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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Proverbios 7-9

Advertencia contra la mujer adúltera

Hijo mío, obedece mis palabras y atesora mis mandamientos. Obedece mis mandamientos y vivirás; cuida mis enseñanzas como la niña de tus ojos. Átalos a tus dedos, grábalos en lo profundo de tu corazón. Ama la sabiduría como a una hermana, y a la inteligencia como a un pariente tuyo. Ellas te librarán de la mujer infiel y de la adúltera y de sus palabras seductoras. Miraba yo por la ventana de mi casa, a través de la celosía, a unos jóvenes sin experiencia, y entre ellos me fijé en un joven falto de sentido común. Cruzó la calle al llegar a la esquina, y caminó hacia la casa de esa mujer. Empezaba a oscurecer, el día llegaba a su fin. 10 Entonces la mujer se le acercó, vestida seductoramente y actuando con astucia. 11 Escandalosa y desvergonzada, que no puede quedarse en su casa. 12 Que anda por las calles y por las plazas buscando atrapar a alguien en las esquinas.

13 Lo abrazó por el cuello, lo besó, y con descaro le dijo: 14 «He ofrecido sacrificios de paz, y acabo de cumplir mis votos. 15 Por eso salí a tu encuentro, te busqué, ¡y te he encontrado! 16 Mi cama está tendida con sábanas del mejor lino importado de Egipto, 17 la he perfumado con mirra, áloe y canela. 18 Ven, hagamos el amor hasta que llegue el nuevo día, 19 pues mi esposo no está en casa, anda en un largo viaje; 20 se ha llevado una bolsa llena de dinero, y no regresará hasta el día de la luna llena».

21 Con palabras suaves la mujer infiel convenció a ese jovencito; lo sedujo con halagos y mimos. 22 En un momento él la siguió, como el buey que va camino al matadero, como ciervo que cae en la trampa, 23 en espera de la flecha que le partirá el corazón; como el ave que va directo a la red, sin darse cuenta que ahí perderá la vida. 24 Escúchame, hijo mío, y pon atención a mis palabras. 25 No dejes que tu corazón se desvíe hacia ella; ni te pierdas en sus caminos; 26 porque muchos han muerto por causa suya; muchos hombres han sido sus víctimas. 27 Su casa es la puerta por la que llegas rápido a la muerte.

Llamado de la sabiduría

¿No está llamando la sabiduría? ¿No está alzando la voz la inteligencia? Está parada en lo más alto de las colinas, donde se cruzan los caminos. A un lado de las puertas que llevan a la ciudad, dice a gritos: «A ustedes hombres, les hablo a todos ustedes; dirijo mis palabras a toda la humanidad. Ustedes los necios e inexpertos, ¡adquieran sentido común y aprendan a ser prudentes! Escuchen las cosas importantes que tengo que decirles; mis labios hablarán cosas rectas. Mi boca hablará la verdad, porque mis labios detestan la mentira. Mis palabras son justas; no hay en ellas perversidad o cosa torcida. Mis palabras son claras para el que quiera entender; irreprochables para el que sea sabio. 10 Elijan mi instrucción en lugar de la plata, y el conocimiento en lugar del oro puro».

11 Porque la sabiduría vale mucho más que las piedras preciosas; nada se puede comparar con ella. 12 Yo, la sabiduría, habito con el buen juicio, y sé dónde encontrar discernimiento y conocimiento. 13 El que teme al Señor aborrece el mal; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el hablar perverso.

14 Son míos el consejo y el sentido común; son míos el entendimiento y el poder. 15 Por mí reinan los reyes y los gobernantes dictan leyes justas. 16 Por mí gobiernan los príncipes y los nobles dictan leyes justas. 17 Amo al que me ama, y los que me buscan, sin duda me hallarán. 18 Tengo riquezas, honra, bienes y prosperidad para repartir. 19 Lo que yo doy es mejor que el oro más fino; mi salario es mejor que la plata refinada. 20 Yo voy por el camino de la rectitud, por las sendas de la justicia. 21 A los que me aman los enriquezco y lleno sus arcas de tesoros. 22 El Señor me creó antes que empezara su creación, antes que a ninguna de sus obras. 23 Me formó desde los primeros tiempos, al principio, antes que formara la tierra. 24 Nací antes que fueran creados los grandes mares, antes que surgieran los manantiales de abundantes aguas, 25 antes que los montes y las colinas fueran formados, yo ya había nacido, 26 antes que Dios creara la tierra y sus campos y el polvo con el que hizo el mundo.

27 Yo estaba allí cuando Dios estableció la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas. 28 Yo estaba allí cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes en las profundidades de los mares. 29 Yo estaba allí cuando Dios puso límite a los mares y les mandó no salirse de sus bordes, 30 yo estaba allí, a su lado. Yo era su continua alegría, disfrutaba estar siempre en su presencia; 31 me alegraba en el mundo que el Señor creó; ¡me gozaba en la humanidad! 32 Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos.

33 Escuchen mi consejo, y sean sabios; no lo rechacen. 34 ¡Dichoso el hombre que me escucha, que me espera día tras día atentamente a las puertas de mi casa! 35 El que me encuentra, halla la vida y recibe la aprobación del Señor. 36 Pero el que me rechaza, se hace daño a sí mismo; el que me aborrece ama la muerte.

Invitación de la sabiduría y de la necedad

La sabiduría ha construido su casa con siete columnas. Ha preparado un banquete, mezcló los vinos y puso la mesa. Ha enviado a sus criadas a lo más alto de la ciudad para que griten: ¡Vengan conmigo los inexpertos! —les dice a los faltos de juicio—. Vengan a mi banquete y beban los vinos que he mezclado. Abandonen su necedad y vivirán; aprendan a ser sabios!

Si corriges al burlón sólo conseguirás que te insulte; si corriges al malvado sólo conseguirás que te lastime. No corrijas al burlón pues terminará odiándote; corrige al sabio, y te amará. Enseña al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aprenderá más. 10 Lo primero que hay que hacer para adquirir sabiduría es honrar al Señor; conocer al Santo es tener inteligencia. 11 La sabiduría aumentará tus días y añadirá años a tu vida. 12 Si eres sabio, tu recompensa será la sabiduría; si eres desvergonzado, tú serás el único que sufra.

13 La mujer necia es escandalosa; es ignorante y ni siquiera lo sabe. 14 Se sienta a la puerta de su casa, en lo más alto de la ciudad, 15 llama a los que pasan por allí, a los que andan por el buen camino. 16 ¡Vengan conmigo los inexpertos! —les dice a los faltos de juicio—. 17 El agua robada es más refrescante; y el pan que se come a escondidas sabe mejor! 18 Pero ellos no se dan cuenta que allí está la muerte, y que sus invitados ahora están en el fondo de la fosa.

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