y descargará sobre él sus golpes.
24 Aunque huya de las armas de hierro,
una flecha de bronce lo atravesará.
25 Cuando del hígado y de la espalda
intente sacarse la punta de la flecha,
se verá sobrecogido de espanto,
26 y la oscuridad total acechará sus tesoros.
Un fuego no atizado acabará con él
y con todo lo que haya quedado de su casa.
27 Los cielos harán pública su culpa;
la tierra se levantará a denunciarlo.
28 En el día de la ira de Dios,
un aluvión arrasará su casa.
29 Tal es el fin que Dios reserva al malvado;
tal es la herencia que le asignó».
Séptimo discurso de Job
21 A esto, Job respondió:
2 «Escuchad atentamente mis palabras;
concededme este consuelo.
3 Tened un poco de paciencia mientras hablo,
y burlaos si queréis cuando haya terminado.
4 »¿Acaso dirijo mi queja a los mortales?
¿Por qué creéis que pierdo la paciencia?
5 Miradme, y quedaos asombrados;
tapaos la boca con la mano.
6 Si pienso en esto, me lleno de espanto;
un escalofrío me corre por el cuerpo.
7 ¿Por qué siguen con vida los malvados,
cada vez más viejos y más ricos?
8 Ven establecerse en torno a ellos
a sus hijos y a sus descendientes.
9 Tienen paz en su hogar, y están libres de temores;
la vara de Dios no los castiga.
10 Sus toros son verdaderos sementales;
sus vacas paren y no pierden las crías.
11 Dejan correr a sus niños como si fueran ovejas;
sus pequeñuelos danzan alegres.
12 Cantan al son del tamboril y del arpa;
se divierten al son de la flauta.
13 Pasan la vida con gran bienestar,
y en paz bajan al sepulcro.
14 A Dios increpan: “¡Déjanos tranquilos!
No queremos conocer tu voluntad.
15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Qué ganamos con dirigirle nuestras oraciones?”
16 Pero su bienestar no depende de ellos.
¡Jamás me dejaré llevar por sus malos consejos!
17 »¿Cuándo se ha apagado la lámpara de los malvados?
¿Cuándo les ha sobrevenido el desastre?
¿Cuándo Dios, en su enojo, los ha hecho sufrir
18 como paja que arrebata el viento,
como tamo que se lleva la tormenta?
19 Me dirán que Dios reserva el castigo
para los hijos del pecador.
¡Mejor que castigue al que peca,
para que escarmiente!
20 ¡Que sufra el pecador su propia destrucción!
¡Que beba de la ira del Todopoderoso!
21 ¿Qué le puede importar la familia que deja,
si le quedan pocos meses de vida?
22 »¿Quién puede aleccionar a Dios,
si es él quien juzga a las grandes eminencias?
23 Hay quienes mueren en la flor de la vida,
rebosantes de salud y de paz;
24 sus caderas,[af] llenas de grasa;
sus huesos, recios hasta la médula.
25 Otros mueren con el ánimo amargado,
sin haber disfrutado de lo bueno.
26 ¡En el polvo yacen unos y otros,
todos ellos cubiertos de gusanos!
27 »Sé muy bien lo que estáis pensando,
y los planes que tenéis de hacerme daño.
28 También sé que os preguntáis:
“¿Dónde está la mansión del potentado?
¿Dónde están las moradas de los inicuos?”
29 ¿No habéis interrogado a los viajeros?
¿No habéis prestado atención a sus argumentos?
30 En el día del desastre, el malvado se salva;
¡en el día de la ira, es puesto a salvo!
31 ¿Y quién le echa en cara su conducta?
¿Quién le da su merecido por sus hechos?
32 Cuando lo llevan al sepulcro,
sobre su tumba se pone vigilancia;
33 mucha gente le abre paso,
y muchos más cierran el cortejo.
¡Descansa en paz bajo la tierra del valle![ag]
34 »¿Cómo esperáis consolarme con discursos sin sentido?
¡Vuestras respuestas no son más que falacias!»
Tercer discurso de Elifaz
22 A esto respondió Elifaz de Temán:
2 «¿Puede alguien, por muy sabio que sea,
serle a Dios de algún provecho?
3 ¿Sacará alguna ventaja el Todopoderoso
con que seas un hombre justo?
¿Tendrá algún beneficio
si tu conducta es intachable?
4 ¿Acaso te reprende por temerlo,
y por eso te lleva a juicio?
5 ¿No es acaso demasiada tu maldad?
¿Y no son incontables tus pecados?
6 Sin motivo demandabas fianza de tus hermanos,
y en prenda los despojabas de sus mantos;
¡desnudos los dejabas!
7 Al sediento no le dabas agua;
al hambriento le negabas la comida.
8 Hombre poderoso, te adueñaste de la tierra;
hombre ilustre, en ella te asentaste.
9 No les dabas nada a las viudas,
y para colmo les quitabas todo[ah] a los huérfanos.
10 Por eso ahora te ves rodeado de trampas,
y te asaltan temores repentinos;
11 la oscuridad te impide ver,
y te ahogan las aguas torrenciales.
12 »¿No está Dios en las alturas de los cielos?
¡Mira las estrellas, cuán altas y remotas!
13 Sin embargo, preguntas: “¿Y Dios qué sabe?
¿Puede acaso juzgar a través de las tinieblas?
14 Él recorre los cielos de un extremo al otro,
y densas nubes lo envuelven,
¡así que no puede vernos!”
15 »¿Vas a seguir por los trillados caminos
que han recorrido los malvados?
16 Perdieron la vida antes de tiempo;
un diluvio arrasó sus cimientos.
17 Increparon a Dios: “¡Déjanos tranquilos!
¿Qué puedes tú hacernos,[ai] Todopoderoso?”
18 ¡Y fue Dios quien llenó sus casas de bienes!
¡Yo no me dejaré llevar por sus malos consejos!
19 »Los justos se alegran al ver la ruina de los malvados;
los inocentes dicen en son de burla:
20 “Nuestros enemigos han sido destruidos;
¡el fuego ha consumido sus riquezas!”
21 »Sométete a Dios; ponte en paz con él,
y volverá a ti la prosperidad.
22 Acepta la enseñanza que mana de su boca;
¡grábate sus palabras en el corazón!
23 Si te vuelves al Todopoderoso
y alejas de tu casa la maldad,
serás del todo restaurado;
24 si tu oro refinado[aj] lo arrojas por el suelo,
entre rocas y cañadas,
25 tendrás por oro al Todopoderoso,
y será él para ti como plata refinada.
26 En el Todopoderoso te deleitarás;
ante Dios levantarás tu rostro.
27 Cuando ores, él te escuchará,
y tú cumplirás tus votos.
28 Tendrás éxito en todo lo que emprendas,
y en tus caminos brillará la luz.
29 Porque Dios humilla a los altaneros,
y exalta a los humildes.
30 Él salva al que es inocente,
y por tu honradez quedarás a salvo».[ak]
Octavo discurso de Job
23 A esto respondió Job:
2 «Mi queja sigue siendo amarga;
gimo bajo el peso de su mano.[al]
3 ¡Ah, si supiera yo dónde encontrar a Dios!
¡Si pudiera llegar adonde él habita!
4 Ante él expondría mi caso;
llenaría mi boca de argumentos.
5 Podría conocer su respuesta,
y trataría de entenderla.
6 ¿Disputaría él conmigo, con todo su poder?
¡Claro que no! ¡Ni me acusaría!
7 Ante él cualquier hombre recto
podría presentar su caso,
y yo sería absuelto para siempre
delante de mi juez.
8 »Si me dirijo hacia el este, no está allí;
si me encamino al oeste, no lo encuentro.
9 Si está ocupado en el norte, no lo veo;
si se vuelve al sur, no alcanzo a percibirlo.
10 Él, en cambio, conoce mis caminos;
si me pusiera a prueba, saldría yo puro como el oro.
11 En sus sendas he afirmado mis pies;
he seguido su camino sin desviarme.
12 No me he apartado de los mandamientos de sus labios;
en lo más profundo de mi ser[am]
he atesorado las palabras de su boca.
13 »Pero él es soberano;[an]
¿quién puede hacerlo desistir?
Lo que él quiere hacer, lo hace.
14 Hará conmigo lo que ha determinado;
todo lo que tiene pensado, lo realizará.
15 Por eso me espanto en su presencia;
si pienso en todo esto, me lleno de temor.
16 Dios ha hecho que mi corazón desmaye;
me tiene aterrado el Todopoderoso.
17 Con todo, no logran acallarme las tinieblas
ni la densa oscuridad que cubre mi rostro.
24 »Si los tiempos no se esconden del Todopoderoso,
¿por qué no los perciben quienes dicen conocerlo?
2 Hay quienes no respetan los linderos,
y pastorean ganado robado;
3 a los huérfanos los despojan de sus asnos;
a las viudas les quitan en prenda sus bueyes;
4 apartan del camino a los necesitados;
a los pobres del país los obligan a esconderse.
5 Como asnos salvajes del desierto,
se afanan los pobres por encontrar su presa,
y el páramo da de comer a sus hijos.
6 En campos ajenos recogen forraje,
y en las viñas de los malvados recogen uvas.
7 Por no tener ropa, se pasan la noche desnudos;
¡no tienen con qué protegerse del frío!
8 Las lluvias de las montañas los empapan;
no teniendo más abrigo, se arriman a las peñas.
9 El huérfano se queda sin los pechos de su madre;
al pobre se le retiene a cambio de una deuda.
10 Por no tener ropa, andan desnudos;
aunque van cargados de trigo, están hambrientos.
11 Exprimen aceitunas en las prensas;[ao]
pisan uvas en los lagares, pero desfallecen de sed.
12 De la ciudad se eleva el clamor de los moribundos;
la garganta de los heridos reclama ayuda,
¡pero Dios ni se da por enterado!
13 »Hay quienes se oponen a la luz;
no viven conforme a ella
ni reconocen sus caminos.
14 Apenas amanece, se levanta el asesino
y mata al pobre y al necesitado;
apenas cae la noche, actúa como ladrón.
15 Los ojos del adúltero están pendientes de la noche;
se dice a sí mismo: “No habrá quien me vea”,
y mantiene oculto el rostro.
16 Por la noche, entra el ladrón en casa ajena,
pero se encierra durante el día;
¡de la luz no quiere saber nada!
17 Para todos ellos, la mañana es oscuridad;
prefieren el horror de las tinieblas».
Interrupción de Zofar[ap]
18 «Los malvados son como espuma sobre el agua;
su parcela está bajo maldición;
ya no van a trabajar a los viñedos.
19 Y así como el calor y la sequía
arrebatan con violencia la nieve derretida,
así el sepulcro arrebata a los pecadores.
20 Su propia madre se olvida de ellos;
los gusanos se los comen;
nadie vuelve a recordarlos,
¡son desgajados como árboles!
21 Maltratan a la estéril, a la mujer sin hijos;
jamás buscan el bien de la viuda.
22 Pero Dios, con su poder, arrastra a los poderosos;
cuando él se levanta, nadie tiene segura la vida.
23 Dios los deja sentirse seguros,
pero no les quita la vista de encima.
24 Por algún tiempo son exaltados,
pero luego dejan de existir;
son humillados y recogidos como hierba,[aq]
¡son cortados como espigas!
25 ¿Quién puede probar que es falso lo que digo,
y reducir mis palabras a la nada?»
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano) © 1999, 2005, 2017 por