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Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Salmos 17-20

Plegaria que pide la protección de Dios

Oración de David.

17 Señor, ¡escúchame!
¡Atiende mi clamor de justicia!
¡Presta oído a mi oración,
pues no brota de labios mentirosos!
¡Sé tú quien me reivindique!
¡Posa tus ojos en mi rectitud!
Tú has examinado mi corazón;
por las noches has venido a verme.
¡Ponme a prueba, que nada malo hallarás!
¡Nada malo han pronunciado mis labios!
Yo no hago lo que otros hacen;
al contrario, tomo en cuenta tus palabras
y me alejo de caminos de violencia.
Sostén mis pasos en tus sendas
para que mis pies no resbalen.

Dios mío, yo te invoco porque tú me respondes;
¡inclina a mí tu oído, y escucha mis palabras!
Tú, que salvas de sus perseguidores
a los que buscan tu protección,
¡dame una muestra de tu gran misericordia!
¡Cuídame como a la niña de tus ojos!
¡Escóndeme bajo la sombra de tus alas!
¡No dejes que me vean mis malvados enemigos,
los opresores que quieren quitarme la vida!
10 Se regodean en su soberbia,
y profieren palabras insolentes.
11 Me tienen rodeado por completo,
y sólo esperan verme caer por tierra.
12 Parecen leones que esperan a su presa;
parecen cachorros, echados en su escondite.

13 ¡Reacciona, Señor!
¡Enfréntate a ellos, y ponlos en vergüenza!
¡Con tu espada, ponme a salvo de esos malvados!
14 ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos malvados
que viven obsesionados con los bienes de este mundo!
¡Ya los has saciado con tus riquezas,
y hasta les sobra para sus hijos más pequeños!
15 A mí me bastará con ver tu rostro de justicia;
¡satisfecho estaré al despertar y contemplarte!

Acción de gracias por la victoria(A)

Al músico principal. Salmo de David, siervo del Señor. David dedicó este cántico al Señor cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Éstas son sus palabras:

18 Mi Señor, mi fortaleza,
¡yo te amo!
Mi Señor y Dios,
tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador!
Tú eres mi fuerza y mi escudo,
mi poderosa salvación, mi alto refugio.
¡En ti confío!
Yo te invoco, Señor,
porque sólo tú eres digno de alabanza;
¡tú me salvas de mis adversarios!

Los lazos de la muerte me rodearon;
¡me arrolló un torrente de perversidad!
Los lazos del sepulcro me rodearon;
¡me vi ante las trampas de la muerte!
Pero en mi angustia, Señor, a ti clamé;
a ti, mi Dios, pedí ayuda,
y desde tu templo me escuchaste;
¡mis gemidos llegaron a tus oídos!

La tierra tembló y se estremeció;
las montañas se cimbraron hasta sus cimientos;
¡se sacudieron por la indignación del Señor!
Humo salía de su nariz,
y por su boca brotaba fuego encendido;
¡su furor inflamaba los carbones!
El Señor inclinó el cielo, y descendió;
bajo sus pies había una densa oscuridad.
10 Montó sobre un querubín, y voló;
¡voló sobre las alas del viento!
11 Se envolvió en un manto de sombras;
se ocultó entre grises nubes, cargadas de agua.
12 De su deslumbrante presencia salieron
ascuas y granizos que cruzaron las nubes.

13 El Señor lanzó un poderoso trueno;
el Altísimo dejó escuchar su voz
en medio de ascuas y granizos.
14 Lanzó sus flechas, y los dispersó;
¡lanzó relámpagos, y acabó con ellos!
15 El Señor dejó oír su reprensión,
¡y a la vista quedó el fondo de las aguas!
De su nariz salió un intenso soplo,
¡y a la vista quedaron los cimientos del mundo!

16 Desde lo alto el Señor me tendió la mano
y me rescató de las aguas tumultuosas,
17 ¡me libró de los poderosos enemigos
que me odiaban y eran más fuertes que yo!
18 Me atacaron en el día de mi desgracia,
pero el Señor me dio su apoyo:
19 me llevó a un terreno espacioso,
y me salvó, porque se agradó de mí.
20 El Señor me premió porque soy justo;
¡porque mis manos están limpias de culpa!

21 Yo he seguido los caminos del Señor,
y ningún mal he cometido contra mi Dios.
22 Tengo presentes todos sus decretos,
y no me he apartado de sus estatutos.
23 Con él me he conducido rectamente,
y me he alejado de la maldad;
24 él ha visto la limpieza de mis manos,
y por eso ha recompensado mi justicia.

25 Señor, tú eres fiel con el que es fiel,
e intachable con el que es intachable.
26 Juegas limpio con quien juega limpio,
pero al tramposo le ganas en astucia.
27 Tú salvas a los humildes,
pero humillas a los soberbios.
28 Señor, mi Dios,
tú mantienes mi lámpara encendida;
¡tú eres la luz de mis tinieblas!
29 ¡Con tu ayuda, mi Dios,
puedo vencer ejércitos y derribar murallas!

30 El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor, acrisolada;
Dios es el escudo de los que en él confían.
31 ¡Aparte del Señor, no hay otro Dios!
¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca!
32 Dios es quien me infunde fuerzas;
Dios es quien endereza mi camino;
33 Dios es quien me aligera los pies
y me hace correr como un venado;(B)
Dios es quien me afirma en las alturas;
34 Dios adiestra mis manos para el combate,
y me da fuerzas para tensar el arco de bronce.

35 Tú me diste el escudo de tu salvación,
me sostuviste con tu mano derecha,
y con tu bondad me engrandeciste.
36 Me pusiste sobre un terreno espacioso,
para que mis pies no resbalaran,
37 y así pude perseguir y alcanzar a mis adversarios;
¡no volví hasta haberlos exterminado!
38 Los herí, y ya no se levantaron;
¡quedaron tendidos debajo de mis pies!

39 Tú me infundiste fuerzas para la batalla,
para vencer y humillar a mis adversarios.
40 Tú los hiciste ponerse en retirada,
y así acabé con los que me odiaban.
41 Clamaron a ti, Señor, pero no los atendiste;
¡no hubo nadie que los ayudara!
42 Los hice polvo, y los arrastró el viento;
¡los pisoteé como al lodo en las calles!
43 Tú me libraste de un pueblo rebelde,
Y me pusiste al frente de las naciones.
Gente que yo no conocía, viene a servirme;
44 gente extraña me rinde homenaje;
¡apenas me escuchan, me obedecen!
45 ¡Gente de otros pueblos se llena de miedo,
y sale temblando de sus escondites!

46 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca!
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
47 Es el Dios que vindica mis agravios
y somete a las naciones bajo mis pies.
48 Es el Dios que me libra de mis adversarios,
que me eleva por encima de mis oponentes,
¡que me pone a salvo de los violentos!
49 Por eso alabo al Señor entre los pueblos,
y canto salmos a su nombre.(C)
50 El Señor da la victoria al rey;
siempre es misericordioso con su ungido,
con David y con sus descendientes.

Las obras y la palabra de Dios

Al músico principal. Salmo de David.

19 Los cielos proclaman la gloria de Dios;
el firmamento revela la obra de sus manos.
Un día se lo cuenta al otro día;
una noche se lo enseña a la otra noche.
Sin palabras, sin sonidos,
sin que se escuche una sola voz,
su mensaje recorre toda la tierra
y llega al último rincón del mundo,(D)
en donde el sol pasa la noche.
Y el sol, cual novio que sale del tálamo,
cual si fuera un poderoso guerrero,
se levanta alegre para hacer su recorrido.
Sale por un extremo de los cielos,
y sigue su curso hasta el otro extremo,
sin que nada se esconda de su calor.

La ley del Señor es perfecta: reanima el alma.
El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo.
Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón.
El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos.
El temor del Señor es bueno: permanece para siempre.
Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos.
10 Son más deseables que el oro refinado
y más dulces que la miel que destila del panal.
11 Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo,
y recompensas grandemente a quien los cumple.

12 ¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores?
¡Perdóname por los que no puedo recordar!
13 ¡No permitas que la soberbia
domine a este siervo tuyo!
¡Líbrame de cometer grandes pecados,
y nadie podrá entonces culparme de nada!
14 Tú, Señor, eres mi roca y mi redentor;
¡agrádate de mis palabras y de mis pensamientos!

Oración en que se pide la victoria

Al músico principal. Salmo de David.

20 Que el Señor te oiga en momentos de angustia;
que te defienda el Nombre, el Dios de Jacob.
Que desde su templo te envíe su ayuda;
que desde Sión te brinde su apoyo.
Que tome en cuenta tus ofrendas
Y acepte con agrado tus holocaustos.
Que responda a los deseos de tu corazón
y te conceda todas tus peticiones.
¡Nos llenará de gozo el verte victorioso,
y en el nombre del Dios nuestro alzaremos las banderas!
¡Que el Señor responda a todas tus plegarias!

Ahora sé que el Señor salvará a su ungido,
que lo escuchará desde su santo cielo,
y que con su diestra poderosa le dará la victoria.
Algunos confían en sus carros de guerra;
otros confían en su caballería,
Pero nosotros confiamos en el Nombre,
¡confiamos en el Señor, nuestro Dios!
Unos y otros flaquean, y caen por tierra,
pero nosotros nos mantenemos erguidos y en pie.
Señor, ¡concede al rey la victoria!
¡Respóndenos cuando te invoquemos!

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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