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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Zacarías 1-7

Un llamado a volver al Señor

En el mes octavo del segundo año del reinado de Darío, el Señor le habló a Zacarías hijo de Berequías y nieto de Idó. El Señor Todopoderoso le pidió que les diera a los israelitas este mensaje: «Yo, que soy el Señor, estuve muy enojado con los antepasados de ustedes. Pero si ustedes vuelven a serme fieles devotos, entonces yo volveré a estar con ustedes en todo momento. Lo afirmo yo, el Señor Todopoderoso.

»¡No sean como sus antepasados! A ellos, los primeros profetas les rogaron en vano que dejaran de actuar de forma tan malvada. “¡Vamos, vuélvanse de nuevo en fieles devotos del Señor”, les decían en nombre del Señor. Pero no. Ellos no quisieron seguir la exhortación; no les hicieron caso a sus palabras.

»Hace tiempo ya que murieron sus antepasados, y también los profetas antiguos. Pero se cumplió en ellos todo lo que les advertí por medio de mis profetas. Sí, el castigo anunciado cayó sobre ellos. Entonces al fin se arrepintieron. “Hemos recibido del Señor Todopoderoso lo que merecían nuestras malas acciones”, dijeron. “El Señor hizo lo que nos había advertido que haría”».

El hombre entre los mirtos

En el día veinticuatro del mes onceavo, el mes llamado sebat, del segundo año del reinado de Darío, el Señor le habló a Zacarías hijo de Berequías y nieto de Idó. Lo hizo con estas palabras. Vi en la noche a un hombre montado sobre un caballo alazán que estaba entre los mirtos, en medio de un valle. Detrás de él había otros caballos: alazanes, bayos y blancos, cada uno con su jinete. Un ángel se paró a mi lado, y yo le pregunté: «Señor, ¿para qué son todos estos caballos?». El ángel me respondió: «Te explicaré». 10 Entonces el jinete del caballo alazán, que estaba entre los mirtos, me dijo: «A estos caballos el Señor los ha enviado a recorrer la tierra».

11 Entonces los demás jinetes informaron al ángel del Señor: «Hemos recorrido toda la tierra, y en todo lugar hay paz y prosperidad». 12 Después de oír esto, el ángel del Señor dijo en oración: «Señor Todopoderoso, durante setenta años has castigado mucho a Jerusalén y las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar antes de que les muestres tu misericordia nuevamente?».

13 Y el Señor le respondió con palabras alentadoras y buenas al ángel que estaba parado a mi lado. 14 Entonces el ángel me dijo: «Proclama este mensaje del Señor Todopoderoso: “Amo mucho a Jerusalén, es tan inmenso el amor que le tengo, que hasta siento celos por ella. 15 Estoy encolerizado con las naciones paganas que viven tan tranquilas, porque se aprovecharon de que estuve enojado un poco con mi pueblo, y estas naciones aprovecharon para afligir a mi pueblo mucho más de lo que debían. 16 Por lo tanto, así digo yo, el Señor: Volveré a tener misericordia de Jerusalén, y haré que mi templo sea reedificado. Lo afirmo yo, el Señor Todopoderoso”».

17 El ángel me dijo que también diera este mensaje de parte del Señor Todopoderoso: «Nuevamente las ciudades de Israel volverán a rebosar de prosperidad, y el Señor consolará otra vez a Jerusalén, la bendecirá y vivirá en ella».

18 Luego levanté la vista, y vi cuatro cuernos. 19 Entonces le pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué significan estos cuernos?». Y él me respondió: «Representan las cuatro potencias que han esparcido a Judá, a Israel y a Jerusalén».

20 Entonces el Señor me mostró cuatro herreros. 21 Y le pregunté: «¿Qué han venido a hacer estos hombres?». El ángel me respondió: «Han venido a derribar los cuernos que dispersaron a Judá, y para acabar por completo con su poder, por lo que le hicieron a Judá».

El hombre con una cuerda de medir

Nuevamente alcé la vista, y vi alrededor mío a un hombre que llevaba en la mano una cuerda de medir. Entonces le pregunté: «¿A dónde vas?». Y él me respondió: «Voy a medir a Jerusalén, pues quiero saber cuánto mide de ancho y cuánto de largo».

Entonces el ángel que estaba conversando conmigo se dispuso a salir, pero en ese momento llegó otro ángel y habló con el él. Le dijo: «Ve y dile a este joven: “Jerusalén llegará a tener tantos habitantes y tanto ganado, que será una ciudad sin murallas. Porque yo mismo, que soy el Señor, seré su muro de protección, seré como una muralla de fuego a su alrededor, y además haré sentir siempre mi poderosa presencia dentro de ella”.

»¡Vamos, huyan de la tierra del norte, de Babilonia! ¡Fui yo el que los esparcí a ustedes por los cuatro puntos cardinales! ¡Salgan de Babilonia! ¡Regresen a Jerusalén! Lo ordeno yo, que soy el Señor Todopoderoso. ¡Vamos, Israel, es hora de marchar!».

El Señor Todopoderoso me ha enviado a decirles a las naciones que los oprimieron: «¡El que hace daño a mi pueblo lo pagará muy caro! ¡Quien daña a Israel es como si lastimara la niña de mis ojos! Los aplastaré con mi puño, y sus mismos esclavos los robarán. Entonces reconocerán que el Señor Todopoderoso me ha enviado.

10 »¡Canta y regocíjate, Jerusalén, porque yo he venido para vivir contigo! Lo afirmo yo, el Señor.

11 »En aquel tiempo muchas naciones se convertirán en fieles devotas del Señor. También ellas serán mi pueblo, y viviré en medio de ellas. Entonces sabrán que fue el Señor Todopoderoso quien me envió a ustedes. 12 Judá será de nuevo herencia del Señor en la Tierra Santa; Dios una vez más ha escogido a Jerusalén para bendecirla. 13 ¡Que toda la humanidad guarde silencio delante del Señor, porque se ha puesto en pie en su santa morada!».

Ropas limpias para el sumo sacerdote

Entonces el ángel me mostró en la visión al sumo sacerdote Josué que estaba delante del ángel del Señor; y también estaba allí Satanás, a la derecha del ángel, acusando de muchas cosas a Josué. El ángel del Señor le dijo a Satanás: «¡Que el Señor te condene a ti, Satanás! ¡Sí, que el Señor, que ha escogido a Jerusalén, te condene! ¿Acaso no ves que a este hombre lo ha librado el Señor del castigo?».

Josué, que estaba delante del ángel, tenía ropas sucias. Entonces el ángel les dijo a los demás que estaban parados allí: «¡Quítenle esa ropa sucia!». Y volviéndose a Josué, le dijo: «Mira, he quitado tu pecado, y te vestiré con ropa de dignidad».

Entonces ordenó: «Pónganle también una mitra en la cabeza, como señal de dignidad». Y ellos se la pusieron, y le pusieron también las ropas de dignatario. Cuando terminaron de vestirlo, el ángel del Señor le advirtió a Josué: «Esto es lo que te dice el Señor Todopoderoso: Si te mantienes fiel a mis instrucciones y ejerces con fidelidad tu sacerdocio, entonces te pondré a cargo del templo y cuidarás mis atrios. ¡Y te daré una posición especial entre estos ángeles que están a mi servicio!

»Óyeme, Josué, sumo sacerdote, y que me oigan también tus compañeros, los que están a tu lado, pues todos ustedes son una señal de las buenas cosas que vendrán: ¡Yo traeré a mi siervo, yo traeré a mi Renuevo! ¡Pon mucha atención, Josué, delante de ti he puesto una piedra! ¡Es una piedra extraordinaria de siete lados! En ella voy a dejar grabado un mensaje. ¡En un solo día perdonaré el pecado de esta tierra! ¡Lo afirmo yo, el Señor Todopoderoso!

10 »Y después de aquello, declara el Señor Todopoderoso, todos ustedes vivirán en paz y prosperidad, y cada uno poseerá su propia casa, con jardines y viñedos, y de nuevo podrá invitar a sus vecinos».

El candelabro de oro y los dos olivos

Entonces el ángel que había estado hablando conmigo me despertó, como si hubiera estado durmiendo, y me preguntó: «¿Que ves ahora?». Yo le respondí: «Veo un candelabro de oro que sostiene siete lámparas, y sobre ellas hay un depósito para el aceite de oliva que sirve de combustible y que fluye hacia ellas a través de siete tubos. Veo, además, dos olivos junto al candelabro, uno a cada lado del depósito».

Entonces le pregunté al ángel: «¿Qué es esto, señor? ¿Qué significa?». Y el ángel me preguntó: «¿En realidad, no lo sabes?». Yo le dije que no lo sabía. De modo que el ángel me dijo: «Este es el mensaje de Dios para Zorobabel: No vencerás con ejército, ni usando tu fuerza, sino sólo con mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso. Por lo tanto, ninguna montaña, por alta que sea, podrá estorbar a Zorobabel, pues delante de él será solo un valle fácil de atravesar. Tú, Zorobabel, colocarás la primera piedra para construir el templo, y todos gritarán llenos de alegría: “¡Qué preciosa es! ¡Qué preciosa es!”».

Luego el Señor me dijo:

«Zorobabel echó los cimientos de este templo, y él lo completará. ¡Así se confirmará delante de todo el pueblo que yo, el Señor Todopoderoso, te he enviado a darles mi mensaje!

10 »No desprecien este humilde comienzo, porque los ojos del Señor se deleitan en ver el trabajo iniciado, al ver la plomada en la mano de Zorobabel controlando la verticalidad de los muros. Porque estas siete lámparas representan mis ojos, pues yo lo observo todo».

11 Entonces le pregunté acerca de los dos olivos que estaban a ambos lados del candelabro, 12 y acerca de las dos ramas de olivo que vaciaban aceite en vasijas de oro, por medio de dos tubos de oro.

13 Y el ángel me preguntó: «¿No lo sabes?». Y yo le contesté que no lo sabía. 14 Entonces me dijo: «Representan a los dos ungidos que ayudan al Señor de toda la tierra».

El rollo que volaba

Alcé la vista y vi un rollo que volaba. El ángel me preguntó: «¿Qué ves?». Y yo le contesté: «Un rollo que vuela. Tiene unos diez metros de largo por cinco de ancho».

Entonces el ángel me dijo: «Este rollo representa el castigo que vendrá sobre la tierra. Dice que todos los que roban y mienten han sido juzgados y sentenciados a muerte. En este rollo están registrados en un lado los robos y en el otro los falsos juramentos. El Señor Todopoderoso ha dicho que él envía su maldición sobre los ladrones y sobre los que usan su nombre para jurar en falso. Y que su maldición permanecerá sobre las casas de ellos y las destruirá completamente».

La mujer en un recipiente

Entonces el ángel me dejó por unos momentos, pero luego volvió y me dijo: «¡Mira! ¡Algo está apareciendo!».

«¿Qué es?» le pregunté. Y él me respondió: «Es un recipiente que se usa para medir, y está lleno con todas las maldades de todos los que viven en este país».

Repentinamente la pesada cubierta de plomo que estaba sobre el recipiente fue levantada, y pude ver a una mujer sentada dentro del recipiente. El ángel dijo:

«¡Ella representa la maldad!». Luego la volvió a meter en el recipiente, y colocó de nuevo la pesada tapa de plomo encima.

Entonces alcé de nuevo la vista, y vi a dos mujeres que volaron hacia nosotros con alas como de cigüeña. Tomaron el recipiente y se lo llevaron.

10 «¿A dónde lo llevan?», le pregunté al ángel. 11 Él me respondió: «A Babilonia, que es donde le corresponde estar, y donde le construirán un templo. Allí, en el templo, construirán un altar, y sobre este pondrán ese recipiente».

Los cuatro carros

Nuevamente levanté la vista, y vi cuatro carros que venían de entre lo que parecía dos montañas de bronce. El primer carro era tirado por caballos alazanes, el segundo, por caballos negros, el tercero por caballos blancos, y el cuarto por caballos pintos. «¿Y qué son estos, señor? ¿Qué significan?», le pregunté al ángel.

Él me respondió: «Estos son los cuatro espíritus celestiales que están delante del Señor de toda la tierra; y ahora salen a recorrer la tierra. El carro tirado por caballos negros irá al norte, el tirado por los caballos blancos irá al oeste, mientras el de los pintos irá al sur».

Estos caballos estaban impacientes por salir a recorrer la tierra de uno a otro extremo; así que el ángel les ordenó: «¡Salgan a recorrer la tierra!». Y ellos salieron de inmediato, y empezaron a recorrer toda la tierra.

Entonces el ángel me llamó y me dijo: «Los que fueron hacia el país del norte han ejecutado mi juicio, y han así han apaciguado mi ira contra ese país».

La corona para Josué

En otro mensaje el Señor me dijo: 10 «Los exiliados Jelday, Tobías y Jedaías han llegado de Babilonia. 11 Ve y pídeles el oro y la plata que han traído, y dirígete a la casa de Josías hijo de Sofonías. Pídele que con ese oro y esa plata haga una corona. Le pondrás esa corona al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, 12 y le darás este mensaje que yo, el Señor Todopoderoso, le envío: “Haré que surja en la tierra un hombre, cuyo nombre será Renuevo, él será el encargado de edificar el templo del Señor. 13 Él construirá el templo del Señor, luego se sentará sobre su trono real para gobernar. También un sacerdote se sentará sobre otro trono, a su lado, y habrá completa paz y armonía entre ellos”.

14 »Luego pondrás la corona en el templo del Señor, para recordar a quienes dieron la plata y el oro para hacerla, esto es, a Jelday, Tobías, Jedaías y Hen hijo de Sofonías. 15 Cuando ustedes estén dispuestos a poner atención a mis instrucciones y a obedecerme, entonces muchos de los que están lejos vendrán y ayudarán a reconstruir el templo del Señor. Entonces reconocerán que yo, el Señor Todopoderoso, me he comunicado con ustedes a través de Zacarías, mi servidor».

Justicia y misericordia en lugar de ayuno

El día cuatro del mes noveno, que es el mes llamado Quisleu, del cuarto año del reinado de Darío, el Señor le comunicó otro mensaje a Zacarías. Los judíos de la ciudad de Betel habían enviado un grupo de hombres encabezados por Sarézer, principal funcionario administrativo del rey, y a Reguen Mélec, al templo del Señor, en Jerusalén. El motivo de la visita era, además de pedir la ayuda del Señor, preguntarles a los sacerdotes y a los profetas si debían o no continuar con la práctica del ayuno del mes quinto del año, tal como lo venían haciendo desde hacía varios años.

Esta fue la respuesta que el Señor Todopoderoso les dio a través del profeta Zacarías:

«Cuando regresen a Betel, digan a su pueblo y a sus sacerdotes: “Durante los setenta años de exilio, cada vez que ayunaron y se humillaron en los meses quinto y séptimo, ¿lo hacían pensando sinceramente en dejar de cometer maldades y ser fieles a mis instrucciones? ¡No, de ninguna manera! Aun ahora, en sus fiestas llenas de pompa, no piensan en agradarme a mí, sino en sus comilonas y borracheras”».

Hace muchos años, cuando Jerusalén y las ciudades vecinas estaban llenas de gente y tenían paz, cuando también el desierto del Néguev y los valles del oeste estaban poblados, los antiguos profetas les advirtieron que esta actitud los conduciría a la ruina, como efectivamente ocurrió.

De nuevo Zacarías recibió un mensaje del Señor:

«Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: Sean honrados y justos, no reciban soborno y muestren misericordia y bondad hacia todos. 10 Dejen de oprimir a las viudas y a los huérfanos, a los extranjeros y a los pobres. Dejen de pensar en cometer maldades contra sus vecinos.

11 »Sus antepasados no atendieron este mensaje. Se mostraron soberbios, dieron la espalda y se taparon los oídos con los dedos para no oírme. 12 Endurecieron su corazón como si fuera pedernal, para no hacer caso a las palabras que yo, el Señor Todopoderoso, les enviaba, las instrucciones que por mi Espíritu había revelado a los profetas antiguos. Por esta razón yo, el Señor Todopoderoso, los traté con mucha cólera y rigor. 13 Fue por esta situación que cuando ellos clamaron a mí, yo no atendí a sus ruegos, así como ellos no quisieron obedecerme cuando yo les hablé. 14 Los esparcí como con un torbellino hacia naciones lejanas. La tierra de ellos quedó desolada; nadie viajó por ella; la tierra que en tiempo era tan próspera quedó convertida en estéril desierto».

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