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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Oseas 13:7 - Amós 9:10

Por eso, yo seré para ellos como un león;
    los acecharé junto al camino, como un leopardo.
Los atacaré y les desgarraré el pecho
    como una osa a la que le quitan sus cachorros.
¡Los devoraré como un león!
    ¡Los despedazaré como fiera del campo!

»Voy a destruirte, Israel,
    porque estás contra quien te ayuda.
10 ¿Dónde está tu rey,
    para que te salve en todas tus ciudades?
¿Dónde están los gobernantes, de los que decías:
    “Dame rey y autoridades”?
11 En mi ira te di rey,
    y en mi enojo te lo quité.
12 La perversidad de Efraín está bien guardada;
    se ha tomado nota de su pecado.
13 Llegan los dolores de parto,
    pero él es una criatura necia:
¡cuando llega la hora del parto,
    no se acomoda para salir!

14 »¿Habré de rescatarlos del poder del sepulcro?
    ¿Los redimiré de la muerte?
¿Dónde están, oh muerte, tus plagas?
    ¿Dónde está, oh sepulcro, tu destrucción?
    ¡Venid, que no les tendré misericordia!»

15 Aunque Efraín prospere entre sus hermanos,
    vendrá el viento del Señor,
el viento solano que se levanta del desierto,
    y se agotarán sus fuentes y manantiales.
¡Y arrebatará sus tesoros,
    todos sus objetos preciosos!
16 El pueblo de Samaria cargará con su culpa
    por haberse rebelado contra su Dios.
Caerán a filo de espada;
    ¡a los niños los lanzarán contra el suelo,
    y a las embarazadas les abrirán el vientre!

Arrepentimiento para traer bendición

14 Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios.
    ¡Tu perversidad te ha hecho caer!
Piensa bien lo que le dirás,
    y vuélvete al Señor con este ruego:
«Perdónanos nuestra perversidad,
    y recíbenos con benevolencia,
pues queremos ofrecerte
    el fruto de nuestros labios.
Asiria no podrá salvarnos;
    no montaremos caballos de guerra.
Nunca más llamaremos “dios nuestro”
    a cosas hechas por nuestras manos,
    pues en ti el huérfano halla compasión».

Respuesta de Dios

«Yo corregiré su rebeldía
    y los amaré de pura gracia,
    porque mi ira contra ellos se ha calmado.
Yo seré para Israel como el rocío,
    y lo haré florecer como lirio.
    ¡Hundirá sus raíces como cedro del Líbano!
Sus vástagos crecerán,
    y tendrán el esplendor del olivo
    y la fragancia del cedro del Líbano.
Volverán a habitar bajo mi sombra,
    y crecerán como el trigo.
Echarán renuevos, como la vid,
    y serán tan famosos como el vino del Líbano.
Efraín, ¿qué tengo yo que ver con las imágenes?
    ¡Soy yo quien te responde y cuida de ti!
Soy como un pino siempre verde;
    tu fruto procede de mí».

El que es sabio entiende estas cosas;
    el que es inteligente las comprende.
Ciertamente son rectos los caminos del Señor:
    en ellos caminan los justos,
    mientras que allí tropiezan los rebeldes.

Esta es la palabra del Señor, que vino a Joel hijo de Petuel.

La invasión de langostas

¡Oíd esto, ancianos del pueblo!
    ¡Prestad atención, habitantes todos del país!
¿Alguna vez sucedió cosa semejante
    en vuestros tiempos o en los de vuestros antepasados?
Contádselo a vuestros hijos,
    y que ellos se lo cuenten a los suyos,
    y estos a la siguiente generación.
Lo que dejaron las langostas grandes
    lo devoraron las langostas pequeñas;
lo que dejaron las langostas pequeñas
    se lo comieron las larvas;
y lo que dejaron las larvas
    se lo comieron las orugas.[a]

¡Despertad, borrachos, y llorad!
    Gemid, todos los entregados al vino,
    porque el vino dulce os fue arrebatado de los labios.
Una nación poderosa e innumerable
    ha invadido mi país:
tiene dientes de león,
    colmillos de leona.
Asoló mis vides,
    desgajó mis higueras.
Las peló hasta dejar blancas sus ramas;
    ¡las derribó por completo!

Mi pueblo gime como virgen vestida de luto
    por la muerte de su prometido.
Las ofrendas de cereales y las libaciones
    no se ofrecen ya en la casa del Señor.
Hacen duelo los sacerdotes,
    los ministros del Señor.
10 Los campos yacen devastados,
    reseca está la tierra;
han sido arrasados los cereales,
    se ha secado el vino nuevo
    y agotado el aceite.
11 Secaos también vosotros, labradores;
    gemid, viñadores,
por el trigo y la cebada,
    porque se ha perdido la cosecha de los campos.
12 La vid se marchitó;
    languideció la higuera;
se marchitaron los granados,
    las palmeras, los manzanos,
    ¡todos los árboles del campo!
¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!

Llamado al arrepentimiento

13 Vestíos de duelo y gemid, sacerdotes;
    lamentaos, ministros del altar.
Venid, ministros de mi Dios,
    y pasad la noche vestidos de luto,
porque las ofrendas de cereales y las libaciones
    han sido suspendidas en la casa de vuestro Dios.
14 Proclamad ayuno,
    convocad una asamblea solemne.
Reunid a los ancianos del pueblo
    en la casa del Señor vuestro Dios;
reunid a todos los habitantes del país,
    y clamad al Señor.

15 ¡Ay de aquel día, el día del Señor, que ya se aproxima!
    Vendrá como devastación de parte del Todopoderoso.

16 ¿No se nos arrebató el alimento
    ante nuestros propios ojos,
y la alegría y el regocijo
    de la casa de nuestro Dios?
17 La semilla se pudrió
    a pesar de haber sido cultivada.[b]
Los silos están en ruinas
    y los graneros, derribados
    porque la cosecha se perdió.
18 ¡Cómo brama el ganado!
    Vagan sin rumbo las vacas
porque no tienen donde pastar,
    y sufren también las ovejas.

19 A ti clamo, Señor,
    porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa;
    las llamas han consumido todos los árboles silvestres.
20 Aun los animales del campo te buscan con ansiedad,
    porque se han secado los arroyos
    y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa.

Un ejército de langostas

Tocad la trompeta en Sión;
    dad la voz de alarma en mi santo monte.
Tiemblen todos los habitantes del país,
    pues ya viene el día del Señor;
    en realidad ya está cerca.
Día de tinieblas y oscuridad,
    día de nubes y densos nubarrones.
Como la aurora que se extiende sobre los montes,
    así avanza un pueblo fuerte y numeroso,
pueblo como nunca lo hubo en la antigüedad
    ni lo habrá en las generaciones futuras.
El fuego devora delante de ellos;
    detrás, las llamas lo queman todo.
Antes de su llegada, el país se parece al jardín del Edén;
    después, queda un desolado desierto;
    ¡nada escapa a su poder!
Tienen aspecto de caballos;
    galopan como corceles.
Y al saltar sobre las cumbres de los montes,
    producen un estruendo como el de carros de guerra,
como el crepitar del fuego al consumir la hojarasca.
    ¡Son como un ejército poderoso en formación de batalla!

Ante él se estremecen las naciones;
    todo rostro palidece.
Atacan como guerreros,
    escalan muros como soldados.
Cada uno mantiene la marcha
    sin romper la formación.
No se atropellan entre sí;
    cada uno marcha en línea.
Se lanzan entre las flechas
    sin romper filas.
Se abalanzan contra la ciudad,
    arremeten contra los muros,
trepan por las casas,
    se meten por las ventanas como ladrones.

10 Ante este ejército tiembla la tierra
    y se estremece el cielo,
el sol y la luna se oscurecen
    y las estrellas dejan de brillar.
11 Truena la voz del Señor
    al frente de su ejército;
son innumerables sus tropas
    y poderosos los que ejecutan su palabra.
El día del Señor es grande y terrible.
    ¿Quién lo podrá resistir?

Exhortación al arrepentimiento

12 «Ahora bien —afirma el Señor—,
    volveos a mí de todo corazón,
    con ayuno, llantos y lamentos».

13 Rasgaos el corazón
    y no las vestiduras.
Volveos al Señor vuestro Dios,
    porque él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y lleno de amor,
    cambia de parecer y no castiga.
14 Tal vez Dios reconsidere y cambie de parecer,
    y deje tras de sí una bendición.
Las ofrendas de cereales y las libaciones
    son del Señor vuestro Dios.

15 Tocad la trompeta en Sión,
    proclamad el ayuno,
convocad una asamblea solemne.
16 Congregad al pueblo,
    purificad la asamblea;
juntad a los ancianos del pueblo,
    reunid a los pequeños
    y a los niños de pecho.
Que salga de su alcoba el recién casado,
    y la recién casada de su cámara nupcial.
17 Lloren, sacerdotes, ministros del Señor,
    entre el pórtico y el altar;
y digan: «Compadécete, Señor, de tu pueblo.
    No entregues tu propiedad al oprobio,
    para que las naciones no se burlen de ella.[c]
¿Por qué habrán de decir entre los pueblos:
    “Dónde está su Dios?”»

La respuesta del Señor

18 Entonces el Señor mostró amor por su tierra
    y perdonó a su pueblo.

19 Y les respondió el Señor:

«Mirad, os enviaré cereales, vino nuevo y aceite,
    hasta dejaros plenamente satisfechos;
y no volveré a entregaros
    al oprobio entre las naciones.

20 »Alejaré de vosotros al que viene del norte,
    arrojándolo hacia una tierra seca y desolada:
lanzaré su vanguardia hacia el mar oriental,
    y su retaguardia hacia el mar occidental.[d]
Subirá su hedor
    y se elevará su fetidez».
¡El Señor hará grandes cosas!
21 No temas, tierra,
    sino alégrate y regocíjate,
porque el Señor hará grandes cosas.
22 No temáis, animales del campo,
    porque los pastizales de la estepa reverdecerán;
los árboles producirán su fruto,
    y la higuera y la vid darán su riqueza.
23 Alegraos, hijos de Sión,
    regocijaos en el Señor vuestro Dios,
    que a su tiempo os dará las lluvias de otoño.
Os enviará la lluvia,
    la de otoño y la de primavera,
    como en tiempos pasados.
24 Las eras se llenarán de grano;
    los lagares rebosarán de vino nuevo y de aceite.
25 «Yo os compensaré a vosotros
    por los años en que todo lo devoró
ese gran ejército de langostas
    que envié contra vosotros:
las grandes, las pequeñas,
    las larvas y las orugas.[e]
26 Comeréis en abundancia, hasta saciaros,
    y alabaréis el nombre del Señor vuestro Dios,
que hará maravillas con vosotros.
    ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo!
27 Entonces sabréis que yo estoy en medio de Israel,
    que yo soy el Señor vuestro Dios,
    y no hay otro fuera de mí.
¡Nunca más será avergonzado mi pueblo!

El día del Señor

28 »Después de esto,
    derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano.
Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán,
    tendrán sueños los ancianos
    y visiones los jóvenes.
29 En esos días derramaré mi Espíritu
    aun sobre los siervos y las siervas.
30 En el cielo y en la tierra mostraré prodigios:
    sangre, fuego y columnas de humo.
31 El sol se convertirá en tinieblas
    y la luna en sangre
antes que llegue el día del Señor,
    día grande y terrible.
32 Y todo el que invoque el nombre del Señor
    escapará con vida,
porque en el monte Sión y en Jerusalén
    habrá escapatoria,
    como lo ha dicho el Señor.
Y entre los sobrevivientes
    estarán los llamados del Señor.

El juicio de las naciones

»En aquellos días, en el tiempo señalado,
    cuando restaure yo la suerte de Judá y de Jerusalén,
reuniré a todas las naciones
    y las haré bajar al valle de Josafat.[f]
Allí entraré en juicio contra los pueblos
    en cuanto a mi propiedad, mi pueblo Israel,
pues lo dispersaron entre las naciones
    y se repartieron mi tierra.
Se repartieron a mi pueblo echando suertes,
    cambiaron a niños por prostitutas
y, para emborracharse,
    vendieron niñas por vino.

»Ahora bien, Tiro y Sidón, y regiones todas de Filistea, ¿qué tenéis en contra mía? ¿Queréis acaso vengaros de mí? Si es así, yo haré que muy pronto recaiga sobre vosotros vuestra propia venganza, pues robasteis mi oro y mi plata, y os llevasteis a vuestros templos mis valiosos tesoros. A los griegos les vendisteis el pueblo de Jerusalén y de Judá, para alejarlos de su tierra.

»Sabed, pues, que voy a sacarlos de los lugares donde fueron vendidos, y haré que recaiga sobre vosotros vuestra propia venganza. Venderé vuestros hijos y vuestras hijas al pueblo de Judá, y ellos a su vez los venderán a los sabeos, una nación lejana». El Señor lo ha dicho.

Proclamad esto entre las naciones:
    ¡Preparaos[g] para la batalla!
¡Movilizad a los soldados!
    ¡Alistaos para el combate todos los hombres de guerra!
10 Forjad espadas con los azadones
    y haced lanzas con las hoces.
Que diga el cobarde:
    «¡Soy un valiente!»
11 Daos prisa, naciones vecinas,
    reuníos en ese lugar.

¡Haz bajar, Señor, a tus valientes!

12 «Movilícense las naciones;
    suban hasta el valle de Josafat,
que allí me sentaré
    para juzgar a los pueblos vecinos.
13 Mano a la hoz,
    que la mies está madura.
Venid a pisar las uvas,
    que está lleno el lagar.
Sus cubas se desbordan:
    ¡tan grande es su maldad!»

14 ¡Multitud tras multitud
    en el valle de la Decisión!
¡Cercano está el día del Señor
    en el valle de la Decisión!
15 Se oscurecerán el sol y la luna;
    dejarán de brillar las estrellas.
16 Rugirá el Señor desde Sión,
    tronará su voz desde Jerusalén,
    y la tierra y el cielo temblarán.
Pero el Señor será un refugio para su pueblo,
    una fortaleza para los israelitas.

Bendiciones para el pueblo de Dios

17 «Entonces sabréis que yo, el Señor vuestro Dios,
    habito en Sión, mi monte santo.
Santa será Jerusalén,
    y nunca más la invadirán los extranjeros.

18 »En aquel día las montañas destilarán vino dulce,
    y de las colinas fluirá leche;
    correrá el agua por los arroyos de Judá.
De la casa del Señor brotará una fuente
    que regará el valle de las Acacias.
19 Pero Egipto quedará desolado,
    y Edom convertido en desierto,
por la violencia cometida contra el pueblo de Judá,
    en cuya tierra derramaron sangre inocente.
20 Judá y Jerusalén serán habitadas
    para siempre, por todas las generaciones.
21 ¿Perdonaré la sangre que derramaron?
    ¡Claro que no la perdonaré!»

¡El Señor hará su morada en Sión!

Estas son las palabras de Amós, pastor de Tecoa. Es la visión que recibió acerca de Israel dos años antes del terremoto, cuando Uzías era rey de Judá, y Jeroboán hijo de Joás era rey de Israel.

Amós dijo:

«Ruge el Señor desde Sión;
    truena su voz desde Jerusalén.
Los pastizales de los pastores quedan asolados,
    y se seca la cumbre del Carmelo».

Juicio contra las naciones vecinas

Así dice el Señor:

«Porque los delitos de Damasco han llegado a su colmo,[h]
    no revocaré su castigo.
Porque trillaron a Galaad
    con trillos de hierro,
yo enviaré fuego contra el palacio de Jazael,
    que consumirá las fortalezas de Ben Adad.
Romperé el cerrojo de la puerta de Damasco,
    destruiré al que reina en el valle de Avén[i]
    y al que empuña el cetro en Bet Edén.
Y el pueblo de Siria
    será desterrado a Quir»,
            dice el Señor.

Así dice el Señor:

«Los delitos de Gaza han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque desterraron a poblaciones enteras
    para venderlas a Edom,
yo enviaré fuego contra los muros de Gaza,
    que consumirá sus fortalezas.
Destruiré al que reina en Asdod
    y al que empuña el cetro en Ascalón.
Volveré mi mano contra Ecrón,
    y perecerá hasta el último de los filisteos»,
            dice el Señor omnipotente.

Así dice el Señor:

«Los delitos de Tiro han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque le vendieron a Edom poblaciones enteras de cautivos,
    olvidando así una alianza entre hermanos,
10 yo enviaré fuego contra los muros de Tiro,
    que consumirá sus fortalezas».

11 Así dice el Señor:

«Los delitos de Edom han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque sin mostrar ninguna compasión
    persiguieron con espada a su hermano;
porque dieron rienda suelta a su ira
    y no dejaron de alimentar su enojo,
12 yo enviaré fuego contra Temán,
    que consumirá las fortalezas de Bosra».

13 Así dice el Señor:

«Los delitos de Amón han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque, a fin de extender sus fronteras,
    a las mujeres encintas de la región de Galaad
    les abrieron el vientre,
14 yo prenderé fuego a los muros de Rabá,
    que consumirá sus fortalezas
entre gritos de guerra en el día de la batalla,
    y en el rugir de la tormenta en un día de tempestad.
15 Su rey[j] marchará al destierro,
    junto con sus oficiales»,
            dice el Señor.

Así dice el Señor:

«Los delitos de Moab han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque quemaron los huesos del rey de Edom
    hasta reducirlos a ceniza,
yo enviaré fuego sobre Moab,
    que consumirá las fortalezas de Queriot,
y morirá Moab en medio del estrépito
    de gritos de guerra y toques de trompeta.
Destruiré al gobernante en medio de su pueblo,
    y junto con él mataré a todos sus oficiales»,
            dice el Señor.

Así dice el Señor:

«Los delitos de Judá han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Porque, dejándose descarriar por sus mentiras,
    tras las cuales anduvieron sus antepasados,
rechazaron la ley del Señor
    y no obedecieron sus preceptos.
Por eso yo enviaré fuego contra Judá,
    que consumirá las fortalezas de Jerusalén».

Juicio contra Israel

Así dice el Señor:

«Los delitos de Israel han llegado a su colmo;
    por tanto, no revocaré su castigo:
Venden al justo por monedas,
    y al necesitado, por un par de sandalias.
Pisotean la cabeza de los desvalidos
    como si fuera el polvo de la tierra,
    y pervierten el camino de los pobres.
Padre e hijo se acuestan con la misma mujer,
    profanando así mi santo nombre.
Junto a cualquier altar
    se acuestan sobre ropa que tomaron en prenda,
y el vino que han cobrado como multa
    lo beben en la casa de su Dios.[k]

»Todo esto, a pesar de que por ellos
    yo destruí a los amorreos;
destruí su fruto arriba
    y sus raíces abajo,
aunque eran altos como el cedro
    y fuertes como la encina.

10 »Yo mismo os hice subir desde Egipto,
    y os conduje cuarenta años por el desierto,
a fin de conquistar para vosotros
    la tierra de los amorreos.
11 También levanté profetas de entre vuestros hijos
    y nazareos de entre vuestros jóvenes.
    ¿Acaso no fue así, israelitas?
            —afirma el Señor—.
12 Pero vosotros les hicisteis beber vino a los nazareos
    y les ordenasteis a los profetas que no profetizaran.

13 »Pues bien, voy a aplastaros
    como aplasta una carreta cargada de trigo.
14 Entonces no habrá escapatoria para el ágil,
    ni el fuerte podrá valerse de su fuerza,
    ni el valiente librará su vida.
15 El arquero no resistirá,
    ni escapará con vida el ágil de piernas,
    ni se salvará el que monta a caballo.
16 En aquel día huirá desnudo
    aun el más valiente de los guerreros»,
            afirma el Señor.

Vocación del profeta Amós

Oíd, israelitas, esta palabra que el Señor pronuncia contra vosotros, contra toda la familia que saqué de Egipto:

«Solo a vosotros os he escogido
    entre todas las familias de la tierra.
Por tanto, os haré pagar
    todas vuestras perversidades».

¿Pueden dos caminar juntos
    sin antes ponerse de acuerdo?
¿Ruge el león en la espesura
    sin tener presa alguna?
¿Gruñe el leoncillo en su guarida
    sin haber atrapado nada?
¿Cae el pájaro en la trampa
    sin que haya carnada?
¿Salta del suelo la trampa
    sin haber atrapado nada?
¿Se toca la trompeta en la ciudad
    sin que el pueblo se alarme?
¿Ocurrirá en la ciudad alguna desgracia
    que el Señor no haya provocado?

En verdad, nada hace el Señor omnipotente
    sin antes revelar sus designios
    a sus siervos los profetas.

Ruge el león;
    ¿quién no temblará de miedo?
Habla el Señor omnipotente;
    ¿quién no profetizará?

El castigo a Israel

Proclamad en las fortalezas de Asdod
    y en los baluartes de Egipto:
«Reuníos sobre los montes de Samaria
    y ved cuánto pánico hay en ella,
    ¡cuánta opresión hay en su medio!»

10 «Los que acumulan en sus fortalezas
    el fruto de la violencia y el saqueo
    no saben actuar con rectitud»,
            afirma el Señor.

11 Por lo tanto, así dice el Señor omnipotente:

«Un enemigo invadirá tu tierra;
    echará abajo tu poderío
    y saqueará tus fortalezas».

12 Así dice el Señor:

«Como el pastor arrebata de las fauces del león
    dos patas o un pedazo de oreja,
así serán rescatados los israelitas que viven en Samaria
    con un pedazo de una cama y la pata de un diván.[l]

13 »Oíd esto y testificad contra el pueblo de Jacob —afirma el Señor omnipotente, el Dios Todopoderoso—:

14 »El día en que haga pagar a Israel sus delitos,
    destruiré los altares de Betel;
los cuernos del altar serán arrancados,
    y caerán a tierra.
15 Derribaré tanto la casa de invierno
    como la de verano;
serán destruidas las casas adornadas de marfil
    y serán demolidas muchas mansiones»,
            afirma el Señor.

Oíd esta palabra, vacas de Basán,
    que vivís en el monte de Samaria,
que oprimís a los desvalidos
    y maltratáis a los necesitados,
que decís a vuestros esposos:
    «¡Traednos de beber!»
El Señor omnipotente ha jurado por su santidad:
    «Vendrán días en que hasta la última de vosotras
    será arreada con garfios y arpones.
Una tras otra saldréis por las brechas del muro,
    y hacia Hermón seréis expulsadas
            —afirma el Señor—.

»Id a Betel y pecad;
    id a Guilgal y seguid pecando.
Ofreced vuestros sacrificios por la mañana,
    y al tercer día vuestros diezmos.
Quemad pan leudado como ofrenda de gratitud
    y proclamad ofrendas voluntarias.
Hacedlo saber a todos, israelitas;
    ¡eso es lo que a vosotros os encanta!
            —afirma el Señor omnipotente—.

Dureza de Israel

»Yo os hice pasar hambre en todas vuestras ciudades,
    y os privé de pan en todos vuestros poblados.
    Con todo, vosotros no os volvisteis a mí
            —afirma el Señor—.

»Yo os retuve la lluvia
    cuando aún faltaban tres meses para la cosecha.
En una ciudad hacía llover,
    pero en otra, no;
una parcela recibía lluvia,
    mientras que otra, no, y se secó.
Vagando de ciudad en ciudad, iba la gente en busca de agua,
    pero no calmaba su sed.
    Con todo, vosotros no os volvisteis a mí
            —afirma el Señor—.

»Castigué vuestros campos con plagas y sequía;
    la langosta devoró vuestros huertos y viñedos,
vuestras higueras y olivares.
    Con todo, no os volvisteis a mí
            —afirma el Señor—.

10 »Os mandé plagas
    como las de Egipto.
Pasé por la espada a vuestros mejores jóvenes,
    junto con los caballos capturados.
Hice que llegara hasta vuestras propias narices
    el hedor de los cadáveres.
    Con todo, no os volvisteis a mí
            —afirma el Señor—.

11 »Yo os envié destrucción
    como la de Sodoma y Gomorra;
¡quedasteis como tizones arrebatados del fuego!
    Con todo, vosotros no os volvisteis a mí
            —afirma el Señor—.

12 »Por eso, Israel, voy a actuar contra ti;
    y, como voy a hacerlo,
    ¡prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!»

13 He aquí el que forma las montañas,
    el que crea el viento,
    el que revela al hombre sus designios,
el que convierte la aurora en tinieblas,
    el que marcha sobre las alturas de la tierra:
    su nombre es el Señor Dios Todopoderoso.

Advertencias y lamentos

Oye esta palabra, reino de Israel,
    este canto fúnebre que por ti entono:

«Ha caído la joven Israel,
    y no volverá a levantarse;
postrada en su propia tierra,
    no hay quien la levante».

Así dice el Señor omnipotente al reino de Israel:

«La ciudad que salía a la guerra con mil hombres
    se quedará solo con cien,
y la que salía con cien
    se quedará solo con diez».

Así dice el Señor al reino de Israel:

«Buscadme y viviréis.
    Pero no acudáis a Betel,
ni vayáis a Guilgal,
    ni paséis a Berseba,
porque Guilgal será llevada cautiva,
    y Betel, reducida a la nada».

Buscad al Señor y viviréis,
    no sea que él caiga como fuego
    sobre los descendientes de José,
fuego que devore a Betel
    sin que haya quien lo apague.
Vosotros convertís el derecho en amargura
    y echáis por tierra la justicia.

El Señor hizo las Pléyades y el Orión,
    convierte en aurora las densas tinieblas
    y oscurece el día hasta convertirlo en noche.
Él convoca las aguas del mar
    y las derrama sobre la tierra.
    ¡Su nombre es el Señor!
Él reduce a la nada la fortaleza
    y trae la ruina sobre la plaza fuerte.

10 Vosotros odiáis al que defiende la justicia en el tribunal
    y detestáis al que dice la verdad.
11 Por eso, como pisoteáis al desvalido
    y le imponéis tributo de grano,
no viviréis en las casas de piedra labrada que habéis construido,
    ni beberéis del vino de los selectos viñedos que habéis plantado.
12 ¡Yo sé cuán numerosos son vuestros delitos,
    cuán grandes vuestros pecados!

Vosotros oprimís al justo, exigís soborno
    y en los tribunales atropelláis al necesitado.
13 Por eso en circunstancias como estas guarda silencio el prudente,
    porque estos tiempos son malos.

14 Buscad el bien y no el mal, y viviréis;
    y así estará con vosotros el Señor Dios Todopoderoso,
    tal como vosotros lo afirmáis.

15 ¡Odiad el mal y amad el bien!
    Haced que impere la justicia en los tribunales;
tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso,
    tenga compasión del remanente de José.

16 Por eso, así dice el Señor omnipotente, el Dios Todopoderoso:

«En todas las plazas se escucharán lamentos,
    y gritos de angustia en todas las calles.
Llamarán a duelo a los campesinos,
    y a los llorones profesionales, a hacer lamentación.
17 Se escucharán lamentos en todos los viñedos
    cuando yo pase en medio de ti»,
            dice el Señor.

18 ¡Ay de los que suspiran
    por el día del Señor!
¿De qué os servirá ese día
    si va a ser de oscuridad y no de luz?
19 Será como cuando alguien huye de un león
    y se le viene encima un oso,
o como cuando al llegar a su casa,
    apoya la mano en la pared
    y le muerde una serpiente.
20 ¿No será el día del Señor de oscuridad y no de luz?
    ¡Será por cierto sombrío y sin resplandor!

21 «Detesto y aborrezco vuestras fiestas religiosas;
    no me agradan vuestros cultos solemnes.
22 Aunque me traigáis holocaustos y ofrendas de cereal,
    no los aceptaré,
ni prestaré atención
    a los sacrificios de comunión de novillos cebados.
23 Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
    no quiero oír la música de tus cítaras.
24 ¡Pero que fluya el derecho como las aguas,
    y la justicia como arroyo inagotable!

25 »Pueblo de Israel, ¿acaso me ofrecisteis sacrificios y ofrendas
    durante los cuarenta años en el desierto?
26 Tendréis que cargar con la imagen de Sicut, su rey,
    y también con la de Quiyún,
imágenes de esos dioses astrales
    que vosotros mismos os habéis fabricado.
27 Entonces os mandaré al exilio más allá de Damasco»,
    dice el Señor, cuyo nombre es Dios Todopoderoso.

¡Ay de los que viven tranquilos en Sión
    y de los que viven confiados en el monte de Samaria!
¡Ay de los notables de la nación más importante,
    a quienes acude el pueblo de Israel!
Pasad a Calné y observadla;
    id de allí a Jamat la grande,
    bajad luego a Gat de los filisteos.
¿Acaso sois vosotros superiores a estos reinos,
    o es más grande su territorio que el vuestro?
Vosotros creéis alejar el día de la desgracia,
    pero estáis acercando el imperio de la violencia.
Vosotros que os acostáis en camas incrustadas de marfil
    y os arrellanáis en divanes;
que coméis corderos selectos
    y terneros engordados;
que, a la manera de David,
    improvisáis canciones al son de la cítara
    e inventáis instrumentos musicales;
que bebéis vino en tazones
    y os perfumáis con las esencias más finas
    sin afligiros por la ruina de José,
marcharéis a la cabeza de los desterrados,
    y así terminará el banquete de los holgazanes.

El Señor omnipotente jura por sí mismo;
    esto afirma el Señor Dios Todopoderoso:

«Yo detesto la arrogancia de Jacob;
    yo aborrezco sus fortalezas;
por eso entregaré la ciudad al enemigo,
    con todo lo que hay en ella».

Sucederá que, si en una casa quedan diez hombres con vida, todos morirán. 10 Y, cuando vengan a la casa para levantar los cadáveres y quemarlos, algún pariente le preguntará a otro que ande en la casa: «¿Queda alguien más contigo?» Y aquel le responderá: «No». Entonces le dirá: «¡Cállate! No vayamos a mencionar el nombre del Señor».

11 Mira, el Señor da la orden
    de golpear la casa grande hasta hacerla añicos
    y de hacer trizas la casa pequeña.

12 ¿Acaso galopan los caballos por las rocas
    o se ara en estas con bueyes?
Pero vosotros habéis convertido el derecho en veneno,
    y en amargura el fruto de la justicia.
13 Vosotros os regocijáis por la conquista de Lo Debar[m]
    y agregáis: «¿No fue con nuestras propias fuerzas
    como nos apoderamos de Carnayin?»[n]

14 «Por tanto, pueblo de Israel,
    voy a levantar contra ti una nación
que te oprimirá desde Lebó Jamat[o]
    hasta el torrente del Arabá»,
            afirma el Señor, el Dios Todopoderoso.

Tres visiones

El Señor omnipotente me mostró esta visión: Empezaba a crecer la hierba después de la siega que corresponde al rey, y vi al Señor preparando enjambres de langostas. Cuando las langostas acababan con la hierba de la tierra, exclamé:

―¡Señor mi Dios, te ruego que perdones a Jacob! ¿Cómo va a sobrevivir, si es tan pequeño?

Entonces el Señor se compadeció y dijo:

―Esto no va a suceder.

El Señor omnipotente me mostró entonces otra visión: Vi al Señor llamar a juicio con un fuego que devoraba el gran abismo y consumía los campos. Y exclamé:

―¡Detente, Señor mi Dios, te lo ruego! ¿Cómo sobrevivirá Jacob, si es tan pequeño?

Entonces el Señor se compadeció y dijo:

―Esto tampoco va a suceder.

El Señor me mostró otra visión: Estaba él de pie junto a un muro construido a plomo, y tenía una cuerda de plomada en la mano. Y el Señor me preguntó:

―¿Qué ves, Amós?

―Una cuerda de plomada —respondí.

Entonces el Señor dijo:

―Mira, voy a tirar la plomada en medio de mi pueblo Israel; no volveré a perdonarlo.

»Los altares paganos de Isaac serán destruidos,
    y arruinados los santuarios de Israel;
me levantaré con espada
    contra el palacio de Jeroboán».

Amasías contra Amós

10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país ya no aguanta tanta palabrería de Amós, 11 porque anda diciendo:

»“Jeroboán morirá a espada,
    e Israel será llevado cautivo
    lejos de su tierra”».

12 Entonces Amasías le dijo a Amós:

―¡Largo de aquí, vidente! ¡Si quieres ganarte el pan profetizando, vete a la tierra de Judá! 13 No vuelvas a profetizar en Betel, porque este es el santuario del rey; es el templo del reino.

14 Amós le respondió a Amasías:

―Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. 15 Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo Israel”. 16 Así que oye la palabra del Señor. Tú dices:

»“No profetices contra Israel;
    deja de predicar contra los descendientes de Isaac”.

17 »Por eso, así dice el Señor:

»“Tu esposa se prostituirá en la ciudad,
    y tus hijos y tus hijas caerán a espada.
Tu tierra será medida y repartida,
    y tú mismo morirás en un país pagano.
E Israel será llevado cautivo
    lejos de su tierra”».

Cuarta visión y advertencias

El Señor omnipotente me mostró en una visión una canasta de fruta madura, y me preguntó:

―¿Qué ves, Amós?

―Una canasta de fruta madura —respondí.

Entonces el Señor me dijo:

―Ha llegado el tiempo de que Israel caiga como fruta madura; no volveré a perdonarlo.

»En aquel día —afirma el Señor omnipotente—, las canciones del palacio se volverán lamentos. ¡Muchos serán los cadáveres tirados por todas partes! ¡Silencio!»

Oíd esto, los que pisoteáis a los necesitados
    y extermináis a los pobres de la tierra.

Vosotros decís:

«¿Cuándo pasará la fiesta de luna nueva
    para que podamos vender grano,
o el día de reposo
    para que pongamos a la venta el trigo?»

Vosotros buscáis

achicar la medida
    y aumentar el precio,
falsear las balanzas
    y vender los deshechos del trigo,
comprar al desvalido por dinero,
    y al necesitado, por un par de sandalias.

Jura el Señor por el orgullo de Jacob: «Jamás olvidaré nada de lo que han hecho.

»¿Y con todo esto no temblará la tierra?
    ¿No se enlutarán sus habitantes?
Subirá la tierra entera como el Nilo;
    se agitará y bajará,
    como el río de Egipto.

»En aquel día —afirma el Señor omnipotente—,

»haré que el sol se ponga al mediodía,
    y que en pleno día la tierra se oscurezca.
10 Convertiré en luto vuestras fiestas religiosas,
    y en cantos fúnebres todas vuestras canciones.
Os vestiré de luto
    y os afeitaré la cabeza.
Será como si lloraseis la muerte de un hijo único,
    y terminaréis el día en amargura.

11 »Vienen días —afirma el Señor omnipotente—,
    en que enviaré hambre al país;
no será hambre de pan ni sed de agua,
    sino hambre de oír las palabras del Señor.
12 La gente vagará sin rumbo de mar a mar;
    andarán errantes del norte al este,
buscando la palabra del Señor,
    pero no la encontrarán.

13 »En aquel día se desmayarán de sed
    las jóvenes hermosas y los jóvenes fuertes.
14 Y caerán para no levantarse jamás
    los que juran por la culpa[p] de Samaria,
los que dicen: “¡Por la vida de tu dios, oh Dan!
    ¡Por la vida de tu dios, Berseba!”»[q]

Quinta visión

Vi al Señor de pie junto al altar, y él dijo:

«Golpea los capiteles de las columnas
    para que se estremezcan los umbrales,
y que caigan en pedazos sobre sus cabezas.
    A los que queden los mataré a espada.
Ni uno solo escapará,
    ninguno saldrá con vida.
Aunque se escondan en lo profundo del sepulcro,
    de allí los sacará mi mano.
Aunque suban hasta el cielo,
    de allí los derribaré.
Aunque se oculten en la cumbre del Carmelo,
    allí los buscaré y los atraparé.
Aunque de mí se escondan en el fondo del mar,
    allí ordenaré a la serpiente que los muerda.
Aunque vayan al destierro delante de sus enemigos,
    allí ordenaré que los mate la espada.
Para mal, y no para bien,
    fijaré en ellos mis ojos».

El Señor omnipotente, el Todopoderoso,
    toca la tierra, y ella se desmorona.
Sube y baja la tierra
    como las aguas del Nilo, el río de Egipto,
    y se enlutan todos los que en ella viven.
Dios construye su excelso palacio en el cielo
    y pone su cimiento[r] en la tierra,
llama a las aguas del mar
    y las derrama sobre la superficie de la tierra:
    su nombre es el Señor.

«Israelitas, ¿acaso vosotros
    no me sois como cusitas?
¿Acaso no saqué de Egipto a Israel,
    de Creta[s] a los filisteos
    y de Quir a los sirios?
            —afirma el Señor—.
Por eso los ojos del Señor omnipotente
    están sobre este reino pecaminoso.
Borraré de la faz de la tierra a los descendientes de Jacob,
    aunque no del todo
            —afirma el Señor—.
Daré la orden de zarandear al pueblo de Israel
    entre todas las naciones,
como se zarandea la arena en una criba,
    sin que caiga a tierra ni una sola piedra.
10 Morirán a filo de espada
    todos los pecadores de mi pueblo,
todos los que dicen:
    “No nos alcanzará la calamidad;
    ¡jamás se nos acercará!”

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