Beginning
Discurso inicial
1 Estas son las palabras del Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén.
2 Según mi entender, nada vale la pena; todo es vano. 3-7 Pues, ¿qué obtiene la gente de todo su trabajo?
Generaciones vienen y generaciones van y todo sigue igual. Sale el sol y se pone, y en rápido giro vuelve a surgir. Sopla el viento del sur y del norte, aquí y allá, yendo y volviendo, sin ir a ninguna parte. Los ríos desembocan en el mar y este nunca se llena, y el agua vuelve a los ríos y nuevamente fluye hacia el mar. 8-11 Todo es indecible fastidio y fatiga. Por más que vemos, jamás nos satisfacemos; por más que oímos, no estamos contentos.
La historia es simple repetición. Nada hay realmente nuevo; todo ha sido hecho o dicho antes. ¿Puedes tú indicar algo que sea nuevo? ¿Cómo sabes que no existió ya en remotas edades? No recordamos lo ocurrido en aquellos tiempos antiguos, y en las futuras generaciones nadie recordará lo que hayamos hecho ahora.
Primeras conclusiones
12-15 Yo, el Predicador, fui rey de Israel y viví en Jerusalén. Y en busca de conocimientos me dediqué a investigarlo todo en el universo. Descubrí que la suerte del ser humano, que Dios le ha señalado, no es un camino feliz. Todo es insensatez; todo es perseguir el viento. Lo torcido no puede enderezarse: es agua pasada; y de nada vale soñar con lo que pudiera haber sido.
16-18 Yo me dije: «Fíjate, soy más instruido que cualquiera de los reyes que me precedieron en Jerusalén. Tengo más sabiduría y conocimientos». Así es que me esforcé por ser sabio en vez de necio, pero hoy reconozco que aun eso fue perseguir el viento. Pues cuanto mayor era mi sabiduría, tanto más grande era mi pena; aumentar el conocimiento es sólo aumentar el dolor.
2 Me dije entonces: «¡Anda, alégrate; sáciate de gozo!». Pero descubrí que esto también era vano. 2 Porque es necedad reír todo el tiempo; ¿qué beneficio produce?
3 Así que, después de mucho pensarlo, resolví probar los placeres de la embriaguez, procurando aún encontrar la sabiduría.
Luego volví a cambiar de rumbo y emprendí el camino de la frivolidad para experimentar la única felicidad que en toda su vida conoce la mayoría de la gente.
4-6 Después traté de hallar satisfacción inaugurando un amplio programa de obras públicas: casas, viñedos, jardines, parques y huertos para mí, y estanques para el regadío de mis plantaciones.
7-8 Luego compré esclavos y esclavas, y otros nacieron en mis propiedades. Crie grandes manadas y rebaños, más que cualquiera de los reyes que me precedieron. Recaudé plata y oro como tributo de muchos reyes y provincias.
En el aspecto cultural, organicé coros y orquestas de hombres y mujeres.
Y además tuve muchas y hermosas concubinas.
9 Así es que me engrandecí más que cualquiera de los reyes de Jerusalén que me antecedieron, y sin embargo mantuve mi perspicacia de modo que pude evaluar todo esto. 10 Tomaba para mí cuanto se me antojaba, y no me privaba de ningún goce. Hasta en el trabajo arduo hallé placer. Este gusto fue en verdad la única recompensa de todas mis faenas.
11 Pero mirando cuanto había emprendido, me pareció tan inútil, como perseguir el viento sin que nada valiera realmente la pena.
Todos paran en lo mismo
12 Entonces consideré la sabiduría y la insensatez, y cualquiera llegaría a la misma conclusión que yo: 13-14 Que la sabiduría es más valiosa que la insensatez, así como la luz es mejor que las tinieblas; pues mientras el sabio ve, el necio está ciego. Y sin embargo observé que al sabio y al necio les espera el mismo final. 15 Entonces, me dije: «yo también moriré igual que el necio». Entonces, ¿de qué vale toda mi sabiduría? Así reconocí que aun la sabiduría es vana. 16 Pues nadie se acuerda del sabio ni del necio, y con el paso del tiempo todo cae en el olvido y tanto el sabio como el necio mueren. 17 Así es que ahora detesto la vida, pues es tan irracional; todo es insensatez, ¡es correr tras el viento!
18 Y esto es lo repugnante: que tenga yo que dejar a otros el fruto de mi ardua labor. 19 Y ¿quién podrá decir si mi hijo va a ser sabio o necio? Pero todo lo que tengo irá a sus manos; ¡qué desalentador!
20-23 Desesperado, abandoné entonces el trabajo arduo, como respuesta a mi búsqueda de satisfacción. Pues hay quienes pasan la vida en busca de sabiduría, conocimientos y habilidad, para luego dejárselo todo a quien no se ha esforzado ni un día de su vida. Esto no sólo es necio sino injusto. Así pues, ¿qué obtiene el ser humano de toda su ardua labor? Días llenos de tristeza y dolor, y noches inquietas y amargas. Todo es absolutamente ridículo.
24-26 No hay nada mejor para el hombre y la mujer que disfrutar de su comida, su bebida y su trabajo. Entonces reconocí que aun este placer, procede de Dios. Porque, sin él, ¿quién puede comer o tener gozo? Porque Dios da sabiduría, conocimientos y gozo a quien es de su agrado; pero si un pecador se enriquece, Dios le quita la riqueza y se la entrega a quienes le agradan. Y también esto es absurdo, ¡es correr tras el viento!
Hay un tiempo para todo
3 Para todo hay un tiempo oportuno. Hay tiempo para todo lo que se hace bajo el sol.
2 Tiempo de nacer;
Tiempo de morir;
Tiempo de plantar;
Tiempo de cosechar;
3 Tiempo de matar;
Tiempo de sanar;
Tiempo de destruir;
Tiempo de reedificar;
4 Tiempo de llorar;
Tiempo de reír;
Tiempo de tener duelo;
Tiempo de danzar;
5 Tiempo de esparcir piedras;
Tiempo de recoger piedras;
Tiempo de abrazar;
Tiempo de no abrazar;
6 Tiempo de encontrar;
Tiempo de perder;
Tiempo de ahorrar;
Tiempo de derrochar;
7 Tiempo de romper;
Tiempo de reparar;
Tiempo de callar;
Tiempo de hablar;
8 Tiempo de amar;
Tiempo de odiar;
Tiempo de guerra;
Tiempo de paz.
De nada sirve afanarse
9 Realmente, ¿qué se obtiene del mucho trabajar? 10 He meditado esto en relación con las diversas clases de trabajo que Dios ha dado a los humanos. 11 Todo está bien en su momento oportuno. Pero si bien Dios ha plantado la eternidad en el corazón de todo hombre y mujer, el ser humano es incapaz de una plena visión de la obra de Dios de principio a fin. 12 Llego así a esta conclusión: primero, que no hay para el ser humano nada mejor que ser feliz y pasarla bien mientras pueda; 13 segundo, que debe comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo, pues estos son dones de Dios.
14 Y esto sé: que todo lo que Dios hace permanece para siempre; nada puede añadírsele ni quitársele; lo que Dios se propone es que el ser humano le tema.
15 Lo que ahora existe ya existía, y lo que va a existir, existe ya. Dios hace que la historia se repita.
Contradicciones de la vida
16 Además, observo que en toda la tierra la justicia está cediendo ante el crimen y que hasta los tribunales de justicia están corrompidos. 17 Entonces me dije: «A su tiempo juzgará Dios cuanto hace la gente: lo bueno y lo malo».
18 Y entonces me di cuenta de que Dios permite que el mundo siga su mal camino para poner a prueba a la humanidad, y para que los seres humanos mismos comprendan que no son mejores que las bestias. 19 Porque humanos y animales respiran el mismo aire y unos y otros mueren. De modo que la humanidad no tiene verdadera superioridad sobre las bestias; ¡qué absurdo! 20 A un mismo sitio van todos: al polvo de donde salieron y al cual han de volver. 21 Pues ¿quién podrá demostrar que el espíritu del ser humano va a lo alto y que el de los animales desciende al polvo? 22 Comprendí entonces que no hay para los hombres nada mejor que ser felices en su trabajo, porque para eso están aquí, y nadie puede volverlos a la vida para que disfruten lo que haya de existir en el futuro; por tanto, que lo disfruten ahora.
Opresores y oprimidos
4 Luego observé opresión y tristeza por toda la tierra: lloraban los oprimidos y nadie les ayudaba, mientras sus opresores contaban con poderosos aliados. 2 Entonces comprendí que mejor están los muertos que los vivos. 3 Y más dichosos aún son los que jamás nacieron, y no vieron jamás la maldad y el crimen que imperan en la tierra.
4 Vi entonces que el móvil principal del éxito es el impulso de la envidia y los celos. Pero también esto es necedad, es perseguir el viento. 5-6 El necio rehúsa trabajar y casi muere de hambre, pero cree que mejor es ser perezoso y vivir a medias que trabajar mucho, si al fin de cuentas todo es tan vano.
La unión hace la fuerza
7 También observé en la tierra otra locura: 8 el caso del hombre solitario, sin hijos ni hermanos, y que trabaja arduamente para seguir acumulando riquezas. No se pregunta a quién le quedará todo. ¿Y por qué renuncia a tanto ahora? ¡Todo esto es tan sin sentido y deprimente!
9 Más vale dos que uno, porque el resultado puede ser mucho mejor. 10 Si uno cae, el otro lo levanta; pero si el hombre solitario cae, su problema es grave.
11 Además, en noche fría, dos bajo una frazada mutuamente se dan calor; pero, ¿cómo se calentará el solitario? 12 Y uno solo puede ser atacado y vencido, pero dos, espalda contra espalda, pueden resistir y triunfar; y tres son aún mejores, pues una cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
Juventud y sabiduría
13 Mejor es el joven pobre y sabio que el rey viejo y necio que rechaza todo consejo. 14 Dicho joven podría salir de la cárcel y triunfar. Hasta podría llegar a rey aunque haya nacido pobre. 15 A un joven así todos están ansiosos de ayudarlo, hasta para que usurpe el trono. 16 Puede convertirse en caudillo de millones de personas, y ser muy popular. Pero viene luego la joven generación que lo rodea, y lo rechaza. Y de nuevo todo es necedad, es perseguir el viento.
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