Beginning
Un destino común
9 También investigué minuciosamente esto: que los justos y los sabios dependen de la voluntad de Dios; nadie sabe si Dios los favorecerá o no. Es cosa de azar. 2-3 Buenos y malos, religiosos y descreídos, blasfemos y justos, tienen el mismo final. Parece muy injusto que sea igual el destino de todos. Por eso es que los humanos no se preocupan más del bien, sino que eligen su camino de locura, pues no tienen esperanza; al fin y al cabo lo único que les espera es la muerte.
4 Sólo para los vivientes hay esperanza. ¡Más vale perro vivo que león muerto! 5 Pues los que viven saben por lo menos que han de morir. Pero los muertos nada saben, ni siquiera tienen memoria. 6 Todo lo que hayan hecho en vida —amar, odiar, envidiar— es cosa remota y ellos ya en nada participan aquí en la tierra. 7 ¡Adelante, pues; come, bebe y alégrate; pues Dios ya se ha agradado de tus obras! 8 Usa buena ropa y un poquito de perfume. 9 Date buena vida con la mujer que amas en los fugaces días de la vida, pues la esposa que Dios te da es la mejor recompensa por tu trabajo aquí en la tierra. 10 Haz bien todo lo que emprendas, porque en la muerte, a la cual vas, no hay trabajo, planes, saber ni entendimiento.
Más vale maña que fuerza
11 Volví a mirar por toda la tierra y descubrí que no siempre el más veloz gana la carrera, ni el más fuerte la batalla; que los sabios suelen ser pobres y los hombres diestros no son por fuerza famosos; todo es cuestión de suerte; de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. 12 Nunca sabe el ser humano cuándo le vendrá la mala suerte. Es como pez en la red o ave en el lazo.
13 Hay algo más que me ha impresionado profundamente al observar los sucesos humanos: 14 había un pueblo pequeño con pocos habitantes; llegó un rey y lo cercó. 15 Había en la ciudad un sabio muy pobre, que sabía lo que debía hacerse para salvar la ciudad, y eso la libró. Pero después nadie se acordó más de él. 16 Entonces me di cuenta de que si bien la sabiduría es mejor que la fuerza, si el sabio es pobre, será menospreciado y no se apreciará lo que diga. 17 Pero aun así, las serenas palabras del sabio son mejores que los clamores del rey de los necios. 18 La sabiduría es mejor que el armamento, pero una manzana podrida echa a perder todas las de una cesta.
Dichos de sabiduría
10 Las moscas muertas dan mal olor y echan a perder el perfume. Un pequeño error puede pesar más que gran sabiduría y honra. 2 El corazón del sabio lo impulsa al bien; el del necio, lo lleva al mal. 3 Al necio se le conoce con sólo ver cómo camina por la calle.
4 Si el patrón se enoja contigo, no renuncies. El espíritu sereno apaciguará el enojo. 5 Otro mal he visto al observar el acontecer del mundo, algo triste relativo a reyes y gobernantes: 6 pues he visto otorgar mucha autoridad a los necios, y que a los ricos no se les concede el puesto de honor que les corresponde. 7 ¡Hasta he visto sirvientes a caballo, mientras los príncipes marchaban como sirvientes!
8-9 Cavas un pozo, y caes en él; derribas un muro viejo, y una serpiente te muerde. Trabajas en la cantera, y cae una piedra y te aplasta. Hay peligro en cada golpe de hacha que das.
10 Si el hacha no tiene filo, se necesita mucha fuerza; sé inteligente: afílala.
11 Si la serpiente muere antes de ser hechizada, de nada sirve el encantador.
12-13 Es agradable oír las palabras sabias; pero los labios del necio lo llevan a la ruina. Puesto que su premisa es necia; su conclusión es locura. 14 El necio lo sabe todo respecto al futuro y a todo el mundo le da los detalles. Pero, ¿quién podrá realmente saber lo que va a ocurrir? 15 Al necio le preocupa tanto el mínimo trabajo, que no tiene fuerzas para el asunto más sencillo.
16-17 ¡Ay de la nación que tiene por rey a un niño y cuyos dirigentes están embriagados desde la mañana! Dichosa la nación cuyo rey es un noble, y cuyos dirigentes trabajan empeñosamente antes de andar en fiestas y en bebidas, a no ser para fortalecerse para sus tareas. 18 Por causa del ocio se cae el techo. 19 En la fiesta hay risa; el vino da alegría y con dinero todo se obtiene. 20 Jamás, ni de pensamiento, maldigas al rey; tampoco al rico, pues no faltará pajarito que se lo cuente.
11 Sé generoso en dar, pues más tarde volverán a ti tus regalos. 2 Reparte tus regalos entre muchos pues no sabes si tú mismo estarás mañana en necesidad. 3 Cuando las nubes están cargadas, cae la lluvia; y si un árbol cae, sea hacia el norte o hacia el sur, allí se queda, su suerte está echada. 4 Si esperas condiciones perfectas, nunca realizarás nada. 5 Los caminos de Dios son misteriosos como la senda del viento, o como la forma en que el espíritu humano se infunde en el cuerpo del niño aún en el vientre de su madre. 6 Persevera en la siembra, pues no sabes cuál semilla germinará; quizá germinen todas.
7 Maravilloso es estar vivo. 8 El que llegue a muy anciano regocíjese cada día de su vida, pero recuerde también que la eternidad es mucho más larga y que comparado con ella todo lo de este mundo es vano.
Acuérdate de tu Creador
9 Joven, la juventud es un tesoro. ¡Disfruta cada minuto de ella! ¡Haz cuanto se te antoje! Pruébalo todo, pero sabe que tendrás que rendirle cuentas a Dios de cuanto hagas. 10 Aleja el sufrimiento y la pena, pero recuerda que el joven, ante el cual se extiende una vida entera, puede cometer graves errores.
12 No permitas que la alegría de la juventud haga que te olvides de tu Creador. Hónralo cuando joven, antes que lleguen los años malos en que ya no tengas alegría de vivir. 2 Entonces será demasiado tarde para tratar de recordarlo, cuando el sol, la luna y las estrellas se hayan oscurecido ante tus ojos envejecidos, y tus nubes carezcan de un borde plateado. 3 Un día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres de batalla y se detendrán las moledoras por ser tan pocas. 4 Se cerrarán las puertas de la calle, disminuirá el ruido del molino y las aves elevarán su canto pero su trino se oirá apagado.
5 Entonces, sobrevendrá el temor por las alturas y por los peligros del camino. El almendro florecerá, la langosta resultará una carga y la alcaparra no servirá de nada porque cada uno de nosotros se va a su hogar eterno y ya rondan en las calles los que lloran su muerte.
6 Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven, antes que se rompa el cordón de plata, se quiebre la escudilla de oro y el cántaro se quiebre junto a la fuente y la rueda se haga trizas en la cisterna; 7 y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el espíritu regrese a Dios que lo dio. 8 Vanidad tras vanidad, dice el Predicador; todo es vanidad.
Epílogo
9 Pero luego, ya que el Predicador era sabio, continuó enseñándole al pueblo todo lo que sabía; y recogió proverbios y los clasificó. 10 Porque el Predicador no sólo era un sabio, sino un buen maestro; no sólo enseñaba al pueblo, sino que lo hacía de modo interesante. 11 Las palabras del sabio son como aguijones que mueven a la acción. Destacan importantes enseñanzas. Los alumnos que captan lo que sus maestros dicen son listos.
12 Pero tú, hijo mío, date por advertido: son infinitas las opiniones que pueden expresarse. Su estudio puede prolongarse eternamente, y volverse gran fatiga.
13 Y esta es mi conclusión definitiva: teme a Dios y obedece sus mandamientos, porque esto es lo más importante para todo hombre y mujer. 14 Porque Dios nos juzgará por cuanto hacemos, inclusive lo oculto, sea bueno o malo.
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