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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Jeremías 23-25

El Rey justo

23 ¡Son unos desgraciados los pastores que dejan que sus ovejas se pierdan o las dejan abandonadas ante el peligro!, dice el Señor En vez de llevar mi rebaño a lugar seguro, lo han abandonado y lo han arriado hacia la destrucción. Ahora sobre ustedes descargaré mi gran cólera por el mal que les han causado. Voy a pasar revista de nuevo a sus malas obras para darles el castigo que se merecen. Y recogeré el resto de mi rebaño de todas partes donde anden desperdigados y los traeré a su propio aprisco, y nuevamente tendrán pasto abundante y se multiplicarán. Y los pondré al cuidado de pastores responsables, y nunca más tendrán por qué vivir atemorizadas. Ni una sola se perderá, dice el Señor.

Porque llegará un día, dice el Señor, en que pondré como rey en el trono del rey David una Rama justa. Será un Rey que gobierne con sabiduría y rectitud, que hará que la justicia sea la norma de todas las personas en la tierra. Se le conocerá como Señor Justicia Nuestra. En aquel tiempo Judá e Israel habitarán en paz y con seguridad.

En aquel tiempo, al prestar juramento ya no se dirá: «¡Por el Señor que rescató de Egipto al pueblo de Israel!», sino que se dirá: «Por el Señor que desde los países del norte donde los había desterrado trajo a los israelitas de regreso a su patria Israel».

Profetas mentirosos

Tengo el corazón lleno de dolor, me siento debilitado y confundido como un borracho que es tardo en reaccionar por causa del espantoso destino que les espera a los falsos profetas, porque el Señor ha pronunciado contra ellos palabras terribles de castigo. 10 El país está lleno de adulterio y la tierra hasta parece maldita, completamente reseca. Las personas sólo piensan en cometer maldades, siempre actuando tramposamente. 11 Tanto profetas como sacerdotes son hombres malvados y mentirosos, ¡y hasta cuando están en el templo!, dice el Señor.

12 Por lo tanto, tendrán que pasar experiencias horribles; los perseguirán cuesta abajo por despeñaderos oscuros y traicioneros, y caerán. Cuando llegue el tiempo que he decidido recibirán el castigo que les corresponde por todos sus pecados.

13 Yo sabía que los profetas de Samaria eran increíblemente perversos, porque profetizaban mediante Baal e inducían a mi pueblo a actuar perversamente. 14 ¡Pero peores aún son los profetas de Jerusalén! Las cosas que hacen son horribles; cometen adulterio y se deleitan en sus malas acciones. Animan y aplauden a los malhechores en vez de advertirles de las consecuencias de sus malas acciones. Esos profetas son totalmente depravados, como lo eran los hombres de Sodoma y Gomorra.

15 Por tanto, el Señor de los ejércitos dice respecto a estos falsos profetas: Les daré a comer amargura y veneno a beber, pues por causa de ellos la maldad se ha propagado por todas partes.

16 Esta es mi advertencia a mi pueblo, dice el Señor de los ejércitos: No escuchen a esos falsos profetas cuando les profeticen, llenándolos de falsas esperanzas. Son unos embaucadores, inventan todo cuanto dicen, no son portavoces míos. 17 Continuamente dicen a estos rebeldes que me desprecian: «No tengan ningún cuidado, todo va bien», y a quienes viven como ellos quieren les dicen: «El Señor ha dicho que tendrán paz».

18 Pero, ¿pueden nombrar siquiera a uno de estos profetas que tenga tanta intimidad con el Señor que oiga lo que dice? ¿Se ha preocupado siquiera uno de ellos en escuchar? 19 Miren, el Señor envía un gran torbellino que arrastrará a esos locos. 20 La terrible cólera del Señor no se aplacará hasta que haya ejecutado todo el castigo planeado. Más adelante comprenderán mejor lo que les estoy diciendo.

21 Yo no he enviado a estos profetas, pero ellos se apresuraron a hablar en mi nombre; no les he dado mensaje alguno, pero ellos dicen que sus mensajes son de mi parte. 22 Si fueran míos, tratarían de apartar a mi pueblo de sus malos caminos.

23 ¿Soy yo acaso un Dios que esté solamente en un sitio y no pueda ver lo que están haciendo? 24 ¿Podrá alguien ocultarse de mí? ¿No estoy yo acaso en todas partes, en el cielo y en la tierra?

25 «Escuchen el sueño que anoche me envió Dios», dicen. Y se ponen a inventar mentiras en nombre mío. 26 ¿Hasta cuándo durará esto? Si son «profetas», lo son de engaño, inventores de cuanto dicen. 27 Al narrar estos falsos sueños pretenden que mi pueblo me olvide así como me olvidaron sus antepasados, quienes se volvieron a los ídolos de Baal. 28 Cuenten estos falsos profetas sus sueños, y que mis genuinos mensajeros proclamen fielmente cada palabra mía. ¡Ustedes se darán cuenta entonces que hay mucha diferencia entre la paja y el trigo!

29 ¿No quema mi palabra como si fuera fuego?, pregunta el Señor. ¿No es como un poderoso mazo que despedaza la roca? 30 Por eso estoy contra estos «profetas» que reciben sus mensajes unos de otros, 31 estos profetas que endulzan sus mensajes con mentiras y dicen: «Este mensaje procede de Dios». 32 Sus sueños inventados son descaradas mentiras que inducen a mi pueblo a cometer maldades. Yo no los envié y no tienen mensaje alguno para mi pueblo, dice el Señor.

Profecías falsas

33 Cuando alguien del pueblo o uno de sus «profetas» o sacerdotes te pregunten: «Anda Jeremías, ¿qué tristes noticias del Señor tienes hoy?», les responderás: «¿Qué tristes noticias? ¡Ustedes son las tristes noticias, porque el Señor los ha reprobado!». 34 Y en lo tocante a los falsos profetas, sacerdotes y común del pueblo que hacen chistes respecto a «las tristes noticias del Señor», los castigaré a ellos y a sus familias por esas palabras. 35 Pueden preguntarse unos a otros: «¿Cuál es el mensaje de Dios? ¿Qué dice?». 36 Pero no usen el mote de «tristes noticias de Dios», porque lo que hay de triste son ustedes y sus mentiras. Están tergiversando mis palabras, que soy un Dios que ama la vida, y andan inventando «mensajes de Dios» que yo no he dado, dice el Señor.

37 Respetuosamente pueden preguntarle a Jeremías: «¿Cuál es el mensaje del Señor? ¿Qué te ha dicho?». 38-39 Pero si le preguntan por «las tristes noticias de Dios» habiendo advertido yo contra tales burlas, entonces yo, el Señor Dios, me libraré de la carga que me son ustedes. Los arrojaré de mi presencia, junto con esta ciudad que di a ustedes y a sus antepasados, 40 y sentirán mucha vergüenza por todo lo que les pasará y se ganarán una reputación de infames para siempre.

Dos canastas de higos

24 Después que Nabucodonosor, el rey de Babilonia, capturó y sometió a esclavitud a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y lo llevó prisionero a Babilonia junto con los príncipes de Judá y los obreros calificados —carpinteros y herreros—, el Señor me dio otra visión. Vi dos canastas de higos colocadas frente al templo de Jerusalén. En una canasta había higos frescos, recién madurados, pero los de la otra cesta estaban echados a perder y mohosos, pudriéndose ya. Entonces el Señor me dijo: ¿Qué ves, Jeremías? Yo respondí: «Higos, unos muy buenos y otros muy malos, que no se pueden comer de malos».

4-5 Entonces el Señor, el Dios de Israel, dijo: Los higos buenos representan a los que van como prisioneros a Babilonia. De ellos tendré mucho cuidado. Yo me encargaré de que los traten bien y los volveré a traer de regreso. Les ayudaré y no los heriré; haré que vuelvan a ubicarse en su tierra y en ella serán prósperos. Les daré un corazón que esté en sintonía con mi voluntad. Serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque con gran alegría volverán a mí.

Pero los higos podridos representan a Sedequías, rey de Judá, sus funcionarios y el resto de Jerusalén que se ha quedado en este país; también a los que se fueron a vivir en Egipto. Los trataré como a higos podridos que no sirven para nada, dice el Señor. Los haré repulsivos para todas las naciones de la tierra, y serán objeto de burla, mofa y maldición dondequiera que yo los obligue a ir. 10 Y en medio de ellos habrá mucha muerte, hambre y enfermedad hasta que sean eliminados de la tierra de Israel, la que yo di a ellos y a sus antepasados.

Setenta años de cautiverio

25 El siguiente mensaje del Señor para todo el pueblo de Judá le fue dado a Jeremías en el cuarto año del reinado del rey Joacim de Judá, hijo de Josías. Este fue el año que comenzó a reinar Nabucodonosor como rey de Babilonia.

2-3 Desde hace veintitrés años, dijo Jeremías, desde el año decimotercero del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el presente, el Señor ha estado enviándoles sus mensajes. Fielmente se los he transmitido, pero ustedes no han querido escucharlos. Durante mucho tiempo el Señor les ha enviado sus profetas, pero ustedes se han negado a oír. En cada ocasión el mensaje fue: Dejen sus malas conductas y abandonen las maldades que están cometiendo. Sólo así pueden seguir viviendo aquí en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre. No me hagan enojar rindiéndole homenaje a ídolos; pero si me son leales no les haré daño. Pero no quieren escuchar; tercos, me han enfurecido con sus ídolos. Así se han hecho merecedores de todo el mal que se les ha venido encima.

8-9 Y ahora el Señor de los ejércitos dice: Como no me han escuchado, reuniré todos los ejércitos del norte al mando de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a quien he nombrado mi representante, y los traeré a todos contra este país y su pueblo y contra las demás naciones cercanas a ustedes. Los destruiré totalmente y los convertiré en refrán burlesco para siempre. 10 Los despojaré de su gozo, su alegría y sus fiestas nupciales. Fracasarán sus empresas y todas sus casas estarán tristes y sin luz. 11 Todo este país se convertirá en un arenal desolado; todo mundo quedará con la boca abierta de asombro ante el desastre que les llegará. Durante setenta años Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia.

12 Después, pasados los setenta años de esclavitud, castigaré al rey de Babilonia y a su pueblo por sus maldades. En eternas ruinas convertiré el país de Caldea, mejor conocido como Babilonia. 13 Traeré sobre ellos todos los terrores que he prometido en este rollo, todas las penas anunciadas por Jeremías contra las naciones. 14 Porque muchas naciones y grandes reyes esclavizarán a los caldeos así como ellos esclavizaron a mi pueblo; los castigaré en proporción al trato que ellos le dieron a mi pueblo.

15 Porque el Señor, el Dios de Israel, me dijo: Toma de mi mano esta copa en que rebosa mi gran cólera y haz que de ella beban todas las naciones a quienes te envío. 16 Al beber de ella se tambalearán como borrachas, enloquecidas por los golpes mortales que haré caer sobre ellas.

17 Tomé entonces la copa de cólera que el Señor me daba e hice que bebieran de ella todas las naciones, cada nación a la que el Señor me envió. 18 Fui a Jerusalén y a las ciudades de Judá, y sus reyes y príncipes bebieron de la copa, de modo que desde entonces han estado en desolación, detestados y maldecidos, hasta el día de hoy. 19-20 Fui a Egipto, y el faraón y sus siervos, los príncipes y el pueblo, bebieron también de la terrible copa, junto con los extranjeros que habitaban su país. Igual hicieron los reyes de la tierra de Uz y los reyes de las ciudades filisteas Ascalón, Gaza, Ecrón y lo que de Asdod quedaba. 21 Visité también las naciones de Edom, Moab y Amón; 22 a los reyes de Tiro y de Sidón; a los reyes de las regiones que están al otro lado del mar; 23 a Dedán, a Temá y a Buz, y a los otros que están allí; 24 a los reyes de Arabia y a los de las tribus nómadas del desierto; 25 a los reyes de Zimri, Elam y Media; 26 y a todos los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, unos tras otros; y a todos los reinos del mundo. Y finalmente el propio rey de Babilonia bebió de esta copa de la cólera del Señor.

27 Diles: El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Beban de esta copa de mi cólera hasta que estén borrachos; vomiten y caigan para no levantarse más, porque envío terribles guerras sobre ustedes. 28 Y si rechazan la copa, diles: El Señor de los ejércitos dice que tienen que beber. ¡No pueden rehuirla!

29 A mi propio pueblo he comenzado a castigarlo. ¿Habrían de escapar ustedes? ¡No, no evadirán el castigo! Lanzaré a guerra contra todos los pueblos de la tierra, dice el Señor de los ejércitos.

30 Por lo tanto, profetiza contra ellos. Diles que desde su santo templo tronará el Señor contra los suyos y contra todos los habitantes de la tierra. Gritará de coraje, y tan fuerte como lo hacen los que en la vendimia exprimen el jugo de las uvas bajo sus pies. 31 Aquel grito que anuncia el castigo retumbará hasta los últimos rincones más apartados de la tierra, porque el Señor echa pleito contra las naciones, contra toda la humanidad. A todos los malvados los hace caer en la guerra, dice el Señor.

32 ¡Miren, dice el Señor de los ejércitos, mi castigo irá de nación en nación; un gran torbellino destructor alcanzará los límites más alejados de la tierra! 33 Aquel día los muertos a manos del Señor llenarán la tierra de cabo a cabo. Nadie los llorará ni recogerá los cadáveres para enterrarlos; serán abono para la tierra.

34 Lloren y giman, malos pastores; golpéense la cabeza contra las piedras los líderes de las naciones, porque ha llegado el tiempo de su destrucción y dispersión. Caerán como frágiles objetos destinados a ser destruidos. 35 Los pastores y demás líderes no hallarán dónde esconderse ni por dónde escapar.

36 Escuchen los frenéticos gritos de los pastores y de los otros líderes que claman desesperados porque el Señor ha arruinado sus pastos. 37 Los que ahora viven a sus anchas serán truncados por la ferocidad de la cólera del Señor. 38 El Señor ha salido como león que sale de su cubil en busca de presa. Su tierra ha sido asolada por ejércitos en guerra, provocados por la tremenda cólera del Señor.

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